jueves, 5 de enero de 2023

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD- 15- CATEDRAL SANTIAGO DE COMPOSTELA


La tumba de Santiago el Mayor fue descubierta una noche del 813 en el monte sagrado del Libredón, bajo una lluvia de estrellas, y sería la piedra fundacional de una prodigiosa Catedral y de una ciudad que, desde entonces, atraería las huellas de los caminantes hasta convertirse en un destino con el rastro y el eco de toda Europa. Así ocho siglos después de la muerte del Apóstol Santiago, un ermitaño llamado Pelayo o Paio dijo que vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo Teodomiro, obispo de Iria Flavia. Fueron allí y descubrieron en la espesura la antigua capilla, donde existe un cementerio de la época romana. El hallazgo del supuesto sepulcro coincide con la llegada al reino astur de mozárabes huidos de las zonas dominadas por los musulmanes, buscando poder practicar sus creencias religiosas.

Alfonso II de Asturias (760-842), “el Casto”, fue el primer rey que viajó devotamente al enterarse de la noticia del hallazgo del sepulcro del Apóstol, de forma que se le puede considerar el primer peregrino jacobeo. Entre los años 820 y 830 fue cuando se descubrió la cámara sepulcral, posiblemente romana, conteniendo los restos del Apóstol y dos de sus discípulos. Fue muestra de su fe la construcción de una pequeña iglesia, donde se cree que reposan los restos del Apóstol. Aproximadamente desde el año 921, con el hallazgo de las presuntas reliquias del Apóstol y con el beneplácito de Carlomagno, que quería defender sus fronteras de invasiones árabes, Compostela se convertirá progresivamente en un centro de peregrinaje.

La construcción de un sitio destinado a rendir culto a los restos del apóstol Santiago, tenía sus raíces en torno al siglo II, en un mausoleo pagano de Compostela (Campo de Estrellas) que contenía los restos de dos mártires cristianos. Este edificio sepulcral, despertó el interés del obispo Teodomiro, quien en torno a 829, identificó los restos como pertenecientes al apóstol Santiago y a dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro.
Pero Almanzor el invasor musulmán, sobre el año 997 quemó el templo prerrománico dedicado a Santiago, respetando el sepulcro. Las peregrinaciones por el Camino continuaron de todas formas. Se reconstruyó, pero se quedaba pequeña para atender a los fieles.  Ya la iglesia se quedaba pequeña para albergar tanta gente, por lo que Alfonso VI, el Bravo, inició las obras de la catedral románica en el año 1075, con unos 50 canteros, datos que nos ofrece en detalle el famoso Códice Calixtino. La construcción de la Catedral comenzó promovida por el obispo Diego Peláez. 
Tras derruir una parte de las antiguas construcciones, el sepulcro pasó a figurar en el presbiterio y más tarde se impulsó las obras del primitivo claustro, los trabajos se mantuvieron de forma intermitente, hasta quedar completada en 1105.
El número de peregrinos aumentó considerablemente gracias a contactos culturales entre las naciones europeas. La noticia se extiende por toda la Europa cristiana y los peregrinos comienzan a arribar al venerable lugar del sepulcro, el denominado “Campus Stellae”, que devendrá en el famoso vocablo Compostela.
Un privilegio concedido en 1122 por el papa Calixto II declaró que serían “Año Santo” o “Año Jubilar” en Compostela todos los años en que el día 25 de julio, día de Santiago, coincidieran en domingo; este privilegio fue confirmado por el papa Alejandro III en su bula Regis aeterni en 1179. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1896,2​ y la ciudad vieja de Santiago de Compostela, que se concentra en torno a la catedral, fue declarada bien cultural Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985.
Ya en el siglo XV, la iglesia se convirtió en centro de peregrinación de la Cristiandad, dando origen a los que llamamos “El camino de Santiago”, que desde luego hay muchos.
Por esta vía se expandieron en la Península los nuevos estilos arquitectónicos que triunfaron en Europa.
La gran catedral ocupa una superficie de ocho mil metros cuadrados. Ya en el siglo XII tiene nueva naves inferiores y tres superiores. La primera y principal es la que se extiende des la puerta  principal  hasta los cuatro pilares centrales que sostienen la iglesia  y a su lado hay don naves pequeñas.
Las tres naves principales se extienden a los más alto de la basílica, Rodean el templo veinticinco capillas y la actual cúpula  gótica del crucero sustituye a la linterna románica originaria.
Pero lo más extraordinario de la catedral es su exterior, sus magníficas portadas, tres principales y otras siete pequeñas.
La fachada que mira a occidente es el “PÓRTICO DE LA GLORIA" realizada en el 1188 por el maestro Mateo. Obra cumbre de la escultura románica que se desarrolla en un pórtico con tres arcos. En el central se representa la Gloria, destino final de los justos, presidida por un gran Cristo resucitado. En el izquierdo al pueblo judío esperando en el Limbo de los Justos la llegada de Cristo y en el derecho el Juicio final al que serán sometidos todos los seres humanos.
La gran fachada barroca del OBRADOIRO, del siglo XVIII, es obra de Fernando Casas y Novoa, (1738-1750) Arriba, en el centro, aparece la figura de Santiago Apóstol, en medio la urna y la estrella (representación de las luminarias que vio el ermitaño Pelayo) entre ángeles y nubes. Una combinación de piedra y vidrio, destacando el gran ventanal del cuerpo central, de los mayores anteriores a la Revolución Industrial.
En la fachada de las PLATERÍAS destaca el desbordamiento de la escultura fuera del marco de los tímpanos, donde se narra el ciclo de la Redención. La naturaleza divina queda reservada al tímpano de la izquierda, presidido por las figuras del Salvador y el colegio apostólico. En las jambas, escenas del Génesis y la figura elegante del rey David. La Puerta Santa, barroca (1611), sólo se abre los años santos. En la de Platerías encontraremos la única fachada románica que se conserva de todo el templo, haciendo honor al oficio que allí se llevaba a cabo.

La fachada este o de la QUINTANA tiene dos puertas. La puerta santa está dedicada a Santiago y a su lado los discípulos Teodoro y Anastasio. A ambos lados de la puerta están colocadas veinticuatro estatuas sedentes de Apóstoles, patriarcas y profetas. La otra es la puerta real, cuyo nombre hace alusión al escudo que tiene. Y la Puerta Santa y rodeado por la casa de la Parra y el convento de la Quintana de Vivos.
La fachada da ACIBECHERÍA (Azabachería), es neoclásica (Ventura Rodríguez y Lois Monteagudo), antiguamente Puerta del Paraíso, por la que entraban los peregrinos. Corresponde a la zona Norte de la Catedral y fue, durante mucho tiempo, la puerta principal del templo. 

En la plaza, los peregrinos lavaban sus manos y harapos. El nombre de esta fachada viene dado por el gremio de los “azabacheros”, en cuyo material Compostela era destacada y  de nuevo en honor a los puestos de venta ubicados en la misma; a día de hoy aún podremos encontrar algunos de ellos aquí mismo.
Varias plazas rodean esta mastodóntica catedral.
Por último, la catedral se encuentra custodiada por la plaza de la Inmaculada y por la de Azabachería. 
Cabe resaltar la parte superior de la catedral: sus cubiertas. Estas se pueden recorrer bajo previa reserva gracias a una visita guiada.

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