Extinguida la dinastía de la Austria llegaron al trono los
Borbones. El primero fue Felipe V, 1701 a Julio 1746, Luis I 1.724, (murió a
los pocos meses), Fernando VI desde 1746 hasta Agosto de 1759, Carlos III, 1759
a diciembre de 1788, Carlos IV desde 1788 a Marzo de 1808, Fernando VII desde 1814 a 1832, aunque éste último es digno de
olvidar.
Con la llegada de los Borbones, Guerra de Sucesión aparte, terminada en 1714 con la rendición de Cataluña y el año anterior con la firma del Tratado de Utrecht, el país se sumerge en unas serias reformas de tipo político. Son los años del “Despotismo Ilustrado” en Europa, con la aparición de “El espíritu de las Leyes” de Montesquieu (1748),una especie de dictadura administrativa inspirado en los ilustrados. España pasa por la fase de la organización del Estado. Felipe promulga los Decretos de Nueva Planta durante la guerra en 1707 y siguientes. Sólo las Provincias Vascongadas y Navarra, así como el Valle de Arán, conservaron sus fueros e instituciones forales tradicionales por su fidelidad durante la Guerra de Sucesión.
Este es el momento en que diversos autores señalan como el nacimiento de la Nación Española en el sentido que ahora se le da, si bien con una monarquía absolutista, que era lo que imperaba en Europa en aquella época.
La cadena de “validos” de los Austrias se quebró en favor de una sucesión de competentes ministros. En 1721 ya eran cinco, Estado, Hacienda, Marina Guerra e Indias. Estos estudiaban y conocían y tomaban decisiones sobre los asuntos y despachaban directamente con el rey. Le daban a conocer las medidas propuestas y éste resolvía. Eficaces gestores fueron los ministros Grimaldi, Patiño y Campillo, entre otros. No obstante los Consejos de los Austrias seguían funcionando. Pero es claro que desaparecieron los Consejos de Flandes, Italia y Aragón. Se desmantelan las estructuras heredadas de los Austria que ocupa desde Felipe V y a Fernando VI, y madura con Carlos III.
LA R.A.E.
Con Felipe V la arquitectura brilló. Ordenó la construcción del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, realmente un pequeño Versalles con tapices, esculturas, etc. Tras el incendio del Alcázar de Madrid, ordenó la construcción de maravilloso Palacio Real. También reformó y amplió el palacio de Aranjuez. Se preocupó en la fundación de la Real Academia española, (futura de la Lengua), la Real Academia de la Historia, la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Reformó la industria naval con la creación de astilleros y la fabricación de nuevas embarcaciones. Se mejoró el sistema fiscal. También se aumentaron los impuestos y se crearon aduanas, encargadas de recaudar los impuestos del comercio interior y exterior. La educación también fue reformada.
Con Felipe V la arquitectura brilló. Ordenó la construcción del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, realmente un pequeño Versalles con tapices, esculturas, etc. Tras el incendio del Alcázar de Madrid, ordenó la construcción de maravilloso Palacio Real. También reformó y amplió el palacio de Aranjuez. Se preocupó en la fundación de la Real Academia española, (futura de la Lengua), la Real Academia de la Historia, la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Reformó la industria naval con la creación de astilleros y la fabricación de nuevas embarcaciones. Se mejoró el sistema fiscal. También se aumentaron los impuestos y se crearon aduanas, encargadas de recaudar los impuestos del comercio interior y exterior. La educación también fue reformada.
La
enseñanza primaria siguió en manos de la iglesia. Pero la educación
universitaria fue reformada a fondo. Se crearon colegios mayores, que eran
administrados por el Estado, como el Colegio de Minería; se implantó el sistema
de provisión de becas. Las academias científicas completaron las reformas en
este campo. La resistencia de algunos sectores de la Iglesia y la aristocracia
española no podían retener la entrada de ideas. Por primera vez en España se
separaron religión y justicia.
Felipe V uniformó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana.
Felipe V uniformó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana.
Al fallecer su esposa
María Luisa de Saboya, Felipe V tuvo un periodo depresivo, y después se casó
con Isabel de Farnesio, una aristócrata italiana que le dio siete hijos, entre
ellos a Carlos que sería rey como Carlos III. Por enfermedad cedió la Corona a
su hijo Luis en enero de 1724 pero murió a los pocos meses. Felipe V volvió a
reinar de modo más bien nominal, haciéndolo Isabel de Farnesio. Felipe V murió en
julio de 1746. A la semana fue coronado Fernando VI y desde ese momento y hasta
su muerte en 1759 tuvo como prioridad el pensamiento que se resume en la frase
“Paz con todo, guerra con ninguno”. Consiguió revitalizar la hacienda pública y
modernizar la administración del Estado. Supo escoger magníficos ministros como
José de Carvajal, gran conocedor de la política europea. Zenón de Somodevilla,
marqués de la Ensenada, creador del Catastro y negociador del Concordato de
1753, limitando el envío de dinero a Roma. Potenció la flota naval, ampliando
los astilleros del El Ferrol, Cádiz y Cartagena. El proyecto de Ensenada pasaba
por la implantación en Castilla de una Única Contribución directa proporcional
a las fortunas familiares, medidas en virtud del catastro. Las dificultades y
resistencias que suscitó aquella operación, sin embargo, hicieron que no
pudiera ser aplicada hasta el reinado de Carlos III.
Otras medidas de reforma
de la Hacienda fueron más eficaces: la administración directa de las Rentas
Provinciales y la acción de los intendentes (a los que se dio una nueva
ordenanza en 1755) permitieron prescindir de los arrendatarios particulares. La
centralización de las transacciones exteriores del Estado en la oficina del
Real Giro (1751-52) permitió prescindir de la costosa intermediación de
banqueros y asentistas. Con todo ello mejoraron los ingresos de la Hacienda
Real y, al mismo tiempo, se aligeró la presión fiscal, facilitando la
recuperación económica.
Fernando VI fomentó la cultura con medidas que posibilitaron
la penetración de la Ilustración. Fundó la Academia de San Fernando de Bellas
Artes en 1752. La política con América era muy productiva pero estaba la
amenaza de una expedición de portugueses que se asentaron en la colonia de
Sacramento, al norte del río de la Plata. Carvajal negoció un cambio de
posesiones reflejado en el Tratado de Madrid de 1750, según el cual los
portugueses cedían la colonia del Sacramento, pero a cambio se cedían
territorios cercanos a varias reducciones jesuíticas de los indios guaraníes. Las
resistencias de los indios y algunos informes hicieron que Ensenada acudiera a
Carlos, futuro Carlos III, para que protestase ante su hermanastro cancelándose
el tratado de límites, pero esta maniobra supuso la caída de Ensenada.
Al morir la esposa del rey en agosto de 1758, sin dejar hijos, el rey se encerró un año. El Estado supo mantenerse gracias al impulso del tono vital acumulado durante esos doce años anteriores, hasta que llegó de Nápoles su hermanastro Carlos para hacerse cargo del trono una vez que falleció Fernando VI, sin descendientes, en agosto de 1759.
Al morir la esposa del rey en agosto de 1758, sin dejar hijos, el rey se encerró un año. El Estado supo mantenerse gracias al impulso del tono vital acumulado durante esos doce años anteriores, hasta que llegó de Nápoles su hermanastro Carlos para hacerse cargo del trono una vez que falleció Fernando VI, sin descendientes, en agosto de 1759.
El pueblo recibió a Carlos con gran esperanza, desde un recibimiento entusiasta que se le brindó en Barcelona a su llegada hasta su entrada en Madrid. No defraudó. Carlos III posibilitó la incorporación de España al crecimiento de las naciones más avanzadas de Europa mediante la superación del déficit durante el nefasto siglo XVII.
Además de convertir Madrid y otros lugares en sitios bonitos, dentro de lo que cabe, Carlos III no era nada del otro mundo, sino de intenciones y maneras. Fue un rey ilustrado que procuró rodearse de gente competente. Podemos admirar la cantidad de leyes justas y oportunas con la que aquel Borbón intentó abrir las ventanas y airear el olor a cerrado y sacristía que enrarecía. Hubo apoyo a la investigación y la ciencia, repoblación con inmigrantes de regiones abandonadas, y leyes eficaces que hacían justicia a los desfavorecidos, rompían el inmovilismo de gremios y corporaciones de talante medieval, permitían ejercer oficios honorables a los hijos ilegítimos y abrían a las mujeres la posibilidad de ejercer oficios que hasta entonces les estaban vedados. Pero no todo fueron alegrías. Los pactos de familia con Francia y el apoyo a las colonias rebeldes de Norteamérica en su guerra de independencia, nos zambulleron en un par de guerras con Inglaterra de las que, como siempre, pagamos los platos rotos y el total de la factura, perdiendo unas posesiones y recuperando otras, pero sin conseguir nunca echarle el guante a Gibraltar. Los reformadores e ilustrados cercanos a Carlos III seguían empeñados en recortar las alas de la Iglesia Católica. En ese momento, la poderosa Compañía de Jesús representaba cuanto aquellos ilustrados detestaban: apoyo del papa, vasta red de colegios donde se educaban los nobles, influencia como confesores de reyes, etc. Así que, con el pretexto de un motín popular contra el ministro reformista Esquilache, Carlos III decretó su expulsión de España. Sin embargo, las otras órdenes religiosas estaban encantadas. La Inquisición se apuntó un tanto demoledor con la detención y proceso del ministro Olavide por progresista y por ejecutar reformas que el rey le había encargado, y al que luego, dejaron tirado, incluso el rey. Por eso buena parte de las reformas se quedaron en parches o arreglos parciales. Hubo ahí un intento interesante, que fue convertir el teatro. Pero los grandes éxitos seguían siendo sainetes bajunos que encajaban más con el gusto, no sólo del pueblo resignado e inculto, sino también de una nobleza frívola y analfabeta. Pero teníamos un rey que fue inteligente. No le interesaban las fiestas palaciegas. También creó una reforma fiscal importante, creó el primer banco nacional (El de San Carlos) fomentó la industrialización, amplió las comunicaciones. A su muerte en 1788 España había recuperado su posición entre las grandes potencias europeas. Supo rodearse de gentes inteligentes y preparadas, como Esquilache, el Conde de Campomanes, el Conde de Aranda, que supo poner orden en la sociedad soliviantada y el marqués de Floridablanca. Pero no fueron los únicos. La ciudad le pareció poco importante para ser la capital del reino con lo que creó un vasto plan de acondicionamiento.
Entre las
reformas destaca el embellecimiento y saneamiento de Madrid, empedrando las
calles, poniendo alumbrado público, evacuación de basuras, construcción de
paseos y monumentos como la Puerta de Alcalá, obra del arquitecto Francesco Sabatini,
Museo del Prado del arquitecto Juan de Villanueva que no era pinacoteca, sino
que se trataría del Gabinete de historia natural. Las fuentes de Neptuno y
Cibeles y la Fuente de Apolo o de las Cuatro Estaciones, tres grandes grupos
escultóricos diseñados por Ventura Rodríguez para el Salón del Prado. El Observatorio
Astronómico y el Jardín Botánico. Todo ello inmerso en los jardines del Buen
Retiro. Hoy gran parte de estas obras y jardines son Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO.
Por algo Carlos III es llamado “El mejor alcalde de Madrid”.
Por algo Carlos III es llamado “El mejor alcalde de Madrid”.