miércoles, 9 de diciembre de 2020

54.- REINO DE CASTILLA (17)

DESCENDIENTES DE ISABEL Y FERNANDO -- Cuando se proclamó Isabel como reina de Castilla en diciembre de 1474, se comunicó inmediatamente a las ciudades y en los días siguientes unos y otras obedecieron haciendo reconocimiento de la proclamación. Recibieron claro está, el respaldo de Aragón y del papa Alejandro VI, (el papa Borja, valenciano). Ya habían fallecido el rey de Castilla y el más directo enemigo de Isabel, Juan Pacheco. De la Guerra de Sucesión que se desató la guerra de Sucesión Castellana que ya hemos hablado en el capítulo anterior. Una vez conseguida la paz, la administración de Castilla fue encauzándose por nuevos derroteros. Pero ante de hablar de esto repasemos un poco la escasa fortuna que tuvieron con la vida de sus hijos. Ya sabemos que, sobre todo, en aquella época, tener un descendiente varón era el gran deseo de toda casa real y las mujeres era necesario casarlas con príncipes herederos o directamente reyes, para conseguir acuerdos, buscar alianzas y evitar guerras, aunque las mujeres en Castilla podían reinar si no tenían hermano varón. No tuvieron suerte en general los Reyes Católicos con la vida de sus cinco hijos. Su primera hija fue Isabel De Aragón. Nació en 1770 y murió con 27 años. Fue casada con el infante Alfonso de Portugal según los acuerdos de Alcácovas para finalizar la guerra con Portugal. Falleció su marido al poco tiempo pronto y tiene un periodo de desequilibrio emocional bastante problemático, pero logran casarla con Manuel I de Portugal, primo de su primer esposo. De este rey tuvo el hijo Miguel de la Paz, y ella muere en el parto. El niño al ser nieto de Fernando e Isabel e hijo del rey de Portugal era toda una gran felicidad, pero murió sin cumplir los dos años. Hubiera sido el heredero de tres coronas, Castilla, Aragón y Portugal Su segundo hijo fue Juan De Aragón. El único hijo varón, y nació en junio de 1478. Heredero a las coronas de Castilla y Aragón. Al nacer desplazó a su hermana Isabel como heredera, y al morir él, nuevamente la convirtió en heredera. En 1497 se había casado con la hija del Rey de Romanos Maximiliano de Habsburgo por lo que lo emparentaba con la casa más importante de Europa. Pero murió seis meses después de la boda. Tuvo un hijo póstumo que murió en el parto. La tercera hija fue Juana I De Castilla. Apodada la Loca, nació en noviembre de 1479, se casó con Felipe de Austria, apodado el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano I de Habsburgo de Austria. Heredó la Corona de Castilla al morir la reina Isabel en 1504. Pero estaba realmente enferma. Incluso en el testamento la reina Isabel había previsto la situación de que no pudiera reinar. Su marido, Felipe murió dos años después y Juana enloqueció definitivamente, y cuatro años después su padre la encerró en Tordesillas. Vivió encerrada siendo viuda, más de cuarenta años. Tuvo una vida desgraciada. Sin embargo, aunque gobernaron por ella, primero su marido, luego al morir éste, su padre que dejó en regencia al cardenal Cisneros, y luego su hijo Carlos. Vivió encerrada cuarenta y seis años, y murió siendo reina. Fue la última persona en mantener la dinastía Trastámara.
Su cuarta hija fue María De Aragón. Nació en junio de 1482 y se casó Manuel I de Portugal, su cuñado, al morir su hermana Isabel. Fue reina consorte de Portugal y la única hija que vivió normalmente. Pero no frecuentó mucho a sus padres. La última hija fue Catalina De Aragón. Nació en diciembre de 1485 y se casó con el príncipe heredero de la Corona de Inglaterra, Arturo Tudor, y tras la prematura muerte de éste, se casó con su hermano, el nuevo rey Enrique VIII de Inglaterra. Repudiada por su marido para casarse con Ana Bolena, quedó divorciada, lo que nunca aceptó, tuvo una vida desgraciada, y fue cautiva de su esposo. En la época en que reinó se ganó al pueblo inglés que la siguió respetando siempre, hasta después de su fallecimiento.
Con la llegada de Carlos de Habsburgo, el nieto de los RR CC en 1516, se unen todas las coronas en una sola persona. Los reyes de Castilla y Aragón no fueron unos reyes que disfrutaran de la corte, de fiestas y placeres, más allá de la caza o las justas de Fernando, y algunas reuniones y comidas o charlas con nobles e ilustrados por parte de Isabel. Trabajaron conjuntamente y pusieron fin a las graves crisis del siglo XV, resultado por alcanzar el equilibrio peninsular, de un lado y de las pugnas de los nobles con el poder regio.
Fueron sentando las bases para unas monarquías donde hubiese justicia, sentido de pertenencia a una nación, tal como se podría entender en aquellos tiempos. Pero estamos en 1479 y los duros trabajos acababan de empezar. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. Tenían casas de oración, sus leyes y autoridades y escuelas. Tenían permiso del rey para ello. Abonaban una cantidad de dinero por ello y no podían formar parte de las instituciones. Todo esto es importante para entender los hechos que tanto se les reprochan a nuestros reyes y que inicia la enorme falacia de la “Leyenda Negra”. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Los cronistas de las cortes presentaban en sus escritos a los reyes como iluminados por Dios en el ejercicio de su gobierno. Esta actividad propagandística, alentada por la corona, fue una característica de la dinastía de los Trastámara, cuyo difícil acceso al trono necesitaba revestirse de legitimidad, a la cual también sirvió la Iglesia estrechamente vinculada a las coronas castellana y aragonesa. A la vez fue el inicio de un crecimiento económico, de expansión y nuevos horizontes políticos.

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