domingo, 28 de junio de 2020

ÚLTIMOS AÑOS DE LA DINASTÍA TRASTÁMARA

Felipe el hermoso y su esposa Juana de Trastámara, prestaron juramento como herederos ante las cortes castellanas en la catedral de Toledo el 22 de mayo de 1502. Juana era la tercera en la línea de sucesión a la corona, pero habían fallecidos los hermanos de Juana, Juan en 1497, e Isabel en 1498, así como el hijo de ésta, el infante Miguel de Paz 1500, la gran esperanza de los Reyes Católicos. Felipe se marchó a Flandes dejando a su esposa, realmente enferma y con graves desavenencias con su madre. Tanto insistió Juana en ir junto a su esposo, a pesar de que había guerra con Francia, que al fin marchó
Después de la muerte de la reina Isabel en 1504, en cumplimiento del testamento y del juramento efectuado, reinaría su hija Juana en los territorios castellanos, y mientras llegaban los herederos gobernaba Fernando el católico, según lo dispuesto por Isabel. De vuelta Felipe y Juana a Castilla, con muchas peripecias en el mar, tuvieron que esperar en Inglaterra durante meses, finalmente llegaron a La Coruña en abril de 1505. A medida que Juana y Felipe, a su llegada, se iban internando en el territorio peninsular, se añadían a su séquito infinidad de tropas enviadas por la más alta nobleza. Fernando no era precisamente bien visto por la nobleza castellana y preferían a Felipe y Juana, esto ya venía desde hace tiempo dadas las medidas que tomaron los RR CC en su día despojando de poder a muchos nobles, incluso de propiedades concedidas, ya que socavaban el poder real y se trataba de medidas correctoras que se hacían como consecuencia de los favoritismos y concesiones del anterior rey, Enrique IV, el hermano de padre de Isabel. Como consecuencia de la enfermedad de Juana, ya evidente, era necesario un acuerdo honroso para Fernando y que claramente beneficiaría a Felipe, que quedaría como rey de Castilla.
--------------JUANA DE CASTILLA ---------- En Villafáfila, una villa de Zamora es donde firmaron el acuerdo Fernando y Felipe, junio de 1506, y donde se reconoce la enajenación mental de Juana I de Castilla. Fernando renuncia al gobierno de Castilla aunque seguirá administrando las órdenes religiosas y percibiendo la mitad de las rentas de América. Felipe el Hermoso, quedaba como único rey de Castilla y de León. Fernando, que venía gobernando Castilla en virtud de lo indicado en el testamento de Isabel la Católica y de lo acordado con Juana y Felipe en la Concordia de Salamanca un año antes, se retiraba a sus reinos de Aragón. De modo que, nada más abandonar Castilla, Fernando se dirigió a Barcelona y allí se embarcó con rumbo a Italia. Poco meses duró como rey Felipe, que murió en extrañas circunstancias. La noticia de la muerte de su yerno le llegó a Fernando cuando se encontraba en Italia, en un pueblo de la bahía de Génova. La reciente conquista del reino, dirigida por el castellano Fernández de Córdoba, se había realizado sobre todo con dinero y tropas también castellanas; ahora, como rey de Aragón, Fernando pretendía integrar el reino italiano en su corona, y justamente por ello temía que se le pudiesen discutir sus derechos. En el verano de 1507, el Rey Católico emprendió el retorno a España decidido a recuperar el poder que antes le habían arrebatado en Castilla. Tras desembarcar en Valencia, se adentró en tierras castellanas a través de Soria.
-------FELIPE I (el hermoso)-------- A todo esto, Juana, rota por el dolor por la muerte de su marido, que además estaba embarazada, comenzó a dar muestras aceleradas de demencia, entre ellas, abrir diariamente el féretro que contenía el cadáver. Poco después, el 20 de diciembre, la soberana comunicó su intención de trasladar los restos de Felipe el Hermoso a la ciudad de Granada, en una macabra procesión que debía atravesar media Península. A pesar de todas las presiones que recibió para que desistiera, obsesionada por si alguien pudiera robar el cuerpo de su difunto marido, no cejó en su propósito. Antes de partir, en la cartuja de Burgos, la reina ordenó que se abriera el ataúd y se expusiera públicamente el cadáver, obligando a todos los presentes a que contemplasen al yacente, quien aparecía envuelto en vendajes impregnados en ungüentos y embadurnado por completo en cal para evitar su descomposición, tal y como nos informa el humanista Pedro Mártir de Anglería, testigo de la dramática escena. Cerrado el féretro, se acomodó en una carreta tirada por cuatro caballos y el lúgubre cortejo comenzó su marcha. Juana y su cortejo no avanzaron demasiado. Al llegar a la cercana villa de Torquemada, la reina debió detenerse, entre otras cosas debido a las molestias provocadas por el embarazo de la que iba a ser su hija Catalina. En Tórtoles de Esgueva, un pequeño pueblo próximo a Burgos, se encontró con su padre, Fernando el Católico, que había desembarcado en Valencia. Éste vio a Juana, acompañada por un carro tirado por cuatro caballos en el que iba el ataúd de su esposo Felipe. Padre e hija tomaron el camino de Burgos, pero poco antes de llegar doña Juana se negó a seguir. Fernando no vaciló y, para evitar que en el futuro reclamara sus derechos al trono, y la nobleza castellana la influenciara, (cosa que más adelante intentaron), hizo que la encerraran en el castillo de Tordesillas, fuertemente vigilada. Allí permaneció durante medio siglo, desde 1509 permaneció en una casona-palacio-cárcel de Tordesillas hasta que murió, el 12 de abril de 1555. Murió siendo reina de Castilla.
-------------------CARDENAL CISNEROS ---------- Fernando gobernó como regente de Castilla por segunda vez, aunque se centró en Italia y dejó en su lugar al cardenal Cisneros como Canciller Mayor de Castilla. Hombre eminente, muy valioso y honesto. Esto demuestra claramente que Fernando nunca se aprovechó del estado lamentable de su hija para enriquecerse o conseguir poder en Castilla. Tiempo después, para Fernando, había llegado el momento de la venganza contra aquellos que lo habían traicionado apenas un año antes, cuando muchos de sus servidores se pasaron al bando de Felipe el Hermoso nada más llegar éste a Castilla. Para ello el Rey Católico no dudó en valerse de la Inquisición. Así, permitió que el inquisidor Lucero, el Tenebrario, instalado en Córdoba, asolara media Andalucía encarcelando a judeoconversos, muchos de ellos antiguos servidores de la Corona. Conviene recordar que los conversos españoles vieron en la llegada de Felipe el Hermoso una oportunidad de oro para eliminar la Inquisición, o cuando menos para recortar parte de sus atribuciones. El monarca no pudo llevar a cabo la venganza contra la alta nobleza, por el enorme potencial militar de tan poderoso grupo. Esta nueva hazaña no frenó el declive físico de Fernando. El rey, el “viejo aragonés”, se moría. Acosado por una esposa mucho más joven, que ansiaba tener descendencia a toda costa, se rumoreaba que incluso tomaba extraños brebajes para fortalecer su ya caduca virilidad. El legado de Fernando consistió en otorgar todas sus posesiones a favor de su hija Juana, y en el puesto de ella, debía asumir el gobierno y la regencia de los reinos de Castilla y Aragón, su nieto Carlos de Gante, futuro Carlos I y, hasta su llegada de la corte de Flandes, nombró a su hijo Alonso de Aragón (hijo de Aldonza y concebido antes de su matrimonio con Isabel) regente de los reinos de la Corona de Aragón y al Cardenal Cisneros, regente de Castilla. La vejez de Fernando corrió en paralelo con el engrandecimiento de la figura de Cisneros. Hombre de Iglesia y de Estado, Jiménez de Cisneros fue inquisidor general, arzobispo de Toledo e incluso cardenal. Asumió la regencia de Castilla durante la estancia de Fernando en Nápoles, y volvería a desempeñar tal papel desde la muerte del rey hasta la llegada a España de Carlos V. Cisneros utilizó las inmensas rentas que le proporcionaba su extenso y rico arzobispado para una empresa que tuvo mucho de aventura personal: la conquista de la estratégica plaza norteafricana de Orán, un paso más en la expansión imperial española. Fernando falleció el 23 de enero de 1516, cuando se hallaba en una remota aldea extremeña, Madrigalejo. Como escribió el historiador de la época, Pedro Mártir de Anglería, “el señor de tantos reinos, el adornado de tantas palmas, el propagador de la religión católica y el vencedor de tantos enemigos murió en una miserable casa rústica y, contra la opinión de las gentes, pobre”. El cardenal Cisneros estaba al frente del gobierno y lo estuvo hasta la llegada de Carlos de Gante el 19 de septiembre de 1517. El viejo cardenal estaba presto a encontrarse con el heredero a las coronas de Aragón y Castilla y estaba ya todo encargado para la entronización. La comitiva real no fijó fecha ni lugar para la entrevista, por lo que entonces Cisneros salió a su encuentro. Comenzaban las intrigas de los flamencos, Guillermo de Croy no confiaba en Cisneros y retrasó lo que pudo el viaje del joven heredero, que recordemos tenía 17 años. Finalmente se acordó encontrarse el 5 de noviembre, pero Cisneros no pudo continuar viajando y se detuvo en el pueblo de Roa, en Burgos, donde falleció el 8 de noviembre de 1517. Aunque todavía vivía su hija Juana I de Castilla, ella no deseaba gobernar ni podía siquiera, estaba recluida y ya había llegado Carlos, su hijo, con lo cual con la muerte de Fernando y años después Juana, desaparecía la dinastía de los Trastámara.

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...