sábado, 14 de enero de 2023

GUERRA DEL RIF - DESASTRE DE ANNUAL


Fue librada por España y en su última fase, también por Francia entre los años 1909 y 1927. A principios del siglo XX España explotaba los yacimientos mineros cercanos a Melilla.  
España tenía presencia militar en el norte de Marruecos desde 1907, aunque ya contaba previamente con diversas plazas tomadas en siglos anteriores, fundamentalmente Ceuta, Melilla y diversos peñones. La riqueza de materias primas minerales del norte de Marruecos era el principal atractivo de esta región para España, lo que le permitía vender una parte de ellas como exportaciones.
En 1904 se firmó un convenio con Francia definiendo las zonas de influencia en las tierras costeras de Marruecos , el Rif. En 1906 España consiguió el reconocimiento internacional de su posición en el norte de África.
La zona estaba controlada por insurrectos del Rif, que no acataban al sultán de Marruecos. Pero lo habitantes descontentos atacaron lo yacimientos y el cabecilla fue entregado a Marruecos. El gobierno de Madrid no actuó. Pero una expedición apresó a seis rebeldes que fueron conducidos a Melilla. Fue el detonante de la reacción popular. En las revueltas murieron seis españoles trabajadores. Se enviaron tropas a la zona. Hubo una emboscada que causó entre muertos y heridos españoles más de 650 hombres. Llegaron más tropas españolas y el lugar quedo pacificado en agosto de 1909.
La política colonial con Marruecos se derrumbaba. En 1919 e retomaron las operaciones militares detenidos por la Guerra Mundial. En 1920 España no acababa de controlar esa zona. Las tropas españolas sufrían constantes pequeñas derrotas debido a su escasa eficacia. Ese rosario de derrotas tuvieron su punto culminante en julio de 1921. El alto comisario del protectorado de Marruecos, el general Berenguer, fijó una serie de objetivos militares. Por un lado, extender el control militar español en la zona occidental y oriental de Melilla. De esta manera, se garantizaría la conexión de la costa con el interior y se cortaría el contrabando de armas que se producía en la zona. 
En el año 1921, cuando se produce el Desastre de Annual, España tenía en el norte de Marruecos cerca de 69.000 militares, divididos en las tres comandancias: Ceuta, Larache y Melilla. El problema de esta fuerza militar era su equipamiento, compuesto por malos pertrechos y armas militares anticuadas y desgastadas. Se aprobó un presupuesto para la mejora técnica y de indumentaria, pero la burocracia ralentizó su puesta en marcha. La Comandancia de Melilla estaba dirigida por el general Silvestre. Comenzó su incursión en el Rif animado por el rey y otros, pero con escasa prudencia y poca preparación técnica. Silvestre sufrió una estrepitosa derrota con la conquista de las tropas de Abd-el-Krim, muriendo más de 8.000 españoles. En realidad, parece ser que no hubo un ataque en regla por parte de los rifeños, fue más el pánico y la confusión de los españoles lo que llevó a este desastre. Las tropas estaban formadas por soldados reclutas, bisoños, sin experiencia militar, también con indígenas marroquíes. Todos con un armamento obsoleto, fusiles Mauser alemanes, que se recalentaban al usarlos, ametralladores igual de antiguas, armas que venían de las guerras de Cuba y Filipinas. Los soldados iban pobremente vestidos, en alpargatas, con comidas racionada, todo ello producto de una corrupción desalmada de jefes y oficiales. Melilla se salvó gracias a las tropas enviadas por el general Sanjurjo. España llevaba en esos momentos más de 20.000 muertos.
El de Annual fue el mayor desastre sufrido por cualquier potencia colonial europea en aquella época. La opinión pública y parte de la clase política clamaban pidiendo responsabilidades y cuestionaban la presencia en Marruecos. Pero el protectorado no era un capricho colonial, sino la necesidad estratégica, bajo delegación del sultán, de que Francia no dominase el Estrecho de Gibraltar.
Cabe decir también que muchos de los balazos que mataron a soldados españoles fueron disparados con los fusiles vendidos de contrabando a los rebeldes por un prohombre hispano, el multimillonario Juan March. También debe recordarse que las levas para Marruecos solo afectaban a las clases populares, pues previo pago de 2.000 pesetas se esquivaba la mili; otra modalidad de escaqueo, destinada a los universitarios (Unos pocos de familias adineradas),  consistía en acogerse a la modalidad de “voluntario de un año”, supuesto en el cual se realizaba un servicio militar más corto que los tres años habituales, y con elección de destino por parte del interesado.
Miles de jóvenes españoles de las clases trabajadoras del campo y las ciudades murieron absurdamente en la guerra de Marruecos, en aras de ambiciones particulares y por designio de políticos al servicio de intereses oligárquicos. Fueron víctimas de un sistema político languideciente. Supuso el hundimiento del Ejército español derrotado en esa batalla brutal y colonial. Annual fue un desastre en todas sus dimensiones. Un desastre bélico producido por el pánico, la desbandada por parte de las tropas españolas ante las rifeñas. Murieron unos 20.000 soldados, según cálculos.
Las críticas en la península se recrudecían atacando a los militares y a la cúpula de dirigentes políticos. Todas las miradas, airadas, apuntaron de inmediato al Rey Alfonso XIII y a uno de sus hombres de máxima confianza, el conde de Romanones. Así fue como el denominado expediente Picasso, informe muy prolijo realizado por el general Picasso, donde se pueden ver las actuaciones de los mandos. El general Batet fue nombrado más adelante juez de los procedimientos motivados por el denominado expediente Picasso tras el Desastre de Annual, y escribió un informe sobre los altos mandos del ejército español en Marruecos, en el que Franco no quedó muy bien parado. Las relaciones entre el Rey y el conde de Romanones no fueron sólo políticas, sino económicas.
Mientras altos jefes militares se dedicaban, con notoria intensidad y honradez, a saber y difundir la verdad del desastre de Annual, el capitán general de Cataluña en ese tiempo, Miguel Primo de Rivera, obedeció al monarca. Y de este modo se lanzó, con gran satisfacción de no pocos empresarios catalanes, a dar un golpe de Estado en España entre el 13 y el 15 de septiembre de 1923.

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