Es uno de los puntales de la Leyenda Negra que vertieron los enemigos del Imperio español para menoscabar su prestigio. La catástrofe demográfica que sufrió el continente americano desde 1492, el año de la llegada de Colón, es un hecho irrefutable. La disminución demográfica fue dramática: el 95 % de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón.

La sangría demográfica hay que buscarla en dos factores: el traumatismo de la conquista (las bajas causadas por la guerra, el desplome de las actividades económicas y los grandes desplazamientos poblaciones) y las enfermedades. Los habitantes de América habían permanecido aislados del resto del mundo. Cuando las enfermedades traídas desde Europa, que habían evolucionado durante miles de años de Humanidad, entraron en contacto con el Nuevo Mundo causaron miles de muertes ante la fragilidad biológica de sus pobladores. Un sencillo catarro nasal resultaba mortal para muchos indígenas. Una epidemia de viruela que se desató en Santo Domingo entre 1518 y 1519 acabó con prácticamente toda la población local. Esta misma epidemia fue introducida por los hombres de Hernán Cortés en México y, tras arrasar Guatemala, diezmó a la mitad de la población. La llegada de Francisco Pizarro a Perú fue el golpe final a un imperio que se encontraba colapsado por las enfermedades. La epidemia de viruela fue seguida por el sarampión (1530-31), el tifus en 1546, y la gripe en 1558. La difteria, las paperas, la sífilis y la peste neumónica también golpearon fuerte en la población. "Los españoles han causado una muerte miserable a 20 millones de personas", escribió en su texto "Apología" el holandés Guillermo de Orange, esforzado padre de la propaganda negativa del Imperio español.
Han pasado muchos siglos de aquello, y los historiadores e
hispanistas han escrito desde entonces sobre el tema, y la mayoría coindicen en
que es un error llamarlo genocidio. Entonces ¿Por qué hoy se sigue teniendo esa
percepción? Aquí aparecen dos asuntos, el primero es la ignorancia de los
españoles y sus instituciones para conocer y divulgar lo que realmente sucedió
durante y después de la conquista.
La Real Academia de la Lengua define genocidio como
«exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza,
etnia, religión, política o nacionalidad»
Nunca hubo una idea de exterminar a aquellas poblaciones.
Muy al contrario, la primera orden era evangelizar. Pensemos que la religión
era lo más importante en aquellas épocas y para los RR CC saber que existían
multitud de personas con unas religiones muchas veces con sacrificios humanos
era impensable para ellos abandonarlos espiritualmente. Pero eso lo supieron a
la vuelta del primer viaje de Coló, cuando se presentó ante ellos con unos
pocos indios y con la idea de esclavizarlos.
La negativa fue rotunda. Serían vasallos de la Corona de Castilla
y solamente en caso de ser enemigos en lucha y vencidos podrían ser
esclavizados, como era costumbre en la Edad Media. Si un indígena era
evangelizado no podría ser esclavizado y era súbdito de la corona al igual que
cualquiera.
Sabiendo que no habían llegado a Japón ni a la India el
objetivo era la explotación del territorio y ahí es donde el indígena era
fundamental. A la vez de conseguir zonas para la explotación, durante casi todo
el siglo XVI se exploró a lo largo y ancho del continente con desigual fortuna,
y a veces se conseguía la dominación por acuerdos de paz y otras luchando.
“Muchos fallecieron en las guerras y otros por los excesos
de la esclavitud a la que fueron sometidos, pero no cabe duda de que la
principal causa de mortandad fueron las enfermedades”, dice la profesora Gisela
Von Wobeser, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Con la intención de menoscabar el prestigio de la Monarquía hispánica, dueña absoluta del continente durante casi un siglo, los holandeses, los ingleses y los hugonotes franceses exageraron las conclusiones del libro "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", escrito por el fraile dominico Bartolomé de Las Casas. Este fraile que acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje no había imaginado que su texto iba a ser la piedra central de los ataques a España cuando denunció el maltrato que estaban sufriendo los indígenas. Las traducciones y reediciones se multiplicaron entre 1579 y 1700, escritas en neerlandés, en francés y en inglés. Lo que todos obviaron cuando emplearon a Las Casas para atacar al Imperio español es que él mismo representaba a un grupo de españoles con el coraje de denunciar el asunto, la mayoría misioneros, y a una creciente preocupación que atrajo el interés de las autoridades. Los críticos consiguieron que en 1542 las leyes nuevas recordaran la prohibición de reducir a los indios a esclavitud y sancionaron el fin del trabajo forzoso, la encomienda.

Bartolomé de las Casas
Curiosamente, los enciclopedistas franceses, muy críticos con todo lo referido a España en otras cuestiones, fueron los primeros en ver que las cifras presentadas por de Las Casas, 20 millones de muertos causados por los métodos de los conquistadores, eran del todo imprecisas. En "El Ensayo sobre las costumbres" (1756), Voltaire afirma que Las Casas exageró de forma premeditada el número de muertos e idealizó a los indios para llamar la atención sobre lo que consideraba una injusticia. «Sabido es que la voluntad de Isabel, de Fernando, del cardenal Cisneros, de Carlos V, fue constantemente la de tratar con consideración a los indios», expuso en 1777 el escritor francés Jean-François Marmontel en una obra, «Les Incas». La Revolución francesa y la emancipación de las colonias en América elevaron a Las Casas a la categoría benefactor de la Humanidad.

Más allá del brutal impacto de las enfermedades, es cierto que la violencia de la Conquista de América provocó la muerte directa e indiferente de miles de personas. El que existiera un grupo de personas críticas con los métodos empleados por los conquistadores –un grupo de hombres que perseguían como principal objetivo el hacerse ricos– o que los Reyes españoles plantearan soluciones –aunque fueran incompletas e incluso hipócritas– no exime a España de sus pecados y del daño cometido, pero sí la diferencia de precisamente los países que censuraron una actuación que luego ellos mismos practicaron.
Sin entrar a valorar el fangoso proceso llevado a cabo por los anglosajones en Norteamérica, la explotación de caucho en el África negra dejó a sus espaldas 10 millones de muertos en el Congo Belga. "La colonización europea de los siglos XIX y XX fue culpable de crímenes semejantes a los cometidos por los conquistadores españoles. La única diferencia es que no encontraron a un Las Casas para denunciar las injusticias con tanta repercusión", sentencia el hispanista Joseph Pérez en el citado libro.
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