La viuda de Felipe V, Isabel de Farnesio, durante la enfermedad de éste, había encerrado a su hijastro Fernando y a su esposa Bárbara de Braganza y vivieron veintidós años aislados de la Corte para que no tuvieran contactos con la nobleza como heredero que era. No pudo Fernando salir de su encierro hasta la muerte de su padre. Felipe V murió la noche del 9 de julio de 1746.
Fernando, el tercer hijo de Felipe V y su
primera mujer, era el heredero a la corona. A la semana de la muerte del rey,
Fernando, coronado Fernando VI, ordenó a Isabel de Farnesio que abandonara el
palacio real del Buen Retiro, acompañada por sus hijos.
FERNANDO VI
Durante el reinado de Fernando desde ese 1746 y hasta su muerte en 1759 tuvo como prioridad el pensamiento que se resume en la frase “Paz con todo, guerra con ninguno”, dado que había visto y sabido de las innumerables conflictos que soportó su padre y su abuelo. Se decidió por la terminación de la Guerra de Sucesión austríaca y en la neutralidad mantenida en la guerra de los Siete años de Francia y Austria, frente a Inglaterra y Prusia. Pretendía, y lo consiguió revitalizar la hacienda pública y modernizar la administración del Estado. Supo escoger magníficos ministros como José de Carvajal, gran conocedor de la política europea. Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada creador del Catastro y negociador del Concordato de 1753, limitando el envío de dinero a Roma. Potenció la flota naval, ampliando los astilleros del El Ferrol, Cádiz y Cartagena. El proyecto de Ensenada pasaba por la implantación en Castilla de una Única Contribución directa proporcional a las fortunas familiares, medidas en virtud de un catastro que se levantó al efecto (1749-56); las dificultades y resistencias que suscitó aquella operación, sin embargo, hicieron que no pudiera ser aplicada hasta el reinado de Carlos III (1760), y aun entonces sólo de forma transitoria y parcial. Otras medidas de reforma de la Hacienda fueron más eficaces: la administración directa de las Rentas Provinciales y la acción de los intendentes (a los que se dio una nueva ordenanza en 1755) permitieron prescindir de los arrendatarios particulares que mediatizaban la recaudación de los impuestos en beneficio propio; al mismo tiempo, la centralización de las transacciones exteriores del Estado en la oficina del Real Giro (1751-52) permitió prescindir de la costosa intermediación de banqueros y asentistas. Con todo ello mejoraron los ingresos de la Hacienda Real y, al mismo tiempo, se aligeró la presión fiscal, facilitando la recuperación económica.
Fernando VI siguió en la línea de fomento de
la cultura iniciada por sus antecesores, con medidas que posibilitaron la
penetración de la Ilustración y la ruptura definitiva del aislamiento en que
estuvo sumida España desde 1559. Prueba de ello, fue, entre otras, la fundación
de la Academia de San Fernando de Bellas Artes en 1752. La política con América
era muy productiva en sus aportaciones al tesoro del reino. Pero este
equilibrio se vio amenazado debido a una expedición de portugueses que se
asentaron en la colonia de Sacramento, al norte del río de la Plata, poniendo
en peligro el comercio y la seguridad de la zona. Para solucionar este problema
con Portugal, Carvajal negoció un cambio de posesiones para llegar a un acuerdo
pacífico, reflejado en el Tratado de Madrid de 1750, según el cual los
portugueses cedían la colonia del Sacramento, pero a cambio se cedían
territorios cercanos donde estaban asentadas varias reducciones jesuíticas de
los indios guaraníes que tenían que ser deportados a otros lugares y eran
hostiles a ser dominados por Portugal, estableciendo los límites geográficos de
ambos países en aquellas colonias. Las resistencias de los indios y ciertos
informes de algunos jesuitas con este motivo de las reducciones prestarían
argumentos contrarios a la Compañía de Jesús a la hora de su expulsión.
Ensenada acudió a Carlos, futuro Carlos III, para que protestase ante su
hermanastro cancelándose el tratado de límites, pero esta maniobra supuso la
caída de Ensenada.
ISABEL DE FARNESIO
Fernando VI sufría, como su padre, de procesos
de melancolía, agudizado por el carácter de una esposa depresiva a la que
amaba. Cuando ella murió, en agosto de 1758, sin dejar hijos, el rey se encerró en el castillo de
Villaviciosa de Odón, donde empeoró. Durante un año sin el rey, muerto Carvajal
y Ensenada desterrado en Granada por una conjura, el Estado supo mantenerse
gracias al impulso del tono vital acumulado durante esos doce años anteriores.
Mientras la Farnesio se comunicaba con su hijo Carlos, primer hijo de Felipe V
con ella, a la sazón rey de Nápoles, teniéndole al día de los acontecimientos
españoles, dado que si Fernando moría, sería rey de España.
Con una España sin rey y una administración
paralizada, la monarquía siguió funcionando hasta que llegó de Nápoles su
hermanastro Carlos para hacerse cargo del trono una vez que falleció Fernando VI,
sin descendientes, el 10 de agosto de 1759, con cuarenta y cinco años de edad y
trece de reinado.