sábado, 20 de mayo de 2023

BENEDICTO XIII- EL ANTIPAPA

 

Pedro de Luna nació en el castillo de Illueca, Zaragoza en 1328. Pertenecía a un noble linaje aragonés (los Luna). - Estudió Derecho Canónico en la Universidad de Montpellier, y obtuvo el título de doctor en Decretos y fue docente. Posteriormente comenzó su carrera como eclesiástico obteniendo varias canonjías en, después fue canónigo de Cuenca, arcediano de Zaragoza y preboste de Valencia. Por su linaje aragonés, su cultura en sus estudios jurídicos y su moralidad consiguió el respeto de la Curia romana y el Papa Gregorio XI lo tuvo en cuenta, designándole cardenal-diácono. Los Estados Pontificios incluían entonces a la ciudad de Aviñón y al Condado Venaissin, en el sudeste de Francia. Siguieron siendo parte de dicho Estado hasta la Revolución francesa, convirtiéndose en parte de Francia en 1791.


ESTATUA DEL PAPA EN PEÑÍSCOLAPasó que Roma no era una ciudad segura y se realizó un cónclave en Perugia, donde salió elegido Clemente V. Y fue coronado en Lyon. En 1309 se trasladó de Burdeos a Aviñón. Aquí es cuando se inicia el Papado de Aviñón. La curia, estaba dividida entre el reino de Francia y el Papado. El asunto venía desde los tiempos de Felipe el Hermoso. Se pensaba que los papas de Aviñón eran serviles a la política francesa. No olvidemos que Felipe IV (El hermoso), hacer elegir a papas franceses, Benedicto XI en 1303 y Clemente V en 1305 una personalidad maleable que estaba bajo su poder. Con lo cual inició la persecución y supresión total de la Orden del Temple, por motivos políticos y económicos, dada la gran deuda que tenía con ellos.
Por otra parte, Europa estaba en lo que se llamó “La pequeña edad del hielo”, unos años de extremo frío que trajo desgracias a casi toda Europa en la producción agrícola y ganadera fundamentalmente. Es evidente que en ese período de la Edad Media la religión católica era tan importante, las gentes miraban a la Iglesia aferrándose a una solución divina.
En 1377, don Pedro de Luna acompañó al Papa Gregorio XI que abandonaba Aviñón para regresar a Roma donde murió.  Era muy esperado el papa para la solución del El Papado de Aviñón. Fue un periodo de la Iglesia católica, entre 1309 y 1377, en el que siete Obispos de Roma residieron en la ciudad de Aviñón, siendo precisamente Gregorio XI el último de ellos. Su muerte provocaría el comienzo del Cisma de Occidente (entre 1378 y 1417) época en la que la Iglesia se encontraba dividida, la del papa residente en Roma y la del antipapa residente en Aviñón.
El cardenal aragonés Luna se convirtió en figura de primer orden en la Iglesia, viéndose inmerso en los acontecimientos desencadenados cuando a la muerte de Gregorio XI, y en 1378 fueron elegidos Urbano VI en Roma y Clemente VII en Agnani, confirmándose el Cisma de Occidente con la división de obediencias en el mundo cristiano. Don Pedro de Luna se inclinó por el Papa Clemente, poniéndose a su servicio en Aviñón y actuando en la Península Ibérica como legado pontificio ante los reyes de Castilla, Navarra, Portugal y Aragón. Desde 1378 hasta 1389 residió habitualmente en su país natal, haciendo frente a las denuncias de Urbano VI, el Papa de Roma, y a la inicial reticencia de las monarquías españolas. Pedro IV de Aragón se mantuvo desde un principio neutral con Roma, pero sin abandonar sus buenas relaciones con Aviñón, lo que permitió que los aragoneses recibieran con simpatía al cardenal legado. Esta aceptación fue correspondida por Clemente VII
Pedro IV supo conjugar durante toda su vida la rivalidad de los papas. La respuesta de los súbditos de la Corona estaba implícita en las simpatías que por lo general profesaba el clero en la figura de don Pedro de Luna, quien asimismo contó con la fiel amistad de San Vicente Ferrer. Poco antes de morir en 1387, Pedro IV rompió definitivamente con Roma y su sucesor Juan I se inclinaría decididamente por el Papado aviñonés. - La actividad del cardenal aragonés lo hizo famoso también fuera de la Corona de Aragón. Don Pedro de Luna significó el alma en el concilio nacional de Palencia de 1388 e incluso el propio Papa de Roma, Bonifacio IX alabó su talento y sus méritos. Castilla aceptaría al Papa Clemente por su mediación en 1381 y Navarra en 1390, antes de que, el 15 de diciembre de este último año, Pedro de Luna regresara a Aviñón una vez cumplida su misión española. No obtendría sin embargo el mismo éxito en su legación ante buena parte de Francia, Flandes e Inglaterra; a pesar de su defensa en la Universidad de París, el año 1393, de la causa aviñonesa, que provocó cierto malestar y desconfianza en el clero francés originándose el alejamiento de Clemente VII de su estima. La muerte de este Papa en 1394 colocaría de nuevo en primer plano para ser elegido a sucederle. Con ello se perdía la ocasión de terminar con el Cisma.  Por veinte de los veintiún votos disponibles fue elegido Papa don Pedro de Luna, adoptando el nombre de Benedicto XIII. Una clara victoria del papa Luna rebate cualquier oposición.  Los cardenales que intervinieron en el cónclave se habían comprometido previamente, en su mayor parte, a terminar tan delicada situación en el caso de ser elegidos, aun a costa de renunciar al pontificado. El cardenal aragonés suscribió la cédula que recogía dicha moción. Los estados de la Corona de Aragón acogieron el triunfo de su paisano como una causa nacional, y el resto de los reinos europeos vieron en ello el inminente final del cisma por la honradez y prestigio del elegido. Las buenas intenciones de Benedicto XIII a este respecto quedaron ratificadas en el contenido de las múltiples bulas enviadas por su voluntad a los monarcas cristianos, en las que expresaba su sincero deseo de concluir con la división de la Iglesia. Dos vías quedaban abiertas para ello: la abdicación de los dos papas propuesta por el rey Carlos VI de Francia o la discusión y entrevista con Bonifacio IX señalada por el propio Benedicto XIII, seguro del triunfo final de su dialéctica.


 
RECREACIÓN DEL BUSTO DEL PAPA 
Pero la obstinación de don Pedro de Luna en su postura provocó el apartamiento de los cardenales de Aviñón, hasta el punto de que tan sólo cinco de ellos le quedaron fieles, refugiados en la fortaleza papal durante cuatro años en los que la división de opiniones se diversificó: desde la reprobación de San Vicente Ferrer y del rey de Francia hasta las simpatías de Martín el Humano rey de Aragón, que le envió una flota para rescatarle en 1399. Tras la liberación, Benedicto XIII recobraría la confianza de Castilla y Francia. Aragón no le había retirado su apoyo, así como el prestigio político que trajo consigo, incluso, la sumisión de algunas ciudades italianas. A ello se sumó la intención fracasada de acabar el cisma por la vía de justicia, acudiendo personalmente a Italia a debatir con el papa de turno.
Carlos VI de Francia declaró la neutralidad de su reino en 1408. El concilio de Perpiñán, reunido por el Papa Luna con el apoyo del rey Martín de Aragón y que se definió a favor de la legitimidad del Pontífice de Aviñón, quedaría relegado y desautorizado por el concilio de Pisa que declaró cismáticos a los dos papas.
En este concilio de Pisa de 1409 se arbitró la elección de un nuevo pontífice, Alejandro V,  que obligara a renunciar a los dos existentes; pero esta solución no hizo sino consagrar la división tripartita de la iglesia. Benedicto XIII se refugiaría en la Corona de Aragón excomulgando a quienes se oponían a sus derechos y a partir de este momento los acontecimientos tomarían otro cariz.


PARTE DE LA ESCULTURA EN PEÑÍSCOLA
Pues no tienen idea mejor que celebrar otro concilio, esta vez en Pisa. El concilio depone a los papas Gregorio XII de Roma y Benedicto XIII de Aviñón, y los cardenales eligen a Alejandro V, dando paso a lo que los contemporáneos llamaban el maldito trinomio. Ahora teníamos tres papas. Posteriormente el​ concilio de Pisa no es reconocido por la Iglesia católica. - La solución de Pisa constituyó el inicio de una nueva etapa en el comportamiento de Benedicto XIII, quien escribiría en su defensa. Y comenzó a interesarse por la iglesia aragonesa, así como por la política de la Corona. Dos hechos: la intervención en el interregno abierto en Aragón tras la muerte del rey Martín el Humano sin sucesión directa en 1410 que terminó en el Compromiso de Caspe de junio de 1412 y la regencia personal del gobierno y administración de la diócesis de Zaragoza, vacante de titular por el asesinato del arzobispo. La elección de Fernando I de Trastámara para ocupar el trono Aragonés en 1412 reforzaría la postura del Papa Luna en Castilla-León.
Un nuevo concilio en Constanza en noviembre de 1414 por especial interés del emperador de Alemania, al objeto de terminar decididamente con el cisma, y que logró la deposición de ambos papa, Juan XXIII,  así como la renuncia de Gregorio XII, abriría el definitivo aislamiento de Benedicto XIII en su refugio de Peñíscola. Castilla, Navarra y Aragón, así como los pocos cardenales que le quedaban, reconocieron a Martín V como papa, poniendo fin al cisma. La entrevista mantenida en 1415 en Perpiñán entre el Papa aragonés, el emperador y el rey de Aragón sirvió únicamente para que Pedro de Luna se aferrase a su causa. El abandono definitivo de San Vicente Ferrer y de Fernando I se consumó. La sustracción de la obediencia al Papa Benedicto XIII dictada por el monarca a comienzos de 1416 para todos sus estados y ratificada por su sucesor Alfonso V el Magnánimo colocaron al ya considerado “antipapa” aragonés hizo que se recluyera en Peñíscola. Allí culminaría sus días abandonado de todos, aislado, declarado hereje y excomulgado por el nuevo papa en 1417; pero por encima de todo, convencido de su legitimidad en el derecho irrenunciable que la Providencia le había deparado. Su muerte en el exilio a los seguramente con unos noventa años no significaría el olvido de los reinos que primero le amaron y le abandonaron después en su obstinación. Su figura ha sido objeto de numerosos estudios en todos los tiempos, pero no se duda de la grandeza de su alma gigante y su tesonería en la defensa de los derechos adquiridos en el Pontificado.


Maravillosa escultura de Benedicto XIII. El escultor Sergio Blanco, componente de “Mocedades”
La Recreación del busto del Benedicto XIII fue realizada por ordenador después de numerosos estudios antropológicos de su cráneo conservado. Su tumba fue profanada, como tantas otras, por las tropas francesas en la Guerra de Independencia del siglo XIX. También fue robado el cráneo  y luego rescatada por la Guardia Civil hace pocos años. 


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