GUERRA CON FRANCIA
En 1524 la
vez que Carlos V luchaba en el conflicto de Navarra, tropas francesas atacaron
Flandes, Borgoña y Luxemburgo. Y comenzó
otra guerra, esta vez por Milán. Carlos
organizó una coalición antifrancesa con familias italianas y con el papa León
X. Invadieron el Milanesado en 1521. Murió poco después el papa y subió Adriano
de Utrech, el que había sido preceptor de Carlos, y las cuestiones quedaron
aseguradas. La
batalla de Bicoca en 1522 permitió la ocupación de Lombardía y se devolvió el
Milanesado a la familia Sforza y Génova a los Ardoni, ya que ambos habían
participado en la coalición. Pero en 1523 muere el papa y asciende un enemigo
de Carlos, Clemente VII, amigo de los franceses.
BATALLA DE PAVÍA
El
rey francés Francisco I invade Lombardía. Consigue también Milán. Los franceses
sitian la plaza de Pavía, cerca de Milán, y el defensor Antonio Leyva, aguanta
como puede durante cuatro meses hasta que llega la ayuda de las tropas
imperiales. Entre el 23 y el 24 de febrero de 1525 tuvo lugar la famosa batalla
de Pavía, donde fueron derrotados los franceses, y el rey Francisco I había tenido
la osadía, o el coraje, de luchar personalmente en la batalla. Es de imaginar
la cara del franchute cuando el soldado vasco le sujeta por el gañote con el
cuchillo, y le dice, “o te rindes o te rebano ahora mismo”, a todo un rey de
Francia. Conocida la mala leche de los españoles, el franchute no se lo pensó.
Y fue hecho prisionero. Anotar los nombres de los siguientes hombres que
hicieron la hazaña. Juan de Urbieta, el que apresó físicamente al rey, de
Hernani. Tuvo los huevos Urbieta de levantarse la visera del almete (aquel
casco más ligero que sustituyó al viejo yelmo) y le enseña una dentadura tan
mellada que, en efecto, debía de ser inolvidable, solo para que el rey le
recuerde.
CAPTURA DEL REY FRANCÉS
Alonso
Pita da Veiga, cuarenta y cinco años en ese momento, noble ferrolano. Y Diego
Dávila, hijo de aquel Diego Dávila que escribió una enorme proeza en Granada a
las órdenes de Hernán Pérez del Pulgar. Juan de Aldana, un catalán de Tortosa
que desempeñaba la coronelía de una unidad de infantería. De tal forma que en
la escena de la captura de Francisco I tendríamos a un vasco de humilde origen,
a un catalán de oficio guerrero, a un maduro caballero gallego y a un joven
hidalgo granadino obligado por su linaje.
Francisco I fue trasladado a Madrid y la entrada en Madrid de
Francisco I fue una cabalgata apoteósica. Las gentes, agolpadas, celebraban la
victoria de Pavía sin creerse aún que contaban con tan regio cautivo. Fue
alojado en la Torre de los Lujanes, en la calle Mayor, cerca de la puerta del
Sol, en aquellos años el edificio más alto de Madrid. Carlos tuvo entonces que
trabajar la paz. Francisco resistió lo indecible, pero el encierro mermó al fin
su resistencia y terminó acatando el Tratado de Madrid, firmado el 14 de enero
de 1526, por el que además se casaba con Leonor de Austria, hermana mayor del
monarca, y podía regresar a Francia, eso sí, dejando a sus hijos como rehenes.
Estaba obligado a ratificar el acuerdo en cuatro meses, pero muy
al contrario ni devolvió Borgoña ni renunció a Italia. Y preparó una coalición
de enemigos de Carlos. Sforza de Milán, el papa
Clemente VII y otros señores italianos de Venecia y Florencia
descontentos con Carlos, por su poder. También se sumó más tarde Enrique VIII
de Inglaterra. Era la “Liga de Cognac” o Liga Clementina.
Estaba alarmado el papa Clemente VII tras la victoria del
emperador Carlos V en Italia sobre los franceses en la Guerra italiana de
1521-1526, y aprovechando el cabreo del rey francés, trabajó para formar liga
anti imperial, contrarrestando el poder del emperador. La guerra comenzó casi
de inmediato. La liga entró en la localidad italiana de Lodi. Y las imperiales
fueron a Lombardía y tomaron Milán en julio de 1526. Carlos V reunió un
ejército a las órdenes de Carlos de Borbón, y avanzaron hacia Roma. El ejército
del papa no pudo hacerles frente, y la indisciplina de los soldados imperiales
cabreados por la falta de las pagas estaban decididos a todo, aunque el papa
intercedió para evitar el ataque, éste comenzó pocos días después. Pero murió
el Borbón. Rendida la ciudad fue saqueada durante una semana. Sus habitantes
tuvieron que pagar un rescate, incluso el pontífice, cardenales y diplomáticos
fueron retenidos en el castillo de Sant ´Angelo. Aprovechando la prisión del papa, los
florentinos expulsaron a los Medici y restauraron la república. El papa, el
gordito Clemente VII, podríamos deducir que se trataba de un conspirador,
traidor, tacaño y además mujeriego, y sobre todo un falso con España. Había
dado apoyo a Francia para liberar al
Papado de lo que muchos consideraban la “dominación imperial” del Sacro Imperio
Romano Germánico. Pero en esos días de 1527 un ejército de españoles, alemanes,
flamencos e italianos tomaron Roma. Tras
la ejecución de unos mil defensores comenzó el pillaje. Se destruyeron y
despojaron de todo objeto precioso iglesias y monasterios (excepto las iglesias
nacionales españolas), además de palacios de prelados y cardenales.
SAQUEO DE ROMA
Carlos V declaró que no tenía nada que ver con el saqueo de Roma,
pero hizo retener al papa como garantía del rescate exigido. Pero el papa pudo
escapar y más adelante concretó con el emperador un acuerdo de paz.
Mientras tanto, Francisco I había tomado al asalto la ciudad de
Pavía y fue saqueada. Atravesó Italia y llegó a las puertas de Nápoles. Pero la
muerte de su capitán y la peste mermaron su capacidad y tuvo que rendirse en
septiembre de 1528. También sufrió otra derrota en la batalla de Landriano.
Estas derrotas, el cambio de postura del papa y el abandono de la causa por
Venecia, obligaron a Francisco I a negociar.
Se firmó el Tratado de Cambray en 1529 y Carlos quedó libre para
concentrar las fuerzas imperiales en Hungría donde los turcos habían penetrado
hasta las puertas de Viena. En el acuerdo esa parte de Navarra, la “Baja
Navarra” (en euskera Nafarroa Beherea), pasó definitivamente a ser un
territorio francés.
FIRMA DE LA PAZ DE LAS DAMAS
La Paz de Cambray o Paz de las Damas fue firmada entre Luisa de
Saboya, en nombre de su hijo Francisco I de Francia, y Margarita de Austria, en
nombre de su sobrino el emperador Carlos V, por eso se le conoce también como
la Paz de las Damas. El Emperador renunciaba a sus derechos sobre el ducado de
Borgoña y la Baja Navarra, mientras Francisco I hacía lo propio sobre las
regiones de Flandes y Artois, abandonando además sus pretensiones sobre Italia.
Luisa después de quedar viuda del Príncipe heredero Juan de Aragón y Castilla (hijo de los Reyes Católicos) fue desposada con Filiberto II de Saboya hermano de Luisa. Ambas eran cuñadas.