sábado, 26 de diciembre de 2020

67.- ESPAÑA SIGLO XVI - (3)

El pueblo consideraba a Carlos de Habsburgo como extranjero, y sentía cariño por su hermano, Fernando, que se había criado junto a su abuelo Fernando el Católico, y que tenía partidarios que deseaban coronarle. Una situación no desconocida para los flamencos, que se hicieron rápidamente con todos los puestos de confianza, haciéndose con los caudales del reino para financiar los Países Bajos. Huyendo del ambiente hostil que se había creado en Santiago de Compostela, las Cortes de Galicia fueron trasladadas a la Coruña donde Carlos presentó su ambicioso proyecto imperial, aumentando el descontento de sus súbditos. El 9 de febrero de 1518, las Cortes de Castilla reunidas en Valladolid, juraron como rey a Carlos junto con su madre Juana y Carlos juró respeto a las leyes castellanas y consiguió un crédito de 600.000 ducados. Chievres, decidió enviar al hermano don Fernando a Bruselas para detener sus posibilidades. El ambiente estaba encendido y se realizaron una serie de exigencias al rey, el respeto a las leyes de Castilla, el inmediato despido de los extranjeros que tuviera a su servicio, el aprendizaje del castellano y la ubicación de castellanos en los cargos más importantes. En las Cortes Aragonesas pasaba algo parecido, existía un amplio grupo que quería nombrar príncipe-heredero a Fernando. Tras meses de duros debates, las Cortes reconocieron a Carlos como rey y le otorgaron un empréstito de 200.000 ducados. Durante las Cortes de Barcelona se conoció la noticia de la muerte del Emperador Maximiliano acaecida en enero de 1519, y la presentación de candidaturas al trono imperial, que era electivo. A partir de ese momento centraron los esfuerzos Carlos y sus acompañantes, con el señor de Chiévres a la cabeza, en recaudar el dinero necesario para la compra de los votos de los electores.
---CORTES DE CASTILLA -- Castilla, al considerar que los gastos de Carlos aumentarían considerablemente se extendió las protestas desde Toledo y se exigió que no se marchara del país. Pero, como dijimos en las cortes de La Coruña finalmente se concedió el ansiado subsidio con el que Carlos se trasladaba al Imperio Germánico. No fue fácil, ni gratis. Los candidatos eran el rey Federico III de Sajonia, Francisco I de Francia y Carlos de Habsburgo. Federico rechazó el ofrecimiento y Francisco quería ser representado por un hombre de su confianza, dado que él debía atender sus obligaciones como rey. Durante el mes de enero de 1519 los electores del Sacro Imperio Romano Germánico debían votar. Francisco I de Francia gobernaba uno de los países más ricos y poderosos de Europa y Carlos I había comenzado a demostrar grandes dotes de gobernante, además era un Habsburgo y tenía de su lado a los poderosos banqueros de Europa, los Fugger, que estaban interesados en ayudar a Carlos dado las inmensas posibilidades que les ofrecía el nuevo continente y la constante entrada de oro y plata que suponía la conquista del Imperio azteca por Cortés para la Corona. La defensa de Carlos por la fe católica era innegable.
-SEÑOR DE CHIEVRES- Cuando Carlos fue elegido, en junio de 1519, como rey de Romanos y después Emperador del Sacro Imperio Romano, despertó definitivamente la envidia y animadversión del franchute pues quedaba aislado por el norte y por el sur. El pontífice acabó por inclinarse por Carlos, Bien es cierto que “La Dieta”, así llamada la reunión de principales que decidían, conjuntamente con el papa, algunos de ellos fueron generosamente recompensados. Algo que no era ilegal ni anormal en aquellos tiempos. Carlos se valió de la ayuda de los Fugger, banqueros alemanes que estaban en todas las salsas donde había oportunidad de negocio. Por este apoyo consiguieron importantes concesiones y privilegios que los enriquecieron aún más, y ejercer una importante influencia en Europa. Antes de su marcha la inminente coronación de Carlos como emperador, Caros nombra a Adriano de Utrech como regente y esto colma la paciencia. Los castellanos entendían que el nuevo rey sacrificaría la hegemonía castellana por una política imperial y dinástica. Carlos antes de partir asoció al nuevo al gobierno del regente Adriano de Utrech, al Almirante de Castilla y al Condestable de Castilla, asegurándose con ello el apoyo de la alta nobleza. En 1520 se vuelven a reunir las Cortes castellanas en Santiago: el emperador quiere obtener de ellas un nuevo impuesto. Carlos se marcha sin conseguirlo y para entonces ya habían empezado las revueltas. Sería coronado Rey de Romanos en octubre de 1520, condición para poder ser proclamado Emperador. Posee Carlos una idea de estados unidos por la religión cristiana. Por ello se le considera el primer impulsor de la Unión Europea.
-
------ESCUDO DE EMPERADOR --- Dos hechos importantes se sucederán en España, la revuelta de las Comunidades en Castilla y la rebelión de las Germanías en Valencia, movimiento revolucionario que se desarrolla en Castilla entre el año 1520 a 1522. No obstante la revuelta popular en Mallorca y Valencia, llamada de las Germanías y la rebelión de las Comunidades de Castilla, son la continuación y culminación de una agitación popular que se venía arrastrando desde el siglo anterior. La causa, el intento de imponer el absolutismo y centralismo de Castilla. Ya lo Reyes Católicos habían sentado las bases para ello aprovechando los enfrentamientos entre la nobleza y la oligarquía para reforzar su poder

66.- ESPAÑA SIGLO XVI - (2)

La coronación de Carlomagno como emperador de los romanos en 800 constituyó el ejemplo que siguieron los posteriores reyes, y fue la actuación de Carlomagno defendiendo al papa frente a la rebelión de los habitantes de Roma, lo que inició la noción del emperador como protector de la iglesia. Carlomagno murió en el 813, y dividió el territorio en marcas, condados y ducados. El Imperio de Carlomagno estaba ubicado a través de toda Europa Occidental, pero su núcleo se encontraba en la actual Francia. Tras su partición por el Tratado de Verdún en 843, desaparece este Imperio y sería sustituido un siglo después por el Reino de Francia en su parte oeste, y por el Sacro Imperio Romano Germánico en el este. Carlos IV de Alemania era realmente rey de los romanos, emperador por tanto. Y Carlos V, (Carlos I de España), exactamente igual, no se podía ser Emperador sin ser rey de romanos..
-------------CARLOMAGNO ---- En el año 1500 nació en Gantes Carlos de Habsburgo. Sus padres eran Felipe de Habsburgo, conocido como El Hermoso, archiduque de Austria, y doña Juana de Castilla, heredera de la corona castellana y transmisora de la aragonesa. Sus abuelos maternos eran nada menos que los Reyes Católicos y los paternos el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano I de Habsburgo y doña María de Borgoña. Este niño sería heredero de todos ellos al ser el primogénito, Tomó la religión católica como el instrumento unificador. Su tía Margarita, hermana de Felipe el Hermoso, se encargó de su educación, para que sea educado a la manera castellana. Guillermo de Croy, señor de Chievres, hombre de gran codicia que se ganó la confianza del príncipe, lo que le convertirá en un hombre de estado. Un 19 de setiembre de 1517, el joven príncipe Carlos de Habsburgo, que llegaría a ser Carlos I de España y el V titular del Sacro Imperio Romano Germano, el emperador, el hombre más poderoso de la tierra en aquella época, desembarcó en Tazones, pueblo de Asturias, con su corte. Cuarenta barcos de la escuadra traían al joven príncipe Carlos, de diecisiete años, Y se encontraron ante la costa de Tazones, en Asturias donde pisó tierra española procedente de Flandes por primera vez. Un error en el rumbo según relata Laurent Vital, el cronista flamenco que viajaba con el rey. Decidieron desembarcar dadas las malas condiciones del tiempo. Desde allí se dirigió a Villaviciosa. Dos meses después, en Tordesillas visitó el 4 de noviembre a su madre, la reina Juana I, que se encontraba allí recluida, y el lugarteniente Chièvres obtuvo de la reina Juana el acta por el que reconocía a su hijo Carlos que gobernara en su nombre, dando legitimidad a la toma de poder de Carlos. Luego ya Valladolid, recibió la noticia del fallecimiento del cardenal Cisneros, con el que debía haberse encontrado, pero con la muerte del fiel cardenal, su camino a la corona de Castilla quedaba expedito.
------------CARLOS I DE JOVEN--- Realmente cuando llegó, Carlos era poco más que un adolescente abúlico y bastante indeciso, y en las tareas de gobierno se dejaba por lo extranjeros que le acompañaban, la mayoría flamencos. Ya hemos visto que Guillermo de Croy, señor de Chièvres, negoció y obtuvo con Juana I de Castilla la gobernación del reino en favor de Carlos. La comunicación con las Cortes de Valladolid, Zaragoza y Barcelona era prácticamente nula, dado a que el rey no hablaba castellano ni ninguna de las lenguas de la península, todas las comunicaciones pasaban por extranjeros. Esto fue aprovechado descaradamente por algunos para colocarse en buenas posiciones en cargos públicos. Actuaban los flamencos y alemanes como si España se tratara de tierra conquistada. Actos de prepotencia que sumados a los atropellos que realizaban con despótica altanería, sembraron el descontento entre los castellanos. Tenemos que saber que para los Habsburgo ser el rey era ser el propietario de los territorios del reino, y disponía a placer, era hereditario y eso era así desde siempre. Mientras que en España las cosas eran diferentes. Por extraño que parezca ya en la edad media los reyes estaban rindiendo cuenta a las Cortes de cada reino, que estaba formada por nobles y burgueses y el alto clero. Y eran los que aportaban dinero según las necesidades del reino. El rey debía cuidar de que se cumplieran las leyes, proteger los territorios y buscar ayuda en caso de luchas contra enemigos, musulmanes o cristianos, así como también ampliar los dominios. Por lo que en las Cortes de Castilla, Carlos I no tenía las cosas fáciles y todo esto era algo que el gran cardenal Cisneros quería detallar al nuevo rey en entrevista personal, cosa que los nobles de la comitiva real evitaron y Cisneros murió poco antes de la pactada entrevista. Eso en 1517.
--------
-------RECREACIONES DE LA LLEGADA DE CARLOS--------- Más adelante en Castilla se había formado un importante bando a favor del príncipe Fernando, hermano menor del Carlos. Fernando había nacido en Alcalá de Henares y fue criado por su abuelo, Fernando el católico, a la manera de las tradiciones y costumbre de España. A esta situación se añade el desprecio de Chievres hacia los españoles, el reparto de favores y el nombramiento de borgoñones para los cargos de control del poder, así como las fuertes sumas de dinero embarcadas por Chievres hacia los Países Bajos. El 9 de febrero de 1518, convocadas por el rey las Cortes de Castilla en Valladolid, acuciado como estaba por la necesidad de dinero. La reunión de las Cortes habían sido pospuestas por los extranjeros allegados a Carlos con objeto de que los castellanos no se quejaran al rey de sus problemas y le impusieran exigencias. Pero durante las Cortes pidieron que el rey residiera en España, igual que su hermano Fernando, que se le diera tratamiento de reina a su madre, doña Juana, que mientras ella viviese no ostentase él, el título de rey. Y que aprendiese pronto a hablar castellano. Los castellanos pidieron que cesara la venta de cargos, que eran entregados como si de garbanzos se tratara, y también la salida de España del oro y la plata. Carlos aceptó todas las peticiones a cambio de conseguir los fondos solicitados. Así las Cortes juraron obediencia y Carlos respeto a las condiciones y costumbres castellanas. En mayo de 1518 juró respeto a los fueros aragoneses con peticiones similares a las castellanas, obteniendo la misma cantidad pecuniaria que la de Castilla. En febrero del año siguiente fue recibido con todos los honores por la Generalidad catalana y aunque tenía previsto acudir a Valencia no pudo hacerlo. Durante las Cortes de Barcelona se conoció la noticia de la muerte del Emperador Maximiliano acaecida en enero de 1519, y la presentación de candidaturas al trono imperial, que era electivo. A partir de ese momento centraron los esfuerzos Carlos y sus acompañantes, con el señor de Chiévres a la cabeza, en recaudar el dinero necesario para la compra de los votos de los electores.

martes, 22 de diciembre de 2020

65.- ESPAÑA SIGLO XVI - (1)

En 1516 había muerto Fernando el católico, Isabel lo había hecho en 1504 y Felipe e hermoso en 1506. Quedaba Juana I de Castilla, como heredera de las coronas. Pero enferma de sufrimientos y encerrada durante años, no estaba en condiciones de regir y mucho menos de gobernar todo el Imperio Español que heredaba. Entramos en otro periodo de la historia de España y también de Europa. El tercer período de la historia de la humanidad, es decir el que sigue a la Edad Media se ha dado en llamar la Edad Moderna. Para algunos la fecha fundamental del cambio de era fue el Descubrimiento de todo un continente hasta entonces desconocido en 1492. Se coincide en el siglo XVI con el momento de máximo prestigio internacional de España como nación, el momento que ha alcanzado la máxima extensión territorial y asimismo el periodo de mayor poder económico que jamás hasta entonces había conocido el país. Capitanes y diplomáticos, mercaderes y obispos españoles cumplen la labor de difundir una cierta idea de España en los lugares más distantes. Es por esto que en el exterior, mucho más que en la propia península se comienza a hablar de España como de un Estado unificado y homogéneo, y no como una reunión más o menos azarosa de diversos reinos y territorios, como lo fue en el siglo anterior. Esa España moderna se sostiene casi exclusivamente extrayendo recursos humanos y financieros de las entrañas de Castilla y de la explotación de los territorios americanos. Sería posible decir que Enrique IV de Castilla y Juan II de Aragón y Alfonso V de Portugal fueron los últimos reyes medievales de la península. Y sus sucesores, los reyes católicos, los que reinaron a caballo entre ambas edades, e incluso más aún, han sido protagonistas del desarrollo de este proceso.
Como sabemos en 1492, bendito año, se había terminado de conquistar al reino nazarí de Granada, con lo cual todo el territorio peninsular era cristiano, heredado como tal de los romanos, mil años antes. También se había descubierto un continente, aunque todavía no se sabía que esta era así. Los Reyes Católicos nunca fueron conscientes de la envergadura del Descubrimiento. Su participación en el proyecto fue muy limitada. El dominio español se limitada a varias islas periféricas. La herencia dejada fue complicada, por la enajenación de la hija heredera, la reina Juana que fue regentada en dos ocasiones por el cardenal Cisneros, hasta la muerte de Fernando, cuando llegó Carlos de Habsburgo la cuestión se dilucidó. Bien, pues dejamos ya al siglo XV empezamos a centrarnos en el XVI y siguientes. Cuando muere en 1516 Fernando el Católico, dejando vacante la corona de Aragón, y la corona castellana en manos de doña Juana, recluida en Tordesillas debido a su enajenación mental, convertía a su hijo Carlos en gobernador del reino de Castilla aunque en realidad todo el poder quedaba en sus manos. La llegada de Carlos de Habsburgo supuso el principio de un nuevo poder imperial en Europa. A la suma de las herencias continentales de los Habsburgo y la monarquía española, se añadieron las conquistas en América, que arriesgados capitanes españoles iban agregando con mucho sacrificio y valentía. En el siglo XVI, los dominios españoles habían alcanzado la mayor extensión territorial de su historia. Los romanos, el mayor Imperio hasta entonces conocido habían dominado unos 3,5 millones de kilómetros cuadrados. El Imperio Español llegó a tener alrededor de los 20 millones de kilómetros cuadrados, entendiendo que los territorios se les consideraba tierra española, no colonias, como lo hicieron otras potencias. Es por esto que en el exterior, mucho más que en la península, se habla de España como un Estado unificado y homogéneo, y no como una reunión más o menos azarosa de diversos reinos y territorios.
RECREACIONES DE LA LLEGADA DE CARLOS I ---
El mantenimiento del Imperio sería la razón de ser de toda la gestión del monarca austríaco y sus sucesores. España se consolidaría su importancia al ponerse como protector máximo de la religión cristiana y cercano al papa. Los Habsburgo ocupaban el trono Imperial de Austria desde 1279. Ya Maximiliano I consiguió el Franco Condado y los Países Bajos. A esto suma su hijo Felipe el hermoso, tras su boda con Juana de Castilla, el imperio español. Murió pronto Felipe y heredó Carlos I de España el Imperio en 1517, con su madre Juana I que no participó en el gobierno. A partir de entonces pasarían doscientos años de la casa de Austria en España, sumando unos cambios impensables para los tiempos de los RR CC. “A ellos les debemos todo” sentenció una vez Felipe II, al hablar de Isabel y Fernando. Y no le faltaba razón, porque dejaron una sólida base. Unos fundamentos de unidad y religión cristiana de marcado acento español. Y también con el centralismo, una monarquía absolutista, como es lógico en ese tiempo. Pero a Carlos, al principio parte de la nobleza desconfiaba de él, por ser extranjero, no hablar castellano y venir rodeado de personajes con las intenciones de poder y riqueza por bandera, y sobre todo porque Carlos tenía diecisiete años y era aún influenciable. Sin embargo este descontento popular, por más extremado que fuera, como las revueltas castellanas y las de Valencia y Mallorca, que más adelante contaremos, debe entenderse como un estado de rebelión y agitación que entre el pueblo llano venía arrastrándose desde el siglo anterior. Una de las causas era el intento de imponer el poder absoluto en Castilla para todo el país. Una pretensión que no era nueva, los Reyes Católicos ya habían sentado las bases para su imposición cuando aprovecharon los enfrentamientos entre la nobleza y las oligarquías locales para reforzar su poder. Castilla contaba ya con un poder real centralizado que representó el eje de la monarquía sobre el que Carlos se apoyó para aclimatarse a un país que lo acogió y secundó en sus empresas. Bien es cierto que al principio, hubo problemas, como hemos contado, las revueltas castellanas y las de las germanías, con hechos sangrientos. Pero supo el monarca imponerse y tomar a España como su tierra, como el propósito primero de su vida política y militar. Profundamente religioso fue un paladín de la fe católica y le tocó lidiar con las luchas con los reformistas. Por entonces llegó Martín Lutero, nacido en lo que hoy es Alemania en noviembre de 1483 y murió en febrero de 1546. Lutero en sus “95 Tesis” del 31 de octubre de 1517 que fueron clavadas en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg (Sajonia) se condenaba la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica. En sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa. Pero hablaremos un poco de Carlos en el siguiente capítulo.

domingo, 20 de diciembre de 2020

64.- CORONA DE CASTILLA Y ARAGÓN (27)

ULTIMOS AÑOS DE FERNANDO ----- En 1504 había muerto Isabel y en 1506 vinieron a España su hija Juana y su yerno Felipe el Hermoso. Se firmó un acuerdo en el que Fernando se retiraba a Aragón y los esposos eran los reyes de Castilla y León. Pero a los tres meses de esto muere imprevistamente Felipe, sumiendo a Juana en un profundo dolor que venía a agravar su salud mental. Fernando nombró al Cardenal Cisneros Presidente del Consejo de Regencia de Castilla y lo fue entre 1506 y 1507. En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria. Por entonces su hija Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba embarazada, daba ya muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir diariamente el féretro que contenía el cadáver. Poco después, el 20 de diciembre, la soberana comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe el Hermoso a la ciudad de Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península.
A pesar de todas las presiones que recibió para que desistiera, Juana, obsesionada con la idea de que alguien pudiera robar el cuerpo de su difunto marido, no cejó en su propósito. Antes de partir, en la cartuja de Burgos, la reina ordenó que se abriera el ataúd y se expusiera públicamente el cadáver, obligando a todos los presentes a que contemplasen al yacente, quien aparecía envuelto en vendajes impregnados en ungüentos y embadurnado por completo en cal para evitar su descomposición, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de Anglería, testigo presencial de la dramática escena. Cerrado el féretro, se acomodó en una carreta tirada por cuatro caballos y el lúgubre cortejo comenzó su marcha. Juana y su cortejo no avanzaron demasiado. Al llegar a la cercana villa de Torquemada, la reina debió detenerse, entre otras cosas debido a las molestias provocadas por el embarazo de la que iba a ser su hija Catalina. En Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por el carro con el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no vaciló y, para evitar que la nobleza castellana la influenciara, (cosa que más adelante intentaron) hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, hasta su muerte en 1555. Murió siendo reina de Castilla. Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como Canciller Mayor de Castilla. Hombre eminente, muy valioso y honesto. Para Fernando, había llegado el momento de la venganza contra aquellos que lo habían traicionado apenas un año antes, cuando muchos de sus servidores se pasaron al bando de Felipe el Hermoso nada más llegar éste a Castilla. Para ello el Rey Católico no dudó en valerse de la Inquisición. Así, permitió que el inquisidor Lucero, el Tenebrario, instalado en Córdoba, asolara media Andalucía encarcelando a judeo-conversos, muchos de ellos antiguos servidores de la Corona, de los que buena parte ardieron vivos en las hogueras encendidas por el tribunal de la fe. Conviene recordar que los conversos españoles vieron en la llegada de Felipe el hermoso una oportunidad de oro para eliminar la Inquisición, o cuando menos para recortar parte de sus atribuciones.
La empresa americana después de la muere de Isabel fue otro de los trabajos y preocupaciones de Fernando. Ya la Reina Isabel había promulgado decretos para la protección de los indios frente a los posibles (y ciertos) abusos de los colonizadores. Determinó que los indios seguirían siendo propietarios de sus tierras y prohibió expresamente la esclavitud. En 1503, los Reyes Católicos fomentaron los matrimonios mixtos. Pero la situación estuvo llena de irregularidades y vacíos jurídicos. El matrimonio también era una herramienta para la conversión de los indios. Fue la importancia de regularizar tales uniones lo que llevó al rey Fernando el Católico a aprobar la ley de 1514 que sería en una de las principales características de la experiencia colonial española: el mestizaje. La cédula de Fernando sirvió para llenar un vacío legislativo referente a la condición legal de los indios, asegurando la absoluta legitimidad e igualdad de la descendencia que surgiera de los matrimonios mixtos comparados con los matrimonios de Castilla.
-EL CARDENAL CISNEROS Mientras en España, Fernando no pudo llevar a cabo la venganza contra la alta nobleza, por el enorme potencial militar de tan poderoso grupo. Pero cuando las circunstancias lo permitieron, Fernando se apresuró a dar un escarmiento a quienes lo hubieran desafiado. La vejez de Fernando corrió en paralelo con el engrandecimiento de la figura de Cisneros. Hombre de Iglesia y de Estado, Jiménez de Cisneros fue inquisidor general, arzobispo de Toledo e incluso cardenal. Asumió la regencia de Castilla durante la estancia de Fernando en Nápoles, y volvería a desempeñar tal papel desde la muerte del rey hasta la llegada a España de Carlos V. Cisneros utilizó las inmensas rentas que le proporcionaba su extenso y rico arzobispado para una empresa que tuvo mucho de aventura personal: la conquista de la estratégica plaza norteafricana de Orán, un paso más en la expansión imperial española. Esta nueva hazaña no frenó el declive físico de Fernando. El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a toda costa, se rumoreaba que incluso tomaba extraños brebajes para fortalecer su ya caduca virilidad. El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y nacido antes de su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla. El Cardenal Cisneros Falleció el gran rey Fernando el católico el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo. Como escribió el historiador de la época, Pedro Mártir de Anglería, “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos, murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”. El cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno y lo estuvo hasta la llegada de Carlos de Gante el 19 de septiembre de 1517. El viejo cardenal estaba presto a encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla y estaba ya todo encargado para la entronización. La comitiva real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros salió a su encuentro. Comenzaban las intrigas de los flamencos, Guillermo de Croy, lugarteniente de Carlos, no confiaba en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517. Realmente con este hombre desaparecía toda influencia de los Trastámara en Castilla.
MUERTE DE FERNANDO -----------
Foto de la casa de Santa María donde murió el rey Fernando el Católico en Madrigalejo, Cáceres, cuando iba de camino al Monasterio de Guadalupe

63.- CORONA DE CASTILLA (26)

CASTILLA DESPUES DE ISABEL----- Precisamente en el año en que muere Isabel, 1504, Fernando había logrado uno de los objetivos que había acariciado durante más tiempo. Por fin, tras décadas de intentos, el reino de Nápoles había pasado a poder español. Su famoso lugarteniente, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, conquistó el reino de Nápoles para Fernando y él se convirtió en virrey. Las tropas y el dinero de Castilla consiguieron expulsar a los franceses de aquella antigua posesión aragonesa y derrocar a la dinastía local gracias a una serie de sensacionales victorias del Gran Capitán, el genio de la guerra de aquel tiempo. Un éxito como pocos que habría coronado una gloriosa trayectoria vital. El fallecimiento de Isabel produjo sin duda en el monarca aragonés un profundo impacto emocional, pues, pese a los deslices de Fernando y puntuales desacuerdos, entre ambos había surgido un respeto y cariño mutuos que completaban lo que fue una alianza política. Pero también le dejó en una posición política muy débil, ya que sus derechos al trono castellano dependían únicamente de su condición de rey consorte. La heredera legítima era su hija, Juana, casada con el archiduque Felipe de Habsburgo, “el hermoso”, como le llamó Francisco I, rey de Francia al presentarlo, como un hermoso archiduque. Era hijo del emperador Maximiliano. Una hija aquejada de una evidente inestabilidad mental y que además estaba enamorada de forma obsesiva de su esposo, quien la manejaba a su antojo. Estaba claro que su joven yerno, una vez que se hiciera con el trono castellano, no iba a permitir las injerencias de Fernando. La muerte de la reina Isabel, además, reabrió viejas heridas mal cerradas en el tejido social castellano. La gran nobleza, que odiaba con saña al “viejo aragonés”, como lo llamaban, los principales magnates, que habían sido sojuzgados en tiempos pasados, esperaban la llegada de Felipe para tener la oportunidad de desprenderse del yugo de la monarquía y de volver a sus acostumbrados abusos, rapiñas y usurpaciones.
En esta tesitura, el genio político de Fernando el Católico se puso de manifiesto una vez más. Todo parecía haberse puesto en su contra: abandonado por la nobleza castellana, acosado en Nápoles por los franceses, cuya potencia militar era muy superior, enfrentado al emperador Habsburgo, al rey de Aragón se le cerraban todas las salidas. Pero todo cambió gracias a una jugada maestra de la diplomacia. Fernando se alió con su acérrimo enemigo, Luis XII de Francia, y se casó por poderes con la sobrina de éste, Germana de Foix, de apenas 17 años, en octubre de 1505 y celebrándose las velaciones de dicho matrimonio en Dueñas el 18 de marzo de 1506. El matrimonio levantó las iras de los nobles de Castilla, ya que lo vieron como una maniobra de Fernando el Católico para impedir que Felipe el Hermoso y Juana I heredasen la Corona de Aragón. Con ella tuvo, en 1509, otro hijo, Juan, que murió a poco de nacer. De haber vivido sería el heredero de la corona de Aragón, desplazando así a Felipe. También la Corona de Aragón hubiese quedado separada de la de Castilla. Fue así como, nada más desembarcar Juana y Felipe en La Coruña, en abril de 1506, procedentes de los Países Bajos, se puso en evidencia el cambio de lealtades de la aristocracia. A medida que los nuevos reyes se iban internando en el territorio peninsular, se iban añadiendo a su séquito infinidad de tropas enviadas por la más alta nobleza. En Villafáfila, una villa de Zamora, es donde firmaron el acuerdo Fernando y Felipe, junio de 1506, y donde se reconoce la enajenación mental de Juana I de Castilla.
Fernando renuncia al gobierno de Castilla aunque seguirá administrando las órdenes religiosas y percibiendo la mitad de las rentas de América. Felipe el Hermoso, quedaba como único rey de Castilla y de León. Fernando, que venía gobernando Castilla (a través del regente cardenal Cisneros), en virtud de lo indicado en el testamento de Isabel la Católica y de lo acordado con Juana y Felipe en la Concordia de Salamanca un año antes, se retiraba a sus reinos de Aragón. La suerte también jugó a favor de Fernando. ¿Quién iba a suponer que el joven y robusto Felipe caería gravemente enfermo y moriría de repente? Es lo que sucedió a los tres meses. Tan rápido se desarrolló todo, que más de uno habló de que alguien lo había envenenado, cosa nada rara en la época, aunque más bien parece que el impetuoso príncipe flamenco fue víctima de una epidemia de peste que asolaba la Península. Comoquiera que fuese, la desaparición de Felipe permitía a Fernando volver a ocupar el poder en Castilla, esta vez como regente en nombre de su hija Juana (la Loca) y de su nieto, el futuro emperador Carlos V, por entonces un niño de seis años.
La noticia de la muerte de su yerno le llegó a Fernando cuando se encontraba en Italia, en un pueblo de la bahía de Génova. La reciente conquista del reino, dirigida por el castellano Fernández de Córdoba, se había realizado sobre todo con dinero y tropas también castellanas; ahora, como rey de Aragón, Fernando pretendía integrar el reino italiano en su corona, y justamente por ello temía que se le pudiesen discutir sus derechos. Además, estaba la incómoda figura del Gran Capitán, de quien algunos decían que estaba dilapidando el patrimonio regio napolitano repartiendo toda suerte de mercedes a sus subordinados. A oídos del rey Fernando llegaron incluso rumores de que el aclamado general tramaba dar un golpe de mano para convertirse él mismo en rey de Nápoles. De modo que, nada más abandonar Castilla, Fernando se dirigió a Barcelona y allí se embarcó con rumbo a Italia. En Génova se entrevistó con el Gran Capitán, al que colmó de muestras de afecto y de títulos. Pero cuando llegó a Nápoles, sabiendo ya la muerte de Felipe, no tuvo contemplaciones. El Parlamento del reino lo reconoció como rey, lo que significaba que automáticamente el Gran Capitán cesaba en sus funciones de virrey. Para compensarlo, el Rey Católico le concedió un nuevo título, el de duque de Sessa, así como el cargo de maestre de la Orden de Santiago. El veterano general tenía 56 años, se vio obligado a abandonar Italia, el país que había conquistado para un rey que ahora se deshacía de él sin contemplaciones. La leyenda añadió luego una famosa historia en torno a las relaciones entre Fernando el Católico y Gonzalo Fernández de Córdoba, la de las “Cuentas del Gran Capitán”.
EL GRAN CAPITAN GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA----- La historia, de cuya veracidad no hay pruebas, servía para poner de manifiesto el generoso desprendimiento del noble militar, en contraste con la mezquindad de Fernando, y reflejaba la imagen negativa que se llegó a crear en torno a un rey nada agradecido a sus vasallos, por mucho que a éstos les debiera. En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria.

62.- CORONA DE CASTILLA (25)

ÚLTIMOS TIEMPOS DE ISABEL---- Durante la última década del siglo XV la salud de Isabel había empeorado. Los enormes conflictos que se desarrollaron toda su vida, la gobernación misma del reino, las desgracias con hijos y nietos, todo esto contribuyeron a agravar sus dolencias. Por entonces sus relaciones con su hija Juana que estaba aquejada al parecer de esquizofrenia, tenía una obsesión con su esposo, tema de sobra conocido por novelas y películas, muy deformado por cierto. Ella culpaba a su madre de querer separarla de Felipe, su marido, que a la sazón se hallaba en Flandes. Los celos o el amor no parecen que fuera la obsesión desencadenante sino el efecto de su trastorno que se concretaba en aquella idea fija. Hubo escenas tormentosas entre madre e hija. La madre de Isabel había fallecido sumida en la demencia, por lo que Isabel suponía que aquél desvarío de su hija era hereditario y pensaba que ella misma era hija y madre de locas. Su hijo Juan, el heredero a las coronas de Castilla y Aragón se casó en 1497 con Margarita de Austria, nada menos.
El príncipe con diecinueve años falleció seis meses después. La viuda, embarazada, sufrió un aborto, con lo cual por esa línea la sucesión quedaba imposible En 1498, su otra hija, la primogénita Isabel, y su esposo Manuel de Portugal, viajaron a Castilla para ser proclamados herederos de la corona, al fallecer Juan. Las Cortes castellanas aceptaron sin problemas pero no así las de Aragón, dado que en ese reino las mujeres no podían reinar ellas mismas. Había que esperar a que diera a luz un varón y de nacer niña el reconocimiento quedaba en el aire. Isabel manifestó claramente su gran enfado por esto. Pero en agosto de 1498 nació el esperado varón y su madre murió dos días después. El rey portugués marchó a Portugal y dejó a su hijo en manos de sus abuelos, para que fuera educado como futuro soberano. Se proclamó al niño Príncipe de Asturias al año siguiente, y los aragoneses lo reconocieron como heredero. Pero el niño murió antes de cumplir los dos años. Otra línea de sucesión cerrada. Quedaba por tanto únicamente la de Juana, que con Felipe (el hermoso), habían tenido a su primogénito Carlos, ese mismo año de 1500. Isabel no había cumplido aún los cincuenta años, pero como reina y madre hubo de sufrir todas estas desgracias incidiendo negativamente en su salud. El padre de Felipe "el hermoso" era Maximiliano I de Habsburgo, el titular del Sacro Imperio Germano-Romano, por lo que Felipe era su sucesor. Isabel veía con preocupación que su yerno se inclinaba más por la política francesa en lugar de seguir la de su padre o la de sus suegros. De esto se comprende, que Isabel más adelante, confiara a su esposo la regencia de Castilla. En octubre de 1502 otro golpe hubieron de sufrir nuestros reyes. Su hija Catalina, casada con el Príncipe de Gales acababa de enviudar sin que el matrimonio se hubiera consumado, por lo que el rey inglés, Enrique VII, ordenó que se enviara a Catalina a España, incluso con la devolución en parte de la dote que se había abonado. Dado que el inglés atravesaba dificultades económicas, a regañadientes, aceptó casar a Catalina con su otro hijo, el futuro Enrique VIII al que Dios confunda. Isabel se encontraba realmente mal y todos esperaban el fatal desenlace. Felipe acudió desde Zaragoza a Madrid a la espera de convertirse en rey de Castilla. Juana le acompañó y Fernando estaba ausente, por lo que las Cortes aragonesas exteriorizaron su enfado suspendiendo sus sesiones, y las reanudaron a la vuelta de Fernando, tras una mejoría de Isabel. Mientras el reino continuaba sus campañas en Italia que al menos daban satisfacciones en lo militar y político. Pero Juana, que estaba embarazada de su hijo Fernando, quería ir con su esposo a Flandes, lo que se consideró improcedente. Esta separación fue el desencadenante de una de las peores crisis de Juana, que llegó a insultar gravemente a su madre en junio de 1503. Las enormes diferencias de costumbres, mucho más liberales en la corte borgoñona que en la castellana, mucho más austera y religiosa, conjuntamente con la obsesión de Juana por Felipe vino a agravar la situación. Estos contrastes tan amplios, el desprecio en la corte flamenca por lo español, considerándolo beato y tosco, era a su vez respondida desde España ya que consideraban a ellos, como libertinos e informales.
Juana agravó su comportamiento con su madre, incluso con los criados, sirvientes y cortesanos. Veía hasta en los funcionarios enemigos aliados con la reina para apartarla de Felipe. Se negaba a comer y contrajo manías. Todo esto se le ocultó a Isabel en la medida de lo posible, ya que su salud era más frágil cada día. En 1503, Juana, presa de una gran agitación y empeñada en ir a Flandes a reunirse con su esposo Isabel decidió acompañarla a Fuenterrabía tratando de dilatar el viaje. Si se conseguía en esos días la paz con Francia, Juana podría viajar por tierra atravesando ese reino, en caso contrario debía esperar mejor tiempo y embarcarse en Cantabria. Ese era el plan de Isabel, pero en el viaje hubo de detenerse en Segovia, por la fiebre alta que contrajo. Hablo con el obispo Fonseca, hombre de su confianza para que obstaculizara lo conveniente el viaje de Juana, que se encontraba en Medina del Campo. Pero Juana se había escapado y en uno de sus brotes psicóticos se dedicó a vagar toda una noche, apenas vestida, por los campos en pleno invierno del mes de noviembre. Consiguieron llevarla a casa y en la cocina con la servidumbre permaneció varios días sin querer vestirse ni comer. Advertida la reina, pese a la fiebre, se dirigió a Medina. Cuando llegó Juana la recibió con insultos. A la fuerza fue llevada a la cama y llegada la tregua con Francia, se le permitió atravesar el país para ir a Flandes (marzo de 1504). Isabel, falta de fuerzas y viendo cercana su muerte dictó su último testamento que firmó el 12 de octubre de 1504. El escrito es absolutamente pragmático y centrado en asuntos de Estado, dejando las cosas claras sin lugar a la retórica. También dio orden de que se comunicara a todos de su inminente muerte, en particular a Juana y a Felipe. Mientras, Juana en Flandes abofeteó en público a la amante de su marido, y la respuesta de Felipe no fue precisamente tolerante y además de reprender agriamente a Juana llegó a abofetearla. Juana fue recluida en sus aposentos, lo que provocó las protestas de los embajadores españoles. Isabel debió comprender con amargura en su lecho la situación de su heredera y lo que significaba la influencia de Felipe en Castilla. Por esto el 23 de noviembre de 1504 añadió un codicilo a su testamento en el que por ausencia de Juana ponía a Fernando al frente de la corona de Castilla, reiterando las peticiones que dos años antes había hecho en las Cortes. La reina murió dos días después. Fernando estaba con ella y dictó un documento comunicando la noticia y entre otras cosas decía “...el dolor por ella me atraviesa las entrañas, pero viendo que murió tan santa y católicamente como vivió, es de esperar que Nuestro Señor la tenga en la gloria, que es para ella el mejor y más perpetuo reino que los que acá tenía”
Pintura: Doña Isabel la Católica dictando su testamento - 1864. Eduardo Rosales Gallinas. Obra cumbre de la pintura de historia del siglo XIX. En la penumbra del dormitorio regio instalado en el Castillo de la Mota, la moribunda reina Isabel, aparece tendida en su lecho, cubierto con un dosel y rematado con el escudo de armas de Castilla. Recostada su cabeza sobre dos altos almohadones y tocada con su característico velo.

sábado, 19 de diciembre de 2020

61.- CORONA DE CASTILLA (24)

TRANSITO DE EDAD MEDIA A EDAD MODERNA La idea de la Hispania Romana inspiraba a los Reyes Católicos como modelo de integración territorial peninsular, ya desde su unión matrimonial en el siglo anterior Y puso los cimientos de la unidad Ibérica. Ellos representaron la monarquía autoritaria y se empeñaron en dominar los estamentos como a nobleza, municipios, Iglesia y Cortes. Incluso restando facultades. Las turbulencias de los nobles fueron sofocados en lo posible. Era evidente que se estaba acabando la Edad Media y supieron verse como príncipes del Renacimiento. La época de los caballeros y las luchas entre propietarios de territorios, que empobrecían al pueblo, se estaba terminando, a la vez que las intrigas y jugadas de nobles y señores, en favores de uno u otro monarca regional. Por otro lado el reinado de los Reyes Católicos coincidió con una recuperación en Occidente, tras la crisis económica que venía afectando desde hacía casi un siglo. Está claro que la afluencia del oro y la plata americanos reforzó esa bonanza. El fin de guerras civiles entre señores, el auge demográfico y el orden implantado por la monarquía fueron otros factores para la creación de fuentes de riqueza y apertura de mercados.
------------REYES CATÓLICOS-------- Pero en la península esta nueva coyuntura se caracterizó por las ya históricas diferencias entre Castilla y Aragón. La primera se había mantenido al margen de la depresión económica de la Baja Edad Media, mientras que Aragón (con excepción de Valencia, capital financiera)fue arrastrada por la situación que afectaba a toda Europa. Al producirse la unión dinástica, Castilla era más próspera y demográficamente más potente que Aragón. Y no pudo beneficiar a ésta porque los genoveses dominaban las finanzas y el comercio exterior y se necesitaba sus servicios. Castilla se vio volcada hacia el Atlántico y Aragón hacia el Mediterráneo, que en aquellos momentos ofrecía escasas posibilidades aún. A los catalanes se les prohibió, por ejemplo, comerciar en la importante feria de Medina del campo, donde los genoveses eran los amos y señores con casi todas las exclusivas, incluso el fundamental comercio de la lana. Los aragoneses estuvieron ausentes en la empresa americana, que no quedaban completamente excluidos ya que la monarquía se encargó que no participaran genoveses ni otros extranjeros. La inhibición de catalanes y aragoneses en la empresa americana se debieron, entre otros, a dos motivos importantes. Uno, eso pueblos empezaban lentamente a salir de su mala situación económica y demográficamente eran aún débiles y por lo tanto con pocas posibilidades de embarcarse en empresas tan lejos de sus límites. Y otra, el recelo de Fernando el Católico, que consideraba poco probable que sus súbditos llevaran a América su tradición foral y pactista, frente al autoritarismo castellano que deseaba tener las manos libres para aplicar su estilo centralista. Más tarde, la concentración del tráfico con América en la Casa de Contratación de Sevilla, determinó la decadencia de Valencia que acabó con proyectos posibles de la cuestión americana en esa zona. Los reyes habían ordenado en 1482 un censo en Castilla, con fines militares, y se dedujo que aquel reino contaba entre 6 y 7 millones de habitantes. En 1550 se hizo otro censo sobre el conjunto peninsular, excluido Portugal, pero que dista de ser riguroso, que habla de unos 7 millones de habitantes. De los cuales la mayoría corresponderían a Castilla, Aragón no llegaría a los 400.000, Cataluña a los 320.000, Navarra a los 150.000 y Valencia a los 300.000. Canarias tendría alrededor de 40.000 personas. El peso demográfico de Castilla explica su predominio en el conjunto y también los serios problemas que planteaba de subsistencia, ya que la población, eminentemente agrícola y ganadera, con técnicas muy primitivas y una distribución de las tierras mal concebida, difícilmente podría sostener una población tan elevada. Esto explica en parte, la proyección hacia América de los castellanos. En el momento de acceder al trono Isabel, Castilla era el reino donde más se concentraba el número de nobles, que en torno a unas 25 familias,, con una inmensa cantidad de propiedades, rentas y poder de jurisdicción sobre sus vasallos. Está claro que su poder de influencia sobre la política en el poder real era enorme. Divide y vencerás debió pensar el zorro de Fernando y con la creación de un aumento fragmentado del estamento nobiliario, desbordaría a la vieja nobleza que tantos enfrentamientos había protagonizado. Se ennobleció a funcionarios y burgueses, se ascendió a una nobleza creada a raíz de las guerras de Italia y Granada. La extensión avanzó conjuntamente con el poder regio. También se organizó un potente ejército al servicio de la monarquía, lo que restaba poder militar a los nobles, encargados hasta entonces de reunir esporádica mente a milicias según necesidades. Se procedió a la reforma de la estructuras eclesiásticas. Se obtuvieron privilegios, como el de designar obispos, control de los maestrazgos de las ordenes militares, la fiscalidad de la iglesia. Se buscó personalidades eclesiásticas con sólida formación, ya que al estar vinculados a intereses oligárquicos esto era necesario. Seguro que la personalidad más relevante de aquellos tiempos fue el Cardenal Cisneros, pero también aparecieron muchos obispos y renovadores de órdenes religiosas, etc. En el año 1500 los Reyes Católicos tienen casi cincuenta años de edad que para la época era el comienzo de la vejez. Ellos eran conscientes y estaban muy preocupados en la herencia que dejaban, ya que Miguel de la Paz, el heredero de ambas coronas murió ese mismo año, y además nació Carlos el hijo de Juana y Felipe de Habsburgo. Un hombre extranjero podría coronarse en todo el todos los reinos y territorios que dejaban. Todo cambiaba rápidamente. Y con muchos enemigos y asuntos por resolver. El reinado de Isabel y Fernando, a caballo entre los siglos XV y XVI, coincide con el tránsito del Gótico al primer renacimiento, aunque permanezca aún en buena parte la estética tardomedieval. No olvidemos que el siglo XV está marcado por muchas calamidades, la peste, guerras, hambrunas, etc. Castilla se resintió especialmente y paralizó las construcciones catedralicias que se habían desarrollado en el siglo anterior. Solo Aragón, fue capaz de seguir con la construcción de catedrales, pese a la peste, de acuerdo con las formas arquitectónicas del Gótico Mediterráneo. Las tendencias vigentes italianas se fundieron en el reino de Aragón y además con la influencia germánica del gótico Internacional. Llegaron las formas borgoñonas, sustituidas después por las flamencas. Esta tendencia se prolongó hasta bien entrado el siglo XVI. Buena prueba de ello es la Catedral Santa Catalina de Valencia También apareció lo que se dio en llamar el estilo Isabelino, (San Juan de los Reyes en Toledo, Iglesia de San Pablo, Valladolid, Palacio del duque del Infantado, Salamanca) Juan Guas, posiblemente francés, fallecido en Toledo en 1496 fue el arquitecto favorito de los Reyes Católicos. Contamos entre sus trabajos la puerta de los Leones de la Catedral de Toledo, la portada de la catedral de Ávila y el claustro de la catedral de Segovia. Para los RR CC América todavía no era más que problemas y gastos. En la empresa americana se planteaban temas complicados. Explorar, conquistar, evangelizar, civilizar, etc. Y todo ello dirigirlo desde España. Además las leyes y órdenes impartidas serían muy difíciles de controlar. Se necesitaban hombres emprendedores, decididos, duros, dispuestos a enfrentarse a lo desconocido, y que cumplieran las órdenes reales. Enviar monjes, y todo tipo de oficios, carpinteros, médicos, administradores, en fin de todo. Una empresa no al alcance de cualquiera. Su emprendimiento y realización requerían no sólo de oportunidad sino de voluntad, decisión, recursos, conocimientos y capacidades. El pueblo, la Iglesia y la Corona se volcaron en aquella empresa; voluntad y decisión. Ingentes recursos y conocimientos fueron invertidos en la tarea. Esos y otros muchos asuntos quedarían en otras manos.

jueves, 17 de diciembre de 2020

60.- CORONA DE CASTILLA (23)

A PARTIR DE 1492 ------- A partir de la conquista de Granada la unión de las Españas era un hecho por la religión cristiana. Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, terminada en 1491, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos, que residía en la estirpe goda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. La noticia recorrió el mundo. Los reyes de Europa, incluido el de Francia, celebraron la conquista y ordenaron misas en gratitud por la victoria. El Papa hizo repicar al unísono todas las campanas de Roma. El nuncio de su santidad, en mayo de 1494 pidió al papa que aceptarse la petición hecha por Enrique Enriquez (tío de Fernando), para dar el título a Isabel y Fernando de “Muy Católicos”. El título de Reyes Católicos fue concedido oficialmente a los reyes mediante bula en 19 de diciembre de 1496. La decisión estaba fundamentada por varios motivos, a saber; Las virtudes personales y reales. La reconquista del territorio de Granada en manos del Islam. La expulsión de los judíos en 1492. Y la liberación de los Estados Pontificios de del reino de Nápoles (Feudo papal), que habían sido invadidos por el rey francés Carlos VIII. El embajador portugués se quejó porque el término “Las Españas” incluía a Portugal, que había formado parte de la Hispania romana. El título se fue heredando y conservando, incluso hasta nuestros días. Felipe VI podría ser llamado Rey Católico, sin embargo nunca uso el título. Pero hemos llegado a este punto de la historia en que nos encontramos en el año fundamental de 1492, reconocemos que nuestros reyes nunca lo tuvieron fácil. Pero después de la boda con Isabel Fernando fue proclamado corregente de Castilla con los mismos derechos que Isabel mediante la Concordia de Segovia en 1475. Dos años después comenzó la Guerra de Granada, que duró diez largos años que la consideramos en otro capítulo. Pocas veces se da conjunción más perfecta ante situaciones tan complejas. El rey Fernando era un político práctico, militar despiadado en la guerra y buen gobernante. Isabel en cambio era más enigmática, romántica y muy devota. Pero decidida y ambiciosa. Una mezcla genial. Fernando supo ver y resolver problemas militares en la península y en el extranjero. Supo sacar partido en momentos de carestía económica. Aparte de poner en su sitio a los nobles en los reinos, y decretar la expulsión de los judíos, aprobar la instauración del Santo Oficio, supieron crear una confianza y fe en su pueblo. Isabel por su parte supo instruir a sus hijos haciéndoles ver las obligaciones que por su condición debían mantener, sacrificarse y hacerse respetar.
Los reyes no sentían animadversión personalmente contra los hebreos, el propio rey Fernando tenía sangre judía por parte de madre y en su corte había financieros, consejeros, médicos y artesanos hebreos, como lo había habido en la corte de su padre. En tiempos de los reyes cristianos se identificaba la política con la religión. Solo los bautizados estaban en condiciones de ser súbditos del rey y por tanto de estar bajo el amparo de las leyes, usos y costumbres del reino. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. Seguramente la presión de la Inquisición que pretendía resolver de una vez el problema de los falsos conversos. También ha habido un fondo político; el fortalecimiento de la monarquía autoritaria de los RR CC para lograr una mayor integración social que repetidamente daba manifestaciones y tumultos antijudíos en la década de 1480. La unidad por la fe católica se interpretaba como la maduración del poder de la monarquía en la construcción del Estado que pretendían componer.
Nuestros reyes han sido la conjunción de la inteligencia y la espiritualidad, el honor y la pasión en sus decisiones. Nunca se habían dado un matrimonio que se entendieran mejor y que lograran prácticamente todos sus propósitos. Para muchos historiadores la caída de Constantinopla marca el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna. Para otros es el Descubrimiento de América y también la invención de la imprenta. Ya poco importa, lo cierto es que la conquista de Granada compensó la caída de Constantinopla y la victoria de ejércitos cristianos frente a los musulmanes. A su vez permitió que los reyes pudieran arriesgarse con la gran aventura, que otros reinos no quisieron emprender, al poder organizar una expedición con un destino posible pero con grandes interrogantes y muchísimo gasto. Pero de esto hablaremos en otro capítulo.
Con el tema del Descubrimiento de América, Los Reyes Católicos nunca fueron conscientes de su envergadura y su participación en el proyecto fue muy limitada. Colón fue el ideólogo del Descubrimiento. Pero además, los descubrimientos más importantes se llevaron a cabo después de la muerte de los Reyes. En el momento en que murió Fernando, el dominio español se limitada a varias islas periféricas y en Europa apenas se conocía en ese momento datos sobre aquellas tierras.
Pero Isabel y Fernando sentaron las bases de lo que fue España a partir de entonces y con el descubrimiento de un nuevo continente el mundo ya no sería el mismo, la religión cristiana se extendió como nunca lo había hecho, ni con los romanos. Y todo ello con la visión y el gobierno de nuestros reyes. Los romanos habían conseguido conquistar ocho millones de kilómetros cuadrados. España llegó a los veinticinco millones. Jamás hubo un imperio tan grande.

martes, 15 de diciembre de 2020

59.- CORONA DE CASTILLA (22)

LA PROPUESTA DE COLON, LOS RR CC Y VIAJE ------ Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Constantinopla cayó en manos musulmanas en mayo de 1.453. Ese hecho cambió la historia de la humanidad. Esa ciudad era el centro de la cultura, la religión y el comercio. Su ubicación la hacían fundamental para el control marítimo con oriente. Aparece un extraño personaje, Cristóbal Colón, que defiende la teoría, ya sabida por la gente culta, de que la tierra era redonda, y por lo tanto era posible viajar por mar y por Occidente en vez de por tierra a Oriente y así evitar el monopolio musulmán. En 1.484 presentó al reino de Portugal su empresa, que no les interesó. Portugal en realidad llegó a Oriente en 1488 rebasando el Cabo de Buena Esperanza, extremo meridional de África. Al hacer una navegación de cabotaje no se tropezaron con todo un continente. En 1.484, en España se luchaba por reconquistar el territorio que ocupaba el reino nazarí de Granada. Colón en el año 1.485 marchó a Huelva donde entabló amistad con el que había sido confesor de Isabel, Hernando de Talavera, que influyó ante los marinos de la zona. También gestionó la audiencia ante los monarcas. Colón consiguió su primera entrevista con los reyes en enero de 1486. En la entrevista se mostró decidido y defendió su proyecto con convicción, ofreció el monopolio del comercio a la corona y la extensión del cristianismo entre los paganos.
Los reyes se mostraron sorprendidos de la teoría de Colón pero interesados por la posibilidad. Decidieron nombrar una comisión de técnicos que estudiaría el asunto. Las deliberaciones duraron más de un año. La comisión determinó que los cálculos de Colón estaban errados. En realidad tenían razón, la distancia era mucho mayor de la que calculaba Colón y por tanto el coste sería altísimo. No sería posible realizar el viaje. Sin embargo los reyes no le negaron del todo la proposición. No podían responder económicamente la empresa, estaban en plena lucha contra Granada y de esto dependía todo. Venciendo a los musulmanes volverían a considerar la propuesta. Pese a ello los monarcas decidieron retener a Colón y le otorgaron una paga con la que subsistir. Esperó pacientemente, viviendo de la paga real y de la compra y venta de libros y mapas. En 1489 se entrevistó nuevamente con los reyes. No obtuvo la aprobación deseada. Envió a su hermano Bartolomé a la corte inglesa. Enrique VII tampoco lo encontró factible. Al fin cayó Granada marcando una nueva época para la cristiandad y para la política del mundo en general. En la nueva audiencia Colón pidió títulos y honores, quería ser nombrado Almirante, Virrey y obtener el 10% de todas las riquezas conseguidas. Eso en aquella época era impensable. Realmente se extralimitó y sus exigencias fueron rechazadas. Colón se marchó hacia Huelva, pero fue alcanzado por los emisarios reales que traían la afirmación de los reyes con la aceptación de sus condiciones.
Los reyes habían cambiado de opinión y decidieron sufragar el proyecto. Cuatro personajes habían logrado el milagro. Fray Diego de Deza, mosén Juan Cabrero, fray Hernando de Talavera y Luis de Santángel. Éste último tesorero del rey, un judío converso, habló con la reina diciéndole que sería posible. ¿Por qué no? se preguntó y pensó que la oportunidad era única. Podían perder el dinero pero si se conseguía el objetivo, la hazaña sería impresionante, tanto para la cristiandad como para las arcas del reino. Además él mismo aportaría gran parte del dinero necesario. En agosto de 1491, Cristóbal Colón firma con los reyes las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, documentos por los cuales se autoriza y financia la expedición de Cristóbal Colón a las Indias por el mar hacia occidente. Además se le conceden a Colón una serie de prebendas y títulos, entre ellos: Almirante, Gobernante, Virrey y el 10% de las riquezas. También se firman varias provisiones y cédulas. Una provisión es dirigida a la villa de Palos por una sanción impuesta a algunos de los vecinos de esta villa. Embargó dos barcos por medio de la orden real a la villa de Moguer para que obedecieran la comisión. Pero seguía sin conseguir la tripulación necesaria. La corona perdonaría a los presos que se embarcaran en el viaje. Solo lo hicieron cuatro hombres. No fue fácil reclutar a la tripulación. Todo era motivo de desconfianza. Colón conoce a Martín Alonso Pinzón, rico navegante y comerciante y hombre de reputada fama y respeto en la zona dada sus muchos viajes por el Atlántico y el Mediterráneo. Quedó este hombre convencido de las razones de Colón, quién prometió repartir los tesoros que encontrase, con él. Pinzón toma parte decididamente en la empresa y decide desechar las embarcaciones que Colón había confiscado en Moguer y contrató otras nuevas, La Pinta y La Niña, aportó dinero personal, medio millón de maravedíes, tercera parte de los gastos. También convence a los hermanos Niño que eran miembros de una familia marinera importante. Con esto se consigue enrolar a toda la marinería necesaria. La tercera carabela se fletó, La Santa María, que era más complicada de manejar. El Almirante llevó un diario de a bordo, que afortunadamente aún se conserva. También tenemos una carta que escribió a los Reyes a su vuelta relatando el suceso. Salió de Palos y se dirigió al suroeste, a Las Islas Canarias. El 6 de septiembre zarpan de Canarias y comienzan realmente a cruzar el océano. Las órdenes eran de ir al oeste. Los vientos los alejaban de lo conocido fácilmente, pero entonces la pregunta era ¿cómo volveremos teniendo los vientos en contra? La vida a bordo era soportable para esos tiempos. Hoy sería impensable de todo punto. El 26 de septiembre creyeron ver tierra. El 2 de octubre se avistan pájaros dirigiéndose al suroeste. No era lo pensado ir algo hacia el sur, pero cambiaron el rumbo.
Al día siguiente apareció en el agua un junco verde unas tablas y hierbas. Esto indicaba tierra, sin duda. Eran las 2 de la noche cuando el marinero que pasaría a la historia, Rodrigo de Triana, gritó ¡¡Tierra!! La luna reflejaba posiblemente la isla El Salvador. Pinzón hizo los avisos acordados y por fin el 12 de octubre llegaron. Se realizó el encuentro de dos mundos, entonces muy diferentes. El conocimiento del hecho viene de una sola fuente, el libro que escribía Colón, el diario de a bordo. Llamó indios a las gentes que encontró, porque pensó que había llegado a la India legendaria.

58.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (21)

GUERRA DE GRANADA ------- Los musulmanes en Granada realmente estaban resistiendo con el pago de impuestos. Después de 1266, en Granada, los reyes de Castilla, cobraban un tributo a sus homólogos nazaríes. Un tributo en oro, porque Granada, que se beneficiaba de sus privilegiadas relaciones de sangre con el norte de África, era la puerta del oro africano. El oro comenzó a escasear, y además, los jóvenes reyes tenían la idea de reunir bajo sus reinos todos los territorios que habían sido cristianos. El gobernador de Ronda, Mohamed al Zagrí, que se apoderó de la plaza de Zahara en 1481, realmente calculó mal. Isabel y Fernando se lo pensaron muy bien. Se acuarteló Córdoba. Fernando organizó un ejército con su Estado Mayor. Las campañas se harían en los meses calurosos, y las desarrollarían con su estudio previo. Había nacido la guerra moderna. Los musulmanes se pensaban superiores a los cristianos, y no iban a tolerar que un cristiano les diera lecciones de guerra. En las luchas los moros eran derrotados y en el Palacio crecieron las intrigas. Para colmo el rey Muley Hacén, algo viejo ya, se encaprichó con una concubina cristiana mucho más joven que él llamada Soraya.
Su esposa Aixa, muy resentida por perder la condición de favorita, se conchabó en secreto con su hijo Boabdil para que le destronase y traicionase. Boabdil, se dejó enredar. El rey moro salió a la lucha por recuperar Alhama y su hijo Boabdil aprovechó la ausencia de su progenitor para dar un golpe de mano con la ayuda del poderoso clan de los Abencerrajes, una familia aristocrática traicionera. Fernando de Trastámara, se enteró de la cuestión y, más listo que el hambre, influyó lo que pudo para incrementar las rencillas del palacio moro. El rey Muley Hacén, se refugió en el castillo de Mondújar. Boabdil condujo entonces un ejército hasta los territorios cristianos, donde los castellanos salieron a su encuentro, le derrotaron en Lucena y se lo enviaron a Fernando cargado de cadenas. Todos los cristianos pedían la cabeza de Boabdil, pero Fernando, astuto como el solo, eso le parecía un desperdicio. Le dejó marchar a cambio de que, en secreto, fuese su aliado y pagase una indemnización, porque la guerra estaba saliendo carísima. En prenda se quedó con sus dos hijos. El Papa había echado una mano otorgando bula de Cruzada a la guerra, lo que significaba dinero. Con el emirato partido en dos bandos que se la tenían jurada, Fernando se dispuso a ir troceando con paciencia los dominios del enemigo. Ronda y Marbella cayeron en 1485, Loja en 1486 y Málaga en 1487, tras un sonado asedio. Málaga era muy importante y justificaba el dispendio. Los reyes reclamaron soldados de todos sus reinos, y hasta allí llegaron enfervorecidas huestes de vizcaínos, guipuzcoanos, asturianos y valencianos. La flota castellana bloqueó el puerto para evitar que la ciudad recibiese refuerzos y provisiones de Marruecos. A finales de agosto se rindió. Tanto había costado doblegarla que Fernando fue extremadamente cruel con los supervivientes. Ordenó que todos fuesen esclavizados. Lo que quedaba del emirato estaba dividido entre Boabdil, que controlaba Granada, y su tío el Zagal, que tenía en su poder Almería y Guadix. Muley Hacén había muerto dos años antes, abandonado por todos. Se cuenta que, al morir, los pocos partidarios que le quedaban llevaron su cadáver hasta lo más alto de Sierra Nevada, donde le dieron sepultura. El pico pasaría a llamarse como él, Mulhacén. Fernando antes dar el remate a Boabdil, que se escondía en el Albaicín, siguió a lo suyo, los castellanos conquistaron Baza, y envió un emisario al Zagal para pedir la rendición. El Zagal lo entendió enseguida. Entregó Almería y se largó al norte de África. Granada, la capital en 1490, era lo que quedaba. Fernando sabía que entrar a saco hubiera sido una carnicería por ambos bandos, y con resultado incierto. De modo en lugar de tratar de tomarla al asalto, la sitió. Mandó construir una ciudad junto a Granada, a la que llamó Santa Fe. Caso insólito éste; edificar una ciudad para sitiar otra. No se volvería a ver cosa igual.
Granada resistía, Isabel envió un emisario negociador. Ofreció a Boabdil un señorío en la Alpujarra, rentas y el compromiso de respetar la religión y las costumbres de los granadinos. El acuerdo en la desesperada situación en que se encontraba, no estaba mal, por lo que el emir aceptó. Se fijó el 2 de enero para hacer efectiva la entrega de la ciudad. Para evitar machadas de última hora, Fernando ordenó a Gutierre de Cárdenas que entrase con un pequeño contingente por la noche y ocupase la Alhambra. Al amanecer, los reyes esperaron a Boabdil a orillas del Genil. El moro se acercó derrotado; hizo ademán de besar las manos de Fernando, cosa que éste rechazó, y entregó las llaves al rey, que, a su vez, se las dio a Isabel. Era su regalo, el más preciado que una reina de Castilla pudo soñar jamás. Gutierre de Cárdenas hizo entonces ondear el pendón de Castilla en lo más alto de la Alhambra, en la torre de la Vela. El cardenal Mendoza, que estaba con él, puso una cruz junto al estandarte. La unión de la península era un hecho por la religión cristiana. Rodríguez de Almela, historiador, en esos días, al entregarles a los reyes un ejemplar de su “Compilación de las crónicas e estorias de España”, terminada en 1491, les recordaba que el origen de la legitimidad de los reinos, estaba en la estirpe goda que a su vez la recibiera de Roma por el primer pacto (Foedus) del 418, en Tolosa. La noticia recorrió Europa. Los reyes de Europa, incluido el de Francia, celebraron la conquista y ordenaron misas en gratitud por la victoria. El Papa hizo repicar al unísono todas las campanas de Roma.

viernes, 11 de diciembre de 2020

57.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (20)

LA INQUISICIÓN ------- El primer Tribunal inquisitorial para juzgar delitos contra la fe, nació en Alemania, en 1220 a petición del emperador Federico II, que reinaba también en el sur de Italia y en Sicilia. Lo creó el papa Honorio III. La herejía paso a ser un delito de atentado contra el rey, castigado con la pena de muerte en la hoguera. Aparecieron herejías en el sur de Francia y en el norte de Italia, la albigense y la valdense. Ambas herejías eran doctrinas que atacaban los pilares de la moral Cristiana. Al principio se intentó que abandonaran la heterodoxia por medios pacíficos mediante la predicación. Pero fue inútil y se organizó una cruzada. De ahí nació el Tribunal de la Inquisición. En España comenzó en 1242 en Tarragona, pero de moderada actuación. En la comunidad judía existía una doble animadversión, la religiosa-cultural, derivada de la convivencia de dos creencias y hábitos opuestos, y la socio-económica, al ser los judíos comerciantes y prestamistas, tanto para el humilde labrador como para un noble. La tolerancia hacia los judíos fue pasando por diferentes etapas en esos tiempos. Hubo épocas de tolerancia, otras de animadversión y otras de persecución. Algunos reyes castellanos y aragoneses habían sido incluso defensores de los judíos, como los mismos Isabel y Fernando. Pero el pueblo llano no miraba con bueno ojos a aquellos prestamistas. Aunque no estuvieron exentos de episodios de violencia religiosa, los judíos españoles habían vivido con menos sobresaltos la Edad Media que en otros lugares de Europa.
Hubo en el año 1391 una oleada de matanzas y saqueos que asolaron la península en las aljamas judías. Las conversiones al cristianismo fueron masivas, pero abrieron un enfrentamiento de gran trascendencia en los siglos siguientes con la persecución de los viejos contra los nuevos cristianos. Muchas veces eran solo un pretexto para encubrir luchas que nada tenían que ver con la religión. La población judía se dedicaba al comercio, la medicina, la farmacia y al préstamo de dinero. Las ordenes mendicantes polemizaban con los rabinos sobre materia de doctrina y de eso pasaron a intrigar en las Cortes para que se tomaran medidas contra los judíos. Se iba gestando el antisemitismo. Otro elemento desencadenante fue la peste negra, que se les atribuyó a los judíos, que comenzaron a tener persecuciones, sobre todo en Semana Santa. La peste trajo la muerte de alrededor de una cuarta parte de la población europea. Además la catástrofe estaba acompañada en un siglo de guerras y una enquistada economía por lo que el pueblo vio en los judíos al culpable, al que hacían blanco de sus iras. Más adelante, al llegar los Reyes Católicos consideraron que la unidad religiosa era un factor clave para la unidad territorial. La conversión de moriscos y hebreos era por tanto una cuestión fundamental. Algunos se bautizaron con sentimiento, pero otros no, y siguieron profesando en secreto su religión. Pero la desconfianza en la sinceridad de la conversión fue lo que hizo que los reyes vieron la necesidad de una nueva Inquisición que persiguiera a la herejía judaizante, es decir a los falsos conversos. Necesitados de autorización papal los reyes lo solicitaron y fue el 1 de noviembre de 1478 cuando el Papa Sixto IV promulgó la bula por la que quedaba constituida la Inquisición para la Corona de Castilla, y según la cual el nombramiento de los inquisidores era competencia exclusiva de los monarcas. Sin embargo, los primeros inquisidores, no fueron nombrados hasta septiembre de 1480. La Inquisición había detectado un foco de conversos judaizantes y el primer auto de fe se celebró en Sevilla en febrero de 1481 donde fueron quemadas vivas seis personas. Desde entonces, la presencia de la Inquisición en la Corona de Castilla se incrementó rápidamente. Para 1492 existían tribunales en ocho ciudades castellanas. Fue la búsqueda de la unidad religiosa lo que impulsó a los reyes a decretar la expulsión de los judíos que no se quisieran convertir, en marzo de 1492. No obstante, la cifra de judíos en España sí era especialmente elevada en comparación con otros países de Europa. En tiempos de los Reyes Católicos, los judíos representaban aproximadamente el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. El cristianismo es una fe que se proclama verdad absoluta, “dogma de fe”. Norma válida para todos, desde el rey hasta el último morador. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Por ejemplo la apostasía, la herejía, el sacrilegio y los pecados contra natura, eran castigados duramente, incluso con la muerte, dado que eran crímenes horrendos que había que extirpar. La imagen de los inquisidores usando emparedamientos, fuego candente, golpes en las articulaciones, damas de hierro y ruedas de tormento, simplemente es ficción. Ninguna de esas torturas eran válidas, entre otras cosas porque no se podía poner en peligro la vida del reo ni provocar mutilaciones permanentes. Por el contrario el poder y la justicia estaban sometidos a fuertes limitaciones porque por encima de ellos existía el orden moral del cual la iglesia era la custodia. De ahí el juramento de los gobernantes ante Dios. Desde ese instante se sometían a los preceptos y obligaciones que se indicaban, solemnemente, con la Biblia como fundamento. En 1483 Tomás de Torquemada era el primer inquisidor de Castilla. Cuatro años después fue nombrado para toda España. Convencido de que los falsos cristianos, los moros y apóstatas eran capaces de destruir a la Iglesia y al país. Como en todos los sistemas judiciales de Europa se empleaba la tortura para investigar la herejía, la brujería, bigamia y la usura. Algunos reos blasfemaban al ser arrestados, pues preferían ser investigados por la Inquisición que por la Justicia ordinaria. Era muy importante dar la impresión de que el Santo Oficio no se equivoca nunca, que no detiene a nadie sin motivos. Hernando del Pulgar, cronista contemporáneo de los Reyes Católicos, calculó que tras diez años de actividad, la Inquisición habría quemado en la hoguera a 2.000 personas, y reconciliado a otras 15.000. Los historiadores modernos recurrieron al Archivo Histórico Nacional, donde se conservan, los informes anuales de todas las causas desde 1560 hasta 1700. Se contabilizan 49.092 juicios, que han sido estudiados. Según los cálculos de estos estudios un 1,9 % de los procesados fue quemado en la hoguera, (no llegan a 1.000). Stephen Haliczer un estudioso que trabajó en los archivos del Santo Oficio, descubrió que los inquisidores usaban la tortura con poca frecuencia y generalmente durante menos de 15 minutos. De 7.000 casos en Valencia, en menos del 2 % se usó la tortura y nadie la sufrió más de dos veces. El Santo Oficio tenía un manual de procedimiento que prohibía muchas formas de tortura usadas en otros sitios de Europa. Los inquisidores eran en su mayoría hombres de leyes, escépticos en cuanto al valor de la tortura para descubrir la herejía. En el siglo XVI al perseguir a los protestantes aparecen escritos de intelectuales europeos dando una imagen exagerada de la Inquisición. Algunos libros hablaban de la Inquisición española con interés propagandístico y se va creando también en esto la tristemente famosa Leyenda Negra. Libros traducidos al inglés, francés, holandés, alemán y húngaro, contribuyendo a cimentar la imagen negativa que en Europa se tenía de la Inquisición Española. Holandeses e ingleses, rivales políticos de España, fomentaron también esta Leyenda Negra que se sumó al trabajo exagerado de Bartolomé de las Casas en América.

56.- REINOS DE CASTILLA Y ARAGÓN (19)

LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS ----------- En tiempos de los reyes cristianos se identificaba la política con la religión. Solo los bautizados estaban en condiciones de ser súbditos del rey y por tanto de estar bajo el amparo de las leyes, usos y costumbres del reino. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. El hispanista francés Joseph Pérez ha destacado las semejanzas que existen entre esta expulsión y la persecución de los judíos en la Hispania visigoda casi mil años antes de la realizada por los Reyes Católicos firmada en Granada y que ésta no fue una excepción en Europa, salvo por tardía, a pesar de la fama de antisemitas que arrastran los monarcas. Ese mismo año, incluso la Universidad de la Sorbona de París trasmitió a los Reyes Católicos sus felicitaciones. De hecho, la mayoría de los afectados por el edicto eran descendientes de los expulsados siglos antes en Francia e Inglaterra. Los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases más modestas. La razón que se escondía tras la decisión, además del recelo histórico de los cristianos contra los hebreos, era la necesidad de acabar con un grupo de poder que algunos historiadores, como William Thomas Walsh, han calificado como ”Un Estado dentro del Estado”. Su predominio en la economía y en la banca convertía a los hebreos en los principales prestamistas de los reinos hispánicos. Con el intento de construir un estado moderno por los Reyes Católicos, se hacía necesario acabar con un importante poder económico que ocupaba puestos claves en las cortes de Castilla y de Aragón. Así y todo, los que abandonaron finalmente el país pertenecían a las clases más modestas; los ricos no dudaron en convertirse.
Como ha señalado Joseph Pérez, "La tolerancia implica no discriminar a las minorías y respetar la diferencia. Y entre los siglos VIII y XV, no hallamos en la península nada parecido a la tolerancia". Henry Kamen, por su parte, afirma que "las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivido en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación entre desiguales". En los reinos cristianos, destaca Kamen, tanto judíos como musulmanes eran tratados "con desprecio" y las tres comunidades "vivían existencias separadas". Los judíos ocupaban puestos administrativos y financieros importantes, como Abraham Seneor, desde 1488 tesorero mayor de la Santa Hermandad, un organismo clave en la financiación de la guerra de Granada. En tiempos de los Reyes Católicos, siempre según datos aproximados, los judíos representaban el 5% de la población de sus reinos con cerca de 200.000 personas. De todos estos afectados por el edicto, 50.000 nunca llegaron a salir de la península pues se convirtieron al Cristianismo y una tercera parte regresó a los pocos meses alegando haber sido bautizados en el extranjero o se bautizaron al entrar. Algunos historiadores han llegado a afirmar que solo se marcharon definitivamente 20.000 habitantes. El edicto les prohibía sacar oro, plata, monedas, armas y caballos del reino.
Aunque la expulsión de 1492 fue sobredimensionada respecto a otras en Europa, causando a España una inmerecida fama de país hostil a los judíos, nada quita que la decisión provocara un drama social que obligó a miles de personas a abandonar el único hogar que habían conocido sus antepasados. Según establecía el edicto, los judíos tenían un plazo de cuatro meses para abandonar el país. El texto sólo permitía llevarse bienes muebles. En Francia, Luis XII también los expulsó hacia 1496. Comenzaba en esos días una odisea para los llamados judíos sefarditas que duraría siglos, y que generó una nostalgia histórica hacia la tierra de sus abuelos todavía presente. Las causas que movieron a nuestros reyes a decretar la expulsión siempre ha sido muy debatida. El odio o desprecio del pueblo cristiano por la usura y acumulación de riquezas. También muchas desavenencias entre los grupos privilegiados de la nobleza y el clero contra la burguesía de los judíos. Sin embargo en aquella época poco importaban la opinión de las masas populares y tampoco era tan grave el asunto de la nobleza. Seguramente la presión de la Inquisición que pretendía resolver de una vez el problema de los falsos conversos. También ha habido un fondo político; el fortalecimiento de la monarquía autoritaria de los RR CC para lograr una mayor integración social que repetidamente daba manifestaciones y tumultos antijudíos en la década de 1480. La unidad por la fe católica se interpretaba como la maduración del poder de la monarquía en la construcción del Estado que pretendían componer. En el tema económico resultaron muchos problemas de difícil solución. Debían vender los inmuebles y lo que no pudieran llevarse. Cayeron los precios a causa de la oferta. En algunos sitios se prohibió la compra a los cristianos.
También se les permitía dar poderes a otras personas para que liquidaran las propiedades con menos prisas. Debían dejar los caballos, el oro, la plata y la moneda acuñada. También hubo contrabando y sobornos a algunas autoridades. Podían entregar a los banqueros dinero y metales preciosos obteniendo una letra de cambio que podía hacerse efectiva fuera de España. Génova se aprovechó bastante de esto, cobrando grandes intereses. Los cristianos que debían dinero se negaron a saldar sus deudas inmediatamente. Los que fueron a Portugal luego fueron expulsados o esclavizados. Otros fueron a Orán, otros a Marruecos donde fueron robados y las mujeres fueron violadas. Pero muchos grupos, sobre todo de Aragón fueron a Génova, Nápoles, Turquía, los Balcanes y otras tierras de Oriente Próximo y Medio Oriente. También a Francia y los Países Bajos. Abatidos por tanto sufrimiento muchos volvieron a España y en noviembre de 1492 los reyes les permitieron entrar con la condición de que se bautizaran, o tuvieran certificado de bautismo legal. En este caso se les permitió recuperar los bienes vendidos por el mismo precio que habían recibido. Los reyes tenían la conciencia de que no trataban con individuos en concreto, sino con la comunidad judía como tal. Las propiedades de las aljamas, que eran bienes comunitarios de ellos, estaban expropiados por la corona. En 1499 la cuestión judía quedó resulta. Se emitió un decreto que determinaba que cualquier judío que fuese capturado en los reinos peninsulares, sería condenado a muerte. Estos judíos que se llamaban sefardíes o sefarditas, (Sefard era el nombre que daban a España), muchos descendientes han llegado hasta hoy, conservando aquel habla castellana tan pintoresca y algunos hasta la llaves de la casa que habitaron sus antepasados. El Imperio Turco reconoció su nacionalidad española. Los que se quedaron o regresaron se fundieron paulatinamente con la población española y llegaron a ocupar altos cargos en la administración e incluso en el clero. Los apellidos típicos, conservados hasta hoy nada dicen de su origen y es posible que quien lo lleve ni siquiera sepa de su linaje judío.

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...