En el capítulo anterior hemos narrado el fin del reinado de Alfonso XIII y la proclamación de la II República. Pero tenemos que retroceder un poco en el tiempo. Toda aquella situación vino, entre otras muchas cosas, provocada por la indignación por lo que se llamó "El Desastre de Annual". Según sintetiza el historiador español y militar Gabriel Cardona en Alfonso XIII, “El rey de espadas” (Planeta), el rey hizo caso omiso de las fuerzas sociales emergentes, "decapitó" la derecha civilizada, aceptó una dictadura en su propio país y con la derrota de Annual, que dejó al descubierto la corrupción, de esta manera, en abril de 1931, "como consecuencia de unas simples elecciones municipales que adquirieron el carácter de plebiscito, fue expulsado de España y murió en el exilio".
RETIRADA DE CAÍDOS EN LA GUERRA
El 22 de julio de 1921, miles de jóvenes españoles de las clases trabajadoras del campo y las ciudades murieron absurdamente en la guerra de Marruecos, en aras de ambiciones particulares y por designio de políticos al servicio de intereses oligárquicos. Fueron víctimas de un sistema político languideciente, más interesado en sobrevivir sobre su rentabilidad parasitaria que en atender las demandas reales de unos ciudadanos adormecidos por la demagogia de las proclamas épicas. Supuso el hundimiento del Ejército español derrotado en esa batalla brutal y colonial. Annual fue un desastre en todas sus dimensiones. Un desastre bélico producido por el pánico, la desbandada por parte de las tropas españolas ante las rifeñas. Murieron unos 10.000 soldados, según cálculos. Y se creó gran estupor ya que nadie esperaba esta derrota. Y, en realidad, parece ser que no hubo un ataque en regla por parte de los rifeños, fue más el pánico y la confusión de los españoles lo que llevó a este desastre. Las tropas estaban formadas por soldados reclutas, bisoños, sin experiencia militar, también con indígenas marroquíes. Todos con un armamento obsoleto, fusiles Mauser alemanes, que se recalentaban al usarlos, ametralladores igual de antiguas, armas que venían de las guerras de Cuba y Filipinas. Los soldados iban pobremente vestidos, en alpargatas, con comidas racionada, todo ello producto de una corrupción desalmada de jefes y oficiales. Cabe decir también que muchos de los balazos que mataron a soldados españoles fueron disparados con los fusiles vendidos de contrabando a los rebeldes por un prohombre hispano, el multimillonario mallorquín Juan March (más tarde financiaría el Glorioso Alzamiento Nacional), cuyos descendientes presumen hoy de abolengo, excelencia empresarial y mecenazgo. También debe recordarse que las levas para Marruecos solo afectaban a las clases populares, pues previo pago de 2.000 pesetas de entonces que era mucha pasta y se esquivaba la mili; otra modalidad de escaqueo, destinada a los universitarios (¿quien podía permitirse en aquel tiempo el lujo de cursar estudios superiores?), consistía en acogerse a la modalidad de “voluntario de un año”, supuesto en el cual se realizaba un servicio militar más corto que los tres años habituales, y con elección de destino por parte del interesado (así se libró de ir a la guerra marroquí otro patriota, José Antonio Primo de Rivera). Y es que la flor y nata de la juventud plutócrata española tenía su puesto de combate reservado en las tertulias de los cafés.
Todas las miradas, airadas, apuntaron de inmediato al Rey Alfonso XIII y a uno de sus hombres de máxima confianza, el conde de Romanones. Así fue como el denominado expediente Picasso, informe muy prolijo realizado por el general Picasso, donde se pueden ver las actuaciones de los mandos. El general Batet fue nombrado más adelante juez de los procedimientos motivados por el denominado expediente Picasso tras el Desastre de Annual, y escribió un informe sobre los altos mandos del ejército español en Marruecos, en el que Franco no quedó muy bien parado. Las relaciones entre el Rey y el conde de Romanones no fueron sólo políticas, sino económicas.
Mientras
altos jefes militares se dedicaban, con notoria intensidad y honradez, a saber
y difundir la verdad del desastre de Annual, el capitán general de Cataluña en
ese tiempo, Miguel Primo de Rivera, obedeció al monarca. Y de este modo se
lanzó, con gran satisfacción de no pocos empresarios catalanes, a dar un golpe
de Estado en España entre el 13 y el 15 de septiembre de 1923. La dictadura
duró siete años, hasta enero de 1930, en que comienza la “Dictablanda” de
Dámaso Berenguer, y pocos meses después el gobierno del almirante Aznar, que
convocaría las elecciones en abril de 1931 que darían paso a la II República.
El Desastre de Annual tuvo como consecuencia la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera gracias sobre todo a que el rey Alfonso XIII no se opuso al golpe y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno al frente de un Directorio militar. Y queda en la mente de muchos la corrupción posible de Alfonso XIII.
"Los españoles han echado al último Borbón, no por rey, sino por ladrón". Esta frase, atribuida a Valle-Inclán, se popularizó tras la huida de Alfonso XIII de España. Desde los 16 años había asumido las funciones constitucionales de jefe del Estado. Alfonso Ussía, ya sabemos que es monárquico, tiene una copia del testamento de Alfonso XIII, y asegura que no es el testamento de un ladrón ni de un aprovechado. De haber dejado una fortuna a sus herederos, la Casa Real en el exilio no hubiera necesitado para sobrevivir la ayuda de treinta o cuarenta familias españolas, que se redujeron a siete u ocho cuando Franco propinó la patada definitiva a Don Juan. De haber sido Alfonso XIII un ladrón, como dijo Valle, su hijo Don Jaime de Borbón no habría muerto en la más absoluta de las ruinas. - Precisamente, lo que le perdió al Rey, e incluso Churchill lo subraya, fue su desmesurada afición a la Política, en la que no tuvo que haberse inmiscuido apoyando el golpe dictatorial de Miguel Primo de Rivera.
LA FAMILIA REAL EN EL EXILIOAlfonso
Ussía ha conocido y vivido la modestia de la Familia Real en el exilio. Y esa
modestia no corresponde al hijo y heredero de un ladrón. Su época no fue la más
apacible, ni en España ni en el mundo. Su Servicio de información y canjes de
prisioneros durante la Primera Guerra Mundial, aún se considera modélico.
Alfonso XIII erró en muchas ocasiones. Pero no se llevó nada al bolsillo.
Queda
en la memoria de pocos su gran labor humanitaria, no muy difundida. Durante la
Gran Guerra el trabajo humanitario del rey español fue enorme, se ayudó a
prisioneros franceses, belgas, ingleses, italianos, portugueses, americanos y
rusos. Los Agregados Militares españoles
realizaron 4.000 visitas a campos de concentración y averiguaron cuál era el
trato que se daba a los prisioneros de guerra. Por esta acción, el rey Alfonso
XIII fue candidato al Premio Nobel de la Paz. La popularidad del rey fue enorme en toda
Europa, considerándolo una gran persona humanitaria.
EL REY EN LA OFICINA "PRO CAUTIVOS"
A
día de hoy, la Oficina Pro-Cautivos fundada por el rey, está considerada como
la primera acción humanitaria organizada desde España y muchas son las
referencias internacionales que la ponen como ejemplo de un gran trabajo
altruista y solidario.