miércoles, 27 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA -19-

LA LARGA SOMBRA DE CONDE DE OLIVARES (1) - - El padre de Olivares era embajador y su hijo Gaspar en principio, como no era primogénito, estaba destinado a la carrera eclesiástica, pero al morir su hermano mayor estuvo obligado a vivir en la Corte y luego con la muerte de su padre, pocos años después, heredó una cuantiosa fortuna que le abrió las posibilidades de una dignidad mayor y en consonancia con sus ambiciones. Se casó con su prima Inés de Zúñiga y Velasco, lo que le dio lustre en palacio. Y en 1615 el valido del rey Felipe III, el Duque de Lerma, lo nombra gentilhombre de cámara del príncipe Felipe, (el futuro Felipe IV). Esto es lo que le vale a Olivares para estar cerca del príncipe y luego rey a la vez que ser su hombre de confianza. Cuando subió al trono Felipe IV en marzo de 1621, trajo una ola de entusiasmo y esperanza general ante la posibilidad de una etapa de un régimen prometedor que debía recuperar la grandeza de España y solucionar los problemas económicos, que no eran pocos. Dos figuras emergieron, Baltasar de Zúñiga y su sobrino Gaspar de Guzmán y Pimentel. Ambos se necesitaban mutuamente ya que el primero tenía larga experiencia y el segundo disfrutaba del importante favor del rey. Felipe enseguida confió en el primero para los asuntos de Estado y para que fuera instruyendo a su sobrino Gaspar en el arte de gobernar. Éste a su vez completaba la educación del joven rey, algo muy importante ya que tenía solamente 16 años. Además se quería romper con la imagen de decadente e inerte de su padre Felipe III, optando como modelo a su abuelo, tratando de hacer un nuevo rey, trabajador implicado en los asuntos de Estado y que representara lo que se le llamó “El rey planeta”. Su corta edad no permitió que asumiera personalmente la ingente tarea de gobierno. Se apoya el rey en Baltasar de Zúñiga, que había trabajado para su padre y también para su abuelo, hombre severo y justo, cumplidor de las leyes y muy trabajador. Se hará cargo del papeleo y negociaciones de Estado. Baltasar fue ayudado por su sobrino Gaspar y su intención era “Limpiar la casa” de corrupción, abusos, preferencias pagadas y demás asuntos sucios que había dejado la anterior administración. Esto pasaba sin duda por la eliminación de la corrupción que se había adueñado del sistema durante el periodo de Lerma, cuando todo era comprable, lo único discutible era el precio. El Duque de Lerma apenas se salvó de la prisión al conseguir ser nombrado cardenal. Su hijo, el duque de Uceda, que le sucedió en el cargo de valido, murió en prisión. El marqués de Sieteiglesias, amigo del anterior fue decapitado públicamente por sus fechorías. Dado que le dijo al verdugo “Cumple con tu trabajo” y le dio un beso, quedó en el refranero popular, “Tener mas orgullo que el marqués en la horca”. Todo esto al poco tiempo de entrar la nueva administración. Otros fueron desterrados y a varios se les confiscaron las propiedades. Pero al año siguiente muere Baltasar de Zúñiga y el rey dispone en su lugar a Gaspar, es decir el conde de Olivares, luego duque de Sanlúcar la Mayor. Su personalidad difería mucho de aquel valido del anterior rey, Lerma, y la relación con su rey, y aunque no descuidó sus propios intereses se dedicó a la modernización y recuperación del prestigio español. Olivares desde el primer momento tuvo habilidad para hacerse con la voluntad del rey llevando a sus rivales fuera de los espacios de poder. Para afrontar los cambios Olivares contó con la Junta de Reformación, que se encargó de enviar un cuestionario a las ciudades con voto en Cortes. Algunas sugerencias fueron ley. Las principales hacían referencia a recortes en los gastos públicos, en la Corte, supresión de burocracia, límites a los certificados de limpieza de sangre, y aumentar la natalidad, y la redistribución de la población a las zonas deshabitadas. En las cuestiones exteriores las cosas iban aún peor. Al expirar la tregua con Holanda se reanudaron los enfrentamientos, ahora unidos a los avatares de la Guerra de los 30 años. Aquí entra en escena un valiente, un héroe recordado para siempre, gracias a Velázquz seguramente. El General Spínola ¿Quién era Spínola? Miembro de una importante familia genovesa, que por entonces era una República que había tomado Carlos I el emperador. Fue un general al servicio de la Monarquía Hispánica, honrado además como caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Spínola enroló mil hombres con su hermano Federico que se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. Todo esto arriesgando la totalidad de la fortuna de la familia. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses en 1603. Spínola llegó con su ejército a Flandes en 1602 y la plaza de Ostende cayeron en sus manos en septiembre de 1604. La hija de Felipe II, Clara Eugenia, soberana de los Países Bajos, se sintió muy complacida con este éxito. Tenía la saliva a punto de nieve. A su vuelta a España en 1606 fue recibido con honores y aquí es donde le obligaron a entregar en garantía la totalidad de su fortuna para avalar los gastos de la guerra antes de conseguir los fondos por otros medios. La saliva se convirtió en hiel. Spínola consiguió la pasta. Y allá que fue. Fundamentalmente se trataba de sitiar la ciudad de Breda que estaba defendida por Justino de Nassau. El cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar. Algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de “observadores” para conocer la táctica del gran Spínola. “Esto es para alquilar balcones” decían. CUADRO DE VELÁZQUEZ - - - -
La resistencia fue heroica pero Justino de Nassau capituló el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación honrosa. Cosas de entonces, donde se premiaba el honor y la valentía. La entrevista fue un acto de cortesía. Este es el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro. Justino de Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante, que pone una mano sobre su hombro y le impide humillarse. Antes no se pitaba al himno. Se respetaba el honor. Sin embargo, la parálisis del gobierno de España, la necesidad acuciante de dinero y el nuevo favorito, el conde-Duque de Olivares, cabrón como el que más, celoso del general, permitieron a los holandeses recuperarse. Spínola no pudo evitar que Federico Enrique de Nassau ocupase Groll, una buena avanzadilla hacia Breda. En Madrid tuvo que sufrir las insolencias de Olivares, que se esforzaba al máximo en hacerle responsable de la pérdida de Groll. Como compensación no se les ocurrió otra cosa a esa panda de cabrones que nunca se le restituyera el dinero, por lo que quedó completamente arruinado. El gobierno español comenzó entonces a recurrir a excusas para mantenerlo lejos de España. Pero Olivares, era un pragmático, si bien tenía momentos de depresión. Lleno de recelos y sospechas, fue también un gran estadista, un ministro con las mejores condiciones para hacerse cargo del pesado fardo del gobierno: capacidad de trabajo, entendimiento de los negocios, voluntad de mando, autoridad. No hay que ignorar que su virtuosa actuación al frente de la monarquía ofreció en sí misma, al menos hasta que su mundo empezó a derrumbarse con las rebeliones de Cataluña y Portugal, el mejor argumento a favor de su permanencia en el poder.

martes, 26 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA -18- Problemas en Portugal y Cataluña

Francia había ocupado el Rosellón y como explicamos en el capítulo anterior, esto llevó al conde-duque de Olivares a imponer la Unión de Armas, realmente un llamamiento general de Olivares y de Felipe IV a todos los estamentos para la formación de un ejército de unidad, grande pero irregular. Contrario a las convicciones catalanas fue rechazado y esto llevó a los problemas que empezaron con el Corpus de Sangre en junio de 1640 y a la secesión. En enero de 1641, un ejército franco-catalán lucharon y vencieron en Barcelona al ejército de Felipe IV que se retiró y no volvería hasta diez años más tarde. Poco tiempo después de esta defensa victoriosa moriría Pau Clarís, un personaje controvertido en la historia de España. Presidente de la diputación catalana, había proclamado la República y se la había ofrecido al rey Francés que fue nombrado Conde de Barcelona y en Cataluña se consideran súbditos de la corona francesa. LEVANTAMIENTO DEL CORPUS DE SANGRE EN CATALUÑA ........
Por otra parte, el reino de Portugal que pertenecía a la Corona Española desde 1580, bajo el reinado de Felipe II, y luego durante todo el reinado de Felipe III, ahora había iniciado conflictos desde 1640 con Felipe IV. Llegó a Madrid la noticia preocupante, Lisboa se había pronunciado en favor del duque de Braganza, que se proclamó rey con el nombre de Juan IV. El gobierno de Madrid no disponía de posibilidades apenas para contener el problema catalán con lo cual el portugués era imposible afrontarlo. Las revueltas en Portugal contra la dominación española fueron frecuentes. La causa inmediata de estos alborotos fue la imposición de nuevos impuestos y las difíciles condiciones de vida de la población bajo el dominio español. El movimiento insurreccional no consiguió destituir el gobierno instaurado en Lisboa, sucumbiendo al refuerzo de tropas castellanas que acudieron en su auxilio para reprimir la revuelta. El levantamiento de 1640 fue planeado en Lisboa para considerar los males de que sufría entonces Portugal. El objetivo era la destitución de los Habsburgo y proclamar un rey de origen portugués. La virreina de Portugal, Margarita de Saboya, duquesa de Mántua, intentó, en vano, calmar los ánimos del pueblo. Aislada y sin apoyo local, incapaz de reconducir a los revoltosos a la obediencia del rey de España, su poder colapsó. En su lugar aclamaron al Duque de Braganza como rey, con el título de Juan IV de Portugal, dando inicio a la cuarta dinastía, la Dinastía de Braganza. El nuevo gobernante autorizó a Margarita de Saboya que partiera para España en los primeros días de diciembre de ese mismo año. El momento fue oportunamente escogido, ya que la casa de Habsburgo afrontaba en esa época los problemas derivados de la Guerra de los treinta años y la Sublevación de Cataluña. La guerra estableció la casa de Braganza como nueva dinastía reinante de Portugal, en sustitución de la Casa de Habsburgo. Esto puso fin a la llamada Unión Ibérica. Juan IV de Portugal trató de hacer las paces con rapidez. Sin embargo, su exigencia de que Felipe IV reconozca la nueva dinastía reinante en Portugal no se cumplió. Los enfrentamientos con España duraron veintiocho años. Salvo algunos enfrentamientos en Badajoz, no supuso obstáculo para la nueva casa portuguesa. El peligroso ascenso de otras potencias como Francia, Holanda e Inglaterra aconsejaban la separación con Portugal. Y así acabó la última posibilidad factible de ser un solo país Ibérico. España había disfrutado de la reputación de tener la fuerza militar más formidable de Europa, una reputación que se había ganado con la llamada Escuela Española. Sin embargo, esta reputación y táctica había disminuido con la Guerra de los Treinta Años. Pero esta vez el ejército español fue derrotado por Francia con los catalanes en Montjuit en junio de 1641 y en Lérida en octubre de 1642. El Duque de Medina Sidonia conspiró además contra Olivares en agosto de 1641 con lo cual este fue el punto final de la carrera del duque de Olivares. El fracaso de su política centralista en un conglomerado de regiones poco dispuestas a ceder autonomía. Olivares se retiró y murió dos años después abatido e ignorado por todos. Para colmo todavía pudo ver como los mejores Tercios que le quedaban a España, eran derrotados en Rocroi por el nuevo ejército francés. Al rey le llovían las desgracias. Morían su esposa Isabel, el príncipe heredero Baltasar Carlos y su antiguo valido fiel. La economía tocaba fondo y Cataluña permanecía vinculada a Francia. En el campo de batalla entre Francia y España que era Cataluña, los catalanes habían querido evitar el comienzo de la guerra por no querer costear algo su defensa en favor de España, y ahora lo hacían en favor de Francia, para colmo cediendo parcialmente su administración a un extranjero. Francia además quería atacar Aragón y Valencia. El rey francés Luis XIII nombró entonces un virrey y llenó la administración catalana de conocidos pro-franceses. A Cataluña el ejército francés le salía cada vez más caro y además se mostraban como un ejército de ocupación, un invasor. Por otro lado los comerciantes franceses competían con los catalanes favorecidos por Francia, y Cataluña se convirtió en una zona mercante más. Si a esto le sumamos la guerra, su costo, la consecuente inflación, para colmo hubo plagas y enfermedades generalizadas, llevó a la población a una situación límite. Advirtieron que su situación era peor con Francia que con Felipe IV. En 1643, el ejército francés de Luis XIII conquista el Rosellón, Monzón (en Aragón) y Lérida. Richelieu y el rey francés murieron en 1643. La regente era Ana de Austria, hermana de Felipe IV. Toda una ironía del destino. La política del país apenas varió con el valido, cardenal Mazarino. Un año después Felipe IV recupera Monzón y Lérida, donde el rey juró obediencia a las leyes catalanas. En 1648 termina la guerra de los 30 años con el Tratado de Westfalia y con la retirada de la guerra de sus aliados, los Países Bajos, Francia comienza a perder interés por Cataluña. Pero la guerra en Cataluña prosiguió. Francia tuvo que soportar una guerra civil por la oposición a la regente y su valido por parte de los nobles franceses. En Barcelona y otras ciudades los desmanes de las tropas francesas alcanzaban niveles de asaltos. Felipe IV considera que es el momento de atacar y en 1651 un ejército dirigido por Juan José de Austria, (su hermano bastardo), comienza un asedio a Barcelona. El ejército franco-catalán de Barcelona se rinde en 1652 y se reconoce a Felipe IV como soberano y a Juan José de Austria, como virrey en Cataluña. Se reconocieron los fueron y privilegios catalanes y se procuró olvidar la rebelión. El fin de la guerra se saldó con la anexión del Rosellón (que jamás se recuperaría), y otras comarcas a la corona francesa, anexión confirmada en el Tratado de los Pirineos (1659), aunque en la Cataluña francesa los fueros catalanes fueron derogados en 1660. Se estipuló también el casamiento de la infanta María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con Luis XIV de Francia. Así se impuso la hegemonía de Francia sobre España. En el tratado se incluyó un indulto general durante los años de la sublevación catalana(1640-1659). En cuanto al Rosellón un año después los usos catalanes fueron derogados, lo que conllevó la abolición de las instituciones propias en Cataluña septentrional, así como la prohibición del uso del catalán en el ámbito público y oficial Las condiciones del tratado fueron ocultados a las Cortes Catalanas hasta 1702, aunque de hecho era público y notorio. Tanto los afectados del Rosellón como las autoridades catalanas intentaron durante años resistirse a la partición. Muchos años después, en 1793, las autoridades catalanas aprobaron la creación de un cuerpo de 20.000 “migueletes”, voluntarios para combatir junto al resto de fuerzas españolas contra los franceses. La Guerra del Rosellón reavivó este cuerpo entre un enorme entusiasmo popular, a menudo relacionado con el deseo de los catalanes de recuperar las cuatro comarcas y media perdidas a raíz del Tratado de los Pirineos (el Rosellón, el Vallespir, el Conflent, el Capcir y media Cerdaña). Serían de nuevo disueltos a raíz de la Paz de Basilea (1795). Felipe IV había muerto el 17 de septiembre de 1665, sin reconocer la independencia de Portugal. Esta se reconoció tres años después.

domingo, 24 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA-17- (segunda parte del siglo XVII)

El Conde de Olivares, combatió la corrupción, el tráfico de influencias. Redujo el gasto de la corte, suprimió burocracia excesiva y creó la Junta de Poblamiento, destinada a aumentar la natalidad y redistribuir la población en zonas deshabitadas. Al expirar la tregua con Holanda se reanudaron los enfrentamientos unidos esta vez a los avatares de la guerra de los Treinta Años, contienda comenzada en 1618 al conseguir los protestantes el nombramiento de un “anti-emperador”, y lo que empezó siendo un conflicto religioso, pasó a político en Alemania y se extendió por toda Europa. Fernando III de Estiria fue elegido emperador de Sacro Imperio y era rey de Bohemia, (actual Eslovaquia) y había pasado a llamarse Fernando II. Católico convencido era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. Fernando era un Habsburgo y se había asegurado el apoyo de la corona española ya con Felipe III. La nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, estaba una situación prácticamente de rebelión. Ese fue el detonante de la guerra de los Treinta Años. El Emperador ordenó la destrucción de templos protestantes, estableció censura para algunos escritos, destituyó a funcionarios protestantes, prohibió la utilización de fondos católicos para pagar a ministros protestantes, etc. Esto hizo que los protestantes rompieran con los Habsburgo y en poco tiempo se extendió a las principales ciudades de Bohemia.
- OLIVARES - Puesta en marcha la guerra parecía favorable a los Habsburgo, pero intervino Dinamarca y podría caer entonces Flandes. Francia, que era un país extenso y muy poblado con abundantes recursos, con Luis XIII y su ministro el cardenal Richelieu, comenzó a ayudar a los protestantes, a pesar de ser un país católico, pero le interesaba la derrota de Flandes y por lo tanto de España. Se convertiría en la gran potencia. Se aliaron con Holanda y con Suecia y hasta el papa Urbano VIII fue partidario de la causa francesa. Francia intervino a partir de 1635 causando un el aumento de la virulencia militar, el costo de la contienda y el gran peligro directo para España. El frente de batalla se trasladó a los Pirineos y Francia intentó la invasión por Navarra, algo inaudito, siendo derrotados en Fuenterrabía en 1638. En Europa si la situación era mala, en España era preocupante. Desde finales de la década de 1620 y la década siguiente significó el ocaso del sistema económico monetario de los Austrias españoles. Corría el dinero falso, hubo malas cosechas, capturas de navíos españoles procedentes de América por francesas, holandeses e ingleses, crisis alimentarias, hambrunas, en fin un desastre. Para hacer frente a tal cantidad de circunstancias el valido de Felipe IV, el duque de Olivares, trató de poner en práctica su idea de solidaridad entre los reinos de España, la “Unión de Armas”, que pretendía unir un ejército de 140.000 hombres al que cada región aportaría una cuota correspondiente a sus recursos y demografía. Se trataba de repartir equitativamente las cargas que hasta entonces solo la soportaba Castilla ya que era la responsable del manejo de las entradas y salidas de oro y plata de América. Pero el asunto se mostró imposible. Las Cortes de Cataluña y Aragón distaban mucho de permitir la práctica del absolutismo de Felipe IV con sus recursos. El proyecto fue abandonado. No obstante esto fue el germen de las sublevaciones catalanas y portuguesas. Los catalanes no quisieron acudir a ese asedio francés. Después de su derrota, casi habían cortado el camino a Flandes, que usaban los Tercios para abastecerse. De ahí viene lo difícil que es poner una pica en Flandes. Se pensó abrir un segundo frente en los Pirineos, que permitiría un rápido abastecimiento a las tropas. Este frente se abriría en Cataluña, lo que posibilitaría una aportación del Principado. La presencia del ejército no era agradable para las poblaciones fronterizas. El pueblo despreciaba al ejército, ya que los mandos no dominaban los desmanes de la tropa. Los nobles no querían aportar y la situación económica que era grave, influía negativamente para que Cataluña, al igual que el resto de España, entrara en guerra. Los ecos de la protesta llegaron a Barcelona y en mayo de 1640, campesinos gerundenses atacaron a los tercios que acogían. A finales de ese mismo mes, los campesinos llegaban a Barcelona, y a ellos se unieron los segadores en junio que se dirigían a su manifestación.
-RICHELIEU- En Cataluña, “El Corpus de Sangre” fue una rebelión en Barcelona, del 7 de junio de 1640 por un numeroso grupo de segadores, con la connivencia de una buena parte de la población local. Un pequeño incidente entre un grupo de segadores y algunos soldados castellanos, en el cual un segador quedó malherido, precipitó la revuelta. En la resistencia de los vecinos el alguacil del Tercio encontró la muerte. La represalia llevada a cabo por los tercios en Riudarenas (3 de mayo) y en Santa Coloma de Farnés (14 de mayo) desencadenaría un rápido alzamiento armado de vecinos y campesinos que, de las comarcas gerundenses, se extendió rápidamente. La Revolución del Corpus de Sangre fue aprovechada por agitadores, secesionistas y población que no estaba dispuesta a alojar o aportar dinero para el mantenimiento de los Tercios en Cataluña. Turbas encrespadas por agitadores radicales dieron muerte a diversas autoridades castellanas y al mismo virrey el marqués de Santa Coloma. Aunque las autoridades catalanas se opusieron a los hechos, desde Madrid se pensó que el “problema catalán” había llegado demasiado lejos, por lo que se debía recortar la autonomía del principado. Encabezados por Pau Claris, jefe del estamento eclesiástico, se impusieron en Barcelona los radicales secesionistas. El valido de Felipe IV, el duque de Olivares comienza a preparar un ejército para recuperar Cataluña con grandes dificultades ese mismo año de 1640 y en septiembre, la Diputación catalana pide a Francia apoyo armamentístico. En octubre de 1640 navíos franceses usaban los puertos catalanes y Cataluña pagaba a un ejército francés de tres mil hombres, para empezar, que Francia enviaría al condado. Al mes siguiente un ejército del rey recuperó Tortosa camino de Barcelona. Al acercarse a la ciudad estalló una revuelta más importante que la del Corpus, por lo que se selló la alianza con Francia. El 16 de enero de 1641, la Junta de Brazos (Las Cortes sin el rey) aceptaron la propuesta de Clarís de poner a Cataluña bajo protección del rey de Francia en un gobierno republicano, y el Consejo de Ciento lo hizo al día siguiente. Pero la República Catalana fue tan solo una solución transitoria para forzar un acuerdo con el gobierno de Madrid ante la amenaza de intervención francesa. O eso se pensaba. Olivares, hombre trabajador e inteligente, con visión de alcance, aconsejó al rey un estado centralista dado los inconvenientes de las particularidades de cada reino o condado. Mientras tanto Francia jugaba sus cartas. El enviado del rey francés a Cataluña ofreció la intervención militar solo en el caso de ser reconocido como soberano el rey francés. Lo aceptaron de forma que Luis XIII de Francia pasó a ser el nuevo conde de Barcelona. Poco después, en enero, un ejército franco-catalán lucharon y vencieron en Barcelona al ejército de Felipe IV que se retiró y no volvería hasta diez años más tarde. Poco tiempo después de esta defensa victoriosa moriría Pau Clarís, un personaje controvertido en la historia de España. Presidente de la diputación catalana, proclama la República y se la ofrece al rey Francés que es nombrado Conde de Barcelona y se consideran súbditos de la corona francesa.

miércoles, 20 de febrero de 2019

ESPAÑA EN LA EDAD MODERNA-16- Primera parte del siglo XVII

Como vimos en el capitulo anterior sabemos que Felipe II murió muy preocupado por su heredero, de cuya falta de carácter y escasas dotes de gobierno tenía conocimiento. Felipe III no había tenido ni la oportunidad ni la voluntad de alcanzar una experiencia mínima en el manejo de la cosa pública. Tenía veinte años cuando heredó la corona en 1598. Entregó el poder a Francisco Gómez de Sandoval, Marqués de Gandía y futuro duque de Lerma, uno de los peores gobernantes que ha tenido este país, corrupto, astuto y falso. Cedió cargos y privilegios a sus familiares, favoritos y a todo aquel que pudiera beneficiarle de alguna manera. La corte de Felipe III se trasladó dos veces, de Madrid a Valladolid y de vuelta a Madrid, según los sobornos que Lerma recibió de los comerciantes locales, que pretendían dar lustre a sus respectivas ciudades. Hemos hablado también de la expulsión de los moriscos y sus consecuencias. A pesar de la decadencia del Imperio, del que ya hablaban cronistas de la época, tenemos que tener en cuenta que estamos en el Siglo de Oro, en el terreno cultural, que continuaría incluso con el futuro rey Felipe IV. Una paradoja histórica que en momentos de crisis es cuando florece el arte español en todo su esplendor. Ya en el siglo anterior se había manifestado la introducción del renacimiento en la literatura. Citando sólo a los más importantes nombraremos a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza, Luis de Góngora. La otra mirada hacia un espiritualismo cristiano, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En cuanto a la poesía narrativa Alonso de Ercilla autor de La Araucana. En el terreno del humanismo destacan Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Núñez de Toledo entre otros, y los cronistas de Indias, Hernán Cortés y sus “Cartas de relación”, Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca; los cronistas de la conquista del Perú, Francisco de Jerez y Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León, el Inca Garcilaso de la Vega etc. El Lazarillo de Tormes, que inicia el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes ha sido considerada la primera novela moderna. El teatro español empieza en el renacimiento con una obra maestra, La Celestina, de Fernando de Rojas, “La lozana andaluza” o libros de caballerías Amadís de Gaula, las figuras señeras del también músico Juan del Encina, Lope de Rueda, y la revolucionaria fórmula escénica del “Fénix de los ingenios” Lope de Vega (1562-1635), autor este el más prolífico del teatro mundial, y sus primeros discípulos Guillén de Castro (1569–1631) o Juan de la Cueva (1543-1612). En la pintura destacaron muchos, siendo los más importantes Juan de Flandes, Vicente Macip, Pedro Machuca, Julio de Aquiles, Alonso Berruguete, Juan de Juanes, Vicente Requena el Viejo, Alonso Sánchez Coello, Roland de Mois, Diego de Urbina, Vicente Requena el Joven, Juan Pantoja de la Cruz, El Greco (1541-1614), Luis de Carvajal, Francisco Pacheco y Juan Gómez.
En el terreno internacional, con la muerte en 1603 de Isabel de Inglaterra y gracias a la buena labor diplomática se firmó un tratado de paz con Jacobo I de Estuardo. En 1610 fue asesinado el rey francés Enrique IV, el acérrimo enemigo de España, y su viuda llegó a un acuerdo de amistad con Felipe III, ratificado por un doble matrimonio entre sus hijos. Quedaban dos importantes núcleos bélicos, Flandes y el norte de Italia. La tregua de doce años en la guerra de los Países Bajos trajo un periodo de relativa paz para Europa conocido por la ”Pax Hispánica”. Ésta política exterior pacifista, aún en contra a veces de los intereses españoles se explican por la profunda crisis económica y monetaria que padecía en ese momento la monarquía. Se decidió acuñar moneda fraccionaria de baja ley, rebajando el porcentaje de plata que contenía el vellón hasta dejar la moneda en cobre puro. La consecuencia fue la inflación y el refugio en monedas de oro. El Consejo de Castilla, elaboró un informe en 1619 llegando a la conclusión de que las causas de la ruina económica eran, los enormes tributos que pesaban sobre el país, la prodigalidad en repartir dones y mercedes, el exceso de lujo y el gran número de empleados innecesarios y venales. El rey no hizo nada para remediar esos males. Felipe III pudo ver el cenit de España ya que alcanzó su máxima extensión territorial y consiguió un papel fundamental en los conflictos militares de gran envergadura. España se benefició de un largo periodo de paz, pero malgastó el ahorro nacional en fiestas y fastos cortesanos causando la ruina de la hacienda pública. Prematuramente envejecido, arrepentido de la vida que había llevado y avergonzado por su despreocupación de gobierno, Felipe III murió en Madrid en 1621. A la muerte del rey, la monarquía española conservaba íntegro su prestigio exterior, aunque en el orden interior se había afianzado la crisis económica, que se manifestaría plenamente en tiempos de su sucesor, Felipe IV. La temprana muerte del Felipe III convirtió en rey a su hijo de apenas 16 años. Fue un reinado largo, pródigo en acontecimientos y el reinado más importante para España del siglo XVII. El Alcázar de Madrid era la residencia de la corte y centro administrativo el lugar propicio para llevar a cabo sucios manejos de negocios y corrupciones de pequeña y gran escala. Baltasar de Zúñiga y su sobrino el futuro valido conde-duque de Olivares, fueron las personas que el rey eligió como personas de confianza. Felipe IV fue de joven un buen estudiante, culto, amante de la historia, la teología, el derecho, la música y los idiomas. Le atrajeron el arte, el teatro y la poesía, pero no solo como espectador. Sabía pintar y escribir con soltura. Fue rey desde 1621. El ejército de Flandes que España mantenía desde 1567, se inició con la rebelión de los Países Bajos, quedando divididos en la mitad norte, no sometida a Madrid, (con matices, la actual Holanda), y la mitad sur, parte integrante de la monarquía hispánica (también con matices, la actual Bélgica). Este ejército de fama bien conseguida eran los Tercios, unidades de élite, españolas, italianas, alemanas, valona, inglesa y borgoñona, además de la caballería ligera y pesada. No obstante al magnífico ejército le faltaba el buen complemento del apoyo naval, que se vio como un elemento imprescindible. Los Habsburgo españoles siempre han tenido una visión del mundo en la que España tenía junto con sus derechos unas responsabilidades fundamentales, la primera garantizar la fe católica, amenazada por el protestantismo. Esto les hacía ver la grandeza de su linaje, del Imperio a gobernar y de ser un pueblo en el que Dios confiaba para consolidar y extender la religión de Roma. Esto es importante tenerlo en cuenta para entender el punto de vista de aquellos personajes cuyas ideas y decisiones son tan alejadas del concepto actual de la gobernación y la Justicia actuales. Felipe estaba prometido con la hija de Enrique IV de Francia, Isabel de Borbón, dos años mayor que él. Y también prometió a su hermana Ana de Austria para casarla con el rey francés Luis XIII. Con lo cual las dotes, al ser de la misma cantidad quedaban compensadas, y se conseguía una alianza de matrimonios que convenía a ambos países. Felipe IV y la reina Isabel tuvieron cuatro hijas hasta 1627, de los cuales no sobrevivió ninguna más allá de los dos años. Luego nació un varón, al que buscaron pareja, pero él moriría joven soltero aún. La reina enfermó y también murió. De modo que el rey se encontraba viudo y sin descendencia. Decidió casarse con la prometida de su hijo fallecido, su sobrina Mariana de Austria que en aquél momento ella tenía trece años y él cuarenta y dos. Tuvieron a su primera hija que llegó a ser emperatriz consorte y murió a los ventidos años. Tuvieron otros cuatro hijos de los cuales sobrevivió solamente el último, Carlos, destinado a suceder a su padre. Felipe IV tuvo seguramente una treintena de hijos extramatrimoniales, de los cuales hay que destacar, por su futuro, a Juan José de Austria. El Conde de Olivares, tuvo como primer objetivo la modernización del gobierno y la recuperación del prestigio español. Combatió la corrupción, el tráfico de influencias. Redujo el gasto de la corte, suprimió burocracia excesiva y creó la Junta de Poblamiento, destinada a aumentar la natalidad y redistribuir la población en zonas deshabitadas.

domingo, 17 de febrero de 2019

ESPAÑA EN LA EDAD MODERNA -15- Felipe III

Estudiando el siglo XVII en Europa vemos coincidencias históricas con el cambio de siglo. Aparición de importantes momentos de crisis, verdaderos traumas sociales que se suceden cada el menos tres siglos en el tenemos la caída del imperio Romano. En el VIII la invasión islámica. En el XI, epidemias. En el XIV la peste negra. Y en el XVII lo que los historiadores llaman siglo de hierro. Claro que entremedias ha habido conquistas y expansiones, avances de todo tipo y reformas. Pero estábamos con las crisis. Para España, la muerte de Felipe II en 1598, la expulsión de los moriscos y la firma de la Tregua de los Doce Años en 1609 sirven para marcar los límites del cambio de época y de siglo. Aquí es lo que algunos llaman el cambio de los Austrias mayores a los Austrias menores. O lo que es lo mismo, del esplendor a la decadencia. Pero esta decadencia no significa el final del Imperio, propiamente dicho, sino su lenta transformación de influencia y poder. Durante el siglo XVI España se convirtió en la nación más poderosa de Europa occidental. Un desarrollo inusitado en su territorio, con un periodo de prosperidad económica y social, pese a las diferencia de clases, con sus injusticias a los ojos de hoy, propias por otra parte en todo el mundo. A la muerte de Felipe II le sucede su hijo Felipe III, cuyo reinado se identifica con un periodo de paz, a diferencia de los anteriores reinados. La tregua de los Doce Años, en que se reconoce la independencia de las Provincias Unidas, (Los actuales Países Bajos), era en realidad un síntoma de agotamiento económico que un deseo de acuerdo. Felipe III. Cuadro de Vázquez. Museo del Prado, Madrid
Felipe III fue rey de España y de Portugal desde el 13 de septiembre de 1598 hasta su muerte. Era aficionado al teatro, a la pintura y, sobre todo, a la caza, delegó los asuntos de gobierno en manos de su valido, el duque de Lerma, que terminó siendo el primer corrupto absoluto de España. El poder del duque de Lerma fue inmenso, consiguió controlar el reino y tomar él solo todas las decisiones políticas entre 1599 y 1618. Fue sustituido por el duque de Uceda, al que limitó las funciones. Durante su reinado España incorporó algunos territorios en el norte de África y en Italia y alcanzó niveles de esplendor cultural. La “Pax Hispánica” se debió a la enorme expansión del Imperio y a los años de paz que se dieron en Europa de comienzos del siglo XVII, que permitieron que España ejerciera su hegemonía sin guerras. Y de momento, la inmensa máquina militar y diplomática española conseguía que hubiera pocas guerras y el dinero de América seguía entrando y malgastándose. Llegaba y se iba como el agua, sin cuajar en cosa tangible real ni futura. La monarquía, fiando en las flotas de América, se entrampaba con banqueros genoveses que nos sacaban el tuétano. Ingleses, franceses y holandeses, enemigos como eran, nos vendían todo aquello que éramos incapaces de fabricar aquí, llevándose lo que los indios en América sacaban de las minas y nuestros galeones traían esquivando temporales y piratas ingleses. Crear industrias, investigar, avances tecnológicos realmente como que no. La Iglesia española y la Inquisición nunca entendieron otra cosa que estos avances iban en contra de la fe cristiana, ya que ponían en cuestión dogmas establecidos. El comercio americano era monopolizado por Castilla a través de Sevilla, y el resto de España a verlas venir. Pero a cambio tampoco participaban en los gastos. Para Felipe III los hechos más importantes se produjeron en 1609 con la firma de la tregua con los Países Bajos y la expulsión de los moriscos. El Duque era partidario de dejar las cosas como estaban pero la oposición, que mantenía sustanciosos negocios con comerciantes moriscos, terminó cuando el Rey prometió compensaciones económicas para los nobles que pudieran verse afectados por una eventual deportación masiva. Así que el pillo del duque pasó de defensor a impulsor del plan. Pero la cosa no quedó ahí, la corrupción era enorme y hubo una investigación que dejó a todos con el culo al aire. Empezaron a caer culpables e implicados, entre otros el valido del duque, don Rodrigo Calderón de Aranda, que fue ejecutado en la plaza Mayor de Madrid en 1621. Se desencadena una indignación con la consiguiente presión en contra del régimen, pero, hete aquí, que el duque, consigue mediante una estratagema propia de un arlequín, salvar su vida, solicita de Roma y consigue ser cardenal en 1618. La diplomacia española funcionaba sobornando desde ministros extranjeros hasta el papa de Roma. Fondo de reptiles, que se llama, donde los más rápidos para los recados no tuvieron más remedio que forrarse, el primero en mismo duque de Lerma, tan incompetente y cabrón que luego, al jubilarse, se hizo cardenal, claro, para evitar que lo juzgaran y ahorcaran por sinvergüenza. Al mismo tiempo que el rey le da permiso para retirarse a sus propiedades de la ciudad de Lerma. Murió en Valladolid en 1625, retirado de la vida pública. Corrió por Madrid una copla que decía: “Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de colorado”. La corte de Felipe III se trasladó dos veces, de Madrid a Valladolid y de vuelta a Madrid, según los sobornos que Lerma recibió de los comerciantes locales, que pretendían dar lustre a sus respectivas ciudades. Un país lleno de nobles, hidalgos, monjas y frailes improductivos, donde al que de verdad trabajaba lo molían a impuestos. La Hacienda ingresaba la ridícula cantidad de diez millones de ducados anuales; pero la mitad era para mantener el ejército, y la deuda del Estado con banqueros y proveedores extranjeros alcanzaba la cifra de setenta millones de castañas. Ya en otro capítulo hablamos de los moriscos, que comenzaron los problemas después de la caída de Granada, los moros vencidos se habían ido a las Alpujarras, donde se les prometió respetar su religión y costumbres. Pero ya se lo pueden ustedes imaginar, poco a poco les apretaron las tuercas, y como buena parte conservaba en secreto su antigua fe mahometana, la Inquisición acabó entrando a saco. Desesperados, los moriscos se habían sublevado en 1568, en una nueva y cruel guerra civil hispánica donde corrió sangre a chorros, y pese al apoyo de los turcos, e incluso de Francia los rebeldes y los que pasaban por allí, como suele ocurrir, se las llevaron todas juntas. Sin embargo, como eran magníficos agricultores, hábiles artesanos, gente laboriosa, imaginativa y frugal, crearon riqueza donde fueron. Eso, claro, los hizo envidiados y odiados por el pueblo bajo. En el siglo anterior, hacia 1560 el bandidaje y la piratería aumentó sobre todo en Aragón apoyados por los hugonotes huidos de su país, cuya enemistad contra España era manifiesta ya que se trataba de protestantes franceses de doctrina calvinista. Se prohibió la pesca a los moriscos para evitar que entraran en contacto con los piratas. Llegaron estos a desembarcar en Las Alpujarras. El problema ya era gravísimo. Las autoridades entendieron que no cabían soluciones intermedias, o aceptaban la integración inmediata y total o se les expulsaba. La respuesta fue el levantamiento en diciembre de 1568. Pero eso solo fue el inicio. Las acciones bélicas duraron hasta después de la muerte de Felipe II. Pero también ante los planes del sultán Al-Mansur de Marruecos, aliado de Isabel de Inglaterra, para invadir la península el problema se hacía urgente. Había que acabar con la cuestión morisca. Y al fin, por su connivencia con los piratas berberiscos, Felipe III decretó la expulsión. En 1609, con una orden inscrita, se ordenó su expulsión de Valencia seguidos desde 1610 a 1614 de Castilla, Aragón, Andalucía y Murcia. En total unos 300.000 moriscos. Pero estas expulsiones planteaban un serio problema, dejar sin cultivar y despobladas las zonas más ricas del reino. Por lo que el rey tuvo en consideración esto y toda propiedad personal que los moriscos no pudieran llevarse pasaría a propiedad de sus señores. Se los embarcó rumbo a África. Con la pérdida de esa importante fuerza productiva, el desastre económico fue demoledor, sobre todo en Aragón y Levante. El daño duró siglos, y en algunos casos no se reparó jamás. En el momento de la expulsión un 33% de los habitantes de Valencia eran moriscos. Desde la perspectiva económica se trató de un duro golpe para muchas regiones españolas, pues no constituían nobles, hidalgos, ni soldados, supuso una merma en la recaudación de impuestos, y para las zonas más afectadas (se estima que en el momento de la expulsión un 33% de los habitantes del Reino de Valencia eran moriscos) tuvo unos efectos despobladores que duraron décadas y causaron un vacío importante en el artesanado, producción de telas, comercio y trabajadores del campo. Si bien los perjuicios económicos en Castilla no fueron evidentes a corto plazo, la despoblación agravó la crisis demográfica de este reino que se mostraba incapaz de generar la población requerida para explotar el Nuevo Mundo y para integrar los ejércitos de los Habsburgo, donde los castellanos conformaban su élite militar. Los moriscos, por otra parte, no se disolvieron en el mar y aquellos que sobrevivieron a los episodios de violencia que acompañaron su expulsión terminaron dispersados por el norte de África, en Turquía, y otros países musulmanes. Muchos campesinos moriscos se vieron obligados, entonces, a convertirse en piratas berberiscos que usaron sus conocimientos de las costas mediterráneas para perpetrar durante más de un siglo ataques contra España. Felipe III. Cuadro de Vázquez. Museo del Prado, Madrid

sábado, 16 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA -14- Traiciones

FELIPE II, LA PRINCESA DE ÉBOLI Y ANTONIO PÉREZ La Princesa de Éboli, Ana Mendoza de la Cerda, nació en Guadalajara, en 1540. Hija de Diego Hurtado de Mendoza, miembro la más importante familia de la nobleza castellana, se casó muy joven con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, persona muy allegada al rey, Felipe II. La Princesa de Éboli en 1573 solicitó junto con su marido dos conventos de carmelitas en Pastrana, Guadalajara. Entorpeció los trabajos porque quería que se construyesen según sus dictados, lo que provocó numerosos conflictos con monjas, frailes, y sobre todo con Teresa de Jesús, fundadora de las Carmelitas descalzas. El Príncipe puso paz, pero murió al poco tiempo. Volvieron los problemas, ya que la princesa, ya viuda, quería ser monja y que todas sus criadas también lo fueran. Le fue concedido a regañadientes por Teresa de Jesús y se la ubicó en una celda austera. Pronto se cansó de la celda y se fue a una casa en el huerto del convento con sus criadas. Allí tendría armarios para guardar vestidos y joyas, además de tener comunicación directa con la calle y poder salir a voluntad. Ante esto, por mandato de Teresa, que en 1574 estaba enferma no obstante fundó en Segovia otro convento al que pasaron las religiosas que estaban en el monasterio de Pastrana, que fue abandonado dejando sola a Ana. Dada la agitada vida conventual fue obligada por el rey a renunciar a los hábitos. Ésta volvió de nuevo a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía tergiversada de Teresa, lo que produjo el alzamiento de escándalo de la Inquisición, que prohibió la obra durante diez años. Teresa en abril de 1575 recibió una denuncia que puso la princesa de Éboli en la Inquisición por el “Libro de la Vida”, obra escrita por Teresa. Viuda como estaba, regresó a la Corte donde comenzó una vida caracterizada por la intriga y el escándalo, fruto de su personalidad caprichosa y voluble y de las supuestas relaciones amorosas con Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, y con Antonio Pérez, secretario real y cabeza visible de la facción partidaria de una solución pacífica de la guerra de Flandes. Sabedor el rey Felipe del disparatado tren de vida que llevaba su secretario Antonio Pérez, pleno de lujo y ostentación, en el Madrid imperial, exigió a su secretario que pusiera fin a vida tan disoluta y se casara, para firmar oficialmente su nombramiento. Esta faceta de crápula la mantendrá Antonio Pérez durante buena parte de su vida, quien, una vez secretario, se entrega a los brazos (y a la cama) de la princesa de Éboli.
La Éboli aprovechó la influencia de Pérez. A la muerte del rey Sebastián de Portugal (1578), la princesa colaboró con Pérez con el fin de apoyar la candidatura de la duquesa de Braganza al trono portugués, oponiéndose así a las pretensiones dinásticas del rey español. A todo esto, Juan de Escobedo, que había sido amante de la Éboli, era secretario de Juan de Austria, hermano de rey, que ya había vencido en Lepanto, se encontraba en Flandes luchando. Escobedo supo de la relación de Pérez y la princesa y también de las intrigas que mantenían. El 31 de marzo de 1578, Escobedo fue asesinado por orden de Antonio Pérez y fue acusado de instigar el asesinato. Felipe II mandó arrestar a Pérez y tras once años de prisión logró escapar parece ser que con la ayuda de su propia mujer y con dinero proporcionado por la princesa de Éboli. El 19 de abril de 1590 llegaba a Aragón, buscando amparo, valiéndose de su condición de hijo de aragonés, en los fueros de aquel antiguo reino, donde, en virtud del privilegio de manifestación, se puso bajo la protección del Justicia foral, don Juan de Lanuza. No obstante, el magistrado ordenó su reclusión en una cárcel de Zaragoza. El conflicto generó, como veremos un enfrentamiento entre el rey y Aragón. Felipe ordenó a la Inquisición aragonesa que encarcelara a Pérez por hereje. Fue apresado pero después liberado por la muchedumbre que en virtud de sus fueros, le ayudó a huir a Francia. Una vez en territorio galo, Pérez recibió el apoyo de Enrique IV, acérrimo enemigo del rey Felipe, protección que él pagó revelando traidoramente secretos de Estado, al poner en manos de éste atractivos proyectos desestabilizadores para España. El fracaso de los intentos de invasión francesa motivó el traslado de Pérez a Inglaterra, donde también contó con importantes ayudas, ofreciendo interesante información que sirvió para el posterior ataque inglés a la plaza de Cádiz en 1596. Pero el Tratado de Vervins (1598), que dio fin a las guerras de religión en Francia, supuso el final diplomático de Pérez, que se dedicó a la escritura, llegando a publicar dos importantes obras que tuvieron un destacado efecto negativo en la figura de Felipe II: las Relaciones y las Cartas, otra base originaria de la injusta leyenda negra formada contra aquel monarca y contra España. Cuando fue liberado por el pueblo y Pérez huyó a Francia, el rey lo tomó como una rebeldía contra su autoridad y envió un ejército de 12000 hombres que avanzaron sin resistencia apenas. Suspendió los fueros, mandó ejecutar al Justicia y reunió a las Cortes aragonesas en 1592 que reinstauraron el derecho foral acordando que el cargo de Justicia Mayor sería nombrado por el rey y podía ser destituido por él. Pero hemos abandonado a la princesa de Éboli. Cuando el rey arrestó a Pérez después del asesinato, se ocupó de la princesa. La Éboli que estaba implicada por sus intrigas con Pérez, fue arrestada y encerrada por Felipe II en 1579, primero en el Torreón de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz y privada de la tutela de sus hijos y de la administración de sus bienes, para ser trasladada en 1581 a su Palacio Ducal de Pastrana, donde morirá atendida por su hija menor Ana de Silva y tres criadas. Es muy conocido en dicho palacio el balcón enrejado que da a la plaza de la Hora, donde se asomaba la princesa melancólica. La Princesa llamaba al rey Felipe II en sus cartas "primo". El monarca se referiría a ella como "la hembra". Es curioso que mientras la actitud de Felipe hacia Ana era dura y desproporcionada, siempre protegió y cuidó de los hijos de ésta y su antiguo amigo Ruy, el esposo de ella. Felipe II nombró un administrador de sus bienes y más adelante llevaría las cuentas su hijo Fray Pedro ante la ausencia de sus hermanos. Falleció en dicha localidad en 1592. Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata de Pastrana.

jueves, 14 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA - 13- Felipe II y los Moriscos

Para ser un hombre tranquilo y prudente, la verdad es problemas no le faltaron. Guerras las tuvo con Francia, con Su Santidad, con los Países Bajos, con los moriscos de las Alpujarras, con los ingleses, con los turcos, lo de la Gran Armada y Lepanto. Se casó cuatro veces, tuvo un hijo medio loco, un secretario (Pérez) traicionero y golfo y lo de Portugal, que fue una ocasión perdida para la unidad territorial definitiva con España, porque se embarcó en la construcción de El Escorial para celebrar la batalla de San Quintín a los franchutes, y al centrar su política de esa forma en vez de llevarse la capital a Lisboa, se enrocó en el centro de la Península, gastándose el dineral que venía de las posesiones ultramarinas hispanolusas, además de los impuestos con los que sangraba a Castilla en las contiendas antes citadas. Aragón, Cataluña y Valencia, con el rollo de sus fueron no pagaban ni un maravedí. Felipe II fue un buen funcionario, diestro en la administración, culto, sobrio y poco amigo del lujo, (ver su modesta habitación en El Escorial). La verdad es que como economista le falló la puntería. Se endeudó con banqueros alemanes y genoveses. Hubo tres bancarrotas que dejaron España con el culo al aire para el siguiente siglo, mientras la nobleza y el clero, que se escaqueaban, empezaron a vender títulos nobiliarios, cargos y toda clase de beneficios. Con el detalle de que los compradores, a su vez, los parcelaban y revendían para resarcirse. De manera que, poco a poco, entre el rey y la peña fueron montando un sistema nacional de robo y papeleo, y de papeleo para justificar el robo. Hablando de la Inquisición se puede decir que Felipe II, no mandó al cadalso más que los luteranos, o Calvino, o el Gran Turco, o los gabachos la noche de San Bartolomé; o en Inglaterra María Tudor (Bloody Mary, de ahí viene), que se cargó a cuantos protestantes pudo, o la inglesa hija de Enrique VIII, Isabel I, que aparte de inventar la piratería autorizada, hoy héroes nacionales allí, mató a católicos todos los que pudo. Toda esta mierda de la Leyenda, y los gastos para defender la religión, surgida en el XVI se la debemos a Inglaterra y a Flandes (hoy Bélgica, Holanda y Luxemburgo), donde nuestro muy piadoso rey Felipe metió la pata hasta la ingle: “No quiero ser rey de herejes aunque pierda todos mis estados”. Pues los perdiste al final Felipe. Nos metimos en charcos ajenos porque con nuestra península y la América que dominábamos teníamos más que de sobra para andar sacándole las castañas del fuego al Papa de turno y embarcarnos en guerras con unos y otros, todo por establecer por fuerza una religión que estaba corrupta hasta las trancas, (de ahí Lutero), que en el fondo algo de razón tenía. Por ende también muchos no querían pagar impuestos, y el rey prudente, en esto no anduvo fino, porque escuchó más a los confesores que a los economistas. Y los flamencos, alemanes y demás, lo de tener una religión dura y además pagando, como que no. Pero vamos con lo de los moriscos. Eran islámicos, descendientes por parte de padre, siempre que éste no hubiera abrazado el cristianismo antes de la toma de Granada en 1492. Vivían separados de la sociedad cristiana. Eran buenos trabajadores, comerciantes, albañiles, regentaban talleres de diferentes gremios. Rondaban la cantidad de unas 300.000 personas. Cuando Carlos I llegó a Granada en 1526 conoció el problema morisco de primera mano y puso coto a los abusos que se les cometía. Pero dejó ordenes de no cejar en cristianizarlos. Pero cincuenta años después las diferencias se habían acentuado. Para colmo los contactos de moriscos granadinos y valencianos con los turcos fueron continuos y representaban un serio problema. Hacia 1560 el bandidaje y la piratería aumentó sobre todo en Aragón apoyados por los hugonotes huidos de su país, cuya enemistad contra España era manifiesta ya que se trataba de protestantes franceses de doctrina calvinista. Se prohibió la pesca a los moriscos para evitar que entraran en contacto con los piratas. Llegaron estos a desembarcar en Las Alpujarras, y el sistema defensivo era inútil ya que contaban con la ayuda de los moriscos. Se les confiscaron a éstos armas de fuego y blancas en los registros. Y se revisaron los límites de las fincas y las escrituras. Muchos no las poseían lo que era sancionado, si no pagaba se les expropiaba y funcionarios y el clero compraban en condiciones ventajosas. Esto acentuó el rencor de los moriscos. Además por los altos impuestos la industria de la que eran los amos, la cría de gusanos de seda, su fabricación, venta y exportación, cayó inexorablemente. Su calidad era excelente, pero su precio se había hecho prohibitiva. El problema se agudizó y los obispos exigieron y consiguieron medidas muy duras contra los moriscos, que aunque negociaron varias veces las condiciones no fueron atendidos por las autoridades de Granada y Madrid. El problema ya era gravísimo. Las medidas de inserción como a los protestantes o judíos conversos, no valían con los musulmanes. Aquellos optaban por vivir y dejar vivir. Éstos realmente perseguían la destrucción de las estructuras del Estado. Circulaban libros que profetizaban la recuperación para el Islám de lo que otrora fue Al-Andalus y que serían los berberiscos quienes lo lograrían. Felipe II por Sofonisba Anguissola, 1565 (Museo del Prado)
Las autoridades entendieron que no cabían soluciones intermedias, o aceptaban la integración inmediata y total o se les expulsaba. La respuesta fue el levantamiento en diciembre de 1568. Penetraron de noche en el barrio de Albaicín para sublevar a toda la población mora. No lo lograron pero se les sumaron centenares de hombres en su regreso a la Alpujarra. Pero eso solo fue el inicio. Las acciones bélicas duraron hasta noviembre de 1970, cuando ya había fallecido el monarca. Con lo cual, el resto del asunto lo abordaremos en la biografía de Felipe III. Felipe II había logrado un gran triunfo político al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. Completó la obra unificadora iniciada por los Reyes Católicos. Se apartó la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al sistema de Consejos. Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes y se realizaron censos de población y riqueza económica. Fue un gran rey, culto y un mecenas, quizá demasiado influído por su religiosidad que le llevó a empobrecer al país, defendiendo el cristianismo en la Europa central. La salud de Felipe II fue delicada durante la mayor parte de su vida, pero se fue deteriorando cada vez más. En mayo de 1595 le sobrevino un ataque de fiebre que le duró treinta días seguidos. Los médicos le dieron poco tiempo de vida. El 30 de junio de 1598 partió de Madrid con su séquito con destino al monasterio de El Escorial, construido entre 1563 y 1584 para conmemorar su victoria contra el ejército francés en la batalla de San Quintín. El monarca viajó postrado en una silla de manos especial, ya que la enfermedad de la gota, que le había atormentado durante varios años, no le permitía caminar. Sufrió unos dolores tan intensos que no se le podía mover, lavar o cambiar de ropa. La madrugada del 13 de septiembre de 1598, falleció a los 71 años de edad, en una alcoba de El Escorial, el rey prudente, que sus defensores lo presentan como arquetipo de virtudes y por los enemigos como fanático y despótico. En sus últimos días ordenó que no se publicaran biografías suyas y que se destruyera toda su correspondencia, como si quisiera mantener la prudencia y el misterio de su personalidad para siempre.

miércoles, 13 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA - 12- Lepanto-

Don Juan de Austria, Agostino Barbarigo, Juan Andrea Doria, Álvaro de Bazán, Lope de Figueroa, Sebastián veniero, Alejandro Farnesio, Juan de Cardona, Colonna, Luis de Requesens, Miguel de Cervantes, y otros y otros valientes que dieron todo por su justa causa, Dios los tenga en su seno, por siempre orgullosos!!! En 1971 me encontraba yo en el puerto de Barcelona y haciendo tiempo entré en un enorme local donde había una gran maqueta, libros y folletos narrando la batalla de Lepanto, de la cual se cumplían 400 años. De historia de España no sabía gran cosa, pero el tema me interesó. Quedé prendado de la figura de Juan de Austria, un hombre de 24 años (casi mi misma edad) que había logrado cambiar el curso de la historia. Por lo visto, el propio rey Felipe II señaló que había arriesgado demasiado. De haber perdido, Europa habría cambiado su historia. Más adelante supe que fue una de las más grandes batallas de la Historia de la humanidad. El Turco toma Chipre y amenaza a España. La decisión del sultán de intervenir en la rebelión de los moriscos de las Alpujarras, (ya hablaremos de esto), y su clara amenaza sobre el Mediterráneo después de que sus escuadras recuperaron la plaza de Túnez, presagiaban una amenaza directa contra España, desde donde los turcos pretendían conquistar otra vez Europa, como lo hicieron sus mayores en tiempos de la Hispania visigoda del 711. Al asegurarse tan importante base como era Túnez, el Turco pretendía sin la menor duda, la destrucción de la escuadra española. En época de Selím II, los otomanos construyeron una poderosa escuadra con la que estaban seguros de aniquilar a la española. Incrementaron el número de los jenízaros, hijos de esclavas cristianas en su mayoría, con los que se instituyó una verdadera nobleza militar ansiosa de dar su sangre por su señor y su fe. Todo el mar se llenó con su nuevo terror. Cuesta creer hoy día que las tranquilas aguas del mar Mediterráneo fueran en otro tiempo escenario de asedios, batallas y guerras. El papa Pío V solicitó a España y Venecia la creación de una alianza militar con los Estados Pontificios con el objetivo de frenar la expansión otomana en el Mediterráneo. En 1571, Madrid, Venecia y Roma crearon la Santa Liga. Esto no detuvo a los turcos que sin temor a las consecuencias, iniciaron el asedio a Chipre y con ello colmó la paciencia y la flota de la nueva y flamante “Santa Liga”que decidió iniciar los preparativos para acabar de una vez por todas con sus enemigos de la media luna. En 1571, los buques de la Santa Liga y la armada turca mantuvieron uno de los combates marítimos más grandes de la historia. La Batalla de Lepanto. La “Santa Liga” juntó una de las mayores flotas que han surcado los mares a través de la historia. Contaban con 300 naves y 80.000 combatientes. Los turcos tenían unas fuerzas similares. En la Santa Liga destacaban los famosos Tercios españoles, que esos primero mataban y después preguntaban, si acaso. En cuanto a la armada del Imperio Otomano, entre sus soldados sobresalían los temidos jenízaros (cristianos que, tras ser capturados de pequeños, se convertían al islam y eran educados para la guerra, (como los yhaidistas de ahora) El buque más utilizado era una galeaza que se trataba de un barco cuya función principal consistía en servir de plataforma para la lucha cuerpo a cuerpo. El uso de las Galeazas fue determinante para los cristianos. Así, con las tropas preparadas para asestar el golpe definitivo a los turcos, formado en su mayoría por buques españoles, estaba dirigido de manera general por Don Juan de Austria. No obstante, cada nación aportó además un capitán para su facción. Tan sólo unos pocos días después de partir, el 7 de octubre, ambas armadas se encontraron cerca del Golfo de Lepanto dando lugar a lo que sería una de las batallas más sangrientas de la historia. Durante la mañana, y con la extraña calma que suele preceder a la amarga batalla, ambas escuadras finalizaron su despliegue. En el bando español el centro estaba regido por "La Real", la nave de Don Juan de Austria. En el flanco izquierdo, se situaba amenazante el veneciano Agostino Barbarigo, a quién se le dieron órdenes de impedir que el enemigo les envolviera. Finalmente, el ala derecha estuvo regida por Juan Andrea Doria, genovés al servicio de España, y por último, el español Álvaro de Bazán tenía bajo su responsabilidad las galeras de la reserva, que debían socorrer un frente u otro. Ninguno de los líderes sabía era que, en una de las galeras cristianas se hallaba, espada en mano, un joven literato que no superaba los 24 años, Miguel de Cervantes.
Después de que se arbolaran los crucifijos y estandartes y los sacerdotes absolvieran a los soldados por si morían en combate, los remeros comenzaron a sacar las palas. Desde La Real, un grito, el de don Juan de Austria, ahuyentó el miedo de los marinos, “Hijos, a morir hemos venido, o a vencer si el cielo lo dispone”. La situación no era mejor en el flanco contrario, donde Uluch Alí había conseguido atravesar la línea cristiana haciendo uso de una estratagema que alejó el ala derecha cristiana de la batalla. Por suerte, la escuadra de reserva acudió a socorrer el centro de La Santa Liga. No obstante, no llegó lo suficientemente rápido como para salvar a varias galeras cristianas cuyos ocupantes fueron pasados a cuchillo sin piedad. A partir de ese momento rindió la anarquía entre las diferentes naves, que trataban de resistir, junto al buque aliado más cercano, la acometida del enemigo. En este momento de incertidumbre, el joven Cervantes recibió varios disparos, uno de los cuales le alcanzó en la mano izquierda, dejándola inútil para siempre. Por suerte, el posteriormente conocido como “el manco de Lepanto” pudo seguir escribiendo durante años con su brazo derecho. En esta situación, cuando la batalla se encontraba en el momento más decisivo, un disparo de arcabuz mató a Alí Pachá, lo que provocó el desmoronamiento de la resistencia a bordo de la Sultana. El estandarte musulmán fue arriado, al tiempo que los gritos de victoria en las filas cristianas iban pasando de una galera a otra. El pescado estaba vendido. La batalla de Lepanto fue una matanza terrible, sin precedentes, pero sirvió para demostrar que el esfuerzo conjunto de las naciones cristianas podía frenar el avance del Imperio Otomano. Entre 25.000 y 30.000 otomanos murieron en la batalla. A pesar de la gran derrota, el Imperio Otomano volvería a planta batalla tan sólo tres años más tarde, cuando consiguió conquistar Túnez a los españoles. A su vez, en 1574, Venecia firmó en secreto la paz con el sultán, rompiendo la Santa Liga y traicionando a España y al Papa. De esta forma, y aunque el pacto le ofrecía ventajas comerciales, también obligaba a esta república a pagar un tributo a Estambul y renunciar a Chipre. La paz era humillante para Venecia, pero, al fin y al cabo, era una república de mercaderes y prefería garantizar la seguridad de sus intercambios comerciales con Oriente antes que seguir aventurándose en inciertas campañas militares. Así pues, España volvía a estar sola en su lucha contra el expansionismo otomano, lo que parecía anunciar nuevas e inevitables guerras. Sin embargo, el conflicto entre ambos imperios sólo duró hasta 1577. Las galeras del sultán se pudrieron en los puertos y nunca más volvieron a suponer una amenaza para la seguridad de los estados cristianos del Mediterráneo. La derrota para el imperio Otomano supuso el final de su expansión hacia Occidente, su freno en Europa, donde llegó hasta Viena de donde saldrá derrotado un siglo más tarde, su cambió de teatro al Indico, donde hizo sufrir de los lindo a los portugueses, lo que contribuirá a la unión de los reinos peninsulares. No obstante, lo que no sabían todos aquellos soldados es que no sólo habían aplastado a la gran flota otomana que amenazaba el Mediterráneo, sino que también se habían ganado, a base de cañonazo y mandoble, un hueco en los libros de historia. El propio Felipe II señaló que había arriesgado demasiado. De haber perdido, Europa no sería después lo que ha sido.

martes, 12 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA .11. Familia de Felipe II

ESPAÑA EDAD MODERNA -11- Felipe I de Nápoles, Felipe I de Inglaterra y Felipe I de Portugal no es otro que nuestro Felipe II, una de las grandes figuras de la historia. La Leyenda Negra que no sólo no se corresponde con la realidad histórica, sino que es producto de la primera campaña de propaganda realizada con el apoyo de la imprenta, rodeó a Felipe II durante todo su reinado e incluso después. La afrontó con energía, utilizando como secretarios verdaderos ministros, siendo el primero descendiente de Gonzalo Pérez, judío converso, experto en el manejo de los negocios durante los largos viajes que había realizado el Emperador. Felipe pudo contar, en su enorme trabajo, con su hermano de padre, Juan de Austria, nacido de la relación extramatrimonial que tuvo el emperador con Bárbara Blomberg en 1545. El padre lo vio por primera vez poco antes de morir. Realmente Carlos hubiera querido que Felipe fuera nombrado aspirante a la corona Imperial. Pero fue Fernando I de Habsburgo,  a partir de 1558, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Era hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla y, por lo tanto, hermano menor de Carlos I, y pretendía que fuera su hijo, el futuro Maximiliano II, quien se hiciera cargo de la corona imperial a su muerte y no su sobrino. Es por esta razón que el emperador no prestó ayuda a la monarquía hispánica, el país donde había nacido, cuando Felipe II la reclamó en la guerra contra Francia de 1557.
Así y todo, los lazos entre las dos ramas Habsburgo continuaron entrecruzados hasta el final de esta dinastía en nuestro país. El emperador Maximiliano II fue regente de España en 1551, mientras Felipe II realizaba un viaje de tres años por Europa, y mantuvo siempre una gran amistad con su primo. El padre de Felipe, el gran monarca de las largas ausencias, había dejado vacías las arcas, hecho que Don Felipe había advertido al Emperador: "De un año contrario queda la gente pobre, de manera que no puede levantar cabeza en otros muchos". Felipe no tuvo mucha suerte con su familia. Se casó con su prima María de Portugal, pero ella murió en el parto en julio de 1545. Su primer hijo, Carlos, después de una operación de cabeza nunca rigió bien y según parece Juan de Austria advirtió a su hermano, Felipe II, que su propio hijo planeaba matarle. Fue confinado Carlos en el castillo de Arévalo, donde ya había estado en la misma situación Isabel de Portugal, la madre de Isabel la Católica. Murió Carlos en julio de 1568 produciendo hondo dolor en su padre. Luego se casó Felipe con María Tudor, reina de Inglaterra, pero en 1558 falleció la Reina María I sin descendencia. Con lo cual Felipe quedó sin derecho al trono inglés. Luego se casó con Isabel de Valois, hija de Enrique II de Francia. Tuvo Isabel un aborto por enfermedad mal curada, y después en 1566 nace su hija Isabel Clara Eugenia, que moriría en 1633. La reina tuvo un parto prematuro en 1568 y ella falleció a los veintidós años de edad. El rey quedó muy afectado durante mucho tiempo. Deprimido, viudo y sin descendencia tenía la necesidad de un heredero. Se casó en 1570 con su sobrina Ana de Austria, hija del emperador Maximiliano II, el que había sido regente en la ausencia de Carlos. Tuvieron un hijo, Fernando pero falleció a los siete años. Luego otro, Carlos Lorenzo fallecido también a los dos años de edad. Y en 1575 nació un tercer varón Diego, que falleció victima de viruela. En 1578 había nacido otro varón, Felipe que al sobrevivir a sus hermanos alcanzo el Principado de Asturias, es decir, heredero al trono. El futuro Felipe III. Tuvieron otra hija, María que murió a los tres años. La reina enfermó y murió en 1580 a los treinta y un años. Felipe II parece ser que amó más que a ninguna otra mujer a Isabel de Valois. En 1559 Felipe había promulgado una pragmática en Aranjuez por la que, para evitar contagios del protestantismo, prohibía a todos sus súbditos estudiar en universidades extranjeras. Incluso a los clérigos y mandaba regresar a los que ya estuvieran fuera. Felipe afirmó que mantendría con todas sus energías la religión católica en España. Consiguió el impuso del Concilio de Trento, que se celebró en enero de 1562 y enero de 1564, allí se definieron las doctrinas de la iglesia católica que perduraron cuatro siglos, sin hacer la menor concesión a los protestantes. Por entonces Felipe era el adalid de la Iglesia Católica. Se comenzó un ataque contra el papa Pablo IV, que reprobaba la presencia española en Italia y que había concentrado una alianza con Enrique II de Francia, siempre dispuesto a perjudicar a España favoreciendo sus pretensiones sobre Italia. El duque de Alba atacó al pontífice en 1556 y en una tregua el ejército francés acudió en ayuda del papa. Las tropas españolas se replegaron esperando refuerzos y consiguieron repeler un ataque francés. El duque de Saboya penetró por Francia y consiguió la famosa victoria de la batalla de San Quintín, en agosto de 1557. Carlos I, por entonces ya retirado en Yuste, creyó que su hijo invadiría París, pero Felipe no aprovechó una circunstancia tan propicia. El pontífice capituló ante el duque de Alba. Francia aprovechó para adueñarse de Calais en enero de 1558, última plaza inglesa desde la guerra de los Cien Años, y también atacaron Luxemburgo y Flandes. Todo se saldó con la firma de la paz de Cateau-Cambrésis en abril de 1559. Francia consolidó su posición al recuperar Calais cortando la vía de comunicación española a ambos lados de su frontera. Pero deparó la hegemonía de España en Europa. En mayo de 1565, la armada otomana llegó a las costas de Malta e inició el asedio a la isla, defendida por los caballeros de la Orden de San Juan u Orden de Malta. El asedio fue durísimo. Por suerte, este gran ataque fue detenido por los miles de soldados que envió España para socorrer a los sitiados. De haber caído en manos del Imperio Otomano, Malta se hubiera convertido en el trampolín perfecto para asaltar Italia. En previsión de un ataque a la isla, el papa Pío V solicitó a España y Venecia la creación de una alianza militar con los Estados Pontificios con el objetivo de frenar la expansión otomana en el Mediterráneo. En 1571, Madrid, Venecia y Roma crearon la Santa Liga. Dada la mayor participación española, se decidió que el mando recayera en don Juan de Austria, hermano de Felipe II. Cuesta creer hoy día que las tranquilas aguas del mar Mediterráneo fueran en otro tiempo escenario de asedios, batallas y guerras. En 1571, los buques de la Santa Liga y la armada turca mantuvieron uno de los combates marítimos más grandes de la historia. La Batalla de Lepanto. La «Santa Liga» juntó una de las mayores flotas que han surcado los mares a través de la historia. Además, entre las tropas de la Santa Liga destacaban los famosos Tercios españoles, que esos primero mataban y después preguntaban, si acaso. Así, con las tropas preparadas para asestar el golpe definitivo a los turcos, la flota partió hacia Grecia. El grupo, formado en su mayoría por buques españoles. Tan sólo unos pocos días después de partir, el 7 de octubre, ambas armadas se encontraron cerca del Golfo de Lepanto dando lugar a lo que sería una de las batallas más sangrientas de la historia. En una de las galeras cristianas se hallaba, espada en mano, un joven literato que no superaba los 24 años; Miguel de Cervantes.

sábado, 9 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA-10- GUERRA ANGLO-ESPAÑOLA

La guerra comenzó en 1585 y terminó en 1604. El famoso corsario, comerciante de esclavos, luego político y almirante Inglés al servicio de Isabel I de Inglaterra, sir Francis Drake, comenzó sus saqueos en Vigo, Cabo Verde y lo intentó en Las Palmas, donde fracasó. Cruzó el Atlántico y capturó Santo Domingo y Cartagena de Indias, exigiendo un rescate, incluso llegó a la Florida. Mientras tanto Felipe II, que ya se le estaban hinchando las narices, supo de la ejecución de María Estuardo, una reina católica, ordenada por Isabel de Inglaterra, este hecho decidió al monarca español a intervenir en Inglaterra. Además Felipe quería acabar con la piratería inglesa y sus constantes incursiones en las posesiones hispánicas. Por lo tanto, y al tratarse de una isla de poco menos de 3.000.000 de habitantes, de los cuales menos de un cuarto se encargaban de su protección, una fuerza militar anticuada y falta de experiencia, Felipe II estimó que un pequeño contingente sería suficiente para someter en pocas semanas todo el país Lo que en un primer momento hubo fue terror ante la reacción del monarca más poderoso de su era, Felipe II y pánico después ante la cercanía de la mayor flota, en esfuerzos, que ninguna nación ha conseguido nunca reunir, y, finalmente, estupor ante la posibilidad de un contraataque. Felipe II ya desde inicios de 1586, Felipe II ha encargado a su Almirante D. Álvaro de Bazán, la elaboración de un plan para la “empresa de Inglaterra” que rondaba por su cabeza pero que se atrasaba por diversos motivos.
El plan realizado por D. Álvaro era desmesurado. Más de 700 naves de todos los tamaños y unos 100.000 hombres, la mitad de infantería. Felipe II optó, sin embargo, por un nuevo plan en cuya realización intervinieron, además de Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Zúñiga, Juan del Águila, pero las discusiones ocasionaron demora y mermaron cualquier ataque por sorpresa a Inglaterra. Por fin, según el plan definitivo, el asalto a Inglaterra sería llevado a cabo por los tercios viejos afincados en Flandes de Alejandro Farnesio, con el Duque de Parma, sobrino suyo y que contaba sus campañas militares por victorias. Así pues, D. Álvaro de Bazán únicamente se dirigiría con una flota desde Lisboa (Portugal era de soberanía española desde 1580) hasta los Países Bajos, siendo esta flota un instrumento de apoyo, transporte y capacidad defensiva capaz de ayudar a trasladar a los tercios de manera segura en el trecho de los escasos kilómetros que separan las costas de Flandes de Inglaterra. Pero Álvaro de Bazán murió poco después en Lisboa en febrero de 1588, en plenos preparativos de la empresa de Inglaterra. La Armada Invencible necesitaba un nuevo almirante y el elegido por Felipe II fue Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia y noble del más alto rango, que sin embargo, no tenía conocimientos en la navegación e incluso se mareaba al hacerlo. Se ha culpado al Duque de Medina Sidonia del fracaso, se le ha tratado poco menos como a un inepto. Drake siguió a lo suyo, en 1587 atacó la flota amarrada en Cádiz, que resistió y fracasó el corsario gracias a Medina Sidonia. No obstante luego atacó la flota de Álvaro de Bazán en Lisboa. En fin, que entre unos y otros ataques consiguió destruir más de 100 barcos españoles. Esto retrasaba los planes de Felipe. Pero por fin el 22 de julio de 1588, viernes, zarpa de La Coruña, con buen tiempo, la Gran Armada con sus 127 naves agrupadas en 10 escuadras y una flotilla de avituallamiento de 10 carabelas y 7 falúas. Al llegar al Golfo de Vizcaya las fuertes tormentas y el estado de la mar provocaron la pérdida en solo 6 días de 40 barcos, y se separaron de su alineación. Ya habían sido avistados por los ingleses que dieron la voz de alarma. La flota inglesa estaba atracada en puerto ya que no podía hacerse a la mar. Los españoles repararon en esto y se avisó a Medina Sidonia para realizar el ataque en el puerto de Plymounth. Pero el comandante había recibido ordenes de no atacar a los ingleses y juntarse con las tropas de Flandes. Aunque envió varios mensajes el duque de Parma, al frente del ejército de Flandes, escribió por fin diciendo que aún no había embarcado. La Gran Armada se refugió a la espera y fue atacada por la noche y dispersado algunos barcos. Hasta la altura del Canal de la Mancha no se efectuó el único gran combate de toda la campaña, por llamarlo de algún modo, pues Francis Drake no tuvo más ocurrencia que prender fuego a sus barcos y estamparlos contra la armada (los llamados brulotes) causando ciertos estragos. Bien, el resultado del único enfrentamiento directo fue el de un solo barco español hundido. Temerosos de iniciar un prolongado enfrentamiento, la armada inglesa se batió en retirada hacia su isla para preparar el reabastecimiento y esperar el milagro; sin embargo la flota española, exhausta, con sus objetivos demasiado desdibujados, incapaces de llegar a ningún puerto aliado y con numerosas pequeñas averías se vería obligada a rodear la isla británica. Las condiciones fueron horribles. Los pequeños arañazos alcanzados por los ingleses fueron transformando los barcos en ruinas flotantes por las tempestades y la defectuosa cartografía portada por los españoles. Esto es la gran victoria por la que brindan: que los españoles tuvieran que dar media vuelta debido al temporal y a la imposibilidad de combate. Y es que más que una victoria Inglesa fue un cúmulo de desastrosos contratiempos que bien resumió Felipe II en su célebre frase: “Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos”. Pero en la pérfida Albión, no hubo festejos, sino las epidemias y la hambruna que habían poblado la costa, exhaustas por el estéril sobresfuerzo. Entre 1595 y 1596, realizaron Drake y Hawkins, una expedición en el caribe contra las posesiones españolas. Fueron detenidos y vencidos en Las Palmas de Gran Canaria y luego en otros enfrentamientos frente a fuerzas españolas muy inferiores en número, sufriendo los ingleses grandes pérdidas, incluyendo la muerte de ambos marinos. En julio de 1596, una expedición anglo-holandesa con el conde de Essex saqueó Cádiz, destruyendo la flota española fondeada. En octubre de ese mismo año la flota española bajo el mando de Martín de Padilla se desbarató por una tormenta frente a las costas de Galicia cuando se dirigía a Irlanda. Esta armada fue reorganizada y los ingleses no pudieron atacarla por otra tormenta en las costas gallegas. Entre junio y agosto de 1597, la flota inglesa organizó la expedición Essex-Raleigh a Ferrol y las Azores, donde no consiguió imponerse a la flota española de regreso de las Indias. Una nueva expedición española contra Inglaterra en octubre del mismo año fue desbaratada por un temporal en el canal de la Mancha. Muere Felipe II en 1598 y su hijo Felipe III de España proseguiría la guerra contra Inglaterra. En mayo de 1600 se iniciaron conversaciones de paz en Boulogne-sur-Mer, que no dieron resultado Aprendida la lección de la forma de combatir de los ingleses, la mejora en la escolta de las flotas procedentes de América y la rápida recuperación ente las pérdidas militares, muertos la reina inglesa y los corsarios Drake y Hawkins, se debilitó la decisión inglesa y el sucesor Jacobo I firmó un tratado de paz en Londres, posiblemente favorable a Felipe III, en 1604. El llamado desastre de la Gran Armada ni fue tan grave, ni fue mayor que el que sufrió la Armada Inglesa en aguas peninsulares. Es más, el desastre padecido por ellos fue muy superior al nuestro. Pero de nuestro fracaso todo el mundo se acuerda en España y en Inglaterra, y del de ellos casi nadie ha oído hablar en ninguno de los dos países. Ocurre que los acontecimientos en torno a la “Gran Armada”, que ese es su verdadero nombre, sólo se entienden en el marco de la Guerra Anglo -Española. Al sacarlos de contexto se deforma mucho la realidad, sería semejante a hablar de la Segunda Guerra Mundial y detenerse en la caída de Francia en 1940, sin mencionar otras importantes batallas como Midway, Stalingrado, o el desembarco de Normandía. Además, fue una guerra con un desenlace y tratado favorable a España.

viernes, 8 de febrero de 2019

ESPAÑA EN LA EDAD MODERNA -9- Flandes

En 1578 el rey portugués don Sebastián falleció. Por los derechos heredados de su madre, Felipe II era el más legitimado para sucederle. Pero debió plantar batalla para ello con don Antonio, nieto ilegítimo del rey Manuel el Afortunado. Mientras un cardenal de la casa Avis había sido nombrado rey, don Enrique. Éste proclamó sucesor a Felipe si bien los representantes del pueblo querían a un rey portugués. A la muerte de Enrique nuestro Felipe comenzó a usar el título de rey de Portugal desoyendo a todos que le pedían paciencia. No obstante, aquel don Antonio también se hizo proclamar rey y marchó a Lisboa, de donde tuvo que huir cuando el ejército español enviado por Felipe, al mando del duque de Alba tomó la capital. En diciembre de 1580 Felipe entró en Portugal y en 1581 las Cortes portuguesas le reconocieron como rey. Se garantizaba la independencia del reino, y sus colonias y la continuidad de sus instituciones, el sistema judicial y monetario. Se inició así la unión peninsular que duró hasta 1640, pero que siempre fue frágil. En las clases altas de Portugal y España había vínculos familiares abundantes y personajes de la cultura que ejercían en uno u otro país. Pero las clases populares y el bajo clero portugués mantuvieron siempre una actitud contraria a los españoles. Y Castilla y aún más el resto de España en general ignoraron a su vez a Portugal. En los dominios europeos que había heredado fueron un dardo envenenado. Los Países Bajos, el Franco Condado (Borgoña) y Luxemburgo fueron causas de continuas guerras y culpables de buena parte de la decadencia posterior. Felipe representaba el absolutismo político y la defensa a ultranza de la religión cristiano-romana, y siendo esas zonas muy prósperas, que contaban con una buena organización civil de buen nivel cultural, con las reformas iniciadas por su padre, el emperador Carlos V, veían en Felipe una amenaza ya que se había erigido en defensor de la Contrarreforma, mientras que allí eran proclives a la Reforma Protestante. El interés político europeo se centraba en esa zona por su poder comercial y económico, con lo cual la oposición a Felipe estaba servida. Ya hemos hablado en el capítulo anterior de la llegada del Duque de Alba a Flandes con resultado negativo. Represión del duque y resistencia de los flamencos. Entra en escena Guillermo de Orange.
La Guerra de los Ochenta Años, enfrentó a las Diecisiete Provincias de los Países Bajos contra Felipe II. Realmente comenzó en 1568 cuando la gobernación estaba en manos de Margarita de Parma su hija ilegítima. Se ganó la enemistad de Guillermo de Orange. Los tercios se vieron obligados a largas jornadas de asedio. Un ejército preparado para el encuentro frente a frente, suponía un enorme gasto de hombres y dinero para la Corona Española, y que no daba los frutos deseados. Tenemos que recordar que el 7 de octubre de 1571 se sucedió la famosa Batalla de Lepanto, con Don Juan de Austria, hermano del rey a la cabeza (24 años tenía Juan) también estuvieron en aquella batalla, Barbarigo, Juan Andrea Doria, Álvaro de Bazán, Lope de Figueroa, Sebastián Veniero, Alejandro Farnesio, Juan de Cardona, Colonna, Luis de Requesens y hasta Miguel de Cervantes. Pero de eso hablaremos en otro capítulo. Lo que queda claro es problemas no le faltaban al bueno de Felipe II. Ya en 1575 Felipe II destituye al Duque de Alba en el ejército de Flandes y pone a Luis de Requesens, más negociador. Pero de igual resultado, o peor ya que las tropas españolas, que, sin cobrar, tras la bancarrota española de 1575, saquean la ciudad de Amberes produciendo una gran cantidad de muertos. Requesenes murió y obligó a un periodo corto sin gobernador hasta que llegó Juan de Austria en febrero de 1577. Después de la entrada de Orange en Bruselas, Alejandro Farnesio se une a las tropas de Juan de Austria y derrotan al holandés en enero de 1578. Meses después murió el valeroso Juan de Austria. Con lo cual el rey coloca en su puesto a Farnesio, que era un hábil negociador, buen militar y buen financiero. Logró atraer a su partido a los descontentos con Orange y escarbó en las discrepancias religiosas. Consiguió que los holandeses se aliaran en 1579 y se reconciliaran con Felipe II. Pero los protestantes a su vez formaron la Unión de Utrecht, embrión de la actual Holanda en enero de 1579 entre las provincias rebeldes de los Países Bajos, en aquel tiempo enfrentadas a la corona española durante la guerra de los ochenta años. Sobre todo después de la Acta de Abjuración de 1581, por el cual estas siete provincias del norte, de mayoría protestante, rompían definitivamente con el reino de Felipe II. Aunque tardará muchos años en ser reconocido por España, las Provincias Unidas, u Holanda, como prefiramos, comienza a funcionar como país independiente. Pero se fueron conquistando ciudades, Gante, Brujas, Bruselas y finalmente Amberes después de un larguísimo asedio. Y sobre los territorios holandeses; conquistando Eindhoven, Breda o Nimega. Pero para la conquista total era necesario el control del mar, y este estaba en manos holandesas e inglesas. Mientras los piratas ingleses, al mando de Drake castigaban los puertos españoles. La ejecución de María Estuardo, una reina católica, ordenada por Isabel de Inglaterra, aunque ésta no estaba muy de acuerdo con la ejecución, pues temía las consecuencias de las potencias católicas, este hecho como decía decidió al monarca español a intervenir en Inglaterra. Felipe II preparaba su Gran Armada para reconquistar el Canal de la Mancha.

miércoles, 6 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA -8- (Flandes)

A finales del siglo XVI, Felipe II, tras ser coronado rey de Portugal, en plena guerra de los 80 años, tenía bajo su poder uno de los imperios más grandes de la historia. En aquellos momentos sus posesiones reales ocupaban parte de los cuatro continentes conocidos, Asía, América, África y por supuesto Europa. Es evidente que en tan amplios territorios los conflictos se sucedían los unos a los otros, y por mucho que quisiera, era imposible acudir a sofocarlos todos. Pero por muchos kilómetros de distancia que estuvieran algunas posesiones, ninguna le dio los quebraderos de cabeza que este pequeño rincón de Europa.Flandes Un asunto religioso que enmascara el verdadero problema. Partieron desde Milán, y cruzaron toda Europa para abrir el denominado “camino español”, por territorios propios de Saboya y el Franco Condado. Al mando el Duque de Alba, que no le templó el pulso a su llegada a Flandes; con ejecuciones de la nobleza tras la instauración del Tribunal de Tumultos, que ostentaba la facultad de juzgar los delitos en contra de la Corona Española. Un error que se pagará caro, al crear un sentimiento de rechazo, aún mayor que el anterior. La guerra estaba servida. Ante la gran represión ejercida por el gobierno del Duque de Alba (1567-1574) los flamencos se comienzan a organizar: dos hermanos se convertirán en los líderes de la resistencia; Guillermo de Orange obligado en primera estancia a emigrar a Alemania, donde comenzará el reclutamiento, y Luis de Nassau, este último con importantes contactos entre los hugonotes franceses, que interrumpirán el comercio y la llegada de tropas a la zona de La Rochelle. Si el sur marítimo era controlado por los hugonotes aliados con los flamencos, en el norte se harán fuertes los denominados “mendigos del mar”, piratas que se dedicarán a sabotear la llegada de navíos españoles, estos últimos tomarán el puerto Brielle (Zelanda), como punto de inicio de la conquista terrestre. Por tierra tampoco eran fáciles las cosas, el suelo de Flandes es plano y lleno de ríos por doquier, además existían gran cantidad de fortalezas que habían caído en manos de los rebeldes. Los tercios se vieron obligados a largas jornadas de asedio, que debilitaban la salud en aquellas tierras pantanosas. Un ejército preparado para el encuentro frente a frente, que suponía un enorme gasto de hombres y dinero para la Corona Española, y que no daba los frutos deseados.
FELIPE II PINTURA DE TIZIANO Ante los nulos avances, Felipe II decide el cambio de dirección. Destituye al Duque de Alba y pone en su puesto a Luis de Requesens (1574-1576), con un talante más negociador. Pero de igual resultado, los rebeldes del norte siguen conquistando puertos, el nuevo gobernador se ve imposibilitado para controlar las tropas españolas, que, sin cobrar, tras la bancarrota española de 1575, saquean la ciudad de Amberes produciendo una gran cantidad de muertos. Una de las proposiciones de Luis de Requesens hizo temblar a Felipe II, ante la imposibilidad de controlar a los “mendigos del mar” insta a bombardear los diques de contención del Atlántico, para inundar todo el norte de Flandes, Felipe II se negó. Tras la muerte de Luis de Requesens y los infructuosos intentos de paz de su sustituto Juan de Austria, en 1579 llegó al puesto de gobernador Alejandro de Farnesio. Un gran diplomático que consiguió la sumisión de algunas de las provincias del sur de mayoría católica, para firmar la Unión de Arras. La respuesta no se hizo esperar, solo tres semanas después nacía la Unión de Utrecht, embrión de la actual Holanda, sobre todo después de la Acta de Abjuración de 1581, por el cual estas siete provincias del norte, de mayoría protestante, rompían definitivamente con el reino de Felipe II. Aunque tardará muchos años en ser reconocido por España, las Provincias Unidas, u Holanda, como prefiramos, comienza a funcionar como país independiente. Alejandro Farnesio también destacó en el campo militar, a mando de los tercios de Flandes, fue conquistando el resto de ciudades del sur; Gante, Brujas, Bruselas y finalmente Amberes después de un larguísimo asedio. También hizo grandes progresos entre las ciudades del recién emancipado norte, es decir, sobre los territorios holandeses; conquistando Eindhoven, Breda o Nimega. Pero para la conquista total era necesario el control del mar, y este estaba en manos holandesas e inglesas, estas últimas, dispuestas a intervenir para proteger a su nuevo socio, y de paso castigar a su gran rival en el mundo colonial, España. Mientras los piratas ingleses, al mando de Drake castigaban los puertos españoles, Felipe II preparaba su Gran Armada para reconquistar el Canal de la Mancha. Como es conocido Felipe II no consiguió su propósito, ni controló el mar, ni llegó a las costas inglesas. Por si faltaba algo, Alejandro Farnesio murió en 1595, posiblemente sin otros frentes abiertos este general hubiese acabado sometiendo a los Países Bajos. Evidentemente no fue así, a finales de siglo XVI España tenía tres poderosos rivales, Francia, Inglaterra y la nueva Holanda. Antes de morir Felipe II, en 1598, solo había acordado una triste Paz de Vervinscon los franceses.

martes, 5 de febrero de 2019

ESPAÑA EDAD MODERNA -7-

La América Española Ya la Reina Católica, Isabel de Castilla, promulgó decretos en 1494 para la protección de los indios frente a los posibles (y ciertos) abusos de los colonizadores. Determinó que los indios seguirían siendo propietarios de sus tierras y prohibió expresamente la esclavitud. Pero la corona no se quedó solo en esto, puso decisión, recursos, conocimientos y sus mejores hombres a la tarea de integrar a los pueblos americanos a la cultura española, es decir la que predominaba en Europa. Posteriormente en diciembre de 1512 Fernando el Católico promulga”Las Leyes de Burgos u Ordenanzas para el tratamiento de los Indios” Juristas y teólogos estudiaron el asunto y de aquí salió el resultado de que lo importante era la evangelización del indígena. También que la corona tenía el dominio sobre los territorios descubiertos o por descubrir, y el indio era un hombre libre, no podrá ser explotado pero debía trabajar a favor de la corona, a través de los españoles que allí estaban, y para ello se crearon la “encomienda” y el “requerimiento”. Estas Leyes de Burgos se les considera hoy como el primer acuerdo sobre los Derechos Humanos, siendo el precursor de ese derecho. El Requerimiento era una serie de razones para el sometimiento de los indígenas sin necesidad de enfrentamientos. Un escrito redactado en castellano que, mediante intérprete, debían leerse al nativo al comienzo de una empresa de Conquista. Finalizaba con una exhortación formal a los aborígenes de que se sometieran a su nuevo señor y adoptasen el cristianismo. Si los indios aceptaban se les respetarían sus costumbres, propiedades y haciendas, pero si se negaban se le amenazaba con guerrear contra ellos con todos los recursos y despojarles de sus propiedades y reducirles a la esclavitud, incluyendo a las mujeres y niños. Se les concedía a los indígenas un tiempo para que pensasen en todo esto y, si lo aceptaban, pasaban a ser cristianos y súbditos del Rey y no había guerra. Si lo rechazaban, se les haría la guerra. La Encomienda era el derecho que se le concedía al colono para tener a su cargo a un grupo de indígenas, conjuntamente con el derecho fundamental el de la cobranza del tributo indígena. Todo indígena varón que tuviera entre 18 y 50 años de edad, era considerado tributario, es decir estaba obligado a pagar un tributo al rey, en su condición de “vasallo libre” de la Corona de Castilla. Este tributo, era el que cedía el Rey al encomendero como merced otorgada a su labor en la Conquista. Ateniéndonos a un estudio de la Orden de los caballeros de San Ignacio de Loyola, podemos asegurar que España no se limitó a explorar aquel vasto territorio sino que realizó una empresa aún más asombrosa y trascendente: la incorporación de sus gentes a su cultura y a su fe, en definitiva, a la civilización cristiana, europea y occidental. Y no con la intención de que fuera una forma circunstancial, sino definitiva. Ya con el rey Carlos I, en noviembre de 1542 se promulgó en Barcelona la Pragmática  “Leyes y ordenanzas nuevamente hechas” conocidas por Las Leyes Nuevas. Fundamentalmente sus puntos es que suprime las Encomiendas, y regula la forma de hacer los nuevos Descubrimientos y de gratificar a los Conquistadores. También suprime la esclavitud de los indígenas, y las guerras de Conquista. Además las Leyes de Indias recogen, entre otros, los siguientes derechos: la prohibición de injuriarlos o maltratarlos, la obligación de pagarles salarios justos, su derecho al descanso dominical, la jornada laboral máxima de ocho horas y un grupo de normas protectoras de su salud, especialmente de la de mujeres y niños. Esto en el año 1542. La conquista española de los territorios estaba orientado por la información que daban los nativos. Buscando la riqueza, y porque era más fácil recibir noticias, los conquistadores fueron al encuentro de las civilizaciones más desarrolladas. Éstas estaban mejor estructuradas y tenían un poder concentrado, que en realidad facilitó su conquista. Los españoles se limitaron en realidad a “heredar” el poder y eligieron la forma del protectorado, como fue el caso de Pizarro, al elegir a Manco Capac como nuevo Emperador Inca. La política era aprovechar lo que había y se aventuraban en empresas solo si se suponía que compensarían los tremendos gastos y el riesgo. Supieron aprovecharse del descontento de muchos pueblos y tríbus contra la opresión de los Aztecas o los Incas, lo que permitió conseguir aliados y enfrentarlo entre ellos o también organizar un ejército con los propios indígenas. Utilizaron guías, espías, porteadores y guerreros. Evidentemente uno de los mayores problemas de los españoles era además de tomar un territorio el problema siguiente era repoblarlo dada la inferioridad numérica que tenían demográficamente. La rapidez de la conquista no se explica acudiendo al tópico del heroísmo y tesón, solamente. Una idea patriótica pero plagada de prejuicios. Primero hay que tener en cuenta la tecnología. Armas de fuego y también los caballos y perros. El soldado español tenía una concepción de la guerra completamente distinta al nativo. Los mexicas solo atacaban con luna llena, por ejemplo. Por su religión no entendían una lucha tan aguerrida como la cristiana, que al fin y al cabo provenía de las luchas de los reinos cristianos contra los musulmanes durante siglos. Desde 1573 se dictaron normas y ordenanzas para la fundación y disposición urbanística de las nuevas ciudades y se reguló hasta el extremo. Se adoptó el sistema de cuadrícula castellano. Una plaza mayor y alrededor las principales edificaciones gubernativas y religiosas. La plaza era el centro del comercio, el paseo, celebraciones, etc.
Actividades de ocio y festivas. Misas diarias y sobre todo dominicales. En fin, que esto lo conocemos sobradamente. España dejó unas 30 Universidades funcionando antes de la independencia, 39 ciudades y monumentos que son ahora Patrimonio de la Humanidad, más de 150.000 licenciados en diversas materias,de distintas razas y colores de piel,dejamos hospitales Lima por ejemplo tenia una cama por cada cien habitantes cifra que hoy no tiene por ejemplo Los Ángeles. Se construyeron caminos, alguno de más de tres mil kilómetros como en Camino real de México a la tierra alta hoy EEUU. De lo que se obtenía llegaba tan solo un 20% a la península, que una parte era de particulares y el resto, amén de los chupopteros que no pagaban impuestos, como los nobles y el clero, se lo gastaron nuestros reyes en defender la religión católica en sus tierras de la casa de Austria por centro Europa. Carlos I tenía serios problemas de dinero a causa de eso, y se vio obligado a endeudarse con banqueros europeos. Al igual que Felipe II, que en su reinado pasaron dos crisis muy serias. En el siglo XVII todavía Felipe IV no lo tuvo mejor, de hecho, cerrada la posibilidad de abastecer a los famosos “Tercios de Flandes” fue lo que propició el declive militar en Europa de España alrededor de 1650. Eso confirma que la gran parte del oro y la plata de América se invirtió allí mismo. Y que la corona no se enriqueció, ya que lo que se podía sacar a mano en aquella época durante 250 años, se saca hoy, aún, en un solo año. Foto de la Biblioteca central de la Universidad Nacional de México. Es heredera de la Real y Pontificia Universidad de México, fundada el 21 de septiembre de 1551 por los españoles.

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...