domingo, 17 de septiembre de 2023

GUERRAS CARLISTAS (1833-1876)


Felipe V en 1713 deroga la 2º Partida de Fernando el santo, (referente a la sucesión de la corona) y quiso establecer la ley Sálica, vigente en Francia, donde la corona la heredaban sólo los varones, como tuvo muchos detractores en España, se establece la “Ley de Sucesión Fundamental”. Según las condiciones de la nueva norma, las mujeres podrían heredar el trono, pero solamente de no haber herederos varones en la línea principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos). 

En 1789 Carlos IV aprueba la “Pragmática”, ley que anulaba el Auto lo acordado en 1713 por Felipe V, pero por razones de política exterior, no llegó a entrar en vigor con lo cual continuaba vigente la Ley de Sucesión Fundamental de Felipe V. Más adelante, Fernando VII en marzo de 1830 vino a promulgar la “Pragmática Ley” de 1789, dejando nuevamente “Las Partidas” tradicionales que determinan la sucesión a la corona. De haber continuado la “Ley de Sucesión Fundamental”, que regía por promulgación de Felipe V, y que da preferencia a los varones y sus descendientes masculinos en la línea de sucesión, excluyendo a las mujeres, hubiera heredado su hermano Carlos Isidro
Pero las cosas iban a cambiar. Fernando VII tenía la guadaña preparándose. Era el año 1832 y la sucesión era un tema muy delicado. Los que no quería una reina defendían como sucesor al trono al hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón. 

Por supuesto, la Pragmática Sanción no les interesaba. Los carlistas convencieron a un ministro llamado Francisco Tadeo Calomarde para que hiciera al rey anular la Pragmática, que a su vez había anulado la Ley Sálica, es decir, pretendía que esta última volviera a estar vigente. Resumiendo, los carlistas hicieron que el rey firmara un papel por el que su hermano Carlos se convertiría en rey al morir Fernando VII, al ser imposible que una mujer heredara el trono.
Conseguido por parte del ministro la firma del rey, Doña Luisa Carlota, hermana de la reina y por tanto tía de la princesa Isabel, se acercó al ministro que tenía aquel papel recién firmado en la mano, se lo arrebató, lo rompió y le arreó al señor Calomarde “la más sonora bofetada que se ha dado”, en palabras de Don Benito Pérez Galdós.
El ministro contestó a este guantazo con la famosa frase: “Señora, manos blancas no ofenden”.
La muerte de Fernando VII, en 1833, desataría el conflicto. María Cristina, la madre de la pequeña Isabel, asumió la regencia y convocó a los liberales moderados para que defendieran los derechos de su hija. 

REINA REGENTE MARÍA CRISTINA 

Esto generó el rechazo del infante Carlos, que se exilió en Portugal. Tras el manifiesto de Abrantes, mediante el cual Carlos proclamó su derecho a la ascensión al trono. Su petición fue desconocida por María Cristina, que proclamó a Isabel II como reina de España.
La sublevación carlista llevó a la reina regente  María Cristina, que nunca fue liberal, a pactar con los liberales, inclinando el fiel de la balanza del gobierno de Madrid hacia ellos, porque la única forma de mantener a Isabel II en el trono era vencer al carlismo y eran los liberales la única fuerza anticarlista. Así el gobierno fue originalmente absolutista moderado y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular.
Vascos y catalanes lucharían en España por “Dios, Patria y Rey”. Gran parte de Cataluña y el País Vasco fueron Carlistas y participaron en las tres guerras a favor de Carlos María Isidro de Borbón. Su bandera de la defensa de la religión católica, la patria y la monarquía tradicional resumida en su lema “Dios, Patria y Rey”

TOMÁS DE ZUMALACÁRREGUI

Cabe destacar la actuación de líderes como Zumalacárregui en el norte. La labor de Juan Antonio Guergué en Cataluña, que unificó las partidas catalanas. Destaca el catalán don Carlos de Ramón Cabrera "El Tigre del Maestrazgo", que causó serios problemas a los cristinos hasta el final de la guerra.
Se inició la Primera guerra carlista (1833-1840).  Las tropas reales invadieron Portugal y trataron de apresar a Carlos, pero éste abordó un buque inglés y se refugió en Londres.  En 1834 Carlos salió de Gran Bretaña, atravesó Francia y entró en Navarra, donde instaló su corte y fue aclamado por sus partidarios. En 1837 dirigió una campaña militar que llegó hasta las puertas de Madrid. Pero la resistencia de las milicias populares y la llegada de refuerzos liberales lo obligaron a levantar el sitio de la capital.
Tras el fracaso de esta expedición, el carlismo se dividió en dos bandos: los apostólicos, liderados por Carlos, que siguieron resistiendo; y los moderados, comandados por el general Rafael Maroto. Castilla la Vieja también apoyo al carlismo, y además de Cataluña también Extremadura y las Provincias Vascongadas y Navarra.
El convenio de Vergara de 1839 marcó el final de la primera guerra carlista, conocido popularmente como Abrazo de Vergara, se firmó en Oñate (Guipúzcoa) el 31 de agosto de 1839, entre el general isabelino Espartero y el general carlista Maroto y finalizó la primera guerra carlista en el norte de España.

ABRAZO DE VERGARA

Este acuerdo, que fue desconocido por Carlos, estableció la paz a cambio de mantener los fueros de Navarra y las Provincias Vascongadas e integrar a la oficialidad carlista en el ejército isabelino.
Segunda guerra carlista (1846-1849)
En 1845, Carlos María Isidro abdicó en su primogénito, Carlos Luis de Borbón, a quien aconsejó contraer matrimonio con su prima Isabel II. Pero este proyecto fracasó debido a que los carlistas no se conformaban con que Carlos Luis fuese rey consorte, a la escasez de apoyos internacionales en favor del pretendiente y al rechazo de Isabel II. La reina, a quien le desagradaba el aspecto físico de su primo, anunció su matrimonio con otro pariente, Francisco de Asís de Borbón. Desairado, Carlos Luis se trasladó a Londres, desde donde impulsó la segunda guerra carlista. Sus partidarios lograron hacerse fuertes en Cataluña, donde consiguieron gran apoyo popular.
La guerra se prolongó hasta 1849 cuando los insurrectos sufrieron derrotas decisivas y se vieron obligados a deponer las armas.
En 1868 tuvo lugar una revolución liberal que derrocó a Isabel II, y la sustituyó por un gobierno provisional que estableció la libertad de cultos. Esto provocó la reacción de los carlistas, que apoyaron las pretensiones de Carlos de Borbón y Austria. Éste, nieto de Carlos María Isidro. Sus partidarios protagonizaron alzamientos fallidos en 1869 y 1870.

CARLOS MARÍA DE BORBÓN 

La situación tomó un giro radical en 1871 cuando las Cortes Generales, dominadas por los liberales, eligieron rey a Amadeo de Saboya. Su elección enfureció a los carlistas que lo consideraban un usurpador.
Tercera guerra carlista (1872-1876). Carlos entró en Navarra, donde fue aclamado por la población. Pero en poco tiempo sus fuerzas fueron derrotadas, por lo que debió refugiarse en Francia.
La proclamación de la Primera República, en 1873, fortaleció al bando carlista, al que se sumaron todos los partidarios de la monarquía. Carlos regresó a Navarra y se puso al frente de un ejército muy numeroso, con el cual logró importantes victorias. Esos triunfos contribuyeron a la caída de la Primera República, tras la cual accedió al trono Alfonso XII, hijo de Isabel II.
Su coronación, en 1874, debilitó a los carlistas, ya que varios de sus jefes decidieron reconocer al nuevo monarca. A partir de entonces los insurrectos sufrieron sucesivas derrotas hasta que en 1876 Carlos y sus seguidores se vieron obligados a huir a Francia, con lo que la guerra llegó a su fin.
Las principales consecuencias de las guerras carlistas fueron las siguientes:
La muerte de miles de españoles, tanto en los campos de batalla como en las represalias que siguieron a la toma de pueblos y ciudades.
El exilio en Francia de gran cantidad de familias de Cataluña, Aragón y Navarra, debido a su apoyo a la causa del carlismo.
La extensión de las ideas del liberalismo, que fueron arraigando en sectores de la sociedad española, en especial la burguesía.
La caída de la Primera República y la restauración de la monarquía borbónica.
La desaparición de los fueros vasco-navarros, que fueron suprimidos al promulgarse la Constitución española de 1876.

CAPTURA DEL STANHOPE - 1710

Blas de Lezo, el almirante “Medio Hombre” , debido a la pérdida de una pierna a los 17 años en el combate naval de Vélez (Málaga), un ojo tr...