miércoles, 22 de enero de 2020

FELIPE II - CLAROSCUROS DE SU REINADO

En el Imperio Español no se pondría el sol, pero las dos bancarrotas sufridas en tiempos de Felipe II no nos las quitó nadie. Los Austrias defendieron la religión católica como nadie lo ha hecho en la historia. Y el precio fue altísimo. Desangrados por las guerras exteriores además, en vez de promocionar la industria, incrementar las ventas, pues el oro y la plata americanos hicieron a burgueses y nobles, perezosos e improductivos. También soldados, frailes y pícaros antes que trabajadores, sin que a cambio creásemos en el Nuevo Mundo, como hicieron los anglosajones en el norte, un sistema social y económico estable, moderno, con vistas al futuro. Pensemos que la novela picaresca surgió en esas fechas, y con ser producto del siglo de oro, realmente era una crítica por un lado de las instituciones degradadas de la España imperial y por otro de las narraciones idealizadoras del Renacimiento. Fue una respuesta a las novelas heroicas mostrando la puñetera realidad del pueblo. El sórdido vivir de la gente sin clase, los miserables desheredados, los falsos o aprovechados religiosos y los conversos marginados. Por otro lado estaban los caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad, observada por encima de sus cuellos engolados. La gente joven se marchaba, como siempre, buscando oportunidades en donde sea, los Tercios o el Nuevo Mundo. Ahogados por la hidalguía corrupta y por el agua bendita, se anulaban las posibilidades de mejorar, y se buscaban la vida como sea. La corrupción consentida o fomentada por burgueses, con un fisco que estrangulaba al que realmente trabajaba mientras dejaban libres de impuestos al noble o al eclesiástico. Pero el agricultor, el ganadero, el indio, el artesano, el comerciante y en fin todos aquellos que ponían el hombro de verdad son los que sostenían a duras penas a una enorme pléyade de holgazanes que iban arrastrando sus sables por los empedrados o las sotanas por las iglesias, dando además consejos de buen cristiano, de piedad y sacrificio. Con el pretexto que su bisabuelo había estado en la Guerra de Granada o en donde sea y es así como el trabajo serio y honrado del día a día, (parece mentira) cobró mala fama, era de gente sin preparación. Para colmo ha llegado hasta nuestros días porque los padres, madres y chavales prefieren estudiar “Dirección de Empresas” que acudir a la Formación Profesional.
De esta forma es como el oportunismo y la desvergüenza, se convirtieron en señas de identidad; hasta el punto de que fue el pícaro, quien acabó como protagonista de la literatura en vez de serlo el valiente, digno u honrado. Por lo que el modelo a leer y a imitar, dando nombre al más brillante género literario español de todos los tiempos: la picaresca. Lázaro de Tormes, Celestina, El Buscón, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, fueron nuestras principales encarnaduras literarias. El único hidalgo noble de corazón que voló por encima de todos ellos resultó ser un hidalgo apaleado y loco. Sin embargo, precisamente en materia de letras, los españoles entregaron entonces nuestros mejores frutos. Nunca hubo otra nación, salvo Francia un siglo después, con semejante concentración de escritores, prosistas y poetas inmensos. Aquella España alumbró genios como Góngora, Sor Juana, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón, Lope, Quevedo, Cervantes y el resto. Imagina amigo, que en las calles de Madrid se cruzaban Lope con Góngora, Cervantes con Quevedo. Para morirse de orgullo.
Si todos ellos hubieran escrito en Londres o París serían hoy clásicos universales, y sus huellas seguirían buscándose como ejemplo. Habría monumentos en cada ciudad, y se le rendiría el honor justo a su genio. Ahora viven en el mismo barrio, llamado el “de las letras”, de Madrid, una zona vieja como injusto homenaje a aquellos genios. Construyeron un monumento impresionante para que ahora lo tengamos como nuestro y de aquél que lo quiera ver un legado que usamos unos 550 millones de hispanohablantes. Pero somos como somos y si no se lo creen por la otra costa del charco, pueden buscar por internet el puto barrio donde vivieron estos tíos, Lope, Calderón, Quevedo, Góngora y Cervantes, entre otros. Busquen allí monumentos, placas, museos, librerías, bibliotecas. Nada, la mejor avenida de Madrid se llama Paseo de la Castellana, en vez de Paseo de Miguel de Cervantes Saavedra. Seguro, que don Quijote, esto lo arreglaba en un plis, plas, y además le entendíamos.

domingo, 19 de enero de 2020

LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE FELIPE IV

El día 10 de febrero de 1623 se ordenó el cierre de las escuelas de gramática en los pueblos de España. Está claro que uno se pregunta el porqué de tamaña decisión, a todas luces injusta, al menos a los ojos de hoy. Pero es que esto pasó hace 400 años y en aquel tiempo las cosas no eran como hoy ni la situación era ni de lejos similar. Ya en época de Felipe II hubo dos bancarrotas, o suspensión de pagos, como se quiera decir. Posteriormente, su hijo Felipe III, tenía una deuda enorme que no se terminó de atajar. En el terreno internacional, con la muerte en 1603 de Isabel de Inglaterra se consiguió firmar un tratado de paz con Jacobo I de Estuardo. En 1610 fue asesinado el rey francés Enrique IV, el acérrimo enemigo de España, y su viuda llegó a un acuerdo de amistad con Felipe III, ratificado por un doble matrimonio entre sus hijos. Quedaban dos importantes núcleos bélicos, Flandes y el norte de Italia. La tregua de doce años en la guerra de los Países Bajos trajo un periodo de relativa paz para Europa conocido por la” Pax Hispánica”. Ésta política exterior pacifista, aún en contra a veces de los intereses españoles se explican por la profunda crisis económica y monetaria que padecía en ese momento la monarquía. El comercio americano era monopolizado por Castilla a través de Sevilla, y el resto de España a verlas venir. Pero a cambio tampoco participaban en los gastos. Para Felipe III los hechos más importantes se produjeron en 1609 con la firma de la tregua con los Países Bajos y la expulsión de los moriscos. Se decidió acuñar moneda fraccionaria de baja ley, rebajando el porcentaje de plata que contenía el vellón hasta dejar la moneda en cobre puro. La consecuencia fue la inflación y el refugio en monedas de oro. El Consejo de Castilla, elaboró un informe en 1619 llegando a la conclusión de que las causas de la ruina económica eran, los enormes tributos que pesaban sobre el país, la prodigalidad en repartir dones y mercedes, el exceso de lujo y el gran número de empleados innecesarios y venales. Pensamos que el oro y la plata que venían de América tenían que ser suficientes para mantener el país y más aún. Pero no era así. De ese dinero solo le correspondía a la corona un 20%, el resto era de los particulares y además mucho se quedaba en América para el desarrollo del continente. Otra parte importante se iba en pagar a los banqueros europeos los prestamos habidos con sus intereses correspondientes. La Hacienda ingresaba la ridícula cantidad de diez millones de ducados anuales; pero la mitad era para mantener el ejército, y la deuda del Estado con banqueros y proveedores extranjeros alcanzaba la cifra de setenta millones de castañas. La Guerra de los Treinta Años fue la más cruel que se recuerda en Europa. Y duró desde 1618 hasta 1648. Por ejemplo Alemania perdió un tercio de su población.
FELIPE IV Pues esto es lo que encontró Felipe IV a su llegada al trono con 16 años. Felipe IV fue de joven un buen estudiante, culto, amante de la historia, la teología, el derecho, la música y los idiomas. Le atrajeron el arte, el teatro y la poesía, pero no solo como espectador. Sabía pintar y escribir con soltura. El Conde de Olivares, su valido tuvo como primer objetivo la modernización del gobierno y la recuperación del prestigio español. Combatió la corrupción, el tráfico de influencias. Redujo el gasto de la corte, suprimió burocracia excesiva y creó la Junta de Poblamiento, destinada a aumentar la natalidad y redistribuir la población en zonas deshabitadas. La expulsión de los moriscos fue una desgracia para algunas zonas del país.
CONDE DUQUE DE OLIVARES En Europa si la situación era mala, en España era preocupante. Desde finales de la década de 1620 y la década siguiente significó el ocaso del sistema económico monetario de los Austrias españoles. Corría el dinero falso, hubo malas cosechas, capturas de navíos españoles procedentes de América por francesas, holandeses e ingleses, crisis alimentarias, hambrunas, en fin un desastre. Para hacer frente a tal cantidad de circunstancias el valido de Felipe IV, el duque de Olivares trató de poner en práctica su idea de solidaridad entre los reinos de España, la “Unión de Armas”, que pretendía unir un ejército de 140.000 hombres al que cada región aportaría una cuota correspondiente a sus recursos y demografía. Se trataba de repartir equitativamente las cargas que hasta entonces solo la soportaba Castilla ya que era la responsable del manejo de las entradas y salidas de oro y plata de América. Pero el asunto se mostró imposible. Las Cortes de Cataluña y Aragón distaban mucho de permitir la práctica del absolutismo de Felipe IV con sus recursos. El proyecto fue abandonado. No obstante esto fue el germen de las sublevaciones catalanas y portuguesas. Hay que decir que los españoles tenían una preparación cultural más que aceptable, porque en cualquier pueblo de España con más de 500 habitantes había escuelas de gramática (el equivalente a estudios secundarios). A las escuelas de gramática se llegaba con 8 o 9 años, ya sabiendo leer y escribir, y ahí se empezaba a estudiar geografía, filosofía, los autores clásicos, etc. con el latín como asignatura troncal. También se llamaban escuelas de latinidad. Eran unos estudios muy completos, dando por hecho que estamos hablando solo de chicos. De estas escuelas de gramática, a las que no iban las niñas, se salía con 17 años, y de allí ya se pasaba o a la Universidad o a trabajar. Existían 32 Universidades entre mayores y menores y unos 50 Colegios Mayores. Más que cualquier país europeo. Y por eso había mucha demanda de empleo público, en la administración. Esto provocaba que el campo siguiera despoblándose, que no hubiera artesanos, que faltaran criados, etc. Y se pensó en arreglar la situación. Aconsejado por los ministros de la Corte se decidió suprimir las escuelas de gramática en los pueblos y localidades pequeñas. Los jóvenes estaban fuera de las faenas del campo durante parte del día y con la expulsión de los moriscos, que precisamente eran buenos agricultores, se produjo un fuerte descenso de la demanda de estos trabajos a la vez que empobrecían a las familias y además se había despoblado diversas zonas del país. También hay que tener en cuenta que a la educación no se le daba la importancia que se le da hoy. Al contrario, incluso hasta bien entrado el siglo XX en las zonas rurales para muchas familias era importante que el hijo trabajase con el padre o se fuera de casa a buscar trabajo, antes de que estudiara, pues con los estudios no conseguiría trabajo, y las cosas no estaban para perder tiempo, sobre todo los varones. Las hijas mujeres eran una carga, ya que producían poco, incluso en determinados niveles existía la dote, es decir que el padre debía pagar a la familia del novio para que se casara con el prometido de buena familia. Por eso aquel 10 de febrero se firmó la pragmática que ordenaba el cierre de las escuelas de gramática en pueblos y localidades pequeñas. En ciudades y villas se podían mantener, pero quedó prohibido dar estudios de gramática a niños expósitos, huérfanos y desamparados. El objetivo era que, a partir de los 8 o 9 años, los niños se dedicaran a ocupaciones útiles y productivas. O sea, oficios agrícolas y manufactureros, que era lo que se necesitaba. Y lo cierto es que se consiguió. Tampoco se lograron cerrar todas, ya que eso necesitaba un control y poner a disposición de ayuntamientos personal y recursos.

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...