sábado, 23 de enero de 2021

78- SIGLO XVII (14)

La batalla de Lepanto n 1571 fue una matanza terrible, sin precedentes, pero sirvió para demostrar que el esfuerzo conjunto de las naciones cristianas podía frenar el avance del Imperio Otomano. Entre 25.000 y 30.000 otomanos murieron en la batalla. A pesar de la gran derrota, el Imperio Otomano volvería a planta batalla tan sólo tres años más tarde, cuando consiguió conquistar Túnez a los españoles. A su vez, en 1574, Venecia firmó en secreto la paz con el sultán, rompiendo la Santa Liga y traicionando a España y al Papa. De esta forma, y aunque el pacto le ofrecía ventajas comerciales, también obligaba a esta república a pagar un tributo a Estambul y renunciar a Chipre. 


La paz era humillante para Venecia, pero, al fin y al cabo, era una república de mercaderes y prefería garantizar la seguridad de sus intercambios comerciales con Oriente antes que seguir aventurándose en inciertas campañas militares. Así pues, España volvía a estar sola en su lucha contra el expansionismo otomano.  España se rearmaba con rapidez. Lo demuestra el hecho de que en solo diez años entre 1560 y 1570  multiplicó por cinco el número de sus galeras.  Los turcos también se preparaban para la guerra, era una carrera de armamentos desconocida en Europa.

La derrota para el imperio Otomano supuso el final de su expansión hacia Occidente, su freno en Europa, donde llegó hasta Viena, de donde saldrá derrotado un siglo más tarde. Cambió de teatro al Indico, donde hizo sufrir de los lindo a los portugueses, lo que contribuirá a la unión de los reinos peninsulares.

No obstante, lo que no sabían todos aquellos soldados es que no sólo habían aplastado a la gran flota otomana que amenazaba el Mediterráneo, sino que también se habían ganado, a base de cañonazo y mandoble, un hueco en los libros de historia. El propio Felipe II señaló que había arriesgado demasiado. De haber perdido, Europa no sería después lo que ha sido.

El emperador Carlos V había cedido a Felipe el ducado de Borgoña y por tanto, los diecisiete territorios de los Países Bajos. Era una zona económicamente fuerte, de modo que los impuestos nuevos, la defensa de sus privilegios y la difusión del calvinismo crearon un foco de resistencia que condujo a la rebelión general en la zona contra la política española. En 1568, comenzó la rebelión en los Países Bajos, que daría lugar a la Guerra de los Ochenta Años. Los católicos formaron la “Unión de Arras” y los protestantes constituyeron la “Unión de Utrecht” es decir, Holanda, Zelanda, Utrecht, Brabante y Flandes. Años después, en 1581 los protestantes anularon en los Estados Generales su vinculación con el Rey de España Felipe II mediante el Acta de abjuración, y eligieron soberano a Francisco de Anjou. Felipe II no renunció a esos territorios, y Alejandro Farnesio, gobernador de los Países Bajos por España inició la contraofensiva y recuperó gran parte del territorio, pero parte de ellos se volvieron a perder tras la campaña de Mauricio de Nassau.

La pérdida de Flandes se vio compensada por la unidad de la península Ibérica. En agosto de 1578 se produce la muerte en Marruecos del Rey Sebastián I de Portugal.

Por los derechos heredados de su madre, Felipe II era el más legitimado para sucederle. Pero debió plantar batalla para ello con don Antonio, nieto ilegítimo del rey Manuel el Afortunado. Mientras un cardenal de la casa Avis había sido nombrado rey, don Enrique. Éste proclamó sucesor a Felipe si bien los representantes del pueblo querían a un rey portugués. A la muerte de Enrique nuestro Felipe comenzó a usar el título de rey de Portugal desoyendo a todos que le pedían paciencia. No obstante, aquel don Antonio también se hizo proclamar rey y marchó a Lisboa, de donde tuvo que huir cuando el ejército español enviado por Felipe, al mando del duque de Alba tomó la capital. En diciembre de 1580 Felipe entró en Portugal  y en 1581 las Cortes portuguesas le reconocieron como rey. Se garantizaba la independencia del reino, y sus colonias y la continuidad de sus instituciones, el sistema judicial y monetario. Se inició así la unión peninsular que duró hasta 1640, pero que siempre fue frágil.

En las clases altas de Portugal y España había vínculos familiares abundantes y personajes de la cultura que ejercían en uno u otro país. Pero las clases populares y el bajo clero portugués mantuvieron siempre una actitud contraria a los españoles. Y Castilla y aún más el resto de España en general ignoraron a su vez a Portugal.

En los dominios europeos que había heredado fueron un dardo envenenado. Los Países Bajos, el Franco Condado (Borgoña) y Luxemburgo fueron causas de continuas guerras y culpables de buena parte de la decadencia posterior. Felipe representaba el absolutismo político y la defensa a ultranza de la religión cristiano-romana, y siendo esas zonas muy prósperas, que contaban con una buena organización civil de buen nivel cultural, con las reformas iniciadas por su padre, el emperador Carlos V, veían en Felipe una amenaza ya que se había erigido en defensor de la Contrarreforma, mientras que allí eran proclives a la Reforma Protestante. El interés político europeo se centraba en esa zona por su poder comercial y económico, con lo cual la oposición a Felipe estaba servida.

DUQUE DE ALBA

Ya hemos hablado en el capítulo anterior de la llegada del Duque de Alba a Flandes con resultado negativo. Represión del duque y resistencia de los flamencos. Entra en escena Guillermo de Orange.

La Guerra de los Ochenta Años, enfrentó a las Diecisiete Provincias de los Países Bajos contra Felipe II. Realmente comenzó en 1568 cuando la gobernación estaba en manos de Margarita de Parma su hija ilegítima. Se ganó la enemistad de Guillermo de Orange.  Los tercios se vieron obligados a largas jornadas de asedio. Un ejército preparado para el encuentro frente a frente, suponía un enorme gasto de hombres y dinero para la Corona Española, y que no daba los frutos deseados.

El 12 de septiembre de 1580 y en Lisboa, Felipe II es proclamado Rey de Portugal con el nombre de Felipe I. Por lo tanto toda la península ibérica era española. Se desplazará a Lisboa entre 1581 y 1583, después de lo cual nombra regente del país a su sobrino el Cardenal Archiduque Alberto de Habsburgo. Igual que ocurre con Nápoles, Felipe será rey de Portugal hasta el mismo día de su muerte.  Felipe II, tras ser coronado rey de Portugal, en plena guerra de los 80 años, tenía bajo su poder uno de los imperios más grandes de la historia

Pero por muchos kilómetros de distancia que estuvieran algunas posesiones, ninguna le dio los quebraderos de cabeza que este pequeño rincón de Europa, Flandes.  Felipe representaba el absolutismo político y la defensa a ultranza de la religión cristiano-romana, y siendo esas zonas muy prósperas, que contaban con una buena organización civil de buen nivel cultural, con las reformas iniciadas por su padre, el emperador Carlos V, veían en Felipe una amenaza ya que se había erigido en defensor de la Contrarreforma, mientras que allí eran proclives a la Reforma Protestante.

200 AÑOS DE LA BATALLA DE AYACUCHO