domingo, 20 de diciembre de 2020
64.- CORONA DE CASTILLA Y ARAGÓN (27)
ULTIMOS AÑOS DE FERNANDO -----
En 1504 había muerto Isabel y en 1506 vinieron a España su hija Juana y su yerno Felipe el Hermoso. Se firmó un acuerdo en el que Fernando se retiraba a Aragón y los esposos eran los reyes de Castilla y León. Pero a los tres meses de esto muere imprevistamente Felipe, sumiendo a Juana en un profundo dolor que venía a agravar su salud mental. Fernando nombró al Cardenal Cisneros Presidente del Consejo de Regencia de Castilla y lo fue entre 1506 y 1507. En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria. Por entonces su hija Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba embarazada, daba ya muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir diariamente el féretro que contenía el cadáver. Poco después, el 20 de diciembre, la soberana comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe el Hermoso a la ciudad de Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península.
A pesar de todas las presiones que recibió para que desistiera, Juana, obsesionada con la idea de que alguien pudiera robar el cuerpo de su difunto marido, no cejó en su propósito. Antes de partir, en la cartuja de Burgos, la reina ordenó que se abriera el ataúd y se expusiera públicamente el cadáver, obligando a todos los presentes a que contemplasen al yacente, quien aparecía envuelto en vendajes impregnados en ungüentos y embadurnado por completo en cal para evitar su descomposición, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de Anglería, testigo presencial de la dramática escena. Cerrado el féretro, se acomodó en una carreta tirada por cuatro caballos y el lúgubre cortejo comenzó su marcha. Juana y su cortejo no avanzaron demasiado. Al llegar a la cercana villa de Torquemada, la reina debió detenerse, entre otras cosas debido a las molestias provocadas por el embarazo de la que iba a ser su hija Catalina. En Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por el carro con el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no vaciló y, para evitar que la nobleza castellana la influenciara, (cosa que más adelante intentaron) hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, hasta su muerte en 1555. Murió siendo reina de Castilla. Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como Canciller Mayor de Castilla. Hombre eminente, muy valioso y honesto. Para Fernando, había llegado el momento de la venganza contra aquellos que lo habían traicionado apenas un año antes, cuando muchos de sus servidores se pasaron al bando de Felipe el Hermoso nada más llegar éste a Castilla. Para ello el Rey Católico no dudó en valerse de la Inquisición. Así, permitió que el inquisidor Lucero, el Tenebrario, instalado en Córdoba, asolara media Andalucía encarcelando a judeo-conversos, muchos de ellos antiguos servidores de la Corona, de los que buena parte ardieron vivos en las hogueras encendidas por el tribunal de la fe. Conviene recordar que los conversos españoles vieron en la llegada de Felipe el hermoso una oportunidad de oro para eliminar la Inquisición, o cuando menos para recortar parte de sus atribuciones.
La empresa americana después de la muere de Isabel fue otro de los trabajos y preocupaciones de Fernando. Ya la Reina Isabel había promulgado decretos para la protección de los indios frente a los posibles (y ciertos) abusos de los colonizadores. Determinó que los indios seguirían siendo propietarios de sus tierras y prohibió expresamente la esclavitud. En 1503, los Reyes Católicos fomentaron los matrimonios mixtos. Pero la situación estuvo llena de irregularidades y vacíos jurídicos. El matrimonio también era una herramienta para la conversión de los indios.
Fue la importancia de regularizar tales uniones lo que llevó al rey Fernando el Católico a aprobar la ley de 1514 que sería en una de las principales características de la experiencia colonial española: el mestizaje. La cédula de Fernando sirvió para llenar un vacío legislativo referente a la condición legal de los indios, asegurando la absoluta legitimidad e igualdad de la descendencia que surgiera de los matrimonios mixtos comparados con los matrimonios de Castilla.
-EL CARDENAL CISNEROS
Mientras en España, Fernando no pudo llevar a cabo la venganza contra la alta nobleza, por el enorme potencial militar de tan poderoso grupo. Pero cuando las circunstancias lo permitieron, Fernando se apresuró a dar un escarmiento a quienes lo hubieran desafiado. La vejez de Fernando corrió en paralelo con el engrandecimiento de la figura de Cisneros. Hombre de Iglesia y de Estado, Jiménez de Cisneros fue inquisidor general, arzobispo de Toledo e incluso cardenal. Asumió la regencia de Castilla durante la estancia de Fernando en Nápoles, y volvería a desempeñar tal papel desde la muerte del rey hasta la llegada a España de Carlos V. Cisneros utilizó las inmensas rentas que le proporcionaba su extenso y rico arzobispado para una empresa que tuvo mucho de aventura personal: la conquista de la estratégica plaza norteafricana de Orán, un paso más en la expansión imperial española. Esta nueva hazaña no frenó el declive físico de Fernando. El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a toda costa, se rumoreaba que incluso tomaba extraños brebajes para fortalecer su ya caduca virilidad. El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y nacido antes de su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla. El Cardenal Cisneros
Falleció el gran rey Fernando el católico el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo. Como escribió el historiador de la época, Pedro Mártir de Anglería, “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos, murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”. El cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno y lo estuvo hasta la llegada de Carlos de Gante el 19 de septiembre de 1517. El viejo cardenal estaba presto a encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla y estaba ya todo encargado para la entronización. La comitiva real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros salió a su encuentro. Comenzaban las intrigas de los flamencos, Guillermo de Croy, lugarteniente de Carlos, no confiaba en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517. Realmente con este hombre desaparecía toda influencia de los Trastámara en Castilla.
MUERTE DE FERNANDO -----------
Foto de la casa de Santa María donde murió el rey Fernando el Católico en Madrigalejo, Cáceres, cuando iba de camino al Monasterio de Guadalupe
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