lunes, 27 de febrero de 2023

EL MOTIN DE ESQUILACHE Y CONSECUENCIAS

El rey Carlos III le encargó a Esquilache, un ministro italiano, un ilustrado, la reforma de Madrid. Esquilache, para obtener dinero reformó la hacienda y persiguió el fraude de las clases altas. Éstos y la jerarquía eclesiástica, postergados del gobierno con Carlos III, iniciaron una campaña de desprestigio contra el marqués. Para colmo al liberar los precios de los cereales provocó una especulación y alza de precios en los alimentos.

MOTIN DE ESQUILACHE 

Carlos III y su ministro decidieron en mala hora prohibir las capas largas y los sombreros de ala ancha o chambergos porque favorecían la delincuencia. Fue el detonante, la excusa. Una manipulación que no desaprovecharon las clases perjudicadas y con personal preparado para las revueltas consiguieron que se suscitara un Motín, el 23 de marzo de 1766 se produjo el Motín de Esquilache en Madrid que dio como resultado el exilio del ministro, y otras medidas de carácter económico.
Fue un motín de subsistencia típico del Antiguo Régimen. Estas revueltas, solían producirse cuando el alza de los precios alcanzaba cotas intolerables, fruto de los malos años o de la especulación. Coincidían con el momento en que aún no habían sido recogidas las cosechas y las reservas empezaban a agotarse.

CARLOS III 

No eran revueltas antisistema, es decir no se ponía en duda la monarquía, solo a sus ministros, quienes encarnaban el mal gobierno, en forma de venalidad, estupidez o estulticia, (lo que queda meridianamente declarado en el grito de los amotinados ¡Viva el rey, muera Esquilache!)
Este motín en concreto estuvo además orquestado en la sombra por poderosos enemigos políticos del ministro extranjero, es decir el clero español y la burguesía.
El domingo de Ramos de 1766, a eso de las cuatro de la tarde, dos embozados se paseaban ostentosamente con capa larga y chambergo en la plazuela de Antón Martín. Varios soldados que montaban guardia no tardaron en preguntarles por qué iban así vestidos. Quedó claro que iban así porque "les daba la gana". Se oyeron insultos y los guardias trataron de detenerles, momento en que uno de los embozados desenvainó una espada, silbando al mismo tiempo. Al instante, apareció una banda armada y los militares se vieron obligados a huir. Había estallado el motín. Los amotinados, decididos a todo, no tuvieron inconvenientes al apoderarse del cuartelillo de Inválidos de la Plaza, apoderándose de sables y fusiles. A continuación, unas dos mil personas remontaron la calle Atocha hacia la Plaza Mayor, insultando al odiado Esquilache. El duque de Medinaceli tuvo la mala suerte de toparse con la multitud, que lo rodeó en el acto, exigiéndole que hiciese llegar al rey una serie de peticiones.
MARQUÉS DE ESQUILACHE 

Finalmente, el duque llegó hasta Carlos III, que justamente se encontraba en compañía de Esquilache. El rey estaba tranquilo. Ignoraba, sin duda, que los amotinados estaban destruyendo sin piedad los 5.000 faroles que el ministro de Hacienda había colocado por toda la ciudad.
Los amotinados se dirigieron primero a la mansión de Esquilache (la famosa Casa de las Siete Chimeneas), acuchillaron a un servidor del marqués que intentó impedirles el paso. Echaron algunos muebles por la ventana y saquearon la considerable despensa. Luego con una xenofobia manifiesta se dirigieron a la casa de Grimaldi. Se limitaron a apedrearla, para seguir viaje hacia la mansión de Sabatini. Esa noche, a manera de colofón, un retrato del marqués de Esquilache fue quemado en la plaza Mayor. Curiosamente, en Palacio se pensaba que al día siguiente los furores se habrían aplacado como por arte de magia.
Pero el Lunes Santo, día 24, la situación se agravó. La tropa se vio desbordada por la multitud que, enardecida por la noticia de que Esquilache se encontraba en Palacio, junto al rey, y emprendió una decidida marcha para presentar a Carlos III sus reclamaciones. Los amotinados llegaron pronto al Arco de la Armería de Palacio, que estaba defendido por tropas españolas y valonas. Los valones  hicieron fuego y una mujer resultó muerta. Un impresionante gentío se concentró, coreando insultos contra los valones y contra Esquilache.
Finalmente, un sacerdote se destacó en calidad de representante popular y consiguió llegar hasta Carlos III con las peticiones del pueblo. El tono era imperativo. Si el rey no los escuchaba, "treinta mil hombres harán astillas en dos horas el nuevo palacio". Es difícil imaginar el estado de perplejidad que todo esto produjo en Carlos III.
Humillados por la victoria popular, los hombres de armas del rey se inclinaron por la negativa. Otros en cambio se pronunciaron de que era mejor aceptar las exigencias: de lo contrario, se produciría un baño de sangre de incalculables consecuencias.
Oída la opinión de los miembros del Consejo de Guerra, Carlos III dio una buena prueba de sensatez. Salió al balcón. Por intermedio de un representante, el pueblo expuso nuevamente sus exigencias, en primer lugar, la de que bajase el precio del pan, la de que Esquilache fuera expulsado de España lo mismo que la guardia valona.
PALACIO DE ARANJUEZ

Carlos III prometió y hecho lo cual se retiró. Pero fue nuevamente llamado al poco tiempo, para que ratificase su promesa.
Carlos III cometió un error. Atemorizado y desconfiando de la multitud consideró que no estaba seguro en Madrid. Partió hacia Aranjuez con toda su familia
Al día siguiente una Junta Militar tomaba diversas medidas para mantener el orden. Pero el pueblo se enteró de que el monarca había partido secretamente a Aranjuez. Inmediatamente, pensaron que  Carlos III sólo había cedido momentáneamente y ahora se disponía a armar un poderoso ejército para regresar a Madrid. Bien pronto, unas 30.000 personas hombres, mujeres y niños rodearon la casa del obispo de Cartagena. El obispo recibió el encargo de transmitir al rey el estado de ánimo del pueblo madrileño. Pero el obispo no llegó a salir de Madrid. El obispo se vio obligado a redactar un memorial de agravios, para el rey; un emisario partió hacia Aranjuez con el documento y el obispo quedó retenido. Ante la impotencia de los soldados, el pueblo saqueaba almacenes de comestibles y cuarteles, abriendo de paso las puertas de las cárceles. En Aranjuez, el rey recibía el memorial. No lo dudó demasiado: despachó al mismo emisario con una carta para el pueblo de Madrid. Prometía y juraba que “cumplirá cuanto ofreció ayer por su piedad y amor al pueblo de Madrid, y lo mismo hubiera acordado desde este Sitio y cualquiera otra parte donde le hubieran llegado sus clamores y súplicas; pero en correspondencia de la fidelidad y gratitud que a su soberana dignación debe el mismo pueblo, por los beneficios y gracias con que se le ha distinguido y el grande que acabe de dispensarle, espera su majestad la debida tranquilidad, quietud y sosiego, sin que por título o pretexto alguno de quejas, gracias, ni aclamaciones, se junten en turbas ni fomenten uniones. Y mientras tanto no den pruebas de dicha tranquilidad, no cabe el recurso que hacen ahora, de que Su Majestad se les presente".
Al llegar el emisario a Madrid, se dio lectura a la carta del rey. Y bastó esta carta para devolver la calma a la ciudad. Ordenadamente, las armas fueron devueltas a los cuarteles, entre vivas al rey. Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache tuvo que partir irremediablemente. Consta que al rey le costó desprenderse de su ministro. "Se ha sacrificado por mí", Esquilache escribiría sobre Madrid,  "Soy el único ministro que ha pensado en su bien: he limpiado la ciudad, la he pavimentado, he hecho paseos, he mantenido la abundancia durante años de carestía. Merecía una estatua y me han tratado indignamente." El desilusionado marqués fue recompensado con la embajada de Venecia.

EL CONDE DE ARANDA 

El sucesor de Esquilache, el conde de Aranda, apoyado por el conde de Campomanes, abrieron una pesquisa secreta a fin de probar la intervención de los jesuitas en el motín. Ya Portugal y Francia habían decretado la expulsión de la Orden y eran una idea de los ilustrados europeos. Incluso dentro de la propia Iglesia. Fueran o no los culpables, firmó el rey la ley de expulsión y la confiscación de todos sus bienes. Echados de España y de América fueron embarcados hacia Roma, y años después estos gobiernos consiguieron del papa la disolución de la Orden.
Esta fue una traición del rey hacia la orden, ya que los jesuitas eran, siempre lo han sido, unos misioneros fundamentales allí donde fueron. En la película "La Misión" se describe como trabajaban los monjes, enseñando a los indígenas a construir,  a trabajar en la agricultura y ganadería, a organizarse repartiendo las tierras y las ganancias, les enseñaban a leer y escribir, además de evangelizarlos. Los jesuitas tenían y tienen el voto de obediencia, pobreza y castidad. Formaron prácticamente cooperativas.
Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la Compañía de Jesús por su defensa incondicional del papado, su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político. Los poderosos eran sus enemigos, partidarios del absolutismo, los filósofos franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot). El prestigio político del papado y la voluntad política de los Borbones y de la corona Portuguesa era la de robustecerse en detrimento de la Iglesia.
MISIONES JESUITAS - PARANÁ 

Los jesuitas tenían misiones en Perú, México, Canadá, Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia, etc.  Todo eso se perdió.
Que la prohibición de una vestimenta haya provocado tal estado de cosas, incluso muertes y abandono de todas las misiones, eso es una barbaridad, en la que Carlos III ha tenido mucha culpa y no supo actuar por miedo. Era un buen rey que se rodeó de ilustrados y gente de valía, pero él no era realmente un hombre de buenas decisiones. Por eso se perdieron las Malvinas también ante Inglaterra cuando habían sido recuperadas.

viernes, 24 de febrero de 2023

INSTITUCIONES DE GOBIERNO EN AMÉRICA ESPAÑOLA

Pocos años después del Descubrimiento, desde 1503 se fue organizando Instituciones que algunas gobernaban desde la península. Luego se crearon otras en la misma América. La primera Institución fue el Gobernador en 1501, Nicolás Ovando, que destituyó a Cristóbal Colón por denuncias de maltrato a los indígenas. El primer adelantado fue Bartolomé Colón en 1537.  Francisco Pizarro fue adelantado y primer gobernador de Nueva Castilla,​ que fue la base territorial sobre la cual se asentó y expandió el virreinato del Perú. El primer Virreinato fue el de Perú (1542), con capital en Lima.

VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA 

Hernán Cortés en 1521 propuso el nombre de “Nueva España” tras la conquista. Fue su primer Gobernador y en 1528 la corona instaló una Real Audiencia en Nueva España con el objetivo de instaurar un mayor control judicial y de gobierno. Después se creó el Virreinato de Nueva España (1535), con capital en México y jurisdicción en todo el territorio actual de América Central y del Norte.
LAS INSTITUCIONES EN LA PENÍNSULA FUERON:
EL REY,
EL CONSEJO DE INDIAS  
LA CASA DE CONTRATACIÓN
    EN AMÉRICA FUERON: 
LOS VIRREYES
LAS AUDIENCIAS
LOS CABILDOS
LOS ADELANTADOS
LOS CAPITANES GENERALES
LOS GOBERNADORES
LAS CONSULADOS.
Sólo en los primeros años posteriores a la conquista, el rey tuvo a su cargo directo los asuntos de América, luego la mayoría de las tareas pasaron a ser desempeñadas por la Casa de Contratación de Sevilla creada en 1503, que también fue delegando atribuciones al Consejo de Indias, creado en 1511, que finalmente, hacia el siglo XVII era la institución española con más poderes en América.

VIRREINATO DEL PERÚ 

El Consejo de Indias proponía los candidatos a ocupar los cargos de virreyes, gobernadores u otros cargos importantes. Presentaba las propuestas de ley que luego eran evaluadas por el monarca quien decidía sobe la conveniencia de su aprobación.
Tenía además, funciones judiciales, interviniendo en grado de apelación, sobre las sentencias de montos elevados dictadas por las Audiencias. Tenía a su cargo el juicio de residencia que se aplicaba a virreyes, gobernadores, capitanes generales y otros funcionarios importantes, acusados ante el juez de residencia, comisionado que se trasladaba a las distintas ciudades de América con este fin, por abusos de poder o corrupción entre otras cuestiones, y también cuando finalizaban su mandato. El funcionario acusado debía permanecer en su puesto mientras duraba el proceso. Las penas a aplicar podían consistir en multas, confiscación de bienes o prisión.
HERNÁN CORTÉS 

Enviaba igualmente Visitadores Generales con funciones de Supervisión y Control. También le incumbía el ejercicio del Real Patronato, por concesión otorgada a los Reyes Católicos por el papa Julio II para ejercer en América funciones eclesiásticas.
La Casa de Contratación, tenía fines comerciales, regulando la actividad mercantil. Regulaba el sistema de flotas y galeones, cobraba impuestos y actuaba como tribunal de comercio. A partir de 1583, el Tribunal de Comercio se independizó de la Casa de Contratación, y ésta compartió sus actividades con un nuevo organismo, el Consulado, ente gremial que conformaban poderosos comerciantes que regulaban el comercio con las Indias, de manera monopólica.
En América, la máxima autoridad eran los Virreyes, representantes del rey, con poderes políticos, religiosos, militares y judiciales. En general, duraban tres años en sus funciones.
Los Capitanes Generales, ejercían todos los poderes pero en territorios de menores dimensiones, en los que se dividía el virreinato, llamados capitanías generales.
Los Gobernadores, ejercían sus funciones en territorios aún más pequeños, las gobernaciones. Intervenían en grado de apelación en las decisiones de los Cabildos, que luego podían apelarse nuevamente ante la Audiencia. Reemplazaron a los Adelantados, durante el reinado de Felipe II.
Los Adelantados eran aquellos que habían conquistado las tierras para España, y que habían firmado con el rey una capitulación, acuerdo por el cual los gastos de la expedición quedaba a cargo de los conquistadores, recibiendo a cambio poderes políticos, militares y judiciales sobre los territorios conquistados.

FRANCISCO PIZARRO 

Los gobernadores designaban como sus asistentes a los tenientes generales y a los tenientes de gobernador que se desempeñaban en ciudades que no eran cabeza de provincia.
Las Audiencias tenían funciones Judiciales y estaban integradas por los oidores, prestigiosos hombres del Derecho, cuyas decisiones sólo podían ser apeladas ante el Consejo de Indias cuando se tratara de asuntos de importancia económica considerable. Entre otras funciones asesoraban y vigilaban a los virreyes en el cumplimiento de sus funciones. Las Audiencias se instalaban en las provincias mayores, que contaban con un gobernador-presidente, que presidía la Audiencia. Las provincias menores contaban sólo con un gobernador.
Existían las Audiencias Virreinales, ubicadas en las capitales de los virreinatos, que eran presididas por el virrey. Las pretoriales, presididas por el gobernador y situadas en la ciudad cabecera de provincia y las subordinadas en otras ciudades.
Los Cabildos, gobernaban las más pequeñas unidades administrativas, las ciudades, y el ámbito rural que las rodeaba. Las ciudades sin Cabildo no tenían existencia política. Eran instituciones integradas por vecinos, considerándose como tales, los que tenían casa poblada en la ciudad. La formaban los alcaldes, uno o dos, con funciones judiciales, los regidores con atribuciones militares, el alférez real, que representaba a la ciudad en las ceremonias públicas y el alguacil mayor con poder de policía.
Entre las autoridades residentes en América no había una jerarquía, sino un equilibrio de funciones que eran autónomas pero a su vez interdependientes entre sí

lunes, 20 de febrero de 2023

LA ILUSTRACIÓN - Y PARTE 2

“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” era el lema de los que pertenecían al Despotismo Ilustrado europeo. Es decir que la clase gobernante participaban que el monarca y el Estado eran garantes de la seguridad y bien del pueblo. Pero sin la participación de éste. De este modo el país estaba dirigido por un reducido número de personas y el rey gobernaba prácticamente sin intermediarios y sin tener que responder de sus actuaciones.
CARLOS III
Grandes ministros reformistas fueron Pedro Rodríguez de Campomanes y José Moriño, marqués de Floridablanca. Desde sus puestos contribuyeron a la modernización de la administración y del pensamiento político español.
Se construyeron caminos y canales (de riego y navegables como los de Aragón y Tauste y el Canal de Castilla). Se creó la Lotería Nacional, se emitió deuda pública. La política internacional española se centraba fundamentalmente en la defensa de los territorios americanos. Los intereses de la Europa central hace tiempo que habían desaparecido.
Se llegó a una alianza Hispano-francesa, el Tercer Pacto de Familia (1761), al finalizar la guerra Francia lo había perdido todo en América, mientras que España mantenía intacto su Imperio.
A raíz de la sublevación de las trece colonias inglesas en el norte de América desde 1763 existía con Inglaterra una paz tensa. Segura de su superioridad naval, Londres rechazó la oferta y a través del Pacto de Familia.
Derrotada militarmente Inglaterra en Norteamérica, e imposibilitada de cualquier movimiento en Europa, un vertiginoso ascenso de la revolución industrial a causa del bloqueo del Canal se vio obligada en 1783 a concertar, la Paz de Versalles. Inglaterra reconoció la independencia de los Estados Unidos y devolvió a España algunos territorios salvo Gibraltar.
LAS 13 COLONIAS AMERICANAS 
Pero en época de Carlos III había adversarios que no querían perder sus prebendas, los sectores ultraconservadores de la iglesia católica con siglos de poder, por lo que, desde púlpitos y confesonarios, los sectores radicales de la institución procuraban desacreditar la impía modernidad. Pero entre la propia clase eclesiástica había gente culta y con ideas avanzadas. La ciencia desmontaba dogmas y consignas para la Iglesia irrefutables. En otros países como Inglaterra y Francia los hombres de ciencia gozaban de atención y respeto, pero España en eso era diferente, la Inquisición podía caerles encima si pretendían basarse en la experiencia científica antes que en los dogmas de fe.
Pasó, por ejemplo, la barbaridad de Jorge Juan y Ulloa, los dos marinos científicos más brillantes de su tiempo, a la vuelta de medir el grado del meridiano en América tuvieron que autocensurarse en algunas conclusiones para no contradecir a los teólogos. En algunos libros de ciencia figura la pintoresca advertencia “Pese a que esto parece demostrado, no debe creerse por oponerse a la doctrina católica”.
Pese a todo, hombres doctos y valientes, algunos fueron dignos eclesiásticos, dieron en la correcta dirección pese a las trabas y peligros; como cuando el Gobierno decidió implantar la física newtoniana en las universidades y la mayor parte de los rectores y catedráticos se opusieron a esa iniciativa. Se inició tímidamente la circulación de libros de las élites europeas y el traer obreros especializados, ingenieros, profesores y sabios de prestigio. Otra posibilidad era irse a estudiar al extranjero, donde cuajaban las ciencias y el progreso. El pueblo llano, seguía siendo una sociedad ajena al cambio de los tiempos y apegada a la tradición y al trono.
Con Carlos III y sus ministros, con espíritu renovador, trataron de elevar el nivel económico y cultural del país. Hubo leyes de apoyo a la investigación y la ciencia, repoblación con inmigrantes de regiones abandonadas, y  eficaces que hacían justicia a los desfavorecidos, rompían el inmovilismo de gremios y corporaciones de talante medieval, permitían ejercer oficios honorables a los hijos ilegítimos y abrían a las mujeres la posibilidad de ejercer oficios que hasta entonces les estaban vedados.
ILUSTRADOS 
Los escritos de Campomanes, Jovellanos, Capmany o Cabarrús muestran la asimilación de las teorías económicas de la fisiocracia y del liberalismo económico. Fruto de ese interés por los asuntos económicos y sociales fue la creación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, preocupadas por la difusión de las “ciencias útiles” y el desarrollo económico.
El interés por la educación y el progreso científico se concretó en la creación de nuevas instituciones de enseñanza secundaria (Reales Estudios de San Isidro), de enseñanza superior (Colegio de Cirugía, Escuela de Mineralogía, Escuela de Ingenieros de Caminos) y en la reforma de las Universidades y de los Colegios Mayores.
Con Carlos III se cumple el periodo de plenitud de la Ilustración. Carlos supo rodearse de colaboradores inteligentes, preparados y trabajadores. Deparó el reinado más fructífero de España desde los Austria.
Teníamos un rey que no perdía el tiempo. No le interesaban las fiestas palaciegas. Creó una reforma fiscal importante. El primer banco nacional (El de San Carlos), fomentó la industrialización, amplió las comunicaciones. A su muerte en 1788 España había recuperado su posición entre las grandes potencias europeas.
El Siglo de las Luces trajo consigo la creación de numerosas instituciones dedicadas al conocimiento, como es el caso del Colegio de Cirugía, la Escuela de Ingenieros de Caminos, la Real Academia de la Lengua o el Jardín Botánico y Gabinete de Historia Natural. También se desarrollaron ciencias como la biología, la astronomía y la medicina, y prosperaron todo tipo de publicaciones divulgativas, tanto de literatura y crítica social como de ciencia.
Por supuesto que continuaba el absolutismo, que concentraba el poder en un selecto grupo de personas, garantes de la seguridad y bien del pueblo. Tenían una enorme facultad de decisión en todas las esferas y poder absoluto para le ejecución de las medidas adoptadas.
CARLOS IV
Cincuenta años de reinado, entre Nápoles y España, son muchos años de trabajo arduo y Carlos III, aunque estaba al tanto de los asuntos importantes fue lentamente retirándose. Estaba viudo, sus hermanos habían muerto. Con su hijo Carlos, el futuro heredero, su trato no era muy interesante de los que debía ser. El invierno de 1788 iba a ser el último para Carlos y para la Ilustración en España. El 14 de diciembre de 1788, falleció sin estar senil.
Al morir Carlos III se terminaron las reformas de la Ilustración en España, y al año siguiente estallaría la Revolución Francesa, lo que marcaría el reinado de su hijo, Carlos IV, marcando una etapa diferente. 
El prestigio de la monarquía española había alcanzado las cotas más altas de los grandes reinos desde los Austria. Pero bastaron unos pocos años del reinado de Carlos IV para que todo se empezara a ir por el desagüe de la historia.
MANUEL GODOY
Se toman medidas, entre ellas la disolución de las Cortes recién creadas. Lógicamente las noticias que van llegando hacen que se vayan adoptando medidas en España. Se trata de aislar a España de las recetas revolucionarias. Se apoyó al rey francés y se puso fin a los proyectos reformistas. Y la Inquisición de la Iglesia empieza otra vez a destacar, desterrando a Jovellanos, un ilustrado de importante trabajos y realizaciones. El rey apartó de la vida pública a la mayoría de los pensadores avanzados. El fracaso de las medidas de Floridablanca supuso su sustitución por el Conde de Aranda, que concertó una Alianza con Prusia y Austria para ayudar al rey francés, forma de proteger al español. Se preparaba una guerra en Europa que Aranda no apoyaba, ya que  el conde vio la formación de los ejércitos revolucionarios y su respaldo popular en el país vecino, lo que hizo ser partidario de no intervenir, dado el fracaso casi seguro y las pocas ganancias que se podrían obtener. Cae el conde de Aranda y continuó el favorito del rey, Godoy.
NAPOLEÓN 
Ciertos sectores de la población, no sólo las clases instruidas empiezan a ver con curiosidad primero y luego con simpatía los principios de la Revolución francesa.
La República ejecuta al rey francés Luis XVI en enero de 1793. Manuel Godoy en 1792 firmó con el Reino de Gran Bretaña su adhesión a la Primera Coalición contra Francia. Comienza la guerra del Rosellón,  un conflicto que enfrentó a la monarquía de Carlos IV de España y a la Primera República Francesa entre 1793 y 1795. Francia pronto se apoderó del valle de Arán.
Durante las campañas de 1794 y 1795 las tropas francesas consiguieron arrojar a los españoles del Rosellón y penetraron en Cataluña, las provincias vascas y Navarra, llegando a ocupar Miranda de Ebro. Godoy firmó por separado con Francia la Paz de Basilea (1795).
Para España las alianzas con la Francia del Directorio y después con Napoleón, no trajeron más que desdichas. La llegada de Napoleón al poder fue una desgracia para España.
La “Guerra de las Naranjas” duró solo 18 días. Un enfrentamiento con Godoy al frente de las tropas frente a Portugal por intereses de Napoleón.
BATALLA DE TRAFALGAR
Para colmo de males España está obligado, por el Pacto de Familia, a entrar en la batalla naval de Trafalgar, (1805), que la perdió Francia, porque el que estaba al mando era el vicealmirante francés Pierre Villeneuve, impuesto así por Napoleón.
España sufrió que Inglaterra controlara con Gibraltar por sus buques, el estancamiento en el comercio español por mar. Napoleón ordenó un bloqueo a Inglaterra y ésta se alió con Portugal. El francés maduró el plan. Hacer de España otro reinado satélite como los que ya tenía en Holanda y Alemania.
La ocasión es propicia para un relanzamiento del Despotismo ilustrado, del que Godoy se convierte ahora en el gran y último valedor. Hombre de cuidada instrucción y cierta sensibilidad, Godoy pone gran empeño en el fomento de las ciencias y las humanidades: protege la creación literaria, impulsa expediciones científicas, como la de Balmis en 1803, y establece multitud de instituciones universitarias y culturales. Para su acción de gobierno, pasada la etapa de la guerra contra Francia, busca la colaboración de hombres comprometidos con las nuevas ideas. En fin, el propio Godoy cultiva en sus Memorias muestra que su eclecticismo es la receta política que dice haberle aplicado al país durante su mandato: Poca democracia, otra dosis igual de aristocracia, y una dosis monárquica bien fuerte, atemperada por entrambas.
        FERNANDO VII
El motín de Aranjuez, organizado por el hijo del rey, Fernando, marca no sólo el inicio del reinado de Fernando VII. Los afrancesados, entre los que militaban algunos de los últimos ilustrados, solían considerarlo el origen de una funesta revolución popular, cuya fecha emblemática sería el 2 de mayo de 1808 y cuyo desarrollo coincidiría con el de la propia Guerra de la Independencia. En el orden de las ideas políticas y de su praxis, el año 1808 señala en España el relevo de la Ilustración por una cultura liberal y revolucionaria.
Pero el liberalismo español no tardará en incurrir en algunos de los errores que habían malogrado los buenos propósitos del Siglo de las Luces.
A partir de estos hechos, España entra en una de las peores etapas de su historia.

domingo, 19 de febrero de 2023

LA ILUSTRACIÓN EN ESPAÑA - (PARTE 1)

Extinguida la dinastía de la Austria llegaron al trono los Borbones. El primero fue Felipe V, 1701 a Julio 1746, Luis I 1.724, (murió a los pocos meses), Fernando VI desde 1746 hasta Agosto de 1759, Carlos III, 1759 a diciembre de 1788, Carlos IV desde 1788 a Marzo de 1808, Fernando VII desde  1814 a 1832, aunque éste último es digno de olvidar.

Con la llegada de los Borbones, Guerra de Sucesión aparte, terminada en 1714 con la rendición de Cataluña y el año anterior con la firma del Tratado de Utrecht, el país se sumerge en unas serias reformas de tipo político. Son los años del “Despotismo Ilustrado” en Europa, con la aparición de “El espíritu de las Leyes” de Montesquieu (1748),una especie de dictadura administrativa inspirado en los ilustrados. España pasa por la fase de la organización del Estado. Felipe  promulga los Decretos de Nueva Planta durante la guerra en 1707 y siguientes. Sólo las Provincias Vascongadas y Navarra, así como el Valle de Arán, conservaron sus fueros e instituciones forales tradicionales por su fidelidad durante la Guerra de Sucesión.
Este es el momento en que diversos autores señalan como el nacimiento de la Nación Española en el sentido que ahora se le da, si bien con una monarquía absolutista, que era lo que imperaba en Europa en aquella época.
La cadena de “validos” de los Austrias se quebró en favor de una sucesión de competentes ministros. En 1721 ya eran cinco, Estado, Hacienda, Marina Guerra e Indias. Estos estudiaban y conocían y tomaban decisiones sobre los asuntos y despachaban directamente con el rey. Le daban a conocer las medidas propuestas y éste resolvía. Eficaces gestores fueron los ministros Grimaldi, Patiño y Campillo, entre otros. No obstante los Consejos de los Austrias seguían funcionando. Pero es claro que desaparecieron los Consejos de Flandes, Italia y Aragón. Se desmantelan las estructuras heredadas de los Austria que ocupa desde Felipe V y a Fernando VI, y madura con Carlos III.
LA R.A.E.

Con Felipe V la arquitectura brilló. Ordenó la construcción del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, realmente un pequeño Versalles con tapices, esculturas, etc. Tras el incendio del Alcázar de Madrid, ordenó la construcción de maravilloso Palacio Real. También reformó y amplió el palacio de Aranjuez. Se preocupó en la fundación de la Real Academia española, (futura de la Lengua), la Real Academia de la Historia, la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Reformó la industria naval con la creación de astilleros y la fabricación de nuevas embarcaciones. Se mejoró el sistema fiscal. También se aumentaron los impuestos y se crearon aduanas, encargadas de recaudar los impuestos del comercio interior y exterior. La educación también fue reformada. 

EL BANCO DE ESPAÑA

La enseñanza primaria siguió en manos de la iglesia. Pero la educación universitaria fue reformada a fondo. Se crearon colegios mayores, que eran administrados por el Estado, como el Colegio de Minería; se implantó el sistema de provisión de becas. Las academias científicas completaron las reformas en este campo. La resistencia de algunos sectores de la Iglesia y la aristocracia española no podían retener la entrada de ideas. Por primera vez en España se separaron religión y justicia.
Felipe V uniformó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana.
MUSEO DEL PRADO 

Al fallecer su  esposa María Luisa de Saboya, Felipe V tuvo un periodo depresivo, y después se casó con Isabel de Farnesio, una aristócrata italiana que le dio siete hijos, entre ellos a Carlos que sería rey como Carlos III. Por enfermedad cedió la Corona a su hijo Luis en enero de 1724 pero murió a los pocos meses. Felipe V volvió a reinar de modo más bien nominal, haciéndolo Isabel de Farnesio. Felipe V murió en julio de 1746. A la semana fue coronado Fernando VI y desde ese momento y hasta su muerte en 1759 tuvo como prioridad el pensamiento que se resume en la frase “Paz con todo, guerra con ninguno”. Consiguió revitalizar la hacienda pública y modernizar la administración del Estado. Supo escoger magníficos ministros como José de Carvajal, gran conocedor de la política europea. Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, creador del Catastro y negociador del Concordato de 1753, limitando el envío de dinero a Roma. Potenció la flota naval, ampliando los astilleros del El Ferrol, Cádiz y Cartagena. El proyecto de Ensenada pasaba por la implantación en Castilla de una Única Contribución directa proporcional a las fortunas familiares, medidas en virtud del catastro. Las dificultades y resistencias que suscitó aquella operación, sin embargo, hicieron que no pudiera ser aplicada hasta el reinado de Carlos III. 
GLORIETA Y FUENTE DE CIBELES 

Otras medidas de reforma de la Hacienda fueron más eficaces: la administración directa de las Rentas Provinciales y la acción de los intendentes (a los que se dio una nueva ordenanza en 1755) permitieron prescindir de los arrendatarios particulares. La centralización de las transacciones exteriores del Estado en la oficina del Real Giro (1751-52) permitió prescindir de la costosa intermediación de banqueros y asentistas. Con todo ello mejoraron los ingresos de la Hacienda Real y, al mismo tiempo, se aligeró la presión fiscal, facilitando la recuperación económica.
PUERTA DE ALCALÁ
Fernando VI fomentó la cultura con medidas que posibilitaron la penetración de la Ilustración. Fundó la Academia de San Fernando de Bellas Artes en 1752. La política con América era muy productiva pero estaba la amenaza de una expedición de portugueses que se asentaron en la colonia de Sacramento, al norte del río de la Plata. Carvajal negoció un cambio de posesiones reflejado en el Tratado de Madrid de 1750, según el cual los portugueses cedían la colonia del Sacramento, pero a cambio se cedían territorios cercanos a varias reducciones jesuíticas de los indios guaraníes. Las resistencias de los indios y algunos informes hicieron que Ensenada acudiera a Carlos, futuro Carlos III, para que protestase ante su hermanastro cancelándose el tratado de límites, pero esta maniobra supuso la caída de Ensenada.
Al morir la esposa del rey en agosto de 1758, sin dejar hijos,  el rey se encerró un año. El Estado supo mantenerse gracias al impulso del tono vital acumulado durante esos doce años anteriores, hasta que llegó de Nápoles su hermanastro Carlos para hacerse cargo del trono una vez que falleció Fernando VI, sin descendientes, en agosto de 1759.

MINISTERIO DE AGRICULTURA

El pueblo recibió a Carlos con gran esperanza, desde un recibimiento entusiasta que se le brindó en Barcelona a su llegada hasta su entrada en Madrid. No defraudó. Carlos III posibilitó la incorporación de España al crecimiento  de las naciones más avanzadas de Europa mediante la superación del déficit durante el nefasto siglo XVII.
Además de convertir Madrid y otros lugares en sitios bonitos, dentro de lo que cabe, Carlos III no era nada del otro mundo, sino de intenciones y maneras. Fue un rey ilustrado que procuró rodearse de gente competente. Podemos admirar la cantidad de leyes justas y oportunas con la que aquel Borbón intentó abrir las ventanas y airear el olor a cerrado y sacristía que enrarecía. Hubo apoyo a la investigación y la ciencia, repoblación con inmigrantes de regiones abandonadas, y leyes eficaces que hacían justicia a los desfavorecidos, rompían el inmovilismo de gremios y corporaciones de talante medieval, permitían ejercer oficios honorables a los hijos ilegítimos y abrían a las mujeres la posibilidad de ejercer oficios que hasta entonces les estaban vedados. Pero no todo fueron alegrías. Los pactos de familia con Francia y el apoyo a las colonias rebeldes de Norteamérica en su guerra de independencia, nos zambulleron en un par de guerras con Inglaterra de las que, como siempre, pagamos los platos rotos y el total de la factura, perdiendo unas posesiones y recuperando otras, pero sin conseguir nunca echarle el guante a Gibraltar. Los reformadores e ilustrados cercanos a Carlos III seguían empeñados en recortar las alas de la Iglesia Católica. En ese momento, la poderosa Compañía de Jesús representaba cuanto aquellos ilustrados detestaban: apoyo del papa, vasta red de colegios donde se educaban los nobles, influencia como confesores de reyes, etc. Así que, con el pretexto de un motín popular contra el ministro reformista Esquilache, Carlos III decretó su expulsión de España. Sin embargo, las otras órdenes religiosas estaban encantadas. La Inquisición se apuntó un tanto demoledor con la detención y proceso del ministro Olavide por progresista y por ejecutar reformas que el rey le había encargado, y al que luego, dejaron tirado, incluso el rey. Por eso buena parte de las reformas se quedaron en parches o arreglos parciales. Hubo ahí un intento interesante, que fue convertir el teatro. Pero los grandes éxitos seguían siendo sainetes bajunos que encajaban más con el gusto, no sólo del pueblo resignado e inculto, sino también de una nobleza frívola y analfabeta. Pero teníamos un rey que fue inteligente. No le interesaban las fiestas palaciegas. También creó una reforma fiscal importante, creó el primer banco nacional (El de San Carlos) fomentó la industrialización, amplió las comunicaciones. A su muerte en 1788 España había recuperado su posición entre las grandes potencias europeas. Supo rodearse de gentes inteligentes y preparadas, como Esquilache, el Conde de Campomanes, el Conde de Aranda, que supo poner orden en la sociedad soliviantada y el marqués de Floridablanca. Pero no fueron los únicos. La ciudad le pareció poco importante para ser la capital del reino con lo que creó un vasto plan de acondicionamiento. 

PASEO DEL PRADO 

Entre las reformas destaca el embellecimiento y saneamiento de Madrid, empedrando las calles, poniendo alumbrado público, evacuación de basuras, construcción de paseos y monumentos como la Puerta de Alcalá, obra del arquitecto Francesco Sabatini, Museo del Prado del arquitecto Juan de Villanueva que no era pinacoteca, sino que se trataría del Gabinete de historia natural. Las fuentes de Neptuno y Cibeles y la Fuente de Apolo o de las Cuatro Estaciones, tres grandes grupos escultóricos diseñados por Ventura Rodríguez para el Salón del Prado. El Observatorio Astronómico y el Jardín Botánico. Todo ello inmerso en los jardines del Buen Retiro. Hoy gran parte de estas obras y jardines son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Por algo Carlos III es llamado “El mejor alcalde de Madrid”.

BATALLA DE LEPANTO

El recuerdo de la batalla de Lepanto del 7 de octubre de 1571 parece que no tiene mucho interés entre los responsables de hoy. Tan solo la A...