domingo, 6 de diciembre de 2020

53.- REINO DE CASTILLA-16

GUERRA DE SUCESIÓN CASTELLANA -- Muchas cosas se pueden decir de la proclamación de Isabel como reina, y de la Guerra que se desató con Portugal por esta causa. Pero tenemos que reconocer que la visión de alcance de estos todavía jóvenes reyes era algo prodigioso. La guerra por la sucesión al trono de Castilla fue inevitable, estalló y duró cinco años, de 1474 a 1479. Los enemigos eran el reino de Portugal, y los enemigos de Aragón, Francia y los que habían sido partidarios de Pacheco, el noble castellano contrario a Isabel. Aquí hay que apuntar que los reyes tuvieron una hija, Isabel de Aragón, que nació en octubre de 1470 y al ser primogénita era la heredera de ambas coronas.
Hay que tener en cuenta que la hija de Enrique IV, Juana (la Beltraneja), era la esposa del rey portugués, Alfonso de Portugal. Ella era una niña de doce años y su marido tenía 42 años. Isabel por su parte convocó a Cortes en 1476 en Madrigal y allí su hija Isabel fue proclamada heredera a la corona de Castilla al ser ella la primogénita de los reyes de Castilla y al no tener sus padres descendencia masculina. Por otro lado, en Portugal, Juana aunque se proclama reina de Castilla, está manipulada por su marido, el rey y por los nobles castellanos que en su día eran opositores a Isabel. Este es el motivo del conflicto bélico. Está claro que las intenciones del rey portugués era hacerse con Castilla, ampliando su reino, que asociado a Francia sometería a Aragón y el condado catalán, con todas las posesiones.
Los partidarios de Juana cuentan con el apoyo de los reyes de Portugal y Francia, y con algunos nobles castellanos, que son realmente los inductores de la imposible sucesión de Juana, en la que ya nadie dudaba que no era hija biológica de Enrique IV. Además Juana para todos ellos no contaba para nada, con doce años estaba completamente al margen. Se la consideraba la legítima reina de Castilla. Pero Isabel sabía que si no era ella misma la reina, lo sería Juana con lo cual el reino pasaría a manos portuguesas. Eso para ella era inadmisible. La guerra fue inevitable, estalló y duró cinco años, de 1474 a 1479. Francia apoyaba a Portugal porque la unión de Aragón y Castilla le debilitaba en su guerra particular con Aragón. Recordemos la intervención de Fernando en el Rosellón y el envío de tropas de Isabel al conflicto ayudando a Cataluña. La escasa fuerza militar portuguesa y las consecuencias de la batalla de Toro, marzo de 1476, consiguió que la unión de los partidarios de Juana se fuera disolviendo. La famosa batalla realmente tuvo un resultado incierto, ya que Fernando al frente de sus tropas tuvo una victoria, huyendo el rey portugués, pero luego fue derrotado sin consecuencias graves, con lo cual ambos bandos se consideraron vencedores. Pero mientras que Portugal se reorganizaba militarmente, Fernando, siempre hábil en todos los campos, envió cartas a todas las ciudades de Castilla y a varios reinos extranjeros, dándoles la noticia de una gran victoria, en la que las tropas portuguesas habían sido aplastadas. El portugués se vio forzado a regresar a su reino. Francia se retiró del conflicto y la guerra se convirtió en batallas navales, donde los portugueses se impusieron y se libró la batalla decisiva en Guinea. Finalmente la guerra terminó con un Tratado de paz en Alcácovas, reconociendo Portugal a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y a quedando en manos portuguesas la hegemonía del Atlántico, salvo las Islas Canarias. Juana permaneció para siempre en Portugal. Un hecho importante se desprende del Tratado de Alcácovas. Concertaba el matrimonio de la hija de los reyes de Castilla, Isabel con el infante Alfonso de Portugal, que tenía en 1480 solo cinco años, vivía con su abuela, y al año siguiente llegó Isabel de Aragón que tenía unos diez años. La boda se celebró por poderes en 1490. Pero Alfonso de Portugal murió en julio de 1491, al año siguiente de su boda, dejando viuda a Isabel, la hija de los reyes de Castilla.
El rey de Aragón Juan II moría en enero de 1479, quedando su hijo Fernando con todos sus títulos. Ya era rey de Sicilia y heredó además de Aragón, Cerdeña y Conde de Barcelona. El reino de Navarra lo heredó su hermana Leonor, que solo lo ocupó unas semanas, ya que falleció. Dejó entonces como heredero a su nieto Francisco de Foix bajo la regencia de su madre Magdalena, que era hermana del francés Luis XI. Y dispuso en el testamento que ante cualquier conflicto que se recurriera a Francia. Esto era algo que Fernando no podía permitir, pero en estos momentos no estaba en condicione de ocuparse del asunto. Antes de esto, en junio de 1478 Isabel I daba a luz un niño, Juan de Aragón, que desplazó de la herencia a su hermana Isabel por ser varón, siendo Príncipe de Asturias y por lo tanto heredero de la corona de Castilla. Era el segundo hijo de los reyes. Pero murió joven en 1497 con diecinueve años. Juan se había casado ese mismo año con la hija del Emperador Maximiliano de Habsburgo, Margarita de Austria. Se dijo que murió por exceso carnal, pero Juan de Trastámara no murió por desenfreno sexual o por “exceso de amor” como se dice aún, que bajo ningún supuesto se puede calificar como una causa de muerte, sino por tuberculosis. El prematuro fallecimiento del heredero de los Reyes Católicos, que estaba destinado a unir en su corona los dos reinos peninsulares más extensos, condenó a la dinastía de los Trastámara, que habían gobernado en España desde hacía dos siglos, a la desaparición. Al morir Juan convierte a su hermana Isabel de Aragón, otra vez en la heredera del trono de Castilla, que a la sazón era reina consorte de Portugal ya que siendo viuda se había vuelto a casar con el que luego llegó a ser Manuel I de Portugal. Este matrimonio tuvo un hijo que se llamó Miguel de la Paz, nacido en 1498 y que al ser varón fue heredero de las coronas de Castilla, Aragón y Portugal. En el parto murió su madre Isabel. El niño estuvo al cuidado de sus abuelos Fernando e Isabel, pero murió en el año 1500. Este fallecimiento es el que provoca que sea su hermana Juana la heredera de la Corona de Castilla. Por especular dejamos en el aire el tema imposible de saber que se trata de que si no hubiera muerto Miguel de la Paz, toda la Península Ibérica sería un solo país y una sola corona. Jornadas de Recreación Histórica con la Guerra de Sucesión Castellana (1475) en el Castillo de Belmonte (Cuenca)

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