jueves, 9 de junio de 2016

ROMA - OBRAS DE INGENIERÍA - CANALES

La grandeza del Imperio Romano crecía proporcionalmente al volumen de agua que entraba en él. Cuando los bárbaros cortaron su suministro, Roma cayó. Se caracterizan entre otras cosas por responder a una geometría muy cuidada. Las carreteras tienen, cuando el terreno es propicio, alineaciones largas y precisas, sus pendientes son suaves. Las ciudades y los campos se cuadriculaban escrupulosamente llegando a alcanzar tamaños enormes. Pero probablemente los acueductos, esas largas canalizaciones que llevaban el agua desde las fuentes naturales u otras captaciones hasta las ciudades, para el consumo humano, alcancen el paradigma de la perfección geométrica, precisamente porque su funcionamiento está fuertemente condicionado a este factor. Cuando se analiza el proceso constructivo de estas obras y la metodología de replanteo y construcción, asaltan dudas razonables sobre la forma en que los técnicos romanos conseguían medir y construir con precisión cada cosa en su sitio. Estas obras adquieren en ocasiones una complejidad extrema y su realización, incluso hoy y con nuestros medios, sería objeto del máximo esmero y no poca dificultad en su replanteo, de forma que se garantizase su correcto funcionamiento.
El Chorobate se trata de una herramienta para la comprobación de niveles del terreno utilizada por los romanos para la construcción de acueductos.En una regla en la cual se horadaba una ranura que se llenaba de agua. En cada extremo de la regla, una plomada permitía comprobar la vertical. Al inclinar la regla, un simple control visual permitía apreciar el nivel del agua en la ranura. Mediante esta observación, era posible deducir la inclinación que debía darse al acueducto para garantizar en la obra la misma inclinación. El chorobate se equipaba con 2 visores en cada extremidad de la regla. El espacio entre los dos visores definía la precisión de la medida; las reglas tenían en general una longitud de alrededor de 6 metros.
En las canalizaciones bajo tierra cavaban varios agujeros hasta la profundidad deseada e iniciaban la excavación de la galería. Estos agujeros se mantenían una vez finalizada a obra para asegurar la aireación cuando se realizaban las tareas de mantenimiento. Para la mayor parte de las cuadrillas el trabajo preliminar consistía simplemente en excavar una trinchera en terreno blando, asegurando temporalmente las paredes con puntales de madera, una precaución que no era necesaria cuando el canal se excavaba en roca sólida. Sin embargo, los grupos con peor suerte se encontraban con que tenían que excavar toda su zanja en un terreno de roca sólida, aunque los más desafortunados de todos eran aquellos a los que les tocaba cavar túneles. Estos tenían que empezar a abrir un pozo, cada setenta y un metros, más o menos, y luego, con el espacio justo para un hombre, tenían que ir excavando hacia delante, pasando hacia atrás con unas cestas la piedra que iban quitando para que la arrastraran fuera del pozo. Al mismo tiempo, otros hombres iban trayendo la piedra, que se había cortado en la cantera. Luego, una vez colocados, los canteros tallaban cada bloque cuidadosamente de forma adecuada ya que debían encajar perfectamente sin necesidad de argamasa, aunque luego sí se recubrieran con argamasa las piedras del canal, para impedir las filtraciones. Doscientos cincuenta años tardaron los trabajos de explotación en las Médulas, hasta principios del siglo III, en lo que hoy es El Bierzo. Fueron la mayor mina de oro del Imperio y la construcción de los canales fue el primer paso que permitió extraer oro de la montaña. Fueron una de las obras hidráulicas más extensas del mundo antiguo, y su trazado una obra de ingeniería que ha perdurado 2.000 años. Los canales han sido recuperados como rutas de senderismo y ahora se valora su inclusión dentro del espacio cultural y protegido de este Patrimonio de la Humanidad en 1997. El entorno de las minas de oro romanas es uno de los principales tesoros paisajísticos de El Bierzo. Pero lo que no todo el mundo sabe es que, oculta en las faldas de las montañas que rodean la antigua explotación aurífera, se encuentra una impresionante red de canales de agua que abastecían la mina y que suman más de 600 kilómetros de longitud, algunos de los cuáles se pueden recorrer ahora en itinerarios de montaña. La red de canales permaneció poco conocida e infravalorada hasta época reciente y su cartografía y estudio detallado no se acometió hasta los primeros años del siglo XXI. Casi enterrados por el paso del tiempo, deformados por los procesos de erosión de las laderas y sepultados bajo un manto de arbustos. Una extensión de más de 600 km. Una de las características que más llama la atención en las observaciones de campo es la pendiente suave y uniforme que presenta el trazado de los canales, que en algunos casos alcanza los 143 km y que se mantiene, con un pequeño margen de error, en torno al 0,2-0,3%. Al mantenerse la pendiente regular a lo largo de muchos kilómetros, el trazado de los canales queda identificado de manera peculiar sobre el terreno. Y es que la construcción del canal se llevaba a cabo desde la explotación hacia el curso de agua y no al revés. Lo que marca la posición es la altura de la mina. Entre diferentes puntos de explotación en Las Médulas existen diferencias de cota de hasta 200 metros.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...