Nació en Sevilla en 1484. Fue fraile Dominico, obispo, teólogo, polemista, defensor del os indios. Los dominicos llegaron a la isla “La Española” en 1510. Las Casas tomó contacto con ellos, oyó el sermón-denuncia de Montesino y se ordenó sacerdote. Lo dice él, aunque no precisa fechas. Lo importante es que se ordenó. A principios de 1513 pasó a Cuba y obtuvo una excelente encomienda, (Territorio para el cultivo y una cantidad de indios a su cargo). Le visitaron unos padres dominicos, conversaron y despertaron sus dudas. No era lógico predicar contra la encomienda siendo encomendero. El resultado: su primera conversión. Devolvió la encomienda, dispuesto a defender a los indios para siempre. Salió para La Española, se entrevistó con fray Córdoba que le habló de un viaje a España, con Montesino y otro fraile. Embarcaron, en efecto, en septiembre de 1515 y llegaron a Sevilla el 6 de octubre. La audiencia con el rey nunca se celebró. El Rey Fernando el católico murió en enero de 1516.
La reforma era un noble intento pero de planteamiento difícil. En su Informe (1 de abril de 1517), los indios no quedaban bien parados y se desecha la idea de comunidades indígenas. Las Casas, aconsejado por los dominicos, regresó a España el 3 de junio de 1517. Fue a Aranda a ver a Cisneros. El cardenal Cisneros, por entonces regente del reino le oyó complacido, y le encargó, elaborar un plan de reforma de las Indias, estableciendo comunidades indígenas libres, otras intervenidas por funcionarios reales, y el cumplimiento de la Leyes de Burgos de 1512 que había promulgado el rey Fernando, pero Cisneros estaba muy grave, y se fue a Valladolid a esperar al Emperador, y murió antes de verlo. Carlos I llegó el 18 de noviembre de 1517. Bartolomé se ganó a los consejeros flamencos y logró presentar su proyecto al Rey Carlos. Consciente de que no lograría suprimir la encomienda, si antes no demostraba que la supresión no suponía la ruina económica, escribió el Memorial de remedios (abril 1518). No llegó a discutirse. El Rey partió para Coruña el 25 de enero de 1520, y el día antes de embarcar firmó la capitulación para poblar la costa de Paría (19 mayo 1520). Eran veintisiete puntos que precisaban su finalidad: colonización y evangelización pacífica, tributos para el rey y modo y manera de tratar a los indios. Las Casas embarcó con los labradores en Sanlúcar el 15 de diciembre de 1520 y llegaron a Puerto Rico en febrero de 1521.
Las Casas ingresó en el noviciado de los dominicos en 1522 y profesó a finales del año siguiente. Su vida no sufrió un cambio radical, pero su defensa de los indios se hizo más evangélica, más doctrinal y polémica. Siguió una etapa de silencio y estudio y desarrolló su vocación de escritor. Durante estos años se dedicó a escribir.. El planteamiento es muy claro: “la única norma para llevar a los pueblos la religión cristiana, es la evangelización pacífica”.
Quiso decir dos cosas: no hay más que un camino de evangelización: la persuasión del entendimiento y la invitación de la voluntad. Y este camino es común para todos los hombres. El Papa trató de los derechos naturales de los indios, como utpote veros homines y aunque no tuviesen fe no carecían de libertad y dominio, y no se les podía esclavizar.
Las Casas concluyó categóricamente: la guerra que se hace a los indios es temeraria, porque es contraria al derecho natural, divino y humano; injusta, porque los indios no han injuriado a los españoles y tiránica, porque es cruel y violenta.
Volvió a España en 1540. Su propósito era plantear a Carlos V la reforma general del gobierno de las Indias.
No duda de la soberanía del Rey sobre las Indias, en virtud de la Bula de donación, compatible con la libertad de los nativos, que la pierden cuando son sometidos a la jurisdicción y servidumbre de los encomenderos. El otro documento fue la Brevísima relación de la destruición de las Indias. Pero se excedió e hizo daño a España, con relatos que la crítica histórica y el sentido común necesariamente han de calificar de inverosímiles.
La esclavitud de indios fue un hecho. Carlos V la prohibió en 1530; pero ante la reacción de los españoles, la restableció cuatro años más tarde. Hubo reacciones. Se discutió en las aulas universitarias por obra y saber de Vitoria y de Soto, e intervino con toda su autoridad Paulo III: “Decretamos y declaramos… que los indios no deben ser reducidos a esclavitud”.
El rey Carlos I, para el buen gobierno de los indios, y para hacerse pública la polémica creada por fray Bartolomé de las Casas y confirmadas por Francisco de Vitoria, dispuso al Consejo de Indias una inspección. El emperador convocó para 1540 una junta legislativa que se albergó en la Universidad de Salamanca, para iniciar las reorganización que los humanistas venían pidiendo décadas atrás. Fueron invitados legisladores y religiosos influyentes como el abogados, teólogos y economistas. Ello redundó en la promulgación de las Leyes Nuevas, del 20 de noviembre de 1542 en Barcelona. Fundamentalmente sus puntos es que suprime las Encomiendas, que tanto problemas habían dado. Cinco son los puntos que aquí se pueden subrayar: 1) la dignidad del indio, considerándolo como un súbdito más de la Corona; 2) la eliminación de la esclavitud; 3) la anulación de la encomienda, como principio de servidumbre; 4) la supresión de la guerra de conquista; 5) las cláusulas de seguridad de estas determinaciones, mediante vigilancia, procesos judiciales, castigos. Fue un gran momento para fray Bartolomé. Y fue nombrado obispo de Chiapas (1543). Consagrado en Sevilla (1544), se trasladó a Indias y entró en su sede al año siguiente. El cabildo de México protestó ante la Corte y en la asamblea de obispos fue recibido con desagrado. La Audiencia también mostró su disgusto, y en la Corte actuaron sus opositores. El fraile renunció a su obispado.
En 1547, regresa definitivamente a España. Estaba ya en Valladolid, más sosegado. Las Casas sostuvo en la mayor parte de sus obras la idea de que el Papa, subrogó en los Reyes Católicos su poder temporal sobre las Indias para el cumplimiento del fin evangélico que les había encomendado. Para llegar a la guerra justa hacía falta que surgiese la injuria y si los indios ofreciesen resistencia o impidiesen la predicación o matasen a los predicadores, surgiría ese derecho. La Bula de donación subraya que los indios vivían mansos y pacíficos; y entonces ¿para qué la guerra? La Bula urge el envío de misioneros, y ¿para qué la conquista? Ilustra su negativa con el testamento de Isabel la Católica, “que debía tener entendida la intención del Papa”. Afirma que, antes de bautizarse, los infieles no eran súbditos de la Iglesia, y “no se les puede poner o quitar señor”, a no ser si impedían la predicación de la fe.
En Atocha, Madrid, escribió: “Los Reyes de España, en cuanto al dominio, todas las conquistas de los españoles son injustas y tiránicas. El Rey no tiene nada que ver con los tesoros del Perú y todos los bienes que los españoles trajeron de Indias fueron robados y han de ser restituidos.”
Perfila su concepto del poder del Papa. Toda potestad y jurisdicción temporal. El Papa tiene amplísima potestad sobre algunas cosas temporales, de modo que puede alterar los estados de los reyes. También escribió: “Todos los hombres son esencialmente iguales y dignos de respeto y tienen unos derechos que, por nacer de la naturaleza, son derechos naturales, inviolables e inalienables, y unos atributos fundamentales.” Bartolomé no podía dudar de la condición humana de los indios. Para fray Bartolomé los indios pertenecían a una raza excelente, estaban dotados de inteligencia clara, y al ponderar el medio ambiente en que viven los indios, formula un nuevo argumento a su convicción de que constituyen la raza más perfecta del orbe.
Hay escritos impresos en Sevilla en 1552-1553, han permanecido inéditos hasta el siglo XX. La primera edición crítica, completa, es la de Alianza Editorial, Madrid 1988- 1996.
De las Casas murió en Madrid en 1566 en la Basílica Nuestra Señora de Atocha