Hemos narrado en el capítulo anterior las guerras y diversos problemas a los que tuvo que enfrentarse Carlos V, por ser el Emperador del Sacro Imperio Romano Germano. Hablaremos ahora de su esposa, Isabel de Avis y Trastámara, Isabel de Portugal, nieta de los RR.CC. Se casaron por poderes en noviembre de 1525. Isabel tiene que esperar hasta marzo de 1526 para conocer a su marido. El 11 de marzo se casaban en los Reales Alcázares sevillanos.
LA REINA ISABEL DE PORTUGAL
Un matrimonio a todas luces de compromiso, fue sin embargo, un matrimonio de amor sincero. El 21 de mayo de 1527 nace el príncipe Felipe. Pocos meses después, ya en 1528, Isabel queda por primera vez sola como gobernadora con los plenos poderes recibidos de su esposo. El 21 de junio de 1528 nace su segunda hija, María, dejando a la emperatriz peligrosamente debilitada. En marzo de 1529 Carlos ha de ir a Italia. Isabel tiene su tercer hijo, Fernando, el 22 de noviembre de 1529. La noticia le llega al emperador en Bolonia. Pero no llegará a conocer al niño que fallecerá el 13 de julio de 1530 sumiendo en la tristeza a la emperatriz. Tres años después, tiempo en el que la joven gobernanta ha tenido que reponerse de sus enfermedades y tristezas y seguir adelante con su cometido político, se reencuentra por fin con su añorado esposo. De este nuevo encuentro nacerá en 1535 una nueva infanta, bautizada como Juana. Un nuevo conflicto, esta vez en Túnez, vuelve a alejar al emperador de tierras españolas. En 1536 la familia imperial se reúne de nuevo y en 1537 Isabel vuelve a sospechar la llegada de un nuevo hijo. Cuando el 19 de octubre da a luz a Juan, vuelve a estar de nuevo sola y en tal estado de salud que hace temer lo peor. Carlos consigue regresar al lado de Isabel a la que vuelve a dejar embarazada de su sexto hijo, un niño que nacerá muerto el 19 de abril de 1539 a los cuatro meses de embarazo. Isabel de Portugal no sobrevivió a este último parto. Con 36 años de edad, el 1 de mayo de 1539 fallecía a causa del aborto sufrido pero también muy probablemente por su debilitada salud, alimentada de la tristeza y la soledad que durante demasiado tiempo sufrió en su corta vida.
Isabel fue una buena reina, hizo
aquello que se esperaba de las mujeres de la realeza, dar muchos herederos a su
rey y ayudar en lo posible en el gobierno de sus reinos. Pero es más que
probable que como mujer, fuera muy desdichada. Ilusionada en un primer momento
por un matrimonio que, a pesar de ser concertado, fue del agrado de ambas
partes, se topó con una realidad de responsabilidades políticas prematuras y
largos periodos de soledad.
CARLOS V EN LA BATALLA DE MUHLBERG (Cuadro de Tziano)
Para Carlos el fallecimiento de su
esposa el 1 de mayo de 1539 provocó su hundimiento, retirándose al monasterio
de la Sisla durante dos meses. Es cuando le llega la noticia del motín que se
produce en su ciudad natal, Gante, provocado por la negativa de los ciudadanos
a pagar impuestos para sufragar las guerras contra Francia, incitando a la
revuelta a las ciudades vecinas. Marchó sobre Gante con un ejército de cinco
mil hombres. La rebelión de la ciudad fue aplacada de manera cruel. Gante
perdió todos sus derechos, y pasó a ser una ciudad de segunda categoría.
En la batalla de Muhlberg el 24 de
abril de 1547, se impone ante los protestantes alemanes, (motivo del cuadro de
Tiziano). Los alemanes se aliaron con Enrique II de Francia, quien tomó varias
plazas imperiales al tiempo que los turcos tomaban Trípoli y Mauricio de
Sajonia traicionaba la confianza de Carlos y le atacaba en Innsbruck, pudiendo
escapar por los nevados pasos de los Alpes para refugiarse en Italia. Se le
empezaba a dar la vuelta la tortilla.
Todo marchaba mal, y el emperador
estaba cansado y abatido. Tantos frentes abiertos, amenazas continuas y
dificultades financieras. Carlos, decidió abdicar. El 25 de octubre de 1555, ante
los Estados Generales reunidos en Bruselas, el emperador dejaba la soberanía de
los Países Bajos en manos de su hijo Felipe, el hombre más valioso e
interesante que ocupó un trono español. Tres meses más tarde, el 16 de enero de
1556, renunciaba Carlos a las coronas de Castilla, León, Aragón-Cataluña,
Cerdeña y Sicilia a favor de Felipe. En septiembre del mismo año abdicaba el
gobierno del Imperio en su hermano Fernando y se embarcaba rumbo a España.
Realmente Carlos V quería que su hijo
fuera nombrado aspirante a la corona imperial. Las maniobras de Carlos v desde
su retiro extremeño para conseguir el nombramiento de rey de los romanos para
su hijo Felipe abrieron una vieja herida que se suponía cerrada en 1553. Como
es evidente su hermano Fernando I de Habsburgo pretendía que fuera su hijo, el
futuro Maximiliano II, quien se hiciera cargo de la corona imperial a su muerte
y no su sobrino. Es por esta razón que el emperador Fernando, no prestó ayuda a
la monarquía hispánica, el país donde había nacido, cuando Felipe II la reclamó
en la guerra contra Francia de 1557
Al final de su vida don Carlos había realizado nueve viajes a Alemania, seis a España, siete a Italia, diez a los Países Bajos, cuatro a Francia, once a Inglaterra y África, ocho cruceros por el Mediterráneo y tres por el Atlántico. Su hijo Felipe, ya viudo, se casa con María Tudor, hija de Catalina de Aragón, en 1554 hasta 1558, en que muere ella. Era reina de Inglaterra, y Felipe fue rey consorte de Inglaterra. Felipe II fue rey de Inglaterra antes que de España.
Falleció Carlos I de España y V Emperador del Sacro Imperio Germano Romano, el 21 de septiembre de 1558. Carlos nos dejó en un estado de cosas cuyas consecuencias resultarían gravísimas para España. Por ser Emperador sus obligaciones quemaron las riquezas americanas y tuvo que pedir préstamos a banqueros de aquí y de allí. Y muchos hombres, jóvenes con talento se desangraron en batallas fuera de nuestras fronteras.
CONCILIO DE TRENTO
La Contrarreforma desde el Concilio de
Trento aplastó al movimiento reformista de España. Entonces era una Iglesia
fanática, antigua y corrupta, que impuso sus preceptos a base de lo que sea
desde púlpitos y confesionarios y hundió al país en el atraso y el rechazo a
corrientes nuevas. Los siglos siguientes no corrigieron del todo este asunto y
aún hoy estamos pagando la factura, por un lado con la creencia, aún hoy, de la
Leyenda Negra en Europa, y el rechazo de la religión arrojando por lo tanto a
algunos a ideologías ultras que han traído posiciones exaltadas con manifestaciones,
huelgas, traiciones y muertes.
El genio español, que pudo ser y no
fue, lo que sí ha sido es machacado, solo dejando pocas expresiones en relación
a lo que merece por su genio y talento.