sábado, 7 de octubre de 2023

JOSÉ I, BONAPARTE, REY DE ESPAÑA

Pepe Botella, por su afición a la bebida, (por lo visto era abstemio), y también “El Rey Plazuelas” por su obsesión de embellecer la capital inaugurando nuevas plazas, es como el pueblo de Madrid le llamaba. De nada le valió su deseo de hacer reformas, ni su intento de modernidad a la monarquía. Los españoles jamás perdonaron que Napoleón invadiera el país y se desarrollara la Guerra de la Independencia. 



PEPE BOTELLA 
Menos de cinco años duró su reinado, pues tuvo que huir de la villa y corte el 17 de marzo de 1813, hace 210 años, según recogió La Gaceta de Madrid. "El Rey nuestro señor salió de esta Corte para recorrer las líneas de sus ejércitos". Se fue para no regresar con un inmenso cargamento de joyas y obras de arte, tanto que según la maledicencia popular "no se llevó la Cibeles porque no le dio tiempo".
Actuó como enviado de su hermano en misiones diplomáticas durante las guerras. Después fue embajador en Roma y tras la proclamación de Napoleón como emperador, se convirtió por mandato suyo en rey de Nápoles en 1806 y en 1808 de España y de las Indias.

JOSE BONAPARTE 
Pero su llegada a Madrid, donde fue proclamado ese 25 de julio con la sublevación del 2 de mayo aún reciente y en pleno estallido de la guerra de la independencia, no pudo ser más inoportuna. Intentó atraerse a los ilustrados afrancesados sin lograrlo con sus reformas de corte liberal establecidas en la Constitución de Bayona, poco conocida, por cierto, que a diferencia de la de Cádiz de 1812. El odio de sus súbditos le dedicaban sangrantes coplillas. "Pepe Botella, baja al despacho, no puedo porque estoy borracho" o "cada cual tiene su suerte, la tuya borracho hasta la muerte" y caricaturas representándole de rodillas dentro de una botella. Ante este complicado panorama, José Bonaparte intentó dejar el trono, pero Napoleón se lo impidió, nombrándole generalísimo en España del ejército francés. Intentó llegar a un acuerdo con los constitucionalistas de Cádiz, sin lograrlo.
El monarca paliaba tanto sinsabor con una agitada vida sentimental, pues aunque se casó con Julia Clary, hija de un rico jabonero de Marsella con la que tuvo dos hijas, su esposa jamás pisó tierra española. Algo que propició su relación amorosa con Pilar Acedo y Sarriá, condesa del Vado y de Echauz, con la que se veía en un picadero que mandó construir en la Gran Vía. Era esposa del marqués de Montehermoso, Ortuño Aguirre, un aristócrata afrancesado a quien el monarca compró su palacio de Vitoria cuando tras huir de Madrid, se estableció allí antes de regresar a Francia. Además de Pilar, en su colección de amantes destacan la condesa de Jaruco, la de Merlin, a quien dedicaron el verso "La señora condesa tiene un tintero donde moja la pluma José primero", una soprano apodada "la Fineschi".
Su gran derrota en la batalla de Vitoria en junio de 1813 supuso el final de su reinado y el restablecimiento de la monarquía Borbón con Fernando VII a raíz del tratado de Valençay.

RECUPERACIÓN DE PARTE DEL EXPOLIO
Cuando José Bonaparte decidió abandonar Madrid y dirigirse a Francia por la situación de derrota militar, se llevó una caravana de más de 2 000 carros, el famoso “Equipaje del rey José”, al que Benito Pérez Galdós dedicó uno de sus Episodios Nacionales. La batalla de Vitoria evitó que la comitiva llegase a Francia y José Bonaparte tuvo que huir a caballo y dejar todo su equipaje atrás. La tropa, de los que más de la mitad eran británicos, asaltó con avaricia los carros y se olvidó de perseguir a José Bonaparte, lo que enfadó a Wellington pero al menos pudo salvar el carro en el que Bonaparte había guardado los cuadros: unas 200 obras de Juan de Flandes, Brueghel, Van Dyck, Tiziano, Rubens, Teniers, Guido Reni, Ribera, Correggio, Murillo, Velázquez, todas sin marco y enrolladas para ocupar menos espacio. Wellington envió 300 obras recuperadas a su hermano a Inglaterra y decidió por su cuenta devolver los cuadros, por lo que su hermano, Henry, en ese momento embajador en Madrid, envió en 1814 una misiva a Fernando VII, informándole de que estaba en posesión del tesoro artístico. Y deseaba devolverlo. No tuvo respuesta y lo intentó de nuevo en septiembre de 1816 en una carta al embajador español en Londres. Recibió la contestación oficial de que el rey había decidido que se quedara con las obras agradeciendo sus servicios. Wellington, que los colgó en su casa, Apsley House, que se ha convertido en un museo perteneciente al English Heritage, donde se puede ver hoy en día “The Spanish gift” (El regalo español). 

"LA VENUS DEL ESPEJO"
En 1816, una vez derrotado Napoleón, la liga de los vencedores obligarían a Francia a devolver lo expropiado. En el museo del Louvre se hizo inventario con más de 5.000 obras de arte robadas en todos los territorios de Europa, de las cuales el comisionado español a tal efecto, el general Álava, solo podría recuperar algo más de cuatrocientas de ellas.
En el Congreso de Viena se condenó a Francia a devolver a España el entero patrimonio incautado, algo imposible a todas luces pues solo estaba inventariada una parte ínfima en el “Diccionario histórico de las Bellas Artes en España” del ilustre Agustín Ceán Bermúdez; y es por ello por lo que se haría imposible el rastreo de estas.
José I había utilizado los bienes incautados a las órdenes religiosas para ofrecerlos a los militares más renombrados. De esta manera, el mariscal Soult, comandante general de las fuerzas francesas en España, fue recompensado con seis cuadros procedentes de El Escorial. El general D’Armagnac, gobernador militar, con cuatro. El general Sebastiani, que dirigió la ofensiva contra Andalucía, recibió tres. Y el general Dessolles, que tuvo un papel destacado en la victoriosa batalla de Ocaña, otros tres. Sin embargo, con quien más generoso se mostró el rey fue evidentemente con su hermano, Napoleón. De esta manera, el 26 de mayo de 1813 salieron hacia Francia 300 pinturas. Aunque el convoy estuvo a punto de ser interceptado en la batalla de Vitoria, librada en julio de ese año, los lienzos llegaron a París en perfectas condiciones. Al final sólo doce se consideraron apropiados para ser expuestos en el museo de Napoleón. El resto no se devolvió para servir como decoración para las residencias imperiales.
El francés Frédéric Quilliet, oscuro personaje, había llegado a España antes de la guerra. Quilliet fue el encargado de inventariar las colecciones reales, en especial la del monasterio de El Escorial, de la que desarrolló un gran conocimiento, y otras importantes colecciones privadas.  Quilliet logró apropiarse de muchas de las obras que estaban destinadas a los depósitos reales. Su ambición y descaro llegaron a tal punto que, en 1810, fue cesado de su cargo. 
 La “Venus del espejo” de Velázquez actualmente se encuentra en la National Gallery de Londres. Anteriormente perteneció a la Casa de Alba y a Manuel Godoy, en cuya época seguramente se conservaba en el Palacio de Buenavista en Madrid.
Los franceses usaron como guía el "Diccionario histórico de las Bellas Artes en España" de Cea Bermúdez, un coleccionista y crítico de arte de reconocida y sobrada reputación.
Tras la caída de Napoleón en Waterloo, José emigró a Estados Unidos y gracias a la venta de las joyas que se llevó de España, se construyó una mansión en Filadelfia. Allí ocupó su tiempo soñando con construir un imperio mientras caía en los brazos de nuevas amantes, entre ellas, Annette Sauvage, descendiente de la india Pocahontas.
En 1841 logró permiso para regresar a Europa, instalándose en Florencia, donde falleció tres años después, siendo enterrado en Les Invalides de París junto a su hermano gracias a la mediación de su sobrino, el emperador Napoleón III.
Muchos tesoros procedentes de España se encontraban en Francia en 1940 en la Segunda Guerra, durante el Gobierno de Vichy. Varias obras procedentes del Louvre se habían trasladado para protegerlas de los bombardeos. Franco aprovechó el momento para reclamar parte de nuestro patrimonio robado, y en la lista, la primera obra de arte era La Inmaculada de Murillo arrebatada por el mariscal Soult. 

"LA INMACULADA" de Bartolomé Esteban Murillo.


Para negociar con ventaja, Franco explotó la posibilidad de que España apoyara en la Guerra a la Alemania nazi. Con esta premisa, el gobierno francés cedió la venta de tan preciado cuadro de Murillo.

REINO DE NAVARRA (Segunda parte)

Del reino de Pamplona surge, tras unos primeros años de expansión y la posterior merma territorial a manos de Castilla y Aragón, el Reino de Navarra que se estabilizó con dos territorios diferenciados: la Alta Navarra, al sur de los Pirineos y la Baja Navarra o Navarra Continental, al norte  de la cordillera pirenaica, (actual Francia).

SANCHO VI, EL SABIO 

El Reino de Navarra  nació cuando Sancho VI, el sabio, cansada de que los reinos de Castilla y de Aragón intentasen repartirse su reino y aprovechó las minorías de edad de Alfonso VII de Castilla y de Alfonso II de Aragón para intitularse rey de Navarra en 1162. Y además consiguió que Pamplona dejase de ser vasallo de Castilla. Aunque el título de rey ya se utilizaba desde hacía 20 años era de forma no oficial.
Por lo tanto Sancho VI fue el último rey de Pamplona y el primero de Navarra. Hasta diecinueve monarcas tuvo  Navarra antes de ser anexionada definitivamente a la corona de Castilla-León en 1515.  Sancho VII, hijo del anterior rey, fue rey de Navarra entre 1194 y 1234.
Ya dijimos en el capítulo anterior que el Reino de Navarra  nació cuando Sancho VI, el sabio, aprovechó las minorías de edad de Alfonso VII de Castilla y de Alfonso II de Aragón para intitularse rey de Navarra en 1162. Y además consiguió que Pamplona dejase de ser vasallo de Castilla. Aunque el título de rey ya se utilizaba desde hacía 20 años era de forma no oficial.

ALFONSO VIII DE CASTILLA

En 1195, el rey castellano Alfonso VIII sufre una seria derrota en la batalla de Alarcos y el navarro llegó tarde al encuentro por una falta de coordinación entre ambos. Salvo Castilla y Aragón, los demás reinos llegaron a acuerdos con el califa almohade para establecer alianzas. El papa rechazaba esa unión contra natura. Así en 1196 se reunieron los monarcas de Castilla, Aragón y Navarra con un representante del papa para sellar una alianza contra los musulmanes. Pero otra vez tanto Castilla como Aragón pactan repartirse Navarra y sus fronteras fueron atacadas por ambos reinos en 1198, teniendo el navarro que ceder poblaciones. Aunque el navarro trató de aliarse con el almohade en tierras africanas, tras las pérdidas de las tierras ascas Navarra quedaba reducida, sin salida al mar y rodeada por los poderosos reinos castellano y aragonés.

Se fundan Vitoria y San Sebastián, hacia el 1200 con una labor repobladora. Pero Castilla después de un largo sitio se hizo con Guipúzcoa y Álava. Debido al extraordinario poder del castellano todos los reinos peninsulares se unieron contra Alfonso VIII de Castilla, pero gracias a la intervención del papa, que deseaba la unión de todos los cristianos contra el enemigo común, los almohades, logró detener las hostilidades.
Pese a todo Navarra participará en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó el monarca navarro Sancho VII el Fuerte. La batalla resultó un triunfo rotundo para las fuerzas cristianas iniciándose así la lenta decadencia del imperio almohade en España.
La muerte sin descendencia de Sancho VII, supone la entronización en Navarra de Teobaldo I, sobrino del fallecido, con lo cual termina la dinastía Jimena y comienza la de Champaña, la Capeta y la de Évreux.
Teobaldo I selló pactos con Castilla, Aragón e Inglaterra, que le permitieron consolidarse en la corona. En su reinado se redactó el Fuero General de Navarra, el conjunto de normas y costumbres que habían regido la vida política en tiempo de la dinastía Jimena.

ALFONSO X EL SABIO

En octubre de 1234 se firma el tratado de Logroño con el compromiso del matrimonio de su hija Blanca con Alfonso, el futuro Alfonso X el Sabio.​ En este tratado, Fernando III el Santo ofrecía a Teobaldo los puertos de Fuenterrabía y San Sebastián con las tierras de Guipúzcoa, pero nunca llegó a cumplirse. En agosto de 1239 partió al frente de un ejército cruzado a Tierra Santa, en la conocida como cruzada de los barones.
Desde su vuelta de la Cruzada se dedicó a viajar hasta champaña  y mantener la paz en los reinos cristianos.
Teobaldo I murió en Pamplona en 1253.
Hereda el trono su hijo Teobaldo II que es regido por menor de edad, por su madre Margarita de Borbón, quien promete en matrimonio a su hijo a Isabel, la hija de Luis de Francia  lo que aseguraba en cierta forma el reino frente a castellanos y Aragoneses. Lo cierto es que Teoblado II pasó gran parte de su reinado en Francia con unos cinco viajes a Navarra.
Su suegro, San Luis IX de Francia anunció que el primer objetivo de la cruzada es Túnez y en 1270 parten juntos hacia Túnez. La expedición franco-navarra llega a Túnez el 18 de julio. En agosto, el rey francés muere a causa de una enfermedad durante el sitio de Túnez. El rey navarro desiste de la empresa militar y decide comandar a las tropas navarras y francesas en su marcha de vuelta al continente europeo.
Unas semanas después en diciembre de 1270, Teobaldo II muere en Trápani antes de haber llegado a volver a la península ibérica.
Asciende al trono el hermano del rey, Enrique I en 1270. De corto reinado, se casa con Blanca de Artois con la que tuvo una hija, Juana. Murió Enrique I a los cuatro años y heredó el reino Juana I de Navarra y los condados de Champaña con sólo tres años. Ejerció la regencia su madre y las ambiciones de Castila y Aragón se despertaron. 

FELIPE IV DE FRANCIA

Pretendían que se prometiera con sus descendientes. Castilla presentó a Fernando de la Cerda, hijo de Alfonso X el sabio, y Aragón al futuro rey Alfonso, el liberal, pero la regente busco protección en París por lo que prometió a su hija Juana  a Felipe el hermoso, IV de Francia, en 1276, cuando el novio tenía ocho años. El rey Felipe III de Francia empezó a regir Navarra como tutor de ambos jóvenes prometidos y envió un gobernador. Esto no gustó a los navarros que se revelaron. El francés envió un poderoso ejército y saqueó Navarra.
En la ciudad de Pamplona es arrasado el barrio de la Navarrería por tropas francesas en 1276 y extendiéndose la confrontación por toda Navarra, venciendo éstos a los aliados castellanos e implantando el acercamiento de Navarra a Francia. Los nobles huyeron a Castilla o Aragón y Francia se anexionó Navarra hasta 1328. Los cargos administrativos pasaron a ser ocupados por franceses, lo que produjo el rechazo de los navarros que buscaron la ayuda de Aragón. Juana y Felipe reprimieron duramente a los navarros. Al morir el rey francés queda Felipe el hermoso como rey de Francia como Felipe IV y como Felipe I de Navarra, y Juana reina consorte.
En 1305 fallece la reina Juana. Felipe fue el responsable del traslado del papado de Roma a Aviñón y el que impulsó la orden de disolver a los Templarios, quedándose sin pagar la deuda que con ellos tenía. Maldecido por el gran maestre de la orden templaria murió según éste lo vaticinó un año después del mismo, en 1314. Fue coronado su hijo Luis X que solamente reinó dos años, llevó a cabo una fuerte represión encarcelando y deportando a Francia a los cabecillas de la nobleza. Murió quizá envenenado. Por la muerte muy prematura del heredero legal, llega al trono de Navarra y de Francia Felipe II. Nunca visitó Navarra, gobernó con delegados lo que rechazaba el pueblo navarro. En 1307, contrajo matrimonio con Juana II de Borgoña (1291-1330). Muy enfermo muere en enero de 1322 sin dejar hijos varones vivos.

jueves, 5 de octubre de 2023

NAVARRA - Primera parte

Los vascones, antiguo pueblo autóctono, posiblemente una de las tribus íberas, ocupaban la actual Navarra y parte de Aragón. Con la llegada de los romanos el territorio formó parte de la provincia romana Tarraconensis. Luego a la caída de los romanos, los vascones fueron sometidos por los visigodos pero se sublevaron en tiempos de Leovigildo, en el 581, invadiendo y conquistando la Aquitania, que por ello se llamó Gascigne, (Gascuña), en el 587. Hubo entonces una Vasconia francesa (Aquitania), y otra propia o española.
Frente a ambos se alzaban los pueblos Visigodos al sur y los Francos al norte.
Con la invasión de los árabes en el 711, la época musulmana para los vascones fue una continuación de las luchas para defender su independencia de cualquier invasor, ya fuesen romanos, visigodos o musulmanes. No obstante, con los musulmanes, su aristocracia se convirtió y respetaron las posesiones y ascendencia social.

NAVARRA EN EL 1035 

Aunque los musulmanes consiguieron penetrar en los Pirineos occidentales, nunca la ocuparon por mucho tiempo, dejando zonas aisladas, entre ellas Navarra, lo que impidió asimismo que se convirtiera en parte de la Marca Hispánica de Carlomagno, quien aprovechando la rebelión del gobernador de Zaragoza para intervenir en la Península, atravesó en el año 778, con un ejército franco el territorio vascón y destruyó y redujo a ruinas a Pamplona, capital de los vascones que eran aliados. Abandonó el proyecto de tomar Zaragoza dada su dificultad. Pero, en agosto de 778 con un poderoso ejército se dirigió al norte, por Roncesvalles. Allí fueron objeto de una hábil emboscada por los vascones (o árabes, posiblemente), que ocasionaron una gran pérdida en la retaguardia del ejército de Carlomagno que estaba dirigida por un familiar, Roldán, Se hizo famosa, incluso hoy en día se conoce La Chanson de Roland, que inmortalizó el evento.
Destacó una estirpe la de los Banu Qasi, (siglos VIII al X), convertidos al Islam para proteger el territorio que ejerció su predominio en la región, sometidos al Califato de Córdoba, y entonces aparece un tal Velasco que se convirtió en el héroe de la liberación  navarra. Una sublevación poco antes de terminar el siglo VIII terminó con la vida de Al-Mutarrif y proporcionó la jefatura a Velasco. Este caudillo fue reconocido por varias tribus como jefe y gobernó el territorio navarro hasta poco después del 816, fecha en que luchó en la batalla de Orón, junto al asturiano  Alfonso II.
Al morir Carlomagno hubo un intento frustrado de rebelión contra la monarquía franca. El fracaso y la muerte de los cabecillas dieron preminencia en las tierras vascas a la familia Íñigo y es con esta familia cuando los navarros adquieren la primacía sobre los núcleos del Oeste y del Este, cuyos jefes habían sido abatidos. Los vascos vieron así la conveniencia de aunar esfuerzos y designar a Íñigo Iñiguez apodado Arista o Aritza, sobrenombre que pudo significar el fuerte o el roble. El triunfo de este caudillo en la segunda batalla de Roncesvalles frete a las tropas carolingias en el 824 permitió a Íñigo instaurar en Pamplona el primer reino navarro.

ÍÑIGO ARISTA REY DE PAMPLONA 

La dinastía de los Arista gobernó sujetos a los emires cordobeses hasta comienzos del siglo X. Al romperse el entendimiento entre Banu Qasi y los Arista ocasionó que Navarra dependiera del reino asturleonés. Al desaparecer los reinos visigodos, Vasconia quedó sometida a la influencia de los reyes francos por un lado y por el otro al poder de las monarquías asturleonesa primero y al Condado de Castilla más adelante.
El rey asturleonés Alfonso III avaló la sustitución de la dinastía de los Arista por la familia Jimeno, eligiendo a Sancho Garcés (905-925). Las diferencias entre el condado de Castilla y León permitieron una autonomía a Navarra que se afianzó y desempeñó un importante papel por el cristianismo. Y se expandió hacia el sur. En el año 923 el rey pamplonés Sancho Garcés I junto a Ordoño II de León recuperan Nájera y La Rioja del dominio musulmán. Estos territorios quedan en manos de García Sánchez, hijo del anterior, denominándose Reino de Nájera. También se convierte en rey de Pamplona, estableciéndose en Nájera, con lo cual el reino pasa a llamarse Reino de Nájera-Pamplona.
La desaparición del Califato de Córdoba liberó a los navarros de enemigos por el flanco sur, lo que permitió a su rey Sancho III el mayor, (992-1035), concentrarse en sus ambiciones expansivas. 

Sancho III el mayor
 
Impulsó el reino, lo amplió, fomentó el camino de Santiago, acuñó moneda y celebró Cortes, originando una legislación. Estaba casado con la hermana del conde de Castilla, García Sánchez, y al morir éste asesinado, Sancho el mayor incorporó a su reino el condado castellano como protectorado y también otros condados como el de Gascuña y el de Barcelona que le rindieron vasallaje. Al casarse su hermana Urraca con el rey leonés Alfonso V, el rey navarro pretendió afianzar la unión de los reinos, pero al morir el leonés se avivaron las diferencias entre los reinos. Vermudo III rey de León, se casó con una hija de Sancho, Jimena, lo que animó a defender la causa de Vermudo contra los levantiscos nobles asturianos.
Sancho III el mayor (992-1035), fue el primer monarca moderno, el que siguió las prácticas europeas de feudalismo. Guarda para sí el título de Emperador hasta entonces reservado a los reyes de León. Facilitó la entrada de la orden del Cluny y abrió la ruta hacia Santiago a los peregrinos europeos. Pamplona consiguió su mayor hegemonía cuando se extendió desde Astorga, León, hasta Ribagorza, Huesca. O sea el límite de Galicia al de Cataluña, lo que suponía casi el tercio de la Península. Esto lo consiguió Sancho Garcés III que reinó entre el 1004 al 1035.
Muerto Sancho III el reino se desmembró. Como dejó entre sus hijos la herencia repartida. A García Sánchez le correspondió Navarra  y parte de lo que le correspondía de herencia materna. Castilla fue para Fernando, que desde entonces fue con la categoría de reino, y Aragón, también como reino a Ramiro. Los condados de Sobrarbe y Ribagorza fueron para Gonzalo. Estamos en el año 1035.
El último rey de Nájera, Sancho Garcés IV es asesinado por su hermano, con lo cual ya no existen los reyes de Nájera. Se divide el reino y la parte navarra quedó anexionada al Reino de Aragón, poniendo fin al "Reino de Nájera", pasando a denominarse Señorío de Nájera y Ducado de Nájera.
En el 1063 reina Sancho Ramírez I de Aragón y sucedió a su padre cuando murió en lucha contra la Taifa de Zaragoza que estaba ayudado por Sancho de Castilla, el futuro Sancho II, y por el joven Rodrigo Díaz de Vivar. Casado con su segunda mujer tuvo varios hijos del que destacan Alfonso, el que sería Alfonso I el batallador y Ramiro, el monje, que sería Ramiro II de Aragón. 

Sancho IV de Pamplona 

fue ayudado por Sancho Ramírez I de Aragón en su lucha contra Sancho II, el fuerte, rey de Castilla. Lo que se llamó la “Guerra de los Tres Sanchos”, derrotando al castellano.
Sancho Ramírez fue proclamado rey de Pamplona en el 1076 y se consideró a la vez rey de Aragón ejerciendo con total independencia. En el 1084 fue vencido por “el Cid” quien apoyaba a los musulmanes de la Taifa de Lérida-Tortosa-Denia en la batalla de Morella, Castellón. Tuvieron que levantar el sitio para hacer frente a los Almorávides que habían entrado en al-Andalus. Perdieron en la batalla de Sagregas en Badajoz. Después Sancho Ramírez prosiguió con la conquista de varias localidades de Huesca. Ayudó a Alfonso VI en la defensa de Toledo y firmó un tratado de ayuda mutua con el Cid, al que ayudó junto con castellanos, genoeses y catalanes en un intento de la toma de Valencia.
En 1093 muere Sancho Ramírez de un flechazo, en el asedio de Huesca cuando inspeccionaba una fortaleza.

miércoles, 4 de octubre de 2023

CONDADO PIRENAICOS SIGLOS X-XI

En el año 987, el conde Borrell II fue el primero en no prestar juramento al monarca de la dinastía de los Capetos, (francos), pero se sometió en vasallaje al poderoso Califato de Córdoba.
La idea romántica que, gracias a él nació la actual Cataluña, es obra de Serafín Pitarra. Esta surgió de la Gesta “comitum barchinonensius” escrita en el siglo XII por los monjes de Ripoll. En ella se sobredimensionó su figura. La realidad es que la independencia de facto de los condados se debe a la decadencia del Imperio carolingio y no a un afán independentista de Wifredo. Con respecto al escudo de armas, del cual se estableció a senyera, la historia es romántica, pero falsa. Se dice que Carlos el Calvo, antes de morir Wifredo, puso la mano en su herida y con los dedos ensangrentados pintó su escudo de defensa. La leyenda es romántica, pero nada más. Los escudos heráldicos se empezaron a utilizar 400 años después de la muerte de Wifredo. Tampoco Carlos el Calvo no pudo hacerlo, pues murió en el 877, veinte años antes, en 897 murió Wifredo. Los escudos heráldicos se empezaron a utilizar porque los caballeros iban completamente tapados y no se les reconocía. Con un dibujo en su escudo se sabía quien era cada uno de ellos. Por otra parte, la senyera empezó a ser emblema de Cataluña cuando Ramón Berenguer IV se casó con Petronila, uniéndose el condado de Barcelona al reino de Aragón. La senyera es de origen aragonés.

LA SEÑERA 

Hemos de tener en cuenta que en el año 1017 estaba ya muy avanzada la guerra civil cordobesa que desmembró el califato de Córdoba en decenas de reinos de taifas y que provocó su caída en el 1031. Incluso ya existía un reino taifa independiente, el de Tortosa. Este reino dominaba prácticamente toda la actual provincia de Tarragona y continuaba hacia el sur, seguramente hasta Sagunto, donde lindaba con la taifa de Valencia. El resto de la zona andalusí de la actual Cataluña, con Lérida y Balaguer como centros más importantes, se integrará luego en la Taifa de Zaragoza aunque, en ese momento, pertenecía teóricamente al califato de Córdoba. Esa era la situación de la actual Cataluña hace 1000 años: un mosaico de condados de origen franco, aún lejos de estar unidos, que estaban tratando de expandirse hacia el sur aprovechando la debilidad del poder musulmán.
A Berenguer Ramón I le sucedieron sus hijos Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II, (no confundir). El primero murió asesinado y su hermano fue acusado por lo que se le llamó “el fratricida”. Éste conde fue el que inició una campaña contra Zaragoza, aliado de Aragón, Navarra y los los reinos musulmanes de Lérida y Tortosa, y acabó fracasando en Almenar en el 1082.

EL CID 

Lucharon las tropas del rey musulmán de la Taifa de Zaragoza al mando del Cid Díaz de Vivar, contra las tropas del rey de las Taifa de Lérida, apoyado por el rey de Aragón y el conde de Barcelona Berenguer Ramón II. El resultado fue favorable al Cid Campeador, que hizo prisionero al conde. Luego lo liberó a cambio de un importante rescate.
Le sucedió su hijo Ramon Borrell y tuvo que soportar incursiones de Almanzor entre los años 1000 y 1002. En el año 1010 el Califato de Córdoba había entrado en crisis y organizó una expedición militar que derrotó a Sulaimán lo que puso de forma definitiva el dominio musulmán sobre Barcelona. En el año 1035 heredó los condados su hijo Ramón Berenguer I y gobernó junto a su madre Ermesenda, lo que provocó descontento en la forma de actuar entre los nobles. Ermesenda era la regente de sus nietos menores de edad que eran los titulares de los demás condados. Debido al descrédito del poder condal durante el cogobierno en Barcelona, Gerona, Osona y especialmente en la zona del Panadés, área fronteriza con los musulmanes, los nobles, prescindiendo totalmente de la potestas del conde, tomaron ellos mismos el control de las fortalezas de las que dispusieron para cederlas como feudo como si fuesen de su propiedad. Las disputas patrimoniales entre oligarcas y nobles rechazando a su vez a la abuela y a Ramón Berenguer I llegamos al 1035 en que éste fallece.
La batalla de Almenar se produjo en 1082 entre las tropas del rey Al-Mutamán de la Taifa de Zaragoza, comandadas por Rodrigo Díaz de Vivar, contra las tropas del rey de la Taifa de Lérida, que contó con el apoyo del rey de Aragón, Sancho Ramírez, el conde de Barcelona, Berenguer Ramón II y el conde de Cerdaña y Berga, Guillermo Ramón I. El resultado fue favorable al Cid Campeador, que hizo prisionero al conde de Barcelona. Luego lo liberó a cambio de un importante rescate.

BERENGUER RAMÓN II 

En el año 1096 el conde participó en la I Cruzada a Tierra Santa dejando a su sobrino Ramón Berenguer III. Éste supo consolidar y ampliar los límites del condado. Conquistó parte del condado de Ampurias y, al frente de una amplia coalición, emprendió también la conquista de Mallorca, narrada en el documento pisano llamado “Liber maiolichinus” (1117), en el que se llama a Ramón Berenguer III “Dux Catalanensis” y catalanicus heros, mientras que sus súbditos son denominados “Christicolas catalanenses”, en lo que se considera la referencia documental más antigua a Cataluña. Se trata de un libro sobre las luchas para liberar a los esclavos cristianos y vencer a los corsarios musulmanes que, con base en las Baleares, sembraban el terror por todo el Mediterráneo “desde Hispania hasta Grecia”.
Sin embargo, el conde tuvo que abandonar sus conquistas ante el avance de las tropas almorávides en la península. Recibió asimismo mediante herencia los condados de Besalú y Cerdaña, formando progresivamente un espacio territorial muy similar al de la llamada Cataluña Vieja, además de avanzar hacia Lérida y repoblar territorios fronterizos como la ciudad de Tarragona, restaurándola efectivamente como sede episcopal. Éste se casó con la hija del Cid, María, y acudió en ayuda de Valencia en el 1099, ciudad que estaba gobernada por Jimena, viuda ya del Cid. Murió su esposa y se casó con la condesa Dulce, de forma que pudo ampliar sus dominios transpirenaicos al incorporar el condado de Provenza gracias a su matrimonio. Éste conde legó a su hijo, que sería Ramón Berenguer IV los condados de Vic, Barcelona, Gerona, Cerdaña y Besalú.
Con una sociedad de aire eminentemente feudal, se inició una importante expansión territorial, que empezó, en el tránsito de los siglos XI al XII, en tiempos del conde Ramón Berenguer III desde 1097 al 1131, el más importante entre los condes de esta zona, además de conde de Barcelona y Gerona, lo era de Osona, Provenza y Cerdaña. Tras asegurar el control de los territorios de su tío, Ramón Berenguer III, supo consolidar y ampliar los límites del condado que heredó. Fruto de esta expansión fue la incorporación de la llamada Cataluña Nueva al sur y a poniente del río Llobregat y hasta la línea del Ebro, que fue conquistada y repoblada en el siglo XII. Cataluña Nueva es el nombre que se da, a partir del siglo XII, a los territorios conquistados por Ramón Berenguer IV, hasta entonces pertenecientes a los reinos taifa de Tortosa y Lérida.
Su frontera con la Cataluña Vieja es aproximadamente una línea formada por el río Llobregat.
Cataluña vieja, el obispado de Gerona, la mitad del obispado de Barcelona (marcando la división en el río Llobregat) y la mayor parte del obispado de Vich.

RAMIRO II DE ARAGÓN

Y ahora hablaremos de Ramón Berenguer IV. En noviembre de 1137, Ramiro II, rey de Aragón, ofreció a su hija (de un año de edad), en matrimonio al conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, pero la boda lógicamente se celebró años después. Depositó el rey en su yerno el reino, pero no la dignidad real, firmando éste al casarse como Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón (la reina era su mujer Petronila). Luego Ramiro II renunció al gobierno, aunque no a su título de Señor Mayor de la Casa de Aragón.

RAMÓN BERENGUER IV Y PETRONILA DE ARAGÓN 

Ramón Berenguer IV, era conde de Barcelona, y Gerona, Osona y Cerdaña fueron los condados que Ramón Berenguer IV aportó a su matrimonio. La boda se celebró en Lérida en agosto de 1150. En 1157 nacía en Huesca el primogénito de la pareja, llamado Alfonso. Tras la muerte de su marido, Ramón Berenguer IV, Petronila abdicó en su hijo Alfonso II el Reino de Aragón y el Condado de Barcelona, hecho aprobado por el papa. A partir de esto, se retiró y vivió privadamente el resto de su vida. El abuelo, Ramiro II, después de su muerte, cumplió su sueño de salvar la monarquía y además unir el Reino de Aragón con el Condado de Barcelona en un heredero suyo.
Petronila y Ramón se habían casado conforme al derecho aragonés, es decir, en un tipo de matrimonio donde el marido se integraba a la casa principal como un miembro de pleno derecho. El acuerdo supuso, como dijimos, la unión del condado de Barcelona y del Reino de Aragón en la forma de lo que luego fue conocido como Corona de Aragón. En un contexto de alianzas medievales, la asociación de ambos territorios no fue, pues, el fruto de una fusión ni de una conquista, sino el resultado de una unión dinástica pactada entre la Casa de Aragón y la poseedora del Condado de Barcelona. De hecho, originalmente los territorios que formaron la Corona mantuvieron por separado sus leyes, costumbres e instituciones.
Así es que con el hijo de estos, Alfonso II, quedaron asentados Aragón y el condado bajo las cuatro barras de la monarquía aragonesa. Las primeras Cortes documentadas del reino se celebraron en Zaragoza en 1164. Sus dominios con la incorporación del reino de Valencia constituían a finales del siglo XII la denominada corona de Aragón, pues gobernó como rey de Aragón, con sus condados de Sobrarbe y Ribagorza, y como conde de Barcelona el condado de Gerona, Besalú y Osona.
Hacemos un apartado para aclarar que los términos “Catalania y catalanenses” no se encuentran escritos hasta 1117 en los Usatges de Barcelona,(condiciones de los usos y costumbres).
Y la denominación Principado de Cataluña (Principatus Cathaloniae) no la encontramos escrita hasta 1350. Siendo una denominación jurídica, no exactamente un título de casa real.
En la época de la unión con Aragón se hablaba del Condado de Barcelona, que no abarcaba todo lo que hoy es Cataluña. No podemos hablar todavía de Cataluña, sino de los que ahora llamamos los Condados Pirenaicos.

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