viernes, 14 de octubre de 2016

LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA III

EL 3 de julio de 1976  se dio a conocer el nombre del nuevo presidente del gobierno: Adolfo Suárez. La decisión sorprendió tanto a políticos como a la opinión pública, ya que Suárez era prácticamente desconocido. Dos días antes había dimitido Carlos Arias Navarro, cuya lentitud en las reformas e inmovilismo político deterioraron su relación con el rey desde que éste accedió a la jefatura del Estado en 1975. La elección de Juan Carlos recayó en un político joven y ambicioso, pero que tenía experiencia y conocía bien el funcionamiento del régimen franquista. Entre los dos procedieron en los meses siguientes al desmantelamiento del franquismo y a poner las bases de una nueva democracia española. El guión a seguir, en lo fundamental, estaba escrito por Carrero Blanco, ampliado por Fraga, luego otra redacción por Torcuato Fernández. Era necesario asegurarse que la unidad del pueblo aprobase una monarquía que aunara y asegurase la paz y una forma de gobierno. No se buscaba la continuidad del régimen, que de hecho, había cambiado mucho ya en vida del Dictador. Muy poco se parece el régimen de la primera parte de la dictadura a la segunda, que empieza en los 60 con la puesta en marcha de la industrialización y otros aspectos sustanciales de la economía y que termina con la muerte del dictador. El diseño de Carrero, con el Rey como continuidad y cambio del régimen, estaba apoyado por algunos miembros y por el propio Franco, que nunca pensó en otro rey que Juan Carlos. El cambio lo ejecutó Suárez con guión de Torcuato Fernández Miranda. Arias Navarro y algunos otros fueron obstáculos en un camino claramente trazado desde el franquismo y que, en realidad, era el único posible para un cambio de régimen incruento y sin revanchismos de guerra-civilistas. Suarez, como presidente del gobierno, todavía franquista, elaboró la Ley Fundamental para la Reforma Política que, no sin tensiones, fue finalmente aprobada por las Cortes franquistas y sometida a referéndum el día 15 de diciembre de 1976, se promulgó el 4 de enero de 1977. Esta norma contenía la DEROGACIÓN tácita del sistema político franquista en sólo cinco artículos y una convocatoria de elecciones. Eran las primeras desde la Guerra Civil. La coalición Unión de Centro Democrático (UCD) liderada por Adolfo Suárez resultó la candidatura elegida, sin mayoría pero fue la encargada de formar gobierno. A partir de ese momento comenzó el proceso de construcción de la democracia en España y de la redacción de una nueva constitución. Enseguida se iniciaron lo que se dio en llamar “Los Pactos de la Moncloa”, que fueron firmados durante la transición española en de octubre de 1977, comprometiéndose a su desarrollo el Congreso de los Diputados y en el Senado, entre el Gobierno de España de la legislatura constituyente, los partidos políticos con representación parlamentaria, las asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras, la Unión General de Trabajadores y la CNT, con el objetivo de llegar a una estabilización del proceso a la democracia plena y también conseguir adoptar una serie de políticas de orden económico para contener la hiperinflación que sufría el país que llegaba a más del 25%. Una vez elaborada la Constitución se sometió a referéndum, fue ratificada por el pueblo el 6 de diciembre de 1978, siendo posteriormente sancionada por el rey Juan Carlos  entrando en vigor el 29 de diciembre. Las Comunidades Autónomas se recogen en la Constitución del 1978. El artículo 2 reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las regiones y nacionalidades que componen la Nación. En cambio el mapa autonómico de España es fruto de los pactos autonómicos de 1981 y 1992, que nunca refrendado ni llevados a las Cortes. Tras la dimisión de Adolfo Suárez y el intento de golpe de Estado del 23-F se marca un punto de inflexión en la política autonómica que exige actuar con acierto para encauzar la situación. En julio de 1981, Leopoldo Calvo-Sotelo, presidente del Gobierno, y Felipe González, líder del PSOE, plasman las conclusiones de dicho informe en los primeros pactos autonómicos. Suarez obtuvo un éxito con el Referéndum para la Reforma Política, su triunfo electoral en 1977, con la redacción y votación de la Constitución en 1978 y con las elecciones y nueva victoria de 1979. Suárez consiguió pasar de Secretario General del Movimiento en 1976 a Presidente del Gobierno democrático en 1977 y constitucional en 1979. En sólo tres años prodigiosos, al principio junto al Rey y el grueso del franquismo y, después, en consenso con AP, el PCE y el PSOE, (pero no el PNV) Suárez logró un milagro. 
Lo que no pudo es sobrevivir al milagro obtenido. Desde 1979, el PSOE, el Ejército, su propio partido y, sobre todo, el Rey, que pasó de padrino a enemigo, conspiraron incansablemente para echarlo del poder. Un hombre que encantaba al pueblo, tenía en su haber los éxitos conseguidos durante la dictadura y había dirigido la transición y conseguido promulgar una Constitución democrática y afianzado a la Monarquía. No se podía tolerar. Suárez estaba convencido de que sólo podían hacerlo mediante un golpe de Estado Y entonces se produjo el segundo milagro, el más importante: el falangista Suárez demostró, frente al Rey, los partidos y los poderes fácticos, que él sí que creía en la soberanía nacional y en la democracia. Y se adelantó a todos. Dimitió, y en sus propias palabras, "para que la democracia no fuera un paréntesis en la historia de España". Jugada magistral ya que obligaba a unas nuevas elecciones democráticas. El golpe contra Suárez, teledirigido, entre otros, por el Rey, ya no se podía parar. Pero en el lío del 23-F orquestado por el CESID se perdió la pista, pero ha quedado grabado para siempre, el valor político ante el golpismo de Adolfo Suárez. Es verdad que traicionó al régimen franquista, pero no traicionó a España. Abordó con genio la tarea política más difícil del siglo XX: enterrar en libertades, en democracia, a la Guerra Civil y al Franquismo. El rey traicionó a Adolfo Suárez, según escribió en una columna el coronel Amadeo Martínez Inglés.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...