miércoles, 15 de agosto de 2018

PADRES ESPIRITUALES DE LA II REPÚBLICA

En 1931, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de «padres espirituales de la República».  La realidad de los hechos de estas tres personalidades hizo que cambiaran su forma de pensar sobre la República Española.
JOSE ORTEGA Y GASSET Fue elegido diputado durante la República con una Agrupación. Gran defensor del sistema democrático y a la vez opositor a la monarquía en un debate en 1931. Intervino diciendo y advirtiendo «nuestro grupo siente una alta estimación por el proyecto que hay en este proyecto auténtico pensamiento democrático, y sentido de responsabilidad democrática», pero advirtiendo a continuación que «esa tan certera Constitución ha sido mechada con unos cuantos cartuchos detonantes, introducidos arbitrariamente por el espíritu de propaganda o por la incontinencia del utopismo». Destacó dos problemas de importancia que veía venir; la organización de España en regiones, que traería como consecuencia que serán las regiones entre sí quienes se enfrenten. Eso dará lugar a "dos o tres regiones semi-Estados frente a España, a nuestra España" y en cuanto al resto de las regiones, “esto las animará a una campaña de nacionalismo allí donde hasta ahora no ha existido" “Habiendo sobrevenido la República, sin apenas herida, ni apenas dolores, hayan bastado siete meses para que empiece a cundir por el país desazón, descontento, desánimo, en suma, tristeza".  A los tres días tras el comienzo de la contienda, se presentaron en su domicilio varios comunistas armados de pistolas que exigieron su firma al pie de un manifiesto contra el Golpe de Estado y en favor del Gobierno republicano. Ortega se negó a recibirlos y fue su hija la que en una conversación con ellos. Se redactó otro texto muy corto y menos politizado que, fue firmado por Ortega, junto con Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y otros intelectuales. A pesar de su grave enfermedad, ese mismo mes huyó de España y se exilió primero en París, luego en los Países Bajos y Argentina, hasta que en 1942 fijó su residencia en Lisboa. A partir de 1945 volvió a España en varias ocasiones, no pudo recuperar su cátedra y fundó el «Instituto de Humanidades» donde impartía sus lecciones.
GREGORIO MARAÑÓN Médico endocrino, historiador, escritor y pensador. Escribió obras históricas y científicas de resonancia internacional. Uno de los hombres más brillantes de España del siglo XX. Opuesto radical a la dictadura de Primo de Rivera fue condenado un mes de cárcel y también duramente crítico con el comunismo. Aunque en los primeros momentos fue un defensor de la República, al ver el desmembramiento del país criticó duramente la división del país en regiones cada vez más autónomas, a la vez que todo eso era fomentado por la izquierda radical. Criticó los excesos de ambos bandos en la guerra civil lo que puso en peligro su vida. En 1937 opinó sobre la España republicana, en una reunión de intelectuales franceses “El ochenta y ocho por ciento del profesorado de las Universidades de Madrid, Valencia y Barcelona, (en manos republicanas) ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por qué? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda”. Ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que al contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, es mucho más que una política. (Prólogo de su libro Ensayos liberales, 1946). En una publicación en París manifestó con claridad su cambio de posición respecto de la Segunda República: “En la historia hay una cosa absolutamente prohibida: el juzgar lo que hubiera sucedido de no haber sucedido lo que sucedió. Mas lo que no admite duda es que las profecías de las derechas extremas o monárquicas que se oponían a la República se realizaron por completo: desorden continuo, huelgas inmotivadas, quema de conventos, persecución religiosa, exclusión del poder de los liberales que habían patrocinado el movimiento y que no se prestaban a la política de clases; negativa a admitir en la normalidad a las gentes de derecha que de buena fe acataron el régimen, aunque, como es natural, no se sintieran inflamadas de republicanismo extremista. El liberal oyó estas profecías con desprecio suicida. Sería hoy faltar inútilmente a la verdad el ocultarlo. Varios siglos de éxito en la gobernación de los pueblos han dado al liberal una excesiva, a veces petulante, confianza en su superioridad. La casi totalidad de las estatuas que en las calles de Europa y de América enseñan a las gentes el culto de los grandes hombres, tienen escrito en su zócalo el nombre de un liberal. Cualquiera que sea el porvenir político de España, no cabe duda que en esta fase de su historia, por el contrario, fue el reaccionario y no el liberal, acostumbrado a vencer, el que acertó.
RAMÓN PÉREZ DE AYALA Escritor y periodista. En su obra muestra una notable inclinación hacia los enfoques intelectuales, simbólicos y ensayísticos. Hizo sus primeros estudios con los jesuitas, quienes le proporcionaron amplios conocimientos humanísticos, pero provocaron en él un profundo sentimiento anticlerical. En Madrid se vinculó con la Institución Libre de Enseñanza. Después de viajar por Italia y Alemania fundó con J. Ortega y Gasset y G. Marañón la Agrupación al Servicio de la República. Fue embajador en Londres entre 1931 y 1936. El Gobierno de la República le había nombrado director del Museo del Prado y en 1932, Embajador en Londres. Descontento con el rumbo político pre-revolucionario que imponía en España el Frente Popular dimitió de su cargo en junio de 1936 y al iniciarse la Guerra Civil Española se exilió a Francia. Dos hijos suyos se alistaron como voluntarios en el Ejército Nacional y Pérez de Ayala explicó y defendió su toma de posición en una «carta abierta» publicada el 10 de junio de 1938 en el diario londinense The Times. Pérez de Ayala culpó a Manuel Azaña, de haber fomentado el clima para la consecuencia de la guerra. Azaña fue detenido en Barcelona y encarcelado en un barco de guerra por estar presuntamente implicado en la Revolución de 1934, acusación que finalmente fue desestimada por el Tribunal Supremo. Pérez de Ayala escribió “Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a los pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco… Lo que nunca pude concebir es que hubiesen sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza. Hago una excepción. Me figuré un tiempo que Azaña era de diferente textura y tejido más noble… En octubre del 34 tuve la primera premonición de lo que verdaderamente era Azaña. Leyendo luego sus memorias del barco de guerra, tan ruines y afeminadas, me confirmé. Cuando le vi y hablé siendo ya presidente de la República, me entró un escalofrío de terror al observar su espantosa degeneración mental, en el breve espacio de dos años, y adiviné que todo estaba perdido para España". 
Vivió sucesivamente en París y en Biarritz y más tarde en Buenos Aires, donde fue nombrado agregado honorario de la Embajada de España. Regresó provisionalmente a España en 1949 para resolver algunos asuntos personales, regresando después a la Argentina. Diversos reveses familiares y sociales le sumieron en una aguda depresión. Fotos de Ortega, Marañón y Pérez de Ayala

TRATADOS CON PORTUGAL A RAÍZ DEL DESCUBRIMIENTO

Para entender los acuerdos entre el reino de Portugal y el de Castilla-León, hemos de remontarnos a la Guerra de Sucesión Castellana entre a...