Mérida es la capital de la comunidad autónoma de Extremadura
y sede de su gobierno. Situado en la provincia de Badajoz,
“Augusta Emerita” ciudad romana fundada como colonia en el año 25 a. C. por orden del emperador Octavio Augusto, es uno de los principales y más extensos conjuntos arqueológicos de España. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993 por la Unesco.
“Augusta Emerita” ciudad romana fundada como colonia en el año 25 a. C. por orden del emperador Octavio Augusto, es uno de los principales y más extensos conjuntos arqueológicos de España. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993 por la Unesco.
PROSCENIO DEL TEATRO ROMANO
Esta monumental ciudad ha conservado el espíritu de los
legionarios romanos que la fundaron, así como sus monumentos. Asimismo, se
puede percibir su pasado suevo y visigodo, que la hicieron capital de sus
reinos. La ciudad hace gala de los títulos de “Muy Noble, Antigua, Grande y
Leal”. Excelente base para toda clase de excursiones es el centro neurálgico de
la Vía de la Plata, la gran arteria norte/sur peninsular.El patrimonio se encuentra bastante disperso en el municipio. Al lado queda el Parque Natural de Cornalvo, cuyo embalse posiblemente sea el más antiguo en funcionamiento de España.
Mérida es el lugar del que arranca la Vía de la Plata de forma oficial. La ruta, extendida al sur hasta Sevilla, Huelva o Málaga, es hoy un nuevo 'Camino de Santiago'.
Antes cabe conocer su historia. La ciudad fue fundada en el año 25 a. C. por orden del emperador Octavio Augusto. El objetivo del lugar era asentar a los legionarios licenciados con honor o eméritos tras las guerras cántabras. De ahí el nombre: Augusta Emerita. Los combatientes procedían de las legiones V Laudae y X Gemina. El historiador Estrabón la mencionó como una de las ciudades sinoicistas, con pobladores indígenas, lo que demuestra que hubo un poblado previo en el lugar.
TEMPLO DE DIANA
En el año 438 d. C., los suevos conquistaron la ciudad. Los bárbaros la harían capital de un reino que incluía buena parte del oeste peninsular. Hacia el 456, los visigodos desplazaron a los suevos, alternando Mérida con Toledo en el papel de capital de su reino.
A finales del 712, el caudillo yemení Musa Ibn Nusair, gobernador de los Omeyas en el norte de África, atacó la ciudad con un gran ejército de 17.000 hombres. Después de unos seis meses de asedio, los defensores se rindieron a cambio del respeto de su vida y propiedades. La población cristiana y parte de los colonos musulmanes se rebelaron contra los dirigentes. Por ejemplo, en el 741 se produjo una sublevación, de tal virulencia que se debieron de traer tropas sirias para controlar el levantamiento.
CIRCO ROMANO
Tan alta tensión se mantuvo unos años, hasta que en el año
875 un gran grupo de ciudadanos comandados por Ibn Marwan, “el Gallego”, se fue
para refundar la actual Badajoz. Otra parte emigró hacia el noroeste. Los
bereberes de la tribu Masmuda les sustituyeron un año después, controlando la
ciudad durante los siguientes cincuenta años.
Alcanzado el año 929, el califa Abderramán III nombró un gobernador. Finalmente, en 1230, Alfonso IX de León conquistó Mérida para los cristianos apoyado por tropas de la Orden de Santiago. Tras ello, encomendó su repoblación y defensa a dicha orden, que instaló allí el Priorato de San Marcos de León. Hacia 1479, la ciudad estaba gobernada por Beatriz Pacheco, condesa de Medellín. La noble entregó la ciudad al ejército portugués que apoyaba a Juana la Beltraneja. Esta colaboración provocó que la asediaran las tropas de Fernando el Católico.
Alcanzado el año 929, el califa Abderramán III nombró un gobernador. Finalmente, en 1230, Alfonso IX de León conquistó Mérida para los cristianos apoyado por tropas de la Orden de Santiago. Tras ello, encomendó su repoblación y defensa a dicha orden, que instaló allí el Priorato de San Marcos de León. Hacia 1479, la ciudad estaba gobernada por Beatriz Pacheco, condesa de Medellín. La noble entregó la ciudad al ejército portugués que apoyaba a Juana la Beltraneja. Esta colaboración provocó que la asediaran las tropas de Fernando el Católico.
Casi doscientos años después, entre 1640 y 1668, durante la
Guerra de Restauración de Portugal, (Independencia, ya que desde Felipe II era
otro reino español), fue una de las ciudades más afectadas por las continuas
requisas y destrucciones. Esto le sirvió para ser eximida de impuestos durante
años. En 1653, junto con Alcántara, Badajoz, Cáceres, Plasencia y Trujillo
compró un voto en las Cortes de Castilla para defender mejor sus intereses
comunes.
Más tarde, llegad la Guerra de Independencia Española contra Napoleón, 1810, el Gobierno de José I Bonaparte instaló en Mérida la capital de la Prefectura de Guadiana. Esta era una de las nuevas organizaciones territoriales que puso en marcha el galo. Casi dos siglos después, en 1983, fue designada capital de la comunidad autónoma de Extremadura.
Más tarde, llegad la Guerra de Independencia Española contra Napoleón, 1810, el Gobierno de José I Bonaparte instaló en Mérida la capital de la Prefectura de Guadiana. Esta era una de las nuevas organizaciones territoriales que puso en marcha el galo. Casi dos siglos después, en 1983, fue designada capital de la comunidad autónoma de Extremadura.
Finalmente, en 1994
se constituyó la Archidiócesis de Mérida-Badajoz.
El esplendor de la antigua ciudad romana es palpable dos mil años después por todo el trazado urbano. No faltan restos del esplendor de Roma.
En la zona oriental se encuentra el Teatro Romano de Mérida, finalizado por Marco Agripa en el año 15 a. C. Cabe resaltar que el actual frente de escena, elemento arquitectónico de más interés, se debe a una reforma del año 105. Desde su construcción y hasta mediados del siglo IV d. C., pudo llegar a albergar hasta 6000 espectadores. Tras la caída del Imperio Romano y con la estigmatización del teatro promovida por el cristianismo, el recinto cayó en el abandono.
Alcanzado el siglo XVIII, fue aprovechado como coso taurino mientras que en el XX comenzó a ser restaurado. Actualmente, vuelve a cumplir su antigua función como marco de los festivales del Teatro Clásico.
El contiguo Anfiteatro de Mérida, de trazado elíptico y grandes dimensiones, es algo posterior (8 a. C.). Su aforo pudo llegar a los 14.000 espectadores. Está hecho de mampostería y hormigón, aunque le falta gran parte del cubrimiento con sillares de granito. Es posible visitar el lugar donde esperaban los gladiadores (spoliaria) o los cubículos para las fieras (carceres) utilizadas en los espectáculos.
El esplendor de la antigua ciudad romana es palpable dos mil años después por todo el trazado urbano. No faltan restos del esplendor de Roma.
En la zona oriental se encuentra el Teatro Romano de Mérida, finalizado por Marco Agripa en el año 15 a. C. Cabe resaltar que el actual frente de escena, elemento arquitectónico de más interés, se debe a una reforma del año 105. Desde su construcción y hasta mediados del siglo IV d. C., pudo llegar a albergar hasta 6000 espectadores. Tras la caída del Imperio Romano y con la estigmatización del teatro promovida por el cristianismo, el recinto cayó en el abandono.
Alcanzado el siglo XVIII, fue aprovechado como coso taurino mientras que en el XX comenzó a ser restaurado. Actualmente, vuelve a cumplir su antigua función como marco de los festivales del Teatro Clásico.
El contiguo Anfiteatro de Mérida, de trazado elíptico y grandes dimensiones, es algo posterior (8 a. C.). Su aforo pudo llegar a los 14.000 espectadores. Está hecho de mampostería y hormigón, aunque le falta gran parte del cubrimiento con sillares de granito. Es posible visitar el lugar donde esperaban los gladiadores (spoliaria) o los cubículos para las fieras (carceres) utilizadas en los espectáculos.
CIRCO ROMANO
Dentro del recinto se sitúa la llamada Casa del Anfiteatro. En ella destaca la Casa de la Torre del Agua, en cuyo suelo puede verse una cuidada obra de mosaico geométrico. Al tiempo, la propia Casa del Anfiteatro (siglos I-IV) es otro interesante elemento que ver en Mérida. Posee el magnífico Mosaico de la Vendimia y el Mosaico de los Peces.
Dentro del recinto se sitúa la llamada Casa del Anfiteatro. En ella destaca la Casa de la Torre del Agua, en cuyo suelo puede verse una cuidada obra de mosaico geométrico. Al tiempo, la propia Casa del Anfiteatro (siglos I-IV) es otro interesante elemento que ver en Mérida. Posee el magnífico Mosaico de la Vendimia y el Mosaico de los Peces.
Es el anfiteatro romano tercero del
mundo, solo superado por el Coliseo y el de Cartago
El Museo Nacional de Arte Romano, se levanta sobre un conjunto de ruinas romanas. En la planta baja, se exponen piezas como la lápida de Proserpina, la cabeza velada del Genio de la Colonia o el mosaico referido al dios Baco. También, perfectamente ambientados, se disponen diferentes tipos de enterramientos. Asimismo, hay un espacio dedicado a evocar la vida en el Foro, mediante esculturas, restos de construcciones y pequeños objetos hallados en la antigua Augusta Emerita.
El Museo Nacional de Arte Romano, se levanta sobre un conjunto de ruinas romanas. En la planta baja, se exponen piezas como la lápida de Proserpina, la cabeza velada del Genio de la Colonia o el mosaico referido al dios Baco. También, perfectamente ambientados, se disponen diferentes tipos de enterramientos. Asimismo, hay un espacio dedicado a evocar la vida en el Foro, mediante esculturas, restos de construcciones y pequeños objetos hallados en la antigua Augusta Emerita.
LA ALCAZABA
Caminando desde el recinto del teatro y el anfiteatro están
los restos del Circo Romano de Mérida. Este mastodóntico centro de ocio de la
urbe desde siglo I d. C. llegó a albergar a 30 000 espectadores. Divida
en dos partes por un espigón al que daban siete vueltas los aurigas. Junto al
circo, hay tres pilares del antiguo Acueducto de San Lázaro.
Mucho de lo que ver en Mérida se halla en su centro histórico. Se trata de una serie de espacios romanos que fueron reconvertidos en cristianos, luego en musulmanes y de nuevo cristianizados.
Otra muestra es el Pórtico del Foro, construido en el siglo I. En los alrededores de la plaza de España se encuentran el Arco de Trajano y el Templo de Diana, dos de los más icónicos enclaves que ver en Mérida.
Desde la fortaleza se divisa el Puente Romano de Mérida, de la época del César Augusto. Con sus 792 metros y 60 arcos es el más largo del mundo de esta época, tras el del rio Danubio. Junto al de Alcántara, uno de los mejor conservados de la época romana en España. Por él suelen entrar los peregrinos de la Vía de la Plata a la ciudad, donde se ve la loba capitolina cedida por Roma.
Mucho de lo que ver en Mérida se halla en su centro histórico. Se trata de una serie de espacios romanos que fueron reconvertidos en cristianos, luego en musulmanes y de nuevo cristianizados.
Otra muestra es el Pórtico del Foro, construido en el siglo I. En los alrededores de la plaza de España se encuentran el Arco de Trajano y el Templo de Diana, dos de los más icónicos enclaves que ver en Mérida.
Desde la fortaleza se divisa el Puente Romano de Mérida, de la época del César Augusto. Con sus 792 metros y 60 arcos es el más largo del mundo de esta época, tras el del rio Danubio. Junto al de Alcántara, uno de los mejor conservados de la época romana en España. Por él suelen entrar los peregrinos de la Vía de la Plata a la ciudad, donde se ve la loba capitolina cedida por Roma.
BALCÓN LATERAL DEL TEMPLO DE DIANA
A orillas del Guadiana se encuentra el Conjunto arqueológico de las Morerías, con necrópolis, calzadas y casas utilizadas tanto por romanos como árabes.
El Puente Romano de Mérida da idea de su envergadura. Se trata de un puente que se prolonga durante casi 800 metros, para lo cual necesita apoyarse en 60 arcos. Los datos son evidentes y plasman de forma contundente que es el puente romano más largo del mundo, al menos de cuantos quedan en pie.
Algo casi milagroso, ya que hay que tener en cuenta que el puente emeritense se construyó a finales del siglo I antes de Cristo. Por entonces, se levantó como infraestructura clave para la ciudad. Y, gracias a él, y a la Vía de la Plata, Mérida quedaba unida con otras urbes romanas como Toletum o Caesaraugusta, la actual Zaragoza, a orillas del Ebro.
A orillas del Guadiana se encuentra el Conjunto arqueológico de las Morerías, con necrópolis, calzadas y casas utilizadas tanto por romanos como árabes.
El Puente Romano de Mérida da idea de su envergadura. Se trata de un puente que se prolonga durante casi 800 metros, para lo cual necesita apoyarse en 60 arcos. Los datos son evidentes y plasman de forma contundente que es el puente romano más largo del mundo, al menos de cuantos quedan en pie.
Algo casi milagroso, ya que hay que tener en cuenta que el puente emeritense se construyó a finales del siglo I antes de Cristo. Por entonces, se levantó como infraestructura clave para la ciudad. Y, gracias a él, y a la Vía de la Plata, Mérida quedaba unida con otras urbes romanas como Toletum o Caesaraugusta, la actual Zaragoza, a orillas del Ebro.
Quien accede hoy al centro de Mérida a pie lo hace del mismo
modo que lo hacían los habitantes de la antigua Emérita Augusta hace dos
milenios: cruzando su majestuoso puente romano sobre el río Guadiana. Esta
imponente estructura, construida a finales del siglo I a.C. con motivo de la
fundación de la colonia, no solo fue clave para el desarrollo de la ciudad,
sino que ha sobrevivido a guerras, crecidas fluviales y siglos de desgaste,
consolidándose como el puente romano más largo que se conserva de la antigüedad.
El puente que hoy puede cruzarse de un tirón no siempre fue una única estructura. Originalmente, se dividía en dos tramos separados por un tajamar —una especie de islote en mitad del Guadiana— que servía para frenar la fuerza del agua.
El puente que hoy puede cruzarse de un tirón no siempre fue una única estructura. Originalmente, se dividía en dos tramos separados por un tajamar —una especie de islote en mitad del Guadiana— que servía para frenar la fuerza del agua.
ACUEDUCTO DE SAN LÁZARO
Levantado con hormigón revestido en sillares de granito, su resistencia ha sido probada a lo largo de los siglos. De hecho, tres de sus arcos permanecieron ocultos hasta los años noventa, cuando unas obras urbanísticas los sacaron a la luz.
Durante siglos, el puente soportó el paso de todo tipo de tráfico, incluidas carretas y automóviles. No fue hasta 1991cuando se peatonalizó por completo, coincidiendo con la construcción del Puente Lusitania, ideado por Santiago Calatrava.
Levantado con hormigón revestido en sillares de granito, su resistencia ha sido probada a lo largo de los siglos. De hecho, tres de sus arcos permanecieron ocultos hasta los años noventa, cuando unas obras urbanísticas los sacaron a la luz.
Durante siglos, el puente soportó el paso de todo tipo de tráfico, incluidas carretas y automóviles. No fue hasta 1991cuando se peatonalizó por completo, coincidiendo con la construcción del Puente Lusitania, ideado por Santiago Calatrava.
Reconocido como Bien de Interés Cultural en 1912 y
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993 dentro del Conjunto
Arqueológico de Mérida, es sin duda una de las joyas arquitectónicas más
valiosas de la ciudad y de toda España.
Desde el puente, mirando hacia el margen derecho del río, se alza imponente la Alcazaba Árabe de Mérida, construida en el siglo IX. Considerada la más antigua de la península ibérica, esta fortaleza fue edificada por los omeyas como punto de control sobre el acceso a la ciudad desde el puente romano.
Desde el puente, mirando hacia el margen derecho del río, se alza imponente la Alcazaba Árabe de Mérida, construida en el siglo IX. Considerada la más antigua de la península ibérica, esta fortaleza fue edificada por los omeyas como punto de control sobre el acceso a la ciudad desde el puente romano.
Con claras influencias bizantinas, la Alcazaba se convirtió en residencia del gobernador y centro administrativo, pero también en una barrera defensiva y símbolo del poder musulmán en la región.
Caminar por el puente romano de Mérida es mucho más que cruzar un río: es un viaje por la historia, un paseo entre arcos que han resistido el paso de los siglos y que siguen contando, piedra a piedra, la grandeza del Imperio Romano.
El Acueducto romano Sabemos que la necesidad de agua era fundamental en una ciudad. Respecto a la antigüedad del acueducto tal como apuntan las intervenciones del tramo del canal frente al cementerio y del Ninfeo ubicado en el Calvario, se dataría aproximadamente en época Claudia o de los Flavios, es decir siglo I d. C.
Captaba el agua en el embalse de Proserpina y discurría por 12 kilómetros de largo. Para salvar el río Albarregas, se construyó una serie de arquerías, monumentales, y la obra finalizaba en el altozano del Calvario, donde apareció la torre de distribución (castellum aquae). En cuanto al tramo en el que se tuvo que recurrir a la construcción de arquerías, estas se alargan 830 metros, con una altura de 25 metros en la parte más profunda del valle del río. La estructura de dicho tramo es característica de Mérida. Se compone de robustos y elegantes pilares, en los que alternan cinco hiladas de sillares de granito con otras tantas hiladas de ladrillo. Arcos a diferentes alturas van enlazando los pilares. Los arcos de enlace son de ladrillo, salvo el que salva el cauce del río Albarregas, que tiene las dovelas de granito muy bien trabajadas. Son todavía 73 los pilares que han permanecido más o menos deteriorados.
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