“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” era el lema de
los que pertenecían al Despotismo Ilustrado europeo. Es decir que la clase
gobernante participaban que el monarca y el Estado eran garantes de la
seguridad y bien del pueblo. Pero sin la participación de éste. De este modo el
país estaba dirigido por un reducido número de personas y el rey gobernaba
prácticamente sin intermediarios y sin tener que responder de sus actuaciones.
CARLOS III
Grandes ministros reformistas fueron Pedro Rodríguez de Campomanes y José Moriño, marqués de Floridablanca. Desde sus puestos contribuyeron a la modernización de la administración y del pensamiento político español.
Se construyeron caminos y canales (de riego y navegables como los de Aragón y Tauste y el Canal de Castilla). Se creó la Lotería Nacional, se emitió deuda pública. La política internacional española se centraba fundamentalmente en la defensa de los territorios americanos. Los intereses de la Europa central hace tiempo que habían desaparecido.
Se llegó a una alianza Hispano-francesa, el Tercer Pacto de Familia (1761), al finalizar la guerra Francia lo había perdido todo en América, mientras que España mantenía intacto su Imperio.
A raíz de la sublevación de las trece colonias inglesas en el norte de América desde 1763 existía con Inglaterra una paz tensa. Segura de su superioridad naval, Londres rechazó la oferta y a través del Pacto de Familia.
Derrotada militarmente Inglaterra en Norteamérica, e imposibilitada de cualquier movimiento en Europa, un vertiginoso ascenso de la revolución industrial a causa del bloqueo del Canal se vio obligada en 1783 a concertar, la Paz de Versalles. Inglaterra reconoció la independencia de los Estados Unidos y devolvió a España algunos territorios salvo Gibraltar.
Grandes ministros reformistas fueron Pedro Rodríguez de Campomanes y José Moriño, marqués de Floridablanca. Desde sus puestos contribuyeron a la modernización de la administración y del pensamiento político español.
Se construyeron caminos y canales (de riego y navegables como los de Aragón y Tauste y el Canal de Castilla). Se creó la Lotería Nacional, se emitió deuda pública. La política internacional española se centraba fundamentalmente en la defensa de los territorios americanos. Los intereses de la Europa central hace tiempo que habían desaparecido.
Se llegó a una alianza Hispano-francesa, el Tercer Pacto de Familia (1761), al finalizar la guerra Francia lo había perdido todo en América, mientras que España mantenía intacto su Imperio.
A raíz de la sublevación de las trece colonias inglesas en el norte de América desde 1763 existía con Inglaterra una paz tensa. Segura de su superioridad naval, Londres rechazó la oferta y a través del Pacto de Familia.
Derrotada militarmente Inglaterra en Norteamérica, e imposibilitada de cualquier movimiento en Europa, un vertiginoso ascenso de la revolución industrial a causa del bloqueo del Canal se vio obligada en 1783 a concertar, la Paz de Versalles. Inglaterra reconoció la independencia de los Estados Unidos y devolvió a España algunos territorios salvo Gibraltar.
LAS 13 COLONIAS AMERICANAS
Pero en época de Carlos III había adversarios que no querían perder sus prebendas, los sectores ultraconservadores de la iglesia católica con siglos de poder, por lo que, desde púlpitos y confesonarios, los sectores radicales de la institución procuraban desacreditar la impía modernidad. Pero entre la propia clase eclesiástica había gente culta y con ideas avanzadas. La ciencia desmontaba dogmas y consignas para la Iglesia irrefutables. En otros países como Inglaterra y Francia los hombres de ciencia gozaban de atención y respeto, pero España en eso era diferente, la Inquisición podía caerles encima si pretendían basarse en la experiencia científica antes que en los dogmas de fe.
Pasó, por ejemplo, la barbaridad de Jorge Juan y Ulloa, los dos marinos científicos más brillantes de su tiempo, a la vuelta de medir el grado del meridiano en América tuvieron que autocensurarse en algunas conclusiones para no contradecir a los teólogos. En algunos libros de ciencia figura la pintoresca advertencia “Pese a que esto parece demostrado, no debe creerse por oponerse a la doctrina católica”.
Pese a todo, hombres doctos y valientes, algunos fueron dignos eclesiásticos, dieron en la correcta dirección pese a las trabas y peligros; como cuando el Gobierno decidió implantar la física newtoniana en las universidades y la mayor parte de los rectores y catedráticos se opusieron a esa iniciativa. Se inició tímidamente la circulación de libros de las élites europeas y el traer obreros especializados, ingenieros, profesores y sabios de prestigio. Otra posibilidad era irse a estudiar al extranjero, donde cuajaban las ciencias y el progreso. El pueblo llano, seguía siendo una sociedad ajena al cambio de los tiempos y apegada a la tradición y al trono.
Con Carlos III y sus ministros, con espíritu renovador, trataron de elevar el nivel económico y cultural del país. Hubo leyes de apoyo a la investigación y la ciencia, repoblación con inmigrantes de regiones abandonadas, y eficaces que hacían justicia a los desfavorecidos, rompían el inmovilismo de gremios y corporaciones de talante medieval, permitían ejercer oficios honorables a los hijos ilegítimos y abrían a las mujeres la posibilidad de ejercer oficios que hasta entonces les estaban vedados.
Pero en época de Carlos III había adversarios que no querían perder sus prebendas, los sectores ultraconservadores de la iglesia católica con siglos de poder, por lo que, desde púlpitos y confesonarios, los sectores radicales de la institución procuraban desacreditar la impía modernidad. Pero entre la propia clase eclesiástica había gente culta y con ideas avanzadas. La ciencia desmontaba dogmas y consignas para la Iglesia irrefutables. En otros países como Inglaterra y Francia los hombres de ciencia gozaban de atención y respeto, pero España en eso era diferente, la Inquisición podía caerles encima si pretendían basarse en la experiencia científica antes que en los dogmas de fe.
Pasó, por ejemplo, la barbaridad de Jorge Juan y Ulloa, los dos marinos científicos más brillantes de su tiempo, a la vuelta de medir el grado del meridiano en América tuvieron que autocensurarse en algunas conclusiones para no contradecir a los teólogos. En algunos libros de ciencia figura la pintoresca advertencia “Pese a que esto parece demostrado, no debe creerse por oponerse a la doctrina católica”.
Pese a todo, hombres doctos y valientes, algunos fueron dignos eclesiásticos, dieron en la correcta dirección pese a las trabas y peligros; como cuando el Gobierno decidió implantar la física newtoniana en las universidades y la mayor parte de los rectores y catedráticos se opusieron a esa iniciativa. Se inició tímidamente la circulación de libros de las élites europeas y el traer obreros especializados, ingenieros, profesores y sabios de prestigio. Otra posibilidad era irse a estudiar al extranjero, donde cuajaban las ciencias y el progreso. El pueblo llano, seguía siendo una sociedad ajena al cambio de los tiempos y apegada a la tradición y al trono.
Con Carlos III y sus ministros, con espíritu renovador, trataron de elevar el nivel económico y cultural del país. Hubo leyes de apoyo a la investigación y la ciencia, repoblación con inmigrantes de regiones abandonadas, y eficaces que hacían justicia a los desfavorecidos, rompían el inmovilismo de gremios y corporaciones de talante medieval, permitían ejercer oficios honorables a los hijos ilegítimos y abrían a las mujeres la posibilidad de ejercer oficios que hasta entonces les estaban vedados.
ILUSTRADOS
Los escritos de Campomanes, Jovellanos, Capmany o Cabarrús muestran la asimilación de las teorías económicas de la fisiocracia y del liberalismo económico. Fruto de ese interés por los asuntos económicos y sociales fue la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, preocupadas por la difusión de las “ciencias útiles” y el desarrollo económico.
El interés por la educación y el progreso científico se concretó en la creación de nuevas instituciones de enseñanza secundaria (Reales Estudios de San Isidro), de enseñanza superior (Colegio de Cirugía, Escuela de Mineralogía, Escuela de Ingenieros de Caminos) y en la reforma de las Universidades y de los Colegios Mayores.
Con Carlos III se cumple el periodo de plenitud de la Ilustración. Carlos supo rodearse de colaboradores inteligentes, preparados y trabajadores. Deparó el reinado más fructífero de España desde los Austria.
Teníamos un rey que no perdía el tiempo. No le interesaban las fiestas palaciegas. Creó una reforma fiscal importante. El primer banco nacional (El de San Carlos), fomentó la industrialización, amplió las comunicaciones. A su muerte en 1788 España había recuperado su posición entre las grandes potencias europeas.
El Siglo de las Luces trajo consigo la creación de numerosas instituciones dedicadas al conocimiento, como es el caso del Colegio de Cirugía, la Escuela de Ingenieros de Caminos, la Real Academia de la Lengua o el Jardín Botánico y Gabinete de Historia Natural. También se desarrollaron ciencias como la biología, la astronomía y la medicina, y prosperaron todo tipo de publicaciones divulgativas, tanto de literatura y crítica social como de ciencia.
Por supuesto que continuaba el absolutismo, que concentraba el poder en un selecto grupo de personas, garantes de la seguridad y bien del pueblo. Tenían una enorme facultad de decisión en todas las esferas y poder absoluto para le ejecución de las medidas adoptadas.
Los escritos de Campomanes, Jovellanos, Capmany o Cabarrús muestran la asimilación de las teorías económicas de la fisiocracia y del liberalismo económico. Fruto de ese interés por los asuntos económicos y sociales fue la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, preocupadas por la difusión de las “ciencias útiles” y el desarrollo económico.
El interés por la educación y el progreso científico se concretó en la creación de nuevas instituciones de enseñanza secundaria (Reales Estudios de San Isidro), de enseñanza superior (Colegio de Cirugía, Escuela de Mineralogía, Escuela de Ingenieros de Caminos) y en la reforma de las Universidades y de los Colegios Mayores.
Con Carlos III se cumple el periodo de plenitud de la Ilustración. Carlos supo rodearse de colaboradores inteligentes, preparados y trabajadores. Deparó el reinado más fructífero de España desde los Austria.
Teníamos un rey que no perdía el tiempo. No le interesaban las fiestas palaciegas. Creó una reforma fiscal importante. El primer banco nacional (El de San Carlos), fomentó la industrialización, amplió las comunicaciones. A su muerte en 1788 España había recuperado su posición entre las grandes potencias europeas.
El Siglo de las Luces trajo consigo la creación de numerosas instituciones dedicadas al conocimiento, como es el caso del Colegio de Cirugía, la Escuela de Ingenieros de Caminos, la Real Academia de la Lengua o el Jardín Botánico y Gabinete de Historia Natural. También se desarrollaron ciencias como la biología, la astronomía y la medicina, y prosperaron todo tipo de publicaciones divulgativas, tanto de literatura y crítica social como de ciencia.
Por supuesto que continuaba el absolutismo, que concentraba el poder en un selecto grupo de personas, garantes de la seguridad y bien del pueblo. Tenían una enorme facultad de decisión en todas las esferas y poder absoluto para le ejecución de las medidas adoptadas.
CARLOS IV
Cincuenta años de reinado, entre Nápoles y España, son muchos años de trabajo arduo y Carlos III, aunque estaba al tanto de los asuntos importantes fue lentamente retirándose. Estaba viudo, sus hermanos habían muerto. Con su hijo Carlos, el futuro heredero, su trato no era muy interesante de los que debía ser. El invierno de 1788 iba a ser el último para Carlos y para la Ilustración en España. El 14 de diciembre de 1788, falleció sin estar senil.
Al morir Carlos III se terminaron las reformas de la Ilustración en España, y al año siguiente estallaría la Revolución Francesa, lo que marcaría el reinado de su hijo, Carlos IV, marcando una etapa diferente.
El prestigio de la monarquía española había alcanzado las cotas más altas de los grandes reinos desde los Austria. Pero bastaron unos pocos años del reinado de Carlos IV para que todo se empezara a ir por el desagüe de la historia.
Cincuenta años de reinado, entre Nápoles y España, son muchos años de trabajo arduo y Carlos III, aunque estaba al tanto de los asuntos importantes fue lentamente retirándose. Estaba viudo, sus hermanos habían muerto. Con su hijo Carlos, el futuro heredero, su trato no era muy interesante de los que debía ser. El invierno de 1788 iba a ser el último para Carlos y para la Ilustración en España. El 14 de diciembre de 1788, falleció sin estar senil.
Al morir Carlos III se terminaron las reformas de la Ilustración en España, y al año siguiente estallaría la Revolución Francesa, lo que marcaría el reinado de su hijo, Carlos IV, marcando una etapa diferente.
El prestigio de la monarquía española había alcanzado las cotas más altas de los grandes reinos desde los Austria. Pero bastaron unos pocos años del reinado de Carlos IV para que todo se empezara a ir por el desagüe de la historia.
MANUEL GODOY
Se toman medidas, entre ellas la disolución de las Cortes recién creadas. Lógicamente las noticias que van llegando hacen que se vayan adoptando medidas en España. Se trata de aislar a España de las recetas revolucionarias. Se apoyó al rey francés y se puso fin a los proyectos reformistas. Y la Inquisición de la Iglesia empieza otra vez a destacar, desterrando a Jovellanos, un ilustrado de importante trabajos y realizaciones. El rey apartó de la vida pública a la mayoría de los pensadores avanzados. El fracaso de las medidas de Floridablanca supuso su sustitución por el Conde de Aranda, que concertó una Alianza con Prusia y Austria para ayudar al rey francés, forma de proteger al español. Se preparaba una guerra en Europa que Aranda no apoyaba, ya que el conde vio la formación de los ejércitos revolucionarios y su respaldo popular en el país vecino, lo que hizo ser partidario de no intervenir, dado el fracaso casi seguro y las pocas ganancias que se podrían obtener. Cae el conde de Aranda y continuó el favorito del rey, Godoy.
Se toman medidas, entre ellas la disolución de las Cortes recién creadas. Lógicamente las noticias que van llegando hacen que se vayan adoptando medidas en España. Se trata de aislar a España de las recetas revolucionarias. Se apoyó al rey francés y se puso fin a los proyectos reformistas. Y la Inquisición de la Iglesia empieza otra vez a destacar, desterrando a Jovellanos, un ilustrado de importante trabajos y realizaciones. El rey apartó de la vida pública a la mayoría de los pensadores avanzados. El fracaso de las medidas de Floridablanca supuso su sustitución por el Conde de Aranda, que concertó una Alianza con Prusia y Austria para ayudar al rey francés, forma de proteger al español. Se preparaba una guerra en Europa que Aranda no apoyaba, ya que el conde vio la formación de los ejércitos revolucionarios y su respaldo popular en el país vecino, lo que hizo ser partidario de no intervenir, dado el fracaso casi seguro y las pocas ganancias que se podrían obtener. Cae el conde de Aranda y continuó el favorito del rey, Godoy.
NAPOLEÓN
Ciertos sectores de la población, no sólo las clases instruidas empiezan a ver con curiosidad primero y luego con simpatía los principios de la Revolución francesa.
La República ejecuta al rey francés Luis XVI en enero de 1793. Manuel Godoy en 1792 firmó con el Reino de Gran Bretaña su adhesión a la Primera Coalición contra Francia. Comienza la guerra del Rosellón, un conflicto que enfrentó a la monarquía de Carlos IV de España y a la Primera República Francesa entre 1793 y 1795. Francia pronto se apoderó del valle de Arán.
Durante las campañas de 1794 y 1795 las tropas francesas consiguieron arrojar a los españoles del Rosellón y penetraron en Cataluña, las provincias vascas y Navarra, llegando a ocupar Miranda de Ebro. Godoy firmó por separado con Francia la Paz de Basilea (1795).
Para España las alianzas con la Francia del Directorio y después con Napoleón, no trajeron más que desdichas. La llegada de Napoleón al poder fue una desgracia para España.
La “Guerra de las Naranjas” duró solo 18 días. Un enfrentamiento con Godoy al frente de las tropas frente a Portugal por intereses de Napoleón.
Ciertos sectores de la población, no sólo las clases instruidas empiezan a ver con curiosidad primero y luego con simpatía los principios de la Revolución francesa.
La República ejecuta al rey francés Luis XVI en enero de 1793. Manuel Godoy en 1792 firmó con el Reino de Gran Bretaña su adhesión a la Primera Coalición contra Francia. Comienza la guerra del Rosellón, un conflicto que enfrentó a la monarquía de Carlos IV de España y a la Primera República Francesa entre 1793 y 1795. Francia pronto se apoderó del valle de Arán.
Durante las campañas de 1794 y 1795 las tropas francesas consiguieron arrojar a los españoles del Rosellón y penetraron en Cataluña, las provincias vascas y Navarra, llegando a ocupar Miranda de Ebro. Godoy firmó por separado con Francia la Paz de Basilea (1795).
Para España las alianzas con la Francia del Directorio y después con Napoleón, no trajeron más que desdichas. La llegada de Napoleón al poder fue una desgracia para España.
La “Guerra de las Naranjas” duró solo 18 días. Un enfrentamiento con Godoy al frente de las tropas frente a Portugal por intereses de Napoleón.
BATALLA DE TRAFALGAR
Para colmo de males España está obligado, por el Pacto de Familia, a entrar en la batalla naval de Trafalgar, (1805), que la perdió Francia, porque el que estaba al mando era el vicealmirante francés Pierre Villeneuve, impuesto así por Napoleón.
España sufrió que Inglaterra controlara con Gibraltar por sus buques, el estancamiento en el comercio español por mar. Napoleón ordenó un bloqueo a Inglaterra y ésta se alió con Portugal. El francés maduró el plan. Hacer de España otro reinado satélite como los que ya tenía en Holanda y Alemania.
La ocasión es propicia para un relanzamiento del Despotismo ilustrado, del que Godoy se convierte ahora en el gran y último valedor. Hombre de cuidada instrucción y cierta sensibilidad, Godoy pone gran empeño en el fomento de las ciencias y las humanidades: protege la creación literaria, impulsa expediciones científicas, como la de Balmis en 1803, y establece multitud de instituciones universitarias y culturales. Para su acción de gobierno, pasada la etapa de la guerra contra Francia, busca la colaboración de hombres comprometidos con las nuevas ideas. En fin, el propio Godoy cultiva en sus Memorias muestra que su eclecticismo es la receta política que dice haberle aplicado al país durante su mandato: Poca democracia, otra dosis igual de aristocracia, y una dosis monárquica bien fuerte, atemperada por entrambas.
Para colmo de males España está obligado, por el Pacto de Familia, a entrar en la batalla naval de Trafalgar, (1805), que la perdió Francia, porque el que estaba al mando era el vicealmirante francés Pierre Villeneuve, impuesto así por Napoleón.
España sufrió que Inglaterra controlara con Gibraltar por sus buques, el estancamiento en el comercio español por mar. Napoleón ordenó un bloqueo a Inglaterra y ésta se alió con Portugal. El francés maduró el plan. Hacer de España otro reinado satélite como los que ya tenía en Holanda y Alemania.
La ocasión es propicia para un relanzamiento del Despotismo ilustrado, del que Godoy se convierte ahora en el gran y último valedor. Hombre de cuidada instrucción y cierta sensibilidad, Godoy pone gran empeño en el fomento de las ciencias y las humanidades: protege la creación literaria, impulsa expediciones científicas, como la de Balmis en 1803, y establece multitud de instituciones universitarias y culturales. Para su acción de gobierno, pasada la etapa de la guerra contra Francia, busca la colaboración de hombres comprometidos con las nuevas ideas. En fin, el propio Godoy cultiva en sus Memorias muestra que su eclecticismo es la receta política que dice haberle aplicado al país durante su mandato: Poca democracia, otra dosis igual de aristocracia, y una dosis monárquica bien fuerte, atemperada por entrambas.
FERNANDO VII
El motín de Aranjuez, organizado por el hijo del rey, Fernando, marca no sólo el inicio del reinado de Fernando VII. Los afrancesados, entre los que militaban algunos de los últimos ilustrados, solían considerarlo el origen de una funesta revolución popular, cuya fecha emblemática sería el 2 de mayo de 1808 y cuyo desarrollo coincidiría con el de la propia Guerra de la Independencia. En el orden de las ideas políticas y de su praxis, el año 1808 señala en España el relevo de la Ilustración por una cultura liberal y revolucionaria.
Pero el liberalismo español no tardará en incurrir en algunos de los errores que habían malogrado los buenos propósitos del Siglo de las Luces.
A partir de estos hechos, España entra en una de las peores etapas de su historia.
El motín de Aranjuez, organizado por el hijo del rey, Fernando, marca no sólo el inicio del reinado de Fernando VII. Los afrancesados, entre los que militaban algunos de los últimos ilustrados, solían considerarlo el origen de una funesta revolución popular, cuya fecha emblemática sería el 2 de mayo de 1808 y cuyo desarrollo coincidiría con el de la propia Guerra de la Independencia. En el orden de las ideas políticas y de su praxis, el año 1808 señala en España el relevo de la Ilustración por una cultura liberal y revolucionaria.
Pero el liberalismo español no tardará en incurrir en algunos de los errores que habían malogrado los buenos propósitos del Siglo de las Luces.
A partir de estos hechos, España entra en una de las peores etapas de su historia.