A principios del siglo XVI, teníamos una fuerte influencia
comercial y militar en Italia, el Mediterráneo y los asuntos de Europa, y demás
América. Dueños de un continente que nos enviaba oro y plata y con un ejército
chulo. Éramos la potencia mundial más chuleta de Occidente. Es que igual que
había héroes y valientes hasta debajo de las piedras, también había nobles que
no pagaban impuestos, y otros burgueses aprovechando en sus fueros y
privilegios territoriales. Nos metimos de lleno en guerras familiares y de
religión, cuando no, y en cosa de 200 años, todo se iría lentamente por el
desagüe. Al ser Carlos el Emperador, la religión cristiana estaba bajo su
custodia. Y ahí es donde se iba la pasta. Porque combatir las reformas
protestantes del centro de Europa salían de los bolsillos castellanos, bueno y
del trabajo de los indios de América, que curraban de lo lindo.
BANDERA DE ESPAÑA DESDE 1506, (con la Cruz de Borgoña)
Magallanes y Elcano, zarparon en 1519, y al dar la vuelta al mundo, hizo ver que a los
españoles las empresas grandes se les daba de miedo. Y claro toda Europa, nos
odiaba como es de imaginar; porque guapos no, pero oro y plata de las Indias,
chulería y ejércitos imbatidos y temibles, aquellos tercios viejos, teníamos
para dar a todos y a un par de amigos más. Y venía a cuento llevarse bien con
aquella gente capaz de descubrir y conquistar un continente, dar la vuelta al
planeta y aunque teníamos mucho que aprender en algunas cosas, en otras, ellos
estaban, digamos, chupando rueda.
Pero el trabajo y los asuntos de Carlos no solamente estaban en
Europa, también en España y en las Indias.
La ordenación constitucional de la monarquía instaurada por los Reyes
Católicos apenas sufrió modificaciones con los Austrias. Los distintos reinos
mantuvieron su regímenes legislativos y
monetarios, y sus fronteras.
PAPAS, ALEJANDRO VI (BORGIA) - INOCENCIO VIII
No obstante se crearon órganos de gobierno dependientes del rey,
sin duplicidad en cada reino, Consejo de Estado, Consejo del Reino, Consejo de
Guerra y el Consejo de Indias, la Cancillería y la Gobernación General. La
importancia de Castilla hizo que su consejo, presidido por el mismo gobernador
general, fuera acaparando poder de forma paulatina. De todas formas las Cortes
Castellanas solo se convocaban cuando el rey necesitaba dinero. La aragonesa
mor mantuvieron sus grado de representatividad. Carlos fue un monarca absoluto
en Castilla y constitucional en Valencia, Aragón y Cataluña. Castilla gracias a
su importancia demográfica y económica hizo que la monarquía tendiera a ser
unificada en Castilla, donde vivían los reyes y los otros reinos gobernaban
mediante virreyes. Por otro lado la lengua castellana tuvo una expansión en el
resto del territorio como nunca antes y ya empezó a conocerse en el exterior
como el idioma español.
A todo esto hay que agregar Navarra. Conservó sus Cortes, fueros y costumbres, sus leyes y su moneda y el rey estuvo representado por un virrey. Todo esto que narramos se refiere a la Navarra de la parte peninsular. La Navarra ultra pirenaica pasó a ser una especie de protectorado de Francia en la época de Fernando el Católico. En 1516 murió el rey Juan III de Navarra de la dinastía de Labrit. Por entonces se disputaron el trono dos menores de edad, nuestro Carlos y el hijo del fallecido, Enrique, a quien apoyaba el rey francés. Carlos se negó en 1518 a devolver el reino y enfrentado al rey francés, Francisco I, que no aceptaba casarse con Leonor de Austria, hermana de Carlos. En 1521 Francisco invadió Navarra luchando para favorecer a Enrique. Fue esto aprovechando la guerra de las Comunidades Castellanas y la ausencia de Carlos que se encontraba en Alemania. Muchos navarros se levantaron en favor de Francia, entre ellos los pamploneses. Quince días después ya habían conquistado Navarra. Carlos organizó una coalición antifrancesa con familias italianas y con el papa León X. Invadieron el Milanesado en 1521. Murió poco después el papa y subió Adriano de Utrech, el que había sido preceptor de Carlos, y las cuestiones quedaron aseguradas.
PAPA ADRIANO DE UTRECH
La batalla de Bicoca en 1522 permitió la ocupación de Lombardía y
se devolvió el Milanesado a la familia Sforza y Génova a los Ardoni, ya que
ambos habían participado en la coalición. Pero en 1523 muere el papa y asciende
un enemigo de Carlos, Clemente VII, amigo de los franceses.
ESCUDO DEL REINO DE NAVARRA
Tropas castellanas. Carlos entró en Pamplona para tomar Fuenterrabía que lo consiguió en febrero de 1524. Acudieron en socorro de Logroño. Pero por otras cuestiones, Carlos vio que el mantenimiento de las plazas necesitaba de esfuerzos en territorio francés, siempre amenazante. Pero a la vez que se desarrollaba el conflicto de Navarra, Francia atacaron Flandes, Borgoña y Luxemburgo. Y comenzó otra guerra, esta vez por Milán.
En 1524 la vez que Carlos V luchaba en el conflicto de Navarra,
tropas francesas atacaron Flandes, Borgoña y Luxemburgo. Y comenzó la guerra por Milán.
El rey francés Francisco I invade Lombardía a finales de 1524.
Consigue también Milán. Los franceses sitian la plaza de Pavía, cerca de Milán,
y el defensor Antonio Leyva, aguanta como puede durante cuatro meses hasta que
llega la ayuda de las tropas imperiales. Entre el 23 y el 24 de febrero de 1525
tuvo lugar la famosa batalla de Pavía, donde fueron derrotados los franceses, y
el rey Francisco I había tenido la osadía, o el coraje, de luchar personalmente
en la batalla. Es de imaginar la cara del franchute cuando el soldado vasco le
sujeta por el gañote con el cuchillo, y le dice, “o te rindes o te rebano ahora
mismo”, a todo un rey de Francia. Conocida la mala leche de los españoles, el
franchute no se lo pensó. Y fue hecho prisionero. Anotar los nombres de los que
hicieron la hazaña. Juan de Urbieta, el que apresó físicamente al rey, natural de
Hernani. Tuvo los huevos Urbieta de levantarse la visera del almete (aquel
casco más ligero que sustituyó al viejo yelmo) y le enseña una dentadura tan
mellada que le dijo “Por esto me recordarás”, con un par. Otro héroe, Alonso Pita da Veiga, noble
ferrolano. Don Diego Dávila, hijo de aquel Diego Dávila que escribió una enorme
proeza en Granada a las órdenes de Hernán Pérez del Pulgar. Y Juan de Aldana,
un catalán de Tortosa. De tal forma que en la escena de la captura de Francisco
I tendríamos a un vasco de humilde origen, a un catalán de oficio guerrero, a
un maduro caballero gallego y a un joven hidalgo granadino obligado por su
linaje.