martes, 31 de enero de 2023

LA SEGUNDA REPUBLICA - (Capítulo 3)

Aprobada la Constitución comenzaba el gobierno de la coalición republicano-socialista había que poner en marcha la leyes de la Constitución, es decir, la reforma del ejército, la reforma religiosa, la reforma agrario, la de la enseñanza y otras de menor calado.
El Estatuto de Cataluña fue el reto más importante, dependía la posterior articulación del Estado. Tanto la izquierda como la derecha apoyaban la Unidad, incluso intelectuales como Ortega y Unamuno. Azaña se mostró defensor de un Estatuto que impidiera la rebelión y acomoda el problema tanto para nacionalistas como para los demás.

CARTEL EN MADRID DE LA CEDA
La derecha había planteado unas 200 enmiendas al proyecto de Estatuto catalán. Finalmente en septiembre se aprobó el Estatuto de Cataluña que sería un Parlamento con presidente. Tanto el español como el catalán quedaban como lenguas oficiales. Se creó así la Generalitat y hubo entendimiento durante un par de años con el gobierno de Madrid.
El tema vasco era muy diferente. La visión catolicista del PNV chocaba con los planteamientos republicanos del gobierno. El proyecto presentado fue rechazado y se trató de negociar pero la división entre Navarros y vascos fue un problema cada vez más complejo. Cinco años tardó en ser aprobado el Estatuto vasco. El estatuto gallego también tuvo sus dificultades, pero fue aprobado en junio de 1936. En Valencia se estudió el tema, pero por los desacuerdo s llegaron tarde y estalló la guerra antes de su aprobación. Cosa parecida pasó con el Estatuto de Aragón. El caso  de Andalucía se había resulto para julio de 1936, pero evidentemente quedó también sin aprobación. Luego tanto en Castilla y León como en las regiones insulares, pasó exactamente igual.
MUERTOS EN CASAS VIEJAS

En septiembre de 1932 se aprueba la ley de la Reforma Agraria, que mediante expropiaciones y asentamientos tendría que consolidarse. La aplicación fue un fracaso, solo se logró asentar finalmente a unos 4300 campesinos.
España en toda su historia ha sido fundamentalmente compuesta por el cristianismo, la Monarquía y la Milicia, que siempre han sido los elementos de su unidad.
La Reforma del Ejército era una de las bases para el afianzamiento de la República. Azaña, ministro de la guerra tomó una serie de medidas que suponían la reducción de jefes y oficiales, el cierre de la Academia de Zaragoza y otras medidas que fueron recibidas con rechazo. Se creó el Consorcio de Fábricas Militares y se decretó el pase a la reserva de muchos oficiales. Precisamente estos serían muchos de los que se sublevarían mas adelante.
La Reforma de la Enseñanza era otro asunto fundamental. Muy debatido en Cortes ya que todo el mundo vio que la cuestión era de primer orden. La base de la reforma se asentaba en la enseñanza obligatoria y gratuita, única y laica. Por lo que se apartó a la iglesia de ese trabajo. Se construyeron 10.000 escuelas y se habilitaron miles de maestros. La Universidad fue reformada con reducción de exámenes, planes de estudios nuevos. La Facultad de las letras de Madrid se convirtió en la mejor de España. Se reformó la legislación del Patrimonio Artístico y se creó un red de Archivos Nacionales. La reforma cultural cubrió muchos aspectos que sería largo de detallar, pero la cultura popular siguió por su camino de populismo folclórico.
Todas estas reformas, tan rápidas en su programación y ejecución, no tuvieron ni siquiera un tiempo para la asimilación popular y contaron con el rechazo de la derecha, sobre todo en lo referente al laicismo, la expulsión de los jesuitas, la prohibición de impartir clases a las órdenes religiosas, todo esto era impopular y también ejecutadas con prisas y por lo tanto innecesarias y provocó un enfrentamiento entre los católicos y el nuevo régimen. La quema de conventos en 1931 y otras medidas propiciaron la movilización de los católicos contra la República creando la CEDA, (Confederación de Derechas Autónomas). Por lo tanto el republicanismo lo que obtuvo fue que la cristalización de la derecha a la República fuera imposible. El tono de revancha y la falta de tacto conjuntamente con una avalancha de medidas muy nuevas y contrarias al acervo nacional, enrarecieron el ambiente político y social. 
EL GENERAL SANJURJO 
 
Evidentemente la República es lo contrario a la monarquía. En aquél entonces fue además anticristiana y separatista. “La II República fue la anti-España” escribió José M. Pemán.
Provocados y aguijoneados constantemente el gobierno republicano perdió apoyos en amplios sectores de la clase media y rural. En ese tiempo gente como Gil Robles, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma, Calvo Sotelo, Primo de Rivera, (hijo) fueron los hombres que encabezaban agrupaciones que iban a tener trascendencia en los hechos posteriores.
El gobierno dominó la rebelión y los proyectos en discusión se aceleraron. Militares descontentos, al mando del General Sanjurjo, protagonizaron un intento de golpe de Estado en el verano de 1932, que fracasó. Pero puso de manifiesto el sentimiento de gran parte del ejército de oposición ante la autonomía de Cataluña y la tensión creada por las continuas huelgas, manifestaciones y desordenes. Fue un serio aviso.
Las huelgas eran el pan de cada día. Ha habido 734 huelgas en 1931, y 1127 en 1933. Esto desgastó al gobierno de Azaña.  Un asalto y fusilamiento de 14 campesinos en el pueblo de Casas Viejas, episodios que tuvieron lugar entre el 10 y el 12 de enero de 1933 en Andalucía, durante una revuelta anarquista provocaron una intensa campaña de críticas. Los anarquistas ya repudiaron a la República. La tachaban de burguesa y reaccionaria.
La iglesia y los militares no estaban precisamente contentos, y los de abajo, tampoco iban a facilitar las cosas. La clase media casi no existía y todo el personal después de tanto soportar injusticias y miseria, cargados de razones, de ganas y de rencor, querían acelerar las cosas. Derechas e izquierdas habían hecho imposible la primera República, y se disponía el personal para hacer lo mismo con la segunda.
El gobierno estaba herido y Azaña dimitió en septiembre de 1933. Hubo elecciones Generales el 19 de noviembre en las que las mujeres ya podían votar. La CEDA, el partido de derecha liderado por José María Gil Robles fue la fuerza más votada evidenciando el motivo sectario por el que buena parte de la izquierda se negó a apoyar este derecho de las mujeres.
JOSÉ MARÍA GIL-ROBLES 

La CEDA, ganadora de las elecciones, en realidad no aceptaba los postulados de la República. Pensaba en rectificar todo el periodo de Azaña para caminar primero hacia un Estado conservador para legar después aun Estado autoritario. Pero la CEDA reunía tal cantidad de credos e intereses que no fue posible unificar a la hora de poner en marcha criterios propios.
Es que ni bien llegaron al poder tomaron algunas medidas como devolver las tierras a los nobles, dotación presupuestaria para el clero, que había sido suprimida, y amnistía para los golpistas de Sanjurjo y Primo de Rivera que estaban encarcelados. Se intentó paralizar los procesos autonómicos vasco y catalán. Y el ministro de la Guerra, incorporó a los más altos mandos del ejército a los generales más contrarios a la República, Goded, Fanjul, Franco y Mola.
La izquierda más extremista, los anarquistas de la CNT, inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, que se salda con 89 muertos y 163 heridos, atentados con explosivos, destrucción de archivos, quema de iglesias y atentados contra vías férreas, puentes, líneas telegráficas y telefónicas. El acto más grave es el descarrilamiento del tren Barcelona-Sevilla, un atentado terrorista que mata a 23 pasajeros y deja 38 heridos. Traería sus consecuencias.

lunes, 30 de enero de 2023

LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA - (Capítulo 2)

Por primera vez las izquierdas tenían la oportunidad de regir los destinos de la política nacional. El presidente era Alcalá Zamora, y en otros puestos, Azaña, Lerroux, Mura, Casares -Quiroga, Indalecio Prieto y otros muchos, se encontraban representando a todas las formaciones del frente que derribó la monarquía. Redactaron los decretos fundacionales de la Segunda República. Se someterían a unas Cortes Constituyentes ante las que cedería sus poderes.
En el mes de junio de 1931 se produce la primera vuelta de las elecciones generales de España consideradas a Cortes Constituyentes.  La segunda vuelta se prolongó entre el 19 de julio y el 8 de noviembre. Tuvieron el fin de elaborar una nueva Constitución. Concurrieron, la Conjunción Republicano-Socialista, compuesta por el PSOE, los radicales de Lerroux, los radical-socialistas, la Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y la Acción Republicana de Azaña, si bien cada partido concurría con su propio programa. La derecha antirrepublicana no presentó candidaturas en algunas circunscripciones.

GOBIERNO  PROVISIONAL

Fueron un triunfo rotundo a la Conjunción Republicano-Socialista. La derecha y el centro republicanos (con la excepción de los radicales) quedaban reducidos a un papel testimonial, la derecha monárquica tuvo un rotundo fracaso. Como resultado la mayoría de las izquierdas en el Parlamento dio lugar a lo que dio en llamar  “Bienio reformista” entre los años 1931 y 1933. 
Azaña, que había hecho triunfar su punto de vista en el debate y gozaba de las simpatías de los socialistas, pasara a la presidencia del Consejo de Ministros a mediados de octubre de 1931, sin dejar la cartera de Guerra.
El proceso para la elaboración de una nueva Constitución se prolongó cerca de medio año. A lo largo de aquellos meses, se sucedieron intensos debates sobre cuestiones tan controvertidas como las autonomías, la educación, la religión, la propiedad privada o el voto femenino. Uno de los puntos a decidir es que si España sería Unitaria o Federal. Se promovía la radical separación del Estado y la Iglesia.
Se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica Ley de la Reforma Agraria.
Ya en los debates del texto de la Constitución, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otro intelectuales se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado. Estaba en juego nada menos que la concepción de España como nación unitaria o bien la aceptación de unas realidades históricas singulares y diferentes. Cataluña ya tenía a punto su Estatuto de Autonomía. La discusión sobre el estatuto catalán avanzaba lentamente.  El asunto vasco era diferente. Había tendencias de derecha republicanas, carlistas vascos y navarros, foralistas, etc. Tenían profundas connotaciones religiosas que chocaban con la política laica y anticlerical de Madrid.

El Pacto de San Sebastián que se realizó antes de las elecciones municipales de abril, asumía que el régimen republicano reconocería el autogobierno de Cataluña,  pero no precisaba la forma legal para su articulación, cosa que aprovechó el alcalde de Barcelona Lluis Companys proclamando la “República Catalana dentro de la República Federal Española”. Evidentemente era una transgresión, ya que aún no se habían reunido las Cortes Constituyentes. Tras negociaciones los catalanes acceden a cambiar el nombre por el de Generalitat de Cataluña, recuperando de esa forma la vieja institución en espera del estatuto de Autonomía.
El catolicismo español por entonces era muy conservador. Defendía la Unidad de España, un Estado Confesional y amplios poderes a la Iglesia. Esta mentalidad y la de los políticos progresistas chocaban y de manera convulsa estos empezaron a tomar una medidas para recortar el poder y los privilegios del clero. El catolicismo en la vida pública y social era importantísimo y tenía buena parte de la Educación y el ejército, garante de la Unidad de la Patria, que era abiertamente católica.
Pero en el mundo obrero y en la clase política había un fuerte anticlericalismo y laicismo, y también una rechazo de parte de algunos intelectuales. Esto se trasladó a las clases populares que llegaron a la visceral violencia.
CLARA CAMPOAMOR 

Ya el 10 de mayo de 1931 a raíz de la inauguración de un círculo monárquico en Madrid, se había intentado el incendio del diario ABC y se produjeron las primeras víctimas. Después se incendiaron varios edificios religiosos. Al día siguiente el Consejo de Ministros declaró el Estado de Guerra en Madrid. Los incendios se repitieron en Málaga, Sevilla, Córdoba, Alicante y Valencia, ardieron más de cien edificios religiosos y desaparecieron obras de arte de gran valor histórico.
Se amnistió a todos los presos por delitos políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil. Se otorgaba a todas las religiones el mismo trato, se disolvían las órdenes religiosas y se quiso nacionalizaron sus bienes. La República reconocía a la Iglesia el derecho a enseñar su religión en sus parroquias, conventos o monasterios, pero incluso así esa enseñanza estaría sometida al control del Estado.
Un anteproyecto de la Constitución fue rechazado fundamentalmente en Navarra y a partir de esto la separación entre vascos y navarros iría en aumento hasta culminar ya durante la guerra civil en posiciones del todo distintas.
Tras las elecciones legislativas de 1931 se inició el gobierno de la coalición republicano-socialista.
El clima de tranquilidad duró poco tiempo. La mentalidad laicista de los partidos de izquierda republicana chocaba frontalmente con el catolicismo conservador. Existió un anticlericalismo moderado, pero la mayor parte, popular, era visceral y violento.
El Gobierno no actuó con decisión y se ganó dos enemigos, la Iglesia y el Ejército. Además el gobierno debía resolver los graves ataque anarquistas. Huelgas y manifestaciones en Zaragoza, Tarragona, Valencia y Murcia y más tarde en Andalucía, debiendo acudir el ejército a reestablecer la situación.
La Constitución española de 1931 aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes, estuvo vigente hasta el final de la guerra civil en 1939. No hubo referéndum popular, hecho en el que las derechas resaltaban como claramente ilegal.

Tras la aprobación de la Constitución y la elección de Alcalá-Zamora como presidente de la República, Azaña se vio confirmado como presidente del Consejo de Ministros, aunque el gobierno que pudo formar resultó un poco más débil que el que había tenido hasta entonces.
Se instauró el matrimonio civil, el divorcio y la enseñanza laica. Se igualaba a la mujer y a los hombres. La política educativa formó las Misiones Pedagógicas, que eran un grupo de estudiantes y profesores universitarios que acudían a las zonas deprimidas. En general el mundo de la cultura y de la intelectualidad mostró su apoyo a la República.
En el otoño de 1931 se había debatido la aprobación del voto femenino. En aquellas Cortes sólo había dos mujeres, que irónicamente no habían podido votar: Clara Campoamor, del Partido Republicano Radical, y Victoria Kent, del Partido Republicano Radical Socialista. La primera estaba a favor del voto femenino, y la segunda en contra ya que pensaba que las mujeres serían influenciadas por el esposo o por el cura.
Aprobada la Constitución comenzaba el gobierno de la coalición republicano-socialista había que poner en marcha la leyes de la Constitución, es decir, la reforma del ejército, la reforma religiosa, la reforma agrario, la de la enseñanza y otras de menor calado.
Los partidos políticos eran un mosaico de ideas a veces antagónicas entre sí. Por lo republicanos  estaba el Radical, el Progresista, y el Conservador. Por la izquierda estaba Acción Republicana y el Radical Socialista. Pero las organizaciones obreras jugaron un papel decisivo. El partido PSOE de Prieto y Besteiro con su filial UGT de Largo Caballero. De aquí había surgido en 1921 el Partido Comunista de “la Pasionaria”. Los anarquistas estaban en la Confederación Nacional del Trabajo, (CNT) con Buenaventura Durruti y Federica Montseny.
En Cataluña el más importante fue Esquerra Republicana de Francesc Maciá y Lluis Companys. En el País Vasco la hegemonía era del PNV de José. A. Aguirre nacionalista y conservador. En Galicia surgió la Organización Republicana Gallega de Casares Quiroga.

domingo, 29 de enero de 2023

LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA - (Capítulo 1)

El advenimiento de la Segunda República en España en el mes de abril de 1931, además de significar la salida de Alfonso XIII, tuvo una gran acogida popular en un primer momento, con ilusión y esperanza por buena parte de la sociedad. Se consideraba que se acabarían los tiempos de las corrupciones y el caciquismo. Sin embargo las acusadas diferencias políticas y sociales, las ideologías contrarias y a veces enemigas unas de otras, fueron debilitando el régimen republicano. Las tensiones entre las izquierdas más radicales y las derechas extremistas  pusieron de manifiesto la debilidad de una democracia razonable.
El Desastre de Annual tuvo como consecuencia la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera gracias sobre todo a que el rey Alfonso XIII no se opuso al golpe y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno al frente de un Directorio militar. Y queda en la mente de muchos la corrupción posible de Alfonso XIII.  A la dictadura de Primo de Rivera desde 1923 a 1930 le sucedió el general Dámaso Berenguer, que supuso un periodo que se conoce como la “dictablanda”. Un año duró en el cargo. Quiso la normalidad institucional aplicando la Constitución de 1876 pero fracasó. Socialistas, anarquistas, republicanos dirigidos por Manuel Azaña y los partidos nacionalistas catalanes y vascos hicieron imposible una gobernación razonable. En agosto de 1930 tuvo lugar el Pacto de San Sebastián donde se pactó una salida republicana a la política nacional. Allí estaban representantes de gran número de partidos y sensibilidades ideológicas de todo el país. Sin embargo el PSOE prefirió quedarse al margen y actuar dentro de la legalidad monárquica., aunque Indalecio Prieto eran contrario a la idea. Más  adelante el PSOE se unió al Pacto. Los anarquistas (CNT) no se unieron por estar en contra de la burguesía y el capitalismo, si bien apoyaban la causa republicana.
DÁMASO BERENGUER
Hubo un levantamiento militar en Jaca en diciembre de 1930 que fracasó. Berenguer quiere convocar elecciones a Cortes pero son boicoteadas por los partidos. Presentó su dimisión al rey en febrero de 1931. Se constituye un gobierno de concentración dirigido por Juan Bautista Aznar, general de la Armada. Sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales para el 12 de abril de ese año. José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto “Al servicio de la República”, manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de “Padres espirituales de la República”.
Alfonso XIII tenía las horas contadas. La España monárquica empezaba a ser inviable. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.
Debían elegirse unos ochenta mil concejales en todos los ayuntamientos de España. En las poblaciones rurales dominaba el caciquismo, y la presión que éstos exigieron explican que en la mayoría de los municipios rurales no hubo votaciones. También la cantidad de concejales monárquicos elegidos. Es por ello por lo que sólo se consideraron legales las votaciones de las capitales de provincia y de los grandes municipios, donde los republicanos fueron mayoritarios. 

MACHADO, MARAÑÓN, ORTEGA Y PÉREZ DE AYALA (Agrupación al Servicio de la República)
Los resultados no dejaron lugar a dudas, si bien los monárquicos obtienen más votos, los republicanos consiguen más concejales. En Eibar, conocidos los resultados la población sale a la calle y proclama la República. El hecho se repite en otras ciudades del país.
Aznar presentó su dimisión. Algunos militares pedían la intervención del ejército. Dado que le preguntaron si consideraba si había crisis contestó: “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”.

ALCALÁ ZAMORA 
Así lo entendieron el conde de Romanones y el propio rey, al constatar su falta de apoyo popular. Se pidió a Alcalá-Zamora seguridades sobre la vida del monarca. Pero éste se eximió y además exigió el abandono del rey del país ya que había entregado el gobierno por dos veces a dictadores. El monarca marchó hacia el exilio la noche de este 14 de abril de 1931.
Ya en Francia escribe desde las páginas del ABC, …” Soy el Rey de todos los españoles, pero, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos porque más que míos, son depósito acumulado de la Historia, de cuya custodia ha de pedirme cuenta algún día”.

ALFONSO XIII
Y se proclamó la II República Española el 14 de abril de 1931.
El entusiasmo era desbordante. Se formó un Gobierno Provisional formado por las fuerzas vencedoras, del cual el presidente sería Niceto Alcalá Zamora, que se mantuvo en una posición moderada e intentó sin éxito la creación de un partido de centro. Ese Gobierno Provisional estuvo desde abril hasta diciembre de 1931.
En España además de una gran crisis mundial desde el crack de 1929 y las consecuencias aún vivas de la Gran Guerra del 14 al 18, soportaba un aumento del pare enorme. Se produjeron innumerables cantidad de huelgas, y el paro era cada vez más extendido y amplio. Se perdían jornadas, (hasta 4 millones en 1933). La gobernación en un sistema democrático y la aceptación normalizada de la sociedad no se produce de un día para otro. Es el resultado de la historia, del nivel cultural y social adecuado, de una baja conflictividad laboral y social. En la República, casi desde el comienzo la violencia estuvo presente, seguramente debido a ese brusco cambio que no concuerda con los siglos de monarquía habidos.
Al formar el primer gobierno se creó un Estatuto Jurídico por el que regir el sistema provisional, hasta la redacción y proclamación de una nueva Constitución. 
Y se emprendieron las primeras reformas, Cortes Constituyentes, buscar responsables de la dictadura de Primo de Rivera, el Estado sería aconfesional y se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica Ley de la Reforma Agraria. Se amnistió a todos los presos por delitos políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil.
En Europa las cosas estaban peligrosas. Habían aparecido los líderes como Stalin, Mussolini y Hitler. Las aspiraciones de estos personajes determinarán los sucesos que vendrían posteriormente. Los desempleados y los desencantados de la política, son presa fácil.
No hubo referéndum consultivo al pueblo sobre el sistema ni la posterior Constitución, (nunca había votado el pueblo en España), que se proclamó meses después, el 9 de diciembre de 1931 en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre), pero si podían ser candidatas, y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha.
De referéndum ni hablamos. Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna. El gobierno nacional pacta y con el dirigente Maciá, fundador de Esquerra Republicana, que acepta que se establezca de momento la Generalitat, una vieja institución que había sido disuelta. En el país vasco la Iglesia era influyente y las cosas no fueron igual que en Cataluña. Se emitió un comunicado proclamando la República Catalana dentro de la República Federal Española.
Simplemente un alcalde ya era capaz de pedir  la independencia. En el país vasco, los alcaldes de Guecho, Mundaka, Elorrio y Bermeo reunidos en Guernika pidieron el reconocimiento de la República Vasca Federada. Los vascos además chocaban con el gobierno central en que allí el nacionalismo tenía profundas connotaciones religiosas contrarias a las políticas laicas y también anticlerical de Madrid.

ORTEGA Y GASSET
El clima de tranquilidad duró poco tiempo tras la proclamación de la República. La mentalidad laicista de los partidos de izquierda republicana chocaba frontalmente con el catolicismo conservador. Existió un anticlericalismo moderado, pero la mayor parte, popular, era visceral y violento.
La persecución religiosa siguió en sólo cuestión de días. Una oleada de ataques a iglesias y conventos se desató en toda España entre los días 10 y 13 de mayo, ante la flagrante pasividad del gobierno republicano.
Días después de la proclamación de la República, José Ortega y Gasset elogió la tranquilidad con la que el Gobierno provisional republicano había llevado a cabo el cambio de régimen. Se presentó por León con la ASR, y fue elegido diputado. Ya en los debates del texto de la Constitución, que duraron desde el 14 de julio hasta el 9 de diciembre, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otros intelectuales que participaron durante los mismos se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado, entre otras cosas porque la mayoría de la Cámara aplaudía sus palabras, pero votaban en contra de sus proposiciones o enmiendas. Fue cuando Unamuno pronunció las palabras que pasarían a la Historia del Parlamentarismo español: “Señorías, les recuerdo que aquí no hemos venido a hacer el payaso ni el tenor, ni el jabalí”. Desilusión. No habían terminado los debates, cuando Ortega escribe en El Sol el 9 de septiembre de 1931 el segundo de sus artículos más famosos: “No es esto, no es esto”

viernes, 27 de enero de 2023

EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS


El hispanista francés Joseph Pérez ha destacado las semejanzas que existen entre esta expulsión y la persecución de los judíos en la Hispania visigoda casi mil años antes de la realizada por los Reyes Católicos firmada en Granada y que ésta no fue una excepción en Europa, salvo por tardía, a pesar de la fama de antisemitas que arrastran los monarcas.  La primera expulsión masiva la había ordenado Eduardo I de Inglaterra en 1290. Frente a la hegemonía militar que impuso el Imperio español durante los siglos XVI y XVII en toda Europa, sus enemigos históricos solo pudieron contraatacar a través de la propaganda. Un campo donde Holanda, Francia e Inglaterra se movían con habilidad y que desembocó en una leyenda negra sobre España y los españoles todavía presente en la historiografía actual. Al igual que ocurre con la Guerra de Flandes, la Conquista de América o la Inquisición española, la propaganda extranjera intoxicó y exageró lo que realmente supuso la expulsión de los judíos de los reinos españoles pertenecientes a los Reyes Católicos en 1492. En suma, los ganadores son los encargados de escribir la historia y España no estuvo incluido en este grupo. Las expulsiones y agresiones a poblaciones judías, un grupo al que se atacaba con frecuencia para esconder los verdaderos problemas sociales, fueron una constante durante toda la Europa medieval. Salvo en España, los grandes reinos europeos habían acometido varias ráfagas de expulsiones desde el siglo XII, en muchos casos de un volumen poblacional similar al de 1492.  Así, el Rey Felipe Augusto de Francia ordenó la confiscación de bienes y la expulsión de la población hebrea de su reino en 1182. Una medida que en el siglo XIV fue imitada otras cuatro veces (1306, 1321, 1322 y 1394) por distintos monarcas. No en vano, la primera expulsión masiva la ordenó Eduardo I de Inglaterra en 1290. Fueron reseñables las que tuvieron lugar en el Archiducado de Austria y el Ducado de Parma, ya en el siglo XV. La expulsión de los judíos de España fue firmada por los Reyes Católicos el 31 de marzo de 1492 en Granada. Lejos de las críticas que siglos después recibió en la historiografía extranjera, la cruel decisión fue vista como un síntoma de modernidad y atrajo las felicitaciones de media Europa. Ese mismo año, incluso la Universidad de la Sorbona de París trasmitió a los Reyes Católicos sus felicitaciones. De hecho, la mayoría de los afectados por el edicto eran descendientes de los expulsados siglos antes en Francia e Inglaterra.
Los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases más modestas La razón que se escondía tras la decisión, además del recelo histórico de los cristianos contra los hebreos, era la necesidad de acabar con un grupo de poder que algunos historiadores, como Wiliam Thomas Walsh, han calificado como «un Estado dentro del Estado». Su predominio en la economía y en la banca convertía a los hebreos en los principales prestamistas de los reinos hispánicos. Con el intento de construir un estado moderno por los Reyes Católicos, se hacía necesario acabar con un importante poder económico que ocupaba puestos claves en las cortes de Castilla y de Aragón. Así y todo, los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases más modestas; los ricos no dudaron en convertirse. Por tanto, el caso español no fue el único, ni el primero, ni por supuesto el último, pero si el que más controversia histórica sigue generando. Como el historiador Sánchez Albornoz escribió en una de sus obras, «los españoles no fueron más crueles con los hebreos que los otros pueblos de Europa, pero contra ninguno otro de ellos han sido tan sañudos los historiadores hebreos». Como ha señalado Joseph Pérez, "hay que desechar la idea comúnmente admitida de una España donde las tres religiones del Libro, cristianos, musulmanes y judíos, habrían convivido pacíficamente durante los dos primeros siglos de la dominación musulmana y, más tarde, en la España cristiana de los siglos XII y XIII. La tolerancia implica no discriminar a las minorías y respetar la diferencia. Y, entre los siglos VIII y XV, no hallamos en la península nada parecido a la tolerancia". Henry Kamen, por su parte, afirma que "las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivido en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación entre desiguales". En los reinos cristianos, destaca Kamen, tanto judíos como musulmanes eran tratados "con desprecio" y las tres comunidades "vivían existencias separadas" ¿Qué tuvo entonces de diferente esta expulsión? La mayoría de historiados apuntan que, precisamente, lo llamativo del caso español está en lo tardío respecto a otros países y en la importancia social de la que gozaban los judíos en nuestro país. Aunque no estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa, los judíos españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros lugares de Europa. En la corte de Castilla, no así en la de Aragón, los judíos ocupaban puestos administrativos y financieros importantes, como Abraham Seneor, desde 1488 tesorero mayor de la Santa Hermandad, un organismo clave en la financiación de la guerra de Granada. Una gran odisea para los expulsados No obstante, la cifra de judíos en España sí era especialmente elevada en comparación con otros países de Europa. En tiempos de los Reyes Católicos, siempre según datos aproximados, los judíos representaban el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. De todos estos afectados por el edicto, 50.000 nunca llegaron a salir de la península pues se convirtieron al Cristianismo y una tercera parte regresó a los pocos meses alegando haber sido bautizados en el extranjero. Algunos historiadores han llegado a afirmar que solo se marcharon definitivamente 20.000 habitantes. El edicto les prohibía sacar oro, plata, monedas, armas y caballos del reino. Aunque la expulsión de 1492 fue sobredimensionada respecto a otras en Europa, causando a España una inmerecida fama de país hostil a los judíos, nada quita que la decisión provocara un drama social que obligó a miles de personas a abandonar el único hogar que habían conocido sus antepasados. Según establecía el edicto, los judíos tenían un plazo de cuatro meses para abandonar el país. El texto permitía llevarse bienes muebles pero les prohibía sacar oro, plata, monedas, armas y caballos. Los hebreos afectados por el edicto que decidieron refugiarse en Portugal se vieron pronto en la misma situación: destierro o conversión. Así y todo, su suerte fue mejor que los que viajaron al norte de África o a Génova, donde la mayoría fueron esclavizados. En Francia, Luis XII también los expulsó. Comenzaba en esos días una odisea para los llamados judíos sefarditas que duraría siglos, y que generó una nostalgia histórica hacia la tierra de sus abuelos todavía presente. Siglos después, en 1967, tras el Concilio Vaticano II, se revocó en España la expulsión de 1492. Un año después tuvo lugar la inauguración oficial de la primera sinagoga. Hasta donde se sabe o se cree que se sabe, de momento, los judios se "autoproclamaron" el pueblo elegido, etc, etc, como defensa, ya que lo suyo no era guerrear, ni trabajar la tierra, ... Pero decir judios es demasiado general y borroso ya que los pueblos semitas son bastantes y según estudios modernos basados en los genes (según el Dr. Eran Elhaik, judio, de la universidad Johns Hopkins), los judios europeos no tienen demasiado de alemanes y parece que vienen del Caucaso, del imperio Jázaro y no son los mismos judios de los tiempos bíblicos etc, etc, teorías... Los territorios refugio de este mapa tal vez sean lugares de origen que tal vez antes también fueron refugio. No son más inteligentes que nadie, si no, no les hubiera pasado todo lo que les ha pasado en la historia y no seguirían armando desastres allá por donde van. Los "judios" son muy cerrados y todo lo que les rodea es estrictamente racial y religioso, pero desmontado su origen racial solo queda una unión religiosa del "pueblo judio", el cual nunca ha existido ya que los pueblos hebreos, semitas, nunca formaron un solo pueblo. En cuanto a su unión religiosa, resulta que no son proselitistas, no buscan más adeptos para engrosar las filas de su religión, son elitistas y no hay lugar para más en la cúspide de su reino que es el mundo entero. El hecho de "ser judio" es transmitido por la madre, es decir, si no eres hijo de mujer judia no podrás ser judio jamás, tienen un amplio abanico de nombres para clasificar a todos los individuos que participan o que son ajenos a su religión/raza... alguien lo entiende? Vinculan la raza a la religión... el "novamás del novamás". Su pensamiento es "inamovible" (como el islam), es decir, que no ha cambiado, ni está cambiando ni cambiará y hablar de ello o de ellos es algo "malo", incorrecto desde un punto de vista político porque no han de ser cuestionadas sus directrices. El holocausto (que cada vez que se menciona debe ser acompañado de calificativos de claro rechazo o se puede caer en la duda sobre si se justifica) no fue holocausto, que implica el sacrificio (por lo tanto voluntario) de judios por su Dios, fue una matanza, una eliminación, calculada y planeada hasta el más mínimo detalle por gente desquiciada, loca, atontada, inhumanizada, etc, que encontraron en el sufrimiento del pueblo alemán el momento porpicio para realizar aquello y más, porque pasó mucho más que lo que dicen los judios, los millones de muertos que engrosan las listas de bajas de la 2ª GM no las llenan los judios ni por asomo, y más si contamos las bajas que no se citan en esas listas, basta con nombrar un país, Ucrania... masacrado por todos y que no tiene ninguna película-documental estrenada en cines para que la gente sepa lo que pasó. La propaganda es muy clara y USA y Europa cerró los ojos a lo que luego los judios hicieron entrando en Palestina, creando un país que es el infierno en la Tierra, por no disponer de medios morales y económicos para oponerse a un movimiento que había sufrido el HOLOCAUSTO... desde ese punto de vista sí se puede entender que fuera un sacrificio si Israel es el fin que se buscaba, hasta ahora no han demostrado otra cosa. Sus comunidades han sido historicamente muy cerradas, no trabajaban, vivian de los "servicios" que podían realizar a la comunidad en la que se colaban (que no mezclaban, porque eso no lo hacían) por lo que una de sus practicas habituales fue la usura, penada durante largo tiempo. Una cosa es generalizar y otra no saber analizar las partes de un todo que es a veces es variopinto y a veces homogéneo, y en el caso de los judios es muy difícil debido a que muchas veces se confunden como el soluto en un disolvente que no consigue la mezcla y termina por expulsarlo. Sin necesidad alguna de justificar nada que no es justificable, hay que reconocer que, en la mayoría de las ocasiones, una acción provoca una reacción que suele ser proporcional, otras no. Con esto quiero decir, y se puede comprobar a lo largo de la historia y en los acontecimientos recientes, que si tocas los huevos es muy posible que luego te los toquen a ti y también es muy posible que te los corten. Llorar luego es de imbéciles por lo que el Papa tiene razón, y también la tiene Barenboim, desde dos puntos de vista distintos. Lo raro es que la gente no se de cuenta de algo tan sencillo salvo cuando les toca en primera persona y es que el mundo está lleno de nuevos conversos, radicales de estirpes ancestrales y otros que simplemente solo están para dar una sombra en el suelo. El que no llora no mama y eso lo sabe muy bien esta gente que regatea a su propia sombra.

MÉRIDA ROMANA

Mérida es la capital de la comunidad autónoma de Extremadura y sede de su gobierno. Situado en la provincia de Badajoz, “Augusta Emerita” ci...