martes, 15 de diciembre de 2020

58.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (21)

GUERRA DE GRANADA ------- Los musulmanes en Granada realmente estaban resistiendo con el pago de impuestos. Después de 1266, en Granada, los reyes de Castilla, cobraban un tributo a sus homólogos nazaríes. Un tributo en oro, porque Granada, que se beneficiaba de sus privilegiadas relaciones de sangre con el norte de África, era la puerta del oro africano. El oro comenzó a escasear, y además, los jóvenes reyes tenían la idea de reunir bajo sus reinos todos los territorios que habían sido cristianos. El gobernador de Ronda, Mohamed al Zagrí, que se apoderó de la plaza de Zahara en 1481, realmente calculó mal. Isabel y Fernando se lo pensaron muy bien. Se acuarteló Córdoba. Fernando organizó un ejército con su Estado Mayor. Las campañas se harían en los meses calurosos, y las desarrollarían con su estudio previo. Había nacido la guerra moderna. Los musulmanes se pensaban superiores a los cristianos, y no iban a tolerar que un cristiano les diera lecciones de guerra. En las luchas los moros eran derrotados y en el Palacio crecieron las intrigas. Para colmo el rey Muley Hacén, algo viejo ya, se encaprichó con una concubina cristiana mucho más joven que él llamada Soraya.
Su esposa Aixa, muy resentida por perder la condición de favorita, se conchabó en secreto con su hijo Boabdil para que le destronase y traicionase. Boabdil, se dejó enredar. El rey moro salió a la lucha por recuperar Alhama y su hijo Boabdil aprovechó la ausencia de su progenitor para dar un golpe de mano con la ayuda del poderoso clan de los Abencerrajes, una familia aristocrática traicionera. Fernando de Trastámara, se enteró de la cuestión y, más listo que el hambre, influyó lo que pudo para incrementar las rencillas del palacio moro. El rey Muley Hacén, se refugió en el castillo de Mondújar. Boabdil condujo entonces un ejército hasta los territorios cristianos, donde los castellanos salieron a su encuentro, le derrotaron en Lucena y se lo enviaron a Fernando cargado de cadenas. Todos los cristianos pedían la cabeza de Boabdil, pero Fernando, astuto como el solo, eso le parecía un desperdicio. Le dejó marchar a cambio de que, en secreto, fuese su aliado y pagase una indemnización, porque la guerra estaba saliendo carísima. En prenda se quedó con sus dos hijos. El Papa había echado una mano otorgando bula de Cruzada a la guerra, lo que significaba dinero. Con el emirato partido en dos bandos que se la tenían jurada, Fernando se dispuso a ir troceando con paciencia los dominios del enemigo. Ronda y Marbella cayeron en 1485, Loja en 1486 y Málaga en 1487, tras un sonado asedio. Málaga era muy importante y justificaba el dispendio. Los reyes reclamaron soldados de todos sus reinos, y hasta allí llegaron enfervorecidas huestes de vizcaínos, guipuzcoanos, asturianos y valencianos. La flota castellana bloqueó el puerto para evitar que la ciudad recibiese refuerzos y provisiones de Marruecos. A finales de agosto se rindió. Tanto había costado doblegarla que Fernando fue extremadamente cruel con los supervivientes. Ordenó que todos fuesen esclavizados. Lo que quedaba del emirato estaba dividido entre Boabdil, que controlaba Granada, y su tío el Zagal, que tenía en su poder Almería y Guadix. Muley Hacén había muerto dos años antes, abandonado por todos. Se cuenta que, al morir, los pocos partidarios que le quedaban llevaron su cadáver hasta lo más alto de Sierra Nevada, donde le dieron sepultura. El pico pasaría a llamarse como él, Mulhacén. Fernando antes dar el remate a Boabdil, que se escondía en el Albaicín, siguió a lo suyo, los castellanos conquistaron Baza, y envió un emisario al Zagal para pedir la rendición. El Zagal lo entendió enseguida. Entregó Almería y se largó al norte de África. Granada, la capital en 1490, era lo que quedaba. Fernando sabía que entrar a saco hubiera sido una carnicería por ambos bandos, y con resultado incierto. De modo en lugar de tratar de tomarla al asalto, la sitió. Mandó construir una ciudad junto a Granada, a la que llamó Santa Fe. Caso insólito éste; edificar una ciudad para sitiar otra. No se volvería a ver cosa igual.
Granada resistía, Isabel envió un emisario negociador. Ofreció a Boabdil un señorío en la Alpujarra, rentas y el compromiso de respetar la religión y las costumbres de los granadinos. El acuerdo en la desesperada situación en que se encontraba, no estaba mal, por lo que el emir aceptó. Se fijó el 2 de enero para hacer efectiva la entrega de la ciudad. Para evitar machadas de última hora, Fernando ordenó a Gutierre de Cárdenas que entrase con un pequeño contingente por la noche y ocupase la Alhambra. Al amanecer, los reyes esperaron a Boabdil a orillas del Genil. El moro se acercó derrotado; hizo ademán de besar las manos de Fernando, cosa que éste rechazó, y entregó las llaves al rey, que, a su vez, se las dio a Isabel. Era su regalo, el más preciado que una reina de Castilla pudo soñar jamás. Gutierre de Cárdenas hizo entonces ondear el pendón de Castilla en lo más alto de la Alhambra, en la torre de la Vela. El cardenal Mendoza, que estaba con él, puso una cruz junto al estandarte. La unión de la península era un hecho por la religión cristiana. Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, terminada en 1491, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos, estaba en la estirpe goda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. La noticia recorrió Europa. Los reyes de Europa, incluido el de Francia, celebraron la conquista y ordenaron misas en gratitud por la victoria. El Papa hizo repicar al unísono todas las campanas de Roma.

viernes, 11 de diciembre de 2020

57.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (20)

LA INQUISICIÓN ------- El primer Tribunal inquisitorial para juzgar delitos contra la fe, nació en Alemania, en 1220 a petición del emperador Federico II, que reinaba también en el sur de Italia y en Sicilia. Lo creó el papa Honorio III. La herejía paso a ser un delito de atentado contra el rey, castigado con la pena de muerte en la hoguera. Aparecieron herejías en el sur de Francia y en el norte de Italia, la albigense y la valdense. Ambas herejías eran doctrinas que atacaban los pilares de la moral Cristiana. Al principio se intentó que abandonaran la heterodoxia por medios pacíficos mediante la predicación. Pero fue inútil y se organizó una cruzada. De ahí nació el Tribunal de la Inquisición. En España comenzó en 1242 en Tarragona, pero de moderada actuación. En la comunidad judía existía una doble animadversión, la religiosa-cultural, derivada de la convivencia de dos creencias y hábitos opuestos, y la socio-económica, al ser los judíos comerciantes y prestamistas, tanto para el humilde labrador como para un noble. La tolerancia hacia los judíos fue pasando por diferentes etapas en esos tiempos. Hubo épocas de tolerancia, otras de animadversión y otras de persecución. Algunos reyes castellanos y aragoneses habían sido incluso defensores de los judíos, como los mismos Isabel y Fernando. Pero el pueblo llano no miraba con bueno ojos a aquellos prestamistas. Aunque no estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa, los judíos españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros lugares de Europa.
Hubo en el año 1391 una oleada de matanzas y saqueos que asolaron la península en las aljamas judías. Las conversiones al cristianismo fueron masivas, pero abrieron un enfrentamiento de gran trascendencia en los siglos siguientes con la persecución de los viejos contra los nuevos cristianos. Muchas veces eran solo un pretexto para encubrir luchas que nada tenían que ver con la religión. La población judía se dedicaba al comercio, la medicina, la farmacia y al préstamo de dinero. Las ordenes mendicantes polemizaban con los rabinos sobre materia de doctrina y de eso pasaron a intrigar en las Cortes para que se tomaran medidas contra los judíos. Se iba gestando el antisemitismo. Otro elemento desencadenante fue la peste negra, que se les atribuyó a los judíos, que comenzaron a tener persecuciones, sobre todo en Semana Santa. La peste trajo la muerte de alrededor de una cuarta parte de la población europea. Además la catástrofe estaba acompañada en un siglo de guerras y una enquistada economía por lo que el pueblo vio en los judíos al culpable, al que hacían blanco de sus iras. Más adelante, al llegar los Reyes Católicos consideraron que la unidad religiosa era un factor clave para la unidad territorial. La conversión de moriscos y hebreos era por tanto una cuestión fundamental. Algunos se bautizaron con sentimiento, pero otros no, y siguieron profesando en secreto su religión. Pero la desconfianza en la sinceridad de la conversión fue lo que hizo que los reyes vieron la necesidad de una nueva Inquisición que persiguiera a la herejía judaizante, es decir a los falsos conversos. Necesitados de autorización papal los reyes lo solicitaron y fue el 1 de noviembre de 1478 cuando el Papa Sixto IV promulgó la bula por la que quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla, y según la cual el nombramiento de los inquisidores era competencia exclusiva de los monarcas. Sin embargo, los primeros inquisidores, no fueron nombrados hasta septiembre de 1480. La Inquisición había detectado un foco de conversos judaizantes y el primer auto de fe se celebró en Sevilla en febrero de 1481 donde fueron quemadas vivas seis personas. Desde entonces, la presencia de la Inquisición en la Corona de Castilla se incrementó rápidamente. Para 1492 existían tribunales en ocho ciudades castellanas. Fue la búsqueda de la unidad religiosa lo que impulsó a los reyes a decretar la expulsión de los judíos que no se quisieran convertir, en marzo de 1492. No obstante, la cifra de judíos en España sí era especialmente elevada en comparación con otros países de Europa. En tiempos de los Reyes Católicos, los judíos representaban aproximadamente el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. El cristianismo es una fe que se proclama verdad absoluta, “dogma de fe”. Norma válida para todos, desde el rey hasta el último morador. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Por ejemplo la apostasía, la herejía, el sacrilegio y los pecados contra natura, eran castigados duramente, incluso con la muerte, dado que eran crímenes horrendos que había que extirpar. La imagen de los inquisidores usando emparedamientos, fuego candente, golpes en las articulaciones, damas de hierro y ruedas de tormento, simplemente es ficción. Ninguna de esas torturas eran válidas, entre otras cosas porque no se podía poner en peligro la vida del reo ni provocar mutilaciones permanentes. Por el contrario el poder y la justicia estaban sometidos a fuertes limitaciones porque por encima de ellos existía el orden moral del cual la iglesia era la custodia. De ahí el juramento de los gobernantes ante Dios. Desde ese instante se sometían a los preceptos y obligaciones que se indicaban, solemnemente, con la Biblia como fundamento. En 1483 Tomás de Torquemada era el primer inquisidor de Castilla. Cuatro años después fue nombrado para toda España. Convencido de que los falsos cristianos, los moros y apóstatas eran capaces de destruir a la Iglesia y al país. Como en todos los sistemas judiciales de Europa se empleaba la tortura para investigar la herejía, la brujería, bigamia y la usura. Algunos reos blasfemaban al ser arrestados, pues preferían ser investigados por la Inquisición que por la Justicia ordinaria. Era muy importante dar la impresión de que el Santo Oficio no se equivoca nunca, que no detiene a nadie sin motivos. Hernando del Pulgar, cronista contemporáneo de los Reyes Católicos, calculó que tras diez años de actividad, la Inquisición habría quemado en la hoguera a 2.000 personas, y reconciliado a otras 15.000. Los historiadores modernos recurrieron al Archivo Histórico Nacional, donde se conservan, los informes anuales de todas las causas desde 1560 hasta 1700. Se contabilizan 49.092 juicios, que han sido estudiados. Según los cálculos de estos estudios un 1,9 % de los procesados fue quemado en la hoguera, (no llegan a 1.000). Stephen Haliczer un estudioso que trabajó en los archivos del Santo Oficio, descubrió que los inquisidores usaban la tortura con poca frecuencia y generalmente durante menos de 15 minutos. De 7.000 casos en Valencia, en menos del 2 % se usó la tortura y nadie la sufrió más de dos veces. El Santo Oficio tenía un manual de procedimiento que prohibía muchas formas de tortura usadas en otros sitios de Europa. Los inquisidores eran en su mayoría hombres de leyes, escépticos en cuanto al valor de la tortura para descubrir la herejía. En el siglo XVI al perseguir a los protestantes aparecen escritos de intelectuales europeos dando una imagen exagerada de la Inquisición. Algunos libros hablaban de la Inquisición española con interés propagandístico y se va creando también en esto la tristemente famosa Leyenda Negra. Libros traducidos al inglés, francés, holandés, alemán y húngaro, contribuyendo a cimentar la imagen negativa que en Europa se tenía de la Inquisición Española. Holandeses e ingleses, rivales políticos de España, fomentaron también esta Leyenda Negra que se sumó al trabajo exagerado de Bartolomé de las Casas en América.

56.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (19)

LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS ----------- En tiempos de los reyes cristianos se identificaba la política con la religión. Solo los bautizados estaban en condiciones de ser súbditos del rey y por tanto de estar bajo el amparo de las leyes, usos y costumbres del reino. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. El hispanista francés Joseph Pérez ha destacado las semejanzas que existen entre esta expulsión y la persecución de los judíos en la Hispania visigoda casi mil años antes de la realizada por los Reyes Católicos firmada en Granada y que ésta no fue una excepción en Europa, salvo por tardía, a pesar de la fama de antisemitas que arrastran los monarcas. Ese mismo año, incluso la Universidad de la Sorbona de París trasmitió a los Reyes Católicos sus felicitaciones. De hecho, la mayoría de los afectados por el edicto eran descendientes de los expulsados siglos antes en Francia e Inglaterra. Los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases más modestas. La razón que se escondía tras la decisión, además del recelo histórico de los cristianos contra los hebreos, era la necesidad de acabar con un grupo de poder que algunos historiadores, como William Thomas Walsh, han calificado como ”Un Estado dentro del Estado”. Su predominio en la economía y en la banca convertía a los hebreos en los principales prestamistas de los reinos hispánicos. Con el intento de construir un estado moderno por los Reyes Católicos, se hacía necesario acabar con un importante poder económico que ocupaba puestos claves en las cortes de Castilla y de Aragón. Así y todo, los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases más modestas; los ricos no dudaron en convertirse.
Como ha señalado Joseph Pérez, "La tolerancia implica no discriminar a las minorías y respetar la diferencia. Y entre los siglos VIII y XV, no hallamos en la península nada parecido a la tolerancia". Henry Kamen, por su parte, afirma que "las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivido en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación entre desiguales". En los reinos cristianos, destaca Kamen, tanto judíos como musulmanes eran tratados "con desprecio" y las tres comunidades "vivían existencias separadas". Los judíos ocupaban puestos administrativos y financieros importantes, como Abraham Seneor, desde 1488 tesorero mayor de la Santa Hermandad, un organismo clave en la financiación de la guerra de Granada. En tiempos de los Reyes Católicos, siempre según datos aproximados, los judíos representaban el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. De todos estos afectados por el edicto, 50.000 nunca llegaron a salir de la península pues se convirtieron al Cristianismo y una tercera parte regresó a los pocos meses alegando haber sido bautizados en el extranjero o se bautizaron al entrar. Algunos historiadores han llegado a afirmar que solo se marcharon definitivamente 20.000 habitantes. El edicto les prohibía sacar oro, plata, monedas, armas y caballos del reino.
Aunque la expulsión de 1492 fue sobredimensionada respecto a otras en Europa, causando a España una inmerecida fama de país hostil a los judíos, nada quita que la decisión provocara un drama social que obligó a miles de personas a abandonar el único hogar que habían conocido sus antepasados. Según establecía el edicto, los judíos tenían un plazo de cuatro meses para abandonar el país. El texto sólo permitía llevarse bienes muebles. En Francia, Luis XII también los expulsó hacia 1496. Comenzaba en esos días una odisea para los llamados judíos sefarditas que duraría siglos, y que generó una nostalgia histórica hacia la tierra de sus abuelos todavía presente. Las causas que movieron a nuestros reyes a decretar la expulsión siempre ha sido muy debatida. El odio o desprecio del pueblo cristiano por la usura y acumulación de riquezas. También muchas desavenencias entre los grupos privilegiados de la nobleza y el clero contra la burguesía de los judíos. Sin embargo en aquella época poco importaban la opinión de las masas populares y tampoco era tan grave el asunto de la nobleza. Seguramente la presión de la Inquisición que pretendía resolver de una vez el problema de los falsos conversos. También ha habido un fondo político; el fortalecimiento de la monarquía autoritaria de los RR CC para lograr una mayor integración social que repetidamente daba manifestaciones y tumultos antijudíos en la década de 1480. La unidad por la fe católica se interpretaba como la maduración del poder de la monarquía en la construcción del Estado que pretendían componer. En el tema económico resultaron muchos problemas de difícil solución. Debían vender los inmuebles y lo que no pudieran llevarse. Cayeron los precios a causa de la oferta. En algunos sitios se prohibió la compra a los cristianos.
También se les permitía dar poderes a otras personas para que liquidaran las propiedades con menos prisas. Debían dejar los caballos, el oro, la plata y la moneda acuñada. También hubo contrabando y sobornos a algunas autoridades. Podían entregar a los banqueros dinero y metales preciosos obteniendo una letra de cambio que podía hacerse efectiva fuera de España. Génova se aprovechó bastante de esto, cobrando grandes intereses. Los cristianos que debían dinero se negaron a saldar sus deudas inmediatamente. Los que fueron a Portugal luego fueron expulsados o esclavizados. Otros fueron a Orán, otros a Marruecos donde fueron robados y las mujeres fueron violadas. Pero muchos grupos, sobre todo de Aragón fueron a Génova, Nápoles, Turquía, los Balcanes y otras tierras de Oriente Próximo y Medio Oriente. También a Francia y los Países Bajos. Abatidos por tanto sufrimiento muchos volvieron a España y en noviembre de 1492 los reyes les permitieron entrar con la condición de que se bautizaran, o tuvieran certificado de bautismo legal. En este caso se les permitió recuperar los bienes vendidos por el mismo precio que habían recibido. Los reyes tenían la conciencia de que no trataban con individuos en concreto, sino con la comunidad judía como tal. Las propiedades de las aljamas, que eran bienes comunitarios de ellos, estaban expropiados por la corona. En 1499 la cuestión judía quedó resulta. Se emitió un decreto que determinaba que cualquier judío que fuese capturado en los reinos peninsulares, sería condenado a muerte. Estos judíos que se llamaban sefardíes o sefarditas, (Sefard era el nombre que daban a España), muchos descendientes han llegado hasta hoy, conservando aquel habla castellana tan pintoresca y algunos hasta la llaves de la casa que habitaron sus antepasados. El Imperio Turco reconoció su nacionalidad española. Los que se quedaron o regresaron se fundieron paulatinamente con la población española y llegaron a ocupar altos cargos en la administración e incluso en el clero. Los apellidos típicos, conservados hasta hoy nada dicen de su origen y es posible que quien lo lleve ni siquiera sepa de su linaje judío.

jueves, 10 de diciembre de 2020

55.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (18)

ADMINISTRACIÓN DE LOS REINOS. --- El trabajo que van realizando los reyes de Castilla y Aragón, no es fácil ni pequeño. Fernando se había batido el cobre en Cataluña contra Francia por el Rosellón en vida de su anciano padre, que murió en 1479. Ese mismo año, Fernando sucedió a su padre como rey de Aragón. En ese año, 1479, suele fijarse la unión de ambas coronas. En plena guerra contra Portugal, entre los partidarios de Isabel y los de la hija de Enrique, Juana la Beltraneja, Fernando consiguió ser proclamado corregente de Castilla con los mismos derechos que Isabel mediante la Concordia de Segovia el 15 de enero de 1475. En ella se disponía que en Castilla los documentos reales debían ser expedidos a nombre de los dos reyes, aunque encabezados por el de Fernando, en su condición de varón. Ambos monarcas administrarían las rentas y firmarían las sentencias judiciales. En cambio, los nombramientos de oficiales, las tenencias de fortalezas y la presentación de dignidades correspondían exclusivamente a la reina. En heráldica, las armas de Castilla y León tendrían precedencia sobre las de Sicilia y la Corona de Aragón. Al mes siguiente se estableció además la igualdad jurídica entre castellanos y aragoneses dentro del reino. Las negociaciones habían despejado la mayor parte de las dudas sobre la posible intromisión aragonesa en el gobierno de Castilla. Las siguientes dudas se disiparían en abril de 1475, al recibir Fernando de facto los poderes reales. Ambas coronas quedaban así unidas. Los reyes en los siguientes años tuvieron que afianzar la monarquía. Se institucionalizó la figura del Corregidor, los Maestrazgos de la Ordenes Militares.
--------MUDÉJARES--------- Las revueltas campesinas fue un fenómeno que se produjo en toda Europa en aquellos tiempos. Las condiciones de vida habían empeorado debido a una mayor exigencia de impuestos y de servicios por parte de los nobles. Para colmo las guerras y la peste negra supusieron una mortalidad enorme con la consiguiente despoblación del campo. Esto hizo que la nobleza aplicara con dureza los privilegios antiguos, conocidos en Cataluña como “Los malos usos”. En 1484 y 1485 los campesinos se rebelaron, ya lo habían hecho contra Juan II de Aragón, pero esta vez fueron derrotados por Fernando. Pero “una de cal y otra de arena”. Con Fernando en Aragón se solucionaron problemas antiguos de Cataluña. Fernando abolió los malos usos, las “remensas” y los “contratos de enfiteusis”, que consistía en una cesión perpetua o por largo tiempo del dominio útil de la tierra y casa mediante el pago de una pensión anual. Las consiguió anular en la sentencia arbitral de Guadalupe en 1486. Los señores feudales en Cataluña tenían sometidos a los campesinos al trabajo, y en caso de abandonar la tierra, debían éstos pagar una indemnización. También consiguieron los reyes reorganizar la hacienda real e incluso se sancionó a los nobles rebeldes. Fernando introdujo en Castilla las instituciones aragonesas de los consulados. El Consulado de Mar de Burgos y los gremios, favoreciendo de este modo el desarrollo económico castellano, especialmente el comercio de la lana. También actuaron con contundencia contra a los nobles rebeldes a su autoridad, que vieron asolados sus castillos y suprimidos sus privilegios. La pacificación del reino, que atravesaba desde hacía muchos años una situación de anarquía ante la falta de un poder que impusiera orden y justicia en el territorio, disolviendo las ambiciones de los señores feudales, las imposiciones partidistas territoriales, etc. Por otra parte la creación de la Santa Hermandad, llevada a cabo en las Cortes de Madrigal en 1476 fue todo un acierto. Se trataba de una milicia formada por cuadrillas armadas que las poblaciones de más de treinta hogares debían formar, para perseguir y castigar los delitos comunes del ámbito rural. Todo un precedente de la actual Guardia Civil. Se consiguió con ello casi la seguridad en los caminos, algo que fue una lacra durante siglos. También actuaron hasta 1498 como recaudadores de impuestos. No obstante, dado que la nobleza y el clero estaban exentos de impuestos, que solo pagaban los “pecheros”, es decir los trabajadores manuales, artesanos, comerciantes, etc. al aumentar estos impuestos que fueron sufriendo para financiar fundamentalmente un ejército profesional, acabó más adelante, provocando el estallido de los Comuneros, ya en tiempos de Carlos I. Los musulmanes que seguían practicando su religión, en los reinos cristianos, antes de la conversión forzada se les llamaba “Moriscos”. Eran tributarios y según la zona tenían diferentes nombres, en Castilla se decía “Mudéjares”.
-------SARRACENOS---- En Aragón se les llamaba “Moros” y en Valencia “Sarracenos” Era el nombre dado a los musulmanes que permanecieron en los territorios ocupados por los cristianos durante el periodo de la reconquista. Pensad que en época de Isabel tan solo quedaba el reino nazarí de Granada. El resto de los musulmanes vivían entre cristianos. Los acuerdos pactados con las poblaciones de Al-Andalus vencidas variaron según la forma en que fueron ocupadas, pero en general se garantizó la permanencia de los musulmanes y se les permitió conservar su religión, costumbres, organización y derecho, aunque las obligaciones tributarias que mantenían con la antigua administración fueron transferidas al nuevo poder. Esta actitud de los monarcas cristianos se producía, principalmente, por la necesidad de no despoblar y mantener la vida económica de los territorios ocupados. Pero los moriscos eran rechazados por los cristianos, no los consideraban auténticos del país y recelaban de ellos. Sus costumbres, vestimentas, su religión y su idioma los hacían claramente diferentes del cristiano, que al fin y al cabo eran hijos de los hispano-romanos y visigodos. Por otra parte, la presencia judía, cuya presencia se remonta a la época romana, y su antipatía hacia ellos, eran para los cristianos igual de antigua. Su dedicación a la banca y al préstamo y el estricto mantenimiento de sus costumbres eran otras razones que iban alimentando el rechazo de la población.
----------JUDÍOS ------- Ya a finales del siglo XIV había habido revueltas populares contra las comunidades judías, que provocaron conversiones. La desconfianza de las conversiones llevó a los reyes a solicitar del papa Sixto IV, en 1478, la autorización para poner en marcha una nueva Inquisición que persiguiera la herejía, es decir la práctica de los ritos judíos por parte de los falsos conversos. Se restableció y asentó la Inquisición. Ya la había establecido Enrique IV hacía años, pero prácticamente no funcionó. Si bien el vocablo “inquisición” (inquirir), se aplicará como sinónimo de “investigación” o “pesquisa” cuando eran procesos contra los oficiales del reino por su actuación pública en el desempeño de sus oficios. En el año 1483, oficialmente al menos, la Inquisición quedó establecida también en los dominios aragoneses, con la extensión dada en 17 de octubre de dicho año a los poderes del Inquisidor Torquemada. Aunque no estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa, los judíos españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros lugares de Europa. En la corte de Castilla, no así en la de Aragón, los judíos ocupaban puestos administrativos y financieros importantes, como Abraham Seneor, desde 1488 tesorero mayor de la Santa Hermandad, un organismo clave en la financiación de la guerra de Granada.

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