En el año 196 a.C. llegaron los romanos a tierras del País Vasco, con los que los antiguos vascos vivieron en paz y en cooperación. Solamente se puede encontrar feroz oposición a la conquista romana en los aquitanos. Cuando los romanos atacan a los aquitanos, éstos, para pedir ayuda, no se dirigen a los galos, sino a los habitantes del sur pirenaico, que a ellos les resultaban más próximos al ser culturalmente afines. Sabemos que esta ayuda sur-pirenaica les llegó de la mano de caudillos experimentados en la lucha junto a Sertorio y que entró en acción en Aquitania (antigua región francesa) en el año 56 a.C. contra las legiones de César, y encidos los aquitanos al otro lado de los Pirineos, en la actual Álava , se libra la batalla de Andagoste entre el ejército romano y tropas indígenas de la zona, en la que salen victoriosos los indígenas. Tras las guerras cántabras (29 – 19 a.C.) y victoria de los romanos frente a astures y cántabros, toda la península ibérica había sido conquistada ya por Roma, estableciéndose la "Pax Romana" (Paz Romana).
El actual País Vasco formó parte del Imperio desde antes del
cambio de era, mucho antes que otras provincias como Britannia o Dacia, por
ejemplo, y que a diferencia de esta última mantuvo su antigua cultura ante la
inmensa presión latina. Las tribus vascas se vieron divididas en dos grandes
demarcaciones políticas, por un lado Hispania (autrigones, caristios, várdulos
y vascones) y las Galias (actual Francia, aquitanos) y provincialmente entre la
Tarraconense (Hispania) y la Novempopulania (Galias).
El euskara (la lengua vasca) tomó contacto con el celta en
el siglo VIII a.C.; por otro lado, la influencia cultural íbera llegó a la
ribera del Ebro de habla vasca con posterioridad, desde Cataluña, subiendo el
curso del río Ebro. Es muy posible, por tanto, que los antiguos vascos
consideraran a celtas e íberos como invasores y que, ante la llegada de otros
invasores más poderosos que los anteriores, se aliaran con estos últimos para
expulsarlos.
La expansión territorial vascona trae consigo la extensión
del euskara hacia el sur y afianzamiento
de ésta hacia el este. En Aragón los vascones colaboran con los romanos en las
guerras contra los celtíberos. Una vez derrotados en el año 72 a.C., la
colaboración vascona fue recompensada por los romanos con la jurisdicción sobre
amplios territorios del Aragón occidental. Estos territorios, al sur, llegaban
a 15 km de Salduie, la que después de su conquista sería llamada por los
romanos como Cæsar Augusta, la actual Zaragoza.
Después de la conquista romana, hubo vascos enrolados en las legiones romanas en sus guerras contra los britanos, en lo que hoy es Gran Bretaña. Habiendo sido encontradas lápidas mortuorias de la época romana, con nombres eusquéricos, cerca de Londres, antigua Londinium romana. Se asentarían colonos romanos al sur de las tierras de estas tribus vascas y en zonas mineras como las de Somorrostro en Autrigonia (Vizcaya) o en las llanadas de Aquitania, lo que daría lugar a las colonias romanas de la Novempopulania (nueve pueblos), en lo que hoy en día se conoce como Gascuña (región histórica del suroeste de Francia). Unos asentamientos que darían lugar siglos después al surgimiento de las lenguas y pueblos latinos de Castilla y Gascuña, fruto de la romanización de la población vasca.
Tradicionalmente para explicar la pervivencia del euskera se
ha considerado a los vascos como un pueblo primitivo, aislado secularmente del
resto de los pueblos que le rodeaban y que no participó de la civilización
romana, por ser una tierra de bajo interés económico para el Imperio Romano.
Los hallazgos arqueólogicos en tierras vascas continuamente desmienten estas
teorías, dado que demuestran que la romanización, en todos los aspectos, fue
muy superior a otras tierras de la Romania. Aunque esta romanización fue más
notable al sur de las tribus vascas, en las zonas costeras y en la Aquitania.
Si pervivió Territorios bajo jurisdicción vascona durante la época imperial
romana (siglo I d.C.), la cultura vasca, fue por la colaboración y buen
entendimiento con los romanos, no por un aislamiento que nunca existió. Si bien
ayudó a esta supervivencia el comercio por el Océano Atlántico, como zona
económica de interés para el Imperio, lo que posibilitó que la zona vasca
quedara al margen de los intensos flujos migratorios que se dieron en otras
zonas de la península o en Aquitania (por su alto interés agrícola).
En las tierras vascas hubo minas, por ejemplo, en Arditurri
(Oiartzun, Oyarzun Guipúzcoa), Banka (Baja Navarra), Lantz (Navarra),
Eskoriatza (Guipúzcoa) o en Somorrostro (Vizcaya) donde se extrajeron minerales
(hierro, plata...) para exportarlos a diferentes partes Suelo con mosaicos de
la principal ciudad romana en territorio caristio, Iruña-Veleia, cerca de
Vitoria-Gasteiz (Álava)del Imperio Romano; producción de cerámica en Pamplona
(Navarra) o en Donazaharre (Saint-Jean-Le-Vieux; Baja Navarra); producción de
vino en Falces y en Funes (Navarra); industria de salazón en la Getaria
guipuzcoana y también en la labortana (topónimo proveniente del latín Cetaria,
"salazón"); termas romanas en Fitero (Navarra); calzadas que unían
las principales ciudades vascas con Roma; puertos en la costa vasca como Oiasso
(Irún, Guipúzcoa) que comunicaban con cualquier parte del Imperio. Otro ejemplo
de esta falta de aislamiento se encuentra en el hallazgo de diversas monedas
acuñadas en tierras vasconas por la administración romana, ya desde los
primeros años, que han sido encontradas en diferentes partes de la geografía
vasca.
Siendo el íbero, posiblemente, lingua franca peninsular para muchos pueblos prerromanos antes de la llegada de los latinos. En menor medida, como en esta moneda, también se utilizó la lengua celtíbera para escribir con caracteres ibéricos, dado que en esta zona el celta era la lingua franca. De ahí que las tribus vascas hayan pasado a la historia por su nombre celta y no por su nombre vasco.
La Estela de la época romana encontrada en Gastiain (Navarra) es uno de los principales hallazgos arqueológicos de esta época, y que vuelve a rebatir las teorías de la pervivencia del euskera por falta de romanización, ha sido el reciente descubrimiento del puerto romano de Oiasso (u Oiarso, Oyarzun ), en la actual Irún. Irún se encuentra en la región de Guipúzcoa, el territorio en donde se conserva la cultura vasca con más fuerza. Oiasso era la base comercial de la rutas marítimas desde la que partía la distribución de mercancías hacia el interior, al valle del Ebro y a la gran calzada romana. Las ánforas halladas en Oiasso (Oyarzun) demuestran que, incluso al final del Imperio Romano, el aceite y el vino de Bizancio (la actual Estambul turca) llegaban regularmente a los puertos atlánticos. Además de dedicarse al comercio marítimo y ser uno de los principales puertos del Mare Externum, se dedicaba también a la minería. En las peñas de Aia han localizado tres kilómetros de galerías romanas junto a las explotaciones modernas, unas minas que se dedicaban a la extracción de plata. El hallazgo de galerías de drenaje, notable ejemplo de ingeniería hidráulica romana, indica que había detrás toda una estructura administrativa. Las excavaciones realizadas han dado como resultado 25 poblamientos de época romana en la costa bizkaína y 27 interiores. En Álava el número de asentamientos aumenta hasta los 80.
La urbanización es un fenómeno importado de Roma. En el territorio vascón hay más de 200 asentamientos romanos catalogados. En los restos del oppidum de Iruña (cerca de Vitoria), construido el siglo I a.C., se aprecian las murallas, calles y edificaciones; entre Lodosa y Mendavia se encuentran las ruinas de un centro y de un acueducto; en la cima del monte Urkulu, en el Pirineo, hay una torre en forma circular. También hay restos romanos en el litoral. Utilizaron las desembocaduras de los ríos como puertos para transportar a Burdigala (Burdeos) los minerales extraídos en las minas del País Vasco. Entre estos puertos tenemos la ría de Bilbao (explotación de minas de hierro), Vesperie (tal vez el actual Bermeo), la ría de Gernika (restos en Forua y minas de mármol de Ereño), Tritium Tuboricum (Mutriko o Deba), Menosca (Getaria) y Oiarso (Oyarzun), que era el puerto de salida para la plata y el plomo de las minas de Arditurri, junto al río Bidasoa, y las de Adarra, junto al Urumea.
Las calzadas romanas tenían una doble finalidad, militar y económica. Así, permitían los desplazamientos militares y aseguraban la pax romana, y formaban parte de la infraestructura de explotación económica. Las rutas romanas que atravesaban el País Vasco lo comunicaban por una parte con el Mediterráneo y con el noroeste peninsular, y por otra con Aquitania. Enlazaban dos grandes vías: la del norte, Narbona-Burdigala, y la del sur, Tarraco-Ad Legiones VII Geminam. Desde Briviesca y Miranda, esta vía cruzaba los Pirineos por el alto de Ibañeta, para llegar hasta Burdeos vía Dax. Entre sus puntos importantes estaban Tullonium (Dulantzi), Arakil y Pamplona. Contaba con ramales secundarios que salían desde Pamplona en dirección norte (hacia Oiasso) y sur (hacia Caesaraugusta
Fuentes: Departamento
de Educación, Universidades e Investigación del Gobierno Vasco
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