miércoles, 3 de febrero de 2021

90.- ESPAÑA SIGLO XVIII (26) FELIPE IV

 Se firmó la Paz de los Pirineos entre Francia y España, en noviembre de 1659, para poner fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra de los Treinta Años.  Dada la difícil situación económica española. Inglaterra y Francia se repartieron el Flandes español.  Se cedía el Rosellón, la mitad de la Cerdeña, etc.  Muchos años después, en 1793, las autoridades catalanas aprobaron la creación de un cuerpo de 20.000 “migueletes”,  voluntarios para combatir junto al resto de fuerzas españolas contra los franceses. La Guerra del Rosellón reavivó este cuerpo entre un enorme entusiasmo popular, a menudo relacionado con el deseo de los catalanes de recuperar las cuatro comarcas y media perdidas a raíz del Tratado de los Pirineos (el Rosellón, el Vallespir, el Conflent, el Capcir y media Cerdaña). Serían de nuevo disueltos a raíz de la Paz de Basilea (1795).  Pero estamos en 1640. Para no soliviantar más las cosas se estipuló el casamiento de la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con Luis XIV de Francia. Así se impuso la hegemonía de Francia sobre España.

JUAN IV DE PORTUGAL 

Por otra parte, el reino de Portugal que pertenecía a la Corona Española desde 1580, bajo el reinado de Felipe II, y luego durante todo el reinado de Felipe III, ahora había iniciado conflictos desde 1640 con Felipe IV. Llegó a Madrid la noticia preocupante, Lisboa se había pronunciado en favor del duque de Braganza, que se proclamó rey con el nombre de Juan IV. El gobierno de Madrid no disponía de posibilidades apenas para contener el problema catalán con lo cual el portugués era imposible afrontarlo. Salvo algunos enfrentamientos en Badajoz, no supuso obstáculo para la nueva casa portuguesa. El peligroso ascenso de otras potencias como Francia, Holanda e Inglaterra aconsejaban la separación con Portugal. Y así acabó la última posibilidad factible de ser un solo país Ibérico.  El período de 1640 a 1668 se había caracterizado por enfrentamientos periódicos entre Portugal y España, tanto pequeñas contiendas como graves conflictos armados, de los cuales muchos de ellos fueron ocasionados por conflictos de España y Portugal con terceras potencias.

ESTATUA DE FELIPE IV EN MADRID

Felipe IV moriría el 17 de septiembre de 1665, sin reconocer la independencia de Portugal. Esta se reconoció tres años después.

Las revueltas en Portugal contra la dominación española fueron frecuentes. La causa inmediata de estos alborotos fue la imposición de nuevos impuestos y las difíciles condiciones de vida de la población bajo el dominio español. El movimiento insurreccional no consiguió destituir el gobierno instaurado en Lisboa, sucumbiendo al refuerzo de tropas castellanas que acudieron en su auxilio para reprimir la revuelta.

La guerra estableció la casa de Braganza como nueva dinastía reinante de Portugal, en sustitución de la Casa de Habsburgo. Esto puso fin a la llamada Unión Ibérica.   El levantamiento de 1640 fue planeado en Lisboa para considerar los males de que sufría entonces Portugal. El objetivo era la destitución de los Habsburgo y proclamar un rey de origen portugués. La virreina de Portugal, Margarita de Saboya, duquesa de Mantua, intentó, en vano, calmar los ánimos del pueblo. Aislada y sin apoyo local, incapaz de reconducir a los revoltosos a la obediencia del rey de España, su poder colapsó.  En su lugar aclamaron al Duque de Braganza como rey, con el título de Juan IV de Portugal, iniciando la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza. El nuevo gobernante autorizó a Margarita de Saboya que partiera para España en los primeros días de diciembre de ese mismo año. El momento fue oportunamente escogido, ya que la casa de Habsburgo afrontaba en esa época los problemas derivados de la Guerra de los treinta años y la Sublevación de Cataluña.  Posteriormente restableció las leyes militares de Sebastián I de Portugal, con el fin de reorganizar el ejército y emprendió una campaña diplomática centrada en restablecer buenas relaciones con Inglaterra.  Después de ganar varias pequeñas victorias, Juan trató de hacer las paces con rapidez. Sin embargo, su exigencia de que Felipe IV reconozca la nueva dinastía reinante en Portugal no se cumplió. Los enfrentamientos con España duraron veintiocho años.  España había disfrutado de la reputación de tener la fuerza militar más formidable de Europa, una reputación que se había ganado con la llamada Escuela Española. Sin embargo, esta reputación y táctica había disminuido con la Guerra de los Treinta Años.

GUERRA CONTRA PORTUGAL 

El Tratado de los Pirineos, firmado el 7 de noviembre de 1659, para poner fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra de los Treinta Años, entre otros términos Francia reconoció a Felipe IV de España como legítimo rey de Portugal. Pero finalmente la restauración de la independencia de España fue claramente establecida, y Portugal demostró que podía valerse por sí mismo, aunque con dificultad. Sus victorias en el campo de batalla habían vuelto a despertar el nacionalismo portugués.  Sin embargo, Portugal permaneció económicamente débil, con su agricultura subdesarrollada, dependiente de grano inglés, y hambrientos de bienes del extranjero en general, especialmente textil.

El esfuerzo nacional portugués se mantuvo durante 28 años, con lo cual fue posible vencer en las sucesivas tentativas de invasión de los ejércitos de Felipe IV. En 1668 se firmó el tratado de Lisboa de 1668, (con la regente de Carlos II, su madre) por el cual España reconocía la soberanía del país vecino. La victoria de Portugal se debió a la Sublevación de Cataluña, ya que todos los mejores soldados castellanos estaban ahí, así como a los esfuerzos diplomáticos de Inglaterra, Francia, Holanda y Roma por limitar el poder del Imperio español, mientras mantenían la guerra en Alemania, Guerra de los Treinta Años, así como la Guerra de los Ochenta Años en Flandes. Sin los recursos y el escudo del Imperio español, la mayoría de las colonias portuguesas terminaron pronto en manos de los que, como Holanda e Inglaterra, habían ayudado al país vecino a obtener la independencia. La separación fue traumática y no benefició a largo plazo a ninguna de las partes. Ni Portugal podía defenderse en América sin España; ni España podía sobrevivir en Asia sin Portugal.

Hay que tener en cuenta las guerras que se produjeron durante el reinado de Felipe IV y algunos años después

Continuación de la Guerra de los Ochenta Años

1568 - 1648

Continuación de la Guerra de los Treinta Años

1618 - 1648

Guerra anglo-española de 1624

1624 - 1630

Guerra franco-española

1635 - 1659

Sublevación de Cataluña

1640 - 1659

Guerra de Restauración portuguesa

1640 - 1668

Sublevación de Nápoles y Sicilia

1647 - 1648

Guerra anglo-española de 1655

1655 - 1660

 

200 AÑOS DE LA BATALLA DE AYACUCHO