viernes, 15 de agosto de 2025

AL-ANDALUS DURANTE 800 AÑOS

Solemos escuchar y leer incluso a historiadores refutados que los musulmanes dominaron la península Ibérica durante 800 años. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Dominar exactamente no, otra cosa es que residieran en parte del territorio, con gran éxito al principio y progresivamente con dificultades hasta su desaparición.

En el año 711 se produjo la entrada del contingente que se expandió con rapidez. Los reinos visigodos estaban disgregados y con luchas internas. Los musulmanes recibieron ayudas de los judíos, porque serían mejor tratados que con los cristianos. Y también de los propios hispano-godos, descontentos por los privilegios que recibían determinadas clases, los invasores ocuparon la capital, Toledo y algo más tarde Córdoba. Aunque todo marchaba sobre ruedas o cierto es que dese el primer momento surgieron disputas entre los bereberes y los árabes, por cargos, territorios y zonas de influencia. Ese fue el origen remoto todavía de los reinos de Taifas. Al-Andalus formaba parte como una gran provincia de un imperio que también abarcaba lo que hoy es Marruecos y llegaba hasta Punjab, en la India. No voy a hablar de la historia completa de este pueblo, pero he de decir que personalmente creo, que si bien fueron invasores, en realidad con el paso de los siglos han formado parte del sustrato y la raigambre de lo que hoy son los españoles.
Para ser claros hay que decir que hacia el 715 habían conseguido control del territorio peninsular y establecer la unidad administrativa. Comenzaba así la etapa musulmana de la cuenca del Ebro, que habría de durar cuatro siglos. La capital musulmana se había establecido primero en Sevilla y en el 717 se trasladó a Córdoba. Aunque el control efectivo se consiguió con la población hispano-goda mediante pactos y capitulaciones con las noblezas y las distintas fuerzas sociales, lo que explica su rapidez. Pero Hispania fue dominada por las armas y mediante acuerdos que permitían retener gran parte de las posesiones a quienes los firmaban a cambio de un impuesto, el “Jaray”. La nobleza y la Iglesia que no se sometía les eran confiscados sus bienes. No obstante las poblaciones que se resistían eran destruidas y quemadas, sus iglesias derruidas, y su población muerta o esclavizada. A los hombres se les crucificaba y las mujeres y niños eran esclavizados siendo islamizados a la fuerza. Como vemos, los musulmanes no se andaban por las ramas.

Asegura Serafín Fanjul que es Catedrático de literatura árabe, miembro de la Real Academia de la Historia. “Hoy en día nadie, ni los historiadores arabistas, creen que Al-Andalus fue un crisol; fue una época terrorífica”. “No sé si se produjo la batalla de Covadonga, lo que sí sé es que durante el siglo VIII entraron unos 100.000 árabes en la Península y en los años 730 y 740 se dieron unas hambrunas tremendas en las zonas de Asturias y Galicia que obligaron a los musulmanes que se habían asentado en el Norte a regresar a su tierra bereber. Fue un éxodo obligado por el hambre más que una heroica batalla de don Pelayo, que desde luego aprovechó esa huida para impulsar la monarquía astur-leonesa. Nunca hubo armonía, eran tres comunidades yuxtapuestas con intercambios comerciales, económicos y administrativos. Lo que había eran dos culturas y tres religiones porque los judíos tendieron a adoptar la cultura romance o la árabe”.
Cuando se dividen en reinos de taifas, al final del siglo X, ya no dominan con la fuerza de antes. Luchan a duras penas por subsistir y pagando para residir, (vasallaje). Digamos unos 300 años de dominación y otros 460 de pasarlas muy mal, sin dominar y perdiendo territorio. 


En el año 711 se produjo la entrada del contingente que se expandió con rapidez. Los reinos visigodos estaban disgregados y con luchas internas. Los musulmanes recibieron ayudas de los judíos, porque serían mejor tratados que con los cristianos. Y también de los propios hispano-godos, descontentos por los privilegios que recibían determinadas clases, los invasores ocuparon la capital, Toledo y algo más tarde Córdoba. Aunque todo marchaba sobre ruedas o cierto es que dese el primer momento surgieron disputas entre los bereberes y los árabes, por cargos, territorios y zonas de influencia. Ese fue el origen remoto todavía de los reinos de Taifas. Con otra religión diferente a la romana, otras costumbres y cultura, lo cierto es que se ganaron también el derecho a pensar con los años que estaban en suelo propio. 
Su organización política fue la siguiente:
Primero los musulmanes dependientes de Damasco del 714 al 756.
Luego se creó el Emirato de Córdoba del 756 al 912
Pasa al Califato de Córdoba del 912 al 1009
"Fitnas de Al-Andalús" del 1009 al 1031, es un periodo de inestabilidad y guerra civil durante el Califato de Córdoba. La fitna dio comienzo tras un golpe de estado orquestado por la propia dinastía Omeya. Ya había algunas Taifas (pequeños reinos musulmanes desde el 1009). 
Las taifas, palabra que significa "bando" fueron hasta treinta y nueve pequeños reinos en que se dividió el califato de Córdoba después del derrocamiento de la dinastía omeya y la abolición del califato en 1031.
-Reinos de Taifas del 1009 al 1238. (Primeros, segundos y terceros)
-Emirato de Granada del 1238 al 1492.

Tras el debilitamiento de los almorávides y los almohades, surgieron los llamados segundos y terceros reinos de taifas hasta el siglo XIII. En el trono se van sucediendo los califas, en medio de una anarquía total. Realmente los problemas eran muy profundos. Luchas por el trono califal, luchas internas por causas raciales entre árabes, bereberes y muladíes o eslavos (esclavos libertos del norte peninsular o de origen centroeuropeo). También influían los mozárabes, el ansia independentista de las áreas con mayores recursos económicos y la presión de los impuestos. Al no tener tropas necesarias para luchar contra sus vecinos o contra el avance cristiano, contrataban mercenarios, incluso guerreros cristianos, como el propio Cid Campeador, que sirvieron a reyes musulmanes, luchando incluso contra otros reyes cristianos. Al principio se les sometía económicamente forzando a pagar un tributo, las parias, a los reyes cristianos. Pero estas rivalidades entre los invasores los cristianos aprovecharían aliándose con los bereberes y asaltaron Toledo. Más tarde los bereberes derrotaron y saquearon Córdoba en 1013. Al conquistar estos el reino de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI de León pidieron ayuda al sultán almorávide del norte de África, Yúsuf ibn Tasufin, el cual derrotó al rey leonés en la batalla de Zalaca en 1086, y conquistó progresivamente todas las taifas. Aunque no consiguió reconquistar Toledo. Pero el rey castellano Alfonso VII y el aragonés Alfonso I el batallador, consiguieron éxitos militares y poco a poco debilitaron el poder musulmán. Estos volvieron a pedir ayuda, esta vez a los almohades, que con el paso del tiempo y las luchas vencieron al rey de Castilla Alfonso VIII en la batalla de Alarcos, en julio de 1195, que fue un tremendo desastre para los cristianos. Se estableció una tregua.
El rey castellano se lo tomó a pecho, y no descansó hasta que pudo montarles la recíproca en las Navas de Tolosa, que, por fin, marcó el principio del fin musulmán. Fue en Jaén en julio de 1212, aparte de voluntarios franceses y de duros caballeros de las órdenes militares españolas, estaba milagrosamente formado por tropas castellanas, navarras y aragonesas, puestas de acuerdo por una vez en su vida. La cosa no estuvo clara hasta el final cuando con mucho esfuerzo se hicieron con victoria. Miles de hombres cayeron, pero finalmente la victoria se decantó del lado cristiano. El Califa Miramamolín escapó huyendo a toda prisa una vez perdida ya la batalla. Navas de Tolosa fue la hecatombe para el imperio Almohade en la Península Ibérica.  

Con esta histórica victoria de la alianza cristiana se había iniciado el declive del dominio musulmán de España. Los musulmanes de la Península Ibérica nunca más se recuperaron de esta derrota. Los reinos cristianos comenzaron a expandirse con mayor fuerza y definitivamente. Estableció una superioridad militar, económica y política. Al-Andalus, ya desmenbrada en Taifas, fueron cayendo hasta que solo quedó el reino de Granada, que duró 280 años más. Después de 1266, en Granada, los reyes de Castilla cobraban un tributo a sus homólogos nazaríes. Un tributo en oro, porque Granada, que se beneficiaba de sus privilegiadas relaciones de sangre con el norte de África, era la puerta del oro africano. Lo cierto es que Granada era un reino próspero, muy poblado y de refinadas costumbres. Pero las cosas no son para siempre. El oro comenzó a escasear, y además, los jóvenes Isabel y Fernando que se habían casado tenían las ideas muy claras; reunir bajo sus reinos los antiguos dominios de los Godos, es decir, todos los territorios que habían sido cristianos. Pero el gobernador moro de Ronda, Mohamed al Zagrí, que se apoderó de la plaza de Zahara en 1481, realmente calculó mal. Isabel I ya había vencido al rey de Portugal, con las tropas al mando de su marido, Fernando de Aragón, se lo pensaron muy bien. Se acuarteló en Córdoba. Organizó un ejército regular con sus distintos cuerpos, con su Estado Mayor. Lo que es la organización de una guerra moderna.

Hasta que finalmente después de una guerra de diez años, el rey de Aragón Fernando II y la reina de Castilla, Isabel I, tomaron definitivamente el reino de Granada en 1492 para la corona de Castilla.
Por lo que resumiendo mucho, diremos que el poder islámico en la Península comenzó en el 711 y fue fuerte hasta el 1031. Posteriormente se sucedieron muchas batallas en diferente Taifas contra distintos reinos cristianos. En el año 1238 fue fundado el reino nazarí de Granada, siendo además vasallo de la corona de Castilla a la que le rendía tributo, que duró, como digimos, hasta 1492. 

miércoles, 13 de agosto de 2025

LOS MOZÁRABES

A los cristianos que viven bajo el poder musulmán que invade España desde el 711 se les llama “mozárabes”. Desde el siglo IX están en minoría. Pueden mantener su religión, pero pagando impuestos adicionales y no pueden tener cargos, ni propagar su religión. Las iglesias muchas de ellas son convertidas en mezquitas. En ocasiones, sufren matanzas y martirios. Muchos mozárabes fueron trasladados al Norte como resultado de las incursiones de la Reconquista. El arte mozárabe, derivado del visigodo con formas del arte islámico, se desarrolla en el Norte, en territorios cristianos, en el Sur sólo quedan unos pocos vestigios.

MOZÁRABES CASTELLANOS 
Descendían de hispanovisigodos y decidieron acatar la autoridad de los invasores, permaneciendo como cristianos en sus pueblos y ciudades. La convivencia entre esta población y los musulmanes se aseguró por pactos, pero, con el correr de los años, las autoridades árabes decidieron romperla, para expandir el islam a toda la población, llegando en algunos casos a la persecución violenta. Ello motivó la huida de los mozárabes a los núcleos de resistencia cristiana en el Norte de la Península Ibérica, llevando su cultura y sus recuerdos del reino godo. Sus aportaciones al progreso de la cultura, las artes y de las letras fueron indiscutibles, aunque se les considerase más artesanos que artistas. Los abades y monjes mozárabes conservaron la cultura visigoda y, más que una leve capa de cultura musulmana, lo que llevaron al Norte fue la obra de san Isidoro de Sevilla y de san Fructuoso de Braga. Además, escribieron crónicas y formaron bibliotecas importantes en los monasterios. Ese clero culto empezó a ocupar los puestos de mayor responsabilidad y que requerían serios conocimientos en los reinos de Asturias y León, actuando como preceptores, consejeros y embajadores de sus monarcas. Aportaron la idea de continuidad y herencia del reino visigodo de Toledo, justificando su desaparición por sus pecados y la legitimidad del reino de Asturias para recuperar el territorio perdido, a ser sus herederos y continuadores, a mediados del siglo IX.

SANTA MARÍA DE MELQUE 
Cuando dicen que se convivía en paz los pueblos entre las distintas religiones, deberían saber, por ejemplo que la “Jornada del Foso de Toledo” en 797, ciudad mozárabe, fue una matanza de los jefes de multitud de familias. cuando aquella ciudad estaba bajo el control del Emirato de Córdoba. En el año 797 d.C. Soleimán, era walí (gobernador) de Toledo, ciudad que aún mantenía su recelo hacia Córdoba cuando Al Hakam asumió el emirato.
Algunos cronistas le describen como violento e impío, y lo cierto es que su etapa fue bastante turbulenta. La población era básicamente hispanorromana y visigoda, mozárabes -aunque también había judíos y, por supuesto, musulmanes- y gozaba de cierta autonomía, manifestando a menudo posiciones refractarias a las disposiciones de Córdoba. Harto de aquella oposición, decidió suprimir ese autogobierno y hacerlo además de forma taxativa y ejemplar. Para ello envió como walí a un hombre de su total confianza, al gobernador de Talavera de la Reina, quien debía intentar atraerse a los notables con todo tipo de promesas, aceptando en primera instancia sus exigencias para ganarse su confianza. Así ocurrió, en efecto: Amrus no era árabe ni bereber sino muladí (en este caso hijo de un cristiano converso al Islam). Eso se explica porque los nobles toledanos, que estaban ya en abierta rebeldía desde primeros también eran mayoritariamente muladíes. De hecho aparentemente todo fue bien: Amrus cedió a sus demandas e incluso mandó construir una fortaleza, lo que demostraba que se relajaba la tensión. Una vez estuvo terminada, el walí anunció que vendría a inaugurarla el mismísimo Abderramán II, el hijo adolescente de Al Hakam y futuro emir; Amrus organizó una fiesta y acudió personalmente ese día, invitando a todas las familias aristocráticas que se habían mostrado especialmente levantiscas como forma de agasajarlas una vez más. Para aumentar la pompa, los nobles iban entrando uno por uno al salón, cerrándose la puerta tras ellos hasta dar paso al siguiente. A medida que entraban eran degollados y sus cabezas arrojadas al foso de la propia fortaleza (luego se colgarían públicamente de las almenas). Y así, una tras otra, se calcula que cayeron al menos entre cuatrocientas y setecientas personas. De ahí viene el dicho de “Pasar una noche Toledana”.

De mediados del siglo IX los mozárabes son los mártires de Córdoba, como san Eulogio, martirizado en 859. Los musulmanes se hacen ceder iglesias para instalar sus mezquitas; como la Mezquita de Córdoba, construida sobre la catedral de San Vicente de Córdoba: en 748, obligan a los cristianos a cederles la mitad de esa basílica para establecer allí la mezquita mayor de la ciudad, porque aún no tenían capacidad arquitectónica; en 785, Abderramán I, consolidado en el trono de Al Andalus como emir independiente, obliga a los cristianos a entregar la otra mitad de su catedral, donde coexistían ambos cultos por imposición islámica que ahora completan.
En 786, derriba la Catedral para construir allí la Mezquita de Córdoba con alarifes (arquitectos) hispanogodos y decoradores bizantinos de mosaicos, después será ampliada varias veces por sus sucesores.
Toledo consigue cierta autonomía en 873. Al ser reconquistada por el rey de León Alfonso VI en mayo de 1085, desalojó de manera definitiva a las fuerzas musulmanas de Al-Qádir, emir de la Taifa de Toledo, y vivían todavía mozárabes en Toledo. Los mozárabes aportaron a los núcleos cristianos de resistencia del Norte el incremento del sentido cristiano de esa resistencia, con su propio espíritu de resistencia al Islam, esencial en la Reconquista, y aportaron con su emigración, o exilio, o rescate al Norte, el aumento de población esencial para consolidar los territorios liberados y para reconquistar otros. Porque reconquistar era repoblar, tener población dispuesta a vivir en los territorios de primera línea, o en la tierra de nadie, y a defenderlos.
La Rioja, por ejemplo, se repobló en parte con población vascona y en parte con población mozárabe. El arte mozárabe, que es uno de los estilos prerrománicos más destacados, tiene como elemento más característico el arco de herradura procedente del arte visigodo, de donde también lo toma el arte islámico. El hecho de que en la mitad Sur de España queden unos pocos restos es debido a las destrucciones de las épocas de radicalismo islámico.

SAN MIGUEL DE LA ESCALADA 

Las iglesias, austeras exteriormente, suelen tener un espacio interior muy hermoso y de gusto oriental, con arquerías de herradura, columnas con capiteles corintios de tradición cordobesa y, en algunos casos, tallas escultoras de gran esquematismo imaginativo. Las principales características que definen la arquitectura mozárabe son: Un gran dominio de la técnica en la construcción, empleando principalmente sillería a soga y tizón. (colocación de ladrillos de norte a sur y de este a oeste). Ausencia o sobriedad de la decoración exterior. Diversidad en las plantas, si bien la mayoría destacan por las pequeñas proporciones y espacios discontinuos cubiertos por cúpulas (de arista, gallonadas, de nervios de crucería califal...). Uso del arco de herradura al estilo islámico califal, muy cerrado y con el peralte de dos tercios del radio. Uso del alfiz. (el marco que rodea el exterior de un arco en ventanas o puertas) Uso de la columna como soporte, coronada por un capitel corintio decorado con elementos vegetales muy estilizados. Los aleros sobresalen y se asientan sobre modillones de lóbulos. (viguetas de madera con formas para sostener los aleros).  


Estos vestigios que quedan en la mitad Sur de arte mozárabe son la iglesia de Santa María de Melque en Toledo (s IX), y la iglesia parcialmente rupestre de Bobastro en la Serranía de Ronda, último reducto de la insurrección de Omar Ben Hafsún, lo que demuestra que se acabó convirtiendo al cristianismo, puesto que era muladí (cristiano que abandonaba el cristianismo, se convertía al Islam y vivía entre musulmanes), cuando se levantó en armas en 884.  Lo principal del arte mozárabe está en los reinos de León y Castilla En León, San Miguel de Escalada (913). San Cebrián de Mazote. Santiago de Peñalba (937). En Castilla: San Baudelio de Berlanga En La Rioja: San Millán de la Cogolla, Monasterio de Suso La arquitectura mozárabe también influyó en el prerrománico de Cataluña.  Además, una parte importante de la pintura de la época prerrománica, principalmente miniaturas, es pintura mozárabe, como la Biblia Hispalense (988).

SANTIAGO DE PEÑALVER
El latín, aunque aún es la lengua escrita utilizada por los mozárabes para los textos religiosos y culturales, ya se ha ido descomponiendo dialectalmente, de forma que el habla mozárabe es ya muy parecida al castellano arcaico. En la literatura de Al Andalus, se conservan palabras mozárabes intercaladas en versos árabes. La jarcha es un pequeño poema o copla en habla mozárabe insertado al final de cierto tipo de poema en árabe llamado moaxaja.

martes, 12 de agosto de 2025

EL EMPECINADO (El guerrillero)

“Diga usted al rey que si no quería la constitución, que no la hubiera jurado; que el empecinado la juró y jamás cometerá la infamia de faltar a sus juramentos”. Respuesta a Fernando VII. Al regreso de su cautiverio y con la derrota de Napoleón en España, el rey juró la Constitución de 1812 durante el Trienio Liberal (1820-1823), pero luego la abolió. El Empecinado, por su parte, fue un líder guerrillero que luchó contra la ocupación francesa y apoyó la Constitución. Su juramento a la Constitución se interpretó como un compromiso con la causa liberal.
Se llamaba Juan Martín Díez o Díaz, y nació en Castrillo de Duero, Valladolid en 1775.


Conocido también como “El terror de los franceses”, este liberal luchó en la Guerra de Independencia Española.
Como soldado combatió contra la Francia de la Convención en la Guerra del Rosellón (1792-95). Posteriormente, su animadversión contra los franceses le llevó a realizar alguna operación de sabotaje en la época en que Francia era aliada de España. Ya desde el primer momento, en 1808, con el que dio comienzo la Guerra de la Independencia, se unió a las fuerzas del general Cuesta, vencidas por los franceses en las batallas de Cabezón y Medina de Rioseco. Después de la derrotas, fue consciente de la dificultad de vencer al poderoso ejército napoleónico en campo abierto, y organizó partidas de guerrilleros que hostigaron continuamente a los franceses con pequeñas acciones rápidas que dificultaban las comunicaciones; amparándose en el conocimiento del terreno y en la movilidad de pequeñas partidas irregulares, sostuvo una guerra de desgaste penosa para el ejército napoleónica. Organizó diversas partidas por las provincias de Valladolid, Burgos, Segovia, Guadalajara y Cuenca, como la “Partida de descubridores de Castilla la Vieja”, los “Tiradores de Sigüenza” o los “Voluntarios de Guadalajara”, hasta un total de unos diez mil hombres; sus acciones se extendieron ocasionalmente hasta la costa mediterránea y la frontera portuguesa, y estuvieron coordinadas con la ofensiva inglesa mandada por Wellington.

FERNANDO VII 
Los franceses intentaron infructuosamente capturarle. El Empecinado se convirtió en un héroe mítico en la imaginación del pueblo y la Junta Central y la Regencia le reconocieron sus méritos concediéndole el grado de general. Muchas han sido sus célebres victorias, entre ellas su participación en la liberación de Roa en 1813, cuando acude al pueblo para ayudar al Cura Merino que realizó un ataque por sorpresa a los franceses que ocupaban la villa.
En el pueblo de Torija, en Guadalajara el castillo sirvió de refugio al famoso guerrillero liberal que acabó volando sus muros para que no pudieran ser utilizados por las tropas de Napoleón.

Cuando el rey Fernando VII regresó a España en 1814, derrotado  el ejército de Napoleón, el rey restauró el absolutismo, y rechazó la Constitución de 1812  que mantenía la monarquía pero no el absolutismo. Con lo cual tomó medidas contra los que consideraba enemigos liberales, entre otros el Empecinado, que fue desterrado a Valladolid. 
En 1820 el Empecinado volvió a las armas, para luchar contra las tropas reales de Fernando VII. 
Al parecer, el rey Fernando VII intentó que el Empecinado se adherirse a su causa (a pesar de previamente haber jurado la Constitución de Cádiz) y se uniera a los “Cien Mil Hijos de San Luis”; ofreció otorgarle un título nobiliario y una gran cantidad de dinero, un millón de reales.
La respuesta del Empecinado fue: “Diga usted al rey que si no quería la constitución, que no la hubiera jurado; que el Empecinado la juró y jamás cometerá la infamia de faltar a sus juramentos”
En 1823 vencidos los liberales, acaba el “Trienio Liberal”. Juan Martín marchó entonces al destierro en Portugal. Decretada la amnistía el 1 de mayo de 1824, pidió un permiso para regresar sin peligro, permiso que le fue concedido. Pero Fernando VII no estaba de acuerdo con la benevolencia del decreto y el 23 de mayo había ordenado su arresto.
Volviendo el Empecinado a su tierra con unos 60 de sus hombres que le habían acompañado como escolta a Portugal, fue detenido en la localidad de Olmos de Peñafiel junto con sus compañeros por los Voluntarios Realistas de la comarca. Llevados los presos a Nava de Roa, fueron entregados al alcalde de Roa, que lo trasladó a esta localidad.
Al llegar, el pueblo, que había cambiado de bando y eran fieles al rey, sin haber recibido orden de superior alguno, había montado en la Plaza Mayor un tablado y el preso fue subido allí, donde fue insultado y apedreado. Fue encerrado con sus compañeros en un antiguo torreón.

LEPOLDO O´DONNELL

La causa debería haber sido llevada a la Real Chancillería de Valladolid, donde el militar liberal Leopoldo O'Donnell habría conseguido que fuese juzgado con benevolencia, pero el corregidor de la comarca, enemigo personal del preso, dio parte al rey que lo nombró comisionado regio para formar la causa en Roa. La cual “puesta en manos de su Majestad... aprobó la sentencia dictada en la que se condenaba al Empecinado a ser ahorcado en la Plaza Mayor de Roa”
El alcalde de Roa, que llevó a cabo los preparativos de la ejecución y fue testigo de esta, dijo del Empecinado: "Cuando se dio cuenta de que lo iban a subir por la escalera del cadalso, dio tan fuerte golpe con las manos, que rompió las esposas. Se tiró sobre el ayudante del batallón para arrancarle la espada, que llegó a agarrar; pero no pudo quedarse con ella porque el ayudante no se intimidó y supo resistir. Trató de escapar entonces en dirección a la Colegiata y se metió entre las filas de los soldados. La confusión fue terrible. Tocaban los tambores, corrían despavoridas las gentes sin armas y las autoridades; los sacerdotes y el verdugo se quedaron como paralizados... 
Por fin, los voluntarios realistas pudieron sujetarlo y lo colocaron en el mismo sitio donde estaba cuando rompió las esposas, esto es, junto a la escalera de la horca...” 
Tras dos años de encierro se ordena su ejecución en la horca el 19 de agosto de 1825. Años más tarde, en 1843, se produjo el traslado solemne de sus restos a Burgos, los honores militares y el monumento a su memoria.

HOMENAJE AL EMPECINADO EN ROA 
Pocos años después de su muerte, el pueblo de Roa rinde homenaje a este guerrillero, dedicándole la calle de Las Armas a su nombre. Ya en 1993, la Asociación raudense “Amigos de El Empecinado”, promueve el levantamiento de su monumento, obra del artista burgalés José Ignacio Ruiz. Anualmente, con motivo de la fecha de su injusta ejecución, la Villa de Roa celebra un homenaje frente a su monumento.
Murió ahorcado en lugar de ser fusilado.

lunes, 11 de agosto de 2025

SIMÓN BOLÍVAR - REVOLUCIONARIO E IMPERIALISTA

Bolívar era un criollo, es decir un español nacido en América. Descendiente de una familia de origen vasco que se hallaba establecida en el territorio de la capitanía General de Venezuela, dependiente del Virreinato de Nueva Granada, desde fines del siglo XVI, y ocupaba en la Provincia una destacada posición económica y social. Simón Bolívar nació en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 1783. Sus padre fue el Coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte.

SIMÓN BOLÍVAR 
Bolívar era un aristócrata americano, burgués y rico. Es un ilustrado. Y tiene una educación irregular, pero buen orador. Hombre polifacético, militar, político, populista conductor de masas.
Pero Bolívar no es nadie en 1810. Un viudo joven, pero cuando llega a Londres busca el reconocimiento de la Junta autonomista de 1810 y se encuentra con la biblioteca de Francisco de Miranda, que fue un político, militar, diplomático, humanista e ideólogo venezolano, precursor de la emancipación americana contra el Imperio español. Había participado en la Revolución estadounidense y en la Revolución francesa, acontecimientos donde fue protagonista destacado, por lo que le fue otorgado el título de héroe de la revolución. En la América hispana se leía, se escribía, se estaba al día de las cosas. El Imperio español, al contrario de lo que se suele decir, era una estructura sólida, bien gestionada en líneas generales,  que duró tres siglos.
Pero en el siglo XIX, España entra en la Guerra de Independencia contra Francia, estamos en 1808. Los liberales se hacen con el poder durante un trienio y las arcas de la Metrópoli están exhaustas. 
Desobedeciendo al rey de España, en ese momento José I Bonaparte, en Caracas se inicia la Revolución del 19 de abril de 1810, fecha que marca el inicio de la lucha por la Independencia de España en Venezuela. El Cabildo constituye la Junta Suprema de Caracas, primer forma de gobierno autónomo y se firma un Acta el 19 de abril, creando la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, a la sazón “secuestrado” por Napoleón en Francia. Destituido entonces el Capitán español, al ceder los poderes trajo como consecuencia la expulsión de los funcionarios españoles y son enviados a España. Tres meses después se crea la “Sociedad Patriótica”, asociación revolucionaria creada por los criollos. En diciembre de ese año se une Francisco de Miranda. Este hombre era un militar y diplomático. Fue militar en el ejército español. Hoy se le considera el Precursor de la Emancipación Americana. En esta sociedad entre otros figura Simón Bolívar. Fue Miranda y no Bolívar, el creador del proyecto geopolítico conocido como Gran Colombia, que Bolívar trataría de llevar a cabo tras la liberación de los territorios que hoy son Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela en 1826, aspirando a unificarlos en una sola nación. El Acta de Independencia de Venezuela (5 de julio de 1811) proclama una Constitución de carácter Federal inspirada en la americana, pese a la oposición de Miranda y Bolívar, que defendían un estado unitario.

FRANCISCO DE MIRANDA 
Hay que saber que Francisco de Miranda fue un español nacido en el Nuevo Mundo (Como San Martín y Bolívar), que no dudó en combatir a las órdenes de Carlos IV convencido de la bondad de la Corona.
La revolución no caló en las áreas rurales donde surgieron grupos armados contrarios a los independentistas, integrados por esclavos, llaneros, mestizos, negros y mulatos. Estos grupos significaron el enfrentamiento abierto entre las clases populares y la burguesía criolla.  En América, en un contexto de guerras civiles  forma un enorme desorden étnico, social, político, y ahí, personajes como Bolívar, que declara la Guerra Civil en 1813, con el decreto de “Guerra o muerte, españoles o canarios, o conmigo o contra mí”, eso es una parte siniestra de la figura de Bolívar que actúa como un arquitecto social de la muerte y del conflicto.
Los indígenas estuvieron contra la independencia. Bolívar forma parte de una raza blanca, antiespañola. Los mulatos, pardos, los negros afrodescendientes, zambos, querían conseguir la libertad, y eran agentes políticos importantes. La República de Haití, la primera república negra del mundo, proclamada en 1804, le daba terror a Bolívar. Tenía miedo al jacobinismo y la partidocracia, el gobierno del pardo, negro e indígenas.
La idea de la Gran Colombia es primero una República, y recordando que a raíz de la revolución francesa surgen los Derechos del hombre y del ciudadano. Los ciudadanos, hombres, ricos, de cierta edad y categoría social, etc. Nada de mezclas.
Las principales causas de descontento con la metrópoli española  fueron fundamentalmente dos, el estado de guerra permanente y la posibilidad de comerciar directamente.

JOSÉ DE SAN MARTÍN 
El fin de la primera experiencia republicana en Venezuela fue la capitulación de Miranda ante el ejército general dirigido por el realista (se llamaban así a los partidarios del rey de España), Monteverde, que había conseguido rendir en Puerto Cabello a Bolívar. Como resultado de este fracaso Bolívar se retiró a Cartagena que estaba regida por una Junta instituida en mayo de 1810. Esta ciudad se declaró autónoma. Bolívar declaró solemnemente la “guerra a muerte” a los españoles y en 1812 entró en Caracas culminando una rápida campaña. Bolívar, al concluir la campaña, escribió al Congreso de Nueva Granada que había atravesado nueve ciudades y pueblos, "donde todos los europeos y canarios casi sin excepción fueron fusilados”. Abolió la Constitución y se erigió en Dictador, con el título de Libertador, porque mantenía que la dictadura era la única manera de imponer ideas revolucionarias en un pueblo que era poco permeable a las mismas. Hay que aclarar que en la antigua Roma, en casos de guerra o estados de emergencia, el Senado romano dotaba a un hombre de poderes absolutos durante un periodo máximo de 6 meses, sin que por ello quedase derogado el ordenamiento político y jurídico existente. Recibía el título de Dictador.
Un año después fue derrotado por las tropas llaneras de Tomás Boves, (esclavos, mestizos, negros, mulatos y llaneros) y nuevamente se refugió en Cartagena. En 1815 desde Cartagena, Bolívar inició otra campaña para liberar la costa atlántica venezolana y también fracasó. De esta forma se logró que Nueva Granada fuera reconquistada por tropas del rey Fernando VII, reavivando así el sentimiento independentista. Bolívar se refugió en Jamaica y redactó la célebre Carta de Jamaica, que en realidad es un programa político. Se declaraba contrario a la esclavitud, al federalismo y a la democracia. Pretendía formar la República de Colombia que agrupase Venezuela y Nueva Granada. Ayudado por José A. Páez cabecilla llanero convertido a la causa que desarrolló una acción proselitista consiguiendo la incorporación de las tropas llaneras al bando de Bolívar, gracias también a la muerte de su caudillo original, Boves. También recibieron la ayuda de Inglaterra. No obstante no consiguió extender la zona liberada más allá de los Llanos, donde Morillo comandaba a las tropas criollas.
En 1819 se proclamó la Tercera República, donde en su carta constitucional consagra la dictadura de Bolívar que le concedía amplio poderes. Emprendió una acción militar amplia venciendo en Boyacá, Bogotá y liberó parte de Nueva Granada que en diciembre de ese año el congreso unificó en una sola nación, Gran Colombia. Posteriormente se firmó un armisticio y España reconoció a los rebeldes como a un ejército dando un trato de igualdad.

TOMÁS BOVES 
En mayo de 1821 se nombró a Bolívar como presidente de Gran Colombia y el junio se produjo la victoria de Carabobo que significó la liberación de Venezuela. En 1823 Bolívar fue autorizado por el Congreso de la Gran Colombia para tomar el mando y en septiembre llegó a Lima, cuyo gobierno le pedía que dirigiera la guerra y se reunió con Sucre para planificar el ataque.
El Congreso peruano le nombró Dictador el 10 de febrero de 1824, y a partir de entonces logró controlar las intrigas de la nueva República
Dos años después de la última batalla de la metrópoli española,  contra los independentistas criollos, en 1826, se reunió el Congreso de Panamá, al que acudieron representantes de los nuevos Estados americanos. Fue el último intento serio de Bolívar de crear una confederación, o mejor dicho un imperio, donde antes estuvieron los virreinatos. Un intento vano. El Congreso de Panamá de 1826 intentó apoderarse de Cuba y Puerto Rico para crear su propio imperio. No hay que negarle una grandeza y fe ciega en su proyecto, pero nunca supo organizar las nuevas naciones, administrar con probidad y cuidar de las arcas públicas.
Bolívar aun soñaba con su grandeza personal como dictador (en el sentido romano del término), en una federación, pero nunca en una monarquía. Sabía bien que era una empresa difícil porque México les llevaba la delantera en tratar la paz con España y sus dirigentes no tenían intenciones de agruparse.
Por otra parte, los líderes locales que habían tocado el gusto al poder, y tampoco querían perder su dominio territorial. En Argentina estaban en luchas internas por alzarse con el mando y Rivadavia era el más fervoroso anti-Bolívar, Chile era un caos, Perú se resistía a ser liberado… A fin de cuentas, la independencia fue un gran negocio para unos cuantos. Bolívar era una personalidad compleja, ambigua, cambiante, en lo tocante a la disposición de la economía todo fue derroche, deuda, déficit y una entrega desigual a los intereses mercantiles británicos.
Bolívar pretendía un gobierno federal que controlara las relaciones exteriores y la defensa, compatible con la independencia limitada de las nuevas repúblicas. Por supuesto, con él al frente. Un contrapeso a Brasil y Estados Unidos y un freno a las aspiraciones europeas. Al menos una federación entre Colombia (todavía con Ecuador y Venezuela), Perú y Bolivia. En el Congreso de Panamá debía aprobarse una Constitución que refrendará las ideas confederales. El Congreso nació ya con el virus de la división y el localismo de los caciques de las diversas repúblicas. Y estuvo tutelado siempre por un enviado de los Estados Unidos que, con buenos modos y promesas, trató de evitar que naciera un rival potente. Los mandatarios impuestos en Perú querían la provincia de Guayaquil y México trataba de apoderarse de una parte de Guatemala, que previamente perdió.
España conservaba todavía en América Cuba y Puerto Rico. Y sobre estas posesiones se volvieron los ojos ávidos de los nuevos americanos. Sabían los que en La Habana se estaban concentrando tropas peninsulares y una gran armada muy superior a la de Colombia, temían un ataque pero no por eso cejaron en sus pretensiones. Uno de los documentos preparativos del Congreso, titulado Objetos de deliberación exclusivamente para las potencia beligerantes, establecía en su punto 4º que se decidiría sobre “las islas de Cuba y Puerto Rica para libertarlas del yugo español”. Y el punto 6º se redactó así: “Determinar si estas medidas se extenderán a las islas Canarias y Filipinas»”.


Bolívar, que había abandonado Panamá, escribió el 11 de agosto de 1826 una carta a los plenipotenciarios reunidos donde exponía un plan. Era un hombre bélico, no se acostumbraba a la paz. Quería formar un gran ejército con hombres de los estados confederados e imponer a España una paz o seguir la guerra contra los pocos españoles que quedaban. Y, aquí lo sorprendente: “Expedicionar contra La Habana y Puerto Rico y marchar a España con mayores fuerzas después de la toma de Cuba y Puerto Rico, si para entonces no quieren la paz los españoles”.
Esta carta no tuvo ningún efecto en un Congreso prorrogado y agónico. En todo caso, el reparto también estaba previsto: Cuba para México y Puerto Rico para Colombia. Una entelequia. México ya no era Nueva España y estaba a punto de perder casi la mitad de su territorio a manos de Estados Unidos. Colombia se disolvería en Venezuela, Ecuador y Colombia. Y los propios americanos del norte evitaban estos sueños porque ya tenía sus ojos colocados en los restos españoles en América.
La guerra había empobrecido a América y diezmado su población. Algo parecido ocurrió con la agricultura ya que los malos caminos impedían el comercio y los productores no podían competir con lo que llegaba en barco, dedicándose solo a la provisión del interior.
Se suprimieron los censos para que los nuevos propietarios patriotas tuvieran la propiedad absoluta. Los impuestos directos produjeron un gran descontento en la población y los ingresos disminuyeron sin poder atender a los sueldos de tropas y empleados públicos cada vez más numerosos. Las instituciones decayeron y los caudillos se hicieron muy poderosos.
En realidad el sueño panamericanista de Bolívar había fracasado, existían tensiones entre los miembros de la unión a la República de Colombia. Venezuela era secesionista y en 1830 se separaron. Más tarde lo hizo Ecuador. Panamá lo consiguió ya entrado el siglo XX. Bolívar en realidad soñaba con una Sudamérica unida de la cual él tendría que ser el gran dirigente panamericano.
Las ideas de Bolívar fueron similares a las Napoleónicas. Realmente las emancipaciones americanas fueron una enorme Guerra Civil, y no una guerra entre diferentes países.
Bolívar murió en diciembre de 1830 y Venezuela se había separado en mayo de ese año. Pero desde 1819 hasta su muerte fue presidente de la Gran Colombia.   
 

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