lunes, 8 de marzo de 2021

114.- SIGLO XIX - (1833 - 1842) - DESAMORTIZACIONES Y REVUELTAS

La subida al trono de Isabel II, bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón, y Espartero como valido, fue reconocida por los gobiernos de Francia, Inglaterra, Dinamarca, Estados Unidos  y otros. Por lo que la política interior se vio hipotecada por las influencias de Inglaterra y Francia, y ya los embajadores de ambos países intervinieron en el fracaso del primer valido, Zea Bermúdez.

En 1833, la reina regente, María Cristina de Borbón, tenía de su parte a los liberales contra los carlistas. El Gobierno, lo presidía el liberal Francisco Martínez de la Rosa, nombrado en 1834, se encontraba en plena guerra sin recursos para pagar al ejército. Aquí es donde un comerciante gaditano, con gran carisma, Juan de Dios Álvarez Mendizábal, se ofrece a gobierno español para desde Londres hacer gestiones ante banqueros británicos y franceses y sus gobiernos, a fin de conseguir un empréstito al gobierno español. Mendizábal encarnó un prototipo muy valorado en la sociedad estadounidense actual, un hombre hecho a sí mismo. Nacido en una humilde familia de comerciantes, se formó en el oficio de su padre, aprendió idiomas y descubrió que tenía un don para los negocios y también para la política. Tanto, que llegó a convertirse en el principal protagonista de la Revolución liberal española. De origen gaditano, había nacido en 1790. En 1811, siendo ya Ministro, firmaba como Álvarez Mendizábal. Pero la madre se apellidaba Méndez. Los Méndez eran conocidos en Cádiz como una familia de cristianos nuevos de origen judío. Decidió borrar a los judíos de su genealogía y sustituirlos por un origen vasco que era garantía de limpieza de sangre. Para ello le bastó cambiar su apellido Méndez por Mendizábal. En el Cádiz del siglo XVIII la casa de comercio Mendizábal era una de las más prestigiosas. Incluso amplió el engaño hasta hacer creer a su mujer que había nacido en Bilbao. Así lo declaró en el acta matrimonial.

JUAN ÁLVEZ DE MENDIZÁBAL 

En junio de 1835 cae el gobierno de Martínez de la Rosa y se nombra a José María Queipo de Llano, toda España se hallaba controlada por juntas revolucionarias y era una etapa anárquica y tumultuosa de la vida política.

Conseguida la ayuda internacional por Mendizábal, consiguió introducirse en la política del país. La reina se vio obligada a entregar el poder a los radicales, nombrando presidente del Consejo de Ministros a Juan Álvarez Mendizábal, el hombre de la Revolución Liberal. Más ladino que los ministros anteriores ideó un procedimiento más sutil para el triunfo liberal. Consiguió éste un voto de confianza para procurar los recursos que considerase necesarios para el sostén del ejército y terminar en breve tiempo con la guerra civil. Mendizábal comenzó a gobernar por decreto, siendo los más famosos los que regularon la desamortización.

Esta ley ni era ni por asomo popular. Ya el sabio Menéndez y Pelayo la señaló como “Un inmenso latrocinio”. El pueblo vio pasar las iglesias, conventos y tierras, de las manos de frailes y monjes que vivían de la caridad y que eran propietarios desde hacía siglos muchas de ellas, a manos de los caciques y los ricos de los pueblos que compraban a precio de subasta, las más manipuladas. Hoy podemos ver muchísimos conventos y monasterios abandonados y en ruina, después de haber arrancado y vendido los objetos de valor. 

La verdad es que el asunto no era nuevo. No hubo una desamortización, sino varias. Este proceso se desarrolló en España desde finales del siglo XVIII hasta mediados del XIX.


MAPA DE PROVINCIAS DE 1833

La división  definitiva de España en provincias se hizo, después de varios intentos en 1833 cuando los liberales estaban asentados en el poder. Se crearon 49 provincias al frente de las cuales se puso lo que actualmente son los Delegados del Gobierno. Paralelamente con  la uniformidad administrativa y social surgieron los nacionalismos radicales y separatistas. Las Guerras Carlistas se convirtieron en defensa de los fueron tradicionales de Navarra y el País Vasco.

La disolución de las cámaras originó el desagrado de los liberales, al cancelar la reforma institucional. Acosado por la negativa de la reina y las posturas de los liberales dimitió en mayo de 1836. El nuevo gobierno realizó unas elecciones de las que debían salir unas Cortes Constituyentes. Dado el clima de insurrecciones por los exaltados liberales, se mascaba la idea de un golpe de Estado. María Cristina se vio obligada a restablecer la Constitución de 1812, por tercera vez derogando el Estatuto Real con el cual se gobernaba. Dimitido el gobierno, se nombra a Calatrava Presidente del Consejo de Ministros y se elaboran una serie de leyes liberales, libertad de prensa, supresión del diezmos ecleciástico, etc. Y un texto constitucional. La Constitución española de 1837 fue una iniciativa del Partido Progresista consensuada con el Partido Moderado y permitía la alternancia en el poder de los dos partidos liberales sin que cada vez que cambiara el gobierno hubiera que cambiar la Constitución. Estuvo vigente hasta 1845, cuando el Partido Moderado impuso su propia Constitución. La guerra se dejó en mano de los militares, pero fueron interviniendo en la política poco a poco. Destacó el general Baldomero Espartero que puso fin a la guerra con el Convenio de Vergara. Con el pretexto del fin de la guerra la regente disolvió las Cortes y convocó elecciones. La jugada le salió mal. Comenzaron a crearse  Juntas Revolucionarias en varias provincias y María Cristina no tuvo más remedio que abandonar la regencia y exiliarse en Francia, cediendo el poder a Espartero, estamos en 1840. A partir de aquí hubo una clara influencia de Gran Bretaña en los diferentes gobiernos progresistas. Se tensaron las relaciones ante la Santa Sede. Espartero no era un político, era un militar de “ordeno y mando”, y duró tres años, y se ganó la enemistad de todos. Hasta los militares conspiraron contra él, con O´Donnell y Narváez a la cabeza. Los progresistas que lo había llevado al poder, dejaron de seguirle. Otra vez aparecieron Juntas Revolucionarias tanto de progresistas como de moderados.

LOPOLDO O´DONNELL

En noviembre de 1842 estalló en Barcelona una insurrección. El gobierno se disponía a firmar un acuerdo comercial librecambista con Gran Bretaña que rebajaría los aranceles a los productos textiles ingleses lo que supondría la ruina para la naciente industria algodonera catalana.​ Una guerra de barricadas protagonizada por la milicia, apoyada por paisanos armados. Baldomero Espartero decidió dirigir personalmente la represión de la insurrección y el 22 de noviembre llegó a Barcelona que sería bombardeada si antes de 48 horas no se rendían. El 3 de diciembre de 1842, sin negociación comenzó el bombardeo y al día siguiente la ciudad se rendía. Se desarmó a la milicia y varios centenares de personas fueron detenidas, y cien fueron fusiladas. 

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