sábado, 26 de diciembre de 2020

66.- ESPAÑA SIGLO XVI - (2)

La coronación de Carlomagno como emperador de los romanos en 800 constituyó el ejemplo que siguieron los posteriores reyes, y fue la actuación de Carlomagno defendiendo al papa frente a la rebelión de los habitantes de Roma, lo que inició la noción del emperador como protector de la iglesia. Carlomagno murió en el 813, y dividió el territorio en marcas, condados y ducados. El Imperio de Carlomagno estaba ubicado a través de toda Europa Occidental, pero su núcleo se encontraba en la actual Francia. Tras su partición por el Tratado de Verdún en 843, desaparece este Imperio y sería sustituido un siglo después por el Reino de Francia en su parte oeste, y por el Sacro Imperio Romano Germánico en el este. Carlos IV de Alemania era realmente rey de los romanos, emperador por tanto. Y Carlos V, (Carlos I de España), exactamente igual, no se podía ser Emperador sin ser rey de romanos..
-------------CARLOMAGNO ---- En el año 1500 nació en Gantes Carlos de Habsburgo. Sus padres eran Felipe de Habsburgo, conocido como El Hermoso, archiduque de Austria, y doña Juana de Castilla, heredera de la corona castellana y transmisora de la aragonesa. Sus abuelos maternos eran nada menos que los Reyes Católicos y los paternos el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I de Habsburgo y doña María de Borgoña. Este niño sería heredero de todos ellos al ser el primogénito, Tomó la religión católica como el instrumento unificador. Su tía Margarita, hermana de Felipe el Hermoso, se encargó de su educación, para que sea educado a la manera castellana. Guillermo de Croy, señor de Chievres, hombre de gran codicia que se ganó la confianza del príncipe, lo que le convertirá en un hombre de estado. Un 19 de setiembre de 1517, el joven príncipe Carlos de Habsburgo, que llegaría a ser Carlos I de España y el V titular del Sacro Imperio Romano Germano, el emperador, el hombre más poderoso de la tierra en aquella época, desembarcó en Tazones, pueblo de Asturias, con su corte. Cuarenta barcos de la escuadra traían al joven príncipe Carlos, de diecisiete años, Y se encontraron ante la costa de Tazones, en Asturias donde pisó tierra española procedente de Flandes por primera vez. Un error en el rumbo según relata Laurent Vital, el cronista flamenco que viajaba con el rey. Decidieron desembarcar dadas las malas condiciones del tiempo. Desde allí se dirigió a Villaviciosa. Dos meses después, en Tordesillas visitó el 4 de noviembre a su madre, la reina Juana I, que se encontraba allí recluida, y el lugarteniente Chièvres obtuvo de la reina Juana el acta por el que reconocía a su hijo Carlos que gobernara en su nombre, dando legitimidad a la toma de poder de Carlos. Luego ya Valladolid, recibió la noticia del fallecimiento del cardenal Cisneros, con el que debía haberse encontrado, pero con la muerte del fiel cardenal, su camino a la corona de Castilla quedaba expedito.
------------CARLOS I DE JOVEN--- Realmente cuando llegó, Carlos era poco más que un adolescente abúlico y bastante indeciso, y en las tareas de gobierno se dejaba por lo extranjeros que le acompañaban, la mayoría flamencos. Ya hemos visto que Guillermo de Croy, señor de Chièvres, negoció y obtuvo con Juana I de Castilla la gobernación del reino en favor de Carlos. La comunicación con las Cortes de Valladolid, Zaragoza y Barcelona era prácticamente nula, dado a que el rey no hablaba castellano ni ninguna de las lenguas de la península, todas las comunicaciones pasaban por extranjeros. Esto fue aprovechado descaradamente por algunos para colocarse en buenas posiciones en cargos públicos. Actuaban los flamencos y alemanes como si España se tratara de tierra conquistada. Actos de prepotencia que sumados a los atropellos que realizaban con despótica altanería, sembraron el descontento entre los castellanos. Tenemos que saber que para los Habsburgo ser el rey era ser el propietario de los territorios del reino, y disponía a placer, era hereditario y eso era así desde siempre. Mientras que en España las cosas eran diferentes. Por extraño que parezca ya en la edad media los reyes estaban rindiendo cuenta a las Cortes de cada reino, que estaba formada por nobles y burgueses y el alto clero. Y eran los que aportaban dinero según las necesidades del reino. El rey debía cuidar de que se cumplieran las leyes, proteger los territorios y buscar ayuda en caso de luchas contra enemigos, musulmanes o cristianos, así como también ampliar los dominios. Por lo que en las Cortes de Castilla, Carlos I no tenía las cosas fáciles y todo esto era algo que el gran cardenal Cisneros quería detallar al nuevo rey en entrevista personal, cosa que los nobles de la comitiva real evitaron y Cisneros murió poco antes de la pactada entrevista. Eso en 1517.
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-------RECREACIONES DE LA LLEGADA DE CARLOS--------- Más adelante en Castilla se había formado un importante bando a favor del príncipe Fernando, hermano menor del Carlos. Fernando había nacido en Alcalá de Henares y fue criado por su abuelo, Fernando el católico, a la manera de las tradiciones y costumbre de España. A esta situación se añade el desprecio de Chievres hacia los españoles, el reparto de favores y el nombramiento de borgoñones para los cargos de control del poder, así como las fuertes sumas de dinero embarcadas por Chievres hacia los Países Bajos. El 9 de febrero de 1518, convocadas por el rey las Cortes de Castilla en Valladolid, acuciado como estaba por la necesidad de dinero. La reunión de las Cortes habían sido pospuestas por los extranjeros allegados a Carlos con objeto de que los castellanos no se quejaran al rey de sus problemas y le impusieran exigencias. Pero durante las Cortes pidieron que el rey residiera en España, igual que su hermano Fernando, que se le diera tratamiento de reina a su madre, doña Juana, que mientras ella viviese no ostentase él, el título de rey. Y que aprendiese pronto a hablar castellano. Los castellanos pidieron que cesara la venta de cargos, que eran entregados como si de garbanzos se tratara, y también la salida de España del oro y la plata. Carlos aceptó todas las peticiones a cambio de conseguir los fondos solicitados. Así las Cortes juraron obediencia y Carlos respeto a las condiciones y costumbres castellanas. En mayo de 1518 juró respeto a los fueros aragoneses con peticiones similares a las castellanas, obteniendo la misma cantidad pecuniaria que la de Castilla. En febrero del año siguiente fue recibido con todos los honores por la Generalidad catalana y aunque tenía previsto acudir a Valencia no pudo hacerlo. Durante las Cortes de Barcelona se conoció la noticia de la muerte del Emperador Maximiliano acaecida en enero de 1519, y la presentación de candidaturas al trono imperial, que era electivo. A partir de ese momento centraron los esfuerzos Carlos y sus acompañantes, con el señor de Chiévres a la cabeza, en recaudar el dinero necesario para la compra de los votos de los electores.

martes, 22 de diciembre de 2020

65.- ESPAÑA SIGLO XVI - (1) CARLOS I

En 1516 había muerto Fernando el católico, Isabel lo había hecho en 1504 y Felipe e hermoso en 1506. Quedaba Juana I de Castilla, como heredera de las coronas. Pero enferma de sufrimientos y encerrada durante años, no estaba en condiciones de regir y mucho menos de gobernar todo el Imperio Español que heredaba. Entramos en otro periodo de la historia de España y también de Europa. El tercer período de la historia de la humanidad, es decir el que sigue a la Edad Media se ha dado en llamar la Edad Moderna. Para algunos la fecha fundamental del cambio de era fue el Descubrimiento de todo un continente hasta entonces desconocido en 1492. Se coincide en el siglo XVI con el momento de máximo prestigio internacional de España como nación, el momento que ha alcanzado la máxima extensión territorial y asimismo el periodo de mayor poder económico que jamás hasta entonces había conocido el país. Capitanes y diplomáticos, mercaderes y obispos españoles cumplen la labor de difundir una cierta idea de España en los lugares más distantes. Es por esto que en el exterior, mucho más que en la propia península se comienza a hablar de España como de un Estado unificado y homogéneo, y no como una reunión más o menos azarosa de diversos reinos y territorios, como lo fue en el siglo anterior. Esa España moderna se sostiene casi exclusivamente extrayendo recursos humanos y financieros de las entrañas de Castilla y de la explotación de los territorios americanos. Sería posible decir que Enrique IV de Castilla y Juan II de Aragón y Alfonso V de Portugal fueron los últimos reyes medievales de la península. Y sus sucesores, los reyes católicos, los que reinaron a caballo entre ambas edades, e incluso más aún, han sido protagonistas del desarrollo de este proceso.
Como sabemos en 1492, bendito año, se había terminado de conquistar al reino nazarí de Granada, con lo cual todo el territorio peninsular era cristiano, heredado como tal de los romanos, mil años antes. También se había descubierto un continente, aunque todavía no se sabía que esta era así. Los Reyes Católicos nunca fueron conscientes de la envergadura del Descubrimiento. Su participación en el proyecto fue muy limitada. El dominio español se limitada a varias islas periféricas. La herencia dejada fue complicada, por la enajenación de la hija heredera, la reina Juana que fue regentada en dos ocasiones por el cardenal Cisneros, hasta la muerte de Fernando, cuando llegó Carlos de Habsburgo la cuestión se dilucidó. Bien, pues dejamos ya al siglo XV empezamos a centrarnos en el XVI y siguientes. Cuando muere en 1516 Fernando el Católico, dejando vacante la corona de Aragón, y la corona castellana en manos de doña Juana, recluida en Tordesillas debido a su enajenación mental, convertía a su hijo Carlos en gobernador del reino de Castilla aunque en realidad todo el poder quedaba en sus manos. La llegada de Carlos de Habsburgo supuso el principio de un nuevo poder imperial en Europa. A la suma de las herencias continentales de los Habsburgo y la monarquía española, se añadieron las conquistas en América, que arriesgados capitanes españoles iban agregando con mucho sacrificio y valentía. En el siglo XVI, los dominios españoles habían alcanzado la mayor extensión territorial de su historia. Los romanos, el mayor Imperio hasta entonces conocido habían dominado unos 3,5 millones de kilómetros cuadrados. El Imperio Español llegó a tener alrededor de los 20 millones de kilómetros cuadrados, entendiendo que los territorios se les consideraba tierra española, no colonias, como lo hicieron otras potencias. Es por esto que en el exterior, mucho más que en la península, se habla de España como un Estado unificado y homogéneo, y no como una reunión más o menos azarosa de diversos reinos y territorios.
RECREACIONES DE LA LLEGADA DE CARLOS I ---
El mantenimiento del Imperio sería la razón de ser de toda la gestión del monarca austríaco y sus sucesores. España se consolidaría su importancia al ponerse como protector máximo de la religión cristiana y cercano al papa. Los Habsburgo ocupaban el trono Imperial de Austria desde 1279. Ya Maximiliano I consiguió el Franco Condado y los Países Bajos. A esto suma su hijo Felipe el hermoso, tras su boda con Juana de Castilla, el imperio español. Murió pronto Felipe y heredó Carlos I de España el Imperio en 1517, con su madre Juana I que no participó en el gobierno. A partir de entonces pasarían doscientos años de la casa de Austria en España, sumando unos cambios impensables para los tiempos de los RR CC. “A ellos les debemos todo” sentenció una vez Felipe II, al hablar de Isabel y Fernando. Y no le faltaba razón, porque dejaron una sólida base. Unos fundamentos de unidad y religión cristiana de marcado acento español. Y también con el centralismo, una monarquía absolutista, como es lógico en ese tiempo. Pero a Carlos, al principio parte de la nobleza desconfiaba de él, por ser extranjero, no hablar castellano y venir rodeado de personajes con las intenciones de poder y riqueza por bandera, y sobre todo porque Carlos tenía diecisiete años y era aún influenciable. Sin embargo este descontento popular, por más extremado que fuera, como las revueltas castellanas y las de Valencia y Mallorca, que más adelante contaremos, debe entenderse como un estado de rebelión y agitación que entre el pueblo llano venía arrastrándose desde el siglo anterior. Una de las causas era el intento de imponer el poder absoluto en Castilla para todo el país. Una pretensión que no era nueva, los Reyes Católicos ya habían sentado las bases para su imposición cuando aprovecharon los enfrentamientos entre la nobleza y las oligarquías locales para reforzar su poder. Castilla contaba ya con un poder real centralizado que representó el eje de la monarquía sobre el que Carlos se apoyó para aclimatarse a un país que lo acogió y secundó en sus empresas. Bien es cierto que al principio, hubo problemas, como hemos contado, las revueltas castellanas y las de las germanías, con hechos sangrientos. Pero supo el monarca imponerse y tomar a España como su tierra, como el propósito primero de su vida política y militar. Profundamente religioso fue un paladín de la fe católica y le tocó lidiar con las luchas con los reformistas. Por entonces llegó Martín Lutero, nacido en lo que hoy es Alemania en noviembre de 1483 y murió en febrero de 1546. Lutero en sus “95 Tesis” del 31 de octubre de 1517 que fueron clavadas en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg (Sajonia) se condenaba la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica. En sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa. Pero hablaremos un poco de Carlos en el siguiente capítulo.

domingo, 20 de diciembre de 2020

64.- CORONA DE CASTILLA Y ARAGÓN (27)

ULTIMOS AÑOS DE FERNANDO ----- En 1504 había muerto Isabel y en 1506 vinieron a España su hija Juana y su yerno Felipe el Hermoso. Se firmó un acuerdo en el que Fernando se retiraba a Aragón y los esposos eran los reyes de Castilla y León. Pero a los tres meses de esto muere imprevistamente Felipe, sumiendo a Juana en un profundo dolor que venía a agravar su salud mental. Fernando nombró al Cardenal Cisneros Presidente del Consejo de Regencia de Castilla y lo fue entre 1506 y 1507. En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria. Por entonces su hija Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba embarazada, daba ya muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir diariamente el féretro que contenía el cadáver. Poco después, el 20 de diciembre, la soberana comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe el Hermoso a la ciudad de Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península.
A pesar de todas las presiones que recibió para que desistiera, Juana, obsesionada con la idea de que alguien pudiera robar el cuerpo de su difunto marido, no cejó en su propósito. Antes de partir, en la cartuja de Burgos, la reina ordenó que se abriera el ataúd y se expusiera públicamente el cadáver, obligando a todos los presentes a que contemplasen al yacente, quien aparecía envuelto en vendajes impregnados en ungüentos y embadurnado por completo en cal para evitar su descomposición, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de Anglería, testigo presencial de la dramática escena. Cerrado el féretro, se acomodó en una carreta tirada por cuatro caballos y el lúgubre cortejo comenzó su marcha. Juana y su cortejo no avanzaron demasiado. Al llegar a la cercana villa de Torquemada, la reina debió detenerse, entre otras cosas debido a las molestias provocadas por el embarazo de la que iba a ser su hija Catalina. En Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por el carro con el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no vaciló y, para evitar que la nobleza castellana la influenciara, (cosa que más adelante intentaron) hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, hasta su muerte en 1555. Murió siendo reina de Castilla. Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como Canciller Mayor de Castilla. Hombre eminente, muy valioso y honesto. Para Fernando, había llegado el momento de la venganza contra aquellos que lo habían traicionado apenas un año antes, cuando muchos de sus servidores se pasaron al bando de Felipe el Hermoso nada más llegar éste a Castilla. Para ello el Rey Católico no dudó en valerse de la Inquisición. Así, permitió que el inquisidor Lucero, el Tenebrario, instalado en Córdoba, asolara media Andalucía encarcelando a judeo-conversos, muchos de ellos antiguos servidores de la Corona, de los que buena parte ardieron vivos en las hogueras encendidas por el tribunal de la fe. Conviene recordar que los conversos españoles vieron en la llegada de Felipe el hermoso una oportunidad de oro para eliminar la Inquisición, o cuando menos para recortar parte de sus atribuciones.
La empresa americana después de la muere de Isabel fue otro de los trabajos y preocupaciones de Fernando. Ya la Reina Isabel había promulgado decretos para la protección de los indios frente a los posibles (y ciertos) abusos de los colonizadores. Determinó que los indios seguirían siendo propietarios de sus tierras y prohibió expresamente la esclavitud. En 1503, los Reyes Católicos fomentaron los matrimonios mixtos. Pero la situación estuvo llena de irregularidades y vacíos jurídicos. El matrimonio también era una herramienta para la conversión de los indios. Fue la importancia de regularizar tales uniones lo que llevó al rey Fernando el Católico a aprobar la ley de 1514 que sería en una de las principales características de la experiencia colonial española: el mestizaje. La cédula de Fernando sirvió para llenar un vacío legislativo referente a la condición legal de los indios, asegurando la absoluta legitimidad e igualdad de la descendencia que surgiera de los matrimonios mixtos comparados con los matrimonios de Castilla.
-EL CARDENAL CISNEROS Mientras en España, Fernando no pudo llevar a cabo la venganza contra la alta nobleza, por el enorme potencial militar de tan poderoso grupo. Pero cuando las circunstancias lo permitieron, Fernando se apresuró a dar un escarmiento a quienes lo hubieran desafiado. La vejez de Fernando corrió en paralelo con el engrandecimiento de la figura de Cisneros. Hombre de Iglesia y de Estado, Jiménez de Cisneros fue inquisidor general, arzobispo de Toledo e incluso cardenal. Asumió la regencia de Castilla durante la estancia de Fernando en Nápoles, y volvería a desempeñar tal papel desde la muerte del rey hasta la llegada a España de Carlos V. Cisneros utilizó las inmensas rentas que le proporcionaba su extenso y rico arzobispado para una empresa que tuvo mucho de aventura personal: la conquista de la estratégica plaza norteafricana de Orán, un paso más en la expansión imperial española. Esta nueva hazaña no frenó el declive físico de Fernando. El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a toda costa, se rumoreaba que incluso tomaba extraños brebajes para fortalecer su ya caduca virilidad. El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y nacido antes de su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla. El Cardenal Cisneros Falleció el gran rey Fernando el católico el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo. Como escribió el historiador de la época, Pedro Mártir de Anglería, “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos, murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”. El cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno y lo estuvo hasta la llegada de Carlos de Gante el 19 de septiembre de 1517. El viejo cardenal estaba presto a encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla y estaba ya todo encargado para la entronización. La comitiva real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros salió a su encuentro. Comenzaban las intrigas de los flamencos, Guillermo de Croy, lugarteniente de Carlos, no confiaba en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517. Realmente con este hombre desaparecía toda influencia de los Trastámara en Castilla.
MUERTE DE FERNANDO -----------
Foto de la casa de Santa María donde murió el rey Fernando el Católico en Madrigalejo, Cáceres, cuando iba de camino al Monasterio de Guadalupe

63.- CORONA DE CASTILLA (26)

CASTILLA DESPUES DE ISABEL----- Precisamente en el año en que muere Isabel, 1504, Fernando había logrado uno de los objetivos que había acariciado durante más tiempo. Por fin, tras décadas de intentos, el reino de Nápoles había pasado a poder español. Su famoso lugarteniente, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, conquistó el reino de Nápoles para Fernando y él se convirtió en virrey. Las tropas y el dinero de Castilla consiguieron expulsar a los franceses de aquella antigua posesión aragonesa y derrocar a la dinastía local gracias a una serie de sensacionales victorias del Gran Capitán, el genio de la guerra de aquel tiempo. Un éxito como pocos que habría coronado una gloriosa trayectoria vital. El fallecimiento de Isabel produjo sin duda en el monarca aragonés un profundo impacto emocional, pues, pese a los deslices de Fernando y puntuales desacuerdos, entre ambos había surgido un respeto y cariño mutuos que completaban lo que fue una alianza política. Pero también le dejó en una posición política muy débil, ya que sus derechos al trono castellano dependían únicamente de su condición de rey consorte. La heredera legítima era su hija, Juana, casada con el archiduque Felipe de Habsburgo, “el hermoso”, como le llamó Francisco I, rey de Francia al presentarlo, como un hermoso archiduque. Era hijo del emperador Maximiliano. Una hija aquejada de una evidente inestabilidad mental y que además estaba enamorada de forma obsesiva de su esposo, quien la manejaba a su antojo. Estaba claro que su joven yerno, una vez que se hiciera con el trono castellano, no iba a permitir las injerencias de Fernando. La muerte de la reina Isabel, además, reabrió viejas heridas mal cerradas en el tejido social castellano. La gran nobleza, que odiaba con saña al “viejo aragonés”, como lo llamaban, los principales magnates, que habían sido sojuzgados en tiempos pasados, esperaban la llegada de Felipe para tener la oportunidad de desprenderse del yugo de la monarquía y de volver a sus acostumbrados abusos, rapiñas y usurpaciones.
En esta tesitura, el genio político de Fernando el Católico se puso de manifiesto una vez más. Todo parecía haberse puesto en su contra: abandonado por la nobleza castellana, acosado en Nápoles por los franceses, cuya potencia militar era muy superior, enfrentado al emperador Habsburgo, al rey de Aragón se le cerraban todas las salidas. Pero todo cambió gracias a una jugada maestra de la diplomacia. Fernando se alió con su acérrimo enemigo, Luis XII de Francia, y se casó por poderes con la sobrina de éste, Germana de Foix, de apenas 17 años, en octubre de 1505 y celebrándose las velaciones de dicho matrimonio en Dueñas el 18 de marzo de 1506. El matrimonio levantó las iras de los nobles de Castilla, ya que lo vieron como una maniobra de Fernando el Católico para impedir que Felipe el Hermoso y Juana I heredasen la Corona de Aragón. Con ella tuvo, en 1509, otro hijo, Juan, que murió a poco de nacer. De haber vivido sería el heredero de la corona de Aragón, desplazando así a Felipe. También la Corona de Aragón hubiese quedado separada de la de Castilla. Fue así como, nada más desembarcar Juana y Felipe en La Coruña, en abril de 1506, procedentes de los Países Bajos, se puso en evidencia el cambio de lealtades de la aristocracia. A medida que los nuevos reyes se iban internando en el territorio peninsular, se iban añadiendo a su séquito infinidad de tropas enviadas por la más alta nobleza. En Villafáfila, una villa de Zamora, es donde firmaron el acuerdo Fernando y Felipe, junio de 1506, y donde se reconoce la enajenación mental de Juana I de Castilla.
Fernando renuncia al gobierno de Castilla aunque seguirá administrando las órdenes religiosas y percibiendo la mitad de las rentas de América. Felipe el Hermoso, quedaba como único rey de Castilla y de León. Fernando, que venía gobernando Castilla (a través del regente cardenal Cisneros), en virtud de lo indicado en el testamento de Isabel la Católica y de lo acordado con Juana y Felipe en la Concordia de Salamanca un año antes, se retiraba a sus reinos de Aragón. La suerte también jugó a favor de Fernando. ¿Quién iba a suponer que el joven y robusto Felipe caería gravemente enfermo y moriría de repente? Es lo que sucedió a los tres meses. Tan rápido se desarrolló todo, que más de uno habló de que alguien lo había envenenado, cosa nada rara en la época, aunque más bien parece que el impetuoso príncipe flamenco fue víctima de una epidemia de peste que asolaba la Península. Comoquiera que fuese, la desaparición de Felipe permitía a Fernando volver a ocupar el poder en Castilla, esta vez como regente en nombre de su hija Juana (la Loca) y de su nieto, el futuro emperador Carlos V, por entonces un niño de seis años.
La noticia de la muerte de su yerno le llegó a Fernando cuando se encontraba en Italia, en un pueblo de la bahía de Génova. La reciente conquista del reino, dirigida por el castellano Fernández de Córdoba, se había realizado sobre todo con dinero y tropas también castellanas; ahora, como rey de Aragón, Fernando pretendía integrar el reino italiano en su corona, y justamente por ello temía que se le pudiesen discutir sus derechos. Además, estaba la incómoda figura del Gran Capitán, de quien algunos decían que estaba dilapidando el patrimonio regio napolitano repartiendo toda suerte de mercedes a sus subordinados. A oídos del rey Fernando llegaron incluso rumores de que el aclamado general tramaba dar un golpe de mano para convertirse él mismo en rey de Nápoles. De modo que, nada más abandonar Castilla, Fernando se dirigió a Barcelona y allí se embarcó con rumbo a Italia. En Génova se entrevistó con el Gran Capitán, al que colmó de muestras de afecto y de títulos. Pero cuando llegó a Nápoles, sabiendo ya la muerte de Felipe, no tuvo contemplaciones. El Parlamento del reino lo reconoció como rey, lo que significaba que automáticamente el Gran Capitán cesaba en sus funciones de virrey. Para compensarlo, el Rey Católico le concedió un nuevo título, el de duque de Sessa, así como el cargo de maestre de la Orden de Santiago. El veterano general tenía 56 años, se vio obligado a abandonar Italia, el país que había conquistado para un rey que ahora se deshacía de él sin contemplaciones. La leyenda añadió luego una famosa historia en torno a las relaciones entre Fernando el Católico y Gonzalo Fernández de Córdoba, la de las “Cuentas del Gran Capitán”.
EL GRAN CAPITAN GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA----- La historia, de cuya veracidad no hay pruebas, servía para poner de manifiesto el generoso desprendimiento del noble militar, en contraste con la mezquindad de Fernando, y reflejaba la imagen negativa que se llegó a crear en torno a un rey nada agradecido a sus vasallos, por mucho que a éstos les debiera. En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria.

ARAGÓN - (segunda parte)

    Alfonso I, el batallador, es derrotado en la batalla de Fraga (provincia de Huesca) que tuvo lugar el 7 de julio de 1134, entre las trop...