Este largo reinado, (1759-1788) del primer hijo de Felipe V posibilitó la incorporación de España al ritmo del crecimiento de las naciones más avanzadas de Europa mediante la superación del déficit acumulado en el siglo XVII. Vino de ser el rey de Nápoles, lo que le aportaba gran experiencia de gobierno. El pueblo lo recibió con gran esperanza, desde un recibimiento entusiasta que se le brindó en Barcelona a su llegada hasta su entrada en Madrid. No defraudó. El país vivió una etapa de reformas, con la centralización del Estado y la sustitución de los validos corruptos por ministros competentes. A pesar de ello las ideas ilustradas no acabaron de calar en gran parte de la población.
CARLOS III
Posiblemente no fuera un hombre inteligente, pero supo rodearse de
saber elegir a sus colaboradores. Carlos III deparó a los españoles el reinado
más fructífero y positivo de todo el siglo. - Fue un rey ilustrado que procuró
rodearse de gente competente. Podemos admirar la cantidad de leyes justas y
oportunas con la que aquel Borbón logró airear el ambiente a cerrado que
existía. Hubo leyes de apoyo a la
investigación y la ciencia, repoblación con inmigrantes de regiones
abandonadas, y eficaces que hacían
justicia a los desfavorecidos, rompían el inmovilismo de gremios y
corporaciones de talante medieval, permitían ejercer oficios honorables a los
hijos ilegítimos y abrían a las mujeres la posibilidad de ejercer oficios que
hasta entonces les estaban vedados.
Para los madrileños en concreto con las grandes obras y
embellecimiento de la ciudad, haciendo de ella una digna capital de un reino,
ha quedado para siempre en el recuerdo como “El mejor alcalde de Madrid”. Pero
no todo fueron alegrías
La muerte sin descendencia de sus hermanos de padre Luis y
Fernando, lo llevó al trono a los cuarenta y seis años. Con una larga
experiencia en gobernar. - A poco de
llegar contó con Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, hombre imbuido
del pensamiento ilustrado que trabajó por el saneamiento de la hacienda pública
y el recorte de las clases privilegiadas. Carlos III fue el símbolo del
Despotismo Ilustrado español y el impulsor de grandes proyectos ministeriales,
reforma fiscal, creación del primer banco Nacional, (Banco de San Carlos), fomento de la industrialización, las
comunicaciones y la colonización, patrocinio de las academias y de las
asociaciones de amigos del país. Obras como la Puerta de Alcalá, de Sabatini,
Museo del Prado del arquitecto Juan de Villanueva. Las fuentes de Neptuno
y Cibeles y la Fuente de Apolo o de las Cuatro Estaciones, tres grandes grupos
escultóricos diseñados por Ventura Rodríguez para el Salón del Prado.
El Museo del Prado del año 1785. En principio no había de funcionar como
pinacoteca, sino que se trataría del Gabinete de historia natural. De Juan de
Villanueva. Observatorio Astronómico y el Jardín Botánico, que aún hoy podemos
visitar. Todo ello inmerso en los jardines del Buen Retiro. Esquilache y el
arquitecto italiano Sabatini fueron los encargados de hacer de Madrid una
ciudad limpia, y a la altura de las grandes capitales europeas. Se instalaron
farolas de aceite, se empedraron las calles, se implantó la evacuación de
basuras, se potenció el alcantarillado. También se diseñaron paseos y se
levantaron numerosos edificios y monumentos públicos.
PUERTA DE ALCALÁ
Carlos III hizo que desaparecieran las grandes fiestas palaciegas, que habían sido tan numerosas. - Aunque a menor escala esta política se extendió también a otras ciudades. Para conseguir el dinero necesario Esquilache potenció el rescate de rentas y propiedades enajenadas anteriormente y lo más importante inició una persecución de los fraudes que solían hacer al fisco las clases altas aprovechando sus privilegios.
El marqués realizó las reformas económicas necesarias recortando privilegios de nobles y de eclesiásticos. Esta política fue mal recibida por los que tenían que perder, la jerarquía eclesiástica y la poderosa alta nobleza. Ambos estamentos iniciaron una campaña de desprestigio contra Esquilache, que al coincidir con una época de malas cosechas propició que se sumara la clase popular de Madrid. Al liberar el precio de los cereales se produjo un alza de los precios al consumidor final. Un bando emitido por el marqués, sin importancia realmente ya que era para combatir la delincuencia y prohibía vestir capa larga castellana y el sombrero chambergo de ala ancha ya que propiciaban el enmascaramiento. - El domingo de Ramos, en torno a las 4 de la tarde, dos ciudadanos vestidos con las prendas prohibidas cruzaron provocativamente la plazuela de Antón Martín. Varios soldados les dieron el alto y les pidieron explicaciones Se amotinaron y con la ayuda prevista asaltaron un cuartelillo. 2.000 manifestantes marcharon hasta la Plaza Mayor gritando insultos contra Esquilache, ya habían destruido las 5.000 farolas. Hubo un par de muertos. El rey seguía sin hacer nada. El 24 de marzo la situación empeoró. Un sacerdote se erigió en representante de los manifestantes y logró abrirse camino hasta Carlos III y presentarle las peticiones. El discurso del cura fue tajante: o se satisfacían las demandas, o el palacio del rey quedaría reducido a escombros en menos de dos horas.
EL MARQUÉS DE ESQUILACHE
Las demandas eran echar a Esquilache del país. Reducir los precios básicos. Y otra serie de medidas que el rey debía prometer al salir al balcón personalmente. - Se asomó al balcón del palacio y las aceptó. Esto calmó a la población, pero el rey, temiendo por su seguridad, cometió el error de huir a Aranjuez acompañado de toda su familia y de sus ministros. Esto despertó las iras de la población, que creyó que el rey había aceptado las demandas para calmarlos y posteriormente huir. - Unas 30.000 personas se dedicaron entonces a saquear almacenes y cuarteles y a liberar a los presos. El rey entonces envió una carta donde se comprometía a satisfacer todas las demandas y la población se tranquilizó de nuevo. Esquilache fue destituido y enviado a Italia. - En febrero de 1767 firmó la expulsión de los Jesuitas y la confiscación de todos sus bienes tanto en la península como en América. Años después los gobiernos de Francia, Portugal, Nápoles y España consiguieron del papa la disolución de la orden mediante bula.
No obstante se inició una investigación para descubrir a los
incitadores de los sucesos. La animadversión que sentían los investigadores por
la Compañía de Jesús y el pábulo que daban los ministros reformistas a las
noticias de los supuestos planes de dominio político por parte de los jesuitas
hicieron que se les señalara como los responsables. Pero en toda Europa existía
ese rechazo a la orden alimentados por los reformistas ilustrados, por los
políticos e incluso por parte de la propia Iglesia. Fueran o no culpables
Carlos III entendió que en el entorno de la orden había un grupo de presión
contra su gobierno.
MOTÍN DE ESQUILACHE
Después del famoso Motín, emboscada en la que el rey no pudo apoyarle, Esquilache marchó al exilio. Le sucedió Pedro de Abarca, conde de Aranda, militar efectivo y adecuada para pacificar los disturbios ocasionados por las clases altas soliviantadas por la pérdida de sus privilegios, y unas clases populares que los combatían.