miércoles, 25 de marzo de 2020

EMANCIPACIONES AMERICANAS

A la vuelta de Fernando VII los territorios americanos y sus virreinatos, se hallaban en un estado de confusión y vacío de poder causado por la guerra habida contra Napoleón. Los hijos de aquellos españoles, criollos, se formaban en España y Francia. Incluso en la propia España la gente ilustrada estaba pidiendo cambios sociales, económicos, culturales, de industrialización, etc. Pero la aristocracia, la burguesía y el clero, apoyaron a un rey que fue lo peor que le puso suceder al país. Repasando lo sucedido en territorios americanos. En 1810 en Buenos Aires se había constituido una Junta Gobernativa de inspiración independentista. En Bogotá y en México hay sublevaciones y revueltas independentistas. En 1811 comienzo una revuelta en Uruguay y Venezuela y Paraguay proclaman su Independencia. En 1813 México proclama su Independencia. Las tropas españolas cosechan un triunfo en la batalla de Rancagua, en Chile. Poco a poco, numerosos proclamaron su independencia: Argentina en 1816, el general San Martín en Chile en 1817 y Bolívar organizó el congreso de Angostura en 1819. Sólo algunas zonas aisladas de Colombia y Perú permanecían fieles a la Corona en 1820. William Carr Beresford, que había invadido Buenos Aires en 1806, luchó como aliado de España junto a San Martín en la guerra de la Independencia. Luego San Martín, ya renunciado a su empleo de militar español, unido a masones se le conoce por el libertador de Argentina, Chile y Perú. Tras las batallas americanas de Chacabuco (1817), Maipú (1818) y Boyacá (1819) los independentistas Bolívar y San Martín consiguieron la emancipación de los territorios.
Fernando VII no se planteó dialogar, pactar, ceder en algún punto, usar la diplomacia y la astucia, mantener y dejarse aconsejar por los buenos colaboradores que le quedaban, buscar aliados internos. Algunos territorios, Argentina o Venezuela, podían parecer perdidos, pero otros como Perú o México se mantenían fieles a la metrópoli. En el Virreinato de Nueva España la propia élite criolla había desmantelado la revuelta campesina de los curas Hidalgo y Morelos y en Perú el virrey Abascal estaba reconquistando los territorios sublevados sin prácticamente ayuda alguna. Inglaterra y las excolonias americanas apoyaban descaradamente a los libertadores y se frotaban las manos: el mercado colonial estaba por fin a su alcance. Que el mapa político se llenara de nuevos países era para ellos algo secundario. Lo principal, la única razón, era el comercio. Pero las élites locales tenían miedo de las posibles revoluciones populares. Y tampoco deseaban romper todos los lazos con la metrópoli. En algunos casos se hablaba de crear reinos con un rey español, un pariente de Fernando VII. En otros lugares surgieron partidarios de la hermana de Fernando VII, la infanta Carlota Joaquina, que estaba emparentada con la familia real portuguesa y en ese momento se hallaba refugiada en Brasil. Los portugueses también preocupaban a los sublevados, y con razón, puesto que desde Brasil era muy fácil aprovechar el desconcierto general para lanzar expediciones militares hacia Argentina, Uruguay y Paraguay, como de hecho sucedió.
Las ideas de la Revolución Francesa y el precedente de la Independencia de los Estados Unidos, junto con las tensiones por causas económicas y mercantiles que se produjeron en la América Española, a lo que hay que sumar que la Guerra de la Independencia contra Napoleón, que, aun venciendo, dejó al país destrozado, social y económicamente. Además de divididos entre absolutistas y liberales. El rey, ya liberado juró la Constitución de 1812, y luego la derogó, todo esto era un clima de incertidumbre y propicio para Inglaterra, que ayudó a los criollos emancipadores con ideas y pensamiento de masones destacados. No obstante las nuevas ideas europeas impregnaron la mentalidad revolucionaria de la burguesía colonial descontenta. Algunos fueron radicales en sus ideas mientras otros se orientaron por intereses del librecambismo, ya instalado, que ofrecía posibilidades de enriquecerse. En primer lugar, para formar parte de las clases dominantes en la administración o en el comercio exportador, era preciso haber nacido español, o hijo de español en América, (criollo), con lo cual quedaban fuera los indígenas, mulatos y mestizos. Solo el uno por ciento de la población americana había nacido en España. Un veinte por ciento eran criollos. Y la inmensa mayoría de la población eran los indígenas, los pueblos conquistados, que quedaban en un rango social inferior. No obstante este último grupo no eran en su mayoría independentistas, más bien preferían pertenecer a los realistas, ya que sus patronos naturales eran los criollos, dueña de la hacienda y de las mejores tierras. Aun así, la resistencia realista frente a los que luchaban por la independencia fue dura, tenaz y cruel. Tres siglos y pico después de Colón, buena parte de los de uno y otro bando habían nacido en América (en Ayacucho, por ejemplo, no llegaban a 900 los soldados realistas nacidos en España). El caso es que a partir de la sublevación de Riego de 1820 en Cádiz ya no se mandaron más ejércitos españoles al otro lado del Atlántico, los soldados se negaban a embarcar y los virreyes de allí tuvieron que apañarse con lo que tenían. Aun así, hasta las batallas de Ayacucho (Perú, 1824) y Tampico (México, 1829) y la renuncia española de 1836 (a los tres años de morir, por fin, Fernando VII), la guerra prosiguió con extrema barbaridad a base de batallas, ejecuciones de prisioneros y represalias de ambos bandos. Hubo altibajos, derrotas y victorias para unos y otros. Hubo inmenso valor y hubo cobardías y traiciones. Las Juntas que al principio se habían creado para llenar el vacío de poder en España durante la guerra contra Napoleón se fueron convirtiendo en gobiernos nacionales, pues de aquel largo combate, el ansia de libertad y aquella sangre empezaron a surgir las nuevas naciones hispanoamericanas. Gente ilustre como el general San Martín, que había luchado contra los franceses en España, o Simón Bolívar, realizaron proezas bélicas y asestaron golpes mortales al aparato militar español. El primero fue decisivo para las independencias de lo que luego se llamó Argentina, Chile y Perú, y luego cedió sus tropas a Bolívar, que acabó la tarea del Perú, liberó Venezuela y Nueva Granada, fundó las repúblicas de Bolivia y Colombia, y con el zambombazo de Ayacucho, que ganó su mariscal Sucre, terminó el trabajo en la zona. Bolívar también intentó crear una federación hispanoamericana, como los Estados Unidos; pero eso era complicado en una tierra como aquélla. No hubo unidad, por tanto; pero sí nuevos países en los que, como suele ocurrir, el pueblo llano, los indios y la gente desfavorecida siguieron jodidos. Los criollos creían que la independencia de sus países y la instauración de gobiernos representativos en ellos conducirían inevitablemente a una prosperidad económica y a un orden político.
La gran diferencia que existió entre los EE.UU. y la América española está en que en ésta existió siempre, desde el Descubrimiento de América, el mestizaje, que pese a lo que muchos argumentan señalando a España como país invasor, avasallador, destructor de las identidades indígenas y hasta genocida, lo cierto es que con el mestizaje no desapareció el indio, no fueron exterminados. La programación en la persecución y muerte del indígena existió en Norteamérica completa, con sus gobiernos. Los indígenas no participaron jamás en sus decisiones, ni en la administración ni se les protegió ni educó a la cultura europea, como si lo hizo España. En EE.UU. y Canadá siempre han gobernado los europeos, para ellos mismos. Y siendo un territorio muy rico se llenó de colonos de diferentes partes de Europa, estableciendo sus culturas, costumbres y religiones, sin compartir con los indios nada de todo esto. Al contrario, eran el enemigo a hacer desaparecer o confinarlo en reservas. Y esta diferencia llega a nuestros días incluso, con menor virulencia, pero aún existe. Es por eso por lo que la emancipación de aquellos países de Inglaterra fue realizada por los colonos europeos, no por los naturales de los territorios, que ya no eran dueños de nada y nada tenían. Mientras que en las posesiones españoles las emancipaciones fueron encabezadas por los hijos de los españoles, los criollos, que eran quienes dominaban las industrias y el comercio y consiguiendo ayudas de Inglaterra y Francia, aprovechando la decadencia económica y militar de España, consiguieron su autonomía y autarquía, pero dividiéndose en multitud de países bajo la dominación de caudillos regionales, grandes terratenientes y familias burguesas adineradas. No sucede lo mismo en Norteamérica, donde añoran su pasado pisoteado. Sin embargo, la independencia hispanoamericana no fue solamente la separación respecto de la madre patria, como en el caso de Estados Unidos, sino que destruyó un sistema social, político y económico que funcionaba bien pese a sus muchas imperfecciones. Y salvo raras excepciones, así continúan: como un hermoso sueño de libertad y justicia nunca culminado. Pero después de doscientos años de autogobernarse, ya no pueden echarle la culpa a nadie más que a sí mismos.

HERMANOS DE CRISTOBAL COLÓN

Bartolomé Colón en 1479 se inició como cartógrafo en Portugal con su hermano Cristóbal, de lo que vivía en Lisboa en 1480. También era conoc...