Felipe III había firmado con los rebeldes holandeses la Tregua de los Doce Años, que vencía en 1621. Y así se firmó también el Tratado de Londres en 1604, que convirtió a Londres en aliado de Madrid: se abrieron los puertos ingleses a los súbditos del monarca español y cesó la ayuda a los rebeldes holandeses. La rebelión en Bohemia fue el primero de una serie de conflictos que se encadenaron uno tras otro, hasta que la guerra se convirtió en general. Comenzaría la Guerra de los 30 años. A las divisiones religiosas y la ambición de los protestantes por las tierras eclesiásticas se unieron los intereses comerciales. Los reyes de Dinamarca y Suecia, aparte de ser luteranos, pretendían convertirse en potencias en el Báltico. Fernando III, recordemos que era sobrino de Carlos V, fue coronado emperador en 1619, y el rey Segismundo de Polonia, ambos católicos, llamaron en su ayuda a los Austrias de España, ya que ellos eran demasiado débiles. La guerra habría acabado antes de no haberse inmiscuido la envidiosa Francia. El cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII desde 1624, vio la ocasión para amputar el poder de la Casa de Austria y su rey le apoyó.
FELIPE IVEn 1618 al conseguir los protestantes el nombramiento de un “anti-emperador”, lo que empezó siendo un conflicto religioso, pasó a político en Alemania y se extendió por toda Europa. Al expirar la tregua con Holanda se reanudaron los enfrentamientos unidos esta vez a los avatares de la guerra de los Treinta Años. Fernando de Habsburgo fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Fernando III, era hijo de Fernando II, el hermano de nuestro Carlos V. Fue también rey de Hungría y de Bohemia, (actual Eslovaquia) .
FERNANDO III (EMPERADOR)
Católico convencido era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. Fernando era un Habsburgo y se había asegurado el apoyo de la corona española ya con Felipe III. La nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, estaba una situación prácticamente de rebelión. Ese fue el detonante de la guerra de los Treinta Años.
El Emperador ordenó la destrucción de templos protestantes, estableció censura para algunos escritos, destituyó a funcionarios protestantes, prohibió la utilización de fondos católicos para pagar a ministros protestantes, etc. Esto hizo que los protestantes rompieran con los Habsburgo y en poco tiempo se extendió a las principales ciudades de Bohemia. Puesta en marcha la guerra parecía favorable a los Habsburgo, pero intervino Dinamarca y podría caer entonces Flandes. Francia, que era un país extenso y muy poblado con abundantes recursos, con Luis XIII y su ministro el cardenal Richelieu, comenzó a ayudar a los protestantes, a pesar de ser un país católico, pero le interesaba la derrota de Flandes y por lo tanto de España. Se convertiría en la gran potencia.
CARDENAL RICHELIEU
En España, el joven rey, Felipe IV y su valido, el conde-duque de Olivares, rompieron con la política pacifista del duque de Lerma. Acudieron en auxilio de la rama menor de los Habsburgo y con el objetivo último de arremeter contra los holandeses. Los primeros hechos de armas fueron favorables a los católicos. En la batalla de la Montaña Blanca (1620), los bohemios protestantes fueron aplastados. La guerra habría acabado antes de no haberse inmiscuido la envidiosa Francia. El cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII desde 1624, vio la ocasión para amputar el poder de la Casa de Austria y su rey le apoyó.
Y en 1625 España obtuvo tres grandes victorias: rendición de Breda, reconquista de Bahía y derrota inglesa en Cádiz. Pero vamos con el asedio de la ciudad de Breda. Aquí entra en escena un valiente, un héroe recordado para siempre, El General Spínola. Miembro de una importante familia genovesa, que por entonces era una República que había tomado Carlos I el emperador. Fue un general al servicio de la Monarquía Hispánica, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Spínola enroló mil hombres con su hermano Federico que se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. Todo esto arriesgando la totalidad de la fortuna de la familia. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses en 1603. Spínola llegó con su ejército a Flandes en 1602 y la plaza de Ostende cayeron en sus manos en septiembre de 1604. A su vuelta a España en 1606 fue recibido con honores y aquí es donde le obligaron a entregar en garantía la totalidad de su fortuna para avalar los gastos de la guerra antes de conseguir los fondos por otros medios.
LA RENDICIÓN DE BREDA
Spínola consiguió la pasta. Y allá que fue. Fundamentalmente
se trataba de sitiar la ciudad de Breda que estaba defendida por Justino de
Nassau. El cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar.
Algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de “observadores”
para conocer la táctica del gran Spínola. “Esto es para alquilar balcones”
decían. La resistencia fue heroica pero Justino de Nassau capituló el 5 de
junio de 1625. Fue una capitulación honrosa. Cosas de entonces, donde se
premiaba el honor y la valentía. La entrevista fue un acto de cortesía. Este es
el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro. Justino de
Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de
arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante, que pone una mano sobre
su hombro y le impide humillarse.
Sin embargo, la parálisis del gobierno de
España, la necesidad acuciante de dinero y el nuevo favorito, el conde-Duque de
Olivares, celoso del general, permitieron a los holandeses recuperarse. Spínola
no pudo evitar que Federico Enrique de Nassau ocupase Groll, una buena
avanzadilla hacia Breda. En Madrid tuvo que sufrir las insolencias de Olivares,
que se esforzaba al máximo en hacerle responsable de la pérdida de Groll. Como
compensación no se le ocurrió otra cosa a esa panda de cabrones que nunca se le
restituyera el dinero, por lo que quedó
completamente arruinado. El gobierno español comenzó entonces a recurrir a
excusas para mantenerlo lejos de España.
La influencia de España en los Países Bajos
disminuyó a partir de entonces por la falta de fondos robados de los ejércitos
españoles, de luchas internas que entorpecieron la libertad de movimiento de
Spínola. No obstante, el asedio de 1625 captó la atención de los príncipes de
Europa y, durante un tiempo más largo, los ejércitos españoles intentaron
recuperar la formidable reputación que habían conseguido bajo Carlos V.
Breda continuó baja dominio español hasta
1637, cuando Federico de Orange-Nassau la recuperaría para las Provincias
Unidas tras asedio en 1637.