jueves, 25 de febrero de 2021

105.- ESPAÑA SIGLO XIX (4) GUERRA DE INDEPENDENCIA -2-

Y como sabemos, el pueblo español no se quedó quieto. En la guerra organizaron colectas, suprimieron impuestos, enviaron comisionados a Inglaterra solicitando ayuda económica y militar que aceptaron los ingleses, porque ganas, lo que se dice ganas, si le tenían, y muchas al Emperador.

Las autoridades habían recibido precisamente del rey antes de su marcha la orden de obediencia y fidelidad a los franceses, lo que provocaba una disyuntiva complicada. Estar del lado del rey era a la vez estar a favor de los franceses y en contra de tus propios compatriotas, que lo que querían era que volviera su rey. Y para ello había que desobedecerle. Una guerra contra el aliado del rey.

GENERAL CASTAÑOS

Dado que las autoridades provinciales no respondían se formaron Juntas Supremas, que lo primero que hicieron fue crear un ejército al mando del General Castaños. El Consejo de Regencia, que se constituyó para oponerse al rey francés, reunió a las Cortes en Cádiz el año 1810, declarando “Único y legítimo Rey de la Nación Española a Don Fernando VII de Borbón”. Ello explica que en sus años de ausencia de nuestro territorio fuera llamado por el pueblo con el sobrenombre de "El Deseado".

Tanto Fernando, como su hermano Carlos y su tío Antonio partieron al cautiverio del castillo de Valençay, pasando allí casi 6 años, dando continuas muestras de adhesión a Napoleón.

Fernando VII, su hermano y su tío dedicaban sus ociosas existencias en Valençay a bordar, jugar al billar y a la lotería, fiestas y lujos. Mientras nuestros compatriotas se batían con los franceses. Pero numerosos ilustrados que eran admiradores de la cultura gala, los llamados "afrancesados", aceptaron al hermano de Napoleón como rey, permaneciendo en el trono hasta 1814, siendo designado por nuestros compatriotas como "Pepe Botella".

Sirva como prueba de la felonía de Fernando el contenido de esta carta dirigida a Napoleón, elogiando la decisión de aquél de haber colocado a su hermano en el trono de España:

“Señor: Doy muy sinceramente, en mi nombre y de mi hermano y tío, a V.M.I. y R., la enhorabuena de la satisfacción de ver instalado a su querido hermano el rey José en el trono de España. Habiendo sido objeto de todos nuestros deseos la felicidad de la generosa nación que habita en tan dilatado terreno, no podemos ver a la cabeza de ella a un monarca más digno ni más propio por sus virtudes para asegurársela, ni dejar de participar al mismo tiempo el grande consuelo que nos da esta circunstancia” Pero aún cabe más ignominia, pues cuando el pueblo español estaba en plena lucha con el enemigo galo, Fernando le dirigía a Napoleón esta otra misiva: “Señor: El placer que he tenido viendo en los papeles públicos las victorias que la Providencia corona sucesivamente la augusta frente de V.M.I. y R., y el grande interés que tomamos mi hermano, mi tío y yo en la satisfacción de V.M.I y R. nos estimulan a felicitarle con el respeto, el amor, la sinceridad y reconocimiento en que vivimos bajo la protección de V.M.I. y R.” Es decir que le felicitaba por los éxitos militares de Napoleón contra el pueblo español.

FERNANDO VII EN FRANCIA

Además era tal el grado de adulación de Bonaparte por parte de Fernando, que llegó a pedirle a aquél la mano de su sobrina Lolotte, hija de Luciano Bonaparte y de Catalina Boyer, y también en caso contrario de Zenaida Bonaparte, hija del rey intruso José I y de Julia Clary.

Técnicamente la guerra suele dividirse en varias fases. La primera se frena la ocupación gracias al levantamiento popular y termina con la victoria de Bailén. La segunda fase es la división de la península con los franceses confinados en el norte del Ebro. Y la tercera es la gran ofensiva francesa de los años 1810 y 1811 que terminaron en fracaso. La cuarta corresponde a la guerra de guerrillas y la quinta con la respuesta aliada de ingleses y españoles en 1813 aprovechando la situación europea adversa a Napoleón.

La Guerra, a priori era claramente un fracaso para las fuerzas españolas. Combatirían contra el mejor ejército del mundo en aquel momento, con unas tropas mal preparadas militarmente, con una masa muy patriótica pero no disciplinadas militarmente. Algunos batallones estaban formados por seminaristas y estudiantes. Pero Napoleón había subestimado la capacidad de la reacción de los españoles. Había enviado unos 100.000 hombres, cifra más que suficiente, pero integradas en su mayor parte por adolescentes, lo que dice claramente la importancia que le dio al asunto. España contaba con unos 85.000 hombres de muy variada procedencia, mercenarios, extranjeros de campañas anteriores y estaban también mal equipados. La incorporación inglesa fue por el oeste, aprovechando su alianza con Portugal. El sur era cosa de la resistencia española y la meseta central la dominaba el francés.

Los franceses fueron venciendo en diferentes plazas pero al llegar a Zaragoza no la consiguieron tomar. Las prácticas militares no servían contra una población arriesgada, hombres mujeres y niños que no actuaban como ejército profesional. Levantaron el cerco y se marcharon. Tampoco consiguieron tomar Tarragona ni en Gerona. Recordar a Agustina de Aragón, una catalana defensora del sitio de Zaragoza.

Pero lo que fue determinante para la victoria española fue la batalla de Bailén.

La derrota francesa de Bailen tuvo numerosas consecuencias, primero originó un enorme entusiasmo en la sociedad española sobre todo por el heroísmo de la población en Zaragoza y Gerona. Este entusiasmo se propagó por Europa. Fue la primera derrota en campo abierto de un ejército napoleónico. Y la pérdida de 20.000 soldados imperiales.

Napoleón estaba decidido a vengar la afrenta y se puso al frente de su Grand Armeé.

NAPOLEÓN AL FRENTE DE LA GRAND ARMEÉ

A todo esto, el rey José I, huyó de Madrid tras la derrota de las tropas francesas en Bailén en el mes de julio de 1808.

 

200 AÑOS DE LA BATALLA DE AYACUCHO