sábado, 30 de agosto de 2025

DON JUAN DE BORBÓN Y BATTENBERG

Alfonso XIII de Borbón y de Habsburgo-Lorena y Victoria Eugenia de Battenberg, reyes de España, tuvieron durante su matrimonio, cinco hijos, tres hombres y dos mujeres. Alfonso, el mayor, falleció prematuramente en un accidente de circulación, el segundo, Jaime, también hemofílico, nació sordomudo. Juan, el tercero de los hermanos, y el único sin hemofilia. Gonzalo, el pequeño, murió también prematuramente por complicaciones derivadas de su condición de hemofílico.


Juan era el quinto hijo, tercero entre los varones. En 1930 ingresó en la Academia Naval de San Fernando. El 14 de abril de 1931, al proclamarse la República en España, tuvo que trasladarse a Gibraltar; desde allí viajó a Génova y, posteriormente, a París. En razón de su firme deseo de ser marino, Alfonso XIII logró que fuera admitido en la Escuela Naval de Dartmouth (Reino Unido).
Al renunciar a sus derechos sucesorios su hermano Alfonso para casarse con una mujer que no pertenecía a la realeza, su padre también le pidió a Jaime que hiciese lo mismo; éste aceptó la petición paterna y renunció el 23 de junio de 1933. Alfonso XIII lo consideraba incapacitado, al ser sordo.
A consecuencia de la renuncia de sus hermanos Alfonso y Jaime a sus derechos al trono de España, por haber contraído matrimonio morganático, el primero, y por razones de salud el segundo, el infante don Juan quedó como sucesor de Alfonso XIII. Juan de Borbón contrajo matrimonio con la infanta María de las Mercedes de Borbón y Orleans, que era hija de don Carlos de Borbón, príncipe de las Dos Sicilias y de María Luisa de Orleans, princesa de Francia. El matrimonio se celebró el 12 de octubre de 1935 en Roma. A partir de 1936 nacieron Pilar, Juan Carlos, Margarita y Alfonso. Al iniciarse la Guerra Civil de España, don Juan quiso incorporarse al ejército de los sublevados; esta posibilidad le fue negada, en un primer momento, por el general Mola y, posteriormente, por el general Franco cuando solicitó incorporarse al crucero Baleares.

Don Juan siguió con interés la guerra y el triunfo de los alzados. Ante las peticiones de una posible restauración, Franco manifestó a Alfonso XIII, que no volvería a ser rey de España y que se preocupara por la educación del príncipe Juan, y apartara de él cuantos pudieran torcer su buen natural. Su padre, Alfonso XIII, cuya salud estaba muy deteriorada, abdicó en don Juan el 15 de enero de 1941 y falleció el 28 de febrero de ese año. El nuevo jefe de la Casa Real española no podía utilizar el título de rey de España, ya que era imposible jurar ante las Cortes. Por ese motivo, y por el consejo, entre otros, de la reina Victoria Eugenia, adoptó el título real de conde de Barcelona. Juan de Borbón manifestó, en sus primeras palabras, que hacía suya la petición de su padre y que deseaba ser “Rey de todos los españoles”.
Don Juan, que al comienzo de la Segunda Guerra Mundial vivía en Francia, se trasladó a Roma, y en el año 1942 fijó su residencia en Lausana (Suiza). Un conjunto de personas fueron sus consejeros, entre ellos Alfonso de Orleans, teniente general Alfredo Kindelán, Juan Luis Roca de Togores, Francisco Carvajal, Francisco Moreno, José María Gil-Robles, Pedro Sainz Rodríguez, Joaquín Satrústegui...

Bautizo de Felipe VI. Su abuela fue la madrina. 

Don Juan, que estaba identificado con una de las versiones del pensamiento tradicionalista, comenzó a plantear a Franco la necesidad de la restauración de la Monarquía. Estas peticiones culminaron en un telegrama de agosto de 1943 en el que el conde de Barcelona reclamaba al general Franco que le entregara el poder; pocos días antes, Mussolini había sido destituido, y el Gobierno de Italia trataba de salir de la guerra.
El ritmo de la Guerra Mundial llevó a pensar a los consejeros de don Juan que, al finalizar la contienda, los aliados occidentales invadirían España, y ante esa situación el conde de Barcelona publicó el Manifiesto de Lausana, de fecha 19 de marzo de 1945. Don Juan instaba al general Franco a que se retirara, por ser incompatible con la nueva situación de Europa, y prometía la aprobación de una constitución por votación popular. Don Juan no pretendía rebelión alguna, sino que, ante la contingencia de que el régimen de Franco no pudiera subsistir en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial, la Monarquía hiciera acto de presencia para salir al paso de cualquier solución republicana. Don Juan seguía identificado con los principios del Movimiento Nacional, y las propuestas que hacía no llevaban a una democracia liberal.
Esta actitud de don Juan, fue interpretada por Franco y Luis Carrero, especialmente por este último, como una neta oposición del conde de Barcelona al general Franco, y aunque Carrero aconsejó no prescindir totalmente de don Juan, sugirió que era necesario comenzar a preparar la educación del príncipe niño: Juan Carlos.
En 1945, Franco pensó que el príncipe Juan Carlos realizase sus estudios en España. Don Juan decidió trasladarse a Portugal, donde llegó en los primeros días de febrero de 1946. Antes de su traslado había recibido noticias de que los gobiernos de Estados Unidos y de Reino Unido iban a presionar a Franco, pero no tenían previsto llegar a la ruptura de las relaciones diplomáticas. El Gobierno de Estados Unidos necesitaba de España desde el punto de vista militar y el Reino Unido no podía prescindir de las exportaciones que le llegaban desde España. La restauración era prácticamente imposible.

Una de los muy pocas fotos de Franco con don Juan 

El general Franco preparó una Ley de sucesión a la jefatura del Estado en los primeros meses de 1947. El futuro monarca sería designado por Franco, que quedaba investido en la condición vitalicia de jefe del Estado. Ante esta situación, don Juan hizo público un manifiesto en el que expresaba su negativa ante ese modo de proceder de Franco, se instauraba una Monarquía electiva, y rechazó la Ley de sucesión. A partir de ese momento, continuaron unas no difíciles relaciones entre Franco y don Juan que culminaron con la entrevista en el Azor —agosto de 1948— y en la que se acordó la incorporación a España del príncipe Juan Carlos, a la vez que José María Gil-Robles intentaba alcanzar a un acuerdo con Indalecio Prieto, acuerdo que no podía tener una larga duración. La llegada a España del príncipe Juan Carlos suponía un impulso a la política de los monárquicos franquistas. Para otros monárquicos como Gil-Robles comportaba la imposibilidad de llegar hasta el final en su política de acuerdos con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), a la vez que estos acuerdos eran acompañados por la presión diplomática de Reino Unido y Estados Unidos.
No obstante, el punto clave era la educación del príncipe Juan Carlos. El enfrentamiento entre don Juan y el general Franco no fue tanto por la orientación de la educación sino por la persona que la dirigía. Franco consideraba que sería él mismo. Don Juan, como padre, deseaba tener la responsabilidad última de la educación. A lo largo de los años cincuenta, Franco y don Juan se volvieron a ver en 1954 y en 1960, y en todas las decisiones importantes sobre la educación del príncipe prevaleció la opinión de Franco. Juan Carlos fue a las academias militares y posteriormente inició un programa de estudios universitarios en Madrid.

El modo de pensar del conde de Barcelona, en cuanto a sus ideas políticas, no se diferenciaba mucho de las ideas políticas básicas de Franco, y por ello don Juan pudo jurar los principios de la Comunión Tradicionalista. Se puede mencionar a José María Gil-Robles, y algunos más, que veían en la Monarquía una posibilidad funcional de llegar a un régimen democrático, o por lo menos más representativo y conforme a derecho.
Los años cincuenta vieron algunos momentos de aparente mayor acercamiento de Juan de Borbón a Franco y momentos muy dolorosos para el conde de Barcelona, como el día 29 de marzo de 1956, en el que el infante don Alfonso falleció a consecuencia de una manipulación en una pistola de salón.
La correspondencia entre don Juan y el general Franco a lo largo de los años cincuenta corresponde a un período en el que parece que la sintonía de ideas es cada día mayor.
La posibilidad de una nueva entrevista entre Franco y don Juan fue considerada, pero nunca se llegó a un acuerdo. Don Juan trataba de llegar al máximo número posible de políticos, militares, financieros, y alcanzar un cierto acuerdo con Franco para que no le descartara en el día que hubiera que nombrar un sucesor. Basta recordar, por ejemplo, la frase: “La Monarquía debe nacer como una evolución natural y lógica del régimen mismo hacia otras formas institucionales de Estado”.
Con motivo del compromiso matrimonial del príncipe Juan Carlos con la princesa Sofía de Grecia, Juan de Borbón puso todos los medios para que el último en enterarse fuera el general Franco. El motivo era que la boda del futuro Rey de España no debía ser aprobada por las Cortes españolas. Este hecho selló en Franco la casi definitiva decisión de excluir a Juan de Borbón como su sucesor a título de Rey. Juan Carlos tenía en aquel momento veinticuatro años; bastaba esperar seis y se le podría designar sucesor “a título de Rey”.
Al finalizar los años sesenta, Juan Carlos trató de hacer ver a don Juan que Franco había tomado una decisión, que él era el elegido y que el único modo de conseguir que la Monarquía se restaurara en España era en su persona. Don Juan se resistía a pensar que Franco fuera a saltar el orden dinástico, realidad tan importante para la Corona.

Monumento a don Juan en Madrid 

Al poco tiempo de casarse, los príncipes recibieron del generalísimo el consejo de que viajaran por España, conocieran el país y fueran conocidos por los españoles. A partir del año 1969, la vida de Juan de Borbón se desarrolló en un segundo plano respecto a la vida política española. Desde 1969, don Juan recibió en Estoril a numerosas personalidades de la vida política española.
A partir de la designación de Juan Carlos como sucesor a título de Rey, se inició un difícil período en la vida de don Juan y de Juan Carlos. El conde de Barcelona no renunciaba a ninguno de sus derechos y a la vez no interfería en la actuación de Juan Carlos, que mantenía también una actitud de relativo silencio. Además, padre e hijo no podían aparecer como enfrentados entre sí.
Los años que transcurrieron desde 1970 hasta 1975 son un período difícil en las relaciones de don Juan con su hijo Juan Carlos, ya designado sucesor por Franco. Don Juan tiene que acabar haciendo el papel de persona que está en la reserva y Juan Carlos asegurar la continuidad de la dinastía.
Don Juan Carlos juró como Rey de España el 22 de noviembre de 1975. A partir de ese momento, don Juan pasó a una actitud de reserva y consejo a su hijo. El 14 de mayo de 1977, cuando ya estaban muy próximas las primeras elecciones generales democráticas, don Juan hizo cesión a don Juan Carlos de sus derechos como jefe de la Casa Real, excepto el título de conde de Barcelona que se reservó para él.


Juan de Borbón y su esposa se instalaron definitivamente en Madrid en 1982. Desde esas fechas se multiplicaron los reconocimientos del mundo académico, ciudadano y social. En 1988 comenzó a ser tratado, en la Clínica de la Universidad de Navarra, de un cáncer de laringe. En esta clínica universitaria falleció el 1 de abril de 1993. A lo largo de la enfermedad puso de manifiesto, una vez más, su fortaleza y capacidad de sufrimiento. Fue enterrado en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y en su funeral recibió honores de jefe de Estado.

Versión de E. Tormo del escudo del Rey de España, con las órdenes del Toisón de Oro y Carlos III. También usada por el infante Juan de Borbón, conde de Barcelona y pretendiente al trono de España desde 1941 a 1977.


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