lunes, 8 de marzo de 2021

114.- SIGLO XIX - (1833 - 1842) - DESAMORTIZACIONES Y REVUELTAS

La subida al trono de Isabel II, bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón, y Espartero como valido, fue reconocida por los gobiernos de Francia, Inglaterra, Dinamarca, Estados Unidos  y otros. Por lo que la política interior se vio hipotecada por las influencias de Inglaterra y Francia, y ya los embajadores de ambos países intervinieron en el fracaso del primer valido, Zea Bermúdez.

En 1833, la reina regente, María Cristina de Borbón, tenía de su parte a los liberales contra los carlistas. El Gobierno, lo presidía el liberal Francisco Martínez de la Rosa, nombrado en 1834, se encontraba en plena guerra sin recursos para pagar al ejército. Aquí es donde un comerciante gaditano, con gran carisma, Juan de Dios Álvarez Mendizábal, se ofrece a gobierno español para desde Londres hacer gestiones ante banqueros británicos y franceses y sus gobiernos, a fin de conseguir un empréstito al gobierno español. Mendizábal encarnó un prototipo muy valorado en la sociedad estadounidense actual, un hombre hecho a sí mismo. Nacido en una humilde familia de comerciantes, se formó en el oficio de su padre, aprendió idiomas y descubrió que tenía un don para los negocios y también para la política. Tanto, que llegó a convertirse en el principal protagonista de la Revolución liberal española. De origen gaditano, había nacido en 1790. En 1811, siendo ya Ministro, firmaba como Álvarez Mendizábal. Pero la madre se apellidaba Méndez. Los Méndez eran conocidos en Cádiz como una familia de cristianos nuevos de origen judío. Decidió borrar a los judíos de su genealogía y sustituirlos por un origen vasco que era garantía de limpieza de sangre. Para ello le bastó cambiar su apellido Méndez por Mendizábal. En el Cádiz del siglo XVIII la casa de comercio Mendizábal era una de las más prestigiosas. Incluso amplió el engaño hasta hacer creer a su mujer que había nacido en Bilbao. Así lo declaró en el acta matrimonial.

JUAN ÁLVEZ DE MENDIZÁBAL 

En junio de 1835 cae el gobierno de Martínez de la Rosa y se nombra a José María Queipo de Llano, toda España se hallaba controlada por juntas revolucionarias y era una etapa anárquica y tumultuosa de la vida política.

Conseguida la ayuda internacional por Mendizábal, consiguió introducirse en la política del país. La reina se vio obligada a entregar el poder a los radicales, nombrando presidente del Consejo de Ministros a Juan Álvarez Mendizábal, el hombre de la Revolución Liberal. Más ladino que los ministros anteriores ideó un procedimiento más sutil para el triunfo liberal. Consiguió éste un voto de confianza para procurar los recursos que considerase necesarios para el sostén del ejército y terminar en breve tiempo con la guerra civil. Mendizábal comenzó a gobernar por decreto, siendo los más famosos los que regularon la desamortización.

Esta ley ni era ni por asomo popular. Ya el sabio Menéndez y Pelayo la señaló como “Un inmenso latrocinio”. El pueblo vio pasar las iglesias, conventos y tierras, de las manos de frailes y monjes que vivían de la caridad y que eran propietarios desde hacía siglos muchas de ellas, a manos de los caciques y los ricos de los pueblos que compraban a precio de subasta, las más manipuladas. Hoy podemos ver muchísimos conventos y monasterios abandonados y en ruina, después de haber arrancado y vendido los objetos de valor. 

La verdad es que el asunto no era nuevo. No hubo una desamortización, sino varias. Este proceso se desarrolló en España desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX.


MAPA DE PROVINCIAS DE 1833

La división  definitiva de España en provincias se hizo, después de varios intentos en 1833 cuando los liberales estaban asentados en el poder. Se crearon 49 provincias al frente de las cuales se puso lo que actualmente son los Delegados del Gobierno. Paralelamente con  la uniformidad administrativa y social surgieron los nacionalismos radicales y separatistas. Las Guerras Carlistas se convirtieron en defensa de los fueron tradicionales de Navarra y el País Vasco.

La disolución de las cámaras originó el desagrado de los liberales, al cancelar la reforma institucional. Acosado por la negativa de la reina y las posturas de los liberales dimitió en mayo de 1836. El nuevo gobierno realizó unas elecciones de las que debían salir unas Cortes Constituyentes. Dado el clima de insurrecciones por los exaltados liberales, se mascaba la idea de un golpe de Estado. María Cristina se vio obligada a restablecer la Constitución de 1812, por tercera vez derogando el Estatuto Real con el cual se gobernaba. Dimitido el gobierno, se nombra a Calatrava Presidente del Consejo de Ministros y se elaboran una serie de leyes liberales, libertad de prensa, supresión del diezmos ecleciástico, etc. Y un texto constitucional. La Constitución española de 1837 fue una iniciativa del Partido Progresista consensuada con el Partido Moderado y permitía la alternancia en el poder de los dos partidos liberales sin que cada vez que cambiara el gobierno hubiera que cambiar la Constitución. Estuvo vigente hasta 1845, cuando el Partido Moderado impuso su propia Constitución. La guerra se dejó en mano de los militares, pero fueron interviniendo en la política poco a poco. Destacó el general Baldomero Espartero que puso fin a la guerra con el Convenio de Vergara. Con el pretexto del fin de la guerra la regente disolvió las Cortes y convocó elecciones. La jugada le salió mal. Comenzaron a crearse  Juntas Revolucionarias en varias provincias y María Cristina no tuvo más remedio que abandonar la regencia y exiliarse en Francia, cediendo el poder a Espartero, estamos en 1840. A partir de aquí hubo una clara influencia de Gran Bretaña en los diferentes gobiernos progresistas. Se tensaron las relaciones ante la Santa Sede. Espartero no era un político, era un militar de “ordeno y mando”, y duró tres años, y se ganó la enemistad de todos. Hasta los militares conspiraron contra él, con O´Donnell y Narváez a la cabeza. Los progresistas que lo había llevado al poder, dejaron de seguirle. Otra vez aparecieron Juntas Revolucionarias tanto de progresistas como de moderados.

LOPOLDO O´DONNELL

En noviembre de 1842 estalló en Barcelona una insurrección. El gobierno se disponía a firmar un acuerdo comercial librecambista con Gran Bretaña que rebajaría los aranceles a los productos textiles ingleses lo que supondría la ruina para la naciente industria algodonera catalana.​ Una guerra de barricadas protagonizada por la milicia, apoyada por paisanos armados. Baldomero Espartero decidió dirigir personalmente la represión de la insurrección y el 22 de noviembre llegó a Barcelona que sería bombardeada si antes de 48 horas no se rendían. El 3 de diciembre de 1842, sin negociación comenzó el bombardeo y al día siguiente la ciudad se rendía. Se desarmó a la milicia y varios centenares de personas fueron detenidas, y cien fueron fusiladas. 

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domingo, 7 de marzo de 2021

113.- SIGLO XIX - GUERRAS CARLISTAS

El hermano del rey, Carlos María Isidro de Borbón, ni bien murió en 1833 Fernando VII,  emitió el Manifiesto de Abrantes, en el que declaraba su ascensión al trono proclamándose como Carlos V. Y de esa forma surgió el Carlismo. La nobleza se adhirió al bando isabelino en su mayoría y también la mayor parte del estamento militar. Los apoyos al movimiento carlista provenían de las clases populares y muy especialmente de los campesinos. Con todas las limitaciones que se quiera pero el carlismo se extendió por las regiones del interior de las regiones vasco-navarras, por el Maestrazgo y por la montaña catalana, la serranía de Ronda y la de Córdoba. Se daba una curiosa paradoja: el pretendiente don Carlos, que era muy religioso pretendía imponer en España un régimen absolutista y centralista, y era apoyado sobre todo por navarros, vascos y catalanes, es decir precisamente donde el celo por los privilegios forales y la autonomía política y económica era más fuerte. El campo solía ser de ellos; pero las ciudades, permanecieron fieles a la jovencita Isabel II y al liberalismo. Al futuro, dentro de lo que cabe, o lo que parecía iba a serlo. Don Carlos, que necesitaba una ciudad para capital de lo suyo, estaba obsesionado con tomar Bilbao; pero la ciudad resistió y Zumalacárregui murió durante el asedio, convirtiéndose en héroe difunto por excelencia. En cuanto al otro héroe, Cabrera, lo apodaban el tigre del Maestrazgo, era una verdadera mala bestia. Y cuando los gubernamentales fusilaron a su madre, él mandó fusilar a las mujeres de varios oficiales enemigos. Ése era el tono general del asunto.

TOMÁS DE ZUMALACÁRREGUI

La Primera Guerra Carlista se desarrolló en tres fases muy diferentes. La primer se prolongó hasta julio de 1835. Aparecieron partidas ordenadas por oficiales del ejército durante la Época Ominosa. Este alzamiento fue sofocado por tropas leales al gobierno de Madrid.

La segunda fase de la guerra duró hasta septiembre de 1837 y se caracterizó por un cierto dominio de los carlistas. El ejército de la regente María Cristina no estaba bien pertrechado. Poco apoyo extranjero y un plan ineficaz de contención en la zona vasco-navarra. Carlos llegó hasta Arganda, no entrando inexplicablemente en Madrid que estaba prácticamente desguarnecido.

La guerra civil, como todas, se desarrollaba con ferocidad y crueldad. Los humildes párrocos broncos sin el menor complejo, se echaban al monte con boina roja, animaban a fusilar liberales. El caso es que la sublevación carlista, léase, campo contra ciudad, fueros contra centralismo, tradición frente a modernidad.

Esto fue una de las barbaridades tan españolas, donde la violencia, la delación, el odio y la represalia infame, estallaron y ajustaron cuentas, fusilándose incluso a madres, esposas e hijos de los militares enemigos. Lo expresaba muy bien Galdós en uno de sus Episodios Nacionales, “La pobre y asendereada España continuaría su desabrida historia dedicándose a cambiar de pescuezo, en los diferentes perros, los mismos dorados collares”.

La tercera fase finalizó en julio de 1840 y fue de clara hegemonía gubernamental al terminar la reorganización del ejército que llegó a la cifra de cien mil hombres y también aprovechando la división del carlismo en dos facciones, el partido navarro, exaltado y el castellano, moderados.

BALDOMERO ESPARTERO 

Inglaterra se ofreció como mediadora. Los comisionados británicos consiguieron el Convenio de Vergara.  Así la guerra terminó con “El abrazo de Vergara” entre los generales Espartero y el carlista Maroto, en agosto de 1939.  “Soldados nunca humillados ni vencidos depusieron sus temibles armas ante las aras de la patria; cual tributo de paz olvidaron sus rencores y el abrazo de fraternidad sublimó tan heroica acción, tan español proceder” escribió Maroto.

La Segunda Guerra Carlista se originó al nombrar a Isabel como futura reina de España. Iniciada en 1846 fue provocada por no llevarse a cabo el matrimonio entre la reina y Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos (autoproclamado Carlos V) y por lo tanto se denominaría Carlos VI en la genealogía carlista.

Los hechos se circunscribieron casi exclusivamente a Cataluña con pequeños levantamientos armados. La esperada llegada del llamado Carlos VI a España desde su exilio en Londres nunca se produjo, lo que provocaría la disolución en 1849 de los últimos reductos sublevados.

Y el tercer intento carlista, en esta ocasión Carlos VII, sobrino del anterior se produjo en 1872 y se enfrentaría hasta 1876 en la época del reinado de Amadeo I de Saboya, también efímera Primera República y por último el reinado de Alfonso XIII. Carlo VII abanderó la contienda desde su partido Comunión Católico-Monárquica de raíces absolutistas con un ejército que se autoproclamaba el “ejército de Dios, del Trono de la Propiedad y de la Familia”.

La lucha se centró de nuevo en Cataluña y también el País Vasco y Navarra, donde resultaron un estrepitoso fracaso como el intento de tomar Bilbao.  El general Martínez Campos erradicó el carlismo de Cataluña y en Pamplona donde entró Alfonso XII en 1876 provocando la retirada de Carlos VII.

Pero estamos aún en 1835 y ante la presión carlista María Cristina decidió acercarse a los liberales pues era la única manera de defender el trono de su hija. Sin embargo, la separación de lo que se ha denominado las dos Españas era mucho más compleja. Con Don Carlos se encontraban la mayoría de la opinión de País Vasco, parte de Cataluña y Navarra, hostil a la dinastía que les había privado de sus libertades particulares (fueros). La nobleza en cambio, al frente de los grandes latifundios apoyaba a la Corona, que era el régimen en que se habían perpetuado esos privilegios.

El importante retraso que España había acumulado con respecto a las otras potencias europeas a nivel económico y social no fue solucionado después de la guerra.

Rompiendo toda relación con el liberalismo, pero también con los absolutistas más radicales que luego apoyarán a Don Carlos, sólo consiguió atraerse las críticas de la mayoría de la población. En ningún momento quiso recurrir a las ideas liberales y persiguió implacablemente a todo aquel que las defendía. Sólo se fio en su camarilla sin percatarse de que los miembros de esta cuidaban más de sus intereses personales que de los de la nación.

FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA

Las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el trabajo del importante personaje Martínez de la  Rosa, que puso en pie el Primer Parlamento Bicameral con la promulgación del Estatuto Real. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837 que imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente, en el ejercicio de sus funciones y le obligaba a compartir la soberanía con la nación.

La Constitución duró solamente ocho años, hasta 1845. Permitía la alternancia en el gobierno de los dos partidos liberales.

 

sábado, 6 de marzo de 2021

112.- SIGLO XIX - REGENCIA DE MARIA CRISTINA DE BORBÓN

 REGENCIA DE MARIA CRISTINA - ISABEL II-

Fernando VII muere en septiembre de 1833. Hereda, en virtud de la ley promulgada, su hija Isabel II, pero como era menor de edad tuvo de regente primero a su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, cuarta mujer de Fernando VII, que ocupa la Regencia de 1833 a 1840.  María Cristina de Borbón, reina regente, no debe confundirse con otra María Cristina que también fue regente años después, María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda de Alfonso XII y regente en nombre de su hijo Alfonso XIII desde 1885 hasta 1902. - Durante la regencia desde 1833 las revoluciones urbanas habían potenciado el acceso de los liberales progresistas a los Ayuntamientos y ello hacía más difícil el control gubernamental de las grandes ciudades. Isabel II tenía tres añitos cuando murió se padre. Reinaría luego hasta 1874. - La primera y mayor preocupación de la regente y el Gobierno fue controlar a los partidarios de don Carlos, hermano de Fernando, que desde Portugal, se había proclamado rey de España al conocerse la muerte del rey. El movimiento Carlista surgió cuando Fernando VII abolió la “Ley de Sucesión Fundamental” que había instaurado Felipe V. Según las condiciones, las mujeres podrían heredar el trono aunque únicamente de no haber herederos varones en la línea principal, hijos, o lateral, hermanos y sobrinos. Fernando decretó la “Pragmática Sanción”, que volvía a establecer el sistema de sucesión tradicional de Alfonso X de Castilla, por el cual las mujeres podían reinar si no tenían hermanos varones.  Es decir, que podía reinar su hija Isabel, (como así lo hizo), en lugar de su hermano de él, Carlos María Isidro de Borbón.

MARIA CRISTINA DE BORBÓN-DOS SICILIAS

Ante la presión carlista María Cristina decidió acercarse a los liberales pues era la única manera de defender el trono de su hija. Sin embargo, la separación de lo que se ha denominado las dos Españas era mucho más compleja. Con Don Carlos se encontraban la mayoría de la opinión de País Vasco, parte de Cataluña y Navarra, hostil a la dinastía que les había privado de sus libertades particulares (fueros). La nobleza en cambio, al frente de los grandes latifundios apoyaba a la Corona, que era el régimen en que se habían perpetuado esos privilegios. - El importante retraso que España había acumulado con respecto a las otras potencias europeas a nivel económico y social no fue solucionado después de la guerra.

Rompiendo toda relación con el liberalismo, pero también con los absolutistas más radicales que luego apoyarán a Don Carlos, sólo consiguió atraerse las críticas de la mayoría de la población. En ningún momento quiso recurrir a las ideas liberales y persiguió implacablemente a todo aquel que las defendía. Sólo se fio en su camarilla sin percatarse de que los miembros de esta cuidaban más de sus intereses personales que de los de la nación.

CARLOS MARÍA ISIDRO DE BORBÓN

Las provocaciones de los antiguos voluntarios realistas y la presión ejercida por algunos militares llevaron a la regente a aceptar la existencia de un régimen representativo basado en el muy moderado, Estatuto Real. Más adelante, los estallidos revolucionarios que se produjeron entre 1834 y 1836 hicieron posible la transición desde la fórmula del Estatuto Real a la Constitución de 1837 que imponía ciertas limitaciones al rey, en este caso la reina regente, en el ejercicio de sus funciones y le obligaba a compartir la soberanía con la nación. 

La Constitución duró solamente ocho años, hasta 1845. Permitía la alternancia en el gobierno de los dos partidos liberales.

viernes, 5 de marzo de 2021

111.- ESPAÑA SIGLO XIX (10) DECADA OMINOSA

 

Como sabemos reinaba Fernando VII y en 1823 la situación de España en el Trienño Liberal comprometía el equilibrio de las monarquías europeas. Francia, Rusia, Austria y Prusia deciden, con la inhibición de Inglaterra que solo estaba interesada en la suerte de las colonias americanas, intervenir militarmente si fracasa la diplomacia. No se atendieron las demandas y la invasión de los "Cien Mil hijos de San Luis" comenzó el 7 de abril de 1823.

La situación de España comprometía el equilibrio de las monarquías europeas. Francia, Rusia, Austria y Prusia deciden, con la inhibición de Inglaterra que solo estaba interesada en la suerte de las colonias americanas, intervenir militarmente si fracasa la diplomacia. No se atendieron las demandas y la invasión comenzó el 7 de abril de 1823. Las tropas francesas que las comandaban el duque de Angulema. Fueron conocidas como “Los Cien Mil Hijos de San Luis”. El Gobierno y las Cortes en Madrid decidieron trasladarse a Sevilla, pero la llegada de las tropas francesas obligó a trasladar la capital a Cádiz, llevándose al monarca con ellos. Cádiz fue sitiada y bombardeada. Los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza. Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre decretó la abolición de cuantas normas jurídicas que habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal y comienza lo que con vergüenza se llama “Década Ominosa”. Fernando VII recuperó el poder absoluto.

LOS CIEN MIL HIJOS DE SAN LUIS

En principio se cerraron las universidades de provincia y se prohibió la enseñanza de las matemáticas y de la astronomía. Se eliminaron las reformas liberales y se endureció la política absolutista, pero no se pudo evitar la decadencia del Antiguo Régimen ante el avance de la burguesía.

El monarca desencadenó una ola represiva que muchos veían como justa y necesaria pero llegó a alarmar a los gobiernos europeos temerosos de que se avivara una respuesta liberal. Para el rey la represión era algo inevitable. Una de los castigos ejemplarizantes y cuya conveniencia política fue puesta en duda por el gobierno francés recayó en Rafael de Riego. Todo fue realizado de forma vejatoria. Lo trasladan a Madrid y le encausan, condenándole a la pena de muerte. Pidió perdón y clemencia al rey y a todos aquellos a los que hubiera ofendido por sus posibles crímenes liberales, en una carta publicada por la Gaceta de Madrid. Pero todo fue en vano y fue declarado culpable de alta traición, por haber sido uno de los diputados que había votado por la incapacitación del rey. El 7 de noviembre de 1823 Rafael de Riego, hundido moral y físicamente, fue arrastrado en una espuerta por la calles de Madrid al patíbulo en la calle de la Cebada y ahorcado y decapitado entre los insultos de la misma población madrileña que poco antes le había aclamado como un gran héroe. Su cabeza fue enviada al pueblo donde cuatro años antes había proclamado la Constitución de 1812.

RAFAEL DE RIEGO ES AHORCADO EN MADRID

No obstante los liberales huidos se organizaban para volver a intentar el control del gobierno. En agosto de 1824 un grupo de liberales se apoderó de Tarifa y fueron sofocados por el ejército y aliados franceses. En febrero de 1826 unos 100 hombres liberales desembarcaron en Guardamar, pero también fueron derrotados y fusilados.

En 1830 en Francia se produjo una revolución que hizo caer a Carlos X y tomó el trono Luis Felipe de Orleans que juró la Carta Constitucional, hecho que daba alas a los liberales españoles. De hecho fueron ayudados por el ministro de Guerra francés y, organizados, procuraron la invasión entrando por los Pirineos. No contaron con el esperado apoyo del pueblo español y fueron derrotados en varias ocasiones. Otro intento desde Gibraltar con manifiesto del General Torrijos de carácter moderado, se adentraron por Ronda. Tampoco encontraron apoyo y el pronunciamiento pactado con militares españoles no se produjo. Traicionado Torrijos por un compañero de armas fue apresado junto con otros cincuenta hombres y todos fueron fusilados en diciembre de 1831.

FUSILAMIENTO DE TORRIJOS Y LIBERALES

Los años pasaban y el que fuera imperio español se iba reduciendo cada vez más y a excepción de Cuba y Puerto Rico la mayoría de las posesiones de ultramar habían dejado de serlo. En 1824 las fuerzas americanas mandadas por Sucre derrotaron en Ayacucho a las tropas metropolitanas y poco después la caída de la fortaleza del Callao marcó el fin de la dominación española. A pesar de este revés Fernando VII durante los últimos años de su reinado no cesó en su afán de reconquista de los territorios del antiguo Imperio.

Mientras tanto, los liberales se encontraban refugiados en el extranjero principalmente en Londres donde mantenían relaciones con los dirigentes liberales locales. - Inglaterra decidió adoptar una postura favorable al reconocimiento de los nuevos estados americanos. - El deseo de reconquista de Fernando VII le condujo a tomar pésimas decisiones. Derrota tras derrota se fueron mermando las posiciones españolas y al final del reinado solo Cuba y Filipinas permanecían bajo la Corona de España. - La grave enfermedad que padeció Fernando VII en septiembre de 1832 sirvió para desatar la lucha sucesoria. - Fernando se había casado en 1829 con su sobrina María Cristina de las Dos Sicilias, hija de su hermana menor. Y tuvieron dos hijas, Isabel (la futura reina) y Luisa Fernanda. - Dado la enfermedad del rey, María Cristina fue nombrada Regente y se apoyó en los medios menos intransigentes mientras durase la enfermedad.

FIRMA DEL ACUERDO DE SUCRRE EN LA BATALLA DE AYACUCHO

Fernando VII en marzo de 1830 vino a promulgar la “Pragmática Ley” de 1789, dejando nuevamente “Las Partidas” tradicionales que determinan la sucesión a la corona. De haber continuado la “Ley de Sucesión Fundamental”, que regía por promulgación de Felipe V, y que da preferencia a los varones y sus descendientes masculinos en la línea de sucesión, excluyendo a las mujeres, hubiera heredado su hermano Carlos Isidro. Al promulgar la Pragmática, hereda Isabel y eso fue el desencadenante que dio base a los carlistas y a las tres Guerras Carlistas.

A finales de 1832 comenzó una situación de transición que se ha llamado " Despotismo Ilustrado”. Durante el período que duró este gobierno de transición se promulgó una amnistía que permitió el regreso a España de miles de liberales desterrados, se reformó el ejército y se abrieron las universidades que habían sido cerradas en 1830. A partir del mes de enero de 1833 el Rey volvió a ocuparse de los asuntos del estado pero fue María Cristina quien siguió dominando la situación.

El 29 de septiembre de ese mismo año moría Fernando VII y su testamento convertía a su esposa en Regente hasta la mayoría de edad de Isabel.

MUERE FERNANDO VII (MUSEO DEL PRADO)

Fernando dejó tras de sí una estela vergonzante. Conspiró y se amotinó contra su padre, abdicó devolviendo la corona, aplaudió a un rey extranjero que le sustituyó, abandonó a su pueblo, que estaba luchando por su vuelta durante seis años, mientras vivía prisionero en jaula de oro. Juró la Constitución de 1812 y luego la derogó, reprimió cruelmente a los hombres que habían luchado por rescatarle de Napoleón, no supo defender el imperio americano, no supo negociar ni detener las emancipaciones americanas, pidió ayuda al ejército francés para luchar contra su propio pueblo, derrochó las obras de arte más importantes regalando una fortuna impresionante y con su actitud pasiva favoreció el expolio de los franceses. Nos dejó de regalo al morir el problema Carlista.

EL INQUISIDOR TORQUEMADA

La Inquisición, como tribunal eclesiástico, solo tenía competencia sobre cristianos bautizados, no contra judíos o musulmanes. Hemos de comp...