lunes, 27 de febrero de 2017

ALFONSO XIII HASTA ABRIL DE 1931

El rey Alfonso XIII (1886), había sido declarado mayor de edad en 1.902. Para entonces ya se habían perdido Cuba, Filipinas y Puerto Rico, con una guerra con EE UU. Se iban manifestando dos tendencias claramente contrapuestas, la derecha y la izquierda, el socialismo y conservadores. Y en la izquierda el socialismo manifestaba sus reivindicaciones pacíficamente y en los anarquistas, enemigos de un orden general establecido, “Ni Dios, Ni patria Ni rey”, pensaban que la forma de ir arreglando las cosas era a base de violencia. Ya hemos hablado en el capitulo anterior de los sucesos de Melilla, en el verano de 1909, en que murieron 150 españoles, y en Barcelona a causa del reclutamiento para esa solución militar se desencadenó la “Semana Trágica”. Se quemaron edificios religiosos, menos defendidos y murieron entre sacerdotes y civiles unas 100 personas. De esta forma en el país, el anarquismo, que quiere decir la ausencia de leyes, se transformó en sinónimo de terrorista. El auge burgués e industrial del momento estaba metiendo mucho dinero en las provincias vascas, Asturias y sobre todo en Cataluña, donde ciudades como Barcelona, Sabadell, Manresa y Tarrasa, con sus manufacturas textiles y su proximidad fronteriza con Europa, aumentaban la riqueza y por supuesto inspiraba, al igual que hoy, un sentimiento de superioridad al resto del país, no era un sentimiento separatista todavía pero si de descentralizar el estado, una federalismo. En 1916 los militares de a península estaban jodidos en comparación a los destinado a África. Sometieron a presiones al gobierno y a la corona. Pero al menos controlaban los problemas sociales. Y para arreglar las cosas se desata la Primera Guerra Mundial. España se declara neutral, aunque el rey era algo germanófilo ya que la reina era de origen alemán. Y el país se divide en las opciones. La izquierda, intelectuales y nacionalistas simpatizaban con los aliados y los franceses. Y los conservadores y el ejército simpatizantes con los imperialistas. Dos bandos, cultura alemana o civilización aliada. Alfoso XIII y Primo de Rivera
La clase obrera sufrió las consecuencias de la carestía de los productos. Y a raíz de esto y otros muchos conflictos sociales el ejército ganó prestigio como garante de la paz. En 1917 una huelga revolucionaria declarada por la UGT. En 1918 una crisis de capitalización a causa de la guerra de Marruecos. Bajó espectacularmente la producción manufacturera y la producción en la minería, lo que comporto enorme cantidad de despidos con el consiguiente conflicto social. En el exterior se veía a España como un país imposible de gobernar. Comenzaron a oírse voces como “el peligro bolchevique”, el “separatismo”, y “debilidad del liberalismo”. Por ejemplo en 1920 hubieron 1.060 huelgas con 7.260 días laborables perdidos. Los anarquistas reconocieron la revolución rusa como la oportunidad esperada para terminar con el capitalismo. Esto forzó la división del Psoe y en el ala más izquierda se independizó con el nombre de Partido Comunista de España. Y claro, apareció un militar para arreglar las cosas. En septiembre de 1923 el general Primo de Rivera da un golpe de estado que dura hasta 1930. Miguel Primo de Rivera, el dictador aunque tuviera buenas intenciones usaba métodos muy equivocados y se preocupaba de poner orden social fundamentalmente, y la unidad de España, pero faltaba un programa político. Entre los tantos a su favor se cuentan la construcción y equipamiento de nuevas escuelas, el respeto a la huelga y los sindicatos libres, la jubilación pagada para cuatro millones de trabajadores, la jornada laboral de ocho horas, que hay que decir que fuimos los primeros del mundo en adoptarla, una sanidad nacional bastante potable, lazos estrechos con Hispanoamerica, las exposiciones internacionales de Barcelona y Sevilla, la concesión de monopolios como teléfonos y combustibles a empresas privadas (Telefónica, Campsa), y una inversión en obras públicas, sin precedentes en nuestra historia, que modernizó de forma espectacular reservas de agua, regadíos y redes de transporte. Pero el pueblo y la Iglesia sobre todo, seguían en su letanía. El bolchevismo intentaba controlar desde Rusia el tinglado, el socialismo y el anarquismo peleaban por la revolución, y el fascismo, que acababa de aparecer en Italia, era todavía un experimento nuevo, cuyas siniestras consecuencias posteriores aún no eran previsibles, que gozaba de buena imagen en no pocos ambientes. Y todo esto llegaba a nuestro país, que, por ejemplo la Barcelona industrial, sobre todo, siguió siendo escenario de lucha entre patronos y sindicatos, pistolerismo y violencia. El nacionalismo catalán siempre apretando cuando el estado anda flojo, jugaba fuerte para conseguir una autonomía propia. La primera pitada al himno nacional tuvo lugar en 1925 en el campo del FC Barcelona, con el resultado inmediato del cierre temporal del estadio. La represión de Primo de Rivera se centró especialmente en intelectuales y periodistas, la crítica de la dictadura. Blasco Ibáñez, Unamuno, Ortega y Gasset, entre muchos, tomaron partido contra él. Y Alfonso XIII, un rey sin arrestos, comenzó a distanciarse tímidamente. Así que para cuando el rey dejó caer a Primo de Rivera, la monarquía parlamentaria estaba fiambre total. La “Dictablanda”, periodo desde la caída de Primo de Rivera no funcionó. Con buenas intenciones decidió aplazar la elecciones previstas y en su lugar convocó elecciones municipales para abril de 1931. La reina Victoria Eugenia
La guerra de África y la dura campaña del Rif habían creado un nuevo tipo de militar español, como consecuencia de los disparates políticos que habían dado lugar a las tragedias de Marruecos, despreciaba profundamente el sistema parlamentario y conspiraba en juntas y casinos militares. Tras el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera, unos se inclinaban por soluciones autoritarias conservadoras, y otros, menos pero bastantes, por soluciones autoritarias desde la izquierda. Siempre hubo republicanos de izquierdas y de derechas. Las ideas independentistas vasca y catalana, fastidiaban el paisaje, ávidos de pescar en rio revuelto. La Iglesia iba a lo suyo, sin ponerse el mono de trabajo de la actualidad, y en materia de educación escolar, emancipación de la mujer y reformas sociales no facilitaba las cosas, precisamente. Alfonso XIII era ya cadáver. Los partidarios del trono eran cada vez menos, e intelectuales como Ortega y Gasset, Unamuno o Marañón empezaron a dirigir fuego directo contra Alfonso XIII. Los últimos tiempos de la monarquía fueron agónicos. En 1931, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de «padres espirituales de la República».  La realidad de los hechos de estas tres personalidades hizo que cambiaran su forma de pensar sobre la República Española. Alfonso XIII tenía las horas contadas, no querían hablar con él, sino echarlo a la puta calle. Y la peña se dedicó a pensar en la II República, dado que el rey se lo había puesto en bandeja. La España monárquica empezaba a ser inviable. A nadie le importó su labor humanitaria en la Guerra Mundial ni al tratar de salvar a los monarcas rusos del afeitado general. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente el pescado estaba vendido y ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referendum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república. Y fue República.

sábado, 25 de febrero de 2017

FINALES DEL XIX Y PRINCIPIOS DEL XX

La vuelta de los Borbones se llamó “La Restauración” que con la estabilidad política que comportó, fue muy diferente a las etapas anteriores. Pero hubo en claro contraste entre algunas zonas del país, sobre todo Cataluña con la industria textil y el País Vasco y Asturias, donde el sector minero y la industria pesada. Esto transformó las estructuras sociales y económicas de esas regiones. En esas áreas podemos decir que se produjo en la revolución industrial. Pero en el resto de las regiones estaban poco industrializadas eran fundamentalmente la agricultura, ganadería y pesca las posibilidades de trabajo. El 72% de la población era rural en España en esa época. Para huir de la miseria muchos jóvenes emigraron y los destinos principales fueron Cuba, Argentina y Brasil. Entre 1875 y 1915 un total de 1,5 millones de españoles entre los 18 y 21 años, se establecieron en Argentina. Pero la mitad de las explotaciones de la minería ya estaba en manos extranjeras. Tampoco es que fuera del todo malo pues las inversiones fueron muy importantes y se crearon puestos de trabajo donde no los había, produciendo migraciones. Para entonces Barcelona solita creo lo que se llamó “La fiebre del oro”, ya que acogió más del 40% de la industria de todo el país. Pero ahí no hubo inversión extranjera. Pero los gobiernos no consiguieron sacar buen partido como recaudadores ya que las clases dominantes evitaban el pago de impuestos directos. Esta riqueza es uno de los fundamentos del independentismo, hablando claro, ya que si fueran regiones pobres, no se les ocurriría siquiera.
Aparece entonce en Madrid una institución completamente ajena a partidos políticos, comunión religiosa y escuela filosófica, todo un avance. Estamos ante La institución Libre de Enseñanza, que promovida por Giner de los Rios, entre otros, fue una entidad pedagógica avanzada, de la que todavía estamos carentes. Imagínate amigo que en el Boletín que editaba escribieron Unamuno, Berttrand Rusell, Charles Darwin, Ramón y Cajal, y la plana mayor de la generación del 98, entre los más conocidos. Estamos más o menos en 1890. La Iglesia jugaba en otra liga. Fue perdiendo influencia en todas las regiones. Pero la práctica religiosa no por ello disminuyó. Podemos decir que en las clases medias había escepticismo mientras que entre las clases populares se fue convirtiendo en hostilidad, sobre todo en el mundo obrero. Entre las mujeres no sucedía lo mismo. Ellas estaban encaminadas a preservar las tradiciones y a continuar las conductas heredadas, sumisión y acatamiento. ¡Estaría bueno! Dos terremotos en Andalucía y en 1885 una epidemia de cólera invadió gran parte del territorio español. Jaime Ferrán y Clua, un prestigioso médico de Tarragona, interesado en los descubrimientos de Pasteur llegó a desarrollar la vacuna contra el cólera, pero cosas de España, tuvo la crítica y oposición de colegas, entre ellos de Ramón y Cajal. La muerte de Alfonso XII hizo que su viuda fuera la regente, María Cristina de Hansburgo-Lorena, que al quedarse viuda estaba embarazada del que sería Alfonso XIII, que fue rey desde el momento de nacer. Se ha contado infinidad de veces la autoprovocación de los norteamericanos para declarar la guerra a España, con el hundimiento de su barco, el “Maine” hecho sucedido durante la regencia. Las consecuencias dramáticas llamadas “el desastre del 98”. Perdida la guerra el 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, con bajada de pantalones españoles, y se puso fin al imperio colonial español en ultramar, al ceder la soberanía de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam en las Marianas. España recibió 20 millones de dolares por la cesión de Filipinas. ESPAÑOLES EN CUBA
EEUU optó por establecer un protectorado en Filipinas, pero en Puerto Rico se decidió la ocupación anexionista y en Cuba un control militar, dado el grado de influencia independentista. Pero hemos de tener en cuenta que pagando 2000 pesetas un joven se libraba de las guerras, con lo cual iban los de siempre. Pero además sin medios militares, con escasa o nula preparación, mal alimentados. Eso si, fueron despedidos en los muelles con un fervor y entusiasmo propio de un amor patriótico, pensando que podrían poner en vereda a un ejército mucho más moderno y preparado, y en tierras a miles de kilómetros de España. Y fueron. Y más de 55.000 españoles no volvieron de Cuba. Lucharon con valor hasta que ya era imposible seguir. Es conocido que en Baler, un pueblo de Filipinas, fue sitiado y los españoles resistieron lo indecible. No se fiaban de la noticia del final de la guerra, siguieron resistiendo el sitio hasta que con una foto de un periódico pudieron convencerles. Muchos años después, mostrando sus medallas de héroe, en la Guerra Civil, uno de los “últimos de Filipinas” fue fusilado, da igual por quien. Cosas extrañas que ocurrieron fue que antes de la guerra, los “indianos”, españoles enriquecidos en Cuba, lograron vender su capital y trajeron todo su dinero en dólares, los que originó una ventaja para aquellas zonas, como Cantábria, de donde habían salido en su momento. Entre medias de todo esto Cataluña andaba pensando en promulgar una Constitución, cosas de Cambó. Y en 1895 Sabino Arana funda el PNV, con ideas independentista y católicas. Después de este desastre del 98, vino lo que se dio en llamar el “Regeneracionismo” que nace con Joaquín Costa, llevado por la inspiración de la obra “Oligarquía y Caciquismo” de 1901 donde criticaba duramente el estado de cosas que estaba impidiendo una realización y concreción de la verdadera democracia, es decir el gobierno del pueblo, de todo el pueblo y no solo del partido que, ganador en comicios pero que no reconoce a ningún otra idea que no sea la suya, plagada de intereses y corrupción.  A finales de siglo hay un renacimiento cultural que se dio en llamar la “edad de plata”. La ciencia, la música, la literatura y la pintura alcanzan un grado de expresión extraordinarios incluso a nivel internacional. Personajes como Sorolla, Unamuno, Falla, Pérez Galdós, Ramón y Cajal, Menéndez y Pelayo, Benavente, entre otros son los responsables de este florecimiento. Algo típicamente español, cuando todo está jodido, es cuando aparecen los mejores intelectuales. Pero todos los novelistas no narran las desventuras del campesinado ni de la clase obrera. Tampoco les interesa el mundo de la política. En la música triunfa la zarzuela, género auténticamente español. Pero descolla sobre todas las artes la arquitectura. Se construyen grandes edificios públicos. Y a todo esto llegamos al 17 de mayo de 1902, fecha en que Alfonso XIII cumple la mayoría de edad necesaria para ocupar el trono, 16 añitos. Y lo avisa ya en su discurso en el primer Consejo de Ministros, su decisión de participar en los asuntos políticos y ser protagonista de lo que las leyes le indican, incluyendo el de jefe del Ejército.
De todas formas en los primeros años de reinado se notaba la influencia que tenía su mamá sobre el joven rey. Pero aunque las cosas marchaban no del todo mal, vino un suceso desgraciado en unos yacimientos mineros cerca de Melilla donde murieron en la revuelta (del Rif) y entre trabajadores y militares emboscados murieron mas de 150 españoles. Luego se solucionó el asunto con el envío de tropas en el verano de 1909.
Ese verano las cosas se calentaron. En Barcelona hubo una insurrección militar y anticlerical, para oponerse al envío de tropas a África, reservistas casados y con hijos la mayoría, que eran muchos catalanes. Esto se tomó como una provocación. Huelga general y la violencia se desató. Barcelona se llenó de barricadas y el pueblo, manejado por demagogos y oportunistas de líderes radicales, comenzó la quema de iglesias y conventos ante la pasividad del ejército. Se quemaron 80 edificios religiosos y murieron entre sacerdotes y civiles unas 100 personas. Se profanaron tumbas de religiosas de clausura y las pasearon por la ciudad en un espectáculo macabro. La llegada de tropas y la nula organización de los revoltosos hizo que se pudiera controlar la situación. La Semana Trágica de Barcelona había acabado. La burguesía catalana, respiró al fin.

viernes, 24 de febrero de 2017

REY ALFONSO XII

Todo el siglo XIX había sido un desastre. Repasando vemos que hemos tenido, un rey cornudo,que abdicó dos veces, otro traidor y corrupto, otro francés impuesto, otro italiano elegido por votación, una guerra sangrienta en la que el pueblo solito se levantó y luego mandó al carajo al mismísimo Napoleón. Luego una república que no llegó a dos años. La pérdida de casi todas las posesiones americanas tras una guerra sin cuartel, una primera insurrección en Cuba, una guerra cantonal. Todo el siglo XIX fue de los peores de nuestra historia. Y la peña, es decir la gente del pueblo estaba hasta los escrotos. Se necesitaba ya estabilidad, seriedad, trabajo, normalidad, justicia y que hubiera sanidad, educación y dejarse de salvadores de todo tipo. Lo de siempre. Con lo cual comenzamos a entrar en una etapa conocida como la Restauración Borbónica. Un sistema monárquico que comienza a finales de 1874, final de la Primera República y llega hasta el 14 de abril de 1931, proclamación de la Segunda república. Es decir que después del Sexenio democrático, recupera el trono la dinastía Borbónica con Alfonso XII.
En diciembre de 1874, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, por una cuestió sexual, le salía de los huevos. La verdad es que la abdicación de Isabel II no había llegado a Madrid desde París. Y también se prefería primero promulgar la nueva Constitución (que fue la de 1876). Alfonsito de Borbón, el hijo en el exilio de Isabel II, que tenía 18 años y era un chico agradable, bajito, moreno y con patillas, sensato y bien educado. La cosa resultó muy bien acogida, Serrano hizo las maletas, y el joven Borbón vino de Francia, desembarcó en Barcelona, y a primeros del año 1875 hizo una entrada solemne en Madrid, con el entusiasmo del mismo pueblo que decía y sabía que su madre había sido un putón. Pero el pibe vino como agua de Mayo. Cánovas era un político serio. El monarca caía muy bien, claro que era un putero, pero eso es de familia. Pero tenía sentido común. Se había casado por amor con la hija del duque de Montpensier, que era enemigo político de su madre. Ella se llamaba María de las Mercedes. (Vicente Parra y Paquita Rico), peli que lo explica, pero que para los que les sube el azúcar no está recomendada. Pero se ganaron el corazón de las marujas y todo cristo tuvo un subidón optimista. Todo iba de momento sobre ruedas, pero, hete aquí, que muere Mercedes. Funerales memorables y lágrimas a raudales por doquier, la delicia para el “Corazón, corazón”. Pero hizo que el pueblo se pusiera de parte del rey como nunca había pasado. Otra oportunidad, pero… Alfonso XII murió en 1885 y sólo reinó diez años. Pero al menos España estaba en un momento próspero. Se fue formando una clase media. Lo que nunca. El quilombo Cubano estaba ya tranquilizado merced a la “Paz de Zanjón”. Los carlistas estaban más serenos después de su tercera guerra y derrota y hasta el pretendiente Carlos dijo “hasta luego Lucas” y como todo español que huye se fue a Francia. Mientras tanto ya había negocios prósperos en Asturias, Vascongadas y Cataluña se estaban forrando con su tres por ciento o lo que fuera. La minería, las industrias subsidiarias, todo esto en las Vascongadas y en Cataluña por el estilo, industria de telas y exportaciones, todo ello cimentado por la banca creciente, etc. Parlamentarios monárquicos felices con el rey y parlamentarios republicanos que en su mayor parte, tras la disparatada experiencia reciente, no creían un carajo en la república. Todos eran dinásticos. Se había promulgado en 1876 una Constitución que estaría en vigor más de medio siglo, hasta 1931. Se trataba de una monarquía parlamentaria a la manera inglesa. Cánovas líder del partido conservador y Sagasta líder liberal, se repartieron la gobernación del país de forma pacífica y constructiva. El periodo llamado de “Alternancia” Ninguno de los dos cuestionaba la monarquía. Todo con vaselina. Claro que se beneficiaban algunos sinvergüenzas ya que unos se iban y se ponían a otros y así sucesivamente. Pero había paz y estabilidad. A comienzos de 1879, Martínez Campos vino de Cuba para ponerse al mando de un nuevo gabinete. El fondo de la cuestión era una reforma profunda en las leyes para Cuba, la primera abolir la esclavitud. Finalmente se aprobó pero quedó aparcado su cumplimiento por la nueva boda del rey, que era viudo, las clases terratenientes de la isla consiguieron aplazar el acuerdo. Hasta que en febrero de 1880 se consiguió abolir la esclavitud en Cuba. En 1881 Sagasta ocupaba la jefatura del Gobierno. Llevó importantes cambios muy bien vista por gran parte de la sociedad. Autorizó la libertad de reunión, indultó a los periodicos suspendidos, estableció la libertad de prensa suprimiendo la censura previa. Inició una nueva política educativa. Otorgó el título de Princesa de Asturias a la infanta María de las Mercedes,(hija del rey) título desierto a la espera de un hijo varón.
Es claro que siempre hay gente que nace para tocarlos. Y hete aquí, que el anarquismo, muy activo en Andalucía rechazaba todo tipo de participación electoral, todo lo contrario que los socialistas. Y en 1883 los sucesos de “La mano negra”, personajes de presunta filiación anarquista, se le atribuyeron asesinatos y diferentes acciones violentas y delitos. Fueron juzgados y ejecutados siete hombres. Lo cierto es que el campo andaluz atravesaba momentos de verdadero estancamiento. Pero el gobierno abligado por las circunstancias fue girando de centro liberal a la izquierda para que en enero de 1884 Cánovas formara su segundo gobierno, claramente de derechas. Para el verano el gobierno estaba en crisis, para colmo un conflicto naval casi nos provoca una guerra con Alemania, que gracias al papa León XIII se pudo solucionar por vía diplomática. En la primavera de 1884 Alfonso XII enfermó de tuberculosis. Moriría en noviembre de 1885. La restauración estaba en peligro. Los partidos Liberal y Conservador acordaron la regencia de María Cristina, que había quedado viuda estando embarazada. Pero no presintieron el futuro. La España cainita, desde Viriato para aquí, se iba a hacer notar. Por ejemplo a la Iglesia todo lo que oliera a reforma y progreso le producía ampollas. La educación pública, el sufragio universal, la libertad de culto, el divorcio, etc. Y, cosa de este país, en cierta forma estaban de acuerdo con las izquierdas que tampoco estaban conformes con tibiezas. Querían aún más. Por un lado se consiguió un feroz anticlericalismo que con el tiempo se saldaría trágicamente. Hoy nos parecerá una barbaridad estos datos, por ejemplo la esperanza de vida era en aquellos tiempos de 29 años, las jornadas de trabajo de 12 horas. El 50% de los niños morían antes de los 5 años. El jornal en la industria era entre 3 y 5 pesetas, y en el campo de 1 peseta. En la familian tenían que trabajar todos losmiembros, incluso los niños, pues un jornal no llegaba para sostenerlos. El 70% de la población era analfabeta. En la política existía la oligarquía, es decir el gobierno de unos pocos, generalmente pactado para distribuirse el poder. También se recurría a los “caciques” en los pueblos y comarcas, que eran los que conseguían manejar las votaciones y las inclinaciones necesarias para ello en el pueblo. Las elecciones estaban manipuladas, votaban los fallecidos, se ponían trabas a los electores contrarios y se les facilitaba a los adeptos. Los pucherazos eran algo corriente. Así las cosas la emigración comenzó hacia las ciudades y hacia América por parte de la gente joven. Tenemos todavía pendiente hablar de la Revolución Industrial, la condición de la mujer, de la evolución del pensamiento, la pérdida de Cuba, de Filipinas y Puerto Rico. En fin, que hay para rato. Un siglo desastroso.

jueves, 23 de febrero de 2017

PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA

Desde el 11 de febrero de 1873 hasta el 29 de diciembre de 1874. En los ventidos meses que duró, tuvo cinco ejecutivos. Por esas fechas en el pueblo español había un 60 por ciento de analfabetos. Nuestra querida España estaba sometida a generales, obispos y especuladores financieros, la política en manos de jefes de partidos sin programa, y las elecciones una comedia. La educación pública no interesaba un carajo a la clase política. 6.000 pueblos carecían de escuela, y de los 12.000 maestros censados, la mitad se clasificaba oficialmente como de escasa instrucción. En cuanto a la industrialización que otros países europeos encaraban con eficacia y entusiasmo, en España se limitaba a Cataluña, el País Vasco y zonas periféricas como Málaga, Alcoy y Sevilla. Talleres y fábricas, a juicio de la clase dirigente española, eran peligroso territorio obrero. De ahí que el atraso industrial y la sujeción del pueblo al medio agrícola. Y se proclamó la República, por 258 votos a favor y 38 en contra, curiosamente sólo había 77 diputados republicanos. Unos la querían unitaria y otros federal. Sin haber aprobado una nueva Constitución, para unos la federación era un pacto nacional, para otros la autonomía regional, para otros una descentralización absoluta.
Se sucedieron cuatro presidentes. Estanislao Figueras, un abogado catalán. ¡El primer gobierno duró quince días! Crecida la anarquía por todas partes, Figueras se marchó en secreto a Francia, (¿Dónde si no?) Sin presentar la dimisión. Le sucedió Pi y Margal. Gobernó 37 días. Luego vino Nicolás Salmerón, persona moral y federalista. Comenzó a poner sitio a Cartagena donde los cantoneses (insurrección cantonal) se habían apoderado de la escuadra. Como no quiso firmar penas de muerte dimitió duró 51 días. Luego Emilio Castelar, uno de los pocos que nunca había cambiado de partido. Para evitar la inestabilidad del Parlamento lo suspendió hasta enero de 1874, gobernando por decreto. Entretanto en Cuba había estallado la insurrección independentista. Y los carlistas, viendo amenazados los valores cristianos y la cuestión foral, volvían a echarse al monte, empezando su tercera guerra. El ejército era un descojone total, de forma que sólo había un general que no se había sublevado nunca, y al que los compañeros tachaban de maricón. Así que no es de extrañar que un montón de lugares empezaran a proclamarse federales e incluso independientes por su cuenta. Fue lo que se llamó insurrección cantonal. A este desatino, llamado República solo la reconoció EE UU y Suiza. Tal era la confianza que generaba. Se redactó una Constitución que nunca entró en vigor, en la que se proclamaba una España federal de “diecisiete estados y cinco territorios”, pero una treintena de provincias y ciudades se proclamaron independientes unas de otras, llegaron a enfrentarse entre sí y hasta a hacer su propia política internacional, como Granada, que abrió hostilidades contra Jaén, o Cartagena, que declaró la guerra a Madrid y a Prusia, con dos cojones. Eso se llamó Insurrección Cantonal. Se mezclaban federalismo, cantonalismo, socialismo, anarquismo, anticapitalismo y democracia. Un caos peligroso, lleno de quimeras y proyectos irrealizables. Julián Marías escribió acerca del Parlamento aquel, «allí podía decirse cualquier cosa, con tal de que no tuviera sentido ni contacto con la realidad». Se legalizó el divorcio, se confirmó la libertad de culto, para cabreo de la Iglesia, y se suprimió la pena de muerte. Pero en lo administrativo era un desastre. Una España fragmentada e imposible todo eran fronteras interiores, milicias populares, banderas, demagogia y disparate, y los militares estaban mal vistos y además no los obedecía nadie. La guerra cantonal se prolongó en Cafrtagena y en Andalucía durante cierto tiempo, hasta que el gobierno envió a los generales Martínez Campos y Pavía para liquidar el asunto por las bravas, cosa que hicieron a cañonazo limpio. Mientras tanto, como las Cortes no servían para nada, a los diputados, que ya ni iban a las sesiones, les dieron vacaciones desde septiembre de 1873 a enero de 1874. Y el 29 de diciembre de 1873, cuando se reunieron de nuevo, el general Pavía, respaldado por la derecha conservadora, sus tropas y la Guardia Civil, rodeó el edificio.
Los republicanos decidieron morir defendiendo a la patria y la República, y ¡bla bla blá!. Pero en cuanto oyeron el primer tiro al aire cambiaron su forma de pensar. Se marcharon sin saludar estos también, corriendo o arrojándose por las ventanas, (¡auténtico!). Y, cual comedia de Arniches, de esta forma grotesca y burda acabó lo que nunca fue Republica Española, sino un quilombo insensato, pero con muertos, hambre y caos. Todo el siglo XIX había sido un desastre. Repasando vemos que hemos tenido, un rey cornudo,que abdicó dos veces, otro traidor y corrupto, otro francés impuesto, otro italiano elegido por votación, una guerra sangrienta guerra en la que el pueblo solito se levantó y luego mandó al carajo al mismísimo Napoleón. Luego una república que no llegó a dos años. La pérdida de casi todas las posesiones americanas tras una guerra sin cuartel, una primera insurrección en Cuba, una guerra cantonal. Todo el siglo XIX fue de los peores de nuestra historia. Y la peña, es decir la gente del pueblo estaba hasta los escrotos. Se necesitaba ya estabilidad, seriedad, trabajo, normalidad, justicia y que hubiera sanidad, educación y dejarse de salvadores de todo tipo. Lo de siempre. Así que algunos políticos, tomando el pulso al ambiente, empezaron a plantearse la posibilidad de restaurar la monarquía y así, en diciembre de 1874, después del golpe de Pavía, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, porque le pareció lo más apropiado. Es decir por sus huevos

martes, 21 de febrero de 2017

AMADEO I REY DE ESPAÑA

Te habrás preguntado, querido amigo lector, por qué le doy tantos capítulos al siglo XIX. Fijaros que sumando reyes, regentes, reinas, novios de la reina, novios del rey, presidentes de república y generales que pasaban por allí, incluidas guerras carlistas y coloniales, tuvimos dieciocho formas de gobierno diferentes, solapadas, mixtas, opuestas y combinadas. La ambición de poder, los desgobiernos y la mala leche, que nos legaron ya los celtas, estaba organizada para que el país se fuera yendo al carajo. Las desamortizaciones, que en principio la cosa sonaba bien en realidad solo valieron para los que era de la Iglesia, pasara a manos de ricos hacendados. Se reforzó el papel de la oligarquía y para colmo las propiedades que no interesaban, monasterios, conventos y otras haciendas se olvidaban, se abandonaban y así han llegado hasta nosotros. Hechas un asco muchas de ellas. Pero los campesinos vivían igual o peor, se crearon proletariados por causa de una mala industrialización en grandes núcleos urbanos, obreros mal pagados y hambrientos que rumiaban un justificado rencor. La reina ya sabemos lo que fue e hizo, elegante definición del papa Pio Nono: «Es puta, pero piadosa» De todas formas, el virus del ruido de sables ya estaba allí. Los generales protagonistas empezaron a participar activamente en política, y entre ellos destacaron tres, Espartero, O'Donnell y Narváez, los de las calles de Madrid. En 1848 la crisis económica era terrible y hubo pánico en la Bolsa de Madrid al conocerse la oleada revolucionaria de París, en marzo hubo intentos más o menos serios de revolución que fueron sofocados. La verdad que fue un fracaso. También el 7 de mayo cuando se sublevó el ejército en Madrid con ramificaciones en Sevilla, Barcelona y Valencia. Se disolvieron las Cortes, se detuvo a unos cuantos, consejos de guerra, conmutaciones y pelillos a la mar. En cambio en 1854 hubo un pronunciamiento liberal que desencadenó una disputa entre rebeldes y leales, sin muertos y sin victorias. Pero hubo un manifiesto, lo presentó la Unión Liberal que era un grupo político nacido en la época moderada, (la regencia de María Cristina). Proponían moralidad pública, (¡já!), desaparición de las camarillas en palacio, (¡jajá!), y creación de Juntas en toda España. La reina se vio obligada a llamar al que fuera su regente, el General Esparteros, ya convertido en héroe nacional. Por otro lado Marruecos tocaba las pelotas. Las relaciones entre Marruecos y España siempre fueron tensas. Una partida de moros atacó la guarnición de Ceuta. Y basta que nos toquen el orgullo y un par de cosas para que se despertara el sentimiento patriótico popular. España recibió el apoyo de las cancillerías de Europa, y casi es esto lo que obligó a iniciar una guerra que fue declarada en octubre de 1859. Y aquí estimado amigo lector encontramos como en Cataluña y Las Vascongadas (se llamaban así), se crearon oficinas de reclutamiento voluntario en las que se alistaron un cuantioso número de carlistas de Navarra. Ese patriotismo no se veía desde la invasión napoleónica. En Barcelona se organizó un desfile para despedir a los voluntarios, con bendición del capellán de Monserrat y toda la pesca. RETRATO DE PRIM
La guerra de África fue algo corta, la dirigió O´Donnell, y en Castillejos el general Prim, que orientó a la toma de Tetuán como paso previo a las condiciones de negociación. Se firmó lo que se llamó el Tratado de Wad-Ras. En otro orden de cosas en 1866 una fuerte crisis económica, con quiebras empresariales, restricción de créditos, caída de las bolsas, una desocupación laboral, malas cosechas, para colmo, y como no, la especulación y la corrupción, (¿te suena?), es decir los tres factores importantes, la economía, la política y la sociedad, crearon un escenario que produjo la desintegración del régimen isabelino. Un pronunciamiento militar en Cádiz en septiembre de 1868 fue el detonante de la revolución llamado “La Gloriosa”, y comienza aquí el sexenio revolucionario. El apoyo popular fue inmenso. La reina que veraneaba en Lequeitio, con el ambiente calentito que se respiraba, se piró a la francesa, como Pepe Botella, es decir sin saludar, y se marchó sin renunciar a la corona y sin abdicar. Por supuesto se fue dónde van todos los desesperados, a Francia. Se negaba a abdicar, la muy burra, hasta que dos años después, en junio de 1870 firmó su abdicación. Lo hizo en su hijo Alfonso, que tenía 13 añitos. Y en vez de guardar las composturas, nunca lo había hecho, se dedicó a criticar todo lo que se le ponía por delante y que le recordara a los políticos que le habían llevado a esa situación. A la vez que teníamos la revolución de 1868 en Cuba se iniciaron unas insurrecciones que desencadenarían la Guerra de los Diez Años. Un poema de situación. El gobierno provisional organizó el asunto. Las Cortes promulgaron una nueva Constitución, que establecía la monarquía como forma de gobierno y una serie de medidas de carácter liberal, pero no mucho. Por lo que las Cortes, al abdicar la reina ninfómana, (así la llamaban), establecieron una regencia al general Serrano y éste encargó a Prim formar gobierno. Su tarea era encontrar un príncipe adecuado para la corona de España y lo encontró en la persona de Amadeo de Saboya, que sería elegido rey en el mes de noviembre de 1870. Solo puede pasar en España que sea elegido un rey por votación en un parlamento. Pero así fue. Y como siempre hasta en eso España es diferente, y el rey no tuvo apoyos de casi nadie, ni de la derecha ni de la izquierda ni de su padre. Bueno de éste sí, porque era el padre, políticamente hablando, era Prim, un héroe catalán de la guerra de África, que fue asesinado en Madrid al mes siguiente, y con él desaparecía el principal apoyo del rey. AMADEO I DE SABOYA
Amadeo tuvo serias dificultades debido a la inestabilidad política española. Hubo seis ministerios en dos años que duró su reinado, e intentaron asesinarle el 19 de julio de 1872. El pobre rey enloquecía ante las complicaciones de la política española. «Ah, per Bacco, non capisco niente!», solía exclamar. En realidad Amadeo era un tio majo, liberal. . Pero claro. En la España de envidia y mala leche de toda la vida, eso no podía funcionar nunca. Y encima, a Prim, que lo trajo, se lo habían cargado de un trabucazo antes de que el rey tomara posesión. Así que, hasta las pelotas de nosotros, Amadeo hizo las maletas y nos mandó a tomar por saco. Dejando, en su abdicación, un exacto diagnóstico del paisaje: «Si al menos fueran extranjeros los enemigos de España, todavía. Pero no. Todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan y perpetúan los males de la Nación son españoles». Terminó hasta los pelos. Se marchó convencido de que los enemigos de España, eran los propios españoles. No estaba descaminado el hombre. Corto espacio estuvo en el trono. Tragedia de un hombre que fue llamado para ser rey de un país en el que ninguno de sus súbditos quiso concederle la menor oportunidad. El mismo día en que abdicó Amadeo I, el 11 de febrero de 1873, reunidos en la Asamblea Nacional, a pesar que la reunión no era constitucional, se declaró que la República era la forma de gobierno a partir de ese momento. La I República marcó, en su corta duración, la culminación de proceso revolucionario iniciado en 1868. Seguimos después de la publicidad

lunes, 20 de febrero de 2017

ISABEL II (La de los tristes destinos)

Como sabemos, gracias a la derogación de la Ley Sálica, las mujeres volvían a poder reinar en España, por lo tanto el hermano del rey Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón le dio un fuerte siroco y no aceptó a su sobrina como Princesa de Asturias y heredera a la corona, por lo que el rey narizotas lo echó del país. Bueno el caso es que de esta forma comienzan los “Carlistas” y los “Isabelinos”, en otras palabras actuales la derechona y el progrerío. Y luego las tres guerras Carlistas, que hemos comentado en los dos capítulos anteriores. Isa de Borbón tuvo de regente primero a su mamá, María Cristina, pues su papá murió cuando ella tenía tres añitos. El conde de Romanones la describió “era algo retrasada, apenas sabía leer, solo sabía sumar y su ortografía era pésima. No leía y jugaba con perritos, ignoraba las reglas de comportamiento y estas señas de identidad la acompañaron toda la vida, sin embargo era alegre y generosa”. Su madre fue su regente durante diez años, y luego pasó al General Esparteros durante los siguientes tres años en que se la declaró mayor de edad, en 1843. Isabel II de España, llamada «la de los Tristes Destinos» nació en Madrid, el 10 de octubre de 1830, y fue reina de España entre 1833 y 1868, (aunque se proclamó en 1843).
Comenzó pronto a poner luz entre las piernas. Amantes, (un puñao), su primer hombre fue el General Francisco Serrano. A los 16 años se casó con su primo Francisco de Asís, del que tuvo once hijos. Ahí es ná. Y digo que no fue nada porque al señor le llamaban “Paquita”, quien era un afeminado y jamás se le conoció mujer alguna, más bien al contrario, solo hacía a pluma. Los historiadores aseguran que cuando la Reina se enteró del nombre de su futuro marido soltó un grito de horror: “¡No, con Paquita, no!”. Isabel II confesó más tarde que de la noche de bodas “Qué podía esperar de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes que yo”. Los hijos eran oficialmente de su marido, ¡claro hombre!, pero de esto sacó beneficio el marica, todo un negocio. Recibía dinero por cada churumbel reconocido. Solo sobrevivieron cinco hijos. Uno de ellos, el que sería el rey Alfonso XII. Parece ser que era hijo del capitán Moltó, un fornido militar. Entre los miembros de la familia real hay que destacar a la infanta Isabel Francisca, popularmente conocida como “La Chata”, fue princesa de Asturias hasta el nacimiento de su hermano Alfonso, y durante el reinado de éste hasta que nació su sobrina María de las Mercedes. Como sería de querida y popular, le gustaban los toros, las verbenas y la música, que hasta el gobierno de la Segunda República pidió que no abandonase el país. Otro miembro conocido es su hermana María Luisa, casándose ambas el mismo día en Sevilla. Esta mujer fue la madre de María de las Mercedes, futura reina al casarse con Alfonso XII. María Luisa donó a la ciudad de Sevilla los jardines de su palacio de San Telmo, que hoy llevan su nombre. Hemos tocado un poco la vida personal y familiar de Isabel II, pero en lo político la cosa no tuvo ni pizca de gracia. Una reina casi analfabeta, caprichosa y aficionada a los fornidos palafreneros, unos militares ambiciosos metidos en políticos, unos políticos metidos hasta las orejas en la corrupción, (desamortizaciones incluidas), todos se odiaban de una forma o de otra y a la vez se necesitaban. Un putiferio, oiga. Pronunciamientos militares y revolucioncitas parciales Narváez y O'Donnell, con el acuerdo de un tercero llamado Espartero, para inventarse dos partidos, liberal y moderado, que se fueran alternando en el poder; y así todos disfrutaron, por turnos. Llegaba uno, despedía a los funcionarios que había puesto el otro y ponía a sus parientes, amigos y compadres. Al siguiente turno llegaba el otro, despedía a los de antes y volvían los suyos. Y de esa forma tan suave como con Nivea, nos fueron dando una forma de gobernar. Aquella pandilla de sinvergüenzas se fue repartiendo España durante cierto tiempo. Jefes de gobierno sobornados por banqueros extranjeros. Farsas electorales. Votos comprados y si no hostia que te crió, es decir, represión, destierros al norte de África, Canarias o Filipinas, todavía quedaban colonias. (Se recomienda leer los Episodios Nacionales de Galdós y a Valle en El ruedo Ibérico) CUADRO DE LA ÉPOCA
Mientras y de paso la oligarquía catalana se forró el riñón de oro con la industria textil. Si había protestas obreras se la reprimía vía ejército y a otra cosa, que lo de ser español en Cataluña siempre fue buen negocio en lo del trabajo sucio. Por ejemplo Espartero disparó sobre la ciudad 1.000 bombas; pero Prim, que era catalán, 5.000. Por su parte, las Provincias Vascongadas, que así se llamaban salvo alguna intentona carlista, estaban tranquilos. Sabino Arana con su eslogan de vascos buenos y españoles malvados, y la industrialización, sobre todo metalúrgica, todavía no había aparecido. A nadie se le ocurría hablar de independencia ni asesinar españolistas, con el cinismo de la burguesía. En otras palabras, la burguesía y la oligarquía vasca y catalana, igual que las de Murcia o de Cuenca, estaban integradas en la parte rentable de aquella España que, aunque renqueante, iba hacia la modernidad. Surgían ferrocarriles, minas y bancos, la clase alta terrateniente, financiera y especuladora cortaba el bacalao, la burguesía creciente daba el punto a las clases medias, y, esto era lo jodido, los obreros y campesinos analfabetos fueron manipulados y explotados a gusto por los caciques locales, quedándose fuera de toda fiesta pero entregando a sus hijos para guerras coloniales, para arar o para llevar un mísero sueldo a casa. Esto producía una mala leche muy justificada, que era frenada por la intervención policial y por jueces corruptos, por políticos demagogos. Mientras reinaba Isa. Nada nuevo bajo el sol, como digo, políticos jueces, alcaldes, militares todos en el mismo saco de la degradación moral. Esto hizo que sea tan evidente la inutilidad de una reina que lo único que hacía bien, por lo visto, era follar La gentuza instalada en las Cortes se había convertido en forajidos políticos. Se consiguió una farsa de administración y Justicia. Nadie escuchaba la voz de los desfavorecidos que a base de palos y demagogia iban a la guerra a veces cobrando para que no fuera el hijo del rico. Las campañas militares en que anduvo España, como la guerra del Pacífico, la intervención en México, en la Conchinchina y en Italia para ayudar al papa, eran para lamerle las botas a las grandes potencias que por interés nacional. Pero por debajo de toda aquella basura monárquica, política, financiera y castrense, algo estaba cambiando. El pueblo llano estaba hasta los escrotos de que le tomaran por el idiota útil. Las urnas no sirven para nada a un pueblo analfabeto. Y alguien lo pensó, la cultura es lo único que puede hacer que esto vaya cambiando. Algunos heroicos hombres y mujeres se empeñaron en crear mecanismos de educación popular. Escritura, lectura, ciencias aplicadas a las artes y la industria, emancipación de la mujer, empezaron a ser enseñados a obreros y campesinos en centros casi clandestinos. Ayudaron a eso el teatro, y la gran difusión que los libros y periódicos, novelas y publicaciones de todas clases, que a veces lograban torear a la censura. Se pusieron de moda los folletines por entregas publicados en periódicos, y la burguesía y el pueblo bajo que accedía a la lectura los acogieron con entusiasmo. Y así hubo estallidos revolucionarios serios, como el de 1854, resuelto con metralla. Creciente conflictividad obrera, como la primera huelga general de nuestra historia, que se extendió por Cataluña ondeando banderas rojas con el lema Pan y trabajo, anuncio de lo que se venía. Las represiones en el campo y la ciudad fueron brutales, y si a eso le sumamos la injusticia que imperaba, hizo que, muchos se echaran al monte a lo Sancho Gracia y dio lugar a la creación de la Guardia Civil. Policía militar para el medio rural utilizada para la represión. La monarquía era un desastre, y los burgueses veían que esto se les estaba yendo de las manos. Por lo que cuando el equipo pierde se cambia al entrenador y a ver qué pasa. Vamos a poner a otro para seguir nosotros. Isa, sobraba desde hace rato, y bueno pues a grandes males, grandes remedios. Isabel se marchó a París, donde hizo todo lo posible por desprestigiar a los políticos españoles. Digamos de momento que gobernó hasta 1870, cuando abdicó a favor de su hijo tras el triunfo de la revolución conocida como La Gloriosa. Murió en París, el 9 de abril de 1904.

sábado, 18 de febrero de 2017

LA MASONERÍA EN ESPAÑA Y AMÉRICA -SIGLO XIX

Originariamente fue secreta, cuyos miembros forman una hermandad iniciática y jerarquizada, organizada en logias, de ideología racionalista y carácter filantrópico.Se definía como una asociación de hombres libres y de buenas costumbres. Con una recopilación de textos antimasones, hecha por el clero, la masonería quedó asociada a la herejía, a los judíos al ateísmo, etc. En el siglo XIX, en España hubo un trabajo en los liberales para conseguir, en una sociedad conservadora atrasada y reacia a todo cambio, el poner en marcha las ideas propias de los avances de la cultura y el humanismo que se habían desarrollado, fundamentalmente después de la Revolución francesa. Fue la lucha entre el absolutismo y el liberalismo como sistemas políticos en conflicto: carlismo absolutista contra liberalismo. La masonería defendió activamente los derechos humanos. Muchas logias en España se manifestaron en contra de la abolición de la pena de muerte y de la reforma penitenciaria, defendían el pacifismo y participaron muy activamente en el Congreso Internacional de Librepensamiento de Bruselas en 1895, respaldando iniciativas como la Conferencia de Paz de la Haya de 1899. Sí existió una marcada vocación política, pero nunca fue de partido, sino de tendencia y de principios generales, que estaban enmarcados dentro de los ideales democráticos y de justicia social, que de ninguna manera son ni han sido privativos de la masonería. Con la invasión de las tropas napoleónicas de 1808 se fundan logias como instrumento de la política de Napoleón. En la España no "afrancesada" o "patriota" durante la Monarquía de José I Bonaparte, también proliferaron las logias masónicas Tras la restauración en 1814 de la Monarquía absoluta por Fernando VII, volvió la Inquisición y la obsesión antimasónica y denuncias que llevaron al cierre de logias. Los masones extranjeros fueron expulsados de España y los españoles fueron obligados a hacer ejercicios espirituales para volver al camino de la fe. El poder político aprovechó la sospecha de masonería como instrumento para deshacerse de los críticos al absolutismo de Fernando VII.
La masonería reaparece en el Trienio Liberal, en el que desarrolla un papel político, pero fue reprimida de nuevo durante la Década Ominosa, en la que vuelve la obsesión antimasónica. La expansión de la masonería se produce durante el Sexenio Democrático. Amparada en las libertades proclamadas por la Revolución de 1868, la masonería española experimentó explosión numérica y una consecuente reorganización. Durante este período los masones pudieron darse a conocer y expresar públicamente sus opiniones. Con la llegada de Alfonso XII el proceso de crecimiento siguió en aumento. Los cuatro primeros Jefes de Gobierno masones, fueron Juan Prim, Práxedes Sagasta, Manuel Ruiz Zorrila y Segismundo Moret. La masonería latina era de ideología progresista y composición burguesa. Esta masonería se convirtió al positivismo científico y a la defensa del sufragio universal en la segunda mitad del siglo XIX. Masones como Blasco Ibáñez o Rosendo Arús colaboran con el sostenimiento de diversas escuelas participaron y crean bibliotecas públicas destinadas a la formación en la clase obrera. Como escribe Pere Sánchez “Los motivos para atacarla con tanta virulencia eran de diferente tipo. A un cierto nivel, la masonería desautorizaba espiritualmente el catolicismo y tenía la pretensión de ser la religión de «recambio», sin dogmas, que sustituiría a la católica. Por si eso fuera poco se había situado en el bando enemigo. Pedía concordatos, enseñanza laica, cementerios civiles, abolición de las Órdenes regulares y de los jesuitas, libertades políticas, etc. La masonería hizo del anticlericalismo uno de los ejes básicos de su intervención en la política y en la sociedad“ Los ataques de la Iglesia católica a la masonería reforzaron a los masones en su defensa de las libertades y de la caridad humana. En este clima antimasónico, cuando estallaron los movimientos independentistas en Cuba y Filipinas en 1896, la masonería fue acusada de colaborar con los independentistas y la policía clausuró las sedes de la masonería en España, incautándose de toda la documentación y deteniendo a algunos dirigentes. Esta represión policial llevó a la crisis de la masonería a finales del XIX, que no volvió a recuperar la época dorada del último tercio del siglo. Tras el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, la III Internacional prohibió en 1921 la pertenencia a la masonería a los miembros de la Internacional, al considerarla una institución "burguesa". Las logias catalanas Lealtad y Fénix, integradas en el Gran Oriente Español, condenaron públicamente la III Internacional. En la Independencia de los países americanos un punto a tener en cuenta es la masonería, tan desprestigiada desde la llegada de Napoleón. Tras la restauración en 1814 de la Monarquía absoluta por Fernando VII, volvió la Inquisición y la obsesión antimasónica y denuncias que llevaron al cierre de logias. Los masones extranjeros fueron expulsados de España y los españoles fueron obligados a hacer ejercicios espirituales para volver al camino de la fe. El poder político aprovechó la sospecha de masonería como instrumento para deshacerse de los críticos al absolutismo de Fernando VII. Esto fue quedando en las mentes y fomentando como oposición a las leyes establecidas. Realmente los masones del siglo XIX y XX tenían pensamientos incompatibles con cualquier tiranía, cualquier oscurantismo o cualquier dictadura. Los más sectarios la tacharon de secta. Los masones han llegado a sus ideas a través del conocimiento, el librepensamiento y la adhesión a los valores universales que hay que profesar previamente antes de ser admitido en una de sus Logias. Por lo tanto es lógico que hombres de la talla de San Martín o Bolivar hayan sido masones. Es necesario saber que los hombres que deseaban la independencia de españa, no lo hacían por un afán de pode, sino porque España como nación, esta rota. Un rey Francés, JoseI, el rey carlos IV abdicó en su hijo y le cedir¡eron la corona a Napoleón. El pueblo de españa, dividido, se había levantado en armas. En la américana hispana las noticias que llegaban eran confusas y ya no se enviaban tropas. No obstanteSan Martín participó como oficial español en la guerra de la independencia española, pero en la Batalla de La Albufera estaba a las ordenes del inglés el general William Carr Beresford, Inglaterra ahora era aliada de españa. Este general era el mismo que dos años antes había invadido Buenos Aires. En esas campañas conoció a Lord Macduff, un noble escocés que lo introdujo a las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur. Fue allí que hizo contacto por primera vez con círculos de liberales y revolucionarios, que simpatizaban con la lucha por la independencia americana. Francisco de Miranda, junto a Simón Bolívar, ya luchaba en América por la independencia de Venezuela. Es posible que, ya dentro de la hermandad, se haya relacionado con políticos británicos que le hicieron conocer el Plan de Maitland, una estrategia para que América se liberara de España. ESCUDO ARGENTINO, SÍMBOLO MASÓN
Un amplio abanico de nombres ilustres de la masonería han hecho historia y han contribuido a grandes avances científicos, políticos, artísticos, humanistas y culturales en el devenir de la humanidad: Churchill, Lincoln, Roosevelt, Azaña, Newton, Mozart, Liszt, Beethoven, Freud, Salvador Allende, Martin Luther King, Louis Armstrong, Gandhi, Franklin, Blasco Ibáñez, Benito Juárez,Lázaro Cárdenas, George Washington, Salvador Allende, Dickens, Beethoven, Mozart, Chagall, Napoleón, Fleming, Sorolla, Ramón y Cajal, Chaplin, M. Moreno (Cantinflas), Victor Hugo, Julio Verne, Sthendal, Roberspierre, Luis XVIII de Francia, y entre los sudamericanos, Pablo de Olavide, Francisco de Miranda, Andrés Bello López, José de San Martín, Servando Teresa de Mier, Joaquín Olmedo, Simón Bolívar, Antonio de Sucre, Hipólito Unanue, Faustino Sánchez Carrión, Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomás Guido, Juan Martín de Pueyrredón. entre otros muchos. La masonería desde sus tribunas ideológicas se ha contribuido a la instauración de las democracias, de los derechos civiles y del humanismo que contempla a los derechos humanos como la piedra angular de todo avance político y social.

EMANCIPACIONES AMERICANAS (y 2)

En realidad el movimiento independentista no se inició contra la monarquía de Fernando VII, todo lo contrario, fue contra el invasor francés. Para entender el proceso de emancipación es necesario conocer los motivos y el momento histórico en que se desarrollan. En América existían varias clases sociales. El español nacido en la península, que se le llamaba peninsular, el hijo de españoles nacido en territorio americano es el criollo. Los indígenas del lugar, indios, los mestizos y los mulatos. El monopolio político era una clara diferencia favorable a los peninsulares, que en la enorme extensión del continente representaban si acaso el 1% de la población. Esto provocaba el recelo de los criollos, que aunque constituían una de las minorías poblacionales, se encontraban en lo social y en lo económico por encima de los indígenas y es claro de los esclavos negros. Los peninsulares dominaban los cargos superiores en la administración y en la Iglesia. Pero los criollos dominaban la vida económica, pues eran los propietarios de las tierras, de los cultivos, de las minas, y se enriquecían con el comercio. Este choque entre ambos estamentos sociales fue uno de los desencadenantes de la causa independentista. En años anteriores a las emancipaciones hubo multitud de conflictos entre indígenas y esclavos contra los terratenientes criollos. Éstos explotaban a los indios y a los esclavos negros. Por ejemplo, años antes la rebelión de Tupac Amarú no fue al principio contra los españoles. Tiempo después, en Venezuela los esclavos se alzaron los criollos como Bolivar y contra la administración. José Tomás Boves, había nacido en España, fue un auténtico caudillo popular que aunando de los resentimientos de las clases más bajas contra los abusos y explotación de la aristocracia criolla consiguió una fuerte ofensiva contra los ejércitos independentistas convirtiéndose en el azote de los seguidores de Bolívar. Muchos indígenas se mantuvieron neutrales debido a que ninguna de sus aspiraciones coincidía con los bandos en lucha, patriotas y realistas. Incluso algunos se incorporaron a los realistas para combatir a los hacendados, que al fin y al cabo eran sus opresores. Muchos factores incluso muy anteriores afectaron a la debilidad del poder español en América. La derrota de Trafalgar, la Guerra de la Independencia, etc. La monarquía española había ayudado a los americanos contra Inglaterra en la Guerra de Independencia Norteamericana, pero esa intervención no solo no tuvo éxito sino que sirvió para que ésta actuara contra España mediante la difusión de las ideas revolucionarias entre los criollos ilustrados y empleando la intimidación militar. El Consejo de Regencia, que se constituyó para oponerse al rey francés, reunió a las Cortes en Cádiz el año 1810, declarando “Único y legítimo Rey de la Nación Española a Don Fernando VII de Borbón”. La ocasión para los patriotas de América, léase oligarquía criolla, vino con el desmadre que supuso la guerra en la Península, que animó a muchos americanos a organizarse por su cuenta, y también por la torpeza criminal con que el rey Narizotas, a su regreso de Francia, reprimió toda clase de libertades, incluidas las que allí habían empezado a tomarse. Antes de eso hubo un bonito episodio, que fueron las invasiones británicas del Río de la Plata. Los ingleses, siempre dispuestos a lo suyo, piratear, y establecerse en la América hispana, atacaron dos veces Buenos Aires, en 1806 y 1807; pero allí, entre españoles de España y argentinos locales, les dieron una buena ensalada de hostias: una de esas somantas gloriosas, como la que se llevó Nelson en Tenerife poco antes, que los británicos, siempre hipócritas, procuran escamotear de los libros de Historia. No obstante en los años siguientes, aprovechando el caos español, ingleses y norteamericanos removieron la América hispana, mandando soldados mercenarios, alentando insurrecciones y sacando tajada comercial. En América la confusión estaba instalada. Los gobiernos no sabían si aceptar al José I, hermano de Bonaparte, obedecer a las Juntas Provinciales que luchaban en la Guerra, o acatar las órdenes del Consejo de Regencia. Asimismo la promulgación de la Constitución liberal de 1812, en América, venía a complicar las cosas, pues abolía el absolutismo. En América se constituyó una Junta contra los afrancesados, pronunciándose claramente a favor del monarca español. Desgraciadamente fue a partir de 1814 cuando Fernando VII, al recuperar el trono después de su destierro de oro en Francia, con la victoria de los españoles, inicia el absolutismo (1814-1820) y tuvo lugar la persecución y depuración de liberales y afrancesados. Y la persecución de la masonería. Fue un período de privación de libertades. La ruina absoluta de la Hacienda Pública hacía imposible la añorada posibilidad de establecer una buena situación militar en América. No obstante las nuevas ideas europeas impregnaron la mentalidad revolucionaria de la burguesía colonial descontenta. Algunos fueron radicales en sus ideas mientras otros se orientaron por intereses del librecambismo, ya instalado, que ofrecía posibilidades de enriquecerse.
Aun así, la resistencia realista frente a los que luchaban por la independencia fue dura, tenaz y cruel. Tres siglos y pico después de Colón, buena parte de los de uno y otro bando habían nacido en América (en Ayacucho, por ejemplo, no llegaban a 900 los soldados realistas nacidos en España). El caso es que a partir de la sublevación de Riego de 1820 en Cádiz ya no se mandaron más ejércitos españoles al otro lado del Atlántico, los soldados se negaban a embarcar y los virreyes de allí tuvieron que apañarse con lo que tenían. Aun así, hasta las batallas de Ayacucho (Perú, 1824) y Tampico (México, 1829) y la renuncia española de 1836 (a los tres años de palmar, por fin, Fernando VII), la guerra prosiguió con extrema barbaridad a base de batallas, ejecuciones de prisioneros y represalias de ambos bandos. Hubo altibajos, derrotas y victorias para unos y otros. Hasta los realistas, muy a la española, llegaron alguna vez a matarse entre ellos. Hubo inmenso valor y hubo cobardías y traiciones. Las juntas que al principio se habían creado para llenar el vacío de poder en España durante la guerra contra Napoleón se fueron convirtiendo en gobiernos nacionales, pues de aquel largo combate, el ansia de libertad y aquella sangre empezaron a surgir las nuevas naciones hispanoamericanas. Gente ilustre como el general San Martín, que había luchado contra los franceses en España, o Simón Bolívar, realizaron proezas bélicas y asestaron golpes mortales al aparato militar español. El primero fue decisivo para las independencias de Argentina, Chile y Perú, y luego cedió sus tropas a Bolívar, que acabó la tarea del Perú, liberó Venezuela y Nueva Granada, fundó las repúblicas de Bolivia y Colombia, y con el zambombazo de Ayacucho, que ganó su mariscal Sucre, le dio la puntilla a los realistas. Bolívar también intentó crear una federación hispanoamericana, en plan Estados Unidos; pero eso era complicado en una tierra como aquélla, donde la insolidaridad, la envidia y la mala leche naturales de la madre patria habían hecho larga escuela. No hubo unidad, por tanto; pero sí nuevos países en los que, como suele ocurrir, el pueblo llano, los indios y la gente desfavorecida se limitaron a cambiar unos amos por otros; con el resultado de que, en realidad, siguieron jodidos por los de siempre. Y salvo raras excepciones, así continúan: como un hermoso sueño de libertad y justicia nunca culminado. Y no se trata de buscar culpables, sino soluciones. Sucre, Artigas, Hidalgo, San Martín, Bolívar, Miranda, O'Higgins y Nariño, patriotas, libertadores, próceres de la independencia hispanoamericana.

viernes, 17 de febrero de 2017

EMANCIPACIONES AMERICANAS

La Constitución Liberal de 1812 establecía la soberanía en la Nación, que residía en el pueblo, no en el rey, es decir que acababa con el absolutismo y se establecía una monarquía constitucional, la separación de poderes, la limitación de los poderes del rey, el sufragio universal masculino indirecto, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos, entre otras cuestiones. Además, incorporaba la ciudadanía española para todos los nacidos en territorios americanos, prácticamente fundando un solo país junto a las colonias americanas. Por el contrario, el texto consagraba a España como Estado confesional católico, prohibiendo expresamente en su artículo duodécimo cualquier otra confesión, y el rey lo seguía siendo «por la gracia de Dios y la Constitución». No contempló derechos para la mujer, ni siquiera la ciudadanía, aunque hoy sería impensable este hecho, por entonces esto sucedía en los usos y costumbres de toda europa. No obstante fue la Constitución más liberal de las existentes. Pensemos que solo eran anteriores a esta la de Estados Unidos de 1787 y la de la Revolución Francesa de 1789. A la vuelta de Fernando VII los territorios de la Corona española, los virreinatos, se hallaban en un estado de confusión y vacío de poder causado por la guerra contra el invasor. Los hijos de aquellos españoles, criollos, se formaban en España y Francia. Incluso en la propia España la gente ilustrada estaba pidiendo cambios sociales, económicos, culturales, de industrialización, etc. Pero la aristocracia, la burguesía y el clero, apoyaron a un rey que fue lo peor que le puso suceder al país. Retroceder al menos un siglo, pero sin la clrividencia de su abuelo Carlos III. En realidad, ¿qué había hecho Fernando VII por su pueblo? Nada. Peor que nada: los había llevado a una guerra terrible. Y cuando parecía que lo malo había pasado se tuvo que enfrentar a otro problema: la independencia de los territorios americanos. Repasando lo sucedido en territorios americanos. En 1810 en Buenos Aires se había constituido una Junta Gobernativa de inspiración independentista. En Bogotá y en Mexico hay sublevaciones y revueltas independentistas. En 1811 comienzo una revuelta en Uruguay y Venezuela y paraguay proclaman su Independencia. En 1813 Mexico proclama su Independencia. Las tropas españolas cosechan un triunfo en la batalla de Rancagua, en Chile. Poco a poco, numerosos proclamaron su independencia: Argentina en 1816, el general San Martín en Chile (1817) y Bolívar organizó el congreso de Angostura en 1819. Sólo algunas zonas aisladas de Colombia y Perú permanecían fieles a la Corona en 1820. William Carr Beresford, que había invadido Buenos Aires en 1806, luchó como aliado de España junto a San Martín en la guerra de la Independencia. Luego San Martín, ya renunciado a su empleo de militar español, unido a masones fueel libertador de Argentina, Chile y Perú. Tras las batallas americanas de Chacabuco (1817), Maipú (1818) y Boyacá (1819) los independentistas Bolívar y San Martín consiguieron la emancipación de los territorios.
Fernando VII no se planteó que se pudiera solucionar más que enviando un ejército. No quiso dialogar, pactar, ceder en algún punto, usar la diplomacia y la astucia, mantener y dejarse aconsejar por los buenos colaboradores que le quedaban, buscar aliados internos. Algunos territorios, Argentina o Venezuela, podían parecer perdidos, pero otros como Perú o México se mantenían fieles a la metrópoli. En el Virreinato de Nueva España la propia élite criolla había desmantelado la revuelta campesina de los curas Hidalgo y Morelos y en Perú el virrey Abascal estaba reconquistando los territorios sublevados sin prácticamente ayuda alguna. Inglaterra y las excolonias americanas apoyaban descaradamente a los libertadores y se frotaban las manos: el mercado colonial estaba por fin a su alcance. Que el mapa político se llenara de nuevos países era para ellos algo secundario. Lo principal, la única razón, era el comercio. Pero las élites locales tenían miedo de las posibles revoluciones populares. Y tampoco deseaban romper todos los lazos con la metrópoli. En algunos casos se hablaba de crear reinos con un rey español, un pariente de Fernando VII. En otros lugares surgieron partidarios de la hermana de Fernando VII, la infanta Carlota Joaquina, que estaba emparentada con la familia real portuguesa y en ese momento se hallaba refugiada en Brasil. Los portugueses también preocupaban a los sublevados, y con razón, puesto que desde Brasil era muy fácil aprovechar el desconcierto general para lanzar expediciones militares hacia Argentina, Uruguay y Paraguay, como de hecho sucedió. Y es que Fernando VII no se había enterado de que los que lucharon contra Napoleón eran españoles, liberales y abosutistas, y la habían hecho para recatarle precisamente a él.Pero no lo supo ver en su ceguera despótica.

sábado, 11 de febrero de 2017

REGRESO DE FERNANDO VII - EL ABSOLUTISMO

En 1814, una vez que acabó la contienda con los franceses, Fernando VII regresó a España, con la intención, según sus propias palabras, de ser “un rey absolutamente absoluto”. Dio buena prueba de sus propósitos, pues al llegar a Madrid ordenó a la comitiva que le acompañaba que evitase el paso ante el edificio de las Cortes, donde le aguardaban los representantes del pueblo que había luchado por su regreso. A la llegada de Fernando VII a Valencia un grupo de diputados reaccionarios le presentó el llamado "Manifiesto de los Persas", que era un documento en el que le aconsejaban derogar la Constitución elaborada en 1812 en las Cortes de Cádiz, conocida como "La Pepa". La primera etapa de su gobierno se caracterizó por el absolutismo (1814-1820) y tuvo lugar la persecución y depuración de liberales y afrancesados, así como por un intento de sanear la economía y la Hacienda Pública. Fue un período de privación de libertades, teniendo lugar el cierre de universidades, la supresión de publicaciones y el acoso a los liberales rebeldes. La ruina absoluta de la Hacienda Pública hacía imposible la añorada reconquista de las colonias americanas emancipadas, viéndose frustrada a su vez la posibilidad de elevar a España al rango de potencia europea. Fernando llevó personalmente la gestión de su gobierno, incluyendo la depuración de afrancesados y liberales. Pronto pasó el monarca de ser el "rey deseado", a convertirse en "rey malquerido" y "rey felón". Se trata de una época en que los constitucionales, cuando ven pasar al rey por la calle, le increpan diciendo: ¡Vivan las cadenas!
Toda la legislación de Cádiz fue derogada, con las consecuencias inevitables en la estructura económica y social del país: desamortización de baldíos y bienes comunales, secularización de bienes de los conventos…También se intentó contener la inflación sobrevenida después de la guerra, con medidas clásicas de restricción a la extracción y circulación de metales preciosos. No obstante, hay que señalar que la economía española apenas era aún mercantil puesto que la mayoría de la población agraria vivía en un ciclo primitivo de economía cerrada.
Fernando VII nombró entonces nuevos ministros, el primero de ellos fue el duque de San Carlos y así empezó una era de represión contra todo sospechoso de liberalismo o de simpatía a la obra de las Cortes. Ninguno de los acuerdos firmados por el rey durante su captura entró en vigor y los jefes liberales fueron condenados por no someterse a la autoridad del soberano. En 1815 viendo que la justicia era demasiado lenta, Fernando VII decretó el arresto y decidió, el mismo, las penas a las que fueron condenados los liberales que intentaron oponerse a la monarquía absoluta. A partir de aquel momento, el verdadero gobierno del país era llevado por la camarilla del rey. La camarilla era un grupo de individuos allegados al monarca que constituían una verdadera organización paralela de gobierno. Varios ministros fueron nombrados durante este periodo, pero según numerosas fuentes solo Martín Garay fue competente, era un liberal al que apelaron los absolutistas para sanear las finanzas pero dada la crisis que atravesaba el país su misión se vio seriamente dificultada. Al mismo tiempo, el clero reclamó y obtuvo la restauración del tribunal de la Inquisición y el restablecimiento de los jesuitas en España. Además del descontento de los militares, numerosos intelectuales que habían estado prisioneros en Francia se habían hecho masones y se establecieron numerosas logias en España. La masonería siempre había estado opuesta a la Iglesia y al Gobierno absolutista. Así, estas organizaciones secretas constituyeron, en un principio la única oposición al gobierno absolutista y a las clases sociales que lo apoyaban.
Mientras en América, a partir de 1816 se fueron sucediendo las victorias de San Martín, Bolívar y Sucre, haciendo desvanecerse la idea de mantener el dominio español en territorio americano. Tras las batallas americanas de Chacabuco (1817), Maipú (1818) y Boyacá (1819) los independentistas Bolívar y San Martín consiguieron la emancipación de los territorios. Los movimientos liberales realizaron varios levantamientos: Mina (1814), Porlier (1815), la conspiración del triángulo (1816), Lacy (1817), Vidal (1819), hasta el finalmente triunfante el famoso Pronunciamiento de Riego, en 1820, que fue seguido por otras guarniciones instalado un gobierno provisional, (la Junta Provisional Consultiva, obligando al rey a jurar y firmar la Constitución liberal de 1812. Pronunciando su famosa frase “Marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda Constitucional”. Se inauguraba así la segunda etapa del reinado de Fernando VII (1820-1823), llamada "trienio liberal", aboliéndose los privilegios de clase y los mayorazgos, además de suprimirse la Santa Inquisición y de producirse la ruptura de relaciones con la Santa Sede. Tres años de gobierno de izquierda, por decirlo en moderno, que fueron una chapuza, aunque, siendo justos, hay que señalar que al desastre contribuyeron tanto la mala voluntad del rey, que siguió dando por saco bajo cuerda, como la estupidez de los liberales, que favorecieron la reacción con su demagogia y sus excesos. Los tiempos no estaban todavía para perseguir a los curas y acorralar al rey, como pretendían los extremistas. Y así, las voces sensatas, los liberales moderados que veían claro el futuro, fueron desbordados y atacados por lo que podríamos llamar extrema derecha y extrema izquierda.. Y entonces volvió a demostrar hasta qué punto era falso e hipócrita y dijo aquello de «Marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda constitucional». Tres años tuvo que fingir que era un rey parlamentario, constitucional, un rey moderno, de los que pedían los nuevos tiempos. Los países europeos, tras el fracaso de Napoleón, ya habían vuelto a reinstaurar las monarquías absolutas y veían con recelo este régimen liberal español. Estos países eran los que habían sido miembros de la Santa Alianza; Prusia, Rusia y Austria, a los que se sumó Francia cuando la monarquía fue restaurada en ese país. Fernando VII pidió secretamente ayuda a la Santa Alianza que tardó un poco en responder. Luego, tan pronto entraron los Cien Mil Hijos de San Luis, franceses y voluntarios españoles, el Gobierno y las Cortes en Madrid decidieron trasladarse a Sevilla, a falta de apoyo popular, e instaron a que Fernando VII les acompañase. El día 10 de abril de 1823 llegó la familia real española a Sevilla, y al día siguiente la Comisión Permanente de las Cortes. Hasta el 11 de junio Sevilla fue la capital de España de facto, pero la llegada de las tropas francesas obligó a trasladar la capital a Cádiz, llevándose al monarca con ellos. Cádiz fue sitiada y bombardeada. Los franceses no pudieron tomar la ciudad, aunque acabaron con las fortalezas que la protegían. Al final se llegó a un pacto: Fernando VII saldría y prometería defender la libertad alcanzada por los españoles con la Constitución de 1812 y a cambio se rendiría la plaza. Acordado con los franceses, Fernando VII salió de la ciudad, pero de forma inmediata se unió al invasor y el mismo 1 de octubre decretó la abolición de cuantas normas jurídicas que habían sido aprobadas durante los tres años anteriores, dando fin al Trienio Liberal. Y volvió a lo de siempre, lo que más cómodo le resultaba, a mandar a la Santa Inquisición a perseguir a los enemigos políticos, a fusilar a los que se sublevaban y a que todo siguiera igual en todas partes, aunque todo se hundía por todas partes. ¿Y el pueblo, mientras, le seguía queriendo? Pues por desgracia parece que sí. Y eso explica por qué dejaron entrar sin grandes problemas al ejército francés que venía en su rescate. O cómo consiguió llegar a viejo y morir en su cama, como rey, después de haber recurrido a sus viejos enemigos, los liberales, para que estos aceptaran como reina a su hija, la futura Isabel II, frente al candidato absolutista, su hermano Carlos María Isidro. Y el plan le salió bien. Los liberales aceptaron a la niña reina. Y corrieron un “estúpido velo” sobre su padre. El juicio de la historia lo dejaron para más adelante. «Un pueblo que ha soportado a reyes como estos tiene alma de esclavo», cuentan que dijo una vez Napoleón refiriéndose a Carlos IV y su familia. Luego reconoció que había subestimado al pueblo español, que resultó mucho más orgulloso e indomable de lo que se esperaba. Pero el daño ya estaba hecho.

viernes, 10 de febrero de 2017

DESARROLLO DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

El 25 de mayo de 1808 Napoleón lanza una proclama donde anuncia que no será el rey de España y como depositario de la corona reafirma en el cargo de Presidente de la Junta Suprema Central a su lugarteniente Murat. El 6 de junio es coronado José Bonaparte como rey de España. Su llegada a  a Madrid no fue bien recibida y hubo revueltas por todo el país. Proclamado en Madrid el 25 de julio tuvo que huir el 10 de agosto poco después ante la derrota de las tropas francsas en Bailén, dirigiendose al norte. La Junta Suprema Central creada por Fenando VII al marchar a Francia tenía representantes de las Juntas Provinciales. Dado que las autoridades provinciales no respondían a las presiones para la rebelión, se formaron Juntas Supremas, la primera en Sevilla el 27 de mayo de 1808 y tuvo un papel fundamental en la resistencia y lo primero que hicieron fue crear un ejército al mando del General Castaños. CUADRO DEL PRADO DEL GENERAL CASTAÑOS
Al iniciarse la guerra contra los franceses hubo una batalla muy sonada, Bailén. Se produjo el 19 de julio de 1808. En la batalla se midieron el francés Dupont contra el general Castaños. El desenlace fue entre las diez y la una de la mañana. Los franceses no reciben ayuda. El calor era intenso, el agua escaseaba y la desmoralización de los franceses era general. Además el apoyo popular al ejército español fue muy importante. El pueblo colaboraba arriesgandos sus vidas, llevando agua a los soldados y retirando heridos. Dupont casi vencido, finalmente y a la desesperada ataca al mediodía pero sin éxito, las bajas crecen y comienzan a huir en retirada. Dupont no tiene más remedio que solicitar el final de las hostilidades. Los refuerzos franceses llegaron tarde y aunque intentaron un último ataque, porque no se creían que Dupont hubiese sido vencido, recibieron por escrito la orden de Dupont de deponer las armas. Un detalle a recordar. En esta batalla combatió el capitán de infantería del regimiento de voluntarios de Campo Mayor, el español José de San Martín, el que sería libertador en Argentina. Por su arrojo contra los invasores franceses en la batalla de Bailén le valdría ser nombrado teniente coronel de caballería.
La derrota francesa de Bailen tuvo numerosas consecuencias, primero originó un enorme entusiasmo en la sociedad española sobre todo por el heroísmo de la población en Zaragoza y Gerona. Este entusiasmo se propagó por Europa. Fue la primera derrota en campo abierto de un ejército napoleónico. Y la pérdida de 20.000 soldados imperiales. Resumiendo mucho, la referida victoria del general Castaños en Bailén forzó la retirada de las tropas francesas hasta el Ebro, desembarcando un ejército inglés en Portugal. El 5 de septiembre los generales españoles entran en Madrid. Con el triunfo de Bailén el propio emperador vino a España a combatir, logrando varias victorias pero con enorme cantidad de bajas por ambas partes. Se perdió en Tudela y Uclés, debiendo retirarse nuestros compatriotas al sur. En diciembre Napoleón recupera Madrid. Pero en enero el emperador se marcha a París. Sin embargo, aunque España, más o menos, estaba oficialmente bajo dominio francés, lo cierto es que buena parte nunca lo estuvo del todo, pues surgió una modalidad de combate tan española, tan nuestra, que los franchutes llamaron “guerrita”, pero en acento francés, de ahí “guerrilla”. Aquí se inventó, ¿o fueron los celtas contra los romanos? Bueno es igual, el caso es que los guerrilleros eran gente dura y bronca: bandoleros, campesinos, contrabandistas y gente así. Fulanos desesperados que no tragaban a los gabachos o tenían cuentas pendientes porque les habían quemado la casa, violado a la mujer y otras lindezas. Luego ya se fue sumando más gente, incluidos muchos desertores de los ejércitos regulares que los franceses solían derrotar casi siempre cuando había batallas en campo abierto, porque lo nuestro era un descojono de disciplina y organización; pero que luego, después de cada derrota, de correr por los campos o refugiarse en la sierra, volvían a reunirse y peleaban de nuevo, incansables, supliendo la falta de medios y de encuadramiento militar con esa mala leche, ese valor suicida y ese odio contumaz que tienen los españoles cuando algo o alguien se les atraviesa en el gaznate. Así cantidad de derrotas militares que a los españoles parecían importarles un huevo, pues siempre estaban dispuestos para la siguiente. Y de ese modo, entre ejércitos regulares desorganizados y con poco éxito, pero tenaces y guerrilleros feroces que infestaban los campos y caminos, sacándole literalmente las tripas al franchute que pillaban aparte, los invasores dormían con un ojo abierto y vivían en angustia permanente. Pero aún después de Bailén habían de pasar cinco años más de guerra, que esquilmó y destrozó al país y tuvo unas consecuencias desastrosas, aún ganando. Como unidad frente al invasor, y dejando absoluta claridad sobre el reconocimiento al rey Fernando VII y a a Iglesia Católica y en rechazo al rey impuesto, José I Bonaparte, el día de San José, el 19 de marzo de 1912, fue promulgada la Constitución por las Cortes Generales Españolas en Cádiz.. Se trata de la primera Constitución promulgada en España, además de ser una de las más liberales de su tiempo. Oficialmente estuvo en vigor solo dos años, desde su promulgación hasta su derogación en Valencia el 4 de mayo de 1814, tras el regreso a España del borbón Fernando VII. Fue la respuesta del pueblo español a las intenciones invasoras de Napoleón Bonaparte que, aspiraba a constituir en España una monarquía satélite del Imperio, como ya había hecho con Holanda, Alemania e Italia, coronando a su hermano José Bonaparte. La Constitución establecía la soberanía en la Nación, que residía en el pueblo, se establecía una monarquía constitucional, la separación de poderes, la limitación de los poderes del rey, el sufragio universal masculino indirecto, el derecho de propiedad o la fundamental abolición de los señoríos, entre otras cuestiones. Además, incorporaba la ciudadanía española para todos los nacidos en territorios americanos, prácticamente fundando un solo país junto a las colonias americanas. Por el contrario, el texto consagraba a España como Estado confesional católico, prohibiendo expresamente en su artículo duodécimo cualquier otra confesión, y el rey lo seguía siendo «por la gracia de Dios y la Constitución». No contempló derechos para la mujer, ni siquiera la ciudadanía, aunque hoy sería impensable este hecho, por entonces esto sucedía en los usos y costumbres de toda europa. No obstante fue la Constitución más liberal de las existentes. Pensemos que solo eran anteriores a esta la de Estados Unidos de 1787 y la de la Revolución Francesa de 1789. EL GENERAL WELLINGTON
La España patriota, disgregada, se unió finalmente en una Junta Central Suprema. La designación de los Diputados y su aportación fundamental fue la Constitución de 1812. Tuvo además una gran influencia fuera de España, tanto en América, en las constituciones de las viejas colonias españolas al independizarse, como en Europa, en la que durante años operó como un auténtico mito, influyendo en las ideas constitucionales portuguesas, en el surgimiento del Estado italiano e incluso en la Rusia zarista. Vuelve José I el 2 de noviembre de 1812 cuando las tropas francesas reconquistan Madrid. Pero se marchará para siempre el 29 de junio de 1813. En julio de 1813 las tropas francesas son derrotadas en Vitoria y en Irún con lo que se pone fin a la Guerra. El ejército alnglo-español penetra en suelo francés. En diciembre de ese mismo año Bonaparte firmó la paz con Fernando, en el llamado "Tratado de Valençay", concediéndole la libertad. Y entonces el rey “Deseado” volvió a España para poner las cosas en su sitio, según su corto entender.

miércoles, 8 de febrero de 2017

LA GUERRA ESPAÑOLA CONTRA NAPOLEÓN

En Bayona el zorro de Napoleón hizo una jugada maestra. Digamos que pone bajo arresto domiciliario, a todo lujo a Carlos IV, a Fernando VII y a toda la familia Telerín. Y nombra a su hermano mayor José, rey de España y éste marcha a Madrid. El emperador también reúne en Bayona a una serie de notables, (notablemente cobardes) y proclaman la Constitución de Bayona, de la que no se enteró casi nadie. Pero el corso no calculó un aspecto de la jugada. No contó con las pelotas que le echaría al asunto el pueblo español. Y lo pagó muy caro al final. El pueblo de Madrid, y no el gobierno, monta un quilombo negro, el 2 de mayo de 1808, fecha que si este fuera un país serio sería Fiesta Nacional. Ya en el capitulo anterior dijimos como se le declaró la guerra a Napoleón. El 2 y 3 de mayo el cabrón de Murat, el jefe francés que dominaba en Madrid, se dedicó a fusilar a mansalva. Es importante recordar a los dos militares españoles que dieron su vida por haber ayudado al pueblo entregándoles armas. Pocos hechos hay más heroicos que los protagonizados por los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, quienes murieron heroicamente en las calles de Madrid luchando, sin más ayuda que un mosquete y un sable, contra miles de invasores franceses. Se encontraban al mando del Parque de Artillería de Monteleón (ubicado en la actual Plaza del dos de Mayo, y a pesar de que desde el gobierno (la Junta que había dejado Fernando VII al irse a Bayona), se les había ordenado no combatir contra los franceses, decidieron ponerse de lado del pueblo que, con piedras, palos y navajas, se enfrentaba a miles de soldados franceses.Las fuerzas del ejército español eran unos 5.000 hombres, en su mayoría acuartelados fuera de la ciudad, y los franceses unos 40.000, situados en el casco urbano y alrededores, Leganés, El Pardo, Casa de Campo, Fuencarral, etc. DAOIZ Y VELARDE
La insurrección popular del 2 de Mayo de 1808 en Madrid fue aplastada por Murat, pero fue la chispa que provocó el gran incendio de la Guerra de la Independencia. A partir de ahí todo cambió, y cuando el suceso se conoció en el resto de España, prácticamente todas las regiones del país se levantaron en armas. En la historia hay derrotas momentáneas que sirven de guía y son el germen de la victoria final. La gente pacífica empiezó a cabrearse, los curas toman partido contra los franceses, se corre la insurrección como un reguero de pólvora, y toda España se alza en armas, eso sí, cada uno por su cuenta, y esto se vuelve un desparrame peninsular del copón. Y ahí está el punto en que las cosas revientan. Te das cuenta que esos invasores a los que degollamos deberían haber sido el futuro, mientras que las fuerzas que defienden el trono y el altar son, en su mayor parte, la incultura más bestia y el más rancio pasado. Así que ves con pena que quien trae la modernidad se ha convertido en tu enemigo mortal, y que tus compatriotas combaten por un rey al que le importa una mierda su pueblo, porque vive en un exilio dorado a costa de Bonaparte. Ahí viene el dilema, y el desgarro: elegir entre ser patriota o ser afrancesado. Y así, en esa guerra mal llamada de la Independencia, toda España se vuelve una trampa inmensa, tanto para los franceses como para quienes, y esto es lo más triste de todo, creyeron que con ellos llegaban, por fin, la libertad y las luces. Cartagena, Zamora, Oviedo, La Coruña, Badajoz, Sevilla, Murcia, Valencia, etc. fueron alzándose contra el francés. Un líder, a menudo popular, exigía a las autoridades de la ciudad que declarasen la guerra en nombre de “La Religión, La Patria, Las Leyes y el Rey”. Las autoridades habían recibido precisamente del rey antes de su marcha la orden de obediencia y fidelidad a los franceses, lo que provocaba una disyuntiva complicada. Estar del lado del rey era a la vez estar a favor de los franceses y en contra de tus propios compatriotas, que lo que querían era que volviera su rey. Y para ello había que desoberdecerle. Una guerra contra el aliado del rey.
Dado que las autoridades provinciales no respondían se formaron Juntas Supremas, que lo primero que hicieron fue crear un ejército al mando del General Castaños. El Consejo de Regencia, que se constituyó para oponerse al rey francés, reunió a las Cortes en Cádiz el año 1810, declarando “Único y legítimo Rey de la Nación Española a Don Fernando VII de Borbón”. Ello explica que en sus años de ausencia de nuestro territorio fuera llamado por el pueblo con el sobrenombre de "El Deseado". Tanto Fernando, como su hermano Carlos y su tío Antonio partieron al cautiverio del castillo de Valençay, pasando allí casi 6 años, dando continuas muestras de adhesión a Napoleón. Fernando VII, su hermano y su tío dedicaban sus ociosas existencias en Valençay a bordar, jugar al billar y a la lotería, fiestas y lujos. Mientras nuestros compatriotas se batían con los franceses. Pero numerosos ilustrados que eran admiradores de la cultura gala, los llamados "afrancesados", aceptaron al hermano de Napoleón como rey, permaneciendo en el trono hasta 1814, siendo designado por nuestros compatriotas como "Pepe Botella". Sirva como prueba de la felonía de Fernando el contenido de esta carta dirigida a Napoleón, elogiando la decisión de aquél de haber colocado a su hermano en el trono de España: “Señor: Doy muy sinceramente, en mi nombre y de mi hermano y tío, a V.M.I. y R., la enhorabuena de la satisfacción de ver instalado a su querido hermano el rey José en el trono de España. Habiendo sido objeto de todos nuestros deseos la felicidad de la generosa nación que habita en tan dilatado terreno, no podemos ver a la cabeza de ella a un monarca más digno ni más propio por sus virtudes para asegurársela, ni dejar de participar al mismo tiempo el grande consuelo que nos da esta circunstancia” Pero aún cabe más ignominia, pues cuando el pueblo español estaba en plena lucha con el enemigo galo, Fernando le dirigía a Napoleón esta otra misiva: “Señor: El placer que he tenido viendo en los papeles públicos las victorias que la Providencia corona sucesivamente la augusta frente de V.M.I. y R., y el grande interés que tomamos mi hermano, mi tío y yo en la satisfacción de V.M.I y R. nos estimulan a felicitarle con el respeto, el amor, la sinceridad y reconocimiento en que vivimos bajo la protección de V.M.I. y R.” Es decir que le felicitaba por los éxitos militares de Napoleón contra el pueblo español. Además era tal el grado de adulación de Bonaparte por parte de Fernando, que llegó a pedirle a aquél la mano de su sobrina Lolotte, hija de Luciano Bonaparte y de Catalina Boyer, y también en caso contrario de Zenaida Bonaparte, hija del rey intruso José I y de Julia Clary.
Y el pueblo en la guerra organizaron colectas, suprimieron impuestos, enviaron comisionados a Inglaterra solicitando ayuda económica y militar que aceptaron los ingleses, porque ganas, lo que se dice ganas, si le tenían al Emperador. La Guerra, a priori era claramente un fracaso para las fuerzas españolas. Combatirían contra el mejor ejército del mundo en aquel momento, con unas tropas mal preparadas militarmente, con una masa muy patriótica pero no disciplinadas militarmente. En una primera fase los españoles cosecharon un fracaso tras otro. Algunos batallones estaban formados por seminaristas y estudiantes. Pero Napoleón había subestimado la capacidad de la reacción de los españoles. Había enviado unos 100.000 hombres, cifra más que suficiente, pero integradas en su mayor parte por adolescentes, lo que dice claramente la importancia que le dio al asunto. España contaba con unos 85.000 hombres de muy variada procedencia, mercenarios, extranjeros de campañas anteriores y estaban también mal equipados. La incorporación inglesa fue por el oeste, aprovechando su alianza con Portugal. El sur era cosa de la resistencia española y la meseta central la dominaba el francés. Los franceses fueron venciendo en diferentes plazas pero al llegar a Zaragoza no la consiguieron tomar. Las prácticas militares no servían contra una población arriesgada, hombres mujeres y niños que no actuaban como ejército profesional. Levantaron el cerco y se marcharon. Tampoco consiguieron tomar Tarragona ni en Gerona.Recordar a Agustina de Aragón, una catalana defensora del sitio de Zaragoza. Pero lo que fue determinante para la victoria española fue la batalla de Bailén. Fue el 19 de julio de 1808.

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...