En
el Tratado de Utrecht, (1713), para el fin de la Guerra de Sucesión española,
negociado a espaldas de España por ingleses y franceses, se había perdido para
España Menorca y Gibraltar a cambio del asentamiento de los Borbones y de
evitar una alianza entre dos potencias tales como eran España y Francia en
perjuicio de Inglaterra. Se convino entre otras cosas el “Navío de Permiso”,
que se trataba de un buque de línea vaciado para albergar en principio 500
toneladas de mercaderías, tonelaje casi siempre doblado con arteras artimañas,
crea un precedente para que el Caribe se llene de contrabandistas de todo
pelaje. El Asiento era un permiso de monopolio del “Asiento de negros”, es
decir, la trata de esclavos, que fue concedido en alquiler a la empresa inglesa
South Sea Company, gracias al cual podía enviar a América un total de 144.000
esclavos. Inglaterra había solicitado que sea durante diez años, pero el rey
francés Luis XIV, que tenía junto con Felipe V de España el negocio
funcionando, convirtió esos diez años en treinta. Tenía los poderes de su nieto
Felipe V.

ETATUA DE BLAS DE LEZO EN MADRID
Una
ruta comercial específica y Jamaica se convierte en una gran base de
contrabandistas.
El
caso es que entre piratas, corsarios, filibusteros y contrabandistas,
Inglaterra se iba introduciendo en el comercio con la América española. José
Patiño, ministro español que trabajaría intensamente para levantar una nueva
fuerza naval digna. Mientras, Inglaterra iniciaría una política de acoso a las rutas
comerciales coloniales que obligaría a extremar al máximo sus defensas,
responsabilidad que caería en manos de la Armada española. Los políticos y
comerciantes ingleses empezaron a considerar la opción de una guerra total
contra España. Por lo que se comenzó a malear a la opinión pública. El uso sin
disimulo de la piratería a mansalva, hizo que España se viera obligada a
reforzar sus flotas en El Caribe con naves de guerra extraídas de su escasa
fuerza naval. El contrabando inglés empezó a declinar.
En
el año 1737 Inglaterra reclamaba el intercambio de unas presas que habían hecho
los guardacostas españoles. Pero la contabilidad del Navío de Permiso y del
Asiento de Negros seguían sin ser satisfechas por parte de los anglos. La
tensión iba subiendo enteros. Mientras Inglaterra concedía centenares de
licencias de corso para combatir a los guardacostas españoles y aligerar los
navíos con nuestro pabellón, en la Cámara de los Comunes se exigía una
respuesta armada contundente contra los españoles. El detonante de aquella
explosiva situación la buscaron al recordar el hecho sucedido siete años atrás.
Al suceso en su momento no dieron mayor importancia. El navegante español Julio
León Fandiño le echaría el guante a un tal Robert Jenkins, corso, es decir ladrón
con permiso real. Fandiño, capitán del bergantín la Isabela que había pillado
in fraganti a Jenkins, quiso escarmentar al inglés cortándole una oreja, a lo
cual dicen que añadió las palabras: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si
a lo mismo se atreve”. A continuación, como guardacostas que era, Fandiño
requisó la mercancía y se hizo con la propiedad de la nave. De vuelta a
Inglaterra, Jenkins presentó una queja formal ante el rey Jorge II, que hizo
caso omiso a las quejas del truhan. Pero siete años después, el lobby de la
guerra lo convencería para que se personara ante los parlamentarios para
explicar el episodio aquel. Ante los miembros del parlamento, el tal Jenkins
abrió una caja en la que primorosamente envuelta había una oreja que no se entendía
cómo podía haber durado tanto tiempo incólume. Buscada la solución diplomática
por apariencia se firmó el Convenio de El Pardo, cuyos términos según criterio
de los comerciantes y opinión pública inglesa eran muy indulgentes. La Cámara
rechazó el Convenio. La prensa británica se encargaría de deformar el incidente
de la oreja de Jenkins exagerando la crueldad española mientras las calles
londinenses aparecían empapeladas con panfletos, incitando a la guerra contra
España. Los comerciantes ingleses utilizaron la rivalidad política interna,
para crear una reacción patriótica inducida a presión con la intención de
precipitar la guerra. El conflicto armado de 1739 es un claro resultado de esta
precuela de manipulación de la opinión pública. Gran Bretaña pretendía dominar
los mares y para ello debía desalojar a España de América. La presencia de Gran
Bretaña en aguas americanas era un hecho consumado desde hacía tiempo: Belice,
Trinidad y Tobago, Jamaica, las Caimán, etc.
Decidieron
dar un golpe decisivo, para lo que Inglaterra reunió una formidable flota que
salió de Jamaica y fondeó a principios de marzo de 1741 junto a la costa de
Cartagena de Indias, la ciudad más importante del Caribe. Inglaterra estaba tan
segura de su victoria que el rey inglés mandó acuñar monedas celebrando su
triunfo, en las que se leía "La arrogancia española humillada por el
almirante Vernon y los héroes británicos tomaron Cartagena” abril de 1741. En
ellas aparecía Blas de Lezo representado de rodillas entregando su espada al almirante
Vernon. La ciudad estaba defendida militarmente por el almirante vasco, marino
con experiencia en batallar con los británicos.
Esta
nueva Armada Inglesa era la segunda más grande de todos los tiempos, después de
la armada aliada que desembarcó en Normandía en la II guerra Mundial . El
ejército inglés, comandado por el almirante Edward Vernon, trató de invadir
Cartagena de Indias con 32.000 soldados y 3.000 piezas de artillería. Cartagena
estaba defendida por 3.600 soldados y 6 navíos españoles.
FORTALEZA DE SAN FERNANDO
En
aquellos días, Blas de Lezo era el responsable de la defensa de la ciudad.
Cartagena de Indias contaba con unas magníficas fortalezas y castillos que
protegían la ciudad. Las fuerzas defensoras eran pocas. Lezo disponía de 3.000
soldados del ejército regular español, reforzados con 600 arqueros indios del
interior y unas 1.000 piezas de artillería.
Resultó
decisiva la eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que
consiguieron infiltrar espías en la Corte Londinense y en el Cuartel General
del almirante Vernon. El plan general inglés así como el proyecto táctico de la
toma de Cartagena de Indias fueron conocidos de antemano en las Cortes
Españolas y por Blas de Lezo. 
CASTILLO DE SAN FELIPE
El
virrey Eslava, suponía el almirante Torres llegaría a tiempo a Cartagena para
atacar a Vernon por la retaguardia, ya que estaba en La Habana. Pero Torres
nunca llegó a Cartagena. Blas de Lezo se decidió por la resistencia a ultranza
de la ciudad y organizó los recursos. Los 6 navíos disponibles fueron hundidos
por los españoles para impedir el movimiento fácil de los barcos enemigos por
la bocana del puerto. Antes de hundir los navíos, Blas de Lezo, ordenó
desmontar los cañones y situarlas estratégicamente rodeando la ciudad. La gran
bahía de Cartagena está dividida en dos bahías naturales.
Del
13 de marzo al 20 de mayo de 1741, tuvo lugar La batalla de Cartagena de
Indias.
El
17 de marzo de 1640, hunden dos buques. Los cascos hundidos sirvieron de núcleo
colector de arena lo que aceleró la formación de la barra, dificultando la
navegación.
El
13 de marzo de 1741 la imponente flota del almirante Edward Vernon llegaba a la
bahía de Cartagena.
Noche
del 20 al 21, los ingleses toman la batería de Varadero. El 4 y el
5 de abril,los fuertes reciben un intensísimo y prolongado cañoneo. Las
murallas del castillo San Luis se
derrumbaron y por la brecha abierta cargaron los ingleses a bayoneta
calada desde tierra. Ante la
imposibilidad de resistir, se tocó retirada y durante toda la noche continuó el
desembarco enemigo.
Se
incendió el San Felipe, y se disparó desde el san Carlos nueve cañonazos al África para hundirle en la bocana de entrada.
El
13 de abril a las 9 de la mañana,
comenzó el asedio de la ciudad con continuos bombardeos. La situación empezaba a ser
desesperada para los españoles, les faltaban alimentos y el enemigo no daba
tregua. Iban pasado los días, y el cañoneo inglés no cesaba, era intenso y
continuo, mañana, tarde y noche.BOMBARDEO
Cartagena
de Indias fue severamente castigada por la artillería naval inglesa. Vernon
estimó que los españoles resistiría dos o tres días más. Los españoles tenían
orden de resistir hasta el final no se les permitía ni un paso atrás, habían
clavado la bandera e iban a morir allí, defendiendo la ciudad hasta el final.
16
de abril, 4 de la mañana, Vernon decidió
que se tomaría Cartagena de Indias al asalto, más de 10.000 hombres. Pero las sucesivas ofensivas
inglesas se encontraron con trincheras inexpugnables.
Blas
de Lezo mandó excavar un foso en torno
al castillo para que las escalas inglesas se quedasen cortas al intentar
tomarlo. Ordenó cavar una trinchera en zigzag, evitando que los cañones
ingleses se acercasen demasiado. Les envió dos “desertores” que engañaron y
llevaron a la tropa inglesa hasta un flanco de la muralla bien protegido, donde
serían masacrados sin piedad. EL REY JAUN CARLO I INUGURA UN MONUMENTO A BLAS DE LEZO
La
noche del 19 al 20 de abril se produjo el definitivo asalto al castillo de San
Felipe. Tras una potente preparación artillera Vernon intentó asaltar
el castillo con unos 10.200 hombres de infantería. Enfrente tenía la batería de San Lázaro de propio
castillo de San Felipe y 1.000 hombres muy motivados.
La
sorpresa fue mayúscula, cuando los ingleses comprobaron que sus escalas eran
demasiado cortas y no podían escalar las murallas del castillo. Las tropas
inglesas no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esta
circunstancia, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose
una carnicería sin precedentes. Al amanecer, se encontraron con las bayonetas
de unos trescientos soldados de los tercios españoles que saltaban sobre ellos
desde sus trincheras. El
error del castillo de San Felipe desmoralizó a los ingleses. El orgulloso y
engreído Sir Andrew Vernon había sido incapaz de vencer a unos pocos
harapientos españoles.
El
pánico se apoderó de los ingleses, rompieron sus líneas de combate y huyeron
despavoridos tras la última carga española hacia sus barcos.
Desde
el 22 al 25 de abril, decrecieron los enfrentamientos.
El
26 los ingleses volvieron a bombardear la ciudad.
El
9 de mayo, Vernon ordenó la retirada, levantar el asedio y volver a Jamaica.
Había fracasado estrepitosamente. Tan sólo acertó a pronunciar, entre dientes,
una frase: “God damn you, Lezo!”.
TUMBA DE E. VERNON EN LONDRES Vernon
envío de una última carta a Lezo: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver
pronto a esta plaza, después de reforzarnos en Jamaica”. A lo que Lezo
respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de
Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para
conducir carbón de Irlanda a Londres.”
Los
ingleses tuvieron 9.500 muertos, 7.500 heridos, perdieron 1.500 cañones y
perdieron 50 naves.
Los
españoles sufrieron 800 muertos, 1.200 heridos y perdieron 6 naves.
El fracaso de la Armada inglesa, se mire
desde el punto de vista que se mire, fue muy superior al de la Gran Armada de
Felipe II.
La
victoria de las fuerzas españolas prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental
hasta el siglo XIX.
El
rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses que no se escribiera nada de
la derrota. Y así se ocultó a la historia
A
pesar de su profundo descrédito, a Vernon a su muerte en 1757 se le decidió
enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe más de
los que allí reposan.
Blas
de Lezo corrió una suerte diferente, quedó muy mal herido por los combates
de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde víctima de las heridas del
combate. Y lo lamentable, nadie sabe dónde está enterrado, murió en septiembre de 1741.
Para
los ingleses aquella costosa campaña quedaría como una retirada táctica. Al
terminar la guerra del Asiento, en 1748 se retornó al statu quo anterior. La
integridad territorial española permaneció como antaño. En 1750 Gran Bretaña
renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento a cambio de 100.000
libras.
A
pesar del potencial desplegado en todas sus campañas navales, los resultados
fueron magros, por no decir nulos.
Existe
un monumento al Almirante Blas de Lezo inaugurado por el entonces rey de España
Juan Carlos I, acompañado por el embajador de Colombia del 2014.
También
hay una fragata de la Armada Española con el nombre “Blas de Lezo” Fue enviada a Inglaterra cuando se conmemoró la Batalla de Trafalgar.