Muhammad III rompió definitivamente con Aragón en 1304. Dos años después emprendió la conquista de Ceuta. Al mismo tiempo las coronas de Castilla y Aragón acordaban la paz en el conflicto por Murcia en la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) y el Tratado de Elche (1305), por lo que dejaban en una posición delicada al reino de Granada.
En 1308 los reinos de Castilla y Aragón firmaron el Tratado de Alcalá de Henares para iniciar la guerra contra Granada. Castilla y León atacarían las plazas de Algeciras y Gibraltar, mientras que los aragoneses conquistarían la ciudad de Almería. Jaime II atacó Almería, mientras los benimerines recuperaban Ceuta, que se rebeló contra el dominio nazarí. Las tropas castellanas, por su parte, emprendieron el sitio de Algeciras.
Nasr el nuevo emir desde 1309, rápidamente se puso en contacto con los benimerines con los que concretó la paz. La ruptura del acuerdo tripartito hizo que fracasaran. Los castellanos solo pudieron tomar Gibraltar. La Tregua de 1310 significó la paz entre los contendientes, a la vez que obligaba a Granada a pagar.
La situación de tregua fue rota y al Azafi, señor de Ceuta, logró derrotar a una escuadra castellana en 1316. Los castellanos, dirigidos por el infante Pedro de Castilla, tutor del rey Alfonso XI que era menor de edad, emprenden una campaña en la frontera del Reino de Jaén.
El avance cristiano fue derrotado en la Vega de Granada (1319). La tregua de 1321 permitió al sultán Ismail recuperar algunas plazas. El reino de Aragón renovó la paz con Granada en 1321.
Cuando el rey Alfonso XI de Castilla alcanzó la mayoría de edad comenzó una campaña expansiva contra Granada, obtiene la ayuda del rey aragonés Alfonso IV, que facilitó la conquista de la zona. Finalmente la campaña terminará con la Tregua de 1331 entre Castilla y Granada.
El mayor éxito de los benimerines fue la toma de Gibraltar en 1333, mal defendida y que se convirtió en la plaza fuerte de los norteafricanos. Al año siguiente se firmó la paz.
El reino de Aragón se unió a esta paz con Alfonso IV y renovada con Pedro IV el Ceremonioso, rey de Aragón desde 1336.
En 1338, al expirar la tregua, deseoso de conquistar Tarifa y derrotar a los castellanos, el sultán pasó el Estrecho con su ejército y comenzó el cerco de Tarifa, por su parte, la alianza para esta lucha entre los reinos de Portugal y Castilla obligó a presentar batalla a los benimerines cerca de Tarifa. En octubre de 1340 se desarrolla La batalla del Salado, de las más importantes de la Reconquista cristiana. Supuso el triunfo definitivo de Alfonso XI sobre los benimerines.
Alfonso XI respetó la tregua hasta 1349, cuando decidió la toma de Gibraltar, a la que puso sitio en verano. Sin embargo, el avance de la plaga de la peste negra por Europa alcanzó el campamento cristiano en el que falleció el rey.
La gran beneficiaria, Castilla, quedaba como dueña de las plazas del Estrecho, salvo Gibraltar, pero las guerras civiles posteriores facilitaron la supervivencia del Reino de Granada y desviaron su atención en la zona del Estrecho. La rebelión de Gibraltar (1411) significó el último intento de los benimerines de mantener influencia en la Península.
Los portugueses tomaron Ceuta en 1415, Tetuán en 1437 y Tánger en 1471 cuando ya el poder benimerín había desaparecido.
La lucha por el Estrecho concluye con la toma de Gibraltar en 1462 por parte de los castellanos, superando el intento fracasado en 1436. Con ello, el Estrecho quedaba en manos castellana en su parte europea (Tarifa, Algeciras, Gibraltar) y en manos portuguesas en la zona africana (Tánger y Ceuta).
Ya solamente quedaba el reino nazarí de Granada, cuya guerra comenzaría en 1482.
El gobernador de Ronda, Mohamed al Zagrí, que se apoderó de la plaza de Zahara en 1481. Toda una provocación, y Fernando II de Aragón y esposo de Isabel I de Castilla, se acuarteló en Córdoba. Organizó un ejército con su Estado Mayor. Había nacido la guerra moderna. En las luchas los moros eran derrotados y en el Palacio crecieron las intrigas. Para colmo el rey Muley Hacén, algo viejo ya, se encaprichó con una concubina cristiana mucho más joven que él llamada Soraya. Su esposa Aixa, muy resentida por perder la condición de favorita, se conchabó en secreto con su hijo Boabdil para que le destronase y traicionase.
La noticia recorrió el continente y todos los reyes de Europa celebraron la conquista y ordenaron misas en gratitud por la victoria. El Papa hizo repicar al unísono todas las campanas de Roma.






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