lunes, 6 de febrero de 2023

GUERRA CIVIL ESPAÑOLA - CAPÍTULO 2


 Franco puso en marcha, paralela a la acción militar, una implacable política de fascio-militarización nacional basada en dos puntos clave: unidad de la patria amenazada por las hordas marxistas y defensa de la fe cristiana. En eso basó su diferencia de los dictadores de Italia y Alemania. Buscó y encontró su legitimación popular en el cristianismo. - De modo que, conduciendo sin prisas una guerra metódica cuya duración lo beneficiaba, obedecido por los militares, acogotando a los requetés y falangistas que pretendían ir por libre y reuniendo en su mano todos los poderes imaginables, el astuto, taimado e impasible general Franco se elevó a sí mismo a la máxima magistratura como dictador del nuevo Estado Nacional.  Con el jefe de la Falange, José Antonio, recién fusilado por los rojos, los requetés carlistas bajo control, y las tropas dirigidas por generales que le eran por completo leales tenía en sus manos todo el poder.

TERCIOS DE REQUETÉS

El entusiasmo fue lo más característico de ambos bandos en la guerra civil. Pero aquí debemos hacer hincapié en que no todos los que combatieron en lo que se dio en llamar “Bando Nacional” eran de derechas y asimismo todos los que lucharon en la zona llamada “Roja” eran republicanos convencidos. Algunos fueron de mala gana, otros incluso pensaban en contra del bando que les había tocado, y otros aprovecharon la ocasión para dedicarse a satisfacer sus propias venganzas con lo que les salía de la entrepierna. La división militar se había convertido en una posición política que a cada cual le había tocado,  por convicción o por suerte, de manera que la adhesión y la lealtad fue inculcada con la propaganda y también con el instinto de conservación de los indiferentes.

La actuación de las potencias extranjeras también fue de importancia, por acción y por omisión. Mientras que los nacionales recibieron ayuda militar, económica y logística, materiales, hombres y adiestramiento, por parte de Alemania e Italia, la inhibición de los países democráticos como Gran Bretaña y Francia resultó catastrófico para los republicanos. Europa estaba en crisis, y las frágiles democracias no estaban por la labor de ayudar, pero la repercusión fue inmediata. El gobierno republicano no gozaba de las simpatías de los gobiernos democráticos por su alineamiento parcial a la Rusia comunista. Se acordó en Europa un Comité de No Intervención, en las que se alinearon 27 países, entre ellos Alemania, Italia, Rusia y Portugal. Se prohibió la ayuda de armas y establecer un control por las potencias. Pero todo esto no se organizó correctamente y Alemania, Portugal e Italia se las arreglaron para favorecer a los nacionalistas españoles. - Mientras tanto la Rusia comunista ayudó desde octubre del 36 en lo bélico y en lo político, no gratis. Pero está claro que sin la ayuda soviética con asesores y material bélico, la guerra hubiera durado unos pocos meses. La ayuda soviética lo que logró es alargar el conflicto. Realmente el Comité de No Intervención fue poco más que una farsa. - Stalin denunció que existía una ayuda ítalo-germana al bando nacional. Parece ser que deseaba involucrar a Francia y Gran Bretaña en la guerra contra el fascismo. Los soviéticos recibieron grandes cantidades de oro de las reservas del banco de España a cambio de material y tropas.

La aparición de las Brigadas Internacionales fue un hecho diferenciador. Debían ayudar a la causa republicana, se comenzó a reclutar en París, pero el gobierno español no tenía material para armar a los propio milicianos españoles. Se calcula que llegaron entre 30.000 y 40.000 brigadistas. Allí había de todo. Excombatientes de la I Guerra, obreros comunistas, socialistas, demócratas que no simpatizaban con los comunistas. Y de unos 60 países diferentes. Entre 1937 y 1938 se realizó su retirada definitiva, con el apoyo del gobierno republicano.

BRIGADISTAS INTERNACIONALES

Por su parte el ejército nacional recibió unos 48.000 italianos combatientes. Los alemanes tardaron algo más en enviar ayuda pero finalmente mandaron a su Legión Cóndor, unos 4.000 aviones y su tripulación. Más ayuda de materiales y financiera.

Realmente la guerra se decidió por la ayuda extranjera. La italiana y alemana fue mucho más poderosa y organizada.  Estos trataron directamente con Franco y sus generales, enviando su material de guerra. Stalin creyó que las armas que enviaba y las Brigadas Internacionales asegurarían el dominio del partido comunista proporcionándole una buena zona de influencia.

España se convirtió en un banco de pruebas. Además de un excelente mercado de armas obsoletas y experimentales. Realmente llegaron pocos aparatos modernos, solo para experimentar su capacidad de fuego y papel táctico en una guerra moderna para un objetivo bélico inmediato.

Los sublevados habían pulsado eficazmente con anterioridad el asunto con Alemania e Italia. Gracias a la ayuda técnica, aviones y demás, las columnas rebeldes aseguraron posiciones y avanzaron hacia los centros de resistencia más próximos. Se enfrentaban así eficacia y competencia militar, de una parte, contra entusiasmo popular y ganas de pelear de la otra. Los sublevados, que apelaban a los valores cristianos y patrióticos frente a la barbarie marxista, empezaron a llamarse a sí mismos “tropas nacionales”, y en la terminología general quedó este término para ellos, así como el de “rojos” para los republicanos. Pero había gente de izquierdas en zona nacional y gente de derechas en zona roja. Incluso soldados de ambos bandos estaban donde les había tocado, no donde habrían querido estar. También gente ajena a unos y otros, a la que aquel sangriento disparate pillaba en medio. Con la mayor parte del ejército en rebeldía, secundada por falangistas, carlistas y otras fuerzas, sólo organizaciones políticas de izquierda, en unión de algunas tropas leales, guardias de asalto y unos pocos guardias civiles no sublevados, estaban preparadas. Así que se decidió armar al pueblo como recurso. Eso funcionó con irregular resultado.

Así, poco a poco, entre durísimos combates, los frentes se fueron estabilizando. Pero allí donde alguien vencía, todos acudían en socorro del vencedor: Unos por congraciarse con el más fuerte, otros para borrar viejas culpas, otros por ambición, supervivencia o ganas de venganza, y se mataba y moría por sus ideas o simplemente porque la casualidad la había puesto en tal o cual bando, también gentuza emboscada, delincuentes, oportunistas, ladrones y asesinos, que sin ir al frente se la pasaban matando, torturando, violando y robando a mansalva, lo mismo como miliciano que como requeté o la camisa azul de Falange.

SOLDADOS DE LA FALANGE 

Durante la guerra, en la zona republicana se aplicaron medidas contra todo aquel que pudiera ser sospechoso de apoyar a los nacionales. Se confiscaron bienes, fábricas, etc. se cometieron asesinatos y saqueos por grupos de milicianos y la iglesia fue la institución más perjudicada. Se calcula que unos 6.000 religiosos perecieron en estos ataques. Dentro de cada partido existían comités de control y se fusilaba sin juicio previo. El gobierno no tenía forma de controlar esta situación. La estructura militar y policial estaba rota. Realmente el aparato del Estado no existía ya, los poderes locales y provinciales se derrumbaron y fueron sustituidos por un poder popular, espontáneo sin unidad y contradictorio a veces.

En la zona nacional el proceso era muy diferente. Más organizados pero igual de intransigentes. También se desató una horrible represión contra la izquierda bajo el signo del terror.

BATALLA DE AYACUCHO

Ayacucho, 9 de diciembre de 1824 Es considerada la última batalla y desencadena el principio del fin del Imperio Español en América. En agos...