jueves, 15 de diciembre de 2022

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - 12- SAN MILLÁN DE LA COGOLLA - LA RIOJA

Sus monasterios de Suso y Yuso son Patrimonio de la Humanidad. Ambos son parte fundamental de la Ruta de la Lengua Castellana.
Además de ser un núcleo monumental de primer orden, es lugar famoso porque en el siglo VI, a comienzos de la Alta Edad Media, fue elegido por Millán (o Emiliano), un pastor de Berceo, para retirarse.
MONATERIO DE YUSO
No hay un monasterio de San Millán, sino dos: el de Suso y el de Yuso. El municipio está ubicado al pie de la Sierra de la Demanda  y a orillas del río Cárdenas
No está situado exactamente en el Camino de Santiago pero si se está haciendo el camino hay que alejarse 14 kilómetros de la ruta principal con dirección a San Millán de la Cogolla, y descubrirá un destino con mucha historia. Los peregrinos medievales ya lo hacían, como queda reflejado en las crónicas. 
en el valle del río Cárdenas, afluente del río Najerilla, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda, bajo las cumbres nevadas en invierno del monte San Lorenzo, el más alto de La Rioja ( 2.262 metros).
MONASTERIO DE SUSO 
El Monasterio de Suso, el de arriba, surgió de las cuevas que habitaron los eremitas discípulos de San Millán, allá por el siglo VI. Las sucesivas ampliaciones que convirtieron aquellas cuevas en cenobio y en monasterio se pueden observar en los diferentes estilos arquitectónicos que se fueron superponiendo entre los siglos VI y X: visigótico, mozárabe y románico. La importancia cultural de Suso se manifiesta en la colección de manuscritos y códices que salieron de su escriptorio, uno de los más notables de la Edad Media en España: el Códice Emilianense de los Concilios (992), la Biblia de Quiso (664) o una copia del Apocalipsis, de Beato de Liébana (siglo VIII), lo que le hace ser uno de los principales escritorios, si no el más notable, de la Edad Media española.
El Monasterio de Yuso, construido para ampliar el de Suso en el siglo XI, destaca por sus grandes dimensiones. Fue reconstruido en los siglos XVI, XVII y XVIII, y en él se conjugan diferentes estilos: renacentista y barroco principalmente. Guarda abundantes tesoros artísticos en su museo: pinturas de Juan de Rizzi (considerado el mejor de los pintores claustrales españoles) y cobres del siglo XVII. Y las arquetas de oro y marfil, del siglo XI, que guardan las reliquias de San Millán.
 
De gran calidad es también la reja, realizada en 1676, que cierra el coro bajo de la iglesia, lo mismo que la escultura del trascoro que contiene ocho tallas de la mejor imaginería española. En esta misma zona de la iglesia se encuentra una de las joyas del monasterio: un púlpito de nogal, que parece ser de finales del XVI.
 
De especial interés es el conjunto formado por la Biblioteca y el Archivo, que pueden ser considerados entre los mejores de la España monasterial. El archivo medieval consta, fundamentalmente, de dos cartularios (el Galicano y el Bulario) y de unos trescientos documentos originales.
La Biblioteca se conserva tal como quedó definitivamente amueblada a finales del siglo XVIII. Su verdadero valor e interés radica, no tanto en su número - más de diez mil -, como en los ejemplares raros que conserva. Una de estas rarezas bibliográficas es el "Evangelario de Jerónimo Nadal", impreso en Amberes en 1595 y si raro es poseer un ejemplar de esta edición, más raro es que todas las láminas estén policromadas, una a una.
En el siglo X ya se había fundado un pequeño monasterio que gozó de la protección de los reyes de Navarra y fue saqueado por las tropas de Almanzor. 
El monasterio fue reconstruido rápidamente y ampliado, pero se pensó que era conveniente llevar los restos de San Millán a Nájera, donde estarían mejor guardados. Se cuenta que los pusieron en una carreta y empezaron el traslado, pero cundo llevaban un corto trecho los bueyes se detuvieron y no hubo forma de que siguieran. Se consideró una señal divina y en ese preciso lugar se levantó un segundo monasterio. Como estaba en la colina abajo del anterior lo llamaron de Yuso (de Abajo) y el primero quedó como de Suso, de Arriba.
Suso está en lo profundo del monte y tiene una preciosa iglesia mozárabe de dos naves que se ampliaron en el siglo XI, ya con formas románicas. Traspasar el umbral supone sumergirse en la historia y la leyenda. En el atrio se guardan los sepulcros de los Siete Infantes de Lara y de tres reinas de Navarra. Al fondo están las cuevas que fueron el refugio de los primeros eremitas y el sepulcro de San Millán, con su cubierta labrada del siglo XII.
El de Suso es un cenobio visigodo (siglo VI) recoleto y solitario enclavado en un paraje umbrío, como perdido en un bosque. El de Yuso sin embargo, tiene trazas de gran monasterio señorial e imponente. No en vano se le conoce como El Escorial de La Rioja. Su enclave, en un bonito valle, propició que se levantara un pueblo a su alrededor. Lo que se observa hoy es el resultado de sus numerosas reconstrucciones que incluyeron elementos góticos, renacentistas, barrocos y neoclásicos.
El recorrido debe ser tranquilo para que el viajero aficionado a la historia pueda apreciar lo mucho que se guarda entre sus muros, desde el refectorio y el salón de reyes al claustro. En la iglesia hay pinturas de Rizzi y en la sacristía se guardan las arquetas de plata con los restos de San Millán y San Felices de Bilibio (su maestro), decoradas con unos loables bajorrelieves de marfil. Los frescos del techo, del siglo XVIII, también son interesantes porque conservan sus colores originales.

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