sábado, 30 de enero de 2021

87.- ESPAÑA SIGLO XVII (23) - FELIPE IV

 Felipe III había firmado con los rebeldes holandeses la Tregua de los Doce Años, que vencía en 1621. Y así se firmó también el Tratado de Londres en 1604, que convirtió a Londres en aliado de Madrid: se abrieron los puertos ingleses a los súbditos del monarca español y cesó la ayuda a los rebeldes holandeses. La rebelión en Bohemia fue el primero de una serie de conflictos que se encadenaron uno tras otro, hasta que la guerra se convirtió en general. Comenzaría la Guerra de los 30 años.  A las divisiones religiosas y la ambición de los protestantes por las tierras eclesiásticas se unieron los intereses comerciales. Los reyes de Dinamarca y Suecia, aparte de ser luteranos, pretendían convertirse en potencias en el Báltico. Fernando III, recordemos que era sobrino de Carlos V, fue coronado emperador en 1619, y el rey Segismundo de Polonia, ambos católicos, llamaron en su ayuda a los Austrias de España, ya que ellos eran demasiado débiles. La guerra habría acabado antes de no haberse inmiscuido la envidiosa Francia. El cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII desde 1624, vio la ocasión para amputar el poder de la Casa de Austria y su rey le apoyó.

FELIPE IV 

En 1618 al conseguir los protestantes el nombramiento de un “anti-emperador”, lo que empezó siendo un conflicto religioso, pasó a político en Alemania y se extendió por toda Europa.  Al expirar la tregua con Holanda se reanudaron los enfrentamientos unidos esta vez a los avatares de la guerra de los Treinta Años.  Fernando de Habsburgo fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Fernando III, era hijo de Fernando II, el hermano de nuestro Carlos  V. Fue también rey de Hungría y de Bohemia, (actual Eslovaquia) . 

FERNANDO III (EMPERADOR)

Católico convencido era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. Fernando era un Habsburgo y se había asegurado el apoyo de la corona española ya con Felipe III. La nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, estaba una situación prácticamente de rebelión. Ese fue el detonante de la guerra de los Treinta Años.  

El Emperador ordenó la destrucción de templos protestantes, estableció censura para algunos escritos, destituyó a funcionarios protestantes, prohibió la utilización de fondos católicos para pagar a ministros protestantes, etc. Esto hizo que los protestantes rompieran con los Habsburgo y en poco tiempo se extendió a las principales ciudades de Bohemia. Puesta en marcha la guerra parecía favorable a los Habsburgo, pero intervino Dinamarca y podría caer entonces Flandes.  Francia, que era un país extenso y muy poblado con abundantes recursos, con Luis XIII y su ministro el cardenal Richelieu, comenzó a ayudar a los protestantes, a pesar de ser un país católico, pero le interesaba la derrota de Flandes y por lo tanto de España. Se convertiría en la gran potencia.

                    CARDENAL RICHELIEU

En España, el joven rey, Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, rompieron con la política pacifista del duque de Lerma. Acudieron en auxilio de la rama menor de los Habsburgo y con el objetivo último de arremeter contra los holandeses.  Los primeros hechos de armas fueron favorables a los católicos. En la batalla de la Montaña Blanca (1620), los bohemios protestantes fueron aplastados.  La guerra habría acabado antes de no haberse inmiscuido la envidiosa Francia. El cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII desde 1624, vio la ocasión para amputar el poder de la Casa de Austria y su rey le apoyó.

Y en 1625 España obtuvo tres grandes victorias: rendición de Breda, reconquista de Bahía y derrota inglesa en Cádiz.  Pero vamos con el asedio de la ciudad de Breda. Aquí entra en escena un valiente, un héroe recordado para siempre, El General Spínola. Miembro de una importante familia genovesa, que por entonces era una República que había tomado Carlos I el emperador. Fue un general al servicio de la Monarquía Hispánica, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Spínola enroló mil hombres con su hermano Federico que se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. Todo esto arriesgando la totalidad de la fortuna de la familia. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses en 1603. Spínola llegó con su ejército a Flandes en 1602 y la plaza de Ostende cayeron en sus manos en septiembre de 1604. A su vuelta a España en 1606 fue recibido con honores y aquí es donde le obligaron a entregar en garantía la totalidad de su fortuna para avalar los gastos de la guerra antes de conseguir los fondos  por otros medios.

LA RENDICIÓN DE BREDA 

Spínola consiguió la pasta. Y allá que fue. Fundamentalmente se trataba de sitiar la ciudad de Breda que estaba defendida por Justino de Nassau. El cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar. Algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de “observadores” para conocer la táctica del gran Spínola. “Esto es para alquilar balcones” decían. La resistencia fue heroica pero Justino de Nassau capituló el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación honrosa. Cosas de entonces, donde se premiaba el honor y la valentía. La entrevista fue un acto de cortesía. Este es el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro. Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante, que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse.

Sin embargo, la parálisis del gobierno de España, la necesidad acuciante de dinero y el nuevo favorito, el conde-Duque de Olivares, celoso del general, permitieron a los holandeses recuperarse. Spínola no pudo evitar que Federico Enrique de Nassau ocupase Groll, una buena avanzadilla hacia Breda. En Madrid tuvo que sufrir las insolencias de Olivares, que se esforzaba al máximo en hacerle responsable de la pérdida de Groll. Como compensación no se le ocurrió otra cosa a esa panda de cabrones que nunca se le restituyera el dinero, por lo que  quedó completamente arruinado. El gobierno español comenzó entonces a recurrir a excusas para mantenerlo lejos de España.

La influencia de España en los Países Bajos disminuyó a partir de entonces por la falta de fondos robados de los ejércitos españoles, de luchas internas que entorpecieron la libertad de movimiento de Spínola. No obstante, el asedio de 1625 captó la atención de los príncipes de Europa y, durante un tiempo más largo, los ejércitos españoles intentaron recuperar la formidable reputación que habían conseguido bajo Carlos V.

Breda continuó baja dominio español hasta 1637, cuando Federico de Orange-Nassau la recuperaría para las Provincias Unidas tras asedio en 1637.

86.- ESPAÑA SIGLO XVII (22) - FELIPE IV

 Felipe IV nació en Valladolid en 1605 y ciñó la corona en 1621 a la muerte de su padre. Hombre de gran cultura y notable inteligencia era en cambio débil de carácter. Simboliza el esplendor de la España ya decadente. Su reinado concentró asuntos muy importantes, como los grandes destellos del siglo de Oro y la pérdida de Portugal  y los Países Bajos, las rebeliones catalanas, la andaluza y las derrotas militares en Europa. La inesperada muerte de Felipe III le convirtió en rey con solo 16 años. Fue el reinado más importante del siglo pues significó el punto sin retorno de la decadencia española que ya lentamente se había manifestado. Fue de joven un buen estudiante, culto, amante de la historia, la teología, el derecho, la música y los idiomas. Le atrajeron el arte, el teatro y la poesía, pero no solo como espectador. Sabía pintar y escribir con soltura. Fue rey desde 1621.

TERCIOS DE FLANDES

El ejército de Flandes que España mantenía desde 1567, se inició con la rebelión de los Países Bajos, quedando divididos en la mitad norte, no sometida a Madrid, (con matices, la actual Holanda), y la mitad sur, parte integrante de la monarquía hispánica (también con matices, la actual Bélgica). Este ejército de fama bien conseguida eran los Tercios, unidades de élite, españolas, italianas, alemanas, valona, inglesa y borgoñona, además de la caballería ligera y pesada. No obstante al magnífico ejército le faltaba el buen complemento del apoyo naval, que se vio como un elemento imprescindible. Los Habsburgo españoles siempre han tenido una visión del mundo en la que España tenía junto con sus derechos unas responsabilidades fundamentales, la primera garantizar la fe católica, amenazada por el protestantismo.  Esto les hacía ver la grandeza de su linaje, del Imperio a gobernar y de ser un pueblo en el que Dios confiaba para consolidar y extender la religión de Roma. Esto es importante tenerlo en cuenta para entender el punto de vista de aquellos personajes cuyas ideas y decisiones son tan alejadas del concepto actual de la gobernación y la Justicia actuales. Felipe estaba prometido con la hija de Enrique IV de Francia, Isabel de Borbón, dos años mayor que él. Y también se prometió a su hermana Ana de Austria para casarla con el rey francés Luis XIII. Con lo cual las dotes al ser de la misma cantidad quedaban compensadas, y se conseguía una alianza de matrimonios que convenía a ambos países.

MARIANA DE AUSTRIA EN EL CUADRO DE VELÁZQUEZ

Felipe IV y la reina Isabel tuvieron cuatro hijas hasta 1627, de los cuales no sobrevivió ninguna más allá de los dos años. Luego nació un varón al que buscaron pareja, pero él moriría joven soltero aún. La reina enfermó y también murió. De modo que el rey se encontraba viudo y sin descendencia. Decidió casarse con la prometida de su hijo fallecido, su sobrina Mariana de Austria que en aquél momento ella tenía trece años y él cuarenta y dos. Tuvieron a su primera hija que llegó a ser emperatriz consorte y murió a los veintidós años. Tuvieron otros cuatro hijos de los cuales sobrevivió solamente el último, Carlos, destinado a suceder a su padre. Felipe IV tuvo seguramente una treintena de hijos extramatrimoniales, de los cuales hay que destacar, por su futuro, a Juan José de Austria, que llegó a virrey de Sicilia, Cataluña, Flandes y Aragón, y mandó la Armada.  Andando el tiempo, fue importante en la vida del rey, sor María de Ágreda, religiosa de fama y cultura, consejera del rey, contraria al valido Conde-Duque de Olivares, favorable a la paz con Francia y circunspecta con la Inquisición. Parece ser que los consejos de sor María fueron siempre discretos y atinados.

Felipe IV en los primeros días de su reinado despidió del gobierno al duque de Uceda, hijo del duque de Lerma, el que fuera válido de su padre Felipe III, y nombra a su ayo y severo tutor Baltasar de Zúñiga para que se haga cargo de los papeles y negociaciones de Estado. Dos figuras emergieron, Baltasar de Zúñiga y su sobrino Gaspar de Guzmán y Pimentel. Ambos se necesitaban mutuamente ya que el primero tenía larga experiencia y el segundo disfrutaba del importante favor del rey. Felipe enseguida confió en el primero para los asuntos de Estado y para que fuera instruyendo a su sobrino Gaspar en el arte de gobernar. Éste a su vez completaba la educación del joven rey, algo muy importante. Además se quería romper con la imagen de decadente e inerte de su padre Felipe III, optando como modelo a su abuelo, tratando de hacer un nuevo rey, trabajador implicado en los asuntos de Estado y que representara lo que se le llamó “El rey planeta”.  Su corta edad no permitió que asumiera personalmente la ingente tarea de gobierno. Se apoya el rey en Baltasar de Zúñiga, que había trabajado para su padre y también para su abuelo, hombre severo y justo, cumplidor de las leyes y muy trabajador. Se hará cargo del papeleo y negociaciones de Estado. Baltasar fue ayudado por su sobrino Gaspar y su intención era “Limpiar la casa” de corrupción, abusos, preferencias pagadas y demás asuntos sucios que había dejado la anterior administración. Esto pasaba sin duda por la eliminación de la corrupción que se había adueñado del sistema durante el periodo de Lerma, cuando todo era comprable, lo único discutible era el precio.  El Duque de Lerma apenas se salvó de la prisión al conseguir ser nombrado cardenal. Su hijo, el duque de Uceda, que le sucedió en el cargo de valido, murió en prisión. El marqués de Sieteiglesias, ayudante del duque de Lerma fue decapitado públicamente por sus fechorías. Dado que le dijo al verdugo “Cumple con tu trabajo” y le dio un beso, quedó en el refranero popular, “Tener más orgullo que el marqués en la horca”. Pedro Téllez Girón, III duque de Osuna, arrestado en abril de 1621. Y las propiedades del duque de Lerma, fueron confiscadas.

DUQUE DE LERMA- CARDENAL

Felipe IV y Baltasar de Zúñiga se preocupan por los problemas de Portugal, tales como quejas sobre el mal gobierno de los virreyes. Las recomendaciones de la junta fueron firmadas por el rey dos semanas después del fallecimiento de Baltasar de Zúñiga en octubre de 1622.

Aquí es donde entra en juego un personaje muy importante en el reinado de Felipe IV, Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera, más adelante conde y duque de Olivares. Hombre inteligente y de gran influencia, supo hacerse con el favor del futuro Felipe IV de España, de forma que cuando había accedió al trono el año anterior, lo nombró favorito. El 10 de abril de ese año, el rey concedió a Olivares el título de grande de España, utilizando la fórmula convencional «conde de Olivares, cubríos». Finalmente fue el  valido a la muerte de su tío en 1622.

jueves, 28 de enero de 2021

85.- ESPAÑA SIGLO XVII (21) - FELIPE III

Felipe III no había tenido ni la oportunidad ni la voluntad de alcanzar una experiencia mínima en el manejo de la cosa pública. Tenía veinte años cuando heredó la corona en 1598. Entregó el poder al duque de Lerma, uno de los peores gobernantes que ha tenido este país, corrupto, astuto y falso. Cedió cargos y privilegios a sus familiares, favoritos y a todo aquel que pudiera beneficiarle de alguna manera. La corte de Felipe III se trasladó dos veces, de Madrid a Valladolid y de vuelta a Madrid, según los sobornos que Lerma recibió de los comerciantes locales, que pretendían dar lustre a sus respectivas ciudades.

FELIPE III 

A pesar de la decadencia del Imperio, del que ya hablaban cronistas de la época, debemos tener en cuenta que estamos en el Siglo de Oro, en el terreno cultural, que continuaría incluso con el futuro rey Felipe IV. Una paradoja histórica que en momentos de crisis es cuando florece el arte español en todo su esplendor. Ya en el siglo anterior se había manifestado la introducción del renacimiento en la literatura. Citando sólo a los más importantes nombraremos a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza, Luis de Góngora. La otra mirada hacia un espiritualismo cristiano, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En cuanto a la poesía narrativa Alonso de Ercilla autor de La Araucana. En el terreno del humanismo destacan Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Núñez de Toledo entre otros, y los cronistas de Indias, Hernán Cortés y sus “Cartas de relación”, Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca; los cronistas de la conquista del Perú, Francisco de Jerez y Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León, el Inca Garcilaso de la Vega etc. El Lazarillo de Tormes, que inicia el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes ha sido considerada la primera novela moderna. El teatro español empieza en el renacimiento con una obra maestra, La Celestina, de Fernando de Rojas, “La lozana andaluza” o libros de caballerías Amadís de Gaula, las figuras señeras del también músico Juan del Encina, Lope de Rueda, y la revolucionaria fórmula escénica del “Fénix de los ingenios” Lope de Vega (1562-1635), autor este el más prolífico del teatro mundial, y sus primeros discípulos Guillén de Castro (1569–1631) o Juan de la Cueva (1543-1612).

LOPE DE VEGA 

En la pintura destacaron muchos, siendo los más importantes Juan de Flandes, Vicente Macip, Pedro Machuca, Julio de Aquiles, Alonso Berruguete, Juan de Juanes, Vicente Requena el Viejo, Alonso Sánchez Coello, Roland de Mois, Diego de Urbina, Vicente Requena el Joven, Juan Pantoja de la Cruz, El Greco (1541-1614), Luis de Carvajal, Francisco Pacheco y Juan Gómez.

En asuntos políticos, en el terreno internacional, con la muerte en 1603 de Isabel de Inglaterra se firmó un tratado de paz con Jacobo I de Estuardo. El rey francés Enrique IV, el acérrimo enemigo de España llegó a un acuerdo de amistad con Felipe III, ratificado por un doble matrimonio entre sus hijos. Quedaban dos importantes núcleos bélicos, Flandes y el norte de Italia.

Esta política exterior pacifista, se conoció como “La Pax hispánica”, caracterizado por la política exterior contemporizadora y pacifista, que se limitó al periodo entre 1598 y 1621, correspondiente al reinado de Felipe III y el validazgo del duque de Lerma. Europa gozó de una relativa calma. Desde el inicio de esta paz hasta la guerra de los Treinta Años, (que fue librada en la Europa Central principalmente el Sacro Imperio Romano Germánico entre los años 1618 y 1648, en la que intervinieron la mayoría de las grandes potencias europeas de la época), España  siguió manteniendo su primacía político-militar mundial, no por la fuerza de las armas, sino por la labor diplomática que desarrollaron por el ejemplo el conde de Gondomar en Londres, el marqués de Bédmar en París y Venecia, Baltazar de Zúñiga y el conde de Oñate en Praga y Viena, que supieron mantener en lo más alto el prestigio y la influencia de España, llegándose a poner de moda la cultura, la lengua y hasta el modo de vestir de los españoles.


MODA ESPAÑOLA SIGLO XVII

Esta política acomodaticia aún en contra a veces de los intereses españoles no se explican sin la profunda crisis económica y monetaria que padecía en ese momento la monarquía. Como la administración de Lerma no quería subir los impuestos se decidió acuñar moneda fraccionaria de bajley, rebajando el porcentaje de plata que contenía el vellón hasta dejar la moneda en cobre puro. La consecuencia fue la inflación y el refugio en monedas de oro. El Consejo de Castilla, elaboró un informe en 1619 llegando a la conclusión de que las causas de la ruina económica eran, los enormes tributos que pesaban sobre el país, la prodigalidad en repartir dones y mercedes, el exceso de lujo y el gran número de empleados innecesarios y venales; pero el rey, sin haber hecho nada para remediar esos males, murió el 31 de marzo de 1621 en Madrid.

Felipe III pudo ver el cenit de España ya que alcanzó su máxima extensión territorial y consiguió un papel fundamental en los conflictos militares de gran envergadura.  A la muerte del rey, la monarquía española conservaba íntegro su prestigio exterior, aunque en el orden interior se había afianzado la crisis económica, que se manifestaría plenamente en tiempos de su sucesor.  La temprana muerte del Felipe III convirtió en rey a su hijo de apenas 16 años, el futuro Felipe IV. Fue un reinado largo, pródigo en acontecimientos y el reinado más importante para España del siglo XVII.


martes, 26 de enero de 2021

84.- ESPAÑA SIGLO XVII (20) - FELIPE III

 En el siglo anterior, hacia 1560 el bandidaje y la piratería aumentó sobre todo en Aragón apoyados por los hugonotes huidos de su país, cuya enemistad contra España era manifiesta ya que se trataba de protestantes franceses de doctrina calvinista. Se prohibió la pesca a los moriscos para evitar que entraran en contacto con los piratas. Llegaron estos a desembarcar en Las Alpujarras. El problema ya era gravísimo.  Las autoridades entendieron que no cabían soluciones intermedias, o aceptaban la integración inmediata y total o se les expulsaba. La respuesta fue el levantamiento en diciembre de 1568. Pero eso solo fue el inicio.  Pero también ante los planes del sultán Al-Mansur de Marruecos, aliado de Isabel de Inglaterra, para invadir la península el problema se hacía urgente. Había que acabar con la cuestión morisca.

REBELIÓN DE LAS ALPUJARRAS

Para Felipe III los hechos más importantes se produjeron en 1609 con la firma de la tregua con los Países Bajos y la expulsión de los moriscos. El Duque de Lerma no era partidario de la expulsión y prefería dejar las cosas como estaban, pero la oposición que mantenía sustanciosos negocios con comerciantes moriscos terminó cuando el Rey prometió compensaciones económicas para los nobles que pudieran verse afectados por una eventual deportación masiva. Así que el pillo del duque pasó de defensor a impulsor del plan. Como la asimilación de éstos a la confesión cristiana no había resultado, no se encontraba otra solución. Y al fin, por su connivencia con los piratas berberiscos, Felipe III decretó la expulsión.

En 1609, con una orden inscrita, se ordenó su expulsión de Valencia seguidos desde 1610 a 1614 de Castilla, Aragón, Andalucía y Murcia. En total unos 300.000 moriscos. Pero estas expulsiones planteaban un serio problema, dejar sin cultivar y despobladas las zonas más ricas del reino. Por lo que el rey tuvo en consideración esto y toda propiedad personal que los moriscos no pudieran llevarse pasaría a propiedad de sus señores. Se los embarcó rumbo a África.

Con la pérdida de esa importante fuerza productiva, el desastre económico fue demoledor, sobre todo en Aragón y Levante. El daño duró siglos, y en algunos casos no se reparó jamás. En el momento de la expulsión un 33% de los habitantes de Valencia eran moriscos.

EXPULSIÓN DE LOS MORISCOS

Desde la perspectiva económica se trató de un duro golpe para muchas regiones españolas, pues no constituían nobles, hidalgos, ni soldados, supuso una merma en la recaudación de impuestos, y para las zonas más afectadas (se estima que en el momento de la expulsión un 33% de los habitantes del Reino de Valencia eran moriscos) tuvo unos efectos despobladores que duraron décadas y causaron un vacío importante en el artesanado, producción de telas, comercio y trabajadores del campo. Si bien los perjuicios económicos en Castilla no fueron evidentes a corto plazo, la despoblación agravó la crisis demográfica de este reino que se mostraba incapaz de generar la población requerida para explotar el Nuevo Mundo y para integrar los ejércitos de los Habsburgo, donde los castellanos conformaban su élite militar.

Los moriscos, por otra parte, no se disolvieron en el mar y aquellos que sobrevivieron a los episodios de violencia que acompañaron su expulsión terminaron dispersados por el norte de África, en Turquía, y otros países musulmanes. Muchos campesinos moriscos se vieron obligados, entonces, a convertirse en piratas berberiscos que usaron sus conocimientos de las costas mediterráneas para perpetrar durante más de un siglo ataques contra España.

Pero la cosa no quedó ahí, la corrupción era enorme y hubo una investigación que dejó a todos con el culo al aire. Empezaron a caer culpables e implicados, entre otros el valido del duque, don Rodrigo Calderón de Aranda, que fue ejecutado en la plaza Mayor de Madrid en 1621.

 Se desencadena una indignación con la consiguiente presión en contra del régimen, pero, hete aquí, que el duque consigue mediante una estratagema propia de un arlequín, salvar su vida, solicita de Roma y consigue ser cardenal en 1618.

Fue sustituido por el duque de Uceda, al que se le limitó las funciones.

Durante el reinado España incorporó algunos territorios en el norte de África y en Italia y alcanzó niveles de esplendor cultural. La “Pax hispánica” se debió a la enorme expansión del Imperio y a los años de paz que se dieron en Europa de comienzos del siglo XVII, que permitieron que España ejerciera su hegemonía sin guerras. Y de momento, la inmensa máquina militar y diplomática española seguía teniendo al mundo agarrado por las pelotas, había pocas guerras y el dinero fácil de América seguía entrando y malgastándose. Llegaba el oro y se iba como el agua, sin cuajar en cosa tangible real ni futura.

La monarquía, fiando en las flotas de América, se entrampaba con banqueros genoveses que nos sacaban el tuétano. Ingleses, franceses y holandeses, enemigos como eran, nos vendían todo aquello que éramos incapaces de fabricar aquí, llevándose lo que los indios en América sacaban de las minas y nuestros galeones traían esquivando temporales y piratas cabrones.

Crear industrias, investigar, avances tecnológicos realmente como que no. El comercio americano era monopolizado por Castilla a través de Sevilla, y el resto de España a verlas venir.

Como dijimos Felipe III se casó con Margarita de Austria, cuyo padre era nieto de Juana la loca y Felipe el hermoso. La madre también pertenecía a la casa de Austria. En otras palabras, que ambos contrayentes estaban emparentados por ambas ramas. Se casaron en noviembre de 1598. Tuvieron una hija, Ana en 1601, que se casó con Luis XIII de Francia y sería la madre de Luis XIV de Francia. Tuvo Margarita otra hija que murió al poco de nacer y finalmente en abril de 1605 nació el heredero de la corona, el futuro Felipe IV.

Felipe III fue un pésimo rey. Dejó el poder en manos de validos ambiciosos, era inteligente pero sin apetencia de poder y si de vivir en fastos cortesanos gastando fortunas, causando la ruina de la hacienda pública. Envejecido y arrepentido de su despreocupación de gobierno, murió en Madrid en 1621.En 1603 había muerto Isabel de Inglaterra y gracias a la buena labor diplomática se firmó un tratado de paz con Jacobo I de Estuardo. En 1610 fue asesinado el rey francés Enrique IV, el acérrimo enemigo de España, y su viuda llegó a un acuerdo de amistad con Felipe III, ratificado por un doble matrimonio entre sus hijos. Quedaban dos importantes núcleos bélicos, Flandes y el norte de Italia. La tregua de doce años en la güera de los Países Bajos tajo un periodo de relativa paz para Europa conocido por la ”Pax Hispánica”.

ARAGÓN - (segunda parte)

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