jueves, 16 de junio de 2016

GIBRALTAR, TRATADO DE UTRECH Y DESPOJO DE ESPAÑA

Ya Isabel la Católica, con una visión de estadista que asombra, hace más de 500 años, dejó dispuesto en su testamento que “Mando a la dicha Princesa, mi hija e al dicho Príncipe, su marido, e a los Reyes que después de ella sucederán en mis Reinos, que siempre tengan en la Corona o Patrimonio real de ellos la dicha ciudad de Gibraltar, con todo lo que le pertenece e no le den ni enajenen, ni consientan dar ni enajenar cosa alguna de ella”. Para el francés Luis XIV, el dominio sobre España tenía entre otros objetivos, según relata él mismo en una carta enviada a su embajador en Madrid, “el comercio de Indias y de las riquezas que producen” Si hay un momento histórico en que pueda fijarse el inicio de la transformación de España en un país sometido y controlado por la intervención exterior, éste es sin duda la Guerra de Sucesión que se desarrolla entre 1701 y 1713. De ella sale nuestro país convertido en un juguete en manos de las grandes potencias europeas, Inglaterra y Francia. Muerto el último rey de los Habsburgo, Carlos II, sin descendencia, la sucesión al trono español se convierte en un asunto internacional y pone en evidencia que España, tras su continuo declive, se ha transformado en un tentador botín para las distintas potencias europeas. Tanto el rey francés Luis XIV como el emperador austriaco Leopoldo I alegan de inmediato derechos sucesorios, dado que ambos estaban casados con sendas hijas de Felipe IV y eran nietos, por parte de madre, de Felipe III. "Una guerra por la supremacía continental europea adopta la forma de una guerra civil española" Sin embargo, la entronización del nieto de Luis XIV al trono de España, suponía, en los hechos, la unión de España y su vasto imperio con Francia bajo una única dirección, la francesa, lo que otorgaba a Luis XIV la posibilidad de convertirse en la gran potencia hegemónica de Europa. Algo que es rechazado inmediatamente por Inglaterra y los Países Bajos, que pasan a alinearse con el pretendiente austriaco. Una de las primeras medidas que toma Felipe V al llegar a Madrid, es formar, siguiendo las indicaciones del embajador francés, un “Consejo de Despacho” que se convierte en el máximo órgano de gobierno del reino. Estará formado por el propio rey, el presidente de la Junta de Gobierno, el presidente del Consejo de Castilla, un alto funcionario nombrado como “Secretario de Despacho” y, por imposición de Luis XIV, el embajador francés en Madrid. Según la historiadora francesa Janine Fayard, pronto quedó claro que “Luis XIV iba a actuar como el verdadero dueño de España”.
Hasta tal punto Luis XIV toma las riendas del gobierno en España que en junio de 1701 manda a su consejero-secretario, Jean Orry, como auténtico ministro de Economía y Hacienda encargado de reformar el Estado español para reconstruirlo a imagen y semejanza del francés, envía en 14 años más de 400 cartas a su nieto dándole toda clase de consejos políticos y órdenes expresas. En palabras del historiador Joaquim Albareda Salvadó, “era, pues, el rey francés (...) quien controlaba los auténticos resortes del poder. De este modo, los respectivos embajadores –Harcourt, Marcin, los dos Estrées, tío y sobrino, y Gramont– no actuaron como representantes legales de Francia en el sentido estricto sino como auténticos ministros”. Para Luis XIV, el dominio sobre España tenía entre otros objetivos, según relata él mismo en una carta enviada a su embajador en Madrid, “el comercio de Indias y de las riquezas que producen”. Intenciones que no tardó en llevar a la práctica. Una de las primeras medidas que toma el Consejo de Despacho instaurado por Felipe V –y en el que recordemos que uno de sus cinco miembros es el embajador francés– es el de favorecer e impulsar el comercio francés con el Imperio colonial de la América española. En pocos meses, un flota de más de una treintena de barcos realizaban ya continuos viajes entre los puertos franceses y los de Nueva España (México) y Perú. En poco tiempo, los puertos de la América española habían sido “pacíficamente invadidos” por cientos de navíos franceses rompiendo el monopolio del comercio con América del que durante dos siglos había disfrutado la Casa de Contratación de Sevilla. Se concede el asiento de negros –es decir, el monopolio de la trata de esclavos con América– a la "Compagnie de Guinée", compañía de la que abuelo y nieto, Luis XIV y Felipe V, se repartían el 50% del capital. Y que también recibiría el privilegio de extraer oro, plata y otras mercancías libres de impuestos de todos aquellos puertos donde hubiera vendido esclavos. Dominio político, control militar y saqueo económico aparecen así inexplicablemente unidos desde el principio de la intervención exterior sobre nuestro país.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...