jueves, 7 de septiembre de 2023

ISABEL DE PORTUGAL (1503-1539)

Isabel de Avis y Trastámara nació el 24 de octubre de 1503 en el palacio real de Lisboa. La mujer de Carlos I y emperador Carlos V, era nieta de los Reyes Católicos, por tanto prima hermana de su marido. Su abuela Isabel la Católica, fue un ejemplo para ella, por su carácter y su determinación en la política. 

Isabel fue sin duda el alma española de Carlos I. Por entonces un de las mujeres que han vivido a la sombra de grandes hombres, y su biografía ha estado inexorablemente ligada a la de su consorte.
Es el caso de Isabel de Portugal, cuya vida estuvo ligada emocional y políticamente a su esposo, el emperador Carlos V.  Desde que se casó con su primo, Isabel tuvo una existencia solitaria, sufriendo las largas ausencias de un gobernante de tal magna extensión de tierras que era imposible controlar personalmente. Hasta cuatro largos años sufrió la soledad que tuvo que sobrellevar con su papel de gobernadora de España en ausencia de Carlos. Algunos de sus biógrafos aseguran que esa soledad fue causa importante de su muerte prematura. La emperatriz del Sacro Imperio Romano no salió nunca de la Península, en la que permaneció fiel a su marido hasta el final de su corta vida.
Sus padres eran el rey de Portugal Manuel I y su segunda esposa María de Aragón. Esta era hija de los Reyes Católicos, igual que la madre del futuro emperador Carlos V, Juana, conocida como La Loca, con lo que ambos eran primos.
Isabel fue educada con gran esmero. Latín y otras lenguas, nociones de ciencias, música y una profunda formación religiosa recibió Isabel siguiendo la educación que había recibido su madre en la corte humanista de los Reyes Católicos.
Pero la vida tranquila y feliz del palacio lisboeta se vio truncada en 1517 cuando la reina María falleció al dar a luz a su octavo hijo. Isabel, que entonces tenía 13 años, queda huérfana junto a sus hermanos. Al drama que supuso perder a su madre, los hijos del rey Manuel vieron como este al año siguiente se casaba con Leonor, hermana de Carlos y por tanto prima de los que terminarían siendo sus hijastros. Ante semejante situación, el recelo inicial fue evidente aunque con el tiempo Isabel consiguió mantener una estrecha relación con su prima y madrastra.

En aquellos años ya hacía tiempo que la boda de Carlos empezaba a ser un asunto que afectaba no sólo a España sino también al resto de todos los territorios que había recibido en herencia en Europa, África y América. La mujer que se casara con él debía ser elegida con máximo tino y acierto. El nombre de su prima Isabel siempre estuvo en el tablero de las negociaciones pero varios hechos en la política europea retrasaron en más de una ocasión la decisión.
Pero a punto de finalizar en año de 1521, fallecía Manuel I y le sucedía su hijo Juan III, hermano de Isabel y soltero como su primo Carlos al que le ofrece afianzar las relaciones entre España y Portugal mediante la negociación de un doble matrimonio: el rey portugués se casaría con Catalina, la hermana pequeña de Carlos. Éste aceptaría por esposa a su prima Isabel.
Sin embargo aún pasarían unos años hasta que el doble acuerdo matrimonial se viera realizado. Mientras Catalina salía de su larga reclusión en Tordesillas junto a su madre, la reina Juana, en 1525, Isabel tendría que esperar un poco más. El 17 de octubre de 1525 se firman las capitulaciones matrimoniales y el 1 de noviembre tiene lugar en el palacio real de Almeirim la boda por poderes. Convertida entonces en la esposa del emperador Carlos V, Isabel viaja hasta Sevilla donde tiene que esperar hasta marzo de 1526 para conocer a su marido. El 11 de marzo se casaban en los Reales Alcázares sevillanos. Un matrimonio a todas luces de compromiso, con un largo y difícil camino de negociaciones dinásticas, económicas y políticas, fue sin embargo, un matrimonio de amor sincero. Isabel y Carlos, a pesar de no haberse escogido por amor, desde el primer momento sintieron un mutuo afecto que fue derivando es una mayor estima a lo largo de los años.


Aquel mismo verano, cuando la pareja imperial está instalada en Granada, se conocen los primeros síntomas de embarazo en Isabel. Pero ya entonces, la joven emperatriz verá como su vida privada se altera por causa de los acontecimientos internacionales. Aquel mismo agosto de 1526 los turcos amenazan el este de Europa tras salir victoriosos en la batalla de Mohacs, mientras, el rey francés Francisco I sigue amenazando al emperador con una nueva guerra. Todo ello hace que la pareja tenga que terminar su tranquila estancia en Granada y trasladarse lo más rápido posible a Valladolid.
El 21 de mayo de 1527 nace el príncipe Felipe. Pocos meses después, ya en 1528, Isabel queda por primera vez sola como gobernadora con los plenos poderes recibidos de su esposo. Pero vuelve pronto de Aragón para reencontrarse con su esposa, de nuevo embarazada. El 21 de junio de 1528 nace su segunda hija, María, dejando a la emperatriz peligrosamente debilitada.
En marzo de 1529 Carlos no puede demorar su viaje a Italia que se encuentra más que revuelta después del Saco de Roma sufrido dos años antes. En aquella larga ausencia Isabel tiene su tercer hijo, Fernando, nacido el 22 de noviembre de 1529. La noticia le llega al emperador en Bolonia. Pero no llegará a conocer al niño que fallecerá el 13 de julio de 1530 sumiendo en la tristeza a la emperatriz. Una tristeza que debilita a Isabel hasta hacerla caer enferma de unas peligrosas fiebres tercianas.
Tres años después, tiempo en el que la joven gobernanta ha tenido que reponerse de sus enfermedades y tristezas y seguir adelante con su cometido político, se reencuentra por fin con su añorado esposo. De este nuevo encuentro nacerá en 1535 una nueva infanta, bautizada como Juana.

ESCULTURA EN MADRID 

Pero la alegría de Isabel durará sólo dos años. Un nuevo conflicto, esta vez en Túnez, vuelve a alejar al emperador de tierras españolas. En 1536 la familia imperial se reúne de nuevo y en 1537 Isabel vuelve a sospechar la llegada de un nuevo hijo. Cuando el 19 de octubre da a luz a Juan, vuelve a estar de nuevo sola y en tal estado de salud que hace temer lo peor. Carlos consigue regresar al lado de Isabel a la que vuelve a dejar embarazada de su sexto hijo, un niño que nacerá muerto el 19 de abril de 1539 a los cuatro meses de embarazo.
Isabel de Portugal no sobrevivió a este último parto. Con 36 años de edad, el 1 de mayo de 1539 fallecía a causa del aborto sufrido pero también muy probablemente por su debilitada salud, alimentada de la tristeza y la soledad que durante demasiado tiempo sufrió en su corta vida.
Isabel fue una buena reina, hizo aquello que se esperaba de las mujeres de la realeza, dar muchos herederos a su rey y ayudar en lo posible en el gobierno de sus reinos. Pero es más que probable que como mujer, fuera muy desdichada. Ilusionada en un primer momento por un matrimonio que, a pesar de ser concertado, fue del agrado de ambas partes, se topó con una realidad de responsabilidades políticas prematuras, largos periodos de soledad y una salud débil agravada por los constantes embarazos y alumbramientos.
Para Carlos el fallecimiento de su esposa provocó su hundimiento, retirándose al monasterio de la Sisla durante dos meses.
Enterrada en Granada y trasladados sus restos años después a El Escorial, Isabel fue una reina hermosa, culta y piadosa. Su esposo quedó desolado por la pérdida de su esposa a la que amó y respetó desde el primer día pero a la que condenó a vivir una vida en soledad.
Carlos nunca se recuperó de su muerte y vistió de negro el resto de su vida para mostrar su luto. Nunca volvió a casarse, aunque tuvo una aventura mucho después de la muerte de ella que dio lugar al nacimiento de un hijo ilegítimo, Juan de Austria. Carlos I murió viudo en 1558, con la misma cruz en la mano que llevaba ella al morir.
En 1574, el cuerpo de Isabel fue trasladado desde Toledo a Granada. Dirigió la comitiva Francisco de Borja, duque de Gandía. A la llegada a Granada, donde se debía depositar el cadáver, al pedir abrir el ataúd para dar fe del hecho y verla en descomposición avanzada por los días de marcha y el calor de la primavera, ella que era en vida una mujer hermosa, no pudo reconocerla y, al parecer, estaba tan horrorizado por lo que la muerte había hecho con su belleza tras esto al contemplar el descompuesto y el olor del cuerpo de Isabel, Borja, entre lágrimas, pronunció la célebre frase:
“No puedo jurar que esta sea la emperatriz, pero sí juro que es su cadáver el que aquí ponemos... juro también no más servir a señor que se me pueda morir”

SAN FRANCISCO DE BORJA
Decidió optar por la vida religiosa más tarde al enviudar de Leonor de Castro,  ingresando en la Compañía de Jesús, donde rechazó cualquier cargo comprometiéndose a la estricta humildad, y alcanzó la santidad como San Francisco de Borja. 
El féretro de Isabel de Portugal finalmente fue llevado por orden de su hijo Felipe II, al Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde originalmente fue enterrada en una pequeña bóveda junto a su marido, directamente debajo del altar de la Capilla Real.
 

miércoles, 6 de septiembre de 2023

BIZANTINOS

En el año 409 d.C., los suevos, los vándalos y los alanos se asentaron en la península Ibérica. Son las invasiones germanas. Los visigodos, tenían un Pacto con Roma, para llegar a Hispania y echar o controlar a estos invasores, sobre el año 415.

Al Imperio Bizantino se le llamó el Imperio Romano de Oriente. En esa zona estaba establecida la lengua griega, por lo que se considera un imperio griego aliado de Roma.

Justiniano I fue emperador del Imperio Romano de Oriente desde agosto del 527 hasta su muerte en agosto del 565.

El Imperio Bizantino fue la parte oriental del Imperio Romano. Bizancio era el nombre antiguo de su capital, Constantinopla, actual Estambul. Ciudad fundada por los Tracios en el siglo V a.C. Los bizantinos llamaron Spania a su provincia, territorio incluía una zona de la península ibérica arrebatada al reino visigodo, que había formado parte del desaparecido reino vándalo. La ciudad de Septem (actual Ceuta), fue incluida en la provincia de Mauretania. El sureste peninsular era su nueva provincia conocida como Spania.

No sabemos el año pero con Justiniano las tropas bizantinas desembarcaron en Carthago Nova (Cartagena), ocupando otras importantes ciudades costeras y continuando su avance hacia el interior. La ocupación se vio favorecida por la debilidad política y económica de los visigodos en las antiguas provincias romanas Cartaginense y Bética, que estaban dominadas mayoritariamente por terratenientes hispanorromanos hostiles a la dominación visigoda existente, y con una población fuertemente romanizada, siendo la ciudad de Corduba (Córdoba) un importante bastión de rebeldía.

JUSTINIANO Y TEODORA 

La falta de informaciones precisas sobre los bizantinos en la península Ibérica es grande. Las tropas bizantinas en Spania no eran muy numerosas, debido a las guerras que mantenía el Imperio bizantino en otras regiones. Esto hizo que los bizantinos se fortificaran en las ciudades que habían ocupado, dejando el terreno abierto a los visigodos y comenzando así un período de esporádicas luchas, sin resultados para ambos bandos.

Pero en el año 549 d.C. los hispano-romanos partidarios de Bizancio se sublevaron contra los visigodos, siendo rey de éstos Ágila, que se negaron a reconocerle. Los bizantinos acudieron en su ayuda bajo el mando de su jefe militar, Liberio, no sabemos si ante la llamada de Atanagildo (reconocido como rey por los rebeldes), rival de Agila. La cuestión es que Agila es derrotado y retirado a Mérida, donde los propios visigodos le asesinaron, y reconocieron a su jefe Atanagildo como su soberano. Éste hubo de aceptar que los bizantinos, a cambio de la ayuda prestada, se instalaran en el sur. Las zonas que eran romanizadas eran más prósperas y ricas, quedando en poder de Bizancio, creando además una cabeza de puente sobre todo el territorio español además Baleares y amenaza continua para los puertos catalanes y el sur de Francia.

Al visigodo Atanagildo le sucede Liuva I en el 568 durante cuatro años, y deja el reino a su hermano Levigildo. En el 572 queda Leovigildo como rey de los visigodos. Con él se inició el fin de la provincia de Spania. El reinado de este monarca estuvo lleno de conflictos militares, políticos y religiosos, que con gran habilidad logró superar, logrando además conquistar una buena parte de la provincia de Spania.

La idea era volver a reconstruir el antiguo Imperio Romano, y para ello se conquistaron territorios en Grecia, el Norte de África, Italia o España. Los bizantinos controlaron una zona de la península entre 552 y 624 d.C., aunque quedan escasos restos de esta zona llamada Spania. Poco tiempo como se ve. Además los romanos hispanos seguían hablando latín, tal vez ya algo deformado por el tiempo, pero era latín, el idioma de la civilización, y los visigodos tenían su propia lengua gutural, primitiva y germana, con lo cual había otro motivo para que las dos naciones no se integraran.

El cristianismo levantó de las cenizas a las ciudades creando una nueva forma de vida, donde el circo, el baño público, etc. ya no tendrían cabida. Los templos paganos que podían albergar mucha gente se habían convertido en iglesias.

Los motivos porque la población hispano-romanos de la Spania bizantina rechazaban a los visigodos, y es que los godos eran herejes arrianos (una forma distinta del cristianismo romano), mientras que los romanos eran católicos como los romanos orientales o bizantinos. Ya Leovigildo había dado varios pasos a favor de un acercamiento entre los arrianos y los católicos.

Pero los visigodos tuvieron un rey que supo ser más inteligente y ver el futuro, con lo cual se dio cuenta de las ventajas que le reportaría la conversión al catolicismo de toda la élite visigoda: Recaredo I, hijo de Leovigildo, fue mucho más allá que su padre: convocó un Concilio en Toledo, logrando que en él los arrianos visigodos de la casta dirigente se convirtieran al catolicismo. Año 589. No obstante se considera al Rey Ataúlfo, primer Rey visigodo, en 415 en la provincia romana Tarraconense, según se señala hoy en la casa del rey actual.

Concilio de Toledo del 589 

No propugna una unión de las iglesias. Se trata de la conversión del alto mando y elite militar y gobernante visigoda que se bautizan como cristianos católicos abandonando el arrianismo (por supuesto seguidos de todo el resto del pueblo godo, como marca la buena costumbre y usanza medieval), en lo que es a la vez un acto profundo de humildad y un acto político que le dará el apoyo de gran parte de la población romana. De este hecho surge que la presencia bizantina ya no tenía la gran importancia del principio, estaban perdiendo algunos territorios y ahora perdían un excelente motivo de su permanencia en Spania, el religioso.

Pocos fueron los años de permanencia de los Bizantinos en España. Fueron años de intercambio cultural, y también los últimos años del imperio romano en España, donde por un siglo más perduraría el reino visigodo hasta su caída en muy poco tiempo ante los árabes (los visigodos probaban así el mismo dolor que los bizantinos experimentarían en 639-645.

No existen demasiadas fuentes que nos acerquen luz a todos los acontecimientos ocurridos en Spania durante estos setenta años.

Sin embargo la civilización de las ciudades, la cultura romana, la forma de vivir de los ciudadanos tiene una larga persistencia, hay una continuidad evidente que no se quiebra ni con la caída de Roma. Pero tenía que llegar el unificador de Iberia y fue el rey visigodo Suintila. Era hijo de Recaredo I. Reinó entre el 621 y 631. Pocos años pero muy bien aprovechados. Fue elegido rey ese mismo año, tras el fallecimiento de Recaredo II.
La verdad es que hoy es casi desconocido cuando fue el primer rey visigodo que consiguió unificar la Península Ibérica. Los bizantinos seguían en Spania, con lo cual Suintila se ocupó de ellos. Estaban en las costas mediterráneas desde Valencia hasta Cádiz. Aquí los derrotó y expulsó. Y así completó la unidad del territorio de la península ibérica, que había sido el sueño de todos los reyes visigodos anteriores y sigue siéndolo en muchas gentes. Isidoro de Sevilla habla de él como el primer monarca que llegó a reinar sobre toda la península, una sola autoridad y religión.

domingo, 3 de septiembre de 2023

VISIGODOS EN HISPANIA -2

La Hispania visigoda fue el crisol donde se fusionó el germanismo con el legado de la antigüedad.
Hacia el siglo VII los visigodos ya habían abandonado su idioma germánico natal, sustituido por las lenguas romances, aunque algunas palabras españolas son de origen godo.
San Isidoro, arzobispo de Sevilla de 599 a 636 y principal consejero de los reyes visigodos, (hijo de hispano-romano y madre visigoda), recogió en sus voluminosos escritos todo el saber de la época y reforzó el papel de la iglesia como depositaria de la cultura, influyendo decisivamente en el posterior pensamiento de la Edad Media europea.


El rey Wamba (672-680) 

Fue destituido a traición. Numerosas conspiraciones amenazaron a sus sucesores. Echaron la culpa del malestar a los judíos, a los que intentaron convertir al cristianismo o reducir a esclavos. En las últimas décadas del reino visigodo se decretó la conversión forzosa de los judíos, que fue seguida de una cruel represión.
Separar la verdad histórica y la leyenda sobre aquellos hechos es complicado. Ni los historiadores se ponen de acuerdo sobre y un sucedido determinado. Pero escogemos la versión más verosímil, o más difundida. Comes Julianus, (Don Julián) era posiblemente un visigodo o bizantino, partidario de Agila II que disputaba el trono visigodo a Rodrigo. Por lo visto Don Julián era el padre de una moza llamada Florinda, que pudo ser ultrajada por Rodrigo. Claro está que el padre se tomó venganza y aquí es donde Don Julián que era seguramente gobernador de la actual ciudad de Ceuta, conjuntamente con el rey visigodo Witiza (hay quien dice que era el padre de Agila II) se confabuló con los musulmanes norteafricanos para que incursionaran en la península. Esto al menos en el 709.

REY DON RODRIGO 

Los musulmanes calcularon las posibilidades y las riquezas que podrían obtener para lo que mandaron una expedición a la península y quedaron maravillados. Por lo que noticiados los árabes se pusieron a la preparación de invadir la península.
Cuando murió el rey Witiza (710), que intentaba dejar el trono a su hijo, en su lugar, fue proclamado rey Don Rodrigo.
En el año 711 el rey visigodo, don Rodrigo, estaba luchando en el norte y muchos nobles visigodos no le eran fieles. La situación para los musulmanes se mostraba propicia. Hasta tendrían ayuda y las carreteras romanas facilitarían los desplazamientos. Con lo cual se lo tomaron con interés y prepararon la invasión estableciendo acuerdos y consiguiendo apoyos, sobre todo de los judíos, que veían la posibilidad de un mejor trato y conveniencia de negocio que con los cristianos, y sectores sociales visigodos descontentos por los privilegios de las clases altas.
Es posible que hayan sido los barcos de don Julián los que ayudaron a cruzar el estrecho a las fuerzas invasoras. Entraron por Gibraltar, con un ejército de 12.000 hombres, la mayoría bereberes, (etnia islámica del norte de África), y desembarcaron a las órdenes de Tariq-ibn Ziyad que era el gobernador de Tánger.  

TARIQ-IBN ZIYAD


De forma y manera que cuando el rey Rodrigo llegó con su ejército en plan a ver qué diablos está pasando aquí, era tarde y en la batalla famosa batalla cerca del río Guadalete, del cual toma su nombre dicha batalla, allí perdió Rodrigo la batalla y la vida.
El consiguiente vacío de poder facilitó la conquista de casi todo el territorio peninsular, llegando puntualmente las tropas musulmanas en su expansión hasta más allá de los Pirineos, seguramente Poitiers donde fueron vencidos por Carlos Martel, (abuelo de Carlomagno), en el 732.
El reino visigodo se extinguió completamente, aunque inspiró a los nobles, luego reyes de Asturias y León la posibilidad de sentirse herederos del reino visigodo, juntamente con la defensa de la religión cristiana.
Como curiosidad diremos que los historiadores consideran que la Monarquía en España apareció hace 1.600 años, cuando se instaló el Rey Ataúlfo, primer Rey visigodo, en 415 en la provincia romana Tarraconense según señala la casa del rey.

ATAULFO 

Al desplomarse el reino visigodo se creó una nueva entidad política, Al-Andalus. No obstante los hispano-romanos  e hispano-visigodos, (hay que tener en cuenta que los visigodos llevaban en la Península casi 250 años, por lo tanto es lógico que se hayan mezclado con los hispano-romanos), que componían la población de la península, todos cristianos, a la vez que se desarrolló al-Andalus, fueron creando núcleos de resistencia a los musulmanes, primero en el norte y luego irán avanzando y creando lugar a los reinos cristianos medievales, que son los que se encargarán de hacer frente al musulmán, recuperar territorio al cristianismo o someterlos de alguna forma.
En la franja norte de la península, desde las actuales  Galicia a Cataluña, grupos armados combatían a los musulmanes. Operaban sobre todo en la zona cantábrica y eran insumisos a cualquier gobierno desde la época romana, estaban apenas controlados por los visigodos. Aunque se presentan estos hechos como el principio de la Reconquista, más bien parece una continuación de la actitud habitual de los montañeses. Si bien esos reinos cristianos no existían entes de la invasión musulmana, por lo tanto se trataba de avanzar por el territorio de la península, recuperando para la cristiandad los pueblos sometidos, o bien expulsar o conseguir una debilidad que produjera impuestos que los musulmanes debían pagar. Está claro que si ahora no había un rey cristiano con los visigodos, tendría que haberlo escogiendo entre los nobles de la población existente ante de la llegada de los agarenos. Pero no todos los visigodos estaban vencidos. En las actuales Cataluña, Aragón y Septimania estaban, como el resto de la península habitada por hispanogodos.
Pero el Imperio Romano de Occidente existía todavía, con capital a veces en Roma y otras en Rávena. Al Imperio Bizantino se le llamó el Imperio Romano de Oriente. En esa zona estaba establecida la lengua griega, por lo que se considera un imperio griego aliado de Roma.

viernes, 1 de septiembre de 2023

VISIGODOS EN HISPANIA -1

El Imperio Romano de Occidente desapareció en 476, y los visigodos alcanzaron su independencia.  
Los habitantes de la Hispania visigoda quedaron divididos en dos poblaciones, la hispanorromana, con sus propias leyes, su cultura latina y su cristianismo católico, y los invasores visigodos, que eran cristianos arrianos, y que, aunque estaban en minoría, detentaban el poder militar. Su número sería de unos 250.000 frente a los 7 millones de nativos peninsulares.


Dado que los visigodos que ocuparon la Península Ibérica estaban más romanizados que el resto de los pueblos germánicos no hubo un gran choque cultural entre los invasores y los invadidos. Sin embargo, dadas sus leyes y costumbres distintas, y su profesión de fe arriana, la asimilación de los visigodos por la población hispanorromana fue lenta y complicada. El control de la Península por los visigodos era incompleto, ya que persistía el reino independiente de los suevos en Galicia. Los vascos rechazaron su sumisión a autoridades extranjeras. En cambio, los hispanorromanos del sudeste acogieron con entusiasmo la restauración del régimen imperial.
Los visigodos vivieron en relativa armonía con el pueblo hispánico, regidos por un soberano que en teoría tenía autoridad solamente sobre los visigodos y no sobre los hispanos. Había un código de leyes para los pueblos nativos y otro sistema legislativo para los invasores. Se prohibió el matrimonio entre visigodos e hispanorromanos, prohibición que fue levantada en tiempos de Leovigildo.


Los suevos vivían en Galicia y perduraron hasta el año 585, resistiendo los ataques de unos y de otros, abrazaron el catolicismo. Fueron vencidos en la batalla de Astorga en el 546, pero no eliminados. Después el visigodo Leovigildo acabó con toda resistencia sueva en 586 y en lo sucesivo Gallaecia sería gobernada por un dux visigodo. Leovigildo se proclamó rey de “Galia, Spania y Gallaecia”. Sin embargo, los suevos estaban ya casi totalmente fusionados por la población hispanorromana de Gallaecia. Nunca más sintieron el deseo de luchar por su independencia o por sus costumbres. La lengua sueva desapareció antes de la invasión musulmana.
En 572 Leovigildo elevó Toledo al rango de capital del reino hispano godo. Leovigildo (568-586), se erigió en único monarca y gobernar la totalidad del reino.
Para entonces tenían nuevos vecinos, el Imperio Bizantino.
Llamamos Imperio Bizantino a la parte oriental del Imperio Romano que existió durante toda la Edad Media llegando hasta el Renacimiento. Bizancio era el nombre antiguo de su capital, Constantinopla, actual Estambul. Spania era un territorio incluía una zona de la península ibérica arrebatada al reino visigodo, que había formado parte del desaparecido reino vándalo.
Tras el fin de la conquista de Italia, el emperador bizantino Justiniano, abordó una posible conquista de toda la península ibérica. Pero en el año 549 d.C. los hispano-romanos béticos, se sublevaron contra los visigodos.
Los motivos porque la población hispano-romanos de Spania rechazaban a los visigodos, y es que los godos eran herejes arrianos (una forma distinta del cristianismo romano), mientras que los romanos eran católicos como los romanos orientales o bizantinos. Ya Leovigildo había dado varios pasos a favor de un acercamiento entre los arrianos y los católicos.
Pero los visigodos tuvieron un rey que supo ser más inteligente y ver el futuro, con lo cual se dio cuenta de las ventajas que le reportaría la conversión al catolicismo de toda la élite visigoda: 

Recaredo I

Hijo de Leovigildo, fue mucho más allá que su padre: convocó un Concilio en Toledo, logrando que en él los arrianos visigodos de la casta dirigente se convirtieran al catolicismo, lo que llevó a la unificación religiosa entre visigodos e hispanorromanos. Año 589. Recaredo fue aconsejado para tomar esta decisión por San Isidoro de Sevilla y su hermano Leandro, obispos de Sevilla, (uno al morir el otro). Hijos de padre hispano-romano y madre goda. Isidoro fue el que escribió las "Etimologías", primera vez que se habla de la "Estoria de Spania"
El cristianismo levantó de las cenizas a las ciudades creando una nueva forma de vida, donde el circo, el baño público, etc. ya no tendrían cabida. Los templos paganos que podían albergar mucha gente se habían convertido en iglesias.
No obstante se considera al Rey Ataúlfo, primer Rey visigodo, en 415 en la provincia romana Tarraconense, según se señala hoy en la casa del rey actual.

ATAULFO 

Pero el Concilio de Toledo del 589 no propugna una unión de las iglesias. Se trata de la conversión del alto mando y elite militar y gobernante visigoda que se bautizan como cristianos católicos abandonando el arrianismo (por supuesto seguidos de todo el resto del pueblo godo, como marca la buena costumbre y usanza medieval), en lo que es a la vez un acto profundo de humildad y un acto político que le dará el apoyo de gran parte de la población romana, que vio así una nueva oportunidad de integrarse a la administración visigoda en buenos términos. De este hecho surge que la presencia bizantina ya no tenía la gran importancia del principio, estaban perdiendo algunos territorios y ahora perdían un excelente motivo de su permanencia en Spania, el religioso.
Pocos fueron los años de permanencia de Bizancio en España. Fueron años de intercambio cultural, y también los últimos años del imperio romano en España, donde por un siglo más perduraría el reino visigodo hasta su caída en muy poco tiempo ante los árabes (los visigodos probaban así el mismo dolor que los bizantinos experimentarían en 639-645.
Sin embargo la civilización de las ciudades, la cultura romana, la forma de vivir de los ciudadanos tiene una larga persistencia, hay una continuidad evidente que no se quiebra ni con la caída de Roma, ni con la llegada de los vándalos, ni con el primer tímido gobierno visigodo, que se fomenta y engrandece con la llegada de los bizantinos.
Desde el 565, los visigodos Atanagildo y luego sus sucesores, Liuva I y Leovigildo, fueron acosando con sucesivas campañas al poder bizantino, que se vio finalmente relegado a las ciudades del litoral. Pero tenía que llegar el hombre que pusiera las cosas en su sitio. Y llegó. El unificador de Iberia fue el rey visigodo Suintila. Era hijo de Recaredo I.
Reinó entre el 621 y 631. Pocos años pero muy bien aprovechados. Fue elegido rey ese mismo año, tras el fallecimiento de Recaredo II.
La verdad es que hoy es casi desconocido cuando fue el primer rey visigodo que consiguió unificar la Península Ibérica. Los bizantinos seguían en Spania, con lo cual Suintila se ocupó de ellos. Estaban en las costas mediterráneas desde Valencia hasta Cádiz. Aquí los derrotó y expulsó. Y así completó la unidad del territorio de la península ibérica, que había sido el sueño de todos los reyes visigodos anteriores y sigue siéndolo en muchas gentes. Isidoro de Sevilla habla de él como el primer monarca que llegó a reinar sobre toda la península, una sola autoridad y religión.

SUINTILA

Combatió a los bizantinos en el sur de Hispania y a los suevos en el norte, forjándose un gran prestigio como guerrero. También consolidó las instituciones eclesiásticas, apoyándose para ello en los hispanorromanos católicos.  Dio pasos decisivos para la unificación de la península conquistando el reino suevo y sometiendo (temporalmente) a los vascos. A los prisioneros vascones les dio pala y pico y les obligó a construir Ologite para que, junto con Vitoria, serían una defensa contra las incursiones.
Pero también se ocupó de bajarles los humos tanto a los nobles como a la Iglesia, que habían conseguido acumular riquezas y poder. Falló en una cosa; declaró el carácter hereditario de la corona, designando heredero a su hijo.
Estos hechos provocaron el principio del fin de Suintila y en el año 631, el gobernador de la Narbonense, (Septimania, en la actual Francia), Sisenando, organizó una rebelión con apoyos extranjeros y del propio hermano del rey.
Finalmente Suintila fue depuesto y en el Concilio de Toledo del 633 fue excomulgado y confiscados todos sus bienes. Sisenando fue legitimado como rey y se estableció el carácter electivo de la monarquía. Suintila murió al año siguiente.  Desde ese momento los monarcas visigodos gobernaron en toda Hispania.
El efímero reino visigodo se caracterizó por su crónica inestabilidad, cuyos mandatos eran por lo general de muy breve duración. Los regicidios y golpes de estado eran constantes. A lo largo del siglo VI hubo quince reyes godos, de los cuales nueve fueron asesinados, dos murieron en combate y cuatro fallecieron de muerte natural. Por fin, el último rey godo, Don Rodrigo, murió en la batalla de Guadalete, librada contra los invasores árabes y bereberes. Con lo que tenemos fechas que marcan su existencia en la península, acordaron con los romanos su entrada en el año 415 y fueron derrotados por los musulmanes en el 711. Trescientos años en la península, con lo cual sabemos que son muchas generaciones nacidas en la península, ya no podemos decir que eran extranjeros, pues tenían el mismo idioma, religión y organización social y militar.
La Hispania visigoda fue el crisol donde se fusionó el germanismo con el legado de la antigüedad. Hacia el siglo VII los visigodos ya habían abandonado su idioma germánico natal, sustituido por las lenguas romances, aunque algunas palabras españolas son de origen godo.
San Isidoro, arzobispo de Sevilla de 599 a 636 y principal consejero de los reyes visigodos, (hijo de hispano-romano y madre visigoda), recogió en sus voluminosos escritos todo el saber de la época y reforzó el papel de la iglesia como depositaria de la cultura, influyendo decisivamente en el posterior pensamiento de la Edad Media europea.

ESPAÑA, NAPOLEÓN Y LA ILUSTRACIÓN

La Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual europeo especialmente en Francia e Inglaterra, que se desarrolló desde fines del sig...