sábado, 29 de noviembre de 2025

LA REINA VICTORIA EUGENIA DE BATTENBERG

Ena, para los suyos, por el gaélico Aithne (fuego pequeño), nació en el castillo de Balmoral (Escocia), en 1887. Pasó su infancia y adolescencia entre esa residencia, el palacio de Buckingham, el castillo de Windsor, la casa Osborne, en la isla de Wight, y el palacio de Kensington.
Victoria, o Ena como la llamaban en su familia, fue fruto de un matrimonio morganático, que es el palabro que se utilizaba para definir a matrimonios entre personas de distinto rango. Su madre, Beatriz, princesa de Reino Unido por nacimiento y su padre, Enrique de Battenberg, un aristócrata alemán.

Victoria Eugenia fue invitada a una cena de gala en el Hôtel du Palais de Biarritz a la que también estaba invitado el rey español, Alfonso XIII. Para aquel entonces el Rey tenía ya 19 años y a pesar de un físico no demasiado agraciado, era considerado una especie de playboy, una suerte de partidazo que había nacido ya con la corona puesta. Su madre, que fue regente durante toda su infancia, María Cristina, estaba acostumbrada a hacer y deshacer a su antojo por aquello de los años de regencia y pensaba que también podía decidir con quién entroncaría su hijo en real matrimonio.
Para desgracia de la Reina regente María Cristina, en aquella cena de gala se cruzó en la vida de Alfonso una joven princesa inglesa de nombre Victoria Eugenia. Para María Cristina aquella era una pésima opción, argumentos en su contra tenía para elegir. Para empezar, profesaba una religión distinta a la de Alfonso, era anglicana, para continuar provenía de un matrimonio morganático en el que la familia real británica emparentaba con una a la que María Cristina consideraba unos advenedizos venidos a menos, los Battenberg.

María Eugenia sobre Alfonso XIII, dijo en una entrevista: “No se puede decir que fuese guapo, pero tenía una buena estatura. Era muy simpático, vivaz, pero no guapo. Era meridional, muy meridional”. Su correspondencia, custodiada hoy en el Palacio Real, estrechó el vínculo en la distancia.
Tras abjurar del protestantismo y recibir el bautismo católico en San Sebastián, en enero de 1906, la Casa Real hizo público su compromiso. La princesa todavía no hablaba español, pero no le costó demasiado aprenderlo: seis meses para seguir una conversación y un año y medio para participar en ella con solvencia.
Aficionada a la lectura, su biblioteca en España alcanzó los mil volúmenes, y hábil para los idiomas, hablaba inglés, francés y alemán, recibió la educación propia de cualquier princesa de la época.
Al público parecía agradarle aquella muchacha “delicada y espiritual”, en palabras de Azorín, a la que los lectores del monárquico ABC habían designado en una encuesta como favorita para desposarse con el rey. A propósito de su llegada a España, la infanta Eulalia, tía de Alfonso XIII, apuntó en sus Memorias: “Se creyó encontrar entre locos al oír las exclamaciones de los madrileños, que a su paso arrojaban flores”.

La ceremonia nupcial se celebró el 31 de mayo de 1906 en la iglesia de San Jerónimo el Real, y, como sabemos, estuvo marcada por el intento de magnicidio de Mateo Morral. Cuando la comitiva regresaba al Palacio Real, el joven anarquista arrojó una bomba desde un balcón de la calle Mayor, matando a unas veinticinco personas. Los reyes salieron ilesos. Años después, Victoria Eugenia recordaría la angustia de aquella jornada en una entrevista a la televisión francesa: “Les puedo asegurar que no fue agradable bajar y ver toda aquella sangre. Vi a un pobre soldado con las piernas así [haciendo una X con los dedos]. ¡Qué horror!”.
El primer hijo de la pareja recibió el nombre del padre. Nacido en 1907, Alfonso de Borbón y Battenberg fue diagnosticado de hemofilia, transmitida por su madre. No podemos saber si los reyes ya lo sabían o no, sobre aquel mal, cuya primera mención en un informe médico sobre el príncipe de Asturias y el benjamín Gonzalo data de 1926. Lo cierto es que la hemofilia fue determinante en la muerte de ambos por accidentes en 1938 y 1934, respectivamente, no superaron los consiguientes problemas de coagulación de la sangre. Fueron golpes muy duros para Victoria Eugenia, madre también de Jaime (1908-1975), Beatriz (1909-2002), María Cristina (1911-1996) y Juan (1913-1993)  que por estas triquiñuelas del destino, Juan, el tercero de los hermanos, y el único sin hemofilia, terminó llevando el título de heredero como Príncipe de Asturias que, a buen seguro, ella se sintió juzgada por su marido y su suegra, María Cristina, por haber introducido la hemofilia en la familia real española. La rigidez de esta última y las constantes infidelidades de Alfonso, padre de varios hijos bastardos con la actriz Carmen Ruiz Moragas y otras mujeres, empañaron su vida.
Ante los desafíos que afrontaban España y el conjunto de Europa, su labor fue todo menos baladí. Las voluntarias de la Cruz Roja Española se desplegaron en el Protectorado Español de Marruecos tras el desastre de Annual de 1921; y si en 1915 Alfonso XIII se animó a fundar la “Oficina Pro-cautivos” para localizar a los presos y desaparecidos de la Gran Guerra, fue por iniciativa de ella.
Curiosamente, el rey fue propuesto para el premio Nobel de la Paz en 1917 por su labor al frente de ese departamento, pero, finalmente, el Comité Internacional de la Cruz Roja fue el favorecido.
 
Cuando en abril del 31 se proclamó la Segunda República, Alfonso XIII dejó el país dejando atrás a su mujer y a sus cinco hijos, un bonito detalle de un hombre que emprendía una huida hacia delante en la que su familia no parecía jugar un papel protagonista. Después de esta salida del país llegaron los años del exilio y en el exilio, el divorcio. Victoria Eugenia terminó tan cansada de desplantes y feos que abandonó a su marido y se fue con su madre a Inglaterra y desde allí le pidió el divorcio y la devolución de la dote que presentó para la celebración de su matrimonio con intereses de los 24 años que habían pasado juntos, además de una pensión compensatoria.
Durante su largo exilio, Victoria Eugenia pudo, al menos, despedirse de España. Se le recuerda también por ser madrina de bautizo del ahora Rey don Felipe VI en febrero de 1968, y además de ser ella la artífice de las conocidas “Joyas de pasar” de la Reina de España, las piezas más importantes del joyero real que lucen hoy las Reinas doña Letizia y doña Sofía.

BAUTISMO DE FELIPE VI 
Si en 1931 había salido por la puerta de atrás, treinta y siete años después, en el aeropuerto de Barajas, frente a una multitud de unas cinco mil personas, se congratuló porque el pueblo no la hubiera olvidado.
Falleció en Lausana, 15 de abril de 1969 en su residencia de Vieille Fontaine a los 81 años de edad.  Enterrada en el cementerio de Bois-de-Vaux,  la esposa de Alfonso XIII, madre de Juan de Borbón y abuela de Juan Carlos I y bisabuela de Felipe VI permaneció allí hasta 1985, hace ahora cuarenta años, cuando sus restos mortales fueron trasladados a España, junto con los de sus hijos Alfonso, Gonzalo y Jaime.

viernes, 28 de noviembre de 2025

SEGUNDA REPÚBLICA ( Y 3)

“Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos”. Francisco Largo Caballero, secretario general de la UGT, el 1 de diciembre de 1935.
Gobernando la derecha el Presidente de España, Alcalá Zamora, encargó la formación del gobierno a Manuel Portela Valladares (diciembre 1935). Intentó formar un gobierno de centro pero fracasó y Alcalá decidió disolver las Cortes y convocar elecciones. La revolución fracasada de 1934 dejó sus consecuencias. La derecha no gobernaba con libertad.

FRANCISCO GRANDE CABALLERO 
Con la CEDA no hubo gobiernos coherentes ni duraderos. Hubo siete ejecutivos, cuatro de Lerroux. Eso más los disturbios en las calles, las huelgas y manifestaciones, pusieron en bandeja al Frente Popular (izquierda), para la convocación de elecciones.
En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron candidaturas a las elecciones de febrero de 1936. El Frente Popular fue un pacto electoral firmado por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, Partido Obrero de Unificación Marxista y Esquerra Republicana de Catalunya. Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de izquierdas.
La coalición de los grupos de derecha, formada por la CEDA y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a la revolución social.  La Falange y el PNV se presentaron por su cuenta.  La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país. La izquierda obtuvo 278 escaños y el 34% de los votos. La derecha obtuvo 124 diputados y el 33 % de los votos. El resto fue entre el PNV y la Liga Catalana
Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República el día 10 de mayo de 1936  con la abstención de los conservadores . El objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE, ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista, dividido en diversas tendencias, llevó a que se formara un gobierno presidido por Casares Quiroga y formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la participación del PSOE.
Se inició rápidamente la acción reformista: Amplia amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934. Restablecimiento del Estatuto catalán. Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco, Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares. Reanudación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas. Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia, fue aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba prácticamente terminado en julio de 1936.

SANTIAGO CASARES QUIROGA 
No obstante Azaña quería evitar una guerra civil y lanzó propuestas conciliadoras que fueron bien recibidas por la CED y la derecha moderada.
Mientras la izquierda obrera había optado por una postura revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. El desorden público era cada vez mayor. El estado de alarma se prorrogó todos los meses para impedir informaciones adversas en la prensa. El derecho de reunión y manifestación permaneció limitado y se decretó la disolución de algún partido, como la Falange, y la restricción de actividades políticas a las asociaciones de militares retirados.
El análisis de la movilización civil y policial contribuye a dar a conocer el papel primordial del Estado en los enfrentamientos de la primavera de 1936. En los parámetros políticos existentes hasta el 17 de julio, las repetidas experiencias anarquistas en 1932 y 1933, o la socialista de octubre de 1934, eran irrepetibles en 1936. Y los grupos vencedores en las elecciones, y los que se aprovecharon del triunfo de la coalición de izquierda, no sólo se encontraban privados de los recursos necesarios, sino que les faltaban argumentos políticos para intentar una acción revolucionaria. Quien ocupó la calle en casi todo el territorio español por medio del uso de la violencia fue el Estado.
Se aplicó un poder que le permitió dominar la calle con más intensidad desde junio de 1936. Además, con la intervención directa, represiva y a veces preventiva de la policía, el Gobierno pudo “desaconsejar” a cualquier grupo político el intento de situar a sus seguidores en la calle. Esa constatación era el mayor síntoma de la debilidad política de los pequeños partidos monárquicos y de la casi desaparecida CEDA.
Las cuatro fundamentales causas que condujeron a España a un levantamiento militar, que por otra parte se veía venir fueron las acciones contra la propia República del “Anarcosindicalismo”. La división del Socialismo. El ascenso del Comunismo de tipo estalinista. La posibilidad golpista de la derecha política. La creciente y enorme conflictividad social.
Para colmo algunas decisiones equivocadas y graves eran muy mal recibidas por el pueblo. Prohibió ser monárquico u ostentar cualquier símbolo monárquico. No estaba permitido siquiera el debate entre monarquía y república.
El propio líder socialista Largo Caballero, un sindicalista y político marxista, histórico dirigente del Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores. Fue ministro, llegó a declarar abiertamente en aquella época que “Las elecciones no son más que una etapa en la conquista y su resultado se acepta a beneficio de inventario. Si triunfan las izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar dentro de la legalidad, pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada “.
Todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
Se organiza la UME, Unión Militar Española, un eje para los contactos entre militares y civiles. Monárquicos Alfonsinos, y Carlistas se reorganizan. Adiestran a los requetés y adquieren armamento extranjero. Algunos se entrevistan con Mussolini para saber de su apoyo a una posible dictadura monárquica. Los generales Goded, Queipo de llano, Franco y Mola, militares relativamente republicanos, que obedecieron fielmente ordenes de los gobiernos de la República, y no habían tenido actuación política y algunos diputados de la CEDA, colaboraron con los conjurados. La idea inicial no era un pronunciamiento militar. En ningún momento se pensó en una guerra civil.

ASESINATO DE CALVO SOTELO 
El 14 de abril, durante los actos conmemorativos del V aniversario de la República, fue asesinado un alférez de la Guardia Civil por establecer el orden y se produjeron unos hechos confusos que de resultas muere un primo del fundador de la Falange José Antonio Primo de Rivera por disparos de un teniente que estuvo a punto de ser linchado por los manifestantes, pero rescatado, termina siendo puesto en libertad sin cargos. Desde este día se convirtió en objetivo de las milicias derechistas. Pistoleros falangistas, (José Antonio estaba encarcelado por esas fechas), seguían actuando y asesinaron al teniente el 12 de julio de 1936.
Mientras en las Cortes, tras lanzar Calvo Sotelo su frase conocida de que “prefería morir con gloria a vivir con vilipendio”, desde su escaño Dolores Ibárruri dijo… “Este hombre ha hablado hoy por última vez”. Y para constatar esos hechos hay dos testimonios interesantísimos, ambos de personas tan poco sospechosas de ser franquistas como el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas o Salvador de Madariaga; el primero de ellos, confesó haberlo escuchado por estar su escaño muy cerca del de Calvo Sotelo.
La trágica consecuencia fue el posterior asesinato al día siguiente del diputado derechista Calvo Sotelo, como venganza por los compañeros del teniente que quería asesinar al jefe de la CEDA José María Gil-Robles, pero al no encontrar a este en su domicilio se encaminaron al de José Calvo Sotelo, un monárquico moderado que había sido ministro. Se lo llevaron de su domicilio, burlando a sus escoltas con una orden de detención falsa, y tras dispararle dos tiros dentro del coche en el que iban, dejaron su cadáver.
Esto último se va a señalar como la chispa detonadora de todo el proceso conspirativo y precipitó las cosas. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
La ultraderecha acusó al gobierno del asesinato, lo cual no era cierto, pero vino a demostrar que el gobierno no podía controlar a sus agentes. El país estaba sumido en un profundo desorden, y el detonante no fue un factor político sino militar. Desde las elecciones de febrero de 1936 algunos oficiales de alto rango habían comenzado a conspirar, coordinados por el general Mola. Sanjurjo fue partidario de una extrema dureza para que sea un golpe rápido y efectivo.
Es cierto que un golpe se venía gestando. Eso no sale por generación espontánea, pero la ceguera política del Gobierno republicano presidido por Casares Quiroga hace que los acontecimientos se sucedan de forma imprevisible y no haya reacción. En 1936 con casi 900.000 obreros y campesinos en paro y con hambre, la economía hecha trizas, el capital esperando con miedo, la mediana y pequeña burguesía inquieta, los más previsores largándose a otros países, la calle revuelta y el pistolerismo de ambos bandos ajustando cuentas en cada esquina, el ambiente se pudría con rapidez. Aquello apestaba a pólvora y a sangre.

Manuel de Irujo
Irujo, hombre culto, Ministro de Justicia republicano y miembro del PNV, relató así los sucesos de esa Primavera Trágica: “Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados, sin formación de causa, por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan solo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las ciudades, como Madrid y Barcelona y las restantes grandes poblaciones suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso”.
A menudo se le reprocha a la Iglesia su cercanía al bando nacional. La Iglesia forzosamente tenía que estar más cerca del bando nacional porque el otro, la estaba exterminando desde antes incluso del alzamiento.
El estado de la nación justo antes del alzamiento consistía por parte de los violentos en que los líderes de la derecha eran sacados de sus casas y asesinados como perros por pistoleros de la izquierda.
Una serie de incapacidades para dar respuesta política y la evolución de la sociedad son motivos para pensar en un declive que hay que situar su comienzo ya en tiempos de Isabel II, incluso quizá desde el término de la Guerra de la Independencia.
El ejército, la oligarquía y la iglesia encuentren en el formato de las conspiraciones del siglo XIX el modelo a seguir para evitar un cambio radical que ponía en serio peligro su estatus social.

QUIEPO DE LLANO Y 
F. FRANCO

En 1936 todo el mundo que estuviese un poco al tanto seriamente de las cuestiones políticas, sabía que habría un golpe de Estado, y unos pensaban que sería por parte de militares de derecha y otros pensaban que serían fuerzas de izquierda.
Una violencia que fue in crescendo hace que tanto la oligarquía, parte del ejército y la Iglesia encuentran un peligro desatado que han de sofocar, ya que el gobierno, aunque realizó numerosos esfuerzos por controlar a la calle, se vio superada por los acontecimientos.
Al frente del alzamiento se encontraban militares relativamente republicanos, como Goded, Quiepo de Llano, Mola y Franco, aunque éste último no había tenido ninguna actuación política. También algunos diputados de la CEDA colaboraron.

EMILIO MOLA 
El alzamiento sería de carácter militar y nunca se pensó seriamente en una guerra. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión golpista contra el gobierno de la República.
 

jueves, 27 de noviembre de 2025

SEGUNDA REPÚBLICA (Parte 2)

Ya el 10 de mayo de 1931 a raíz de la inauguración de un círculo monárquico en Madrid, se había intentado el incendio del diario ABC y se produjeron las primeras víctimas. Después se incendiaron varios edificios religiosos. Al día siguiente el Consejo de Ministros declaró el Estado de Guerra en Madrid. Los incendios se repitieron en Málaga, Sevilla, Córdoba, Alicante y Valencia, ardieron más de cien edificios religiosos y obras de arte de gran valor histórico desaparecieron 
Se amnistió a todos los presos por delitos políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil. Se otorgaba a todas las religiones el mismo trato, se disolvían las órdenes religiosas y se quiso nacionalizaron sus bienes.

MANUEL AZAÑA
En junio de 1931 se produce la primera vuelta de las elecciones generales de España consideradas a Cortes Constituyentes. Poco antes se había modificado la ley electoral de 1907, para permitir que las mujeres y los sacerdotes pudieran presentarse como candidatos. Las listas republicanas tuvieron un rotundo éxito. El día 28 de julio las Cortes eligieron a los 21 miembros de la Comisión de Constitución que iban a redactar el proyecto de Constitución que debatiría la Cámara. Una Comisión Jurídica Asesora elaboró un anteproyecto que aceptaba la fórmula de la "autonomía" para resolver el asunto de las regiones, descartando la solución federal, pero defendía la separación de la Iglesia y el Estado, y la disolución de las órdenes religiosas y la nacionalización de sus bienes. También desaparecía  el Senado. Presentaba además otras novedades sustanciales como la definición misma de la República, las limitaciones al derecho de propiedad y la enseñanza, que se declaraba laica y única.


El debate de totalidad del proyecto de Constitución tuvo lugar entre el 27 de agosto y el 9 de septiembre de 1931. El 9 de diciembre tuvo lugar la votación final del texto aprobado por las Cortes y el presidente de las Cortes anunció que de los 466 diputados, han tomado parte en la votación 368 y han votado sí. La Constitución queda aprobada.
Ya en los debates de la Constitución, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otros intelectuales que participaron durante los mismos se encontraron con discusiones y desilusión. No habían terminado los debates, cuando Ortega escribe en el periódico “El Sol” el 9 de septiembre de 1931 el segundo de sus artículos más famosos: “No es esto, no es esto”
Sobre el voto femenino un diputado se manifestó en contra del mismo siguiendo "argumentos biológicos" como que a la mujer no la domina la reflexión y el espíritu crítico sino la emoción y todo lo que tiene que ver con los sentimientos. Basándose en el psicoanálisis sostenía que el histerismo es consustancial a la psicología femenina. Pero finalmente quedó aprobado con el texto: "Se reconoce, en principio, la igualdad de derechos de los dos sexos". 

CLARA CAMPOAMOR 
Clara Campoamor defendió su voto particular para incluir en el primer párrafo que tampoco el sexo puede ser objeto de privilegio y la supresión del segundo párrafo para que se reconociera plenamente la igualdad entre hombres y mujeres y no solo "en principio". Victoria Kent también apoyó la propuesta, que finalmente quedó aprobada. Pero el  1 de octubre, interviene Victoria Kent para pedir que se aplace la concesión del voto a las mujeres, porque en su opinión la mujer española carecía de la suficiente preparación social y política como para votar responsablemente, por lo que, por influencia de la Iglesia, su voto sería conservador, lo que perjudicaría a los partidos de izquierdas. Solo se aprobó que la mayoría de edad pasaría de los 21 a los 23 años.
De todas formas las izquierda gobernaban al país. El presidente era Alcalá Zamora, y en otros puestos, Azaña, Lerroux, Mura, Casares -Quiroga.  Se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica Ley de la Reforma Agraria.
Indalecio Prieto y otros muchos, se encontraban representando a todas las formaciones del frente que derribó la monarquía. Redactaron los decretos fundacionales de la Segunda República.
La derecha monárquica tuvo un rotundo fracaso. Como resultado la mayoría de las izquierdas en el Parlamento dio lugar a lo que dio en llamar  “Bienio reformista” entre los años 1931 y 1933.
Ya en los debates del texto de la Constitución, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otro intelectuales se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado. Estaba en juego nada menos que la concepción de España como nación unitaria o bien la aceptación de unas realidades históricas singulares y diferentes. Cataluña ya tenía a punto su Estatuto de Autonomía. La discusión sobre el estatuto catalán avanzaba lentamente.
En septiembre de 1932 se aprueba la ley de la Reforma Agraria, que mediante expropiaciones y asentamientos tendría que consolidarse. La aplicación fue un fracaso, solo se logró asentar finalmente a unos 4300 campesinos. La Reforma del Ejército era una de las bases para el afianzamiento de la República. Azaña, ministro de la guerra tomó una serie de medidas que suponían la reducción de jefes y oficiales, el cierre de la Academia de Zaragoza y otras medidas que fueron recibidas con rechazo. Se decretó el pase a la reserva de muchos oficiales. Precisamente estos serían muchos de los que se sublevarían más adelante.
La Reforma de la Enseñanza era otro asunto fundamental. Se construyeron 10.000 escuelas y se habilitaron miles de maestros. La Universidad fue reformada con reducción de exámenes, planes de estudios nuevos. La Facultad de las letras de Madrid se convirtió en la mejor de España. Se reformó la legislación del Patrimonio Artístico y se creó un red de Archivos Nacionales. La reforma cultural cubrió muchos aspectos que sería largo de detallar, pero la cultura popular siguió por su camino de populismo folclórico.
Todas estas reformas, tan rápidas, contaron con el rechazo de la derecha, sobre todo en lo referente al laicismo, la expulsión de los jesuitas. La quema de conventos en 1931 y otras medidas propiciaron la movilización de los católicos contra la República creando la CEDA, (Confederación de Derechas Autónomas). Por lo tanto el republicanismo lo que obtuvo fue que la cristalización de la derecha a la República fuera imposible.

Confederación de Derechas Autónomas (CEDA)
El régimen republicano reconocería el autogobierno de Cataluña, el alcalde de Barcelona Lluis Companys proclamó la “República Catalana dentro de la República Federal Española”. Era una transgresión, y accedió a cambiar el nombre por el de Generalitat de Cataluña.
El catolicismo defendía la Unidad de España y amplios poderes a la Iglesia. Pero en el mundo obrero y en la clase política había un fuerte anticlericalismo y laicismo, y también una rechazo de parte de algunos intelectuales. Esto se trasladó a las clases populares que llegaron a la visceral violencia.
El clima de tranquilidad duró poco tiempo. Los partidos de izquierda republicana chocaban con el catolicismo conservador. Existió un anticlericalismo moderado, pero la mayor parte popular era visceral y violento. El Gobierno no actuó con decisión y se ganó dos enemigos, la Iglesia y el Ejército. Además el gobierno debía resolver los graves ataque anarquistas. Huelgas y manifestaciones en Zaragoza, Tarragona, Valencia y Murcia y más tarde en Andalucía, debiendo acudir el ejército a reestablecer la situación.
Se instauró el matrimonio civil, el divorcio y la enseñanza laica. La política educativa formó las Misiones Pedagógicas, que eran un grupo de estudiantes y profesores universitarios que acudían a las zonas deprimidas. En general el mundo de la cultura y de la intelectualidad mostró su apoyo a la República.
Los partidos políticos eran un mosaico de ideas y las organizaciones obreras jugaron un papel decisivo. El partido PSOE de Prieto y Besteiro con su filial UGT de Largo Caballero. De aquí había surgido en 1921 el Partido Comunista de “la Pasionaria”. Los anarquistas estaban en la Confederación Nacional del Trabajo, (CNT) con Buenaventura Durruti y Federica Montseny.

INDALECIO PRIETO (PSOE)
En Cataluña el más importante fue Esquerra Republicana de Francesc Maciá y Lluis Companys. En el País Vasco era del PNV, nacionalista y conservador. En Galicia surgió la Organización Republicana Gallega de Casares Quiroga. Cinco años tardó en ser aprobado el Estatuto vasco. El estatuto gallego fue aprobado en junio de 1936. En Valencia se estudió el tema, pero estalló la guerra antes de su aprobación. Cosa parecida pasó con el Estatuto de Aragón. El caso  de Andalucía se había resulto para julio de 1936, pero quedó también sin aprobación. Luego tanto en Castilla y León como en las regiones insulares, pasó exactamente igual.
Provocados, el gobierno republicano perdió apoyos en amplios sectores de la clase media y rural. Militares descontentos, al mando del General Sanjurjo, protagonizaron un intento de golpe de Estado en el verano de 1932, que fracasó. Pero puso de manifiesto el sentimiento de gran parte del ejército de oposición ante la autonomía de Cataluña y la tensión creada por las continuas huelgas, manifestaciones y desordenes. Fue un serio aviso.
Las huelgas eran el pan de cada día. Ha habido 734 huelgas en 1931, y 1127 en 1933. Esto desgastó al gobierno de Azaña.  Un asalto y fusilamiento de 14 campesinos en el pueblo de Casas Viejas, episodios que tuvieron lugar en enero de 1933 en Andalucía. Los anarquistas ya repudiaron a la República. La tachaban de burguesa y reaccionaria.
La clase media casi no existía y el pueblo soportando injusticias y miserias.
El gobierno estaba herido y Azaña dimitió en septiembre de 1933. Hubo elecciones Generales el 19 de noviembre en las que las mujeres ya podían votar. La CEDA, el partido de derecha liderado por José María Gil Robles fue la fuerza más votada y en realidad no aceptaba los postulados de la República. Pensaba en rectificar y caminar primero hacia un Estado conservador para legar después aun Estado autoritario. Ni bien llegaron al poder tomaron algunas medidas como devolver las tierras a los nobles, dotación presupuestaria para el clero, que había sido suprimida, y amnistía para los golpistas de Sanjurjo y Primo de Rivera que estaban encarcelados. Se intentó paralizar los procesos autonómicos vasco y catalán. Y el ministro de la Guerra, incorporó a los más altos mandos del ejército a los generales más contrarios a la República, Goded, Fanjul, Franco y Mola.
La izquierda más extremista, los anarquistas de la CNT, inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, que se salda con muertos y heridos, atentados con explosivos, destrucción de archivos, quema de iglesias y atentados contra vías férreas, puentes, líneas telegráficas y telefónicas.

FALANGE ESPAÑOLA Y DE LAS JONS
La Falange Española, partido fascista dirigido por José Antonio, hijo del dictador Primo de Rivera, en febrero de 1934 se fusionó con las JONS.
La CEDA reunía tal cantidad de intereses que no fue posible unificarlos. Se actuó con dureza en las huelgas campesinas de Andalucía y Extremadura.
El hecho más grave es la Revolución de Octubre de 1934, una intentona golpista de carácter bolchevique que si hubiera triunfado llevaría a España  a una dictadura comunista y de socialistas radicales. Tuvo especial incidencia en Asturias y en Cataluña. La huelga general revolucionaria cuajó fundamentalmente en la cuenca minera asturiana del carbón, En el resto del país, donde no existió dicha confluencia fracasando en Madrid y en otras localidades. Los generales Goded y Franco son llamados para que dirijan la represión de la rebelión de Asturias desde el Estado Mayor en Madrid. La represión, con la intervención de fuerzas legionarias y marroquíes fue especialmente dura en Asturias donde la resistencia había llegado más lejos (más de 1.500 muertos y decenas de miles de presos). En Cataluña, al inhibirse la CNT, el movimiento tuvo un escaso alcance, aunque la autonomía fue disuelta y el presidente Companys encarcelado. Los más importantes líderes socialistas del PSOE y la UGT fueron a prisión o se tuvieron que exiliar. En realidad, el estallido de la contienda fratricida no era inevitable. El propio Franco, en 1934, no tenía interés en apoyar un golpe de Estado, sino en servir a una república conservadora, capaz de mantener a raya a los “rojos”.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

26 DE NOVIEMBRE DE 1504

Ese día falleció en el Palacio Testamentario de Medina del Campo (Valladolid), Isabel de Trastámara, conocida como Isabel la Católica, la reina más poderosa del mundo.
Con tres años quedó huérfana de padre. Con diez años, su madre enloqueció y fue apartada de ella. A los diecisiete perdió a Alfonso, su hermano pequeño. Su hermanastro mayor, el rey Enrique IV, la detestaba.
Pero a todo y a todos impuso su mente ágil, su voluntad de hierro, su fe inquebrantable, su disciplina, su decisión, su confianza en sí misma y su inteligencia. Así llegó más alto que ninguna mujer en la historia de la humanidad.



A los dieciocho años llegó a su boda clandestina en Valladolid y así habló a su futuro esposo, Fernando, su primo segundo de diecisiete años: "Te he elegido yo y sólo yo como esposo, en contra de la voluntad del Rey y sin el permiso del Papa. Pero a Dios pongo por testigo de nuestro amor y de nuestra determinación por reinar, cada uno, en Castilla y Aragón".
A los veintitrés años, en su coronación en la Plaza Mayor de Segovia, hizo lo que ninguna mujer había hecho antes: tomar entre sus manos una espada, símbolo máximo del poder real que ella iba a ejercer.


Palacio Testamentario de Medina del Campo 

A los veinticuatro años, en el campo de batalla en Tordesillas, donde un mes después de perder un bebé que esperaba, acudió al frente para defender su corona. Allí lideró a los mil quinientos hombres que lucharon bajo su estandarte y a los que habló así: "Solo soy una débil mujer, pero antes de huir del enemigo he de descubrir si la fortuna está de mi lado".
Así fue como Isabel de Trastámara, se convirtió en la mujer más poderosa del mundo. Con su tenacidad, sembró el camino que llevó al nacimiento del Imperio.

SEGUNDA REPÚBLICA (1)

La ilusión de la llegada del sistema de gobierno como República en abril de 1931, tuvo una gran acogida popular en un primer momento con esperanza por buena parte de la sociedad. Se consideraba que se acabarían los tiempos de las corrupciones y el caciquismo. 
Sin embargo las acusadas diferencias políticas y sociales, las ideologías contrarias y a veces enemigas unas de otras, fueron debilitando el régimen republicano. Las tensiones entre las izquierdas más radicales y las derechas extremistas  pusieron de manifiesto la debilidad de una democracia razonable.



El Desastre de Annual fue el motivo que comenzó el comienzo de la caída de la monarquía. Se instauró la Dictadura de Primo de Rivera, (desde 1923 a 1930), el rey Alfonso XIII no se opuso al golpe y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno.  Y queda en la mente de muchos la corrupción habida por parte de militares de rango y quizá del propio rey. A la dictadura de Primo de Rivera le sucedió el general Dámaso Berenguer, que supuso un periodo que se conoce como la “dictablanda”. Un año duró en el cargo. Quiso la normalidad institucional aplicando la Constitución de 1876 pero fracasó.
Socialistas, anarquistas, republicanos dirigidos por Manuel Azaña y los partidos nacionalistas catalanes y vascos hicieron imposible una gobernación razonable. En agosto de 1930 tuvo lugar el Pacto de San Sebastián donde se pactó una salida republicana a la política nacional. Allí estaban representantes de gran número de partidos y sensibilidades ideológicas de todo el país. Sin embargo el PSOE prefirió quedarse al margen y actuar dentro de la legalidad monárquica., aunque Indalecio Prieto eran contrario a la idea. Más  adelante el PSOE se unió al Pacto. Los anarquistas (CNT) no se unieron por estar en contra de la burguesía y el capitalismo, si bien apoyaban la causa republicana.
Hubo un levantamiento militar en Jaca en diciembre de 1930 que fracasó. Berenguer presentó su dimisión en febrero de 1931. Se constituye un gobierno de concentración dirigido por Juan Bautista Aznar, general de la Armada. Sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales para el 12 de abril de ese año.


A. Machado, G. Marañón, Ortega y Gasset y R. Pérez de Ayala, 

Muchos intelectuales antimonárquicos se manifestaron a favor de una república. José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto “Al servicio de la República”, que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de “Padres espirituales de la República”.
La España monárquica empezaba a ser inviable. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.
Debían elegirse unos ochenta mil concejales en todos los ayuntamientos de España. En las poblaciones rurales dominaba el caciquismo, y la presión que éstos exigieron explican que en la mayoría de los municipios rurales no hubo votaciones. También la cantidad de concejales monárquicos elegidos. Es por ello por lo que sólo se consideraron legales las votaciones de las capitales de provincia y de los grandes municipios, donde los republicanos fueron mayoritarios.



Los resultados no dejaron lugar a dudas, si bien los monárquicos obtienen más votos, los republicanos consiguen más concejales. En Éibar, conocidos los resultados la población sale a la calle y proclama la República. El hecho se repite en otras ciudades del país.
Aznar presentó su dimisión. Algunos militares pedían la intervención del ejército. Dado que le preguntaron si consideraba si había crisis contestó Aznar: “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”.
Así lo entendieron el conde de Romanones y el propio rey, al constatar su falta de apoyo popular. Se pidió a Alcalá-Zamora seguridades sobre la vida del monarca. Pero éste se eximió y además exigió el abandono del rey del país ya que había entregado el gobierno por dos veces a dictadores. El monarca marchó hacia el exilio la noche de este 14 de abril de 1931.
Ya en Francia escribe desde las páginas del ABC, en la que aclara que no pretende ser un estorbo y no renuncia a sus derechos.
Y se proclamó la II República Española el 14 de abril de 1931.
El entusiasmo era desbordante. Se formó un Gobierno Provisional formado por las fuerzas vencedoras, del cual el presidente sería Niceto Alcalá Zamora, que se mantuvo en una posición moderada e intentó sin éxito la creación de un partido de centro. Ese Gobierno Provisional estuvo desde abril hasta diciembre de 1931.


Portada del periódico La Voz el 14 de abril de 1931

En España además de una gran crisis mundial desde el crack de 1929 y las consecuencias aún vivas de la Gran Guerra del 14 al 18, soportaba un aumento del paro enorme. Se produjeron innumerables cantidad de huelgas, y el paro era cada vez más extendido y amplio. (Se perdieron hasta 4 millones de jornadas en 1933).
La gobernación en un sistema democrático y la aceptación normalizada de la sociedad no se produce de un día para otro. Es el resultado de la historia, del nivel cultural y social adecuado, de una baja conflictividad laboral y social. En la República, casi desde el comienzo la violencia estuvo presente, seguramente debido a ese brusco cambio que no concuerda con los siglos de monarquía habidos.
Al formar el primer gobierno se creó un Estatuto Jurídico por el que regir el sistema provisional, hasta la redacción y proclamación de una nueva Constitución. Y se emprendieron las primeras reformas, Cortes Constituyentes, el Estado sería aconfesional y se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica Ley de la Reforma Agraria. Se amnistió a todos los presos por delitos políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil.


Jornaleros en manifestación por la Reforma Agraria 

En Europa las cosas estaban peligrosas. Habían aparecido los líderes como Stalin, Mussolini y Hitler. Las aspiraciones de estos personajes serán determinantes en los sucesos que vendrían posteriormente.
Los desempleados y los desencantados de la política, son presa fácil.
No hubo referéndum consultivo al pueblo sobre el sistema republicano ni sobre la aprobación de la Constitución, que se proclamó meses después, el 9 de diciembre de 1931 en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre), pero si podían ser candidatas, y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha.
Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna. El gobierno nacional pacta y con el dirigente Maciá, fundador de Esquerra Republicana, que acepta que se establezca de momento la Generalitat, una vieja institución que había sido disuelta. En el país vasco la Iglesia era influyente y las cosas no fueron igual que en Cataluña. Se emitió un comunicado proclamando la República Catalana dentro de la República Federal Española.
En el país vasco, los alcaldes de Guecho, Mundaka, Elorrio y Bermeo reunidos en Guernika pidieron el reconocimiento de la República Vasca Federada. Allí el nacionalismo tenía profundas connotaciones religiosas contrarias a las políticas laicas y también anticlerical de Madrid.
El clima de tranquilidad duró poco tiempo tras la proclamación de la República. La mentalidad laicista de los partidos de izquierda republicana chocaba frontalmente con el catolicismo conservador.
La persecución religiosa siguió en sólo cuestión de días. Una oleada de ataques a iglesias y conventos se desató en toda España entre los días 10 y 13 de mayo, ante la flagrante pasividad del gobierno republicano.
José Ortega y Gasset elogió la tranquilidad con la que el Gobierno provisional republicano había llevado a cabo el cambio de régimen. Se había presentado por León con la Agrupación al Servicio de la República  (ASR), y fue elegido diputado. Ya en los debates del texto de la Constitución, que duraron desde el 14 de julio hasta el 9 de diciembre, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otros intelectuales que participaron durante los mismos se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado, entre otras cosas porque la mayoría de la Cámara aplaudía sus palabras, pero votaban en contra de sus proposiciones o enmiendas. 


Miguel de Unamuno   
Fue cuando Unamuno pronunció las palabras que pasarían a la Historia del Parlamentarismo español: Desilusión. No habían terminado los debates, cuando Ortega escribe en el periódico “El Sol” el 9 de septiembre de 1931 el segundo de sus artículos más famosos: “No es esto, no es esto”

 
 

domingo, 23 de noviembre de 2025

PACTOS DE LA MONCLOA- 1977

Adolfo Suárez, presidente del gobierno, había sostenido conversaciones con Felipe González y Santiago Carrillo, después de constituirse las Cortes Generales tras las elecciones del 15 de junio de 1977, con el fin de sondear la posibilidad de un acuerdo de estabilidad, dado que el apoyo parlamentario del Gobierno no era de mayoría absoluta. Además, las Cortes no se habían planteado como constituyentes, y esa era la intención de la oposición y de una parte significativa de miembros de la Unión de Centro Democrático, partido del gobierno.

ENRIQUE FUENTES QUINTANA 
Al mismo tiempo, Suárez encargó al Ministro de Economía y Hacienda, Enrique Fuentes Quintana, que tratase la posibilidad de un acuerdo marco con los nuevos sindicatos legalizados, Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CC.OO.), para evitar el alto nivel de conflictividad social. La UGT y la CNT rechazaron el acuerdo, así como también algunas secciones sindicales de Comisiones Obreras. Más tarde las centrales obreras UGT y CC.OO. finalmente firmaron el acuerdo, junto a la Patronal y otras fuerzas políticas españolas, siendo la anarcosindical CNT quien mostró su total rechazo a los Pactos.
Para abordar el asunto de la economía tenemos que retroceder un poco. En los primeros años de la década de los 70 se habían alcanzado cifras próximas a las medias europea. Y precisamente ahora que estrenábamos el sistema democrático, todavía en el horno, nos tocaba lidiar con problemas económicos muy serios que preocupan a toda la población. Se precisaba pues una actuación decidida que imprimiera un giro a la situación, ya que además la democracia peligraba por los extremos.


Sindicalistas, Nicolás Redondo (UGT) y Marcelino Camacho (CC.OO)
Ya la situación económica mundial, agravada por la del petróleo, tuvo como consecuencias un descontento generalizado en la sociedad, con huelgas y manifestaciones y complicada situación laboral en 1976. Esto obligó al primer gabinete de la monarquía a tomar medidas como la devaluación de la peseta en febrero de 1976. A la caída de Arias Navarro se procedió a poner parches mediante decretos ley hasta que se definiera el horizonte.
La tasa de inflación llegaría a límites impensable en 1977, más del 35%.
El primer gobierno elegido democráticamente en junio de 1977 lo había conseguido Suárez y contaba entre sus ministros al profesor Enrique Fuentes Quintana, el hombre más destacado de la economía española de aquel momento. Clave para encauzar el proceso económico. Una figura que a poco de ser nombrado habló por televisión a toda España explicando donde estábamos y lo que había que hacer. Y lo lograron. Como vicepresidente económico llevó a cabo el Programa de Saneamiento y Reforma Económica acordado por las fuerzas democráticas en lo que se llamó “Los Pactos de la Moncloa”, una profunda reforma fiscal para sanear y reformar la Hacienda. Entregó un diagnóstico de la situación a los firmantes donde apuntaba que la situación de España era de una crisis interior dentro de otra exterior, y aquella motivada por las carencias de estructuras y por la falta de realismo con la que se había enfrentado a los problemas. Las medidas correctoras serían necesariamente impopulares ya que exigía sacrificios. Reducción del gasto público, crecimiento salarial no superior a la inflación prevista, y reducción de las cuotas a la Seguridad Social. Dar facilidades a la contratación laboral, intensificación de la exportación y otras medidas.
Los “Pactos de la Moncloa” se firmaron el 25 de octubre de 1977 con los representantes de los partidos políticos y reflejaban la voluntad popular mayoritaria expresada en los votos de las anteriores elecciones. Suárez, Carrillo, Fraga, Roca-Junyent, Tierno Galván y otros, fueron los componentes. Se comprometieron a su desarrollo el Congreso de los Diputados y en el Senado, entre el Gobierno de España de la legislatura constituyente, los partidos políticos con representación parlamentaria, las asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras, la Unión General de Trabajadores y la CNT, con el objetivo de llegar a una estabilización del proceso a la democracia plena y también conseguir adoptar una serie de políticas de orden económico para contener la hiperinflación que sufría el país.

Manuel Fraga (A.P) y Sangiago Carrillo (P.C.)
Entonces teníamos a gente de valía en los puestos importantes.
Los políticos españoles habían dejado de lado momentáneamente sus intereses partidistas para conseguir una democracia sólida y duradera. Digan lo que digan, por ejemplo Manuel Fraga y Santiago Carrillo supieron darse la mano. Marcelino Camacho, secretario general de Comisiones Obreras, (y más adelante diputado comunista), que había luchado en la Guerra Civil dijo el 16 de octubre de 1977, cuando se aprobó la Ley de Amnistía, (la segunda, que fue muy amplia),  "La amnistía es una política nacional y democrática, la única consecuente que puede cerrar ese pasado de guerras civiles y cruzadas. Nosotros, precisamente, los comunistas que tantas heridas tenemos, que tanto hemos sufrido, hemos enterrado nuestros muertos y nuestros rencores, pedimos amnistía para todos, sin exclusión del lugar en que hubiera estado nadie. Yo creo que esta propuesta nuestra será, sin duda, para mí el mejor recuerdo que guardaré toda mi vida de este Parlamento".
Tras la firma de los pactos fueron aprobados en el Congreso y el Senado. Los efectos de su puesta en marcha no tardaron en hacerse sentir con equilibrio primero y mejora poco después. Se frenó la inflación y se redujo el déficit exterior y ya en 1979 arrojaba un superávit.
Pero si bien la economía era un problema fundamental, existían muchos otros como el terrorismo, el paro, la intransigencia de unos y otros, y las nacionalidades históricas, y las relaciones internacionales, temas aún por resolver.

Componentes del Pacto de la Moncloa 
Todo aquello se trató, se acometieron medidas muchas controvertidas e impopulares, otras rechazadas por algunos, pero se fue avanzando, incluso a medida que la figura del presidente Suárez fue declinando.
La política exterior estuvo desarrollada en el ministerio por Marcelino Oreja Aguirre, que ya había renovado acuerdos en 1975 con EE. UU. La voluntad de ingresar en la Comunidad Económica Europea y de tener un cierto equilibrio, planteaba además la conveniencia de integrarse en la OTAN, organización militar vinculada a EE.UU. También se abordó, como tema doméstico la vieja reclamación de Gibraltar frente a Gran Bretaña. La actividad diplomática fue muy intensa ante la CEE, y obtenido el visto bueno del Consejo de Ministros Comunitario, se solicitó formalmente. Se ingresó en el Consejo de Europa y se firmó la Convención Europea de los Derechos Humanos, medidas fundamentales antes de las negociaciones que se habían prorrogado para más adelante.

jueves, 20 de noviembre de 2025

MUERTE DE FRANCO – CAMBIO DE RÉGIMEN

Franco muere después de varias operaciones el día 20 de noviembre de 1975 y las instituciones entraron en funcionamiento como un reloj. Dos días después don Juan Carlos es proclamado rey de España. La oposición mostró su recelo hacia Arias Navarro, nombrado presidente el 1 de diciembre.
Incluso la legitimidad de Juan Carlos también era discutible. Don Juan de Borbón no había renunciado y era el legítimo heredero de la corona. Pero en enero de 1967 Manuel Fraga había creado  la Ley Orgánica del Estado asegurando la monarquía.

ADOLFO SUÁREZ
El núcleo del Movimiento Nacional ejerció su influencia para que sea nombrado Arias Navarro, éste dio un discurso aperturista pero muy moderado. Evidentemente contó con gente de pasado franquista, pero de talante liberal como Fraga Iribarne, José M. Areilza y Antonio Garrigues y Díaz-Cañabate. La cartera del ministerio del Movimiento la ocupó un casi desconocido Adolfo Suárez, un falangista.
Tres días después de la proclamación del rey hubo un primer indulto, muy lejos de la amnistía general. Se liberó a unos 4.000 presos, de ellos solamente 200 políticos, pero salieron a la calle personas de significación, como Marcelino Camacho y otros de Comisiones obreras, comunistas declarados. Quedaban conmutadas las penas de muerte y otros aspectos beneficiosos para los detenidos.
El 2 de diciembre de 1975 don Juan Carlos nombra a Torcuato Fernández-Miranda presidente de las Cortes, y ya había sido presidente del gobierno de forma interina en el 73, tras el asesinato de Carrero Blanco, y también fue el profesor de Derecho Político de Juan Carlos  que contaba con él para el pilotaje de la Transición desde la dictadura a la democracia.

TORCUATO FERNÁNDEZ MIRANDA 
En un libro de José Luis de Vilallonga cuenta una entrevista con D. Juan Carlos y éste le confiesa que en una charla que tuvo con Torcuato le manifestaba su preocupación por el juramento que habría de prestar, y que él consideraba que incluso habiendo jurado mantenerlos, los principios del franquismo no podían seguir vigentes, pues ello equivalía a admitir que el régimen precedente seguía en su lugar. Pero Torcuato Fernández Miranda, sin perder la calma, me decía: “Vuestra Majestad no debe preocuparse. Jurad los Principios del Movimiento, que más tarde los iremos cambiando legalmente uno tras otro.” Su frase favorita era: “Hay que ir de la Ley a la Ley a través de la Ley” Y así fue como se hizo…
Torcuato Fernández-Miranda fue el cerebro de la Ley para la Reforma Política. Arias Navarro y algunos otros fueron obstáculos en un camino claramente trazado desde los franquistas.

JUAN CARLOS I JURA COMO REY DE ESPAÑA 
El desmantelamiento del Régimen era el objetivo y va a comenzar.
El 13 de diciembre, en el primer gobierno del Rey, Torcuato Fernández-Miranda jura desempeñar sus cargos “con absoluta lealtad al Rey y estricta fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y Leyes Fundamentales del Reino” pero también dice que “el pasado no me ata”.
Siendo aún Arias Navarro el Presidente del gobierno, Adolfo Suárez, todavía Ministro Secretario del Movimiento, el día 9 de junio de 1976 pronuncia un discurso ante las Cortes Franquistas y coloca acertadamente unas palabras, de Machado, sin nombrarlo, un poeta republicano, fallecido en el destierro. “Está el hoy abierto al mañana. Mañana al infinito. Ni el pasado ha muerto, ni el mañana ni el ayer está escrito”.
Aparece Adolfo Suárez.  Tras unas declaraciones del rey y otras cuestiones forzaron a Arias Navarro a dimitir el 1 de julio de 1976, con lo cual el camino quedaba expedito. El hombre ya estaba elegido por el rey y seguramente por Fernández-Miranda también. Cumplía los requisitos que habían pensado. En los ambientes políticos y periodísticos se comentaba que los candidatos más señalados eran José Ma. Areilza y Manuel Fraga. Pero en realidad debía ser una persona algo joven, pero con experiencia en política, audaz y que no pusiera frenos a la democratización del país. No podía estar ligado a poderes fácticos o a las grandes empresas, la banca o el ejército.

SE APRUEBA LA LEY DE LA REFORMA POLÍTICA 

De entre todas las posibilidades que el Consejo del Reino consideraba fueron descartados Fraga y Areilza a las primeras de cambio. El Rey se las había ingeniado para que Suárez figurase en la terna en la cual él debía decidir. No era una personalidad de peso y los consejeros lo incluyeron precisamente porque pensaban que era simplemente para “hacer bulto”, el candidato previsto era Solís. De la ingeniería política se encargaría el propio Fernández-Miranda y de la economía se pensaba en alguien relevante como Fuentes Quintana. El filtro de combinaciones fue inteligentemente gestionado. Realmente es para una novela de intrigas.
Fernández-Miranda reúne al Consejo del Reino para elaborar una terna de la cual el rey debía escoger al nuevo Presidente del Gobierno. Así fue quedando la lista con 9 miembros de los que se eligieron a 6. En esa jornada quedaron, finalmente, 3 candidatos. Fernández-Miranda, que tenía voz y voto en el Consejo mueve los hilos a fin de que en la terna de candidatos se encontrara Suárez, tal y como deseaban él y el monarca. Fueron elegidos Federico Silva, que había sido ministro con Franco, era el más considerado, Gregorio López Bravo, hombre de confianza y muy conocido como ministro de Industria y de Asuntos Exteriores, y Adolfo Suárez, que lo incluyeron como relleno, para formar la terna que debían entregar al rey, un candidato de trámite.
Finalmente el 3 de julio de 1976, Adolfo Suárez es elegido por el rey como Presidente del Gobierno. La decisión sorprendió tanto a políticos como a la opinión pública, ya que Suárez era prácticamente desconocido. Dos días antes había dimitido Carlos Arias Navarro.
La elección de Juan Carlos recayó en un político joven y ambicioso, pero que tenía experiencia y conocía bien el funcionamiento del régimen franquista.
En 1947 Carrero había redactado la “Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado”, en la que España quedaba establecida como “Estado católico, social y representativo” quedaba “Constituido en Reino”. Esto fue ampliado por Fraga en enero de 1967 con la Ley Orgánica del Estado asegurando la monarquía., y luego otra redacción por Torcuato Fernández-Miranda.
Aquel verano del 76 Adolfo Suárez había sido nombrado presidente del gobierno español.

SUÁREZ JURA SU PRESIDENCIA 

Tenía un “pequeño” encargo del rey Juan Carlos: coger un país educado en una dictadura de 40 años y convertirlo en una democracia. Conseguir esa meta suponía desmontar el régimen franquista pieza a pieza; anular sus estructuras de poder, que estaban incrustadas en toda la sociedad; vencer la resistencia de unas Fuerzas Armadas que se consideraban depositarias de la legalidad franquista; convencer a la oposición democrática de la seriedad del propósito y, sobre todo, desactivar los restos del fascismo refugiados en el búnker desde el que defendían sus creencias y azuzaban a militares y policías.
La Reforma Política. Buscó Suárez entre las personas tolerantes y aperturistas un grupo de prestigio.
Lo primero era promulgar una Ley para la Reforma Política. Encargó el trabajo a juristas. Obtuvo por lo tanto muchos borradores que complicaban el asunto, y encargó a Fernández-Miranda que estudiara el tema entregándole los borradores. Éste los estudió concienzudamente y a finales agosto le entregó un trabajo manuscrito con una nota, "Aquí te dejo esto que no tiene padre".
Ese texto se convirtió en la Ley para la Reforma Política. Era el instrumento preciso para desmontar el aparato franquista con la aprobación de los propios franquistas. Es decir, que políticamente debían suicidarse. El punto de inflexión, la gran prueba de fuego era la aprobación por las Cortes Franquistas de la Ley de la Reforma Política que traería precisamente la desaparición del franquismo legalmente votado por los franquistas.
El cambio lo ejecutó después Adolfo Suárez, con el guion de Torcuato que, en realidad, era el único posible para un cambio de régimen incruento y sin revanchismos de guerra-civilistas.
Todas las personas de las Cortes franquistas fueron consultadas en realidad para tantear las posibilidades en una futura votación. Se ingenió una solución arriesgada y novedosa. A los menos proclives se les pago unas vacaciones de un mes en el caribe, acompañados por la familia, cosa que no rechazaron. En ese periodo se realizarían las elecciones.  
En el año 76 los hechos se sucedían con una rapidez inusitada, y solamente por recordar los más importantes diremos que en octubre es aprobado el Proyecto de Ley para la Reforma Política, ante el Consejo Nacional del Movimiento, órgano consultivo, y ya en noviembre se queda aprobada dicha ley por las Cortes Franquistas, además por amplia mayoría, que se llamó “el suicidio”. En diciembre ocurre el desgraciado atentado de la matanza de Atocha. No obstante, el paso siguiente era someter a referéndum la Ley para la Reforma Política y se celebró el 15 de diciembre de 1976 registrando una participación cercana al 80%, con una aceptación del 94% de los votos.
Suárez se comprometió públicamente a realizar la reforma constitucional y la celebración de elecciones antes del 30 de julio de 1977. Dio a conocer la composición del gobierno y ganó credibilidad. Ante la oposición de jefes del ejército, destacados franquistas, algunos dimitieron y nombró al general Gutiérrez Mellado en la dirección de las Fuerzas Armadas, hombre más liberal, para iniciar un lento proceso de renovación de los jefes del Ejército y también de la Guardia Civil y la Policía Armada, todos por aquel entonces bajo la jurisdicción militar. El terrorismo de ETA no cesaba.
Los meses posteriores fueron de gran confusión. Los partidos políticos no gozaban aún de estatuto oficial, pero debían de ser tolerados. También ocurrió que algunos amnistiados pasaron de ser convictos a ser protegidos con escolta policial, como el sindicalista Marcelino Camacho. Tanto la ETA como el GRAPO continuaron con su espiral de violencia. Pero si algo realmente podría realizar una seria oposición a los cambios planteados eran el ejército y el Partido Comunista.
Era necesario legalizar al Partido Comunista, pues no se podría ir a unas elecciones democráticas sin su participación, no sería creíble que parte del pueblo no pueda manifestar su derecho a elegir. Y también de cara a la credibilidad internacional era necesario demostrar que estábamos en la senda de la auténtica democracia. Pero si había algo en realidad peligroso era precisamente la legalización de los comunistas.
Negociaciones, habilidad política, manejo de los tiempos y mucho sentido de las responsabilidades conferidas. Por lo tanto en enero de 1977 se suprime el Tribunal de Orden Público, de negro recuerdo, también la Secretaría General del Movimiento, que ya no tenía razón de ser.
Formados los partidos políticos en el mes de febrero de 1977, salvo el partido Comunista, que en un acto entre la valentía y la ocultación se legaliza el Partido Comunista en abril.

CORTES FRANQUISTAS 

Hay que destacar que en aquella época todos aquellos políticos supieron dejar de lado sus ideologías para comprometerse en conseguir una España democrática, y fueron capaces de entenderse entre rivales ideológicos. Carrillo dejó el comunismo ruso para pasar al comunismo europeo, Fraga tuvo el acierto enorme de aglutinar en un partido democrático a los anteriores franquistas más liberales. Felipe González hizo que el PSOE abandonara el marxismo, no sin críticas. Y hasta Tierno Galván, termino siendo aliado, con su socialismo al PSOE. Otros como partidos de la Democracia Cristiana, Liberales y Monárquicos y otros, se unieron bajo el paraguas de la UCD de Adolfo Suarez.
Cumplido su trabajo Fernández-Miranda en mayo de 1977 dimitió como presidente de las primeras Cortes de la Monarquía al estar en desacuerdo con Adolfo Suárez y con el modo en el que se habían abordado algunos acontecimientos que escapaban a su control, especialmente la cuestión autonómica. Fue reconocido por el rey con la concesión del Toisón de Oro, máxima condecoración posible y el puesto de senador por designación real.
Falleció, olvidado, el 19 de junio de 1980 en Londres, a consecuencia de un paro cardíaco.
Gracias a hombres como Fernández-Miranda en menos de tres años se pudo pasar del franquismo a la promulgación de una Constitución Democrática, consensuada por los partidos políticos y aprobada en referéndum por el pueblo español.
Suárez se había comprometido a “Hacer normal en la ley lo que a nivel de calle es simplemente normal”. Pero había que hacerlo todo sin quebrantar la paz civil, logrando que los viejos enemigos se dieran otra vez la mano. “Todo está atado y bien atado”, había dicho el general Franco en su mensaje de Navidad de 1969. La tarea empezaba por encontrar los nudos y desatarlos.

Votación en las Primeras Elecciones Democráticas. 
La Ley de la Reforma reconocía los derechos fundamentales de las personas y otorgaba potestad legislativa a los representantes previendo un sistema electoral democrático y de representación proporcional.  Por lo tanto, se elaboró un decreto presentado el 18 de marzo del 77 que permitió celebrar las elecciones el 15 de junio para elegir a senadores y diputados. Ganaron las posiciones de centro, la UCD de Suárez y el PSOE de González, quedando a distancia tanto los comunistas como los conservadores de Fraga. La Ley ofrecía la posibilidad de que la iniciativa de la reforma constitucional correspondiera al Gobierno o al Congreso de los Diputados. Y se eligió al Congreso.

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