martes, 31 de enero de 2017

SIGLO XVIII- EL REINADO MÁS LARGO

Felipe V se marchó de Paris dejando Versalles y entró en España el 22 de enero de 1701, haciendo su entrada triunfal en Madrid el 18 de febrero. Tenía 17 años. El rey caía muy bien al pueblo. en septiembre de 1701 Luis XIV logró que Felipe V se casara con María Luisa Gabriela de Saboya, que se convertiría en su mayor apoyo en los difíciles momentos. Con ella tuvo cuatro hijos de los que dos se convertirían en reyes de España, Luis I, que murió al año de reinar, y el que sería Fernando VI. En mayo de 1702 la Gran Alianza, Ingesa y Austríaca declaró la guerra a Francia y España, dando así comienzo formal a la Guerra de Sucesión Española. mientras la Corona de Castilla y Navarra se mantenían fieles al candidato borbónico, la mayor parte de la Corona de Aragón prestó su apoyo al candidato austriaco, el archiduque Carlos. En el interior los combates fueron favorables a las tropas felipistas, que tras la victoria de Almansa (1707) obtuvieron el control sobre Aragón y Valencia. Pero de todo esto ya lo contamos en el capitulo anterior. Por terminar la odisea de la que temían los RR CC y que desgraciadamente se cumplió, con la bajada de pantalones de nuestros gobernantes de entonces y la rapiña histórica que caracterizó siempre a Gran Bretaña. El pacto del rey francés Luis XIV con Inglaterra se produjo en secreto. Inglaterra se comprometía a reconocer a Felipe V como rey de España a cambio de conservar Gibraltar y Menorca y ventajas comerciales en Hispanoamérica. Las conversaciones formales se abrieron en Utrecht en enero de 1712, sin que España fuese invitada a las mismas en este momento. El 11 de abril de 1713 se firmaba en Utrecht el primer tratado entre Francia, Gran Bretaña, Prusia, Portugal, el ducado de Saboya y las Provincias Unidas (aproximadamente la actual Bélgica). Como se ve, España queda excluida de este primer acuerdo. En tanto que es el botín principal que se disponen a despojar y repartirse las potencias beligerantes, Inglaterra le reserva un tratamiento especial y aislado.
CARLOS VI- SACRO IMPERIO ROMANO GERMANICO Tres meses después, los representantes de Felipe V, retenidos en París casi un año para que no interfirieran en las negociaciones entre Francia e Inglaterra, con la excusa de que necesitaban un pasaporte para ir a Utrecht, se incorporaban al acuerdo con la firma del tratado entre Gran Bretaña y España.  Merced a ese acuerdo, Gran Bretaña recibía Gibraltar y Menorca, así como amplias ventajas comerciales en el imperio español, haciéndose con el monopolio del asiento de negros, es decir, la trata de esclavos. Un auténtico nuevo diseño territorial de Europa hecho a costa de España. La cesión de Gibraltar, y la presencia de una base militar y una colonia extranjera es la máxima expresión del grado de postración. Pero además nos quedaron graves flecos internos, resumibles en la cuestión catalana. Durante la guerra, los de allí se habían declarado a favor del archiduque Carlos, entre otras cosas porque la invasión francesa de medio siglo atrás, cuando la guerra de Cataluña bajo Felipe IV, había hecho aborrecibles a los libertadores gabachos, y ya se sabía de sobra por dónde se pasaba Luis XIV los fueros catalanes y los otros. Y ahora, encima, decidido a convertir esta ancestral casa de putas en una monarquía moderna y centralizada, Felipe V en 1707 había promulgado los “Decretos de Nueva Planta”. Conjunto de decretos por los cuales quedaron abolidas las leyes e instituciones propias de la Corona de Aragón, es decir, del Reino de Valencia, del Reino de Aragón, del Principado de Cataluña y del Reino de Mallorca, terminando de esta forma la estructura compuesta y mantenida por la monarquía de los Austrias. También fue aplicada a la organización jurídica y administrativa de la Corona de Castilla, es decir los antiguos reinos de Navarra, Castilla, León, Asturias y Galicia. Solo las Provincias Vascongadas y Navarra, así como el Valle de Arán, conservaron sus fueros e instituciones forales tradicionales por su demostrada fidelidad al nuevo rey durante la Guerra de Sucesión Española.  Felipe V promulgó una variante de la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres y a sus descendientes. Solo podrían heredar el trono de no haber herederos varones en la línea principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos), con lo que se pretendía bloquear el acceso de dinastías extranjeras al trono español. Se establece el castellano como la lengua oficial del estado. Aparece el catastro. Se disminuye el poder de la Iglesia. Pero en febrero de 1714 muere la reina y Felipe queda sumido en una profunda depresión. Gracias a las gestiones de un cardenal italiano en diciembre de 1714 se casa con Isabel de Farnesio, con la cual tuvo siete hijos, el primero de ellos el que sería rey de España, el futuro Carlos III. Cataluña era un territorio con algunas instituciones propias, como en cualquier otro lugar de la Europa del Antiguo Régimen, y parte constituyente de la Corona de Aragón, es decir, de España. Pero la guerra no se trataba de un conflicto entre castellanos y catalanes, sino entre partidarios de dos candidatos al trono de España. No es cierto que Felipe V incorporara Cataluña a Castilla, sino que uniformizó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana, detalle que no suele recordarse. Muchos de los más importantes gobernantes castellanos fueron austracistas y en Cataluña hubo comarcas enteras que se destacaron por su borbonismo. Las cortes catalanas juraron por rey a Felipe V en 1702, tres años antes de hacer lo propio con el Archiduque Carlos tras el desembarco angloholandés en Barcelona. No es cierto que en el famoso 11 de septiembre combatieran catalanes contra castellanos, pues hubo castellanos defendiendo Barcelona del mismo modo que el ejército de Felipe V contó con miles de voluntarios catalanes. Los catalanes austracistas no eran separatistas, al contrario, presumieron de ser los más españoles de todos. Durante el sitio de Barcelona por las tropas de Felipe V, todos, sitiadores y sitiados, ven claramente que la ciudad tiene los días contados porque el asedio es poderoso y los límites de la resistencia de los defensores están a punto de alcanzarse. Por ello, sus propias autoridades lanzan un último llamamiento a los defensores y demás habitantes de Barcelona para que acudan a las murallas rotas para el esfuerzo final. Pero al poner un plazo para ello y la condición de que aparezcan fuerzas suficientes para continuar la lucha, están revelando que lo que desean es agotar la última posibilidad y llegar a negociaciones sobre los términos de la rendición. Proclaman sus deseos con un escrito que finaliza así. “Derramar su sangre por su rey y por la libertad de toda España”. Dado en la Casa de la Excelentísima Ciudad residente en el portal de San Antonio, estando presentes los citados Excelentísimos señores y personas asociadas, a 11 de septiembre, a las 3 de la tarde, de 1714.”
FELIPE V---------- Por entonces no existía el derecho individual de cada uno para elegir en cada ocasión en qué bando luchar. Por lo tanto, hubo súbditos de Felipe V que, por decisión propia, se convirtieron ante él en reos de Lesa Majestad al haberse puesto de parte de los que querían arrebatarle la corona. Y fueron castigados conforme a los estándares europeos de aquel siglo XVIII. Las instrucciones precisas de Felipe V sobre el trato que debía dar a los resistentes cuando la ciudad cayera, en las que se decía que «se merecen ser sometidos al máximo rigor según las leyes de la guerra para que sirva de ejemplo para todos mis otros súbditos que, a semejanza suya, persisten en la rebelión». Así como el rey castigó la deslealtad, premió la lealtad de diversos modos. Por ejemplo, Cervera (Lérida) fue agraciada con la única universidad autorizada en Cataluña, y el escudo de Murcia recibió un león coronado que sujeta una flor de lis y un lema laudatorio, en reconocimiento del apoyo que había prestado al rey. Honores similares fueron concedidos a otras localidades españolas.  Felipe V en el tema cultural fue un buen rey. Bajo su gobierno la arquitectura brilló con luz propia.Ordenó la construcción del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, realmente un pequeño Versalles. Tapices, escultura, pinturas, etc. adornaron el palacio. Tras el incendio del Acazar de Madrid, ordenó la construcción de maravilloso Palacio Real. También reformó y amplió el palacio de Aranjuez. Se preocupó en la fundación de la Real Academia española, (futura de la Lengua), la Real Academia de la Historia, la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, una de las manufacturas reales para la fabricación de objetos de lujo. Reformó la industria naval con la creación de astilleros y la fabricación de nuevas embarcaciones. Se mejoró el sistema fiscal. También se aumentaron los impuestos y se crearon aduanas, encargadas de recaudar los impuestos del comercio interior y exterior. La educación también fue reformada. La enseñanza primaria siguió en manos de lla iglesia. Pero la educación universitaria fue reformada a fondo. Se crearon colegios mayores, que eran administrados por el Estado, como el Colegio de Minería; en ellos se implantó el sistema de provisión de becas. Las academias científicas completaron las reformas en este campo. Felipe V también tenía lo suyo. En octubre de 1717 sufrió un ataque de histeria cuando salió a cabalgar: creía que el sol le atacaba. El carácter del primer Rey de la dinastía Borbón siempre había oscilado con preocupante rapidez de la euforia a la depresión. A partir de entonces, el Rey no era un ser normal. No se dejaba cortar por nadie el cabello ni las uñas porque pensaba que sus males aumentarían. Así, las uñas de los pies le crecieron tanto que llegó un momento que ya no podía ni andar. Creía que no tenía brazos ni piernas. Y que era una rana. Abdicó en su hijo Luis I, que nos salió golfo y putero pero por suerte murió pronto, a los 18 años, y Felipe V volvió a reinar de modo más bien nominal, pues la que se hizo cargo del cotarro fue su esposa, la reina Isabel de Farnesio, que hacía lo que le salía del mismísimo, apoyada en dos favoritos que fueron, sucesivamente, el cardenal Alberoni y el barón de Riperdá. Todo podía haberse ido otra vez con mucha facilidad al carajo, pero esta vez hubo suerte porque los tiempos habían cambiado. Europa se movía despacio hacia la razón y el futuro, y la puerta que la nueva dinastía había abierto con Francia dejó entrar cosas interesantes. La resistencia de los sectores más cerriles de la Iglesia y la aristocracia española no podía poner diques eternos al curso de la Historia. Había nuevas ideas galopando por Europa. Durante los dos reinados de Felipe V, España se vio envuelta en varios conflictos europeos de los que no sacó, como era de esperar, sino los pies fríos y la cabeza caliente; pero en el interior las cosas acabaron mejorando mucho, o empezaron a hacerlo, en aquella primera mitad del siglo XVIII donde por primera vez en España se separaron religión y justicia, y se diferenció entre pecado y delito. Y aquel país reducido a seis millones de habitantes, con una quinta parte de mendigos y otra de frailes, monjas, hidalgos, rentistas y holgazanes, la hacienda en bancarrota y el prestigio internacional por los suelos, empezó despacio a levantar la cabeza. Felipe V murió la noche del 9 de julio de 1746, siendo el reinado más largo de España.

domingo, 29 de enero de 2017

FELIPE V-GUERRA DE SUCESIÓN ( y 2)

Felipe V volvió a entrar en Madrid el 4 de octubre ante el clamor popular. Por contra, el mismo día se proclamaba en el reino de Mallorca a Carlos de Habsburgo como su rey tras la toma austracista de Mallorca. El 10 de octubre Carlos III, el Archiduque, juraba en Valencia los Fueros y quedaba asimismo consagrado como monarca del Reino de Valencia. En el resto de los frentes europeos los borbónicos eran derrotados en la batalla de Ramillies, en mayo de 1706, y 15000 soldados eran hechos prisioneros, con lo cual el ya duque de Marlborough tomaba casi todos los Países Bajos españoles, (de ahí viene,(“¡Mambrú se fue a la guerra, tralalí tralalá que pena!”)… y en Italia el duque de Saboya toma Milán y conquistaba para el archiduque Carlos el reino de Nápoles. En 1710 Carlos volvió a intentar ocupar Madrid por segunda vez. Victorias en Almenar y en Zaragoza el reino de Aragón pasó a manos austracistas y Carlos III cumplió su promesa y restableció los fueros de Aragón, abolidos por el Decreto de Nueva Planta de 1707. Finalmente se produjo la segunda entrada en Madrid del Archiduque Carlos el 28 de septiembre, Felipe V y su corte no les quedaba otra que pirarse a Valladolid aunque sólo permanecería allí un mes. Casi al mismo tiempo se organizó una expedición marítima en Barcelona para reconquistar el reino de Valencia, en las que se enrolaron mil catalanes y mil valencianos austracistas que se habían refugiado allí tras la conquista borbónica de su reino, pero la empresa fracasó. «Esta ciudad es un desierto» dijo Carlos cuando entró en Madrid por segunda vez. Mientras Felipe V al estilo de los Reyes Católicos, volvió a entrar por tercera vez en Madrid el 3 de diciembre, en medio de un clamor estruendoso. Vendôme comentaría: «Jamás vi tal lealtad del pueblo con su rey».
Sin mediar batalla alguna el archiduque Carlos se había retirado del hostil y frío terreno castellano. Sus tropas saquearon iglesias en la retirada, lo que les granjeó el odio del pueblo. Felipe V salió con sus tropas sin perder tiempo en pos del ejército austracista, que había cometido el error de dividir sus fuerzas en la Alcarria. Aquí pasó una gilipollez militar. Se refugiaron en  Brihuega, que es una población situada en una zona baja, rodeada de terrenos altos. El ejército borbónico no vaciló en colocar piezas de artillería en las alturas circundantes y bombardear la ciudad para desencadenar después un asalto, dando así inicio la batalla de Brihuega. Al cabo de unas horas, capituló y la plaza fue tomada junto con 4000 prisioneros. Otra victoria en Villaviciosa hizo evidente una cosa: el pueblo castellano colaboraba con entrega casi pasional con el rey borbónico. La Gran Alianza de La Haya entendió que aunque ganasen la guerra nunca ganarían al pueblo que nunca lo aceptarían. El 17 de abril de 1711 murió el emperador José I de Habsburgo, siendo su sucesor su hermano el archiduque Carlos. Tres días antes había fallecido Luis de Francia, apodado el «Gran Delfín» y padre de Felipe V. Estos decesos dieron un giro a la situación. La posible unión de España con Austria en la persona del archiduque podía ser más peligrosa que la unión España-Francia: suponía la reaparición del bloque hispano-alemán que tan perjudicial había sido a los otros países en los tiempos del emperador Carlos V. Los demás estados europeos, y sobre todo Inglaterra, aceleraron las negociaciones de cara a una posible paz cuanto antes, ahora que la situación les era conveniente, y comenzaron a ver las ventajas de reconocer a Felipe V como rey español. Al final, la España borbónica y su aliada Francia ganaron la guerra; pero éramos ya tal piltrafa militar y diplomática que hasta los vencidos ganaron más que nosotros, y la victoria de Felipe V nos costó un huevo de la cara. Con la paz de Utrech, todos se beneficiaron menos el interesado.
FELIPE V ---- Resumiendo la historia de Carlos III, que así lo llamaban en Cataluña,  había desembarcado en España en 1705 y permaneció durante seis años, sólo pudiendo ejercer su gobierno en Cataluña, hasta que en 1711 la muerte de su hermano, José I lo hizo regresar a Viena para asumir la corona del Sacro Imperio Romano. Abandonaba así, realmente derrotado, sus pretensiones de reinar en España. Con lo que nos abocamos al Tratado de Utrech.

sábado, 28 de enero de 2017

FELIPE V-GUERRA DE SUCESIÓN (1ª parte)

En el capítulo anterior habíamos matado ya, a Carlos II. Mejor dicho se murió hecho una pavesa, el pobre. Como el heredero que se había pactado, palmó antes que Carlos, José Fernando de Baviera, en 1699, tuvo el rey Carlos II que hacer nuevo testamento esta vez en favor de Felipe de Anjou, (futuro Felipe V de España), nieto de Luis XIV de Francia. Y señoras y señores (y otras hierbas), aquí termina la dinastía de los Austria. Y comienza la de los Borbones, que ya la conocemos en carne propia. La decadencia española se atribuye principalmente a estas fechas, a el rey Carlos II, dejando de ser España lo que fue y si bien es cierto que la tortilla ya se había dado la vuelta, no la dio él sino que fue fruto de innumerables circunstancias de corrupción, ineficacia, atraso en la visión europea y varias veces gobernados por burócratas atrasados y corruptos. El monarca, a pesar de todo logró mantener intacto el imperio frente al poderío francés de Luis XIV. Carlos II murió en 1700, como contábamos.
Pero Felipe de Anjou, o Felipe V, no llegó y besó el santo. Al contrario. Menudo regalo tuvo la criatura, nieto de Luis XIV, que vino de mala gana porque se olía el marrón que le iban a colocar. Por su parte, el otro candidato, era el archiduque Carlos de Habsburgo, por ser hijo del emperador Leopoldo I y por lo tanto descendiente por su dinastía. Pero Carlos se lo tomó fatal; y aun peor su familia, los reyes de Austria. Inglaterra no había entrado en el sorteo; pero, fiel a su eterna política de no consentir una potencia poderosa ni un buen gobierno en Europa, se alió con Austria para impedir que Francia, con España y la América hispana como pariente y aliada, se volviera demasiado fuerte. Así empezó la Guerra de Sucesión, que duró doce años y que algunos dicen que esa fue la Primera Guerra Mundial, ya que intervinieron todas las potencias europeas. Y aquí la peña europea tomó partido por unos o por otros; y aunque todos metieron sus narices, el paganini fue el pueblo español. Aaustríacos, ingleses y holandeses se lanzaron como buitres a ver qué podían rapiñar, invadieron nuestras posesiones en Italia, saquearon las costas andaluzas, atacaron las flotas de América y desembarcaron en Lisboa para conquistar la Península y poner en el trono al chaval austríaco. La Guerra de Sucesión Española duró desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713. El motivo aparente era la disputa entre la Casa de Habsburgo, y la casa de Borbón francesa. Como siempre en el fondo la realidad es que fundamentalmente Inglaterra, temía la unión entre España y Francia convirtiéndose en un reino de un poder inmenso en Europa. En España, la Guerra si fue una guerra civil entre borbónicos, cuyo principal apoyo lo encontraron en la Corona de Castilla, y austracistas, mayoritarios en la Corona de Aragón, cuyos últimos rescoldos no se extinguieron hasta 1714 con la capitulación de Barcelona y 1715 con la capitulación de Mallorca ante las fuerzas del rey Felipe V de España. Para la Monarquía Hispánica, las principales consecuencias de la guerra fueron la pérdida de sus posesiones europeas y la desaparición de la Corona de Aragón, lo que puso fin al modelo «federal» de monarquía.
La reina Ana de Inglaterra, que era un bicho de cuidado, (recordemos nuestra gran Armada), en marzo de 1705, nombró un comisionado suyo para contratar una alianza entre Inglaterra y cualquier provincia de España, preferentemente Cataluña. Es decir, que nos querían “ayudar”. Así nació el “Pacto de Génova”, rubricado el 20 de junio de 1705, que establecía una alianza política y militar entre el Reino de Inglaterra y el grupo de “vigatans” en representación del Principado de Cataluña. Según los términos del acuerdo, Inglaterra desembarcaría tropas en Cataluña, que unidas a las fuerzas catalanas lucharían en favor del pretendiente al trono español Carlos de Austria contra los ejércitos de Felipe V, comprometiéndose asimismo Inglaterra a mantener las leyes e instituciones propias catalanas. Los “vigatans” fueron extendiendo la rebelión en favor del Archiduque y a principios de octubre de 1705 se habían adueñado prácticamente de todo el Principado, excepto de Barcelona donde seguía dominando la situación el virrey Velasco. Por su parte el archiduque Carlos, embarcó en Lisboa rumbo a Cataluña al frente de una gran flota aliada. En Altea y en Denia el archiduque era proclamado rey, con el nombre de Carlos III, que no debemos confundir con el otro Carlos III, que era Borbón, años después. Se extendió la revuelta austracista a Valencia. En agosto llegaba la flota aliada a Barcelona, cuando estaba en pleno apogeo la revuelta austracista catalana, y pocos días después desembarcaban unos 17000 soldados, dando comienzo al sitio de Barcelona de 1705, al que se sumaron los vigatans. El 15 de septiembre de 1705, capturaron el castillo de Montjuic y los aliados comenzaron a bombardear Barcelona desde allí. El 9 de octubre Barcelona capitulaba y Carlos entraba en la ciudad. El 7 de noviembre juraba las Constituciones catalanas, y a continuación convocaba las Cortes catalanas. Los catalanes tenían un mal recuerdo de los franceses desde la Paz de los Pirineos, donde se perdió el Rosellón, Perpiñán incluida, y eso no lo arreglaría un Borbón, (francés). La Casa de Austria siempre había respetado sus Constituciones, actitud diametralmente opuesta al centralismo borbónico. Valencia se declaró por Carlos III el 16 de diciembre, así que a finales de año, en Cataluña y Valencia, sólo Alicante y Rosas permanecían fieles a Felipe V. Barcelona se rindió antes las fuerzas de Carlos, con lo cual  Felipe V intentó recuperar la capital del Principado de Cataluña y un ejército borbónico integrado por 18 000 hombres inició el Sitio de Barcelona el día 3 de abril. A finales de mes los borbónicos ya controlaban el castillo de Montjuic desde donde prepararon el asalto a la ciudad. Pero el 8 de mayo llegaba a Barcelona una flota angloholandesa compuesta por 56 barcos y con más de 10 000 hombres a bordo. Felipe V se marchó, cruzó la frontera francesa y volvió a entrar de nuevo en España por Pamplona. Zaragoza proclamaba a Carlos III, que dejó Barcelona para ir a Madrid, y el 27 de junio de 1706 y tuvo lugar la primera entrada en Madrid, siendo recibido con una frialdad que sorprendió al propio Carlos. En Madrid fue proclamado el 2 de julio como Carlos III rey de España pero a finales de ese mismo mes abandonaba la capital con destino a Valencia debido a la falta de apoyos. Felipe V volvió a entrar en Madrid el 4 de octubre ante el clamor popular. Por contra, el mismo día se proclamaba en el reino de Mallorca a Carlos como su rey tras la toma austracista de Mallorca. El 10 de octubre Carlos III, el Archiduque, juraba en Valencia los Fueros y quedaba asimismo consagrado como monarca del Reino de Valencia.

jueves, 26 de enero de 2017

DESAMORTIZACIONES Y EXPOLIOS EN ESPAÑA

Pepe Botella, esa decir el Bonaparte rey, por imposición de Napoleón, en agosto de 1809 ordenó la supresión de las Órdenes regulares, monacales, mendicantes y clericales, y de paso los bienes pasarían a la propiedad de la nación. Con un par. El gobierno de José I Bonaparte y la ocupación del ejército francés fue el periodo de la Historia de España en el que se produjo un mayor saqueo y destrucción del patrimonio histórico y artístico. Muchos edificios, iglesias, monasterios y palacios fueron demolidos por formar parte del sistema defensivo de las ciudades como Zaragoza, Gerona, Cádiz, Alicante, Salamanca, Burgos. Pero otros fueron saqueados e incendiados sin más por vandalismo o por venganza. Algunos nunca fueron recuperados y otros por su valor artístico fueron reconstruidos entre los siglos XIX y XX. A estas destrucciones se sumó el pillaje de obras de arte llevado a cabo por Napoleón en su intento de crear en París el Museo Napoleónico. Este albergaría todas las obras de arte saqueadas durante sus campañas por Europa. Numerosas pinturas fueron llevadas allí para no volver. Igualmente la oficialidad y las tropas francesas (y en menor medida también las inglesas) robaron todo aquello que juzgaron de valor y pudieron llevar consigo.
En su huida, José Bonaparte, que ya previamente había expoliado las Joyas de la Corona Española, se llevó más de doscientas pinturas de pequeño y mediano formato, fácilmente transportables, escogidas entre las de mayor calidad de la Colección Real. Inglaterra era aliada de los ejércitos españoles en su lucha contra Napoleón. No obstante las consecuencias materiales de la guerra fueron desastrosas para España. A la gran cantidad de muertos y el asolamiento de pueblos y ciudades se unieron la rapiña de muchos franceses y también de los ingleses, cuya deslealtad puede verse en el bombardeo, ordenado por Wellington, de la industria textil de Béjar que era competidora de la inglesa o en la destrucción de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro den Madrid cuando ya los franceses se habían ido.
Tras su salida de España, José Bonaparte se trasladó a Estados Unidos donde, gracias a la venta de las joyas de la corona española, se construyó una mansión en Filadelfia, lujosamente amueblada y con una impresionante colección de libros raros y obras de arte. Allí residió con una amante estadounidense, con el título de conde de Survilliers, entregado a obras de beneficencia y a proteger a los bonapartistas emigrados por medio de la masonería hasta 1841. Parte del cargamento de obras de arte que José Bonaparte sacó de España fue interceptado por las tropas del Duque de Wellington tras la Batalla de Vitoria. Al parecer, el Duque informó al rey Fernando VII solicitándole instrucciones para efectuar la devolución de las obras, pero éste le respondió que se las regalaba. Perplejo por la respuesta, Wellington volvió a escribirle, agradeciéndole su generosidad pero diciéndole que era un regalo que no podía aceptar, puesto que eran piezas muy numerosas y de gran valor que eran propiedad de la Corona Española, y pidiéndole de nuevo que le indicara los detalles para devolvérselas. Sin embargo, Fernando VII persistió en su absurda postura, con lo que dichas obras, que incluían cuadros tan extraordinarios como El aguador de Sevilla, de Velázquez, o La oración en el huerto, de Correggio, acabaron en manos del Duque. Este episodio es conocido irónicamente por los británicos como The Spanish Gift (el Regado Español), conservándose actualmente una parte de estas obras en la residencia londinense del Duque de Wellington (Apsley House). Otro británico que se benefició de la huida de José Bonaparte fue el coronel James Hay, que se apropió por su cuenta de El matrimonio Arnolfini, de Jan van Eyck, hoy en la National Gallery de Londres, en el que se supone que Velázquez se inspiró para pintar Las Meninas.
Curiosamente, se cuenta que el duque de Wellington no tenía aficiones artísticas y que reunió tantos tesoros sin pagarlos: los recibió como regalos en señal de gratitud por sus éxitos militares. La colección incluye las más de 90 pinturas que Wellington aprehendió a José Bonaparte cuando éste huía de España. Estos cuadros, tras ser “regalados” al duque por Fernando VII, fueron enviados a Inglaterra y se catalogaron en la Royal Academy de Londres. Gracias a esa “generosidad” del rey español, Apsley House cuenta con tres originales de Velázquez, caso infrecuente en las colecciones extranjeras: el citado Aguador de Sevilla, un Retrato masculino y Dos hombres a la mesa, ejemplo de la etapa sevillana del pintor. También cuenta con una versión simplificada del “Retratos de Inocencio X”, que podría ser una réplica igualmente pintada por Velázquez pero que suscita dudas de autoría. Otros pintores de la “huida” fueron: Juan de Flandes, Ribera, Murillo, Claudio Coello, Giulio Romano, Guercino, Guido Reni, Van Dyck, Jan Steen, Jan Brueghel el Viejo, o el Retrato ecuestre del duque de Wellington, pintado por Goya. Otra de las obras que José Bonaparte sustrajo en España, y que pasaron al duque de Wellington, es una versión del tema Dánae recibiendo la lluvia de oro pintada por Tiziano. Esta obra quedó excluida de la donación Wellington al English Heritage (Patrimonio Ingés) y ha permanecido inédita en el domicilio particular de la familia, en un sector privado de Apsley House. Pero además del saqueo, y expolio de los franceses, del regalo que el gran boludo de Fernando VII, el peor rey que se puede tener, a los ingleses, tambien entre los españoles hay que hacer ver, que cabrones los hay en todos los rincones. Los bienes expropiados por José I pasaron a manos oficiales. Con lo cual muchas instituciones quedaron disueltas de hecho. Conventos, monasterios, hospitales, casa de acogida, etc. Algunas cantidades obtenidas se devolvieron después, en 1814, a la salida del francés. Pero “Desamortizaciones “ hubo varias en España. Mucho antes, durante el reinado de Carlos IV, se aprobó la desamortización de determinados bienes de "manos muertas" que se pondrían a la venta. “Manos muertas” significaba que eran propiedades que estaban en poder de manos sin posibilidad de que sean vendidas. Con lo cual la Iglesia en esto iba a la cabeza. Se conseguían, propiedades, sobre todo tierras y restar fuerza al clero.
La Orden de San Juan de Jerusalén y de las cuatro órdenes militares españolas, Orden de Santiago, Orden de Alcántara, Orden de Calatrava y Orden de Montesa; los de los conventos y monasterios suprimidos o destruidos durante la guerra; las fincas de la Corona, salvo los Sitios Reales destinados a servicio y recreo del rey; y la mitad de los baldíos. Más adelante, en 1836 durante la regencia de María Cristina de Borbón se realizó la de Mendizabal. Comisiones municipales ese encargaron de la realización, con el consiguiente aprovechamiento y corrupción generalizada. Como tantas veces pasa, se consiguió el efecto contrario. Se le quitaba la propiedad a unos para vendérselos a otro, que normalmente eran gente adinerada, que con las tierras sacaba provecho, pero los monumentos y construcciones jamás fueron conservadas debidamente. Los labradores nunca pudieron comprar en las pujas. Luego hubo la desamortización de Espartero, que no llegó a buen termino. La desamortización de Madoz en 1855 además de expropiaciones del clero, también se hicieron a particulares. Pero fue también un expolio al fin y al cabo. Todas estas desamortizaciones tuvieron repercusiones no previstas. Exclaustración de miles de religiosos. Desatención de las personas más desfavorecidas. Enriquecimiento de las clases pudientes en detrimento de los agricultores y jornaleros. Muchos de ellos al verse privados de recursos se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural, que se dirigió a zonas industrializadas del país o a América, a finales del XIX y principios del XX. El prestigioso historiador Caro Baroja, aseguró que además de las económicas, la supresión de las órdenes religiosas, tuvo unas "consecuencias enormes en la historia social de España". Es evidente que también existió una cierta venganza o resentimiento en la aplicación de las medidas. Un término usado por Baroja, “Laificado”, lo emplea para explicar que por ejemplo en Madrid Salustiano de Olózaga, gobernador de la capital, que mandó derribar diecisiete conventos, diciendo que la ciudad “dejó de estar ahogada por una cadena de conventos" Y se fumó un puro. Pero no todo iban a ser desgracias. Hubo zonas que mejoraron al especializar los cultivos y al parcelar las tierras. Pero las desamortizaciones han sido, desde el punto de vista ecológico, una auténtica catástrofe. Se hizo carbón con el bosque comprado. Se esquilmaron los recursos de los montes y hubo una inmensa deforestación, con la pérdida por extinción de especies vegetales y animales autóctonos. Los edificios mejor conservados por el clero, se transformaron en públicos, como museos, oficinas, cuarteles, etc. El resto pasó a manos privadas.

miércoles, 25 de enero de 2017

LA PIRATERÍA INGLESA CONTRA ESPAÑA

Inglaterra en el año 1500 era una isla pobre y sin industria. Poca población y viviendo en pequeñas aldeas, unos cuatro millones de personas. La inmensa mayoría viviendo en el campo. En muchas ocasiones una vida miserable por el abuso de los terratenientes. La gente huye de las aldeas buscando mejores condiciones de vida y de la esclavitud de los terratenientes. La única ciudad es Londres. Y miles de personas llegan a ella, buscando trabajo y deseando prosperar. No hay trabajo para todos y la única salida es el Mar, con las expediciones corsarias hacia América apoyada por algunos reyes. Una guerra encubierta en el mar que llegó a poner en peligro las colonias de América. Durante 200 años Inglaterra debilitó a España, sin declararle la guerra. Inglaterra reunía todas las condiciones para ser un nido de piratas. Un país pobre y atrasado si se compara con algunas zonas de Italia, Flandes y Países con numerosas colonias en todo el mundo y con un rico comercio internacional, como eran España y Portugal. Estos Países ricos estaban siempre escasos de marinos, ya que sus amplias rutas hicieron que necesitara una gran marina para poder conectar y abastecer a sus colonias. Sin embargo en Inglaterra sus marinos estaban ociosos y desocupados por el escaso comercio del país, sin el comercio los marinos eran pobres, ociosos y ven barcos con ricas mercancías. Por delante de sus ojos por el Canal de la Mancha pasaban todo tipo de mercancías. Flandes y en concreto Amberes era un centro comercial utilizado sobre todo por España y Portugal para distribuir sus productos por toda Europa del Norte y a la vez comprar paños y algunos productos industriales.
Portugal llevaba sus propios vinos, las tan valoradas especies, maderas y piedras preciosas traídas desde Oriente o Brasil. España sus vinos, los cereales del Mediterráneo, oro, plata y los sorprendentes productos de América. Ha habido hasta familias de tradición pirata. Todo un negocio con historia de generaciones dedicadas a la piratería. Estas familias algunas con generaciones en este lucrativo negocio, realizaban la compra del barco y su avituallamiento, sobornos a funcionarios, detalles monetarios para que los nobles hicieran la vista gorda y también pagaban a los piratas que eran los que realizaban el trabajo más peligroso. Con la mercancía robada se encargaban de la distribución en Londres o en otros puertos mediante sus encubridores para su venta respetable. Comerciantes de lo robado. Toda una tradición y una red encubierta para vender los productos robados por los piratas. Incluso llegaron a tener sus propios alojamientos durante su estancia necesaria mientras hacían las transacciones. Con la piratería se conseguía dinero rápido, fácil y prestigio social El prestigio social de la piratería y de sus principales jefes era conocido por todos. En las reuniones de la alta sociedad su participación era algo habitual. Con el dinero obtenido ascendían en la escala social y familias enteras controlaban el negocio. Otros famosos piratas ya procedían de familia noble y con la mejor educación. Con esta cultura, no nos debe extrañar que piratas célebres famosos incluso tan salvajes como Morgan fueran ascendidos a gobernadores. A otros corsarios se les recibía con honores dandoles un título nobiliario, ascendiéndoles de esta manera a la nobleza. Demasiado habitual era que los terratenientes apoyasen a  bandidos y piratas a cambio de una parte importante del botín. Y esto se convirtió en algo tan profesional que se financiaban todo un entramado burocrático entramado para que no hubiera problemas con el negocio.
La piratería conseguía prácticamente no tener castigo. La corrupción entre jueces y nobles con un entramado social que los protegía. Exceptuando algunos pocos casos la mayoría de los ataques piratas no fueron castigados. Sólo cuando los emprendedores por su cuenta eran capturados recibían las penas que les correspondía. Con las expediciones corsarias se enriqueció, a la vez que evitaba que el oro llegara a las arcas de la Corona Española. Inglaterra cada vez más rica, y España cada vez con más gasto por la necesidad de fortificar las colonias de americanas y mantener una marina de defensa de las costas. Tras el desastre del intento de invadir Inglaterra con la Gran Armada, Gran Bretaña se sintió segura. Obligó a España a invertir ingentes cantidades de oro, en las defensas de las Colonias de América. Se tuvieron que crear convoyes de escolta, para evitar la captura de los Galeones. Pronto hubo dos flotas defensivas permanentes. Una en el Caribe y otra en el sur de la Península Española, las cuales hacían las funciones de guardacostas. Esta piratería limitó enormemente el tráfico marítimo entre América y España, por la inseguridad que provocaban los ataques constantes de corsarios y piratas. Las embarcaciones sólo se atrevían a viajar agrupadas en convoyes con protección militar dos veces al año. Como parte de un acuerdo después de la Guerra de sucesión española, se le fue concedido a Inglaterra el Asiento de Negros por parte del gobierno de España para proveer esclavos a las colonias Españolas en el nuevo mundo, abriéndole las puertas a traficantes y mercaderes británicos a los tradicionalmente cerrados mercados Españoles en América. Este arreglo también contribuyó fuertemente a la expansión de piratería por el oeste del Atlántico. El comercio en las colonias explotó al mismo tiempo que hubo una abundancia de marineros experimentados después de la guerra. Los mercaderes usaron esta excedente oferta de marineros para bajar los salarios y así maximizar sus ganancias, creando condiciones precarias dentro de sus embarcaciones. Los marineros de naves mercantiles, de moral baja y con las condiciones de vida que eran tan pobres que muchos marineros preferían una existencia libre como piratas. El volumen incrementado de navíos comerciales también creó un gran número de bandidos acechándolos. Aunque algunos detalles son regularmente omitidos, el impacto de la piratería en la cultura popular es difícilmente subestimado.  Historia general de los robos y asesinatos de los más famosos piratas de Charles Johnson, es la principal fuente para las biografías de muchos piratas conocidos de la edad de oro, proveyendo también una imagen extensiva del periodo. Dando un estatus casi mitológico a personajes como Barbanegra y Calicó Jack, el libro marcó el estándar para representar las vidas de mucho piratas de la edad de oro; además de influenciar la literatura de Robert Louis Stevenson y J. M. Barrie. Trabajos literarios como La isla del tesoro y Peter Pan marcaron la imagen de los piratas que se tiene hoy en día. Películas como Pirates of the Caribbean y el anime/manga One Piece han trazado una imagen romántica sobre el ideal de la piratería.
Muchas afirmaciones y especulaciones sobre su imagen, vestimenta, código de etiqueta, etc. también atribuyeron a su misterio y leyenda. Por ejemplo, los hombre usaban aretes con el propósito de que su valor en oro o plata pagaran un entierro si se llegaban a perder en el mar y su cuerpo llegaba a la costa. Más recientemente, detalles menos acertados sobre la imagen de los piratas han ganado popularidad (por ejemplo el Día Internacional de Hablar como un Pirata). Sin embargo este fenómeno simplemente ha ayudado a expedir e implementar el romanticismo en el mito de la piratería. En la mayoría de los casos de los piratas a sueldo de las familias recibían ayuda si era necesario e intervenían las influencias o los sobornos. Era tal el entramado que tanto jueces como legisladores tenían su complemento de alguna forma. Sólo en ciertos casos cuando atacaron propiedades del gobierno o de altos aristócratas fueron castigados con la horca, aunque generalmente con una ligera pena quedaban libres. Y en lo que se refiere a ataques corsarios al exterior no había motivos para sentir ningún miedo las patentes de corso lo garantizaban. A diferencia del siglo XVII, a comienzos del siglo XVIII, los piratas ya no eran corsarios, es decir sus actividades no estaban promocionadas ni costeadas por sus respectivos gobiernos a cambio de su apoyo en la guerra. Ahora no eran considerados militares irregulares, sino simples ladrones que no creían en gobiernos ni leyes, solo querían riqueza, libertad y la oportunidad de ser alguien. Al principio, los piratas se componían mayoritariamente de antiguos corsarios y militares desempleados, pero, con el paso del tiempo, sus filas se nutrieron de marinos mercantes, esclavos fugitivos, forajidos y jóvenes aventureros. Todos ellos tenían una cosa en común: querían ser libres y sobre todo ricos, algo que en aquella época era casi imposible para la gente de condición humilde. La vida de los piratas siempre ha sido vista de forma romántica, héroes populares que decidían arriesgar su vida para tener una oportunidad de enriquecerse, personas carismáticas que no aceptaban las leyes de sus naciones, solo sus propias leyes. Pero dejando a un lado el aspecto romántico que nos ha trasmitido el cine y la literatura, la mayoría de los piratas eran idénticos a cualquier banda de asaltantes de tierra firme, solo querían obtener riquezas sin importarles la vida de las personas que robaban. Incluso había piratas que eran auténticos psicópatas que violaban, torturaban y mataban por simple placer. En el mar engañaban a sus víctimas, utilizando otras banderas. De esta forma se podían acercar lo mas posible, sin levantar sospechas. Cuando ya estaban cerca de la nave, utilizaban la bandera pirata, para atemorizarlos y hacer que se rindieran. Algunos utilizaban la bandera negra como aviso. Si el barco no se rendía, sacaban la bandera roja, indicando que matarían a todos. Esto causaba pavor en las tripulaciones de los barcos. Los barcos que asaltaban eran normalmente mercantes, con escasa tripulación, y sin soldados. Por lo que no solían encontrar en ellas, gentes de armas, que pudieran ser auténticos rivales, en el combate. La fama romántica, aventurera y casi heroica que acompaña a los piratas en las novelas y películas, no hacen sino profundizar en la injusticia, en un latrocinio autorizado, fomentado y disfrutado por Inglaterra perjudicando durante siglos a España y Portugal, que además tiene como consecuencia para Inglaterra que ya los llevan en su ADN político, imperialista y comercial. Una pequeña relación de los corsarios más conocidos. SIR FRANCIS DRAKE (1540-1596). Corsario y Navegante. Desde muy joven navegó con John Hawkins, realizando viajes desde Europa a África y America, especialmente en expediciones de tráfico de esclavos y contrabando. Tras años de practicar la piratería y el tráfico de esclavos consiguió entrevistarse con la Reina Isabel I de Inglaterra que le aportó los más modernos y grandes barcos de Inglaterra y paso a ser corsario a su servicio. JOHN HAWKINS (1532-1595) Almirante y Corsario. Con una patente de corso de la reina Isabel I de Inglaterra realizó la segunda expedición en 1564 a bordo del Jesus of Lubeck, junto con otros tres navíos, con el propósito de vender esclavos africanos en Borburata en la costa de Venezuela, Curazao, Río Hacha y Cartagena de Indias. Al regresar a Inglaterra, gracias a los sustanciosos dividendos repartidos, fue honrado por la reina Isabel I con el título de caballero. SIR WALTER RALEIGH (1554-1618) Fue marino, pirata, corsario, escritor, cortesano y político inglés, que popularizó el tabaco en Europa y la patata en Inglaterra. Instaló una colonia en Virginia. Fue elegido miembro del Parlamento varias veces y gozó de gran influencia en la corte isabelina THOMAS CAVENDISH (1555-1592). Imitó las hazañas de Drake. Recorrió la Argentina y atravesó el estrecho de Magallanes llegando al Pacífico. Mas información sobre batallas de España e Inglaterra ver en este blog https://hispahistor.blogspot.com.es/2017/01/batallas-navales-contra-inglaterra.html

martes, 24 de enero de 2017

CARLOS II- EL ULTIMO AUSTRIA

Antes de hablar de Carlos II diremos que con su padre, el francés Luis XIV impuso la hegemonía de Francia sobre España a los cien años del tratado de Cateau-Cambrésis. Las cosas habían cambiado mucho para España. El 17 de septiembre de 1665, murió el rey. Pero hemos de reconocer que Felipe IV fue un mecenas de las artes; la suya fue la mayor colección de pintura que hubo en Europa.  Reunió para los palacios de la Corona centenares de cuadros, la mayoría expuestos o guardados en la actualidad en el Museo del Prado. Entre los artistas de los que incorporó obras a la Colección Real figuran Rubens, el pintor más prestigioso de Europa en su época, Rafael, Mantegna, Durero, pintores venecianos como Tiziano, Veronese y Tintoretto, múltiples pintores barrocos españoles, flamencos, italianos y franceses, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Reni, etc. pero el pintor español más importante por la protección que dispensó a lo largo de cuarenta años fue Velázquez. Sin el apoyo de este rey, el pintor sevillano no hubiese desarrollado una carrera tan brillante. Fue el Casón de Buen retiro, regalo del Conde Duque de Olivares al rey, de lo que realmente nos ha llegado solo la mitad de la construcción. La música ocupó un lugar importante en la Corte de Felipe IV. Mateo Romero fue el Maestro de Capilla pero hubo otros compositores cerca suyo: Gabriel Díaz, Alvaro de los Ríos, Miguel de Arizo, Juan Bas de Castro y Manuel Machado, trabajaron en la composición de partituras. Felipe IV no sólo se mantuvo contemplativo en relación a las artes sino que llegó a pintar, escribir y componer música. Su reinado fue clave para el desarrollo artístico en España, lo cual explica que este siglo sea conocido como EL Siglo de Oro en España. Aquella España alumbró genios como Góngora, Sor Juana, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón, Lope, Quevedo, Cervantes y el resto. Imagina amigo, que en las calles de Madrid se cruzaban Lope con Gongora, Cervantes con Quevedo. Para morirse de orgullo. …..................
Como sería el pollo que le llamaban “El hechizado”. Era Carlos II, el hijo de Felipe IV y Mariana de Austria. Desde su nacimiento mostró una gran debilidad física y mental, atribuida a la consanguinidad de sus padres. Felipe IV con 44 años tuvo a Carlos II fruto de la unión con su sobrina Mariana, de 14 años. Carlos, incapaz para llevar los asuntos del estado, su reinado fue una constante lucha de facciones cortesanas en la que se sucedieron como personajes fuertes su madre, su hermanastro Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. Esta inestabilidad y una gravísima crisis económica empeoraron la maltrecha situación internacional de España ante el expansionismo agresivo de Luis XIV de Francia. Pese a que contrajo matrimonio en dos ocasiones fue incapaz de engendrar descendencia, lo que produciría una inmensa expectativa internacional sobre su herencia. Finalmente dictó testamento a favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV. Se sabe con casi total seguridad que padeció el síndrome de Klinefelter, enfermedad genética que consiste en una alteración de los cromosomas. Infertilidad, niveles inadecuados de testosterona, disfunción testicular, genitales pequeños, trastornos conductuales y aspecto eunucoide, talla alta, extremidades largas, escaso vello facial y distribución de vello de tipo femenino. Un número. Con el fin de que aquel débil muchacho sobreviviera, fue alimentado por 14 amas de cría distintas, que le amamantaron hasta la edad de 4 años, y no se continuó durante más tiempo porque se consideraba “indecoroso” para un monarca. Su padre falleció cuando Carlos contaba 4 años de edad. Sin embargo, no pudo sostenerse en pie hasta los 6 años de edad, debido probablemente a un raquitismo por déficit de vitamina D, agravado también por la falta de luz solar, puesto que prácticamente no se sacó al niño al exterior por temor a los enfriamientos. Se sabe también que distintos padecimientos de origen infeccioso minaron la salud del pequeño monarca: infecciones respiratorias de repetición, sarampión, varicela, rubeola y viruela. Además, padeció epilepsia desde la infancia hasta los 15 años, que posteriormente recurrió al final de su vida. Y, por último, no podemos olvidarnos de un evidente retraso intelectual: Carlos II no aprendió a leer hasta la edad de 10 años y nunca supo escribir correctamente. Padecía ataques de cólera desmesurados y tuvo adicción alimentaria al chocolate (chocoholismo). Su autopsia desveló que: “No tenía el cadáver ni una gota de sangre; el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta; los pulmones, corroídos; los intestinos, putrefactos y gangrenados; un solo testículo, negro como el carbón, y la cabeza llena de agua”. Pero empecemos por el principio. Al morir Felipe IV asume la regencia Mariana de Austria por minoria de edad de su hijo Carlos. El rey Carlos II llegó a representar el hundimiento de la españa que había sido. Ya su padre pensaba que Dios había abandonado a toda su dinastía.. La endogamia practicada continuamente por la casa de Austria trajo como fruto a Carlos, símbolo de la decadencia de los Austria y de la mismísima España Durante la regencia, la reina madre, aconsejada por su confesor y Jefe de la Inquisición se tomaron medidas restrictivas y represivas como cerrar la Casa de Comedias lo que molestó al pueblo llano. En las protestas ganó la oposición encabezada por Juan José de Austria, hijo de Felie IV con María Calderón, una actriz. Juan José se había ganado el respeto del pueblo por los éxitos militares en las campañas de Nápoles y la rendición de Barcelona, que volvía al redil tras doce años del alejamiento de Cataluña a la monarquía española, apoyandose en la francesa.. Frustado por ser excluido de la acción de gobierno, se convirtió en conspirador. Llegó a realizar el primer pronunciamiento de la historia moderna, y consiguió echar al inquisidor, pero se ganó el desprecio de la regente, su madrastra.
JUAN JOSE DE AUSTRIA Luego, a partir de los 14 años Carlos reinaba según el testamento de su padre. Su hermanastro Juan José de Austria se había hecho con el poder y gobernaba con el beneplácito del rey. Pero el precio de los alimentos eran enormes y el pueblo culpaba a Juan José. Por otro lado el rey quería casarse cuanto antes y ya tenía previsto el enlace con María Luisa de Orleans, una francesa. Tenía el rey 18 años. Era evidente que el apoyo a Juan José, ya enfermo y desacreditado, disminuiría con la entrada de una reina francesa. Sin apoyos todavía logró instaurar “La Gaceta de Madrid”, pero acabó muriendo en septiembre de 1679. España estaba en guerra con Francia y formaba parte de una coalición militar con Inglaterra y Holanda. El rey francés no perdía detalle de los vaivenes de la corte española. La firma de la paz de Nimega fue la claudicación de España ante Francia. Cataluña es invadida por Francia y tendrá que capitular en 1697. Los catalanes desconfiaban de la monarquía porque decían que no les habian apoyado lo suficiente, y la monarquía desconfiaba de la fidelidad de Catluña. Mientras tanto el rey, que ya se había casado con la francesa, no tenía heredero, él era realmente desagradable y ella tenía una educación mucho más libre que la castellana. Los problemas financieros que había dejado Felipe IV se agravaban. Comenzó a circular moneda falsa, Castilla y Andalucía sufrían una profunda crisis, la ganadería y el abandono de las tierras, todavía en un sistema feudal. Peste, sequía y hambre. Pero aquí es donde se produce una gran diferencia entre Castilla y a periferia. Galicia, el país vasco y otras zonas comienzan nuevas técnicas unas de siderurgia y otros de cultivos de lana y seda. La españa del mediterraneo supera la crisis. Se dijo que “no es oro y plata lo que traemos de las americas, sino sangre de indios”. Solo podían viajar al nuevo mundo los subditos castellanos. Además el poder de la iglesia aumenta considerablemente. También en europa. Los cientificos se enfrentaron a la Inquisición. El marqués de Mondejar fue su defensor. La reina no quedaba embarazada y las presiones se multiplicaron para aumentar su fertilidad. Tanto fue así que terminaron por enfermarla y murió en febrero de 1689 a los 26 años de edad. El rey se casó por poderes un mes después no sin problemas con otra extranjera. Ella fingió cuantos embarazos le interesaba. Anuló la voluntad de Carlos, pero nunca quedó embarazada.
MARIA LUISA DE ORLEANS- La situación de España, perdiendo en todos los sentidos, marcó un final de siglo terrible. El aspecto del rey era impresionante, un desgraciado. Unos exorcistas declararon que el rey estaba hechizado y con potingues terminaron por minar definitivamente la salud del rey. La rebelión popular llamada “motin de los gatos” fue la expresión popular del descontento existente en el pueblo y la corte. Venía un cambio de siglo y de dinastía. Resumimos los aspectos políticos del reinado. España reconoce la independencia de Portugal y recibe Ceuta a cambio. En 1675 Francia invade Cataluña. Un hecho importante fue la Paz de Ryswick, firmada con Francia en 1697. La consecuencia más importante de esta paz fue la posibilidad de Francia de acceder al trono de la Corona española. El Rey decidió gobernar pero su manifiesta incapacidad se puso en manos de su segunda esposa. Se había pactado un heredero, José Fernando de Baviera,pero murió un año antes que Carlos en 1699. El rey Carlos II hizo testamento en favor de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, haciendo constar que las coronas francesas y españolas no podían ser unidas. Y a partir de aquí comienzan los Borbones, no si antes declararse la Guerra de Sucesión Española.

lunes, 23 de enero de 2017

FELIPE IV- LA DECADENCIA ESPAÑOLA

España estaba en plena guerra de los Treinta Años, entre 1618 y 1648, y aunque el conflicto era entre Estados partidarios de la reforma y de la contrarreforma dentro del propio Sacro Imperio Romano Germánico, donde España mandaba, poco a poco, se fueron incorporando al tomate las distintas potencias europeas y entonces se convirtió en una guerra general por toda Europa, por razones no necesariamente relacionadas con la religión. Como siempre, territorios y poder. Pero estábamos hablando del suelo patrio. Aquí, para ayudar, hubo disturbios, insurrecciones y todo tipo de desmanes, maricón el último. A pesar de que en la guerra con Francia la cosa no iba mal, a los franchutes seguíamos dándoles una ensalada de hostias y se habían acostumbrado, de tal forma que los Tercios llegaron casi hasta París, cosa que hoy ni se recuerda.
Algunos, y no quiero mirar a nadie, no estaban por la labor del aporte monetario para la cosa bélica y el valido del rey,el Conde Duque de Olivares, cedió con la cuestión de los fueros y privilegios de los antiguos reinos. Las cortes catalanas de 1626 y 1632 rechazaron el pago de imposiciones fiscales para la contribución a la guerra con francia. Y se armó el quilombito. 1640 sería un año horrible para españa, se proclamó la revolución de Portugal con el llegada al trono del rey Juan IV. La decadencia de España se hizo claramente visible. La represión engendró más disturbios y en Cataluña se sublevó con el Corpus de Sangre. Un motín de campesinos prendió la chispa en Barcelona, donde el virrey fue asesinado. Olivares, eligiendo la línea dura, de palo y tentetieso, se lo puso fácil a los extremistas de corazón o de billetera que ya entonces, con cuentas en Andorra o sin ellas, se envolvían en hechos diferenciales y demás parafernalia. Doce años de guerra cruel en Cataluña, un ejército rebelde que masacraba cuanto olía a español, mientras pagaban el pato la mayoría de los españoles, como siempre. Dado que España estaba jodida con la guerra europea favoreció a los insurgentes catalanes, pero cuando vino el contraataque y los tercios empezaron a repartir a diestro y siniestro en Cataluña, se olvidaron de la independencia, “¡-tampoco hay que ponerse así!”, y con un par, y sin vergüenza alguna, va y se ponen bajo protección del rey de Francia. Se declararon súbditos suyos y al fin, lo proclamó conde de Barcelona, porque reyes allí sólo los había habido del reino de Aragón. Cataluña se echa en manos francesas, cosa que durá hasta 1652. La jugada del cambio de una monarquía española por la monarquía de Luis XIV, que no lo sabían entonces, era la más dura y centralista que estaba naciendo en Europa, y si no, se puede comparar cuatrocientos años después el grado de autonomía de la Cataluña española con el de la Cataluña francesa, el Rosellón, que se perdió entre col y col para siempre. Pero a los nuevos súbditos del rey francés les salió el tiro por la culata, porque el ejército libertador, que los protegería resultó ser todavía más desalmado que los ocupantes españoles, ¡Toma del frasco, Carrasco!.
Las atrocidades y abusos franceses tenían a los catalanes hartos de su nuevo monarca; así que al final resultó que antiespañol, lo que se dice antiespañol, en Cataluña no había nadie. Sorpresas que da la vida, que diría Rubén Blade. Se mantuvieron los fueros y costumbres y mira, aquí “no ha pasao nada, chaval” y Cataluña volvía al redil a gusto. De momento. Los gabachos pusieron en puestos de privilegio y mando a sus gentes y… bueno para abreviar, trataron a la población como ciudadanos de segunda. Pero hay que saber que Cataluña, y por consecuencia España, perdieron para siempre el Rosellón, que es hoy la Cataluña gabacha, donde están prohibido los escritos oficiales en catalán. Francia, se benefició cuanto pudo, Portugal se independizó, los ingleses seguían acosándonos en América, y el hijo de puta de Cromwell quería convertir México en colonia británica. Por suerte, la paz de Westfalia liquidó la guerra de los Treinta Años, dejando a España y Francia enfrentadas. Resuelto a acabar con la úlcera, Juan José de Austria, hermano de Felipe IV, empezó la reconquista digamos, de forma expeditiva, de la provincia de Lérida. En España vivían unos 8 millones de personas, pero salvo el clero y los nobles el pueblo raso las pasaba canutas. Las ¾ partes de la plata y el oro que llegaban de las Indias en eran privadas. El resto se iba en pago de las deudas enormes por la hacienda real. Los judios portugueses y banqueros genoveses adelantaban el dinero a la hacienda española, con lo cual el oro y la plata desaparecia y eran sustituidos por el cobre.
«Rocroi, el último Tercio», cuadro del pintor Augusto Ferrer-Dalmau Felipe IV, el rey pasmado, sabemos que había delegado en el Conde Duque de Olivares, que era una persona inteligente, con ideas que quiso poner a España en la reforma, levantar el negocio. Un hombre a la altura de Richelieu. Pero si algo hacemos bien en España es el suicidio colectivo, y porco a poco, aquel sueño imperial, que fue y se podía haber conservado más tiempo, y dejado como herencia una situación de riqueza material y cultural de no te menees, lentamente se fue yendo por la alcantarilla, quedando las piezas de pintura, arquitectura y literatura, sobre todo, por encima de la falta de auténtico patriotismo conservador y protector que debería haber habido, y desarrolar a un pueblo analfabeto, inculto y dirigiddo por clérigos corruptos al igual que una clase dominante. En siglo y medio, tanto gobernante mediocre, tanto vago con título, tanto gasto en guerras para cuidar una religión que ya estaba dividida, precisamente por culpa de los que la dirigían, consiguieron que España fuese perdiendo lo que llegó a ser y tal como decía Quevedo, No ha habido otro rey como Fernando, el católico, que supo entender a su pueblo y supo defenderlo. Las regiones luchaban por mantener sus fueros y privilegios, y siguen con ello en pleno siglo XXI, dejando intacto un razonamiento de separación al sitema medieval de los reinos o peor aún de las Taifas. Felipe IV seguramente vio que aquella españa no se podría arreglar. Jubiló a Olivares y el intento de hacer un estado pujante y culto se fue a la mierda. Precisamente lo que estaba logrando Richelieu en Francia, potenciar a su país y convertirla en el eje de Europa. El pueblo español, cosido a impuestos, con sus derechos marginados, o se iban a morir a cualquier guerra, o marchaban a morir a América, o morirían pasandolas putas en su propio país. Elije tu mismo. Los piratas ingleses y holandeses, una guerra con Portugal que duró 28 años, rebeliones en las diferentes regiones. Batallas de Montijo, Elvas, Évora, Salgadela y Montes Claros, con Portugal, donde los fronterizos recibieron ostias de todos los colores, sin comerlo ni beberlo. De todo aquello solo quedó Ceuta. Por el Tratado de Westfalia, firmado en 1648 España reconocía la independencia de las Provincias Unidas y la conservación de Flandes. En la guerra europea al final quedó en una lucha jodida con la Francia de Luis XIV. Las posibilidades de enviar tropas por el Camino Español por Génova, permitía abastecer a las tropas de Flandes, a duras penas se mantenía hasta que finalmente se perdió. Los tercios españoles resistían a la deseesperada, ayudados por italianos y flamencos católicos. Y por ahí es donde se iba el dinero y la sangre de nuestros mejores soldados. Como en Francia se produjo una guerra civil los españoles vencieron a los franceses en Valenciennes en 1656. Se firmó la Paz de los Pirineos dado la dificil situación económica española. Inglaterra y Francia se repartieron el flandes español. Se cedía el Rosellón, la mitad de la Cerdeña, etc. Para no soliviantar más las cosas se estipuló el casamiento de la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con Luis XIV de Francia. Así se impuso la hegemonía de Francia sobre España. Continuó la lucha contra los portugueses los cuales ganaron dirigidos por Alfonso VI de Portugal en 1665 en la batalla de Villaviciosa, en el mes de junio, puso fin a la esperanza de unión entre la Monarquía española y Portugal. Felipe IV moriría poco des pués, en el mes de septiembre. Pero la batalla de Rocroi, aunque no fue la última, en 1643, donde los Tercios perdieron todo menos el honor y la gallardía, quedó como símbolo del ocaso español. Recomiendo la lectura sobre la batalla. Y nuestros viejos Tercios, que habían hecho temblar a Europa entera, que habían sido el ejemplo de valentía y disciplina militar, fueron dejándose caer silenciosamente, fieles a su leyenda, y así fue como España, habiendo sido dueña de medio mundo, solo reteniendo algo un par de siglos más, lentamente el sol fue poniendose.

sábado, 21 de enero de 2017

FRANCISCO DE ORELLANA

En 1542, al frente de unos sesenta hombres, llevó a cabo la primera exploración del Amazonas. Tras sufrir todo tipo de penalidades, la expedición alcanzó la desembocadura, en el océano Atlántico. A Francisco de Orellana, el capitán extremeño que protagonizó en 1542 una de las mayores gestas de la conquista de América, el descenso del Amazonas de un extremo al otro del continente, hay que imaginárselo abriéndose camino por el río sin tener más GPS que su propia intuición. Mitos y rumores sofocaban las pocas historias verídicas en torno a un río y una selva de un tamaño inmenso. Orellana tuvo, entre otros, el don de la oportunidad. Era un hombre ilustrado, paciente para la negociación con los indios, con un cierto toque de antropólogo precursor. Hablaba francés y latín, según el escritor George Millar, y se defendía en varios idiomas indígenas. No se dejaba intimidar por las incógnitas geográficas, más asfixiantes que la selva tropical, ni siquiera por la ambición un tanto alborotada de su jefe, Gonzalo Pizarro, que fue quien tramó y lideró la gran expedición amazónica, pero lastrándola desde el principio con grandes equivocaciones.
La epopeya amazónica de Orellana empezó en 1541, cuando Gonzalo Pizarro, el hermano menor del conquistador del Perú, se lanzó en busca del «país de la canela», un territorio fantasmagórico como El Dorado, que, según le habían comunicado algunos indios peruanos, se hallaba en las sierras del interior del continente. La canela era una de las especias más preciadas de la época, y los españoles soñaban con encontrar bosques enteros que los hicieran ricos de un día para otro. Con ese objetivo, Pizarro organizó un ejército de 200 españoles, además de 4.000 indios reclutados como porteadores. Desde Quito, situada a casi 3.000 metros de altura, los expedicionarios bajaron a la selva ecuatoriana, pero al llegar al río Coca, en vez de oro y canela, se encontraron con hambre y confusión, hasta el punto de que tuvieron que comerse sus propios perros y caballos. Orellana, mientras tanto, partió por su cuenta desde el Pacífico, ascendió hasta Quito y de allí marchó al encuentro de Gonzalo Pizarro. Cuando lo alcanzó, la situación de los españoles era tan desesperada que Pizarro mandó a Orellana en busca de comida con el bergantín San Pedro, un navío que habían construido los mismos expedicionarios al llegar al río Coca. Lo conminó asimismo a que regresara como máximo en quince días, sin rebasar la siguiente confluencia del Coca.
La zona citada coincidía con el río Canelo, hoy llamado Napo. Sobrevolando en una avioneta la actual villa de Francisco de Orellana, en el cantón ecuatoriano del mismo nombre, se puede apreciar la magnitud de la confluencia del Coca y el Napo. Este último, más ancho que cualquiera de los ríos españoles, es un tributario relativamente modesto de la cuenca amazónica. Pero la idea absurda de Gonzalo Pizarro era que Orellana consiguiese provisiones para un ejército de hambrientos y que además regresara desandando aquellos voraginosos caminos de agua.Orellana, en cambio, sabía bien que si se separaban sería para siempre, pues la corriente, de hasta diez kilómetros por hora, hacía imposible el retorno. Orellana intuyó además que de río en río podría salir al otro mar, el océano Atlántico. Más tarde sería tildado de traidor por haber abandonado a su suerte a Pizarro y sus hombres, y durante siglos se intentó minimizar su éxito: haber sido el primero en recorrer el Amazonas. Orellana plantó su campamento en territorio de un reino indígena conocido como Aparia, pensando que quizá Pizarro resolviese llegar por tierra hasta allí. Entretanto no perdió el tiempo y mantuvo con el cacique conversaciones que le proporcionaron una visión clara de la inmensidad amazónica. Por supuesto, no podía saber que se hallaba en una cuenca de siete millones de kilómetros cuadrados, ni que el caudal medio del Amazonas es de 157.000 metros cúbicos por segundo (el del Ebro es de 500). Pero sí tuvo clara la ocasión que se le presentaba. Mandó construir un segundo bergantín, el Victoria, haciendo clavos de cualquier herraje que tuvieran sus hombres, y a continuación les comunicó su decisión: seguirían adelante. El dominico fray Gaspar de Carvajal, natural de Trujillo como Orellana y que escribiría más tarde la crónica de la expedición, tomó partido por su paisano, argumentando que no podían volver al campamento de Gonzalo Pizarro a causa de la corriente y que no habían encontrado ni encontrarían tanta comida como para abastecer tamaña hueste. En ese momento Orellana dejó de ser lugarteniente de Pizarro, pues sus hombres lo legitimaron como jefe por votación. Los de Orellana eran seis decenas de españoles cautivados por el paisaje amazónico y sobre todo por el sueño que implicaba. Quién sabe si al final acabarían encontrando también canela, o incluso el vellocino de oro de los argonautas. De hecho, pronto creyeron hallar indicios de esto último: algunos indios llevaban patenas de oro sobre el pecho, y sus mujeres se adornaban con ajorcas y orejeras de un inconfundible color amarillo. Carvajal, siempre discreto, iba tomando notas de aquel viaje fabuloso siguiendo el flujo del río y del calendario litúrgico. El miércoles de Tiniebla y el Jueves Santo, escribió, ayunaron a la fuerza porque los indios de Ymara, capital del señorío de Aparia, no les llevaron de comer. He ahí otro elemento recurrente de su crónica: los expedicionarios dependían de que los indios les regalasen yuca o tortugas. Por fin pudieron darse un banquete en Pascua. El domingo de Cuasimodo, siguiente al de Resurrección, Carvajal lo aprovechó para predicar y alabó la «clemencia de espíritu» de Orellana. Explicaba, además, que los indios locales adoraban al Sol, dios al que llamaban Chise.Los de Orellana debían de andar aún entre el Napo y el Curiaray, y Pizarro no había dado señal alguna de vida. De forma que, aparejando el Victoria, y hecho el debido matalotaje o aprovisionamiento del nuevo barco y del bergantín San Pedro, los hombres de Orellana comieron con el cacique de Aparia, se despidieron de él y zarparon el 24 de abril.   La odisea amazónica de Orellana cubrió centenares de leguas de aguas zigzagueantes e ignotas.En algunos poblados, los indios les eran favorables y les daban huevos de tortuga para alimentarse, pero en otros les recibían a flechazos. Los viajeros pronto se vieron hostigados por canoas de indios vestidos con cueros de lagartos (caimanes), de manatíes (vacas marinas) y de dantas (tapires). Los indios se presentaban con gran griterío y estruendo de trompetas de palo. En una incursión en busca de comida, Maldonado y otros nueve soldados se dedicaron a coger tortugas, de las que capturaron casi mil, pero entonces dos mil indios, según Carvajal, les atacaron con furia y a Maldonado le atravesaron el brazo.
El 6 de mayo, un español derribó con un dardo un ave, si bien la nuez de la ballesta se cayó al agua. El marinero Contreras tiró un anzuelo y pescó un pez de cinco palmos que se había tragado la nuez de la ballesta. Como escribe Carvajal, «las ballestas nos dieron las vidas». El 12 de mayo llegaron aMachiparo, señorío de un cacique al mando de 50.000 hombres en una tierra confinante con la mítica Omagua, donde los nativos se aplanaban las frentes. Los españoles pasaban hambre porque los indios les impedían abordar las orillas del río para abastecerse. Cuando los dos bergantines llegaron al puerto de Oniguayal, a 340 leguas de Aparia, resolvieron tomar el poblado sito en una loma con sus arcabuces y ballestas. Al final se aprovisionaron de un bizcocho muy bueno, es decir, de pan de cazabe. Orellana tenía ya muy clara la importancia del río que les llevaba. Los afluentes eran descomunales, y el Marañón, en el punto en que recibe al Ucayali, se apareció a la imaginación de los españoles como uno de los cuatro ríos del Paraíso. El día de la Ascensión, los españoles afrontaron otro río con tres grandes islas, al que llamaron río de la Trinidad. No se detuvieron ahí, y en el siguiente pueblo se asombraron por la loza vidriada de los indios, que les pareció tan buena como la de Málaga, y por sus enormes ídolos tejidos de plumas. Las gentes tenían grandes orejas dilatadas, como los orejones del Cuzco. Y «siguieron caminando», que es como describía Carvajal a los españoles cuando iban remando y no se dejaban arrastrar por la corriente. En un pueblo que medía dos leguas de largo (unos nueve kilómetros), a Orellana le contaron que el rey de Paguana era rico en plata y poseía ovejas como las del Perú. Eso ratificaba la idea de que los indios de las sierras del Perú tenían dominio en tierras amazónicas y que, por tanto, allí podían encontrarse las míticas reservas de oro de los incas. Claro que Orellana no encontró oro ni vicuñas en el Amazonas, sino piñas, aguacates o guanas (tal vez guanábanas o guayabas). Según Carvajal, el río en aquella zona tenía tal anchura que había momentos en que no se divisaba la orilla opuesta. Tras Paguana, los españoles entraron en otra provincia y Orellana mandó once hombres en canoas a reconocer las islas del Cacao, cerca de Leticia, y a otras partes de la Aparia Mayor, el trapecio amazónico donde actualmente convergen tierras colombianas, peruanas y brasileñas. Orellana guardó un buen recuerdo de ese lugar, donde no les faltaron los huevos de tortuga para comer. El 3 de junio descubrieron un río de aguas como tinta, que Orellana bautizó precisamente como río Negro, nombre que ha perdurado hasta nuestros días. Durante veinte leguas los españoles de Orellana vieron que el color de las aguas del Negro no se diluía en el río Solimoes, nombre del Amazonas en esa parte de Brasil. A finales de junio, los españoles  se adentraron en el territorio de las amazonas. Se decía que los indios de aquella zona eran vasallos de un reino situado en el interior que estaba gobernado por mujeres, a las que proveían de plumas de guacamayos y papagayos. Es cierto que la mayor parte de cuanto rodeó el tema de las amazonas puede tildarse de mítico, si no de ensoñación o de adorno aventurero. Sin embargo, Carvajal aseguraba que al entrar en combate con los indios, esas mujeres guerreras «andaban delante de todos ellos como capitanas» y que los españoles mataron incluso a «siete u ocho» de ellas. El furor de los indígenas no decayó y los expedicionarios hubieron de escapar en sus navíos, acribillados de flechas hasta el punto de que parecían puercoespines. Durante las semanas siguientes, los españoles, al tiempo que debían seguir defendiéndose de los indígenas, pudieron ver «muy grandes provincias y poblaciones», hasta que empezaron a notar las mareas y el 6 de agosto llegaron a una playa, la primera del estuario del Amazonas. Por fin, el 26 de agosto salieron del río. Carvajal calculó que habían recorrido 1.800 leguas «antes más que menos», es decir, en torno a unos 7.500 kilómetros, un éxito indiscutible en una Amazonia virgen como la de 1542. Según se sabe por Gaspar de Carvajal la expedición fue atacada y estaba liderada por mujeres guerreras, en recuerdo a la mitología griega quedó ese nombre para el río. Construyeron un bergantín y continuaron por el río, siendo atacados numerosas veces. Llegaron al mar Caribe en septiembre terminando uno de los episodios más impresionantes de la historia en los descubrimientos de América. Embarcó hacia España pero al llegar al Portugal le ofrecieron volver bajo la bandera de Portugal. Realmente con el Tratado de Tordesillas aquella zona era objeto de litigio. Pero el emperador Carlos I bautiza las tierras como Nueva Andalucía. Orellana vuelve a América después de muchos problemas económicos. Ññega para la navidad de 1545. Parte de su tripulación mueren de hambre y otros son recibidos por indios que los acogen. Continuando con le expedición murieron algunos hombres y el propio Orellana, alcanzados con flechas envenenadas. Era noviembre de 1546. Unos 44 supervivientes fueron rescatados. Se asentaron en panamá, Perú y Chile.

viernes, 20 de enero de 2017

EL GENERAL SPINOLA

Todos conocemos “La rendición de Breda” o “Las lanzas”  un óleo sobre lienzo, pintado entre 1634 y 1635 por Velázquez. La toma de la ciudad de Breda fue la culminación de la carrera del general Spínola. Todo proviene lógicamente de la situación que Los Países Bajos liderados por Guillermo de Orange estaban inmersos en la guerra de los ochenta años o guerra de Flandes, en la que luchaban por independizarse de España. Pero ¿Quién era Spínola? Ambrosio Spínola Doria, nació en 1569 miembro de una poderosa familia genovesa, que por entonces era una República que había tomado Carlos I el emperador. Fue un general al servicio de la Monarquía Hispánica, honrado además como caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Es recordado como uno de los últimos grandes jefes militares de la Edad de Oro española. Spínola enroló mil hombres para operaciones militares terrestres con su hermano Federico que se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. Todo esto arriesgando la totalidad de la fortuna de la familia. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses en 1603. Ambrosio Spínola recorrió con su ejército una larga distancia hasta llegar a Flandes en 1602 
Las ruinas de la plaza de Ostende cayeron en sus manos en septiembre de 1604. La hija de Felipe II, Clara Eugenia, soberana de los Países Bajos, se sintió muy complacida con este éxito. En 1606 regresó a España, siendo recibido con grandes honores. Se le confió asegurar la gobernación de Flandes, y aquí es donde le obligaron a entregar en garantía la totalidad de su fortuna para avalar los gastos de la guerra antes de conseguir los fondos por otros medios. La saliva se convirtió en hiel. Spínola consiguió la pasta. Y allá que fue. Fundamentalmente se trataba de sitiar. La ciudad de Breda estaba defendida por Justino de Nassau. El cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar. Según la documentación algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de “observadores” para conocer la táctica del gran Spínola. “Esto es para alquilar balcones” decían.
Las crónicas cuentan que la defensa de Breda llegó a ser heroica, pero tuvo que rendirse. Justino de Nassau capituló el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación honrosa que el ejército español reconoció como tal, admirando en su enemigo la valentía de los asediados. Cosas de entonces, donde se premiaba el honor y la valentía. Se permitió que salieran formados en orden militar, con sus banderas al frente. Los generales españoles dieron la orden de que los vencidos fueran rigurosamente respetados y tratados con dignidad. El general Spínola esperaba fuera de las fortificaciones al general holandés Nassau. La entrevista fue un acto de cortesía, y el enemigo fue tratado con caballerosidad, sin humillación. Este es el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro. Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante, que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse. Antes no se pitaba al himno. Se respetaba el honor. En este sentido, es una ruptura con la tradicional representación del héroe militar, que solía representarse erguido sobre el derrotado, humillándolo. Igualmente se aleja del hieratismo que dominaban los cuadros de batallas. Sin embargo, la parálisis del gobierno de España, la necesidad acuciante de dinero y el nuevo favorito, el conde-Duque de Olivares, cabrón como el que más, celoso del general, permitieron a los holandeses recuperarse. Spínola no pudo evitar que Federico Enrique de Nassau ocupase Groll, una buena avanzadilla hacia Breda. En Madrid tuvo que sufrir las insolencias de Olivares, que se esforzaba al máximo en hacerle responsable de la pérdida de Groll. Spínola que estaba poco apoyado por la pérfida Clara Eugenia, decidió no regresar a Flandes. Como compensación no se les ocurrió otra cosa a esa panda de cabrones que nunca se le restituyera el dinero, por lo que quedó completamente arruinado. El gobierno español comenzó entonces a recurrir a excusas para mantenerlo lejos de España. Cuando estalló la guerra de Sucesión de Mantua, el gobierno de España nombró a Spínola gobernador del Milanesado. Desembarcó en Génova en septiembre de 1629. En Italia sufrió otra vez los efectos de la enemistad de Olivares, quien provocó que se le privase de sus poderes como plenipotenciario. La salud de Spínola se derrumbó, y habiendo sido objeto de expropiación de su dinero, escatimado la compensación que había reclamado para sus hijos y dejado caer en desgracia en presencia del enemigo. Murió el 25 de septiembre de 1630 luchando durante el sitio de la ciudad de Casale. Como tantas veces el peor enemigo de España, es un español.

miércoles, 18 de enero de 2017

FINALES DEL XVI Y PARTE DEL XVII

No se pondría el sol, pero las dos bancarrotas sufridas en tiempos de Felipe II no nos las quitó nadie. Y es difícil de entender que una nación poderosa, con las enormes riquezas que venían de América fuese tan deficitaria. Los Austrias defendieron la religión católica como nadie lo ha hecho en la historia. Y el precio fue altísimo. Desangrados por las guerras exteriores además, en vez de promocionar la industria, incrementar las ventas, pues el oro y la plata americanos nos hicieron perezosos e improductivos; o sea, soldados, frailes y pícaros antes que trabajadores, sin que a cambio creásemos en el Nuevo Mundo, como hicieron los anglosajones en el norte, un sistema social y económico estable, moderno, con vistas al futuro. Aquel chorro de dinero nos lo gastamos, como de costumbre, en vino y putas o su equivalente. Pensemos que la novela picaresca surgió en esas fechas, y con ser producto del siglo de oro, realmente era una crítica por un lado de las instituciones degradadas de la España imperial y por otro de las narraciones idealizadoras del Renacimiento. Fue una respuesta a las novelas heroicas mostrando la puta realidad del pueblo. El sórdido vivir de la gente sin clase, los miserables desheredados, los falsos o aprovechados religiosos y los conversos marginados. Por otro lado estaban los caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad, observada por encima de sus cuellos engolados. La gente joven se piraba, como siempre, buscando oportunidades en donde sea, los Tercios o el Nuevo Mundo. Ahogados por la hidalguía corrupta y por el agua bendita, se anulaban las posibilidades de mejorar, y se buscaban la vida como sea.
La corrupción consentida o fomentada por burgueses, con un fisco que estrangulaba al que realmente trabajaba mientras dejaban libres de impuestos al noble o al eclesiástico. Pero el agricultor, el ganadero, el indio, medio esclavizado y analfabeto, el artesano, el comerciante y en fin todos aquellos que ponían el hombro de verdad son los que sostenían a duras penas a una enorme pléyade de holgazanes que iban arrastrando sus sables por los empedrados o las sotanas por las iglesias, dando además consejos de buen cristiano, de piedad y sacrificio. Con el pretexto que su bisabuelo había estado en la Guerra de Granada o en donde cojones sea y es así como el trabajo serio y honrado del día a día, cobró mala fama, era de gente sin preparación. Para colmo ha llegado hasta nuestros días porque los padres, madres y chavales prefieren estudiar “Dirección de Empresas” que acudir a la Formación Profesional. De esta forma es como la golfería nacional, el oportunismo y la desvergüenza, se convirtieron en señas de identidad; hasta el punto de que fue el pícaro, quien acabo como protagonista de la literatura en vez de serlo el valiente, digno u honrado. Por lo que el modelo a leer y a imitar, dando nombre al más brillante género literario español de todos los tiempos: la picaresca. Lázaro de Tormes, Celestina, El Buscón, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, fueron nuestras principales encarnaduras literarias. El único hidalgo noble de corazón que voló por encima de todos ellos resultó ser un hidalgo apaleado y loco. Sin embargo, precisamente en materia de letras, los españoles dimos entonces nuestros mejores frutos. Nunca hubo otra nación, salvo Francia un siglo después, con semejante concentración de escritores, prosistas y poetas inmensos. Aquella España alumbró genios como Góngora, Sor Juana, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón, Lope, Quevedo, Cervantes y el resto. Imagina amigo, que en las calles de Madrid se cruzaban Lope con Gongora, Cervantes con Quevedo. Para morirse de orgullo.
Casi todos se envidiaron y odiaron a la vez que admiraron. Se dedicaron sonetos y versos varios. Sátiras de impresionante valor y belleza. Si todos ellos hubieran escrito en Londres o París serían hoy clásicos universales, y sus huellas seguirían buscándose como ejemplo. Habría monumentos en cada ciudad, y se les rendiría el honor justo a su genio. Ahora viven en el mismo barrio, llamado el “de las letras”, una zona vieja como injusto homenaje a aquellos genios. Construyeron un monumento impresionante para que ahora lo tengamos como nuestro y de aquél que lo quiera ver un legado que usamos unos 550 millones de hispanohablantes. Pero somos como somos y si no se lo creen por la otra costa del charco, pueden buscar por internet el puto barrio donde vivieron estos tíos, Lope, Calderón, Quevedo, Góngora y Cervantes, entre otros. Busquen allí monumentos, placas, museos, librerías, bibliotecas. Nada, la mejor avenida de Madrid se llama Paseo de la Castellana, en vez de Paseo de Miguel de Cervantes Saavedra. Seguro, que don Quijote, esto lo arreglaba en un plis, plás, y además le entendíamos. Pero ahora ya estamos con Felipe III. “El Piadoso” era gato, es decir que madrileño, nació en Madrid, el día que más adelante se proclamaría la II República Española, es decir un 14 de abril, pero de 1578, y murió un 31 de marzo de 1621, fue rey de España y de Portugal desde el 13 de septiembre de 1598 hasta su muerte. Hijo de Felipe II y de Ana de Austria, se casó con Margarita de Austria-Estiria. Era aficionado al teatro, a la pintura y, sobre todo, a la caza, delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el duque de Lerma, que terminó siendo el primer corrupto absoluto de España. El poder del duque de Lerma fue inmenso, consiguió controlar el reino y tomar él solo todas las decisiones políticas entre 1599 y 1618. Fue sustituido por el duque de Uceda, al que limitó las funciones. Durante su reinado España incorporó algunos territorios en el norte de África y en Italia y alcanzó niveles de esplendor cultural. La pax hispánica se debió a la enorme expansión del Imperio y a los años de paz que se dieron en Europa de comienzos del siglo XVII, que permitieron que España ejerciera su hegemonía sin guerras. Y de momento, la inmensa máquina militar y diplomática española seguía teniendo al mundo agarrado por las pelotas, había pocas guerras y el dinero fácil de América seguía entrando y malgastándose. Llegaba el oro y se iba como el agua, sin cuajar en cosa tangible real ni futura.
La monarquía, fiando en las flotas de América, se entrampaba con banqueros genoveses que nos sacaban el tuétano. Ingleses, franceses y holandeses, enemigos como eran, nos vendían todo aquello que éramos incapaces de fabricar aquí, llevándose lo que los indios esclavizados en América sacaban de las minas y nuestros galeones traían esquivando temporales y piratas cabrones. Crear industrias, investigar, avances tecnológicos realmente como que no. A la Inquisición esos cambios le daban alergia. El comercio americano era monopolizado por Castilla a través de Sevilla, y el resto de España a verlas venir. Para Felipe III los hechos más importantes se produjeron en 1609 con la firma de la tregua con los Países Bajos y la expulsión de los moriscos. El Duque era partidario de dejar las cosas como estaban pero la oposición, que mantenía sustanciosos negocios con comerciantes moriscos, terminó cuando el Rey prometió compensaciones económicas para los nobles que pudieran verse afectados por una eventual deportación masiva. Así que el pillo del duque pasó de defensor a impulsor del plan. Pero la cosa no quedó ahí, la corrupción era enorme y hubo una investigación que dejó a todos con el culo al aire. Empezaron a caer culpables e implicados, entre otros el valido del duque, don Rodrigo Calderón de Aranda, que fue ejecutado en la plaza Mayor de Madrid en 1621. No se manifestaron como el 15M, pero casi, y se desencadena una indignación con la consiguiente presión en contra del régimen, pero, hete aquí, que el duque que era malo malote, consigue mediante una estratagema propia de un arlequín, salvar su vida, solicita de Roma y consigue ser cardenal en 1618. La diplomacia española funcionaba sobornando a “tuti le cuanti”, desde ministros extranjeros hasta el papa de Roma. Fondo de reptiles, que se llama, donde los más rápidos para los recados no tuvieron más remedio que forrarse, el primero en mismo duque de Lerma, tan incompetente y cabrón que luego, al jubilarse, se hizo cardenal, claro, para evitar que lo juzgaran y ahorcaran por sinvergüenza. Al mismo tiempo que el rey le da permiso para retirarse a sus propiedades de la ciudad de Lerma. Murió en Valladolid en 1625, retirado de la vida pública. Corrió por Madrid una copla que decía: «Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de colorado».
La corte de Felipe III se trasladó dos veces, de Madrid a Valladolid y de vuelta a Madrid, según los sobornos que Lerma recibió de los comerciantes locales, que pretendían dar lustre a sus respectivas ciudades. Un país lleno de nobles, hidalgos, monjas y frailes improductivos, donde al que de verdad trabajaba lo molían a impuestos, Hacienda ingresaba la ridícula cantidad de diez millones de ducados anuales; pero la mitad era para mantener el ejército, y la deuda del Estado con banqueros y proveedores extranjeros alcanzaba la cifra de setenta millones de castañas. Después de la caída de Granada, los moros vencidos se habían ido a las Alpujarras, donde se les prometió respetar su religión y costumbres. Pero ya se lo pueden ustedes imaginar: al final se impuso el bautizo y el tocino por las bravas. Poco a poco les apretaron las tuercas, y como buena parte conservaba en secreto su antigua fe mahometana, la Inquisición acabó entrando a saco. Desesperados, los moriscos se habían sublevado en 1568, en una nueva y cruel guerra civil hispánica donde corrió sangre a chorros, y pese al apoyo de los turcos, e incluso de Francia los rebeldes y los que pasaban por allí, como suele ocurrir, se las llevaron todas juntas. Sin embargo, como eran magníficos agricultores, hábiles artesanos, gente laboriosa, imaginativa y frugal, crearon riqueza donde fueron. Eso, claro, los hizo envidiados y odiados por el pueblo bajo. Y al fin, con el pretexto de su connivencia con los piratas berberiscos, Felipe III decretó la expulsión. En 1609, con una orden inscrita por mérito propio en nuestros abultados anales de la infamia, se los embarcó rumbo a África, vejados y saqueados por el camino. Con la pérdida de esa importante fuerza productiva, el desastre económico fue demoledor, sobre todo en Aragón y Levante. El daño duró siglos, y en algunos casos no se reparó jamás. En el momento de la expulsión un 33% de los habitantes de Valencia eran moriscos. Desde la perspectiva económica se trató de un duro golpe para muchas regiones españolas, pues no constituían nobles, hidalgos, ni soldados, supuso una merma en la recaudación de impuestos, y para las zonas más afectadas (se estima que en el momento de la expulsión un 33% de los habitantes del Reino de Valencia eran moriscos) tuvo unos efectos despobladores que duraron décadas y causaron un vacío importante en el artesanado, producción de telas, comercio y trabajadores del campo. Si bien los perjuicios económicos en Castilla no fueron evidentes a corto plazo, la despoblación agravó la crisis demográfica de este reino que se mostraba incapaz de generar la población requerida para explotar el Nuevo Mundo y para integrar los ejércitos de los Habsburgo, donde los castellanos conformaban su élite militar. Los moriscos, por otra parte, no se disolvieron en el mar y aquellos que sobrevivieron a los episodios de violencia que acompañaron su expulsión terminaron dispersados por el norte de África, en Turquía, y otros países musulmanes. Muchos campesinos moriscos se vieron obligados, entonces, a convertirse en piratas berberiscos que usaron sus conocimientos de las costas mediterráneas para perpetrar durante más de un siglo ataques contra España. Felipe III pudo ver el cénit de España ya que alcanzó su máxima extensión territorial y consiguió un papel fundamental en los conflictos militares de gran envergadura. Felipe III. Retrato de 1617 por Pedro Antonio Vidal. Museo del Prado, Madrid

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...